Kitabı oku: «Un rayito de luz para cada día», sayfa 3
10 de enero

El piano
“A los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28 p.p.).
Nunca imaginamos que Dios respondería tan rápido a nuestro pedido. Hacía como un año que, viviendo en Argentina, habíamos comprado un piano en Uruguay porque una familia sería trasladada, y en su mudanza podría traerlo. Comprar un piano había sido un deseo muy acariciado. La música era parte de nuestra familia y ansiábamos poder tener ese precioso instrumento en casa.
Por alguna razón la familia no incluyó a nuestro amado piano en su lista de mudanza. Tal vez fue un simple olvido. Y quedó en la casa de unos hermanos, sin que nadie lo ejecutara. Como si eso fuera poco, el piano molestaba, pues en su pequeña sala no podían prender la estufa a leña.
¡Me parecía tan difícil orar por ese motivo! Llegué a creer que tendríamos que venderlo, pues conseguir traerlo parecía imposible. Los meses pasaban y veía que mis niñas ya debían empezar a estudiar música.
Un día de agosto, cuando todavía hacía frío, leíamos acerca de oraciones respondidas. Cuando ya estaban en sus camas, después de leer la lección bíblica y antes de orar, les abrí mi corazón y expresé mi deseo en voz alta. Ellas escucharon y con la fe gigante de los niños oraron felices, pues dieron por sentado que la respuesta llegaría pronto. Con el dulce cansancio de los juegos del día y las sencillas tareas realizadas, las vi dormirse ¡tan confiadas!
Habían pasado solo un par de días cuando una amiga vino a visitar a sus parientes y ese sábado nos acompañó en nuestra iglesia con su familia. En un momento de la conversación, me preguntó:
–¿Ustedes no saben nada todavía?
La miré, confundida... Y cuál fue mi sorpresa cuando me comentó que habíamos sido llamados a trabajar nuevamente en Uruguay. De allí en adelante quedó la frase: “El piano no vino a nosotros, nosotros fuimos al piano”. Me emociona pensar cómo Dios esperó hasta responder a las oraciones de dos niñitas de fe.
¡Cuántas veces cantamos en la sala de nuestra casa en Montevideo al son de los sonidos del bello piano! ¡Cuántas piezas practicaron mis niñas! ¡Cuántas partes especiales preparamos! Qué bello fue sentir que nada es imposible para nuestro Dios. Él tiene el control de nuestras vidas y nos guía. Mirta
11 de enero

Pez alcancía
“Bendito el hombre que confía en el Señor y pone su confianza en él” (Jeremías 17:7, NVI).
Esta es la historia bíblica del pez más famoso de la historia. Cómo llegó la moneda hasta la boca del pez y cómo permaneció allí hasta que Pedro la sacó es algo que quiero preguntarle a Jesús en el cielo. Doy gracias a Dios porque Mateo registró en la Biblia este milagro tan extraordinario, pues nos muestra una faceta material de la vida cotidiana de Jesucristo, del día a día que vivía como cualquier ciudadano.
Cada año, en el mes de Adar, los judíos mayores de veinte años debía pagar dos dracmas para el mantenimiento del templo. Como Hijo de Dios, Jesús no tenía que pagar ese impuesto para el templo de su Padre. Pero él, con el corazón tan lleno de amor, se preocupó más por no herir o confundir a los que lo seguían y veían su actuar y proceder, que por defender su derechos.
Me encanta imaginar a Pedro haciendo lo que Jesús le pedía. Ya lo había hecho otras veces y había presenciado milagros; esta vez no iba a ser la excepción. En pocos segundos un vivaz pececito se movía en sus manos. Luego de que el apóstol tomara la moneda, pienso que devolvió el pez al agua. Tenía el equivalente al pago de cuatro días de trabajo, lo necesario para pagar su impuesto y el de Jesús.
El que no debía nada había pagado. El Creador del cielo, la tierra y las riquezas, había provisto. Hoy también podemos confiar, porque él sigue proveyendo. ¿Qué necesitas?
De pequeña nunca me faltó nada. Mi papá era constructor, mi mamá estaba en casa toda para mí. Quizás había niños que tenían más cosas, pero yo era feliz con mis juguetes y mis mascotas: Cacique, mi perrito, y Caty y Mocho, mis gatitos. No se me hubiera ocurrido pedir nada más. Hasta que un día pedí a Jesús algo con todo mi corazón.
Íbamos con mis papis y mi abuelita a pasear en nuestra camioneta. Yo tenía siete años. Y, como pensaba que mi abuela era muy viejita y por lo tanto no tendría fuerzas para cerrar la puerta, me ofrecí a ayudar. La mala suerte fue que, mientras cerraba con una mano, la otra estaba puesta en la bisagra de cierre. ¡Qué dolor! ¿Pueden imaginarlo? Hasta se me cayó la uña días después. ¿Qué necesitaba? Que no me doliera tanto. Y sí, Jesús proveyó calma y consuelo cuando se lo pedí. Confía hoy en ese amoroso Amigo. Mirta
12 de enero

José, el joven fiel
“Por tanto, mis amados hermanos, estad firmes, constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58).
Me imagino que conoces la historia de José, que se encuentra en el libro de Génesis en la Biblia. José es un personaje destacado por su total fidelidad a Dios. Hoy, analizaremos cómo llegó a ser gobernador de Egipto. Normalmente, todos pensamos que para ser felices e importantes todo tiene que salir bien, pero la historia de José es totalmente contraria a este pensamiento. Así que, si te sientes triste por algo que no va bien en tu vida, déjame que te cuente algunas cosas de la vida de José:
Su mamá murió cuando él era pequeño, al dar a luz a su hermanito.
En su infancia, su padre lo sobreprotegió y lo mimó. Por eso, sus hermanos lo envidiaban y odiaban.
Sus hermanos lo rechazaron, lo traicionaron y lo vendieron a unos extranjeros.
Luego llegó a vivir a un país extranjero donde no estaba su papá ni nadie conocido y tampoco se hablaba su idioma. En ese lugar fue un esclavo.
Fue tentado a hacer algo malo, pero él se negó por su fidelidad a Dios. Tristemente, fue acusado injustamente y pasó dos años en la cárcel por un delito que no había cometido.
Si miras su vida hasta aquí, podríamos pensar que después de todas estas cosas tan tristes que vivió pudo haber sido un hombre malo, delincuente, resentido. Pero al leer su historia, es maravilloso ver que a pesar de todo lo que le tocó pasar, fue un hombre extraordinario y llegó a salvar al pueblo de Dios de la hambruna y la miseria.
Además, fue capaz de perdonar a sus hermanos y ayudarlos. Se casó y, por lo que dice la Biblia, tuvo dos hijos y una bella familia. ¿Quieres saber cómo lo logró? Buscó a Dios en oración, y fue fiel aun en las tentaciones y en sus momentos tristes.
Esta historia nos da un maravilloso ejemplo. Cuando te sientas triste porque hay problemas en casa, o se burlan de ti en el colegio, o algunos compañeros o “amigos” te tengan envidia, no te desanimes. Más bien sé fuerte y vence la tentación de hacer cosas malas, actuando en todo momento como es correcto para Dios. Nina
13 de enero

La medida de Dios
“Dad, y os será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante...” (Lucas 6:38 p.p.).
¿Viste alguna vez cuando tu mami o tu papi cocinan? Es divertido, ¿verdad? Muchas veces, hasta quieres ayudar. Si es una receta con harinas verás que se usan medidas muy precisas y, para eso, se usa un medidor.
En la antigüedad no existían estos recipientes que indican las medidas. Los vendedores vendían “a ojo”. Así, si alguien compraba telas podía pedir diez palmos. Pero para medir había manos más grandes y otras muy pequeñas. ¿Serían iguales los retazos comprados? ¡Por supuesto que no!
Pero volvamos a las harinas. Sin duda que para esta compra había un recipiente estándar. Pero había vendedores muy pícaros que igual hacían trampa. Mira lo que dice la Palabra de Dios en Lucas 6:38: “Dad, y os será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante”.
Cuando mis niñas eran pequeñas, quizá de tu edad, hicimos este sencillo ejercicio. Jugando a ser vendedoras, tomamos un recipiente y pusimos harina. La taza parecía llena y ya no era posible que entrara algo más. Pero hicimos lo que dice el versículo, la remecimos. Cuando bajó el nivel, agregamos más harina. Ahora lo apretamos con la mano y ¡volvió a bajar el nivel! Y así, agregamos harina hasta que rebosó.
No hay dudas de que Dios tiene una gran lección que enseñarnos con esta forma de medir... ¿Te das cuenta cuál es? A mí me hace pensar que con la generosidad con que damos, Dios también nos da a nosotros.
Mi amiga Marta me contó que cuando su hijo era pequeño le habían regalado dinero. La cantidad era exacta para que se comprara el camioncito de sus sueños. Pero este niñito estaba aprendiendo a ser fiel y devolver el diezmo. Cuando el sábado lo depositó fielmente no imaginaba la sorpresa que Dios tenía reservada para él.
A la puesta del sol, después de despedir el sábado, fueron a la juguetería y él iba a comprar otro camioncito de menor tamaño y valor... pero fue ahí cuando descubrió que el precio del juguete que él había querido tener, ¡había sido rebajado! No solo le alcanzó el dinero, sino que le sobró.
Sí, Dios es fiel y generoso. ¡Confía en que él te dará lo que pides con su medida! Mirta
14 de enero

Charly
“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmo 37:4).
Mi esposo y yo veníamos retrasando el día, pero sabíamos que llegaría. Nuestras hijas querían un perrito con todo su corazón. Intentamos convencerlas de que un gatito sería mejor, dado que nuestra casa no tenía un patio con césped; les ofrecimos hamsters, peces, y conejos. Pero el sueño del perrito no cesaba. Tenían una lista de posibles nombres de perros, una lista de trucos para enseñarle. Y oraban por un perrito todas las noches.
Un día, Charly llegó a nuestras vidas. Sucio, huraño y hambriento, confió en mis hijitas. Lo bañamos, lo vacunamos, y Charly quedó con nosotros. Emily y Melissa no lo podían creer. ¡Al fin teníamos un perrito! Pero, el lugar era muy pequeño, y creo que eso fue afectando su humor. Acostumbrado a estar libre, no le gustaba estar limitado en un patio pequeño y de cemento.
Cuando lo llevamos a un retiro espiritual, ¡casi se come a otra perrita! Ladraba a nuestros amigos con furia, y estábamos todos bastante incómodos pensando en si mordería a alguien. Pero el momento crucial fue cuando Charly casi lastima a mi hija Melissa en el viaje de vuelta.
Sabíamos que Charly no se podría quedar con nosotros, pero ¿qué hacer? No podíamos simplemente devolverlo a la calle. Oramos con fe, pidiendo a Dios un hogar para Charly. A mí me parecía casi imposible que alguien lo quisiera así. Sin embargo, Dios contesta. Nunca lo dudes.
Una familia que había estado en el retiro y había visto a Charly en acción nos dijo que querían un perro guardián para su campo. A la semana siguiente, lo llevaron. Hoy, Charly vive en un campo, feliz y libre, con una familia que lo quiere mucho.
¿Y el perrito para mis hijas? Al tiempo, adoptamos a una cachorrita dócil y amorosa: Scout. Hoy, no tenemos dudas de que Scout era la perrita para nosotros, y Dios lo sabía desde un comienzo.
¿Qué deseos hay en tu corazón? Dios puede concederlos si es lo mejor para ti y su voluntad. Elena de White escribe que “ninguna cosa es demasiado grande como para que él no la pueda soportar”; pero también que “nada que de alguna manera afecte nuestra paz es demasiado pequeño como para que él no lo note” (CC 86). Confía en Dios, pídele en oración, y él te oirá. Cinthya
15 de enero

Dios suple
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).
Seguramente te gusta la geometría, como a mí. De pequeña me la pasaba construyendo toda clase de figuras y me gustaba clasificarlas por sus nombres. Tal vez ya te hayan enseñado a medir ángulos; se usa un instrumento llamado transportador. ¿Lo conoces?
Hay diferentes tipos de ángulos: agudos, rectos y obtusos. Estos me hacen pensar en personajes bíblicos. Los agudos, que son pequeños, me recuerdan a niños maravillosos de la Biblia: la niña cautiva que ayudó a Naamán, enviándolo junto al profeta Eliseo para sanarse de la lepra; el sobrino del apóstol Pablo, que le avisó a su tío del complot que había contra él para matarlo. También el generoso niño que regaló su merienda para alimentar a la multitud, ¡y tantos otros!
Los ángulos rectos, un poco mayores, me hacen pensar en personas ya adultas que fueron mencionadas en la Biblia como ejemplos de fidelidad: Aquila y Priscila, que ayudaron a evangelizar; Jabes y su maravillosa oración que hasta hoy nos inspira; Eliezer, que viajó hasta cumplir el pedido de Abraham de conseguir una esposa para su hijo Isaac; y otros.
Y, por fin, los obtusos, grandes ángulos de más de 90 grados, que representan a personajes destacados, como David cuando venció al gigante; Moisés cuando abrió por fe el mar Rojo y condujo al pueblo de Israel con paciencia; la valiente reina Ester que intercedió por su pueblo a riesgo de su propia vida; y tantos otros que podemos recordar.
Pero el versículo de hoy me hace pensar que si eres un ángulo agudo, recto u obtuso, aún puedes crecer. Observa lo que dice la Biblia: “Mi Dios suplirá todo lo que os falte conforme a sus promesas”. Si seguimos pensando en la geometría, hay un tipo de ángulos llamados suplementarios que no importa cuánto midan siempre añadirá a tu valor el ángulo necesario para ser más grande y medir ¡180 grados!
Quiero que pienses qué falta aún en tu vida que deseas que Dios supla, cambie, renueve, modifique o amplíe. Ten la certeza de que él es poderoso para hacerlo. Mirta
16 de enero

Lo que no se ve
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23, RVR).
Si te dijera que estoy pensado en un hombre que trepó un árbol, ¿en quién pensarías? ¡Exacto! ¿Y si te dijera que estoy pensando en el nombre del árbol que trepó Zaqueo? ¡Muy bien! Es el sicómoro. ¿Y si te dijera que estoy pensando en el anclaje del sicómoro? Pensemos...
Los árboles son plantas increíbles. Los hay de muchas clases, formas y tamaños. Algunos soportan fuertes tormentas, otros son derribados fácilmente por el viento. Muchos proporcionan sombra y frutos; y hay especies que tienen hojas y flores tan lindas que parecen sacadas de una postal.
Hace algunos años atrás vivimos dentro de un campus educativo donde el delicioso clima tropical nos permitía tener un exuberante paisaje verde. Mi hija pequeña disfrutaba la bendición de jugar al aire libre. En medio del campus había un árbol grande y frondoso. Los niños lo convirtieron en su centro de encuentro. Su grueso tronco los incentivaba a buscar la mejor manera de trepar. Sus ramas eran muy gruesas, así que ellos parecían muy seguros allá arriba; se desplazaban sin miedo y con facilidad hasta alcanzar lo más alto. Imagínate a los niños jugando felices sin ninguna preocupación. A ninguno se lo ocurría pensar que ese árbol perfecto para la diversión se caería o partiría en dos en cualquier momento.
¡La escena era perfecta! Pero lo que se veía no era lo más importante. Lo más importante era lo que no se veía: el anclaje, la parte del árbol que estaba enterrada bajo tierra. ¿Ahora sabes en lo que estoy pensando? ¡Sí, así es! Para que un árbol crezca firme necesita raíces.
La raíz no es visible, pero es la parte más importante. Es la que da vida, belleza y mantiene fuerte a un árbol. Mientras más profunda es la raíz, más grande y fuerte es el árbol. Imagínate a Zaqueo subiendo al sicómoro. ¿Qué hubiera pasado si el árbol no hubiese tenido raíz?
Cuando decides obedecer lo que Dios te pide, estás anclando las raíces de tu corazón en suelo profundo. Eso te mantiene firme ante las tentaciones, que no podrán destruirte porque estarás protegido por tu fe en Dios. ¿Dónde están ancladas las raíces de tu corazón? ¿Son profundas o fáciles de derribar? Magaly
17 de enero

¡Comunicados!
“E invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” (Salmo 50:15).
¿Sabías que fue en realidad un italiano llamado Antonio Meucci, y no Alexander Graham Bell, quien inventó el teléfono? El primero nunca pudo patentarlo. Entonces, el escocés lo patentó en 1876. Sin embargo, al poco tiempo los derechos de autoría fueron anulados por fraude.
¡Qué útiles son los teléfonos! No hace tanto, te hablo de hace solo cincuenta años, eran muy pocas las familias que tenían uno. Hoy, casi cada miembro de la familia posee el suyo.
¡Qué maravilloso poder hablar con alguien que está al otro lado del mundo! Hasta el año pasado mis nietas estaban al otro lado del mundo. Había once horas de diferencia. Ellas terminaban el día cuando yo lo comenzaba. Pero cuando hablábamos, ¡las sentía tan cerca! Me contaban sus aventuras, de su tortuga Manuelita, de sus campamentos y clases. ¡Tan dulces sonaban sus voces en mis oídos!
Ahora con un teléfono hasta se puede ver al interlocutor. Esta es una aplicación que no tiene el teléfono divino, jamás podremos tenerla, pues Dios le dijo a Moisés: “No me verá ojo y vivirá” (Éxo. 33:20).
Sin embargo, el teléfono divino tiene otras aplicaciones que no tenemos ni en los teléfonos más sofisticados. Algunas son:
Nunca se pierde la señal. Puedes estar en el lugar más apartado, pero Dios te escuchará si oras.
No te quedas nunca sin batería, pues por el Espíritu Santo siempre podemos acudir al Padre en el nombre de Jesús, y nuestro Padre nos oye.
Nadie puede robarte este teléfono ni de la mochila ni del bolsillo.
No hay peligro de que los intrusos entren a tu línea, pues es privada. Hay cosas que solo puedes y quieres contarle a tu Padre tierno, Dios. Cosas que te asustan, avergüenzan y quieres que él perdone.
Ni siquiera necesitas marcar número o seleccionar nombre, solo debes invocarlo. Salmo 50:15 dice: “E invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás”.
Y recuerda, dijo el apóstol Pablo que podemos acercarnos al trono de la gracia para obtener el oportuno socorro. Cualquiera sea la ayuda que necesites, Dios está a la distancia de una oración. Úsala. Mirta
18 de enero

Demasiado bueno para ser cierto
“Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto es, no lo puedo comprender” (Salmo 139:6).
¿Has oído alguna vez decir: “Es demasiado bueno para ser cierto”? La frase está hecha para expresar que si ves en un negocio, por ejemplo, algo muy lindo, útil y sumamente barato, quizá algún problema tenga... ¡no puede ser perfecto! En general, en nuestro mundo la calidad y la belleza cuestan, ya sea tiempo o dinero. Si quieres tener un trabajo bien hecho, deberás dedicar tiempo. Y si quieres un buen auto, generalmente tendrás que pagar un buen precio por él.
Hace unos años, sin embargo, viví una excepción a esta frase popular. Estábamos por comenzar a hacer la escuela en casa con mis hijas, y estaba buscando programas de estudio para ellas. Vi cosas hermosas y buenas en internet, pero los programas que me gustaban costaban cientos de dólares, dinero que no podíamos pagar como familia. Finalmente me encontré revisando una página web muy buena, y parecía ser gratis. ¡No lo podía creer!
De hecho, no lo creí al principio. Estuve por un buen tiempo esperando que en cualquier instante apareciera un cartelito diciendo que algo había que pagar. Era “demasiado bueno para ser cierto”, realmente. Pero el cartelito jamás apareció. La persona que había puesto todo el material en forma ordenada para que sus hijos aprendieran había decidido que su trabajo dedicado fuera una bendición para otras familias también, como la nuestra.
Hay muchas personas que hoy también creen que la salvación y el amor de Jesús son “demasiado buenos para ser ciertos”. Cuando les cuentas acerca del cielo, ¡no lo pueden creer! ¿Cómo es que Dios nos creó por amor, nos perdonó y redimió a través de Jesús, nos ama incondicionalmente y nos vendrá a buscar por segunda vez? ¿Cómo es que nos acepta como somos, nos cambia y nos regala la vida eterna? ¿Cómo es que nos prepara mansiones donde viviremos para siempre? ¡No puede ser cierto!
Jesús hoy te ofrece todo. Tanto, y tan maravilloso, que parece “demasiado bueno para ser cierto”. Pero no dudes. Acepta por fe el regalo de la salvación que el Señor te ofrece por amor. Maravíllate hoy al aceptar todo lo que tu Dios te da. Cinthya