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La posverdad y las noticias falsas

La Real Academia de la Lengua Española incorporó desde el 2007 el concepto de posverdad, definiéndolo como una “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales” (rae, 2017). Si bien el concepto es nuevo, se utilizó por primera vez en el 2010 en lengua inglesa post truth5 y en el 2016 cobró mayor difusión y análisis con los resultados del Brexit y de la campaña presidencial de Estados Unidos que dio el triunfo de Trump (Muñoz, 2016, p. 2). A través de la historia, se ha recurrido a la distorsión de la realidad como estrategia política. Ejemplos históricos hay muchos en el siglo pasado, aunque tal vez los más evidentes fueron los usados por regímenes autoritarios a través de propaganda política como el nazismo, estalinismo y los usados por las dictaduras del Cono Sur en América Latina.

No obstante, la posverdad cobra una mayor relevancia en este siglo, particularmente porque se hace posible a través de las noticias falsas (fake news) que circulan a través de diversos medios de comunicación (incluyendo prensa escrita, televisión, radio), pero mayoritariamente a través de las redes sociales difundiendo información engañosa o contribuyendo a la desinformación de un hecho objetivo (Cortés e Isaza, 2017, p. 5). En otras palabras, la posverdad es utilizada por los políticos para desacreditar a sus detractores y se materializa en noticias falsas que circulan por medios de comunicación generando en el menor de los casos desinformación y, en casos graves, engaño a la opinión pública.

Los elementos que hacen posible hoy en día la proliferación de estas noticias falsas se explican asociados a que los hechos objetivos que ocurren y nos afectan tienen en las personas menos influencia que las creencias personales. La interpretación que las personas hacen de la realidad o la lectura de los hechos depende de las emociones y sentimientos de quien recibe la noticia. Desde esa lógica, hoy en día los políticos relativizan la verdad y construyen sus discursos apelando a lo que quieren escuchar sus seguidores a partir de los sentimientos, creencias y valores que representan, en un contexto en el cual las instituciones en general, incluidos los medios de comunicación, son débiles y carecen de niveles de credibilidad que permitan hacer valer el hecho objetivo sobre la interpretación subjetiva que realizará del receptor de la noticia (Muñoz, 2016, p. 14).

El principal canal de comunicación que hace posible la proliferación de noticas falsas lo construyen las redes sociales, particularmente Twitter y Facebook. Esto, porque permiten que con mayor frecuencia puedan publicarse noticias falsas al existir menos controles que los que se dan en los medios de comunicación tradicional es, en los cuales la ética periodística obliga a la verificación de la información. Además, las redes sociales pueden realizar una selección de información según las gustos y preferencias del lector, ya que pueden filtrar la información por medio de algoritmos. Esto contribuye a que la información a la que tiene acceso una persona se repita. Actualmente, se hace referencia a una cámara de eco, del vocablo inglés echo chamber, para referirse metafóricamente a que la información que se maneja a través de las redes sociales repite lo que se quiere ver y analizar y, sobre todo, lo que se quiere creer, mientras que otros modos de pensar o visiones diferentes son minoritariamente representadas en el círculo mediático de las redes sociales en que una persona se mueve (El País, 2017).

Colombia no ha sido ajeno a la utilización de políticas de posverdad ni de noticias falsas, estas cobraron relevancia durante la campaña que terminó con el triunfo del No en el plebiscito de octubre de 2016 sobre el Acuerdo de Paz entre el Gobierno Nacional y las farc-ep. Durante la campaña se difundieron “a través de WhatsApp contenidos falsos, imprecisos y descontextualizados sobre los acuerdos, orientados a capturar el voto en contra de los acuerdos. Como lo reconoció uno de los líderes del movimiento del no, el objetivo era generar rabia e indignación” (Cortés e Isaza, 2017, p. 9). Y fue justamente la incorporación de la temática de género en los Acuerdos de Paz uno de los puntos que se utilizó para capturar el voto del No, apelando a las creencias y sentimientos que la mayoría de la sociedad colombiana mantiene basándose en una cultura impuesta por la masculinidad hegemónica altamente religiosa.

Los antecedentes: las cartillas del Ministerio de Educación

El lenguaje les da vida a los hechos sociales, enuncia y refleja las estructuras sociales a la vez que da cuenta de los conflictos y luchas sociales haciendo eco de los “modos de actuar, de pensar y de sentir” de la sociedad. Oraciones como “los niños y niñas podrán decidir ser hombres o mujeres”, “a mis hijos los educo yo”, “se va a fomentar la homosexualidad en los colegios” y “la ministra quiere que todos sean como ella” fueron solo algunas de las que circularon a raíz del debate que se inició en Colombia en julio de 2016 a partir del momento en que una diputada de la Asamblea de Santander, Ángela Hernández, afirmó, el 25 de julio del 2016, que el Ministerio de Educación estaba imponiendo en los colegios una guía en la cual se debían “tener en cuenta, en sus manuales de convivencia, condiciones, costumbres y actitudes de la comunidad lgbti (lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales)” (El Tiempo, 14 de agosto de 2016). Para la diputada y sus seguidores, esto se interpretaba como que el Ministerio de Educación “está propiciando una colonización homosexual” en los centros educativos (El tiempo, 14 de agosto de 2016).

Desde ese momento, se convocaron a diferentes marchas en el país para exigir no solo el retiro de las cartillas, sino también la renuncia de la ministra. La diputada convocó a la marcha en los siguientes términos: “En defensa de la familia y en rechazo a la ideología de género que el Ministerio busca imponer en los colegios” (El tiempo, 14 de agosto de 2016). Las redes sociales generaron todo tipo de mensajes a favor o en contra de los “supuestos” contenidos de la cartilla y sobre la movilización.

Los comentarios de la diputada hacían referencia al Manual de Preguntas Orientadoras, que había elaborado el Ministerio de Educación en cumplimiento de la Sentencia T-478 del 2015 de la Corte Constitucional, que obligaba a que se revisaran los manuales de convivencia6 de los centros educativos. La Corte había emitido el fallo a raíz del caso de Sergio Urrego, un joven que se había suicidado en el 2014 como consecuencia del acoso que había sufrido por su orientación sexual por parte de integrantes del colegio al que asistía. La Corte, en dicha sentencia, señala:

Cuarto.- ordenar al Ministerio de Educación Nacional que, en un plazo máximo de un (1) año contado a partir de la notificación de la presente sentencia, implemente acciones tendientes a la creación definitiva del Sistema Nacional de Convivencia Escolar de acuerdo a lo señalado por la Ley 1620 de 2013 y el Decreto 1965 de 2015. Particularmente, se ordena que en el plazo señalado, se adopten las siguientes medidas: i) una revisión extensiva e integral de todos los Manuales de Convivencia en el país para determinar que los mismos sean respetuosos de la orientación sexual y la identidad de género de los estudiantes y para que incorporen nuevas formas y alternativas para incentivar y fortalecer la convivencia escolar y el ejercicio de los derechos humanos, sexuales y reproductivos de los estudiantes, que permitan aprender del error, respetar la diversidad y dirimir los conflictos de manera pacífica, así como que contribuyan a dar posibles soluciones a situaciones y conductas internas que atenten contra el ejercicio de sus derechos; y ii) ordenar y verificar que en todos los establecimientos de educación preescolar, básica y media estén constituidos los comités escolares de convivencia. (Corte Constitucional, T-478 de 2015)

Vale la pena aclarar que el Manual de Preguntas Orientadoras que circulaba no era más que un cuestionario que permitía que los colegios pudieran identificar aspectos que se podrían incluir en la revisión y actualización de los manuales de convivencia, conformado por 34 preguntas en temáticas como enfoque de derechos humanos; enfoque de género; convivencia y paz; participación y responsabilidad democrática; pluralidad, identidad y valoración de las diferencias y convivencia escolar.

Las preguntas que generaron la polémica fueron las que hacían parte del bloque de diversidad y pluralidad del Manual de Preguntas Orientadoras. Este bloque estaba compuesto por 8 preguntas (de la 11 a la 18), dichas preguntas eran:

11. ¿Su manual de convivencia establece tratos diferenciales o roles distintos entre niñas y niños? (roles y estereotipos de género); 12. ¿Hay expresiones que descalifican o condenan la orientación sexual, identidad de género, etnia, credo, discapacidad?; 13. ¿En el manual de convivencia se considera como falta disciplinaria las identidades de género y orientaciones sexuales no hegemónicas (lgtbi)?; 14. ¿Contiene normas específicas y procedimentales para proteger de actos discriminatorios a personas con discapacidad, afrocolombianas, indígenas e integrantes de alguna etnia que exploran, expresan o se reconocen con una orientación sexual o identidad de género no normativa; mujeres y minorías religiosas?; 15. ¿Restringe las demostraciones de afecto entre parejas heterosexuales o entre parejas del mismo sexo?; 16. ¿Hace uso de un lenguaje incluyente, no sexista, reconoce las prácticas de convivencia interculturales?; 17. ¿Permite que estudiantes usen el uniforme que les hace sentirse a gusto con su identidad de género? y 18. ¿Establece restricciones para que estudiantes o docentes luzcan como deseen ejemplo: prohíbe el uso de maquillaje, cabello largo, tatuajes, piercing, accesorios para el cabello, etc.? (Colombia Diversa, 2016)

Durante los meses de julio y agosto de 2016, a partir de las preguntas arriba mencionas, circularon una serie de noticias falsas agrupando dichas preguntas bajo la premisa de que el Gobierno quería imponer la “ideología de género”. Estos hechos ocurrían solo dos meses antes del plebiscito para refrendar el Acuerdo de Paz que se realizaría el 2 de octubre de 2016.

La misma diputada Hernández decía “basada en la ideología de género para decirle a la niña y al niño que no tienen un sexo definido por haber nacido con un pene o una vagina, sino que el sexo es algo que se construye y que tienen derecho a explorar y construir” (El Tiempo, 2016). Agregaba, para referirse a la ministra de Educación7: “Lo que sentimos es una colonización de sus costumbres e ideas sobre las nuestras y de alguna manera trata de imponer su forma de vida” (El Tiempo, 2016).

En esos mismos días, la situación se polarizó aún más cuando se conoció que con el apoyo de las agencias de Naciones Unidas, pnud, unfpa y Unicef se había elaborado para el Ministerio de Educación, la Cartilla Ambientes Escolares Libres de Discriminación, documento técnico que, si bien aún no había sido avalado por ese ministerio, ya estaba en circulación. En su introducción, el documento señala:

Considerando que una de las funciones establecidas por la Ley 1620 de 2013 establece que los comités de convivencia escolar deben fomentar los procesos de sensibilización, reflexión y transformación de los imaginarios existentes con respecto a los roles de género, este documento brinda elementos para esta tarea: ofrece algunos conceptos básicos, estrategias y recomendaciones puntuales para el ajuste de los manuales de convivencia, para la construcción de la ruta de atención de cada establecimiento educativo y para la reflexión sobre el tipo de comunidad educativa que estamos construyendo. (men-unfpa, 2016, p. 9)

En la Cartilla Ambientes Escolares Libres de Discriminación se desarrollan temáticas como género, orientaciones sexuales e identidades de género no hegemónicas; el sistema educativo como garante de derechos; rutas de atención con enfoque de orientaciones sexuales e identidades de género no hegemónicas. Todas las temáticas se abordan desde la lógica de los derechos y el reconocimiento de la diversidad (men-unfpa, 2016). De la cartilla que consta de más de 90 páginas, las críticas y ataques se basaron en los contenidos de dos afirmaciones:

Tradicionalmente se ha enseñado que solo existen dos sexos y, además, que estos deben ser de una u otra manera, cuando en realidad la configuración de los cuerpos humanos es más compleja que una diferenciación entre dos. En ese sentido, se debe empezar por deconstruir la idea de que solo existen dos sexos y abrir la posibilidad de entenderlos más allá de aquello que históricamente se nos ha enseñado”. (men-unfpa, 2016, p. 16)

Al comprender el género como un conjunto de normas que se imponen sobre los cuerpos y que no dependen del sexo del sujeto, se empieza a entender que no se nace siendo mujer u hombre, sino que se aprende a serlo, de acuerdo con la sociedad y época en las que se crezca. (men-unfpa, 2016, p. 19)

Para desvirtuar aún el contenido de esta cartilla, circuló en redes sociales una cartilla belga de pornografía gay que se difundía como si esa fuera la Cartilla Ambientes Escolares Libres de Discriminación que iba a distribuir el Ministerio de Educación, la ministra calificó ese hecho como una intención “de aterrorizar a los padres de familia” (El Tiempo, 14 de agosto de 2016).

El 10 de agosto de 2016 se realizó en varias ciudades del país una marcha en contra de la “ideología de género” convocada por la diputada Hernández, padres de familia y sectores de la iglesias cristianas y católica y respaldada por sectores opositores al Gobierno de Santos. La marcha se llamó “Un gran plantón por la familia”. La Iglesia católica, que estaba entre los convocantes a la marcha, a través del cardenal Rubén Salazar Gómez, señaló: “Nosotros rechazamos la implementación de la ideología de género en la educación en Colombia, porque es una ideología destructora, destruye al ser humano, le quita el contenido fundamental de la relación complementaria entre varón y mujer” (cnn, 2016).

Entre las proclamas que se escucharon en distintas ciudades del país, durante la marcha, estuvieron: “Familia son papá y mamá. Que renuncie la ministra”; “No queremos que se metan en nuestros hogares con una ideología contraria a la humana” (El Tiempo, 2016). Se vieron pancartas con textos como: “La naturaleza creó al hombre y mujer no te engañen no existe el tercer género”, “Yo amo a mis hijos y los educo con valores y principios”, “La familia peligra, defiéndela”, “Yo creo en el diseño original de la familia”, “Gina o Gino fuera del men”, “Dios creo varón y hembra otra cosa es locura”, “Solo Dios tiene la última palabra sobre el futuro de nuestros hijos rechazamos adoctrinamientos”, “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer abominación hicieron ambos han de ser muertos sobre ellos será su sangre, Levítico 20: 13”, “Los hijos de Dios necesitan ser educados con las leyes de Dios”, “Ser lgtbi es antinatural, usted no puede criar lo que no es suyo”, “El homosexual no nace se hace y todo lo que se hace se deshace, arrepiéntete” (Imágenes Google, 2016).

Al día siguiente de la marcha, el propio presidente de la República, Juan Manuel Santos, debió pronunciarse frente a la situación invitando a que el debate se realizara con respeto y sin violencia, y agregando que la cartilla no sería autorizada por el Gobierno. Además, el presidente señaló, “Ni el Ministerio de Educación ni el Gobierno Nacional han implementado, ni promovido ni van a promover la llamada ideología de género” (El Tiempo, 11 de agosto de 2016).

Un actor clave en contra de las acciones del Ministerio de Educación y reconocido opositor del Gobierno fue el procurador general de la Nación, Alejandro Ordóñez, a quién le quedaba un mes para dejar su cargo8 y pasaría a sumarse a las filas del No al Acuerdo de Paz. En ese momento señaló que “con el pretexto del cumplimiento de una sentencia y de una ley se están utilizando unas cartillas y manuales para adoctrinar a nuestros hijos en la ideología de género” (El Tiempo, 11 de agosto de 2016) y agregó que las acciones del Ministerio de Educación buscan “disolver la familia, corromper la niñez y quitarles la pureza”. (El Tiempo, 11 de agosto de 2016).

Así mismo, la procuradora delegada para la Infancia y la Adolescencia de ese entonces dijo:

La Corte lo que dijo es que la orientación sexual y la identidad sexual son dos cosas diferentes, lo que no dice es promuévase y adoctrínese […] las cartillas tienden a modificar la manera de pensar, no solamente a reconocer la diferencia sino a promover la homosexualidad, creo que la cartilla está directa o indirectamente orientada a ordenar, a modificar la manera de pensar, no solo a reconocer la diferencia sino a promover la homosexualidad. (Blu Radio, 10 de agosto 2016)

En este complicado escenario para el Gobierno y a menos de dos meses del plebiscito, faltaba la intervención sobre el tema del expresidente y senador Álvaro Uribe, jefe de la oposición del Gobierno de Santos y contrario al proceso de Paz que se adelantaba con las farc-ep, quien a nombre del Centro Democrático, su partido político, señaló que “tolerancia y respeto a la intimidad no es el abuso del niño ni desconocimiento a la naturaleza y a la familia” (El Tiempo, 11 de agosto de 2016).

Pese a que el Ministerio de Educación hizo llamados a no caer en engaños ni a la desinformación que se realizaba por redes sociales y que los principales medios de comunicación de prensa, radio y televisión hicieron un despliegue noticioso para señalar las verdades y mentiras que circulaban en torno a las cartillas, nada detuvo el convencimiento social de que se promovía la homosexualidad y la destrucción de la familia. La ministra Parody, una de las personas considerada más cercanas al presidente Santos, renunció el 4 de octubre de 2016, dos días después de que en Colombia ganaba el No al Acuerdo de Paz con las farc-ep.

Indudablemente, durante la campaña de desprestigio de las cartillas del Ministerio de Educación se apeló a los miedos de la sociedad tradicional, primero porque en el centro de la disputa están los niños, niñas y adolescentes, sujetos de especial protección, pero además considerados como supuestamente “moldeables” en hábitos y costumbres, por tanto, en el imaginario social el reconocimiento al interior de los centros educativos de otras formas de sexualidad diferentes a la heterosexual generaba el riesgo de un posible “contagio” o la obligación de compartir con un “otro” como un igual en derechos. En segundo lugar, se apeló a quien en una sociedad define cómo educar: los padres, la escuela, el Estado, señalando que los centros educativos tienen autonomía para definir sus manuales de convivencia, cosa cierta y respecto a la cual hizo hincapié el Ministerio de Educación en dicho momento. Sin embargo, ningún particular puede ir en contra de los derechos humanos y las normativas vigentes en un Estado, razón por la cual los manuales de convivencia deben estar construidos y definidos en el marco de esos parámetros.

El mayor miedo social utilizado se basó en la tergiversación del elemento central que le da sentido al concepto de género, que es el de enfatizar en que su construcción es sociocultural y no natural. Por ello, los ataques a los materiales del Ministerio de Educación se basaban en señalar que las cartillas ponían en duda la definición del sexo biológico de las personas al nacer. Se tergiversa la idea central del concepto de género, de que las sociedades construyen una forma de ser hombre o mujer, y esas formas pueden modificarse, que es, justamente, el potencial del concepto de género como transformador de realidades e inequidades sociales.

Las emociones de la población se movilizan cuando se afirma de manera descontextualizada que las cartillas señalan “que no se nace siendo mujer u hombre, sino que se aprende a serlo”, pues se omite referirse al rol de la cultura o elementos de contexto histórico. El mensaje se centra en destacar que se “destruye la sociedad”, como lo señaló la Iglesia católica (cnn: 2016), puesto que el énfasis no está en reconocer el rol de la cultura como constructor y reconstructor de roles y estereotipos de género, sino en enfatizar que se está negando el origen natural y, aún más, que se pone en duda el rol divino como estructurador de los mandatos sociales.

En concordancia con lo anterior, el miedo por el supuesto “adoctrinamiento sexual” de los niños y niñas, como lo señalaron sectores conservadores (cnn, 2017), representa en su imaginario que al reconocer los derechos de las diversidades sexuales se está promoviendo la homosexualidad.

De esta forma, si se reconoce la diversidad sexual y se cuestionan los roles y estereotipos de género se suma un miedo mayor: el de los cambios al interior de la familia. Eso explica en parte que la marcha organizada en agosto de 2016 tuviera como lema la defensa de la familia, pero no cualquier familia, sino exclusivamente la familia compuesta por pareja heterosexual e hijos9.

Es decir, se apela a una sociedad creyente, que basada en los mandatos religiosos considera que Dios estableció no solo quién nace hombre o mujer, sino cómo es el deber ser de una sociedad. Se movilizan así los valores y creencias cristianas desde las emociones, impidiendo analizar los hechos concretos que apuntan a garantizar derechos en el marco de unas normas constitucionales. Las emociones movilizadas responden a quienes creen que los valores de la masculinidad hegemónica —heterosexualidad, misoginia y homofobia— deben protegerse porque responden a valores cristianos inmodificables y cualquier otra alternativa es contranatural. Eso también explica por qué no fue posible planear un diálogo social que permitiera precisar alcances y contenidos de los documentos. Estos debían ser anulados.

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