Kitabı oku: «Más allá de la pareja», sayfa 7

Yazı tipi:

Nosce te ipsum

«Conócete a ti mismo/a». No puedes conseguir lo que quieres si no sabes lo que quieres. No puedes construir una relación satisfactoria sin conocerte primero, sin conocer tus necesidades. La voluntad de cuestionarte las cosas, de ponerte retos, de explorar sin miedo tus facetas más ocultas son las mejores herramientas para llegar a ese autoconocimiento. Una cita a menudo atribuida a Francis Bacon dice: «Tu yo auténtico solo se puede conocer mediante la experimentación sistemática y solo se le puede controlar si se le conoce». Conocer tu propia mente y aclarar tus propias ideas es tu responsabilidad; si no lo haces, el mundo lo hará por ti y terminarás en el tipo de relación que otra gente piensa que debes tener, no en la que tú deseas.

La preparación para poner en práctica el poliamor comienza responsabilizándose del trabajo que debes de hacer. No es fácil. Somos muy hábiles ocultándonos quiénes somos en realidad. Algunas personas somos realmente buenas haciendo que todo parezca ser un problema ajeno. Otras lo somos convirtiendo los problemas ajenos en propios. Nadie se conoce nunca del todo. Pero es algo que comienza con el simple acto de mirar a tu interior, de preguntarte: «¿Esto es un problema mío? ¿Cuál es el problema?». La autoconciencia comienza haciéndonos conscientes, punto.

Uno de nuestros lectores decía recientemente: «Puedes llegar cargando con una mochila, pero eres responsable de saber qué llevas en ella». Otra manera de decirlo es: «No responsabilices a otras personas de tus propios problemas». Por lo tanto, ¿qué debes saber? Primero, cuáles son tus necesidades. A la mayoría nunca nos han enseñado cómo averiguar qué necesitamos, mucho menos saber comunicarlo eficazmente. Habitualmente somos hábiles sabiendo cuáles son nuestras emociones, pero solemos actuar en función de la emoción en lugar de la necesidad real. Por ejemplo, tendemos a pensar que cuando sentimos enfado es porque alguien nos hizo algo malo, por lo que reaccionamos contra esa persona, les decimos lo mucho que nos han herido, y quizá demandemos que dejen de hacerlo. A veces la rabia se debe realmente a lo que creemos que se debe. Pero, a menudo, en las relaciones íntimas, el enfado tiene otras causas. Se debe a una necesidad que no está siendo reconocida o expresada, o incluso, ni siquiera es conocida.

Conectar con esas necesidades puede ser realmente complicado. Por lo que esforzarse en entender las necesidades que provocan tus emociones más profundas es un ejercicio muy útil. Luego habrá que conocer tus necesidades en lo relativo a las relaciones. ¿Necesitas que tus relaciones sean poliamorosas? ¿Necesitas que sean monógamas? ¿Necesitas que al menos exista la posibilidad de que en algún momento llegues a convivir con una de tus relaciones o te opones absolutamente a la idea de convivir? ¿Es el sexo una parte indispensable de una relación íntima contigo? ¿Admitirías relaciones íntimas no sexuales? ¿Admitirías formar parte de relaciones jerárquicas, donde eres una relación secundaria o dependes de un derecho a veto? ¿O necesitas tener más voz en el camino que toma tu relación?

Te puede ayudar replantearte algunas de las que llamas «necesidades» como cosas que te alimentan, cosas que te hacen feliz. De todos modos, hay un peligro en concentrarse en las necesidades, que trataremos ampliamente más adelante. Es el riesgo de tratar a las personas como máquinas de satisfacer necesidades. Por ejemplo, no es raro ver a algunas personas dar detalladas descripciones de cómo serán y qué querrán sus futuras relaciones: qué rol deben desempeñar. Eso es un peligro.

Una manera de pensar sobre el tipo de relaciones que quieres (y buscarlas) sin cosificar a nadie es pensar en qué puedes ofrecer (o no). Algunos ejemplos podrían ser: puedo ofrecer relaciones a largo plazo. Puedo ofrecer relaciones íntimas que no incluyen sexo. Me interesa mantener una familia. Me interesa cuidar de una familia. No voy a mudarme de mi casa a la casa de ninguna de mis relaciones. Solo tengo dos noches disponibles para mis relaciones. Y otros similares.

Este ejercicio puede ser útil para marcar límites y ayudar a aclarar el tipo de relaciones que estás buscando y que puedes mantener. También juega un importante papel en la elección de con quienes tienes una relación, algo de lo que hablaremos más adelante. No va a ser muy satisfactorio, por ejemplo, que termines en una triada cerrada si lo que realmente quieres es una red abierta con la posibilidad de tener relaciones con otras personas. Si estás buscando relaciones a largo plazo, puede que decidas optar por una amistad a largo plazo, en lugar de tener una relación romántica, con personas que están buscando otros tipos de relaciones.

La diferencia entre ideales y realidad

Muchas de las personas poliamorosas que conocemos, lo que nos incluye, tienden a ser idealistas. Tenemos unos objetivos muy elevados para nuestras relaciones y la manera en que queremos comportarnos en ellas. Pero convertirse en el tipo de persona que pone en práctica esos ideales es un proceso interminable. No solo es importante esforzarse. Entender dónde estás tú en este momento es igual de importante. Eso incluye entender si en este momento serás capaz de compartir tus relaciones o que compartan la tuya. El problema de ser idealistas sobre el poliamor es que nos arriesgamos a ponernos en situaciones para las que todavía no nos hemos preparado. Si lo hacemos, nos arriesgamos a hacer daño a otras personas.

Aunque ser conscientes de quiénes somos es importante, también lo es mirar nuestro interior con una actitud comprensiva. No hacemos ese autoexamen para culparnos por todos nuestros defectos. Lo hacemos para saber en qué medida nuestra conducta está en consonancia con nuestros valores, para saber qué efecto estamos teniendo en otras personas, saber cómo nos podemos estar autosaboteando, tanto en lo personal como en nuestras relaciones. Sé consciente de dónde estás, pero también comprende que está bien estar donde estás ahora, al menos de momento.

En el libro Daring Greatly, la investigadora experta en la vergüenza Brené Brown introduce la idea de «tener cuidado con las diferencias». Se refiere a las diferencias en valores: la diferencia entre quiénes somos ahora y quiénes queremos ser. Tener en cuenta esas diferencias es parte del camino hacia el horizonte del que hablamos en el capítulo anterior. Siempre tendremos imperfecciones, ocasiones en que no estaremos a la altura de nuestra propia imagen idealizada. Tener en cuenta esa diferencia es ser consciente de dónde estamos ahora y de que nos estamos esforzando para movernos en la dirección que queremos avanzar. Esto es parte de vivir de manera honesta.

LA HISTORIA DE EVE

Cuando mi marido Peter y yo abrimos nuestra pareja monógama, nuestra relación fue complicada los primeros meses de mi relación con Ray. Peter se esforzó mucho durante esos meses para llegar a un punto donde pudiéramos asumir la conexión entre Ray y yo –que avanzó rápidamente– y darle un espacio para que pudiera crecer.

Cuando, seis meses más tarde, Peter comenzó lo que se acabaría convirtiendo en una relación a distancia durante cuatro años con Clio, yo quería mostrar la misma amabilidad que él había mostrado conmigo, todo a la vez. «Él ha hecho todo el trabajo», pensaba yo; quería demostrarle que yo era capaz de hacer lo mismo. Pero descuidé darme a mí misma el tiempo y espacio que él se había tomado. Quería comenzar desde el mismo punto que a él le había costado alcanzar seis meses.

Me equivoqué al no marcar límites y me equivoqué al no cuidar de mí misma. Durante la primera visita de Clio para quedarse a dormir en nuestra casa, íbamos caminando por la calle hacia una fiesta a la que estábamos invitados Clio, Peter y yo. No estaba preparada para el momento en que él la rodeó con su brazo por la cintura y sentí cómo me ahogaba y me tragaba la tierra. No estaba preparada cuando, en una habitación llenísima de gente, me vi separada de Peter y Clio y vi desde el otro lado de la habitación cómo se sentaban y flirteaban entre sí, y sentí claustrofobia. Y tampoco estaba preparada para pasar despierta toda la noche mientras él pasaba la noche con ella en otra habitación, ni lo estaba para mi colapso emocional al día siguiente.

Hay algunas cosas básicas que Peter y Clio me podrían haber dado que me habrían facilitado la situación y sentirme segura en ella –hablamos de esto en el capítulo 9– pero no sabía cómo pedirlas. Activamente evitaba pedirlas, porque quería ser la amable y fuerte poliamorosa que nunca siente celos ni inseguridad. Me estaba fijando en dónde quería estar en lugar de dónde estaba, en lo que quería ofrecer en lugar de lo que era capaz de ofrecer en ese momento.

Como muestra la historia de Eve, todo el mundo puede equivocarse. Nuestras vidas están llenas de problemas y errores. El esfuerzo por ser una persona perfecta nos aleja mutuamente y daña nuestra autoestima.

La razón por la que debes comprender dónde estás en este mismo momento es que puedas comprender tus limitaciones. Tus relaciones estarán mejor si puedes averiguar qué cosas son tus detonantes emocionales. No para dar instrucciones a todo el mundo de que tenga cuidado con ellos sino para ser tú consciente, cuando se desencadenen, de qué está pasando. Sabiendo dónde estás ahora te ayudará a recordar que no te sucede nada malo cuando tienes celos, cuando te trague la tierra la primera vez que veas cómo caminan de la mano tu marido con su novia.

No puedes controlar cómo van a desarrollarse las otras relaciones de tus parejas, pero puedes controlar en qué medida permites que interfieran y afecten a tu vida. Tienes derecho a marcar límites en tu propio espacio y tiempo. La primera vez que salís tu marido, su novia y tú, no tiene por qué ser una aparición pública en una fiesta multitudinaria. No tiene por qué parecerte bien oírles teniendo sexo, sea ahora o cuando sea. Cuida de ti para poder cuidar de quienes te rodean.

Cuando cometas errores, piensa en términos de «soy una persona que valora la honradez» en lugar de «soy una persona mental y emocionalmente estable y bien organizada». Piensa en la comprensión y la libertad de elección como valores por los que estás luchando, no como atributos que tú tienes en este momento. De esa manera, te será más fácil adaptar tus acciones a tus valores cuando las cosas vayan mal. Por ejemplo, si piensas en ti como una persona que valora la libertad de elección, puedes responder en consecuencia cuando alguien te diga que parece que intentas controlar a alguien. Tener en cuenta las diferencias también significa ser capaz de ver estas cosas.

Muy poca gente llegamos a la edad adulta sin rompernos un poco por el camino. No podemos vernos mutuamente nuestras heridas, nadie puede saber realmente cómo son las luchas por las que han pasado otras personas vividas desde dentro. Pero una cosa es segura: todo el mundo las tenemos. El poliamor puede tocarnos donde nos hemos roto de maneras que pocas cosas lo harán. Puede que en las relaciones monógamas seamos capaces de construir murallas en torno a esos miedos, inseguridades y desencadenantes profundamente enraizados, murallas que a menudo serán arrasadas por el poliamor. Y debido a que tantas personas están involucradas, muchas personas pueden sufrir. Todo el mundo tenemos cosas en las que aún debemos de trabajar. Cuenta con ello.

Valía personal

El poliamor pondrá a prueba tu resiliencia emocional. En lugar de construir murallas en torno a las emociones dolorosas como el miedo y los celos, deberás encontrar la manera de superarlos. Puede que experimentes más pérdidas: más relaciones significan más posibilidades de desengaños. Y puedes encontrarte con críticas: las más comunes son que te consideren un putón, que trivialicen tus relaciones, que te critiquen porque estás tratando mal a tus relaciones o porque estás descuidando a tus criaturas. Hablamos más sobre esto en el capítulo 25, pero lo que es importante aquí es desarrollar un sentido de la autoestima que te proteja de interiorizar esos corrosivos mensajes.

A veces oirás a personas poliamorosas decir cosas como: «No le des poder a otras personas para herirte». Pero eso ignora el sano impulso de buscar feedback en el mundo de nuestras percepciones. Incluso la persona más sana, cuando es rechazada persistentemente, se sentirá herida. El rechazo puede erosionar tu salud mental o tu habilidad para entablar intimidad. La única manera de mantener unos límites mentales sanos, de compensar el rechazo social y de valorar cuándo desvincularse es tener el autoconocimiento y la autoestima para dedicarse al autocuidado y la autoempatía. En otras palabras, dedicarse a conductas que te ayudarán a desarrollar una fuerte autoestima. Y sí, el sentimiento de valía personal también es algo que se practica.

LA HISTORIA DE EVE

La primera vez en mi vida adulta en la que recuerdo sentir que valía algo fue cuando tenía 36 años. Estaba con mi grupo de mujeres poliamorosas. Estábamos hablando de autoestima y cómo se conecta con nuestro sentimiento de pertenencia, el que tenemos cuando nos permitimos ser vulnerables y se nos acepta tal cual somos. Pero ser capaz de permitir esa vulnerabilidad requiere –ahí está lo complicado– tener sentido de la autoestima. Para conectar con otras personas, tenemos que confiar y creer que merecemos esa conexión.

Interiormente cada día me sentía más y más desconsolada. No sé cómo sentir mi propia valía. Finalmente pregunté: «¿Cómo comenzamos a creer en nuestra propia valía?». Las personas de mi grupo dijeron: «Bueno, quizá imagina cómo te sentirías teniendo autoestima y concéntrate en eso. Con el tiempo comenzarás a sentirlo como algo auténtico». Inspiré profundamente y admití algo que me daba mucho miedo y me hacía sentir muy vulnerable: «No sé qué se siente cuando tienes una alta autoestima». Me sorprendió lo mucho que me dolió decir esas palabras, admitir que el concepto de «autoestima» estaba mucho más alejado de mis experiencias personales de lo que nunca había podido imaginar.

Desgraciadamente, porque no sé cómo aprendí a imaginar mi propia valía, encuentro complicado dar consejos a otras personas. Sé que trabajé en ello. Leí, escribí en mi blog, me arriesgué con amistades compartiendo más cosas con ellas. Empecé a escribir un diario personal sobre las cosas por las que me sentía agradecida. Había completado recientemente un período de varios meses de intensa terapia, y el trabajo que había hecho ahí parecía empezar a arraigar. Pero la verdad es que no sé cuál fue el clic. Un día, simplemente, sentí que tenía autoestima.

Puesto que valorarme no surge en mí de manera natural, si no me esfuerzo en recordármelo, la sensación se desvanece y termino volviendo al agujero del miedo e inseguridad. Cuando me sucede, recuerdo que debo practicar y trabajo para volver a hacer el camino de vuelta.

La buena noticia es que una vez sabes cómo te sientes con autoestima, solo una, sabes que eres capaz de experimentarla, incluso cuando no la estás experimentando en este momento. El sentimiento de valía personal es fundamental para contrarrestar el modelo de escasez del amor y la vida. Si no creemos en nuestra propia valía, nos desempoderamos, incapaces de defender nuestras necesidades. No veremos ni aceptaremos el amor que realmente tenemos a nuestro alrededor en nuestras vidas. Se vuelve más complicado tratar bien a nuestras relaciones, porque no somos capaces de ver lo que aportamos a su vida. Y si no comprendemos nuestro valor para ellas, es más probable que alimentemos nuestros celos y miedo a la pérdida. Date cuenta de que las instituciones construidas sobre el modelo de escasez –demasiados puestos de trabajo, demasiadas familias– siempre inculcan la idea de poca valía.

Valía no es lo mismo que reconocimiento. El sentido de valía personal surge del interior, no de otra persona. Puede ser tentador buscar una mirada externa para obtener reconocimiento. Mirar a la persona con quien tienes una relación y pensar: «Me quiere, por lo tanto tengo cierto valor». Eso crea miedo en lugar de reducirlo, porque cuando nos basamos en cosas externas para sentir dignidad, tememos todavía más llegar a perderla. Al final, no podemos esperar hasta que veamos evidencias de nuestra valía para darnos permiso a creerlo. Comenzamos con ese acto de fe y creyendo que tenemos valía personal.

Nuestro sentido de valía personal –lo que en psicología se llamaría «autodiferenciación»– tiene un impacto inmenso en las relaciones. Si cometemos errores que hieren a otras personas, podemos decir «hice algo mal» en lugar de «soy una mala persona». Y si algo es nuestra culpa, eso también significa que tenemos el poder para cambiar el resultado.

La baja autoestima intentará protegerse a sí misma, a veces de maneras soterradas. Nos puede decir que si tenemos una autoestima alta, no conseguiríamos la atención y el tiempo de nuestras relaciones, porque no estamos en crisis. Una crisis emocional puede convertirse en una manera de conseguir que nuestras relaciones nos den lo que necesitamos. La solución a este problema es complicada pero una manera de empezar es mirar a la gente que tiene una autoestima alta y ver si sus necesidades se están cubriendo.

Si estás luchando por tener esa sensación de valía, encontrarás recursos al final de este libro. Si estás teniendo que luchar mucho, la ayuda profesional podría ser de gran ayuda, no solo en tus relaciones sino en todas las facetas de tu vida.

Eficacia personal

Imaginemos que tú, como intrépida persona buscadora de setas, te pierdes en el bosque. ¿Cómo vas a saber qué plantas podrás comer? ¿Sabes cómo encontrar agua? ¿Sabes cómo construir un refugio y conservar el calor corporal? Si no es así, ¿qué confianza tienes en tu habilidad para resolver esos temas? ¿Sufrirás un ataque de pánico? ¿Pensarás: «Oh dios mío, voy a morir, no sé cómo sobrevivir en el bosque!» o inspirarás profundamente y dirás: «Bueno, nunca he hecho esto pero aquí estamos y mejor que me ponga a trabajar en ello de una vez. Veamos, está oscureciendo. Supongo que la primera cosa es buscar algún refugio y averiguar si hay algo que pueda comer»?

Hay un tipo de calma que aparece cuando creemos que somos capaces de manejar una situación, incluso una a la que no nos hemos enfrentado antes, y esa calma incrementa nuestra competencia. Ese efecto es llamado eficacia personal. Probar cosas nuevas –como escribir un libro, o explorar el poliamor– supone aprender nuevas habilidades y la investigación demuestra que la clave para aprender nuevas habilidades es simplemente creer que puedes aprenderlas. La eficacia personal en las relaciones poliamorosas es la sensación de que eres capaz de superar la primera cita de tu esposa. Que encontrarás una manera de manejar tus celos, incluso si todavía no sabes cómo. Eso si tienes que dormir a solas alguna noche, incluso si hace ya muchos años desde la última vez y no recuerdas cuál es la sensación, conseguirás superarlo y estar bien.

Todo esto parece tener un cierto tono de psicología-positiva-NewAge-que-solo-depende-de-tu-voluntad, pero el estudio de la eficacia personal nació hace cuatro décadas, y hay evidencias sólidas que lo avalan. El hecho de que alguien crea que puede o no puede hacer algo tiene importantes efectos en que pueda hacerlo. Esto ha probado ser cierto desde para aprender nuevas habilidades hasta para dejar de fumar.

Para desarrollar esta capacidad calmante, las investigaciones han identificado estrategias para mejorar la eficacia personal. Estas son dos sencillas:

Pequeños éxitos. Sal de tu zona de confort. Busca algo en lo que puedas tener éxito, algo que te parezca duro, pero no tan duro como para hacer que te escondas debajo de las mantas para llorar. Estar en casa mientras tu esposa está en una cita. Hablar con la persona con quien tienes una relación sobre tu inseguridad o tus celos. Cada pequeño paso se sumará al anterior, dándote una sensación cada vez mayor de capacidad para enfrentarte a tu siguiente reto. Los nuevos retos no se volverán más sencillos necesariamente. Pero la clave está en desarrollar tu creencia en que Soy capaz de hacer esto. La otra cara de la moneda es cómo manejas el «fracaso», si resulta que no eras (todavía) tan fuerte como habías deseado. La gente con una alta eficacia personal tiende a ser resiliente al enfrentarse a los fracasos; saben que, a menudo, es necesario fracasar muchas veces antes de tener éxito.

Modelos de conducta. Un factor importante que contribuye a la idea de que una persona sea capaz de hacer algo es si ven a otras personas hacerlo. No podemos destacar suficientemente lo útil que es tener ejemplos de conducta poliamorosa, y mejor si son personas de tu red social con quien puedas hablar y recibir feedback. Busca tu grupo local de debate y apoyo o pon uno en marcha. Como personas poliamorosas, estamos rodeadas de una cultura que nos dice: «No puedes hacer eso», «Eso es imposible» o incluso «Eso está moralmente equivocado». Puede ser duro seguir creyendo en tu valía y tus capacidades frente a la censura social, especialmente cuando las cosas se complican. Por eso es crítico crear un sistema de apoyo para quienes se acercan al poliamor y encontrar a personas a quienes consideres buenos ejemplos. Hablamos más de este tema en el capítulo 25, en torno al apoyo social y de la comunidad.

Mejorar tu eficacia personal en otras áreas de tu vida también aumenta las probabilidades de éxito de tus relaciones poliamorosas. Reduce el poder de dos monstruos: el «fracaso» y no tener ninguna relación. Para la mayoría, por ejemplo, nuestra primera ruptura romántica es la que más miedo da, porque es la primera vez que probamos el «fracaso» romántico. ¿Volveremos a encontrar el amor? ¿Qué hacer si la persona con quien acabamos de romper nuestra relación era nuestra Pareja Perfecta? Creer que podemos no tener ninguna relación y mejorar, que podemos sobrevivir al final de algo y reconstruir son partes importantes de la eficacia personal.