Kitabı oku: «Esta no es la vida que pedí», sayfa 4

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¿Estoy saliendo con alguien… o no?

“No.

”A estas alturas, si tengo una noche libre, prefiero pasarla en casa viendo una buena serie de televisión, en lugar de sentarme frente a un hombre en un restaurante y tener que acariciar otro ego masculino. Como dice mi amiga Mary Les Casto (fundadora de Casto Travel, una compañía internacional): ‘No hay hombre suficientemente bueno para mí’. Yo soy lo suficientemente buena para mí.

”¿Mencioné que rediseñé mi anillo de matrimonio después de mi divorcio? Decidí que merecía cada quilate de ese anillo de diamantes que me regaló mi segundo esposo, y realmente quería usarlo a diario. Pero no deseaba que fuera la misma argolla que cuando él me la dio. Me traía demasiados recuerdos desagradables, y mal karma también. Así que lo rediseñé, y lo uso con mucho orgullo en mi dedo derecho, todos los días.

”Puede que esté sola, pero no estoy en soledad. La vida es plena. Y yo a propósito la mantengo así. Continúo sirviendo en la junta directiva de la fundación de Kristi Yamaguchi Always Dream (“Sueña Siempre”), y en la Asociación de Ciudades Hermanas San Francisco-Osaka. De hecho, acabo de ir a Osaka a celebrar el sexagésimo aniversario de la asociación de ambas ciudades. También fungí durante seis años como presidenta del Proyecto de Representación, cuya misión es la igualdad de género, y seis años en el Consejo Americano-Japonés. Y después de diez años y medio, cedí el puesto en la junta corporativa del Bank of Marin.

”El año pasado, Deborah me pidió ir a Indianápolis a su Conferencia de Mujeres en Indiana, para entrevistar a Diane Keaton, actriz y autora ganadora de un Oscar. ¿Entrevistar a Annie Hall, el emblemático personaje de la cinta de Woody Allen? ¡Sí, cuenta conmigo! Al leer los libros de Keaton me enteré de que ella es muy consciente de que su cabello está adelgazando, de que se niega a hacerse un estiramiento facial, y de que adoptó a sus hijos cuando tenía cincuenta y cincuenta y cinco años de edad. En el escenario de la conferencia, compartió además que pronto cumplirá los setenta y dos. ¡Bravo, Diane!

”En una cena reciente, me senté junto a LeRoy Morishita, presidente de la Universidad Estatal de California en East Bay, quien me dijo que no hay miembros asiático-estadounidenses en el Consejo de Administración del sistema de la Universidad Estatal de California. Me sentí escandalizada. Yo me gradué de la Universidad Estatal de California en Fresno, y por ello siento un interés particular, así que pensé: ‘Hmm…, debería poner mi nombre en la lista como una candidata potencial’. Mujeres, no podemos ser tímidas; debemos encontrar la manera de tener un asiento en la mesa. ¡Esperen más noticias!

¡Me siento como si apenas estuviera comenzando!”

05



Aprende los secretos de la dama de cabello azul

Yo estaba muy lejos de una posición de poder,

pero mi ingenuidad jugó a mi favor.

Cuando me dijeron que el estudio había “aprobado”

mi primer piloto, pensé que era algo bueno,

ya sabes, como cuando “apruebas” en la universidad.

LINDA BLOODWORTH-THOMASON,

PRODUCTORA DE TELEVISIÓN Y ESCRITORA (1947-)

Cabello azul los viernes

“Me preguntaba si él había notado su cabello azul. De hecho, aquel hombre no mostró inguna reacción al ver que la anciana que tenía sentada frente a sí, en su opulenta oficina de banquero, portaba el cabello más azul que jamás hubiera visto en su vida. Soy Deborah Stephens, y esa mujer de cabello azul era mi abuela.

”Su cabello azul, combinado con una actitud desenfadada, ojos penetrantes y una calidez provinciana, no dejaban dudas de que el Señor Banquero era tan solo un obstáculo menor entre ella y su objetivo: un préstamo. Nunca se le ocurrió que hubiera razones que le impidieran tener éxito: la falta de garantías (su casa no estaba a su nombre), ningún historial crediticio, y el hecho de que, en aquellos días (hace apenas unos treinta años), en Estados Unidos una mujer ni siquiera podía tener una tarjeta de crédito a su nombre. No obstante, sabía que el Señor Banquero no era rival para la dama de cabello azul.

”Sus mechones plateados eran teñidos de azul una vez por semana: un tinte, un rizado y un peinado todos los viernes por la mañana, invariablemente. El proceso completo la hacía sentirse bella, poderosa y resuelta. En consecuencia, llegué a amar ese cabello azul casi tanto como la amaba a ella. Por otro lado, crecí creyendo que todas las mujeres de cierta edad, seguras de sí mismas, teñían su cabello de azul.

”Aquel día fue decisivo para mí. Sí, mi abuela recibió el préstamo, un crédito de estudios universitarios, para mí. Sus habilidades de negociación podían abrir las puertas de cualquier sala de juntas de un corporativo. Sin embargo, no tenía educación y era pobre. Su riqueza consistía en profundas creencias religiosas y una bondad incondicional. También poseía la tenacidad de un bulldog, ya que nunca dejó que la palabra ‘no’ se interpusiera en su camino.

”Lo que le faltaba en dinero, mi abuela lo compensaba con abundancia de sueños. Creía firmemente en mí, más de lo que yo creía en mí misma. Sin importar las circunstancias o los desafíos, estaba decidida a que alcanzara en la vida aquello que tanto ella como mi madre solo habían soñado. Toda mujer debería tener en su vida una dama de cabello azul como mi abuela. Esa persona que piensa que eres maravillosa, incluso cuando no te sientas como tal. La mujer que siempre cree que todo es posible, sin importar las probabilidades.

”Gracias a ella asistí a la universidad, conseguí un emocionante trabajo en un corporativo y gané más dinero en un año que el que mi madre había ganado en diez. Años más tarde fui cofundadora de un despacho de consultoría gerencial, escribí seis libros y di discursos en todo el mundo. Brindando consultoría a líderes (incluido un presidente de Estados Unidos), tuve la oportunidad de trabajar con algunas de las personas más poderosas del país, en un mundo que había estado cerrado para mi abuela. Sin embargo, ella era mi inspiración.”

Obstáculos y posibilidades

“Los obstáculos y las posibilidades a menudo se combinan para formar momentos decisivos en la vida, que aparecen justo cuando pensamos que tenemos la existencia resuelta. Por desgracia, las vidas organizadas perfectamente en categorías y compartimentos pueden voltearse de cabeza en un segundo. Una situación así tuvo que ver con mi esposo, Mike. Después de jugar un partido de golf, experimentó un dolor repentino que se fue incrementando y que le impedía caminar, mientras su cuerpo sufría espasmos en todos los músculos. Después de seis meses y numerosos viajes al Centro Médico de la Universidad de California en San Francisco, los médicos comenzaron a descifrar la enfermedad que estaba devastando su cuerpo y que, para ese entonces, ya había destruido más de la mitad de su capacidad pulmonar. Su diagnóstico comenzaba con estas palabras: ‘fibrosis pulmonar, causada por dermatomiositis y polimiositis’, términos que no pude pronunciar ni entender. Nos dijeron que le quedaban de cinco a seis años de vida. Nuestros hijos tenían seis y diez años en ese entonces. Los médicos sugirieron un trasplante de pulmón.

”Mientras escribo en el Día de los caídos, fecha en que los estadounidenses honramos a quienes han servido y muerto en las guerras, me doy cuenta de que mi esposo fue veterano de una guerra muy diferente: una guerra contra una enfermedad rara. Han pasado doce años desde su diagnóstico y tres y medio desde su muerte. Mike sobrevivió tantos años al pronóstico de los médicos, que estuvo entre los pacientes más longevos tratados por fibrosis pulmonar. Cuando murió, Jackie honró a este guerrero haciendo ondear la bandera estadounidense a media asta en la capital de la nación.

”Mike, nuestros hijos y yo pasamos más de la mitad de nuestras vidas luchando contra esa terrible enfermedad, al mismo tiempo que intentábamos llevar una existencia normal. Pasamos por momentos de temor y tristeza, y muchos de felicidad. Tuvimos discusiones con las compañías de seguro por medicamentos experimentales, autorizaciones y asignación de responsabilidades. Hubo hospitalizaciones y viajes en ambulancia a mitad de la noche. Nos mudamos de nuestra casa en San Francisco a una pequeña ciudad del Medio Oeste, lo que nos acercó más a la familia de Mike, además de que la lista de trasplantes de pulmón en esa región era más corta. Muchas mujeres tienen historias como la mía. ¿La diferencia? Estoy bendecida con amigas como Jackie, Jan y Michealene, y he sido apoyada por la sabiduría de otras mujeres que me ayudaron a prepararme para un futuro que no quería.

”Mudarse a una pequeña comunidad en el Medio Oeste a los cincuenta años significó dejar atrás mi hogar, los amigos que amaba y un sistema de apoyo en el que siempre había confiado. Para darme valor, llevaba un trozo de papel en mi bolso que decía: ‘¿Qué haría la dama del cabello azul?’ Aunque no conocía a ninguna mujer en mi nueva zona de residencia, sabía cuán importante era la amistad femenina en mi vida. Por lo tanto, traté de encontrar la manera de conocer a tantas mujeres como pude, en el menor tiempo posible. Mi solución fue crear una conferencia de mujeres similar a la que Jackie había comenzado en California. Hoy, esta conferencia está en su octavo año y ha crecido para convertirse en el evento más grande en su tipo para las mujeres del Medio Oeste.

”Billie Dragoo, ahora mi mejor amiga en mi nuevo hogar, se me unió para hacer que la conferencia despegara. Después de reunirme con ella una mañana para tomar café, supe que era el tipo de persona que toda mujer debería tener de su lado. Ella me abrió puertas, me presentó a otras personas, me alentó y fue amable conmigo.

”Asumí la enfermedad de mi esposo, nuestro traslado y la transición de nuestra familia como mi proyecto más importante. Seguí casi al pie de la letra los pasos y los consejos dados en este libro. Sin embargo, a medida que la enfermedad de Mike progresaba, nunca pensé en cómo sería mi vida después de su muerte. Planear un futuro sin él era algo que nunca había pasado por mi mente”.

La luz viaja a través de piezas rotas

“Una fuerte voz en mi interior me hablaba durante muchas noches de insomnio. Me decía que mi obligación era ayudar a mi esposo a morir con dignidad. Gail Sheehy, autora del icónico libro Passages (“Transiciones”), había recorrido un camino similar con su esposo, y me introdujo a los cuidados paliativos en casa cuando habló en mi conferencia. Siempre estaré agradecida por su entrañable consejo. Programé una reunión con el médico de Mike y abordé el tema de los cuidados paliativos. Él estuvo de acuerdo y, con gentileza, le dijo a Mike que necesitaba poner sus asuntos en orden.

”A Mike, todavía decidido a combatir su enfermedad, le costó mucho aceptar su realidad. ‘Después de haber luchado tanto, durante tantos años, y haber superado todos los pronósticos, es difícil dejar de pelear’, dijo. Como cuidadora principal, pasé la mayor parte de mi tiempo en casa, que ahora parecía un hospital. Estaba enormemente agradecida de poder cuidar a Mike, pero muy pronto me di cuenta de cuán solitaria y aterradora puede resultar la labor de cuidar de alguien.

”Todavía estaba trabajando; tenía que hacerlo, ya que nuestros gastos médicos eran enormes. Tuvimos mucha suerte de haber escapado de la bancarrota. De hecho, más del 60 por ciento de las familias que padecen una enfermedad terminal quiebran económicamente, y muchas mujeres pierden sus hogares y cualquier sensación de seguridad cuando muere su cónyuge. Todo el proceso es semejante a aterrizar un 747 en medio de una zona de guerra.

”Rápidamente aprendí a separar las cosas: iba a la habitación de arriba a realizar conferencias telefónicas relacionadas con mi trabajo, sabiendo que en el piso de abajo mi esposo yacía en cama, agonizando. Tratar de ser ‘normal’ mientras vivía en las circunstancias más anormales y desgarradoras, era un tormento. Michealene describió a la perfección cómo me sentía: como un viejo termo, cuyo depósito interior se ha roto. Por fuera, el termo se veía completamente normal, pero al moverlo podía escucharse el tintineo de las piezas rotas en su interior. Esa era yo.

”Mi amiga Billie me presentó al doctor B., un psiquiatra a quien veía semanalmente para ayudarnos en la travesía de nueve meses de Mike por los cuidados paliativos. Más un maestro que un psiquiatra, el doctor B. me desbordó con sabiduría de vida. Me asignó tareas cada semana, todas diseñadas para ayudarnos a atravesar los momentos difíciles. Una en particular causó un impacto asombroso. Me preguntó en qué pensaba cuando escuchaba música de circo. Respondí: en niños felices, alegres, sonrientes, relajados. Me dio instrucciones de descargar en mi computadora tanta música de circo como fuera posible, y me pidió que comenzara a tocarla en casa. Lo que en aquel momento me pareció absurdo, resultó nada menos que extraordinario. La música llevó nuestra imaginación a un lugar alegre, logrando que las situaciones fueran más manejables. Mi esposo tenía la más grande sonrisa en su rostro cada vez que la escuchaba. Hoy, ese es el rostro que recuerdo, con una gran sonrisa. Encontrar a un ser humano tan notable como el doctor B, es un verdadero golpe de suerte. Sus lecciones me acompañarán por siempre”.

Este no es mi primer rodeo

“Sheryl, la enfermera de cuidados paliativos que cuidaba a Mike, llevaba veinticinco años atendiendo enfermos terminales. Estoy convencida de que la dama del cabello azul nos la envió. La frase favorita de Sheryl era: ‘Deborah, este no es mi primer rodeo, y espero que aprendas a confiar en mí. Voy a estar contigo en cada paso del camino’. Sheryl me aconsejó que viviera ese periodo sin remordimientos, y me enseñó lo que eso significaba: saborear el día, la hora, el momento. Significaba no dejar pasar por mis labios palabras de las que pudiera arrepentirme después de la muerte de Mike. Cuando vives con alguien que está muriendo, incluso los días más triviales se vuelven importantes. Te preguntas: ¿será este el último minuto? ¿La última hora? ¿El ultimo día? Son momentos estresantes y desgarradores, divertidos, memorables y devastadores”.


“Sheryl creía que las personas mueren tal como han vivido. Sus palabras fueron ciertas en el caso de Mike, quien se negó a ver la muerte como una posibilidad. Esa admirable cualidad le fue muy útil en la lucha contra su enfermedad. Sin embargo, ante la cercanía de la muerte, estaba provocando caos, junto con dolor físico y emocional que derramaba en la vida de todos. Entonces emprendimos la tarea de alentar a Mike a rendirse a su enfermedad. Nuestros hijos, Aaron y Lily, asumieron papeles que ningún niño debería tener que jugar. Se sentaron con su papá, el equipo de cuidados paliativos y el sacerdote, y le pidieron que dejara de luchar. Le dieron permiso para morir. Varias semanas después, las últimas palabras de Mike para mí fueron: ‘Eres hermosa. Te amo. Vayamos a casa’”.

Finales

Tres meses después de la muerte de su esposo, la madre de Deborah fue hospitalizada, diagnosticada con insuficiencia congestiva cardiaca y trasladada a un hogar para ancianos. Varias semanas más tarde, a su cuñada le diagnosticaron leucemia. Le realizaron un trasplante de células madre y se sometió a más sesiones de quimioterapia de las que creía que cualquier persona podría soportar. “Mi esposo había muerto; mi cuñada había muerto; y mi madre estaba a punto de morir. Mi mente y mi cuerpo, pero sobre todo mi alma, estaban agotados.

”Recuerdo que Jackie y Jan describieron el duelo como estar de pie en una playa, sin prestar atención, cuando de pronto las olas te pasan por encima sin previo aviso. La muerte lo cambia todo. Los amigos bien intencionados, incluso los miembros de tu propia familia, quieren que estés ‘bien’ lo más rápido que sea humanamente posible. Cada vez que te miran a los ojos, pones en evidencia la realidad de los finales, y esto a menudo les resulta incómodo. Los finales impactan a nuestros hijos, sin importar cuánto nos esforcemos en protegerlos. He sido bendecida. Mis hijos son adultos notablemente amables, saludables y bien adaptados. Debido a sus experiencias de vida, tienen una sabiduría y una resiliencia que la mayoría de su edad no tiene. Aaron es gerente internacional de producto para una compañía de dispositivos médicos. Lily es ejecutiva de cuentas en una empresa de dispositivos médicos, y Mairi es enfermera. Mis hijos, mis coautoras, algunos amigos cercanos, y un extraordinario equipo de cuidados paliativos, me ayudaron de innumerables maneras.

”Es cierto lo que afirma Ram Dass: ‘Todos nos hacemos mutua compañía en el camino a casa’”.

06




Cuando estés parada al borde de la piscina, salta

Recité y caminé kilómetros durante la noche

a lo largo de la playa, escribiendo poesía mala

y buscando sin cesar a alguien maravilloso

que saldría de la oscuridad y cambiaría mi vida.

Nunca me pasó por la cabeza

que esa persona podría ser yo.

ANNA QUINDLEN, ESCRITORA (1952-)

Jugar a las escondidas

“De niña, y también en la edad adulta, aprendí a esconder mi luz de los demás para que nadie me lastimara. Tal vez se debió al abuso sexual, y a darme cuenta de que las personas pueden tomar partes muy especiales de ti sin tu permiso. Como resultado, desarrollé el temor de que alguien tomara esa parte muy especial de mí y la destruyera. Soy Michealene Christini Risley, y me convertí en una experta en jugar a las escondidas.

”Escondí mis talentos porque no quería que la gente me notara, me lastimara o me quitara esos dones. Me las arreglé para recorrer el camino de mi vida, acercándome a todas las cosas que soñé, pero sin tenerlas nunca. A lo largo de mi carrera, tomé empleos que giraban en torno a mis sueños. Miraba con nostalgia desde la orilla, esperando aquello que parecía tan lejos de mi alcance. Era como llevar el traje de baño puesto y estar al borde de la piscina, pero nunca tener el valor de saltar. En secreto, esperaba que alguien me tomara de la mano y me ayudara a entrar en el agua.

”Lo que más necesitaba era que alguien me dijera que estaba bien querer esas cosas, que estaba bien soñar y ser, y que ya no era un niña. Siempre fantaseé que esa persona haría crecer mis talentos mientras me protegía. Pero mi propia voz interior era difícil de vencer. ¿Cómo me atrevo a esperar cosas en la vida? ¿Cómo me atrevo a soñar tan en grande? Amigos y familiares veían mi carrera y se maravillaban de lo feliz y exitosa que era. Solo yo sabía la verdad: que todavía estaba de pie al borde de la piscina, esperando saltar.

”Di a luz a mi primer hijo el mismo día que le extirparon un tumor cerebral a mi padre. La vida y la muerte parecen estar siempre entrelazadas. No sabía si papá saldría vivo de la cirugía, pero tenía que encontrar la manera de celebrar el regalo de haber tenido un bebé sano. Aquellos fueron momentos agridulces.

”Semanas después, viajé para visitar a mi padre en el hospital, y él pudo ver a su undécimo nieto. Observé su rostro iluminarse de alegría al ver a mi hijo por primera vez. Pero mientras pasaba tiempo con él en la unidad de cuidados intensivos, me resultó evidente que su vida terminaría pronto.

”Estaba parada al pie de la cama del hospital, cuando papá se volvió hacia mí y dijo: Mary Jane. Aquel era el nombre de una amiga de la infancia. Me congelé, ya que había pasado años ensayando esa conversación. Siempre quise confrontar a mi padre, pero mientras crecía, de algún modo llegué a creer que si le decías a tus padres cosas malas, causarías su muerte. Era una creencia difícil de sostener dentro de una familia llena de secretos. ¿Aquel podría ser, tal vez, el momento adecuado? No, no cuando él estaba muriendo. Sin embargo, él estaba tratando de hablar sobre ello. Quise correr hacia la salida más cercana.

”De pie en la unidad de cuidados intensivos, me sentí transportada al pasado. Había un azulejo color verde vómito que enmarcaba el espejo en la pared de la cocina. Podía oír el crujir del aceite de oliva, calentándose en la sartén. El terror me invadió cuando me acerqué a mi madre, que estaba parada con las manos sumergidas en el fregadero lleno de agua jabonosa, de espaldas a mí. Ella giró rápidamente cuando le dije: ‘Mamá, Mary Jane dice que papá le metió la mano entre los pantalones’”.

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