Kitabı oku: «Más allá de la pareja», sayfa 8

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Un tipo peculiar de compromiso

Un aspecto esencial de las relaciones poliamorosas, en nuestra experiencia, es el compromiso de ser personas poliamorosas. A veces aprender las habilidades necesarias para serlo es duro. Tenemos que practicar y salir del paso en situaciones dolorosas cuando nos ocurren. En cierto momento, el poliamor puede parecer, simplemente, demasiado duro.

LA HISTORIA DE EVE

A pesar toda nuestra preparación, Peter y yo no sabíamos muy bien qué esperar cuando Ray y yo nos hicimos amantes. A mí me inundó totalmente la energía de la nueva relación, y Peter, con quien había terminado en una discreta rutina tras ocho años de relación, tenía que enfrentarse a la intensidad de todo ello. Un día, cuando hacía un mes que Ray y yo éramos amantes, Peter me pidió que me sentara y me dijo: «Te estás enamorando de Ray». Tenía razón. Sorprendentemente, quizá, nunca habíamos hablado de la posibilidad de enamorarse. Y allí estábamos, sin la preparación para ello.

Mi creciente relación con Ray nos forzó a Peter y a mí a enfrentarnos a un problema estructural de nuestra relación enterrado desde hacía tiempo, uno que habíamos conseguido esconder bajo la alfombra durante años. Un día, el día antes de irme a ver a Ray, Peter me dijo que no estaba seguro de querer seguir teniendo una relación conmigo. Entré en pánico. Dije que quería cancelar mi viaje para estar en casa y solucionar los problemas con Peter, pero Peter dijo que no, que él quería que yo me fuese. Y quería que yo estuviese con Ray hasta que él hubiese decidido que estaba preparado para que yo volviese.

Al día siguiente conduje hasta la casa de Ray, y aquella tarde hicimos el amor y luego me quedé tumbada en sus brazos llorando, destrozada con emociones contradictorias: miedo y tristeza ante la idea de perder a Peter, alegría por la nueva conexión con Ray. Y, de repente, acepté la situación. Me imaginé a mí misma sin Peter, era capaz de imaginar mi vida sin él y me di cuenta que sin él ni Ray, incluso sola, estaría bien. Tendría que superar un duelo, pero mi vida seguiría adelante, y yo me recuperaría. Aquel día escribí en mi diario, «Tras unos días sintiéndome en caída libre, es como si de repente mirara tras de mí y me diese cuenta… Oh, tengo alas».

Un par de días más tarde, Peter llamó y me dijo que podía volver a casa. La base de nuestra relación había cambiado drásticamente, y siguió así durante un par de años, hasta que encontramos una nueva forma de relacionarnos. Pero enfrentarme cara a cara a la posibilidad real de poder perder a Peter me vacunó contra algunos de los miedos que acompañan los mayores cambios y las mayores incertidumbres en la vida. Habiendo visto frente a mí el peor panorama posible, dejé de verlo tan aterrador.

Eve ha llamado a ese tipo de situaciones «la oscura noche del alma». Al menos que seas alguien realmente excepcional, lo experimentarás en algún momento, normalmente al comienzo. Quizá los miembros de tus relaciones lo estén pasando mal. Quizá te has cansado de luchar con tus demonios internos. Y es ahí cuando es realmente importante decidir si tienes un compromiso, con todo tu corazón y toda tu alma, con ser una persona poliamorosa. Si no te comprometes, si aún no te has preparado para esa «oscura noche del alma» y retrocedes cuando llega a causa del miedo, entonces tú y los miembros de tus relaciones van a sufrir mucho.

Por lo tanto, prepárate. Porque si te adentras en ella y sigues caminando, la atravesarás. Se terminará. Recuerda que no lo recorres a solas: miles de personas antes que tú han atravesado este camino; no exactamente el tuyo, obviamente, pero uno igual de oscuro y aterrador. Se acabará. Y se está mejor del otro lado. Atravesar esa noche oscura le quita su poder sobre ti, y eso es lo que hace falta para que tú (y tus relaciones, y las relaciones de tus relaciones) llegues a una base sólida que te llevará a la felicidad, al lugar donde puedas tomar decisiones lúcidas concentrándote en el bienestar de todas las personas involucradas.

Cuanto más tiempo se evita confrontar esa oscura noche del alma, más poder tiene sobre ti y tus relaciones. Algunas personas construyen sus vidas enteras de formas muy elaboradas para evitar enfrentarse al miedo. Mucha gente usa los corazones de sus amantes o metamores como sacrificios a las bestias desconocidas que creen que viven en esa oscuridad que no se atreven a explorar.

Te animamos a que, si vas a explorar el poliamor, no te limites a meter la punta del pie. Por un lado, porque eso no te va a dar la fuerza y herramientas para conseguirlo. Por otro, porque estarás tratando a las personas como cosas.

No todo el mundo hace el mismo camino cuando decide asumir ese compromiso de vivir poliamorosamente y tratar a sus relaciones de forma ética, incluso cuando significa enfrentarse a esos miedos aterradores. Cada persona traza un camino diferente para atravesar esa noche oscura. Pero ese camino comienza con un compromiso: saber que lo vas a hacer y que eres capaz de hacerlo.

Valentía

La mayoría, cuando pensamos en la valentía, pensamos en actos heroicos, en enfrentarse a un tanque en la Plaza de Tiananmén. Pero la valentía diaria, cotidiana, es la valentía que hace falta para confesar que te has enamorado. El valor necesario para decir: «Sí, voy a abrir mi corazón a esa persona, aunque no sé cuál será el resultado». La valentía de amar a alguien con quien tienes una relación y que ama a otra persona sin tener las medidas de seguridad que promete la monogamia. La valentía de dormir a solas. El valor para comenzar una relación con alguien que ya tiene otra relación, confiando en que esa persona te hará el espacio que vas a necesitar.

Este tipo de valentía moral es fruto de la voluntad de ser vulnerable, y de aceptar que estarás bien aunque no sepas qué va a suceder. ¿Y sabes qué? El valor es necesario porque a veces lo que estamos intentando no funciona. El tanque nos atropella. Nuestra vulnerabilidad es rechazada, o peor, ridiculizada.

Eso es lo que sucede con el valor. No puedes prometer un final feliz. No podemos decir: «Simplemente sé valiente y vulnerable, y así obtendrás amor y dominarás las relaciones poliamorosas para siempre». No sería algo valiente si existiese alguna garantía.

Puede apetecerte decir: «Bueno, no soy tan valiente». Pero no estamos hablando de algo que tú eres o no eres. Todo el mundo nos encontramos en unas situaciones muy diferentes en las que actuamos a veces con valentía y otras en las que no. De hecho, es algo con lo que tenemos que luchar todo el tiempo junto a nuestras relaciones. Como el resto de cosas, el valor no es un destino. La valentía es un verbo, maldita gramática: No es algo que tú tienes, es algo que tú haces. Lo pones en práctica un poco cada día. Y si te caes, si tu valor te falla, siempre tendrás otra oportunidad. Siempre. El valor va aumentando poco a poco.

Necesitarás la valentía porque las relaciones poliamorosas pueden dar miedo. Amar a otras personas sin seguir un guión da miedo. Permitir que la gente a quien amas tome sus propias decisiones sin controlarla da miedo. El tipo de valentía de la que estamos hablando supone tener la voluntad de renunciar a las garantías y aun así amar y confiar en las personas con quienes tienes una relación.

Por lo tanto, ¿cómo aprendes a tener valor, a desarrollar esa habilidad? Imagina que quieres aprender a nadar. Te inscribes en un curso de natación, te compras un bañador y gafas, y el día que comienza tu curso, vas a la piscina, con nervios y entusiasmo. Imagina si, para tu sorpresa, quien te entrena te sube en un bote. ¿Quizá vas a aprender a nadar lanzándote desde el bote? Pero en su lugar, se pasa todo el día enseñándote los fundamentos de la navegación: cómo atar nudos, cómo cambiar de rumbo con el viento en contra, cómo manejar las velas. Quien te está entrenando te dice con toda solemnidad: «Cuando domines el arte de navegar, sabrás cómo nadar».

Sabrías que eso es ridículo. Pero a menudo, así es exactamente cómo aprendemos habilidades como la confianza o el valor. Intentamos aprender habilidades que nos ayudarían a enfrentarnos a nuestros miedos haciendo cosas que no tienen ninguna relación con el valor, cosas como evitar los detonantes de nuestros miedos, o creando estructuras que nos protegen de las cosas que nos dan miedo, esperando hasta que nos sintamos más valientes. Si tenemos miedo de que una de nuestras relaciones nos abandone, establecemos unas reglas diciéndole que no lo haga. Si tenemos miedo de que nos reemplacen por otra persona más atractiva, nos tienta crear prohibiciones que restrinjan determinados tipos de relaciones sexuales.

No vamos a aprender sobre el valor, o la confianza, evitando las cosas que desencadenan nuestros miedos igual que no aprenderemos a nadar manejando las velas de un bote. De hecho, el tiempo y esfuerzo que dedicamos a eso es el tiempo y esfuerzo que no estamos dedicando a aprender a nadar.

Como sabes, aprendes a nadar metiéndote en el agua. Quizá empieces con unas patadas al agua donde la piscina tiene menos profundidad, pero al menos tienes que mojarte. Aprendes a ser valiente inspirando profundamente, calmándote y eligiendo el camino complicado, el que da miedo frente a la salida fácil. Como dijo la teóloga Mary Daly, «aprendemos a ser valientes siendo valientes». El camino que requiere más valor también es el que parece más duro: nos obliga a atravesar los lugares donde residen nuestros miedos. Pero del mismo modo que no podemos aplazar aprender a nadar hasta el día en que, mágicamente, sabemos cómo nadar en estilo mariposa, no podremos aplazar aprender a ser valientes hasta el día en que, mágicamente, nos volvemos valientes. Esto es un trabajo que tenemos que hacer, crear las condiciones propicias en nuestras relaciones que nos permitan comportarnos con honestidad y empatía.

#ALGUNAS PREGUNTAS QUE PUEDES HACERTE

Para ser más consciente e identificar tus propias fortalezas, debilidades y miedos (especialmente los relacionados con las relaciones) estas son algunas preguntas que puedes hacerte:

• ¿Por qué tengo relaciones románticas? ¿Qué me aportan?

• ¿Qué elementos considero esenciales, indispensables en una relación?

• ¿Hay tipos específicos de relación que sé que estoy buscando?¿Hay algunos tipos de relación que no quiero tener?

• ¿Qué le puedo ofrecer a las personas con quienes tengo una relación?

• ¿Qué me hace sentir que me cuidan, quieren y protegen?

• ¿Qué cosas me dan miedo de las relaciones? ¿Por qué?

• ¿Cómo me puedo proteger para que no me hieran? ¿Esas estrategias me ayudan en mi búsqueda de conexión o la dificultan?

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El cuidado de nuestras relaciones

Toda persona que intenta generar amor

con alguien no disponible emocionalmente, sufre.

bell hooks

Cuando comienzas el camino del poliamor, tus relaciones pueden crecer en todas direcciones. Sacudirse el molde de la monogamia significa que eres libre para construir tu vida a tu medida, en consonancia con una actitud comprensiva hacia quienes te rodean. No podemos decirte cómo será tu vida. De todos modos, te podemos decir algo, sobre todo si empezáis siendo dos que abren una relación preexistente: va a cambiar.

Muy probablemente, cambiará de maneras que no te esperas. Si tu relación actual tiene puntos débiles, el poliamor tiene sus maneras de encontrarlos. Intentar amortiguar esos cambios poniendo reglas no va a dar buen resultado, por las razones que comentamos en el capítulo 10. Las cosas que crees que podrían ser importantes podrían no serlo y cosas sobre las que no has pensado en absoluto podrían suponer un reto para ti. Hemos hablado con innumerables relaciones que han llegado al poliamor y lo que hemos oído una y otra vez es: «Cuando hablamos sobre esto, las cosas que nos parecían más importantes, no lo fueron y sobre las que no habíamos pensado, lo fueron».

La primera parte de sentar las bases para el poliamor te incumben a ti: cosas como la seguridad, la autoconfianza y la flexibilidad. La segunda parte supone preparar unas condiciones favorables para que crezca tu relación actual, si tienes una. Las herramientas para hacer estas dos cosas tan diferentes son muy similares. Quienes ahora no tienen una relación o son polisolteras no deben saltar necesariamente este capítulo, porque la experiencia de relaciones anteriores y las creencias que tenemos todavía pueden sorprendernos de maneras inesperadas y desagradables.

La cuestión de la seguridad

¿Por qué buscamos tener relaciones románticas? Para la mayoría, las relaciones son una manera de sentir que nos aman y nos valoran, así como para compartir parte de nuestra vida con quienes nos apoyan y cuidan. Cuando encontramos una relación, o dos, queremos sentir seguridad en ellas: sentir que podemos relajarnos en la seguridad del amor que nos dan nuestras relaciones.

En las relaciones poliamorosas, la necesidad de seguridad tiende a manifestarse de dos maneras. Primero, podemos tener la tentación de buscar seguridad controlando a las personas con quienes tenemos una relación. Nos puede parecer tentadora la idea de que, si conseguimos que nuestras relaciones hagan lo que queremos, sentiremos más seguridad, bien limitando el acceso de las personas con quienes tienes una relación a terceras personas para generar nuestra sensación de seguridad contra la idea de que nos reemplacen, o bien restringiendo la libertad de acción de nuestras relaciones con otras personas.

En cambio, si tenemos empatía, querremos que las personas con quienes tenemos una relación se sientan seguras. Por lo que podría tentarnos aceptar sus restricciones, con la esperanza de que haremos que nuestras relaciones se sientan más seguras. La seguridad es un asunto complicado. Por un lado, nuestras decisiones afectan mucho a la seguridad de nuestras relaciones. Por otro, la auténtica seguridad tiene que construirse desde nuestro interior. La seguridad que depende de las acciones de otra persona es frágil, y se pierde fácilmente.

Hay cuatro principios sobre la seguridad personal que parecen ser verdad:

• Es imposible «hacer» que otra persona se sienta segura. Podemos facilitar una actitud comprensiva y de apoyo dando confianza, escuchando, comportándonos de manera considerada, pero estas acciones no pueden convertir a otra persona en segura. Se requiere trabajo personal de esa otra persona para que tenga la sensación de seguridad y confianza.

• Es casi imposible construir una relación sólida de cualquier tipo en medio de la inseguridad. Esto parece ser especialmente cierto en el poliamor.

• La inseguridad crea sus propias pruebas y refuerza sus propias premisas. No hay nadie con el tiempo y esfuerzo suficientes para hacer que una persona insegura vea la luz y se dé cuenta de que su inseguridad es infundada. Deberá enfrentarse voluntaria y deliberadamente a esa inseguridad, comprenderla y entonces decidir superarla.

• Enfrentarse de forma voluntaria y deliberada a la inseguridad, comprenderla y decidir superarla es un trabajo aterrador, incómodo. Mirar de frente nuestros demonios interiores es tan incómodo que puede hacer que parezca más fácil gatear sobre cristales rotos rociados con alcohol y veneno de serpiente. Es poco común que una persona esté dispuesta a hacerlo sin que le empujen a ello. Y este principio tiene una conclusión final.

Intentar evitar molestar a una de nuestras relaciones cediendo ante su inseguridad, o evitando lo que pueda provocarla, puede, precisamente, propiciarla, reforzando en lugar de aliviar el problema. Precisamente las cosas que haces para intentar que sienta más seguridad pueden empeorar esa inseguridad.

Otro punto que hemos aprendido: por muy contradictorio que parezca, a veces una sensación duradera de seguridad se deriva más de saber que teniendo una relación con quien puede irse, decide quedarse, que de intentar obligarle a que se quede.

La puesta en práctica de la seguridad

La inseguridad es tóxica. No puedes confiar en alguien que siempre temes perder. No puedes convertirte en miembro de una relación que crees que no te «mereces». Nunca podrás alcanzar la felicidad si no crees que eres suficiente para ella. Cuando sentimos inseguridad, nos puede impedir ver el amor que nuestras relaciones nos ofrecen, lo que nos puede hacer sentir aislamiento, lo que nos provocará más inseguridad, lo que nos impide todavía más ver el amor que nos están ofreciendo.

LA HISTORIA DE EVE

Siempre he sido profundamente insegura. No hace mucho, tuve una epifanía: es como imaginarse que cada persona arroja un círculo de luz a su alrededor. Esa luz es su cariño. La gente te deja acercarte a su luz, dependiendo de cuánto les gustas. En todas mis relaciones –personales y profesionales, románticas o de amistad– siempre me he sentido fuera de ese círculo de luz, siempre dudando de si dar un paso adelante, siempre pidiendo permiso para entrar. Y siempre sintiéndome un poco avergonzada de pedirlo, sin saber nunca si sería bienvenida.

Incluso con mis amistades más cercanas, nunca me he visto incluida en ese círculo, por lo que nunca pude sentirme simplemente tranquila y segura de que esa relación existía y que seguiría existiendo. Por decirlo de otra manera, siempre sentí que yo solo era la que lo pedía, nunca la que lo ofrecía, como si el tiempo que pasaba con las personas que me importaban fuera algo que les quitaba, no algo que me daban. Esta percepción causó que se terminaran al menos dos de mis relaciones, porque me hizo alejarme, para dejar de invertir en ellas: sentía que dedicarme a las relaciones con las personas que me importaban era una carga para ellas.

Tenía un amigo cercano en la universidad que, durante un año, pasó la mayoría del tiempo conmigo. Un fin de semana pasamos tres días haciendo senderismo en las Olympic Mountains. Recuerdo sentarme a su lado junto a la hoguera, sintiéndome insegura (por supuesto), preocupada de que quizá le estuviese sacando de quicio. Esa idea cruzaba mi mente, Espero que mi amigo no me odie. De repente me di cuenta de lo absurdo de esa idea: Si te odiase ¿por qué iba a pasarse tres días en las montañas contigo?

Hizo falta, oh, una década y media más para que entenderlo de esa manera se volviese algo normal para mí. Cuando tuve la epifanía de los círculos de luz, me di cuenta de que, en la mayoría de mis relaciones, había estado dentro del círculo todo el tiempo. Todo lo que me hacía falta para estar dentro era darme cuenta de que ya lo estaba. Me encontré con que, simplemente imaginando ese círculo, y que me incluía, cambiaban mis interacciones con las personas más cercanas a mí. Esa visualización ahora ya se ha convertido en algo habitual.

Franklin ha hablado con mucha gente que dice cosas como «soy una persona insegura», como si la inseguridad fuese algo con lo que naces. En realidad, es algo que puedes controlar. Esa «inseguridad» es algo que puedes, si quieres, decidir dejar de sentir. Creemos firmemente en la capacidad reafirmativa de poder decidir, y creemos que la gente a menudo se siente insegura porque toma decisiones, decenas de veces al día, que confirman y refuerzan su propia inseguridad.

Cambiar la idea que tienes de ti es doloroso e incómodo. Por esa razón mucha gente elige, sin que necesariamente sea consciente de haber hecho esa elección, mantener ideas destructivas sobre sí misma en lugar de enfrentarse a la incomodidad y miedo que provoca cambiar esas ideas.

La autoimagen, como tocar el piano, es algo en lo que mejoras practicando. Si tú practicas tu inseguridad (si aceptas pensamientos e ideas que destrozan el concepto que tienes de ti, si te pasas la noche en la cama pensando sobre las razones que hacen que no valgas nada o no seas suficiente), terminas volviéndote muy hábil en sentir inseguridad. Por otro lado, si practicas sentir seguridad (si rechazas pensamientos e ideas que destrozan el concepto que tienes de ti y aceptas ideas que lo refuerzan, si te pasas la noche en la cama pensando en las razones que te hacen especial y que le aportan algo a las personas en tu vida) entonces terminas volviéndote muy hábil para sentir una mayor autoestima y seguridad personal.

En la web de Franklin, la «Guía para convertirse en una persona segura» es uno de los textos más populares que ha escrito nunca. Este es el ejercicio en tres pasos que él ha encontrado increíblemente valioso para reforzar la seguridad personal:

Paso 1: Sé consciente de que puedes elegir. No pudiste elegir las experiencias del pasado, por supuesto (la gente que se reía de ti en el colegio, o tu ex que te dijo que no estabas a la altura) pero en este mismo momento puedes elegir si seguir creyéndoles o si cambias las ideas que tienes sobre ti. Lo más duro de cambiar tu propia imagen es darte cuenta de que puedes elegir. El resto es más fácil.

Paso 2. Actúa como una persona con seguridad en sí misma, incluso si no lo eres. «Aparenta ser algo hasta que llegues a serlo» es una estupenda estrategia personal. No puedes controlar tus sentimientos, pero puedes controlar tus actos. Controlas tu cuerpo: puedes elegir actuar con confianza aunque no te sientas así. Cuando te enfrentes a algo que te da miedo o te amenaza, piensa en qué decisión tomarías si sintieras esa seguridad interior… y decide hacer eso. Incluso si te aterroriza. Nadie se va a enterar. ¿Sientes inseguridad cuando ves cómo la persona con quien tienes una relación besa a otra de sus relaciones delante de ti? Inspira profundamente, piensa «siento inseguridad cuando veo esto, pero aun así quiero hacerlo» y permite que suceda. Actuar con seguridad va a dar la sensación de algo falso y forzado al principio, pero se volverá algo normal gradualmente.

Paso 3: Practica. Mejoras en algo cuando lo practicas. Una persona insegura se vuelve muy hábil para sentirse insegura porque practica todo el tiempo. Estás practicando para sentir inseguridad cuando recuerdas aquellos antiguos insultos en el colegio y te dices que son verdad. Practicas tu inseguridad cuando repasas las razones por las que no mereces estar con la persona con quien tienes una relación.

La gente segura practica a ser segura. Deja de pensar sobre esos viejos insultos: cuando te vengan a la mente, repítete: «No, son mentira, y decido no seguir creyéndolos». Cuando te encuentres pensando en todas las cosas malas que tienes, detente y piensa: «No, están equivocadas. Aquí está la lista de cosas buenas y atractivas que tengo». (A pesar de lo trillado que suena, escribir una lista de las cosas que te gustan de ti y llevarla en el bolsillo, ayuda.) Cuando te encuentres pensando sobre por qué la persona con quien tienes una relación no te desea o no debería hacerlo, detente y piensa: «No, eso no es cierto».

Practicar tu seguridad personal significa centrarte constantemente en tu mejor versión. Cada creencia sobre ti que decidas mantener, en cada momento, es un paso que te acerca o te aleja de la persona que quieres ser. Como dice la empresaria canadiense Lynn Robinson, «Nuestras propias creencias sobre cómo somos son todas inventadas. Así que es buena idea inventarse algunas creencias positivas».