Kitabı oku: «Un mensaje de @Dios para ti», sayfa 2
5 de enero
Cuando Dios se presentó por primera vez
«Respondió Dios a Moisés: “Yo soy el que soy”». Éxodo 3: 14, RV95
El libro De las tinieblas a la luz en Polinesia muestra cómo el evangelio llegó a las islas del pacífico y en una de las interacciones que presenta este libro hallamos un fenómeno interesante.
El 15 de junio de 1824, dos maestros y evangelizadores tahitianos llegaron a la isla de Mangaia. La gente se mostró sorprendida porque los forasteros que llegaron a su isla, antes de disfrutar del festín que se les había preparado, cerraban los ojos.
—¿Qué hacen? —preguntaron los nativos.
—Dar gracias a Dios por sus dádivas —respondieron.
—¿Y dónde vive su Dios?
—En el cielo.
—¿Su Dios come?
—Dios es Espíritu. No es como nosotros. Vive eternamente. Fue él quien hizo la Tierra, el cielo y todas las cosas. También nos creó a nosotros.
Los isleños se quedaron asombrados ante estas sencillas verdades y preguntaron a los recién llegados qué los traía por aquellos lugares. Su respuesta fue muy directa:
—Venimos a darles a conocer al Dios verdadero y a su Hijo Jesús, nuestro Salvador.
¿Por qué estos isleños mostraron tanta curiosidad hacia la religión cristiana? Permíteme decirte que el deseo por conocer sobre Dios no es nuevo ni pertenece solo a los nativos de alguna pequeña isla en el Pacífico. En las religiones paganas antiguas, cuando una persona conocía el nombre de algún dios, se suponía que por ese conocimiento adquiría privilegios y poder sobre esa deidad. Por eso las personas dedicaban mucho tiempo a tratar de conocer más sobre los dioses. Pero en la Biblia el ser humano no tiene que hacer ningún esfuerzo por buscar a Dios o descubrir cómo es él. ¡Dios mismo sale al encuentro de sus criaturas! Esa es la historia de la Biblia: Dios busca al ser humano y se da a conocer. Por eso, cuando invocamos el nombre de Dios aludimos a todo lo que él es y ha revelado sobre sí mismo.
Es alentador saber que Dios está interesado en conocerte y en darse a conocer. Él desea que tú lo conozcas. Por eso, hoy te invito a elevar una oración a él: Gracias, @Dios, porque te has dado a conocer, porque nos invitas a tener una relación más estrecha contigo y, sobre todo, porque nos has mostrado quién eres y lo que deseas hacer en nuestra vida.
6 de enero
El Dios que me ve
«Como el SEÑOR le había hablado, ella le puso por nombre: “Eres el Dios que me ve”, porque como ella dijo: “En realidad he visto aquí a Aquel que me ve”». Génesis 16: 12-14, PDT
¿Has tenido uno de esos días en los que todo parece conspirar contra ti? En algunos lugares se dice que te levantaste con el pie izquierdo. Pues algo parecido le estaba pasando a Agar. Ella no había decidido acostarse con Abram, todo había sido idea de Sarai. Pero ahora era Agar la que tenía que sufrir los malestares de un embarazo que ella no había planificado. Y por si fuera poco, ahora su ama, que la había metido en ese problema, estaba celosa de ella y la afligía. Bastante tenía con las náuseas, la hinchazón, las constantes molestias, los deseos de ir al baño y los cambios hormonales. ¿Y también soportar a su ama? No. Estaba cansada de que nadie viera su sufrimiento, de que nadie notara su dolor. Y fue así como Agar decidió huir.
Pero a Agar le sucedió lo mismo que me ha sucedido tantas veces: las decisiones que tomamos en momentos de apuros, en vez de mejorar nuestra situación terminan empeorándola. Pronto Agar se vio sola en el desierto, sin agua, sin comida y, para colmo, sin que nadie la estuviera viendo, por lo tanto nadie podría socorrerla. Bueno, en realidad Alguien la estaba viendo. Alguien lo había visto todo. Y no solo lo había visto todo, ¡también comprendía su situación!
El Ángel del Señor habló con ella y la consoló. Como resultado de aquella experiencia ella le puso por nombre: «el Dios que me ve» (Gén. 16: 13, RV95). ¡Sí, Dios te ve! Él está pendiente de ti, él te ve en los buenos y en los malos momentos. Cuando todo parece perdido, cuando la soledad te embarga, cuando estás desanimado, él es el Dios que te ve. Elena G. de White escribió: «El que tiene contados los cabellos de tu cabeza no es indiferente a las necesidades de sus hijos […]. Nada que de alguna manera afecte nuestra paz es tan pequeño que él no lo note […]. Ninguna calamidad puede ocurrirle al más humilde de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltarlo, ningún gozo alegrarlo, ninguna oración sincera surgir de los labios, sin que el Padre celestial lo perciba y sin que él se tome en ello un interés inmediato» (El camino a Cristo, pp. 148, 149). @Dios te dice hoy: «Te veo y me preocupo por ti».
7 de enero
Dios estaba con él
«Entonces todas las naciones del mundo verán que eres el pueblo elegido por el Señor y quedarán asombradas ante ti». Deuteronomio 28: 10, NTV
Durante muchos años, aquel anciano misionero había predicado el evangelio en la región. Todos en la comunidad lo reconocían como un hombre consagrado al servicio de Dios. Pero últimamente las cosas se estaban complicando en la zona, ya que los grupos al margen de la ley habían decidido ubicarse en aquel lugar para desarrollar desde allí sus actividades ilícitas.
Cuando el nuevo comandante de ese grupo se percató de las constantes visitas del misionero, decidió mandar a un grupo para hacer un reconocimiento de la situación. Estos combatientes se hicieron pasar por personas comunes de la comunidad y asistieron durante varios fines de semana a escuchar la Palabra de labios de aquel misionero. Al principio su propósito era conocer mejor a ese hombre a quien todos apreciaban y escuchaban con atención. Pero poco a poco algo comenzó a cambiar en ellos. El poderoso mensaje fue calando en sus mentes y corazones. Cuando el comandante se dio cuenta de que la enseñanza de aquel predicador chocaba con la ideología que quería implantar en los habitantes de la región, decidió silenciar esa voz para siempre.
–¡Mátenlo! —dijo—, y no dejen evidencias.
Aquellos hombres no se atrevieron a hacerle daño al misionero. Habían quedado cautivos del mensaje. Así que le advirtieron del peligro que su vida corría. Al regresar al campamento dieron el informe:
—Sentimos temor de matar a ese hombre, comandante. Dios está con él.
Como se negaron a cumplir con la orden, fueron relevados de la misión y en su lugar enviaron a los combatientes más peligrosos de aquel grupo rebelde.
El fin de semana todo estaba listo para la ejecución. El misionero acudió como de costumbre. La reunión inició y la gente escuchaba de buena gana. Entonces aparecieron los hombres armados y encapuchados, tomaron al misionero y lo llevaron a una zona boscosa para ultimarlo. Le amarraron las manos a la espalda, lo acostaron boca abajo y cuando la persona encargada de darle el tiro de gracia se dispuso a apretar el gatillo, otro grupo de hombres uniformados y fuertemente armados aparecieron de entre los arboles, neutralizaron a los secuestradores, rescataron al misionero y se lo llevaron. ¿Sabes quiénes eran? ¡Eran los que se habían negado a matarlo antes! Habían desertado de aquel grupo rebelde y habían regresado a la vida civil. No sé qué peligros asechan tu vida hoy. Lo que sí puedo asegurarte es que @Dios está contigo. Él te dice: «No tengas miedo. El mundo se asombrará ante ti».
8 de enero
El milagro del minitornado
«Hemos venido de un país muy distante, hasta donde ha llegado la fama del Señor su Dios». Josué 9: 9, NVI
Osorio estaba pasando un mal momento. No tenía trabajo y por eso su familia estaba sufriendo. Todos decían que era un hombre fiel a Dios y de mucha oración. Cuando visitaba su iglesia, podía ver a aquel hombre corpulento, elevando sus brazos al cielo en oración para que Dios le proveyera de un trabajo para sustentar a su familia.
Un día, mientras caminaba se vio envuelto en un remolino que levantó hojas y papeles que giraban a gran velocidad, era como un minitornado. Entonces un papel se le pegó en la cara. Cuando pasó la ventisca, vio que se trataba de la publicidad de una empresa de gorras que apenas estaba abriendo sus puertas en Cartagena, Colombia, a unos 424 kilómetros de donde vivía.
Osorio sintió que esa era la respuesta que esperaba de Dios. Se convertiría en el vendedor de los productos de esa empresa en su ciudad. Oró, llamó a los dueños de la fábrica y les contó su experiencia, les dijo que Dios le había mostrado que debía trabajar con ellos. Los dueños de la compañía quedaron sorprendidos de que uno de los volantes distribuidos solo en la ciudad de Cartagena fuese a parar tan lejos. Dijeron que ellos no tenían planes de vender en otras ciudades hasta que el negocio no creciera en la sede. Pero que consideraban que lo sucedido era un milagro.
Le enviaron los catálogos y Osorio hizo un primer pedido. Cuando le pidieron que pagara el importe establecido él les dijo que no tenía un solo centavo, pero que no tuvieran temor porque él era un hombre cristiano. Les prometió orar por su empresa y les pidió que confiaran en él y lo ayudaran. Así que los ejecutivos le enviaron el pedido sin tener que pagar nada. Apenas hubo vendido los productos, realizó un segundo pedido y pagó el dinero por ambos envíos.
Los dueños de la empresa quedaron impresionados por la honestidad de este hombre y decidieron visitarlo. Le dijeron que estaban maravillados por su fe y por el Dios a quien él servía. También le contaron que el negocio había experimentando múltiples bendiciones y que ellos creían que era el resultado de sus oraciones. Así actúa Dios. Recordemos siempre que él provee por medios que a veces no esperamos y siempre ampara a sus hijos. ¿Necesitas un milagro? El @Dios que provee te dice hoy: «Clama a mí».
9 de enero
A César lo que es de César
«Den al César lo que pertenece al César y den a Dios lo que pertenece a Dios» . Marcos 12: 17, NTV
Las autoridades fiscales aumentan cada día más sus controles para evitar la evasión de impuestos y para que las instituciones y ciudadanos cumplan al pie de la letra sus obligaciones tributarias. Recuerdo que hace unos años mi país cambió las regulaciones y, para compensar el déficit, bajó la cantidad mínima de ingresos que una persona debía recibir para declarar y pagar impuestos sobre la renta.
Aquello era algo nuevo para mí. Nunca lo había hecho. Así que conseguí todos los documentos necesarios y los llevé a un experto para que me ayudara con el proceso de declaración de impuestos. Cuando terminó el análisis el resultado me dejó boquiabierto. «¡¿Tanto dinero?!», exclamé. Como el código tributario había cambiado recientemente, yo no había ahorrado para pagar esos impuestos.
Como no tenía el dinero a mano me fui. Y cuando compartí mi experiencia con unos amigos no cristianos me dieron la «solución» a mi problema.
—Realiza la declaración con fulano. Él sabe manipular los documentos para que pagues menos de lo que debes. Todos lo hacemos así.
Me dieron varios argumentos para justificar la recomendación: El Gobierno malgasta nuestro dinero, la corrupción es muy grande en esas entidades y esos recursos son malversados, tú puedes darle un mejor uso a ese dinero, etcétera.
Entonces ocurrió algo inesperado. Uno de los presentes dijo:
—Ustedes olvidan que Edgar es el representante legal de su iglesia y que por nada del mundo debe atreverse a hacer algo al margen de la ley porque la limpieza o suciedad de su nombre afectará, para bien o para mal, a todos los adventistas. No le den vueltas al asunto, debe pagar lo que dice el análisis.
¡Guau! Aunque debo reconocer que inicialmente me sentí tentado a evadir los impuestos, aquellas palabras me sacudieron. Pagué la suma estipulada y la seguiré pagando. Mantener un nombre limpio no solo me afecta a mí, también afecta a mi familia y a mi iglesia.
¿Alguna vez habías pensado en la influencia que tus acciones pueden tener sobre otros? Hoy cuando son tan comunes el egoísmo y la deshonestidad hacia las autoridades gubernamentales, deseo animarte a darle al César lo que le pertenece, así como recibimos muchos beneficios del Gobierno (independientemente de tu opinión política). Pero sobre todo, el @Dios al que nuestra vida le pertenece nos dice: «Dame hoy, tu corazón».
10 de enero
Cuando los gigantes nos amenazan
«David le dijo al filisteo: “Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, ¡pero yo vengo contra ti en el nombre del SEÑOR Todopoderoso”». 1 Samuel 17: 45-47, PDT
Nicolás era un próspero comerciante en su pueblo. Desde joven aprendió el valor del trabajo arduo y honesto, así que se repartía entre su ferretería, las labores agrícolas, el cuidado de su familia y el liderazgo en su iglesia local. Su vida transcurría de manera tranquila, aunque laboriosa. Un día, un inversionista le propuso un gran negocio: hacer el cultivo de arroz más grande de toda la región.
Todo se hizo de la manera planeada: araron y abonaron la tierra, fumigaron para matar las plagas, sembraron la semilla y decidieron esperar a que vinieran las lluvias en el tiempo previsto. Pero nadie se esperaba lo que ocurrió. El fenómeno atmosférico «El Niño» trajo una gran sequía y los cultivos de la zona murieron, dejando en la ruina a pequeños y grandes agricultores. Los socios y los proveedores de insumos exigieron respuestas, y fue así como este buen hombre quedó frente a frente con un gigante que parecía invencible.
En un abrir y cerrar de ojos los acreedores se quedaron con todo lo que tenía y por si fuera poco llegó incluso a recibir amenazas de muerte. Huyó con su familia a otra ciudad para salvar sus vidas, pero tomó la firme decisión de enfrentar a sus gigantes en el nombre del Señor.
Todos enfrentamos gigantes. Ellos aparecen cuando menos lo esperamos. El chico que amas te dice que encontró un nuevo amor y te abandona. La chica con quien hiciste planes para toda la vida te dice que la relación ya no funciona, que no eres tú, es ella. El médico lee los exámenes y luego te dice que a pesar de tu edad y vigor tienes cáncer o alguna otra enfermedad crónica. Recibes una llamada a medianoche para avisarte que hubo un accidente y entre los muertos está tu padre. Un familiar o amigo sale en la mañana de casa para no regresar jamás. El negocio familiar quiebra.
¿Qué hacer cuando enfrentamos un gigante «invencible»? David, el experto venciendo gigantes, dijo: «Yo voy a ti en el nombre del Señor». Eso hizo también Nicolás y venció a sus gigantes. En el nuevo sitio estableció una iglesia, construyó un templo, educó a sus hijos en la universidad adventista y hoy está de nuevo al frente de sus negocios. ¿Tienes gigantes delante de ti? @Dios te anima hoy: «¡Enfréntalos en mi nombre!».
11 de enero
¡Cántale!
«Por eso te alabo entre las naciones y canto himnos a tu nombre». 2 Samuel 22: 50
La iglesia había decidido abrir una nueva congregación en aquel municipio. Bajo la dirección del pastor, escogieron un lugar para reunirse y, acto seguido, comenzaron a visitar a las familias de la zona. Pero pronto surgieron los problemas.
La persona que «controlaba» esa zona manifestó a uno de los ancianos su descontento con la presencia de la iglesia. Estaba molesto porque no querían la competencia del evangelio, quería reclutar a los jóvenes del área y entendían que, con la iglesia allí, sería mas difícil lograrlo. Entonces, sentenció:
—Si insisten en seguir predicando en mi territorio, yo mismo mataré al pastor dentro de la iglesia cuando esté predicando.
Los hermanos sabían que aquel hombre era capaz de cumplir su amenaza y decidieron orar. Poco después aquel hombre sufrió un accidente que lo dejó cuadripléjico. No obstante, el remplazo enviado a la zona resultó más peligroso. Mandó a cerrar la iglesia, prohibió los cultos en las casas y amenazó de muerte a las familias que se unieran a la iglesia. Los feligreses oraron nuevamente y poco tiempo después, aquel hombre falleció atropellado por un autobús. Como era de esperar, vino una tercera persona para asumir el control de la zona. Tan pronto como llegó llamó al anciano. Le ordenó abrir la iglesia y reanudar los cultos. Le pidió además que iniciaran un trabajo más arduo de visitación a los hogares y pidió que se concentraran en la enseñanza de la Biblia a los jóvenes.
Asombrado, el hermano le preguntó por qué actuaba tan diferente a los dos hombres anteriores. Él respondió:
—Ellos no fueron capaces de entender que su Dios pelea por ustedes.
Aunque sé que a muchos les pueda alarmar lo sucedido en aquella comunidad me gustaría invitarte a considerar la situación bajo el lente del gran conflicto cósmico entre el bien y el mal. Dios y el diablo están en guerra y aunque Dios no desea la muerte del impío también ha decidido proteger a sus hijos a toda costa.
Fue así como la iglesia reabrió sus puertas con un culto de gratitud y alabanza al Altísimo, repitiendo las palabras de David: «Él me libra de mis enemigos, de los rebeldes que se alzaron contra mí. ¡Tú, Señor, me salvas de los hombres violentos! Por eso te alabo entre las naciones y canto himnos a tu nombre» (2 Samuel 22: 49, 50). ¿Y tú? ¿Qué razones tienes hoy para cantarle a @Dios?
12 de enero
La protección que importa
«Alégrense los que buscan tu protección; canten siempre de alegría porque tú los proteges». Salmo 5: 11
Las vacaciones familiares habían terminado y ahora regresábamos a casa. Tomamos un autobús en Santa Marta que nos llevó a Barranquilla. Allí tomamos el bus hacia Cartagena mientras el sol se ocultaba, pintando el cielo de arreboles. Como era un trayecto largo, el conductor detuvo el vehículo para que los que quisieran se estiraran un poco. Entonces, dos hombres salieron de entre los matorrales cercanos y subieron al autobús. Yo cargaba a mi hija mayor de tres años, y mi esposa llevaba en su regazo a nuestra hija de dos años. De repente aquellos hombres dispararon hacia arriba y gritaron:
—¡Esto es un asalto! Agachen las cabezas, y comiencen a entregar el dinero. Si se levantan, se mueren —dijeron.
Obligaron al conductor a desviar el autobús. Afuera se escuchaba el ruido de las ramas quebrándose al paso del intruso metálico y adentro, el agitado respirar de cuarenta y cinco almas presas del pánico. El vehículo se detuvo y subieron cuatro hombres más. Oré: «Dios, pongo en tus manos a mi familia».
Empezaron a despojar a damas y caballeros por igual de sus joyas, dinero y objetos valiosos. Yo observaba mientras trataba de callar a mi hija que lloraba descontroladamente. Entonces uno de los asaltantes vino y me preguntó:
—¿Por qué no ha bajado? Salga del autobús, y que la niña no llore más.
Cuando llegué a la puerta, otro de ellos me dijo que no bajara, que me sentara en los asientos delanteros, le entregó unas frutas a la niña que lloraba y le pidió que se callara.
Cuando todo finalizó y pudimos continuar el viaje, las únicas personas con ropa, dinero y pertenencias éramos nosotros. Uno de los pasajeros señaló que era muy sospechoso que a nosotros no nos había pasado nada. Cuando dije que Dios nos había protegido él replicó:
—Sí, pero solo los protegió a ustedes. ¿Y nosotros?
Entonces le señalé que nadie había perdido la vida, y eso era lo más importante.
¿Te has fijado cómo a veces nos preocupamos más por lo material que por la vida misma? La Biblia habla de la protección divina, pero también dice que la vida vale más que las posesiones. Así que hoy @Dios te invita a confiar en su protección, pero sobre lo que realmente importa: la vida. Ah, y sí había algo sospechoso: descubrimos que el cómplice era el conductor, que terminó en la cárcel por lo sucedido.