Kitabı oku: «King Nº 7 El Dios de nuestra vida», sayfa 3

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Orar. Es importante también orar pidiendo iluminación. Y escuchar con atención lo que aflore en tal oración.

Audacia de la decisión. Tanto en grandes como en pequeñas cosas todo acatamiento de la voz divina en el alma supone una audacia. Es el precio de toda toma de conciencia y de los interrogantes concomitantes. He de asumir riesgos con audacia, ya que no tengo la plena seguridad. También en este punto la hondura del alma me confirmará que mi acción fue la correcta. Pero esto no excluye que a la vez existan algunas dudas.

Esta vez fue correcto; la próxima puedo volver a examinar el asunto. Si creo que Dios opera en mi vida - el Dios de la historia y de la vida -, puedo esperar entonces que una acción concreta que no me parezca correcta o se compruebe que es equivocada, tenga sin embargo un lugar en los planes de Dios. De tal modo que en esa oportunidad haber procedido así fue correcto, y en otra oportunidad puedo o debo hacer las cosas de otra manera.

Resultante creadora. La certeza de que una interpretación y acción fue la correcta se obtiene a menudo recién al cabo de cierto tiempo. Sobre todo en el caso de cuestiones importantes. En este contexto el P. Kentenich emplea el término “resultante creadora”.

Fruto del Espíritu. Desde el punto de vista bíblico, un criterio importante es el “fruto del Espíritu”. “El fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia” (Gal 5, 22).

Toda vida es única. Si bien se trata siempre de adecuarse a lo ya dado objetivamente y cumplir con los criterios correspondientes, no debe olvidarse que se está enfocando mi vida personal, personalísima. Por último ninguna persona ajena puede juzgarla. Incluso yo mismo debo dejar en manos de Dios la cuestión de si algo es o fue correcto. Sin embargo el camino del P. Kentenich nos alienta a creer en la rectitud de la propia vida y nos anima a ser personales y subjetivos. Se me permite no “delegarme” - por decirlo así - en nadie. Todo ser humano es la realización de un pensamiento muy original de Dios, es amado infinitamente por Dios, es objeto de la alegría de Dios.

Esto vale para mí mismo y también para los demás. También para mis colaboradores. Todos los criterios de reconocimiento de lo correcto enumerados en esta aportación se hallan bajo esta premisa.

A lo largo de toda la vida podemos y debemos no sólo aplicar una y otra vez los criterios mencionados, sino depurarlos de escorias, igualmente a lo largo de toda la vida. Escorias que nos dificultan o bien imposibilitan una cabal aplicación, porque arrastramos mucha falta de libertad, miedos, neurosis, rutinas, insuficiencias de nuestra educación y también, una y otra vez, el pecado. Hay que liberar el alma a lo largo de toda la vida para que se halle a sí misma. Anímate pues a ser tú mismo y serlo cada vez más. Pero eso no es posible sin audacia. Cada ser humano es, en lo más profundo, el único responsable de sí mismo.

“Fe práctica en la Divina Providencia sobria”. Cuando se trata de tomar decisiones no debo consultar a Dios como se consultaría, por decirlo así, un oráculo. Más bien se apunta a reflexionar con toda seriedad y abordar el asunto con sobriedad y practicidad. En el P. Kentenich aparece con extraordinaria frecuencia el término “sobrio” como atributo: Fe sobria y práctica en la Divina Providencia.

Sin embargo no siempre se trata de decisiones y resoluciones de gran envergadura. En tales casos puedo ser más generoso y espontáneo en cuanto a suponer que Dios se comunica conmigo, me saluda, me hace señas, me habla. Esto le infunde al todo un maravilloso aroma y despierta una gran alegría en la fe, hace a la religión interesante y viva. Por eso en caso de duda y en el caso normal, es mejor “exceso en lo bueno” que exceso de dudas atormentadoras.

8. Bibliografía

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De los mismos editores:

Des Lebens Sinn 1970.

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Manfred Gerwing/Joachim Schmiedl: Artículo „Geschichte, Geschichtauffasung“. En: Schönstatt-Lexikon 1996.

Christoph Horn: Das Wallis als Weg zu Gott. Pau, Cerna 2006.

Herbert King: Liebesbündnis. Impulse zum Umgang mit der Spiritualität Schönstatts. Patris Verlag 1989, 10-48. In:www.herbert-king.de

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Filosofía orgánica de lo concreto (filosofía personalista-existencial-histórica. En: Las tres dimensiones del paradigma de José Kentenich, Colegio Mayor, Santiago 1999, 206-238. Spanische Übersetzung en: www.herbert-king.de

Religión y fe (como aspecto de naturaleza y gracia). En: Las tres dimensiones del paradigma de José Kentenich, Colegio Mayor, Santiago 1999, 77-92. En:www.herbert-king.de

Gott des Lebens. Religiöse Spuren in seelischen Prozessen. Patris Verlag 2001. 36-60 (Sprechen Gottes in der Seele). In:www.herbert-king.de

Gott in mir. Patris Verlag, Vallendar 1997. También en: www.herbert-king.de

Gotteserfahrung als zentrales Thema heutiger Seelsorge (Pastoral-Kongres 2000 in Schönstatt). Selbstverlag 2000. In:www.herbert-king.de

Überlegungen zu einer Theologie der Erfahrung des Wirkens Gottes. En: Lebendiges Zeugnis 61 (2006), 36-42. En: www.herbert-king.de

Reflexiones sobre una teología de la experiencia del obrar divino. En:www.herbert-king.de

Gottes Spuren sehen. Dienst an der Gotteserfahrung junger Menschen. Skript 2003. In:www.herbert-king.de

Unterscheidung der Geister. In: Basis. Heft 9, 2002. También en: www.herbert-king.de

Gott desde Lebens-Theologie in der Apostelgeschichte. Skript 2004. In:www.herbert-king.de

Gottes Spur und Bild sehen. In: Regnum 36 (2002), 145-156.

Kurzbeiträge zur Gotteserfahrung in www.spurensuche.de. Zusammengestell. In:www.herbert-king.de

Franz Lüttgen: Praktischer Vorsehungsglaube bei Pater Joseph Kentenich. En: Regnum 6 (1971), 57-69.

Lothar Penners: Eine Pädagogik des Katholischen. Patris Verlag 1983, 324-344 (Exkurs: Vorsehungsglaube im Verständnis J. Kentenichs als Vermittlungskategorie zwischen Glaubenswelt und Situation).

Del mismo autor: Vorsehungsglaube. In: Regnum 19 (1984), 22-36.

Von der Spur zur Begegnung. In: Regnum 36 (2002), 56-65.

Stefan Schaaf: Welterfahrung und Gottesglaube. Zum Ansatz Josef Kentenichs angesichts der Problematik der neuzeitlichen Desintegration von Welterfahrung und Gottesglaube. Zulassungsarbeit zur kirchlichen Hauptprüfung (bei Greshake). Freiburg 1992.

Hans-Werner Unkel: Theorie und Praxis des Vorsehungsglaubens nach P. Joseph Kentenich, 2 Bände. Patris Verlag 1981.

Del mismo autor: Art. „Praktischer Vorsehungsglaube“. In: Schönstatt-Lexikon 1996.

www.spurensuche.de ofrece mensualmente diferentes ejemplos sobre el trato con el Dios de la vida.

August Ziegler: Der Vorsehungsglaube in unserer Zeit. Regnum 5 (1970),13-19.

Paul Zingg: Spricht Gott in der Geschichte? In: Regnum 8 (1973), 75-84.

Karl Kardinal Lehmann: Spuren Gottes in der pluralistischen Gesellschaft. In: Regnum 36 (2002), 99-105.

Deutsche Bischofskonferenz (editores): Erwachsenenkatechismus. Bonn 1985, 101-106.

Concilium 37 (2001), Heft 1: Gott: Erfahrung und Geheimnis.

Gebhard Fürst: Buch des Lebens. Schwabenverlag. Filderstadt 2004.

Richard Kocher: Herausgeforderter Vorsehungsglaube. Die Lehre von der Vorsehung im Horizont der gegenwärtigen Theologie. St. Ottilien (Eos-Verlag) 1993. El libro de Kocher hace también una detallada valoración del pensamiento providencialista de J. Kentenich (302-315).

Karl Rahner: Über die Erfahrung der Gnade. In: Schriften zur Theologie III, Köln, 1961, 105-110.

Del mismo autor: Das Dynamische in der Kirche. Herder, Freiburg 1958.

Arnulf von Scheliha: Der Glaube an die göttliche Vorsehung. Kohlhammer Stuttgart 1999.

Michael Schneider: Theologie als Biographie. Eos-Verlag, St. Ottilien.

Theodor Schneider und Lothar Ulrich (Hrsg.): Vorsehung und Handeln Gottes. Quaestiones Disputatae 115, Herder Freiburg-Basel-Wien.


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LA FE PRÁCTICA EN LA DIVINA PROVIDENCIA

(a. Declaraciones programáticas)

1.1 LA FE PRÁCTICA EN LA DIVINA PROVIDENCIA COMO MENTALIDAD

De: Exerzitien für Schönstatt-Priester, November 1966, 125-126

¿Cuáles son los puntos centrales de la concepción posconciliar de Iglesia y educación de nuestro pueblo? Ciertamente todas las cuestiones eclesiológicas y todas las cuestiones litúrgicas revisten hoy gran importancia. Pero la cuestión central es Dios.16 No lo olviden. Lo que no quiere decir que no debamos abrazar y hacer todo lo que se dice en el Concilio. Pero lo central es Dios. La idea de Dios no sólo está asegurada por la educación litúrgica; eso no alcanza. Ténganlo siempre en cuenta. Sobre esta base comprenderán mucho mejor aquello a lo que apuntamos con la ley de la puerta abierta y el Dios de la vida.

De:Exerzitien für Schönstatt-Priester, Dezember 1966, 75

La fe en la Divina Providencia nos dice que el Dios vivo nos habla a través de las cosas más pequeñas de la vida diaria. Hoy decimos que el problema de la actualidad es el concepto de Dios. Y con eso nos estamos refiriendo a la fe en la Divina Providencia, porque todo lo que hoy acontece en el mundo está empañando el concepto de Dios. En efecto, la gente se pregunta cómo es posible que un Dios de amor esté detrás de todas las terribles injusticias que en parte nosotros mismos hemos experimentado u observado, o bien seguimos observando.

De: Studie 1949, 52-53

Así como el espíritu de fe ilumina mundo y vida, así también arroja luz en forma de fe práctica en la Divina Providencia sobre muchos enigmas y misterios de la vida cotidiana. Entre nosotros la fe en la Divina Providencia está desarrollada muy fuertemente, al punto de poder afirmarse con razón que se ha convertido en una especie de mentalidad. En este sentido podríamos compararnos de alguna manera con Cottolengo,17 si bien con la diferencia de que nosotros, más que él, ponemos énfasis en la actividad personal, en la reflexión personal, en indagar cómo prever las cosas.18 Sin esa marcada fe en la Divina Providencia el mundo de hoy no llegará al encuentro con Dios; sin esa fe no hay seguridad en medio de la inseguridad de la vida. Sólo esa fe infunde los ánimos y la fuerza para - citando a Nietzsche - edificar una casa “en la cercanía del Vesubio”19 y morar tranquilos en ellas.

De: Das Lebensgeheimnis Schönstatt, I (1952), 145

De tales reflexiones extraemos la siguiente conclusión: Tienen razón quienes consideran que la educación en la fe práctica en la Divina Providencia es una tarea central de la pastoral de hoy20 y no se cansan de luchar contra todos los falsos profetas que en la enseñanza y la vida se estancan en ideas desvaídas, abstractas, y que - citando a Shakespeare -, “sufren de palidez” en cuanto a sus ideas, y separan fe de vida.

De: Chronik-Notizen 1955, 590

Difícilmente haya otra comunidad en estos últimos tiempos que, como nosotros, repare tan fuertemente en las voces del tiempo como voces de Dios. Para nosotros la fe en la Divina Providencia se ha convertido lisa y llanamente en una decidida mentalidad. Quizás no haya muchas personas para quienes, como en nuestro caso, el Dios de la vida esté tan fuertemente en el centro del pensar, amar, planificar y actuar. Con esto no estoy diciendo que descuidemos al Dios de la Sagrada Escritura, al Dios de nuestros altares y al Dios que mora en el corazón del hombre en gracia. Acentuar una cosa no significa pasar por alto las demás. Si esta actitud fundamental vale en mayor o menor grado para todos nosotros, particularmente para los dirigentes destacados de nuestras filas, que con su santa vida son pilares de la Familia, son testigos fieles de su espíritu. Todos, sin excepción, son hijos de la Divina Providencia por antonomasia. Unos lo son más; otros, menos. Pero en todos se percibe ese aroma.21

De: Vorträge 1963, 4, 186

El Dios de Abraham (…) a quien también nosotros adoramos hoy. (…) Por entonces Moisés tuvo una experiencia numinosa extraordinariamente fuerte. (…) Una intervención de lo alto en su propia vida. Eso es lo que vivió. Y me parece que deberíamos detenernos un poco en este punto. Parte de la tarea de esta semana es contemplar más fuertemente nuestra propia vida a la luz del más allá.

De: Rom-Vorträge, I (1965), 214

Eso fue una constatación de la conducción divina. No me canso de reiterar la tremenda importancia que reviste la fe en la Divina Providencia para la historia de nuestra Familia, pero también para toda la historia de la Iglesia.

De: Ansprache vom 27. August 1966

En: Vorträge, IX (1966), 241

Fe en la Divina Providencia. ¿Qué significa? Que todo lo que acontece en nuestra vida es un don de Dios y Dios pide una devolución de amor. Vale decir, una respuesta de amor. Algo que no nos resulta fácilmente de captar si miramos el acontecer mundial y nuestra vida personal sólo con ojos naturales. Tal respuesta de amor sólo será posible si volvemos a ser niños, a ser mensajeros, héroes de las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.22

De: Brief an Turowski 1952/53, 274

Nuestra fe práctica en la Divina Providencia tiene que unirse inseparablemente con nuestra fe en la Alianza y desembocar en la fe en la misión. Así pues la fe pasará a ser fides caritate formata.23 Pero estos tres aspectos van juntos. Son elementos constitutivos de una totalidad viva. Si falta uno u otro, faltará algo esencial, la espiritualidad de Schoenstatt quedará mutilada. Porque no en vano hablamos del mensaje tripartito de Schoenstatt: Mensaje de la fe en la Divina Providencia, de la Alianza de Amor y de la pasión por la misión.

1.2. CÓMO EL P. KENTENICH EXPERIMENTABA A SU DIOS

De: Conferencia del 18 de julio de 1965

En: An seine Pars motrix, 2 (1965), 273-274. 279.281.287-289.292

Permítanme recurrir a una imagen. Pensemos en Alemania, en nuestra patria, en un bosque en pleno verano. Estamos paseando por el bosque. Aparentemente no sopla viento alguno. Pero si no estamos demasiado ocupado con nosotros mismos advertiremos que desde la parte más alta de las copas de los árboles nos viene un susurro peculiar y constante. (…) En efecto, en las ramas más altas de los árboles hay movimiento y murmullo, y siempre lo hubo. Un movimiento que a veces se comunica a todo el árbol porque lo divino está irrumpiendo con mayor fuerza aún. Hoy24 todos nosotros experimentamos, en la situación actual, un verdadero terremoto de gracias,25 algo más fuerte de lo común. Mi tarea consiste en interpretar, en hacer comprensible ese susurro de lo divino, esa irrupción de lo divino en nuestra historia. Porque vivimos muchas cosas, experimentamos muchas cosas, y las expresamos como quien tartamudea, porque no siempre es fácil expresarlas cabalmente.26

El término que quiero presentarles ahora es muy conciso y realista: Actualmente estamos viviendo una “escena de Anunciación” de cuño muy particular.27 Permítanme revelarles algo de la estructura de mi alma: (…) Un don que me fuera dado ya en la cuna es la capacidad de buscar siempre un mensaje de Dios detrás de todo lo que acontece en la vida, detrás incluso de las mínimas cosas. “El ángel del Señor anunció a María…” (…)

Todo esto es muy sencillo y natural, pero siempre toca el más allá. Y he ahí lo más importante. No ideas puramente humanas sino siempre entrando, a tientas, en otro mundo. Ciertamente esto es lo que Dios debería otorgarnos a todos, más y más, a modo de carisma. De ahí la pregunta que nos planteamos: ¿Qué quiere decirnos Dios? (…) Me interesa que nos movamos cabalmente en el mundo del más allá, sin el cual no podremos asumir este mundo terrenal en el cual estamos viviendo. (…)

¡Cuántas veces se ha repetido la Anunciación! Hagan siempre esa comparación con la vida de la Sma. Virgen. Realmente es muy sencillo. Luego de esa hora, en la vida de la Madre del Señor no hubo continuamente ángeles que descendiesen aleteando del cielo, sino causas segundas como fue en nuestro caso. (…) Es muy importante reflexionar una y otra vez sobre cómo se han escuchado y examinado en el más acá mensajes pequeños, pequeñísimos, del más allá. (…) El ángel del Señor anunció a María… Se trata siempre de lo mismo: Dios habla. De ahí las tres preguntas. En primer lugar meditar lo siguiente: ¿Puede estar esto en el plan divino?; en segundo lugar, preguntar; en tercer lugar, actuar. (…) Todo fue muy sobrio y sencillo: Se reflexionó, ateniéndose a los parámetros comunes, sobre lo que Dios quería, y se respondió asumiendo con seriedad la fe común. (…)

Naturalmente hay que contar con que uno puede equivocarse. Cuando se trata de la fe en la Divina Providencia, desde el punto de vista teológico sólo se puede alcanzar una determinada certeza interior cuando el Espíritu Santo con sus siete dones reemplaza un poco la lucecita habitual, y hace resplandecer con mayor fuerza su luz.28 ¿Ocurre así? Bueno, en eso estriba la audacia. Ciertamente la confirmación de que se ha interpretado bien la voluntad divina llega recién al cabo de años. Hasta ese momento se estará inmerso pues en una completa incertidumbre. (…) Porque lisa y llanamente la realidad es que cuando uno ha reconocido algo, cuando Dios ha hablado,29 la creatura ha de callar. Y eso realmente no es fácil.

1.3 Del “Credo” de José Kentenich

De: Hacia el Padre (1945), 62-64

En medio del horror e inseguridad del campo de concentración de Dachau, el P. Kentenich compone una peculiar oración, en verso, en la que expresa su fe en el Dios de la vida y de la historia que guía todo hacia el bien.

Creemos, oh Dios, que tu poder

dio al mundo la existencia,

que Tú lo mantienes y riges,

que lo conduces sabiamente a su fin. (…)

Estamos así sobre el universo

adentrados en la divinidad;

valemos más a tus ojos

que, sin nosotros, toda la tierra.

Las obras de todas las culturas

son tan sólo polvo insignificante

comparadas con la grandeza

que nos concede tu amor. (…)

Nos contemplas con mirada paternal

y nos participas de la felicidad de tu Hijo;

dispones todo cuanto nos acontece,

para nuestra eterna salvación.

Cada sufrimiento es un saludo tuyo,

que da alas a nuestra alma,

con vigor nos marca el rumbo

y mantiene vivo nuestro esfuerzo. (…)

Como el girasol se vuelve al sol,

que lo regala con abundancia,

Padre, nos volvemos creyentemente hacia ti

con el pensamiento y el corazón.

Silencioso y paternal

te vemos detrás de cada suceso;

te abrazamos con amor ardiente

y con ánimo de sacrificio vamos alegres hacia ti.

1.4 Triple providencia de Dios

De: Brief an Turowski 1952/53, 122-123

La fe nos muestra a Dios Padre que se preocupa por el gobierno del mundo desde tres puntos de vista.

(a) Con actitud providente Dios atiende paternalmente a todo el mundo de la creación y del hombre,30

(b) se interesa personalmente por cada ser humano y

(c) dispensa una muy especial atención a las personas y comunidades de dirigentes.

En el primer caso se habla de providentia divina generalis (providencia general);31 en el segundo, de providentia divina specialis (especial o individual); y en tercer lugar, de providentia specialissima (providencia especialísima o extraordinaria).

1.5 Providencia general y especial

De: Brief an Turowski 1952/53, 125-126

En razón de su natural limitación, el ser humano se ve desvalido ante la infinita plenitud del ser divino y la riqueza de las cualidades divinas que se le presentan en su unidad ordenada. El hombre mide con patrones humanos y por eso no es capaz de aprehender íntegramente la imagen paterna de Dios. Ciertamente a la luz de la fe comprende que Dios sostiene en sus manos el sistema del universo, infinitamente grande y complejo. Comprende asimismo que Dios ha puesto leyes en el mundo y en el acontecer mundial, a las que se atiene en su infinita santidad, verdad y justicia. Leyes que sanciona para realizar el gran plan que trazó desde toda la eternidad y quiere llevar a cabo con consecuencia a lo largo de la historia del mundo.

Aquí se nos plantea la inquietante pregunta: Dado que Dios, en virtud de su imparcialidad, no repara en el prestigio de las personas, desde un punto de vista puramente objetivo, ¿no debería entonces recompensar o castigar a ojos cerrados no tanto a las personas individuales como tales sino más bien las buenas y males cualidades? ¿Y no está esto en contradicción con aquella otra concepción que le atribuye a Dios un mayor interés, cálido y personal, por las personas, un amor a ellas también por causa de ellas mismas, lo que constituiría para Dios una imperfección que iría en desmedro de su ser? Y aun cuando tal actitud divina fuese posible y se correspondiese con la realidad objetiva, ese amor personal de Dios, en razón de su condición de amor espiritual, ¿podría ejercer tanta influencia sobre nosotros como, por ejemplo, la calidez y fervor de un noble amor que puedan prodigarnos nuestros padres o amigos?

Quizás al creyente le parezca que Dios - precisamente porque es padre o debe serlo -en su gobierno del mundo, normado y regulado por leyes eternas - tiene en cuenta, al menos sumariamente, el bienestar de cada ser humano. En este sentido Dios sería como cualquier persona que por naturaleza es bondadosa e irradia esa bondad donde quiera que esté o vaya.

Ciertamente parece que detrás hubiera una benevolencia personal. Pero no es así.32 Según esa visión de las cosas, Dios ama, pero sin tener un interés especial y cálido por la persona concreta que toma contacto con él; sin tener un interés especial y cálido que le permita participar muy personalmente en las esperanzas y temores, alegrías y dolores, angustias y esperanzas de ese hombre concreto, en suma, que le permita participar muy personalmente en su bienestar o malestar, en todos los acontecimientos de su vida y en todas las oscilaciones de su estado de ánimo como lo haría, por ejemplo, un amigo para con su amigo o un padre o madre para con su hijo.

Ahora bien, esa misma fe dice ciertamente que Dios es, de manera misteriosa, ambas cosas a la vez: Dios de verdad y justicia y Dios de santidad. Un Dios que en su guía del mundo y de la historia de salvación no se aparta ni en lo mínimo de las líneas que él ha trazado ni de las leyes que ha establecido. Pero es también un Dios de amor que continuamente tiene en la mira el bienestar general de la creación y se ocupa de cada individuo, de sus grandes y pequeñas necesidades como si - hablando humanamente-, sólo tuviera ese hijo y ningún otro. Más aún, que Dios pone continuamente la verdad, la justicia y la santidad al servicio del amor; y que lo hace tanto en general como en particular, o bien, - como lo dice san Gregorio - que la providencia de Dios se extiende tanto sobre un alma como sobre toda una ciudad; sobre una ciudad como sobre un pueblo; sobre un pueblo como sobre todo el género humano, pero de tal manera que él repara en cada individuo como si no tuviese otro de quien ocuparse, y a la vez se ocupa de todo el conjunto como si no se ocupase de lo particular. Pero esta verdad de fe se queda por lo común en la cabeza, en el plano intelectual, sin calar profundamente en el corazón, más aún, muy a menudo ni siquiera genera en la mente las correspondientes representaciones, porque para ello faltan, por lo común, puntos de comparación en el mundo terrenal y humano.

1.6 INSUFICIENTE ELABORACIÓN TEOLÓGICA

De: Carta al P. Menningen del 25 de mayo de 1953

En: Hug (Hrsg.): Das Schönstatt-Geheimnis, 29

Si no me equivoco, hasta ahora la teología prácticamente no se ha ocupado de esta cuestión. Al menos entre los autores que están a mi alcance no hallo una toma de posición clara e inequívoca.33Dada la importancia que reviste la Divina Providencia para esta época y para nuestra misión en ese campo, sería una encomiable tarea subsanar esta laguna. Ya se han hecho investigaciones profundas que permitirían dar una respuesta académicamente exacta a este complejo de cuestiones. Habría que exponer esa respuesta en el foro público para su discusión. Eso sería de gran provecho para la vida cotidiana. Ya hace mucho tiempo que he pedido que en nuestra Facultad de Teología haya un especialista en Divina Providencia, así como en la persona del P. Köster tenemos un especialista en Alianza de Amor. 34(…)

Si aspiramos a que el Santo Padre legitime para el tiempo actual nuestra fe en la Divina Providencia, eso sólo tiene sentido si remontamos dicha fe - en todas sus expresiones, vale decir, en las expresiones de la providentia generalis, specialis y specialissima - a la raíz de la fe teológica o sobrenatural.

Es posible que la teología se haya ocupado demasiado poco de ésta y otras cuestiones. Topamos aquí con la queja de amplios e influyentes sectores que no se cansan de señalar que nuestra teología de hoy está muy lejos de la vida, que no tiene la suficiente fuerza creadora para ver con claridad los temas actuales de la vida e iluminarlos desde Dios con una luz nueva.

De ahí mi llamamiento personal a contar con teólogos capaces en nuestras filas de ocuparse de estas difíciles cuestiones que acabamos de mencionar. Me parece incluso que futuros doctores de la Iglesia podrán cosechar laureles en ésta y otras áreas conectadas.

De: Carta al P. Menningen del 25 de mayo de 1953

En: Hug (Hrsg.): Das Schönstatt-Geheimnis, 46-47

De los textos presentados anteriormente y de las explicaciones agregadas se desprende por sí mismo el status quaestionis. Se plantea pues la siguiente pregunta: ¿En qué medida se puede extender el concepto “auctoritas Dei revelantis”?35

Los teólogos admiten de modo unánime que la autoridad divina se manifiesta en la Revelación oficial, que ciertamente ha de ser respondida por todos en forma de fides theologica.36 Y concuerdan asimismo en que Dios puede expresar su deseo y voluntad en revelaciones privadas, que deben ser respondidas por el receptor igualmente mediante la fides theologica.

A ello se agrega como una nueva pregunta:37 ¿Acaso Dios no habla a las personas también a través de los signos de los tiempos o mediante sus conducciones y disposiciones? ¿Acaso no lo hace de modo tan claro e inequívoco que todo aquel que por tales signos capte con claridad el deseo y voluntad de Dios está obligado, en virtud de la fides theologica, a inclinarse ante él con actitud creyente? Acaso no apuntan en esa dirección las palabras del Señor: “Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente?”38

De: Carta al P. Menningen del 6 de junio de 1953

Si realmente aspiramos con seriedad a que el Santo Padre legitime oficialmente la fe en la Divina Providencia, tal como dicha fe está viva en nosotros, y la legitime como la gran maestra de la vida actual, capaz de resolver los problemas de la época de manera similar a como lo hace la fuente extraordinaria de conocimiento [las apariciones y milagros], entonces es de suma importancia fundamentarla teológicamente.

(b. El Dios que se revela personalmente y a quien el hombre puede dirigirse personalmente)

1.7 EL DIOS QUE ESTÁ PRESENTE EN TODO Y ACTÚA EN TODO

De: Vorträge 1963, 10, 122-123

Tenemos que convencernos de las siguientes grandes verdades:

En primer lugar, que Dios es una realidad. Dios es realidad por antonomasia. Y esto tiene hoy gran importancia. Ya saben por qué: Porque el hombre de hoy advierte, percibe, que entre él y Dios se interponen muchas cosas y que él, el hombre, queda adherido, apegado a ellas. Ustedes saben además qué difícil resulta hoy tomar conciencia de Dios en la vida cotidiana, en el acontecer mundial. Porque parece que Dios estuviese durmiendo, que hubiese puesto en manos del diablo el cetro del acontecer mundial.

En segundo lugar, convencernos de que Dios es una realidad personal. Vale decir, es persona; no es un “ello” sino un “Tú”, un tú personal, incluso es tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas y un solo Dios. Si queremos cultivar un trato amoroso con Dios, naturalmente no podemos prescindir de grabarnos una y otra vez estas realidades.