Kitabı oku: «El sexo oculto del dinero», sayfa 2

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Síntesis

Independientemente de cómo cada persona entienda y viva el amor, es importante tener presente que la salud psíquica de una pareja estará muy determinada por el modelo de poder que ambos hayan instalado. A mi entender, un grave error consiste en cerrar los ojos y omitir revisar el modelo que sostiene el vínculo. Siempre existe un modelo de poder, por lo cual, desentenderse de él, es una manera de avalarlo y por lo tanto, también de perpetuarlo.

Es necesario que los hombres y las mujeres transitemos juntos porque divididos nos perdemos. Es necesario revisar el modelo de poder patriarcal porque es nefasto y aprisiona a mujeres y a varones por igual en roles cristalizados e infiltra en las subjetividades, tanto femenina como masculina, el germen de las discriminaciones y consecuentes rebeliones. Es necesario redefinir los conceptos de amor, dinero, poder y pareja a la luz de los cambios que se han producido en la humanidad y con un modelo de poder que acepte la paridad. Un modelo que se enriquezca con las diferencias sin que dichas diferencias sean concebidas en términos de jerarquía. Los hombres y las mujeres no somos mejores ni peores por ser diferentes. Somos parte de un universo que necesita de todas sus diferencias para mantener su potencial vital.

Mi propuesta para que podamos seguir disfrutando entre mujeres y varones es la de intentar llevar adelante una tarea de revisión del modelo patriarcal y reconstrucción posterior de otro modelo que no esté basado en la jerarquía. Me consta que es una tarea laboriosa y constante que requiere decisión y valentía. También me consta que son pocas las personas que están dispuestas a llevarlo a cabo. Una prueba de ello, que me tocó en carne propia, fue que durante 25 años coordiné una enorme cantidad de Talleres de Reflexión pero no logré convocar a profesionales con experiencia en tareas grupales para que se formaran en la «sexuación del dinero», con el propósito de que ellos coordinaran posteriormente sus propios talleres de reflexión, tanto con mujeres como con varones. La explicación es simple: revisar este tema significa poner en evidencia los propios modelos de poder instaurados en el dinero y asumirse como transgresores del modelo imperante que ya forma parte de la propia subjetividad. Es sin ninguna duda una tarea que a muchas personas las atemoriza.

El problema no es la diferencia sino la jerarquización de esas diferencias.

Clara Coria

Ponencia presentada en el VI Congreso de la Asociación Argentina de Salud Mental sobre el tema

«Sexo y poder, clínica, cultura y sociedad»,

Buenos Aires, 19- 21 de mayo de 2011.

Dedicatoria

Dedico este libro

a las mujeres y varones, que aún encuentran serios obstáculos para disfrutar de un vínculo armonioso y respetuoso de las mutuas libertades. Los 26 años transcurridos desde la primera edición pusieron en evidencia que la independencia económica que muchas mujeres lograron continúa sin ofrecer garantías de autonomía.

Crear

es transgredir un poco

…o mucho,

vivir con autonomía

también.

Introducción
Orígenes

Allá por 1981, preocupada e intrigada por haber descubierto en mi propia persona obstáculos que me limitaban en las prácticas con el dinero, resolví indagar en mí y en otras mujeres este fenómeno. Me sorprendía, sobre todo, porque mi independencia económica —a la que accedí desde mi adolescencia—, no podía justificar las limitaciones de mi autonomía. En mi vida había tomado decisiones, encarado situaciones nuevas y buscado horizontes divergentes de los patrones establecidos... En fin, era lo que comúnmente se conoce como una mujer independiente... y sin embargo no lo era en relación al dinero.

Taquicardias inesperadas me asaltaban cuando debía dirimir cuestiones de dinero. Violencias internas que lograba disimular pero que, aun cuando pasaran inadvertidas para los otros, me costaban muchas energías.

Reclamar una deuda, precisar un contrato, adquirir un bien material significativo, defender un honorario, establecer con mi marido las áreas de competencia económica, plantear qué consideraba «mío» y qué «nuestro», establecer criterios económicos en la relación con mis hijos, y todas esas «pequeñeces» de la vida cotidiana no surgían con espontaneidad.

Lejos de ello, dolores de estómago, cuestionamientos éticos («el dinero es denigrante»), malestares estéticos («es sucio y feo»), postergaciones indefinidas («mañana lo planteo»), me asaltaban sin pedir permiso.

Me paralizaban o me condicionaban a adoptar actitudes revanchistas y/o «a mí que me importa».

Evidentemente yo era, y no era, una mujer independiente.

Mi autonomía tenía patas cortas (como se dice de las mentiras).

Y no tuve más remedio que rendirme a la evidencia de que, en cuestiones de dinero, las cosas no eran como parecían, ni como muchos creían.

Fue grande mi sorpresa, mezcla de alivio y de susto, cuando, mirando a mi alrededor, me vi más que acompañada.

Éramos muchas las mujeres con independencia económica o sin ella, que transitábamos por el mundo cargando una lucha interna, sin nombre, en la que nos creíamos, además, exclusivas.

Y allí empezó todo.

Decidí darle a mis indagaciones un marco teórico que me permitiera reflexionar, comparar y extraer hipótesis para contribuir a esclarecer este misterio de la independencia sin autonomía1.

Elegí como metodología de trabajo la de los grupos de reflexión2, introduciendo algunas modificaciones pertinentes al tema y al hecho de ser grupos exclusivos de mujeres3.

Elaboré algunas hipótesis y escribí artículos que fueron expuestos en el país y en el extranjero sobre la problemática que llamé, en sus comienzos, «mujer y dinero».

Y, finalmente —como había sospechado y previsto desde un principio— realicé grupos de reflexión exclusivamente con hombres para agregar a este complejo mosaico de las prácticas del dinero en nuestra cultura algunas de las vicisitudes que también los hombres deben enfrentar. Y además, porque «como todo el mundo sabe» (y si no, esta es la oportunidad de enterarse) lo que afecta a la mitad de la humanidad afecta necesariamente a la otra mitad4.

Por último comencé la angustiante y excitante tarea de volver a escribir y corregir reiteradamente los artículos y notas que durante los últimos cinco años había acumulado con la intención de difundir estas ideas en forma de libro.

Los marcos referenciales

Nuestras incursiones en la vida y en la ciencia no son ingenuas. Detrás de cada pregunta hay una respuesta prevista (aunque no conocida), en cada mirada una selección perceptiva, en cada apreciación una cantidad de prejuicios.

Todo un bagaje de vivencias, pensamientos y creencias que condensan nuestra historia personal, el marco histórico en que nos tocó vivir y los condicionamientos socioculturales, políticos, económicos y religiosos a los que consciente o inconscientemente adherimos.

Es por ello que cuando hablamos de «objetividad» debemos saber que es relativa, y que las conclusiones a las que arribemos distan mucho de ser «la única explicación posible». En el mejor de los casos será un aporte más que ofrezca, desde una perspectiva nueva, otros elementos de juicio para comprender el complejo mundo que nos rodea.

Este es el modo en que desearía que se tomaran mis contribuciones sobre la problemática del dinero. No son nada más, ni nada menos, que un buceo tenaz y perseverante en un tema irritativo y considerado con frecuencia un tema tabú.

Consciente de su complejidad, he puesto todo mi empeño en presentar las ideas con la mayor honestidad posible, incluyendo reflexiones que pueden aparecer contradictorias entre si o divergentes de las hipótesis formuladas.

El dinero, omnipresente en la vida cotidiana e inevitable en la interacción social —en nuestra cultura— es, sin embargo, silenciado y omitido en muchos aspectos. Y estos silenciamientos no son ingenuos y tampoco inocuos. Responden, por el contrario, a profundas y arraigadas creencias e intereses que considero necesario y conveniente explicitar.

Intentaré, así, poner de manifiesto algunos de estos intereses y creencias, comenzado por explicitar los marcos teóricos referenciales que delimitaron y condicionaron mis búsquedas, percepciones, reflexiones y conclusiones en relación al tema «dinero».

Mi enfoque intenta articular ciertas variables psicológicas y socioculturales.

Confluyen en el análisis e interpretación de los hechos conocimientos provenientes de mi formación psicoanalítica, de las teorías y prácticas referidas a los grupos operativos y de lo que se conoce como los Estudios de la Mujer (Women Studies)5.

Quiero remarcar expresamente que el eje centralizador de esta problemática, tanto para las mujeres como para los hombres, es el cuestionamiento de la ideología patriarcal. Ideología que se relaciona estrechamente con la cultura occidental6 judeocristiana7. Asimismo, esta ideología presenta puntos de unión con el modelo económico capitalista.

Expondré muy brevemente los lineamientos principales de la ideología patriarcal sólo con el fin de orientar al lector. Este tema ya ha sido estudiado y remito para su conocimiento a los autores que lo desarrollaron en profundidad. Entre ellos, Hamilton, Fidges, Oakley, Mitchell, Zaretsky, Groult, Astelarra y Borneman (VI).

La ideología patriarcal es un ideología en el sentido en que lo plantea Schilder: «las ideologías son sistemas de ideas y connotaciones que los hombres disponen para mejor orientar su acción. Son pensamientos más o menos conscientes o inconscientes, con gran carga emocional, considerados por sus portadores como el resultado de un puro raciocinio, pero que, sin embargo, con frecuencia no difieren en mucho de las creencias religiosas, con las que comparten un alto grado de evidencia interna en contraste con una escasez de pruebas empíricas» (VII).

Las ideas predominantes de la ideología patriarcal giran alrededor de la suposición básica de la inferioridad de la mujer y la superioridad del varón. Esta suposición básica lleva a plantear las diferencias entre los sexos como una diferencia jerárquica. En esta jerarquía los varones se instalan en el nivel superior y desde allí detentan el poder, ejercen el control y perpetúan un orden que contribuye a consolidar la opresión de las mujeres. Esta jerarquización de las diferencias justifica y avala la dominación de la mujer por parte del varón.

La suposición básica de la superioridad masculina se apoya en teorías biologistas, naturalistas y esencialistas. Explica las diferencias jerárquicas entre los sexos como el resultado de factores exclusivamente biológicos y, por lo tanto, los considera inmutables. Identifica sexo con género sexual, omitiendo los factores culturales que entran en juego en el aprendizaje y adjudicación del género sexual. Al mismo tiempo sostiene que las maneras de ser femeninas y masculinas responden a una esencia y, por lo tanto, los roles sociales serían expresión de dicha esencia.

Esta ideología está presente en religiones monoteístas como, por ejemplo, el judaísmo y el cristianismo. No sólo en la figura de su máximo exponente, Dios-Padre, sino también —y fundamentalmente— en las aseveraciones de los profetas y apóstoles que resaltaron la inferioridad de la mujer como resultado de un designio divino.

Esta ideología promueve una división sexual del trabajo por la cual los hombres son asignados a la producción y al ámbito público mientras que las mujeres lo son a la reproducción y al ámbito privado y doméstico. Esto conlleva, entre otras cosas, a que las actividades femeninas giren alrededor de la maternidad y lo doméstico, contribuyendo a identificar a la mujer con la madre. Las características atribuidas a la maternidad son consideradas como «esencialmente femeninas».

La ideología patriarcal tiende a establecer un estricto control sobre la sexualidad femenina, entre otras cosas, a través de instituciones familiares que exigen, por ejemplo, fidelidad a la mujer pero no al varón. En este sentido, el pasaje de la poligamia a la monogamia —como lo señala J. Mitchel (VIII)— no significó igualdad de libertad sexual.

En síntesis: la ideología patriarcal —sustentada en el biologismo— enfatiza las diferencias entre los sexos como esenciales. Convalida una relación jerarquizada entre ellos. Esta jerarquización se expresa, en todas las áreas del funcionamiento social, bajo la forma de opresión hacia la mujer. Opresión sexual, económica, intelectual, política, religiosa, psicológica, afectiva…

El contenido

Este libro está destinado a profesionales de distintas disciplinas en ciencias humanas y a mujeres y hombres que se interesan por el tema.

Abarca temas referidos a la mujer pero además incluye un capítulo en donde se plantea un aspecto particular de la problemática masculina en relación al dinero. Otros capítulos, como el referido a los tratamientos psicoterapéuticos y a los grupos de reflexión de mujeres, presentan un mayor grado de especificidad para los interesados en un enfoque psicológico.

En relación con las mujeres, las temáticas giran alrededor de la situación de dependencia económica y sus variadas expresiones. Esta dependencia se inserta en una problemática más amplia y compleja que es la de la marginación económica y la de los significados que adquiere el dinero para las mujeres. Los cambios culturales que les han permitido a algunas de ellas acceder a la educación y al dinero no han modificado dicha marginación ni tampoco las actitudes de subordinación en relación al varón.

Se desarrolla la hipótesis de que existe un conflicto interno —no consciente— entre el deseo de acceder a un ideal de mujer —que responde a la imagen de la madre con todos los atributos que le adjudica la ideología patriarcal—, y la necesidad de desenvolverse con eficacia y autonomía en el mundo actual, que le posibilitó el acceso al ámbito público y al dinero.

Se trata de una ardua e incruenta lucha que padecen las mujeres sin conciencia de ello y de la que emergen con muy variados resultados.

Esta hipótesis se completa con el análisis de ciertos fantasmas8, fundamentalmente el fantasma de la prostitución, que pretende explicar muchas de las dificultades que las mujeres presentan en sus prácticas cotidianas con el dinero.

En relación a los hombres se esboza la situación de quedar atrapados en la exigencia de «hacer dinero». Dinero que es asociado a potencia sexual convirtiéndose, de esta manera, casi en un indicador de masculinidad. Se explica un particular modelo de potencia sexual basado en la cantidad —que se entronca con los requerimientos consumistas del sistema económico capitalista—9, y se analiza la expresión «Time is money» como representativa de una situación trampa para los hombres con la cual se fomenta la ilusión omnipotente de inagotabilidad. Ilusión que pretendía contrarrestar las angustias frente a la castración entendida, además, en sentido amplio, como finitud y muerte.

Este primer libro sobre el tema, intenta explicitar y transmitir las siguientes ideas:

1. Que en nuestra cultura, el dinero es un tema tabú. Omnipresente y sin embargo omitido en las reflexiones. Fuera del ámbito económico-financiero se encubren, tras su máscara, complejos contratos interpersonales. Y llamativamente, aunque a casi todos interesa, no existen espacios para reflexionar sin las presiones habituales.

2. Que en nuestra cultura el dinero aparece claramente sexuado. De muy distintas maneras se adscribe al varón. Es asociado a potencia y virilidad, convirtiéndose casi en un indicador de identidad sexual masculina.

3. Que la ideología patriarcal contribuye a avalar esta sexuación y, con ello, a perpetuar la subordinación económica de la mujer.

4. Que esta sexuación tampoco es inocua para los varones: el dinero aparece íntimamente asociado a «virilidad» y su ausencia a un cuestionamiento de la identidad sexual.

5. Que es posible contribuir a la transformación de estos condicionamientos a través de la toma de conciencia reflexiva. Por parte de las mujeres, conciencia de la marginación económica y de la falta de autonomía. Por parte de los hombres, conciencia de la identificación entre dinero y virilidad. En este sentido, los grupos de reflexión son instrumentos privilegiados para ello.

Algunas aclaraciones importantes

Cuando comencé a indagar en esta problemática demarqué mi radio de acción. Muchas cosas quedaron dentro de él (algunas de las cuales desarrollo en este libro) e infinidad de otras quedaron afuera.

Curiosamente, cuando planteaba mis reflexiones sobre el dinero, los interlocutores, casi invariablemente, indagaban haciendo hincapié sobre aquello que había quedado fuera de mi radio de acción.

Toda persona con sentido común —a menos que sea omnipotente— tendrá que aceptar que todo es mucho y que lo mucho generalmente excede lo posible.

En efecto, muchos aspectos quedaron fuera de mi indagación y no fueron excluidos por considerarlos poco merecedores de atención.

Me interesa remarcar expresamente que las reflexiones aquí planteadas no pretenden ser generalizaciones universales. Tienen su punto de partida en un sector de la sociedad que es la clase media10, porque el interés de este libro está centrado en indagar sobre la autonomía económica dentro de una sociedad con ideología patriarcal. Y para tender a esos objetivos, la clase media resulta ser un sector particularmente apropiado fundamentalmente por dos razones:

La primera es que la independencia económica es una condición necesaria para la autonomía. En este sentido, las clases más pobres y más ricas incluyen variables que imposibilitan o dificultan muchísimo esa indagación.

En las clases pobres, cuyos padecimientos económicos ni siquiera les permiten acceder a la independencia, resulta infinitamente más complejo indagar sobre la autonomía. Si además parto de la hipótesis de que la independencia económica es condición necesaria para la autonomía, en las clases pobres el tema privilegiado debería ser el primero y no el segundo.

En cuanto a las clases ricas, el exceso de recursos económicos puede encubrir falsas autonomías, difíciles de dilucidar (aunque no imposibles) detrás de las posibilidades que esos recursos les permiten.

A esto hay que agregar que tanto en las clases pobres como ricas, la ideología patriarcal está mucho más enraizada y desembozada, por lo cual resultan ser terrenos que presentan mayores resistencias11.

Además, en mi criterio resulta particularmente atractivo y útil desenmascarar los mecanismos patriarcales disimulados y encubiertos en la supuesta paridad entre los sexos que se da en la clase media, sobre todo a partir de la incorporación de la mujer al mercado laboral significativamente rentable.

Este libro pretende, en todo caso, contribuir a romper el tabú que rodea a este tema (tan omnipotente, tan antiguo y actual, tan omitido) y estimular las búsquedas que respondan a los múltiples interrogantes que se generan.

Finalmente, me importa mucho señalar que reflexionar sobre este tema no es inocuo. Es casi como levantar la alfombra en donde ocultamos precipitadamente aquella tierra que no sabemos dónde poner o cuyo traslado nos incomoda. Inevitablemente nos encontramos con lo que encubríamos.

Hasta se podría decir —como previenen algunas películas— que es un tema contraindicado para personas sensibles a emociones profundas.

Hablar de dinero es incursionar en todo: la pareja, los hijos, la familia de origen (padres y hermanos), los amigos, los amantes, el credo, los principios éticos y estéticos, los proyectos, la evaluación del pasado…

Es un tema profundamente movilizador y excepcionalmente esclarecedor. Podría sintetizar diciendo que es un tema que hace emerger y pone en evidencia todos los contratos tácitos e implícitos que invariablemente subyacen en nuestras relaciones.

Es por eso que afirmo que el dinero es un alcahuete.

Este es un libro para compartir, especialmente con personas curiosas, que se animen a la atractiva e inquietante búsqueda de lo omitido, que se atrevan a cuestionar estereotipos y que crean que es posible construir nuevas alternativas para viejos problemas.

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292 s. 4 illüstrasyon
ISBN:
9788412469066
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