Kitabı oku: «Formación integral universitaria», sayfa 3
La política en el morral de los colegiales
Las reformas jurídicas y administrativas generadas a partir de la Constitución de 1991 en los ámbitos de la educación básica y media desplegaron los derechos de la organización y la participación juvenil en los colegios. Esto se nombró con recurrencia en los relatos como una experiencia significativa para la configuración política: “[…] estuve involucrada en talleres de derechos humanos en el colegio y creo que de ahí viene mi ideal de tratar a todos con respeto sin importar sus gustos o ideales”; “mi formación y mi participación en la política comenzaron en el colegio: participé en el gobierno estudiantil, como en quinto grado, cuando logré ser ‘personerita’”; “creo que mi formación política o acción ciudadana está por comenzar, teniendo en cuenta las bases de proyectos tomados en mi vida, como uno de cambio sociocultural y político en la sociedad que quise formar en el colegio donde estudiaba”.
Las citas narran un pasado. Una experiencia que dejó huella y se retomó para identificar algunos rasgos de las subjetividades políticas, como el trato a todos con respeto y la búsqueda de cambios sociales; no obstante, es llamativo el uso de un pasado que no está conectado a experiencias actuales para la continuación de proyectos educativos.
Cuando la fe es el argumento político
En los relatos fueron recurrentes expresiones ligadas a prácticas de fe religiosa como un argumento para tomar decisiones en el campo de la política y en el ejercicio ciudadano: “[…] soy cristiana […], esto se trata de un alguien, un alguien llamado Dios, quien envió a su hijo Jesús para hacernos libres y quien dejó a un consolador, el Espíritu Santo”; “[...] le pedí la dirección a Dios por cuanto soy cristiana y creo firmemente en que él es el único que tiene el poder y la autoridad para abrir y cerrar puertas […]”; “nunca he pertenecido a algún grupo o iglesia […]; la verdad no es de mi atención pertenecer […], pero me parecen importantes para aquellas personas que quieren debatir y profundizar más en todos los temas que afectan a nuestra patria”.
Los aspectos de la vida política —la libertad, el ejercicio del poder, la patria— mencionados dieron cuenta de una subjetividad política organizada desde la fe religiosa. Una fe que le permite al joven dejar las decisiones de su ejercicio político y ciudadano —y las relacionadas con el país— en manos de un ser supremo.
Sobre los sentidos de la ciudadanía en las subjetividades juveniles universitarias lasallistas
Los valores entran por casa
Una expresión recurrente e importante en los relatos fue “valores”. Se planteó que estos se incorporaron en los procesos de educación familiar; además, se interpretó que la mención se relacionó con la pregunta sobre el ejercicio ciudadano. Algunas citas permitieron visualizar el concepto de valores: “mis padres siempre me decían que ellos me iban a apoyar en todo lo que yo decidiera con respecto a mi futuro para forjar un camino de honestidad y respeto en la labor que ejerza”; “mi proyecto de vida es ser un profesional honesto, con carácter social y beneficioso para las personas que me rodean”; “soy la persona que soy hoy en día gracias a mi familia, ya que me ha apoyado y enseñado lo que es bueno y malo en la vida”; “valoro mucho lo no material, como el amor de mis padres y la compañía de mis hermanos y amigos”; “[…] en mi experiencia, puedo decir que ayudar es lo mejor que el ser humano puede dar”; “mis padres han sido parte fundamental de mi proceso, a lo largo de mi trayectoria tanto personal como profesional”; “pienso que, si todos los jóvenes de Colombia tuviéramos el apoyo de nuestros padres y la paternidad fuera importante en los hogares, podríamos llegar a esa paz que tanto anhelamos”; “me he constituido como persona gracias a la educación de mis papás; gracias a ellos cada día soy mejor en lo que hago. Pienso que las personas se forman con base en el modo en que las enseñaron”.
Las citas presentaron como valores algunas prácticas sociales: la honestidad, el respeto al trabajo, el carácter social, la ayuda, la valoración de lo inmaterial, la paz, el ser mejor. Igualmente, mostraron a los padres y las familias como responsables de su difusión, de su ejercicio práctico. La mención de los valores se cargó con un fuerte positivismo, que también asumieron la palabra “valores” y las prácticas, actitudes del ser humano que representan un deber ser incuestionable.
Por otro lado, sobresalió el hecho de que no se nombraron actitudes relacionadas con la ciudadanía: la participación, la organización, el cuidado de lo público, el respeto asociado a la diversidad cultural, religiosa, de orientación sexual, etcétera, el trabajo colectivo, entre otras prácticas que se pueden inferir del denso articulado de la Constitución de 1991.
Grupos de fe como activadores de la ciudadanía
La formación en valores asociados al ejercicio ciudadano se mencionó, con menor recurrencia, cuando se habló del aprendizaje de prácticas sociales de iglesias y movimientos de fe: “he participado en grupos religiosos”; “estuve en Infancia Misionera, un grupo religioso […]; en ella nos interesábamos por ayudar al prójimo […]. Siendo sincero, esto no era algo que me apasionaba, nunca me sentí parte de ese grupo”; “como católica que soy, pertenezco a una Célula, grupo de jóvenes que organiza la Iglesia católica para acercarlos a Dios. Elegí ser católica y este grupo porque fortalecen mis valores, mis creencias, y aportan a mi forma de vida”; “pertenecí al Movimiento Juvenil Salesiano como catequista”; “me hubiera gustado ser parte del Movimiento Talitha Kum o del Movimiento Juan XXIII de San Juan de Pasto”.
A la experiencia de pertenecer a algunas organizaciones o participar en prácticas religiosas se le atribuyó el aprendizaje de valores como ayudar al prójimo, acercarse a Dios, ser parte de grupos con pares (niños o jóvenes). Todos se reconocieron como asuntos inherentes a “vivir la vida”, a “aportar a la forma de vida”. Asimismo, la ciudadanía se asoció con ejercicios de organización para ayudar a otros, bajo las directrices de las iglesias a las que se pertenece, y para impulsar acciones individuales, por ejemplo, la experiencia de encuentro con Dios.
Ciudadanía urbana
Otra mención de la ciudadanía, aunque menos recurrente que las anteriores, se encontró en la participación en grupos, colectivos y organizaciones sociales que no se identifican con iglesias o experiencias de fe religiosa: “hace un tiempo, trabajé con un grupo de jóvenes de mi edad. Tratamos muchos temas diferentes, entre ellos, la política. Nos comprometimos frente a dificultades políticas, sociales, cívicas y ambientales”; “me he rodeado de culturas urbanas, como la rastafari y la hip hop, las cuales me han llevado a cuestionar severamente nuestra sociedad, la forma en que nos manejan”; “mi inclinación política es de derecha”; “vi en vivo y directo el tema de los falsos positivos donde los realicé, los escuché planear y los vi hacer”; “he participado con intensidad en la cultura hip hop, que nació desde la humildad y se convirtió en un gran exponente, en una forma de expresión para muchos jóvenes […]; también he participado en una institución de formación de futsal”.
Las citas seleccionadas desvelaron una importante diversidad en los colectivos en que han participado los jóvenes: movimientos ambientales, partidos políticos, subculturas urbanas, equipos de práctica deportiva, entre otros; también desvelaron su adherencia o simpatía con grupos que ejecutan delitos políticos, como el asesinato y la desaparición de personas, conocidos en Colombia como los falsos positivos. Esa diversidad y la mención de lo aprendido y realizado en las distintas experiencias como relatos personales del ejercicio ciudadano dieron cuenta de la asociación de la ciudadanía con causas sociales que no tienen un consenso totalitario moral ni ético en el país; al contrario, dependen de lo que cada colectivo —incluidos los del ámbito de la institucionalidad estatal— dirija como valor.
En este mismo campo, en algunos relatos se nombró a la Universidad de La Salle. Los jóvenes expresaron no conocer los colectivos ni la oferta institucional o saber de esta, pero no tener interés en participar: “en la Universidad no he entrado a ningún grupo cultural, político o religioso. Creo que tal vez no he participado por falta de interés y por falta de promoción por parte de la institución”; “mi participación política nació de la falta de credibilidad que tiene para mí la política institucional, ya que los espacios de participación, interacción y necesidades son nulos e ineficaces”.
Las citas muestran el desinterés y la falta de promoción como argumentos para justificar la distancia ante las propuestas de los colectivos de estudiantes y de la Universidad; también evidencian una evaluación negativa elevada sobre estos espacios: “nulos e ineficaces”.
Conclusiones
La comprensión de la experiencia formativa como significativa para la configuración política del individuo —estudiante o joven— en el contexto educativo de la Universidad de La Salle develó que no hay un alto grado de participación social ni política en este entorno, a pesar de que algunos jóvenes se sienten atraídos por movimientos que defienden causas sociales o el cuidado del medio ambiente, entre otros aspectos.
Los estudiantes afirmaron no estar identificados ni seguir la ideología de los partidos políticos actuales; mostraron inconformidad frente a la actualidad política, económica y social global; además, criticaron que determinados actores políticos toman decisiones que afectan el bienestar del país. Esta proyección social les ha permitido participar en grupos o comunidades cuyo fin es mejorar la calidad de vida de personas vulnerables.
Los jóvenes mencionaron haber participado en actividades escolares, como conferencias y talleres, que los condujeron a ser miembros de comités de estudiantes, representantes estudiantiles y personeros, con lo cual desarrollaron aptitudes de liderazgo y autonomía.
De manera general, se responsabilizaron de sus procesos escolarización, de sus ideas u opiniones acerca de la sociedad y de su grado de argumentación; indicaron que las ideas se definen por su alto desinterés, apatía y rechazo a la política. Estas expresiones fueron más recurrentes en las sedes Candelaria y Norte, con respecto a la de Chapinero, bajo la noción de que las carreras de los estudiantes no están tan ligadas a las coyunturas políticas, lo que se profundizó cuando afirmaron tener poca o nula participación y desconocimiento de los espacios para la participación política en estas sedes. Más allá de experiencias académicas y educativas, no se evidenció una participación política extracurricular; los estudiantes indicaron que piensan que la política tradicional seguirá rigiendo el país.
Por otro lado, en las narrativas se notó que el concepto formación política se relacionó con los entornos familiares, dentro de lo que comúnmente se llama “valores”, lo que está en extremo influenciado por prácticas religiosas con una fuerte tendencia hacia la religión católica/cristiana; sin embargo, algunos expresaron su rechazo a este tipo de ideología.
La relación con los padres y abuelos cercanos influyó de modo directo en la formación integral y humana de los estudiantes; esto justifica las palabras de un joven, quien dijo que, hoy en día, “es la persona que es” gracias a ellos. Así, la experiencia religiosa y el estatuto político que esta promueve se viven como “herencias”; es decir, al pertenecer a determinado culto o confesión, los padres les inculcaron sus valores desde pequeños.
En este sentido, las fuentes familiares son las responsables de las subjetividades políticas y de la comprensión del espectro cívico, bien sea negativo o positivo. Esto puede derivar en la conservación de los aspectos tradicionales de la política que muestran al Estado como centro y regulador de toda relación económica, social o política.
La mirada crítica de estas subjetividades se posó sobre el impacto negativo del conflicto armado en Colombia, la corrupción y la degradación de las acciones de los gobiernos en la administración de la igualdad, lo que incrementó una percepción con fuertes sentimientos de desconfianza, incumplimiento, frustración. Con base en esto, se determinó que las subjetividades políticas y ciudadanas juveniles universitarias lasallistas oscilan entre un campo emocional/subjetivo, asociado al círculo familiar, y un campo cognitivo/argumentativo, conectado con las experiencias educativas formales.
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Notas
* Magíster en Desarrollo Educativo y Social, y psicóloga. Profesora investigadora de la Universidad de La Salle (Bogotá, D. C.). Correo electrónico: mapbuitrago@unisalle.edu.co
** Doctora en Antropología, magíster en Desarrollo Educativo y Social, y antropóloga. Profesora investigadora de la Universidad de La Salle (Bogotá, D. C.). Correo electrónico: cicarreno@unisalle.edu.co
*** Doctor en Filosofía y en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, con estudios posdoctorales en Bioética, Filosofía y Ciencias Sociales, y con Diploma de Estudios Avanzados en Filosofía. Magíster en Desarrollo Educativo y Social, y licenciado en Filosofía. Profesor investigador de la Universidad de La Salle (Bogotá, D. C.). Correo electrónico: jormartinez@unisalle.edu.co
1 Parte del trabajo de campo y del análisis de la información se realizó con el Semillero Interdisciplinar Agentes de Cambio (SIAC) de la Universidad de La Salle. Sus miembros son Candy Johana Salgado Cardona, Jennifer Stacy Rubio Cadena, Ingrid Johana Díaz Gutiérrez, Santiago Casas Lombana, Laura Daniela Tobacía Murcia, María Fernanda Melo López, Tatiana María Caro Guevara, Nelly Dayana Díaz, Valeryn Molina Arévalo y Juan Pablo Sánchez.
2 Respecto a la configuración de la subjetividad, véanse Barragán (2012); Barragán y Sánchez (2017); Barragán et al. (2018).
3 Véanse Polanía y Rivera (2018); Torres (2013); Neira y Rivera (2015); Rivera (2009).
4 Al respecto, véase Reyes y Serrano (2019).
Capítulo 2
Formación integral en clave del Aprendizaje Servicio (ApS)*
Diego Fernando Barragán Giraldo**
Catalina López Gómez***
Luis Enrique Quiroga Sichacá****
Fabio Orlando Neira Sánchez*****
Introducción
Investigar sobre la formación integral supone asumir una posición política frente a la acción educativa, implica entender que la formación es un proceso activo que supera la simple instrumentalización de la educación y configura rutas éticas que establecen un tipo de subjetivación política de los diferentes actores que participan en los procesos educativos. Así, la formación entendida como bildung —horizonte que privilegiamos en la investigación— remite al cuidado de sí desde una perspectiva que incluye a los otros.
Por otra parte, al hablar de lo integral, se ponen en juego rutas en las que se entiende al ser humano como un ente holístico que posee unos referentes de subjetivación concretos. En este contexto, las prácticas de servicio ayudan a desarrollar, en quienes las ejecutan, acciones que posibilitan alcanzar aprendizajes de diversa índole; los más significativos son los relacionados con los valores. Con base en lo expuesto, aquí presentamos una investigación que permite construir saber a partir de experiencias formativas concretas en las que se indagó por el desarrollo de aprendizajes en clave de formación integral, asociados a las prácticas de servicio.