Kitabı oku: «Los elementos de investigación», sayfa 4

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La ciencia es útil

Aquí el término utilidad no tiene un significado pragmático o funcionalista, sino un sentido social, porque a la postre sus conquistas y productos ayudan a crear mejores condiciones de vida al hombre, a resolver sus problemas y a comprender mejor el medio donde actúa.

La utilidad práctica de la ciencia consiste en la posibilidad de aplicar el conocimiento científico en la solución de los problemas de la vida social y natural. La tecnología en el plano de las soluciones y la ciencia en el plano de las explicaciones.

EI conocimiento científico es predictivo

La capacidad para vaticinar, pronosticar, revelar o conjeturar es una de las características importantes de la ciencia y de la investigación.

La ciencia va más allá del sentido actual de los hechos, pronostica el futuro y hace inferencia sobre lo acontecido en el pasado. La capacidad predictiva de la ciencia se apoya en información fidedigna, en marcos teóricos referenciales, en el análisis longitudinal de los hechos. La capacidad predictiva de la ciencia se origina en la capacidad que ésta tiene de expresar el comportamiento de la realidad.

Se anticipa teóricamente a la ocurrencia de determinados fenómenos, en la medida que se manifiestan de manera peculiar y a determinadas conexiones que la ciencia conoce.

La ciencia es abierta

El carácter hipotético de los enunciados de leyes, la naturaleza perfectible del dato empírico y la refutabilidad de los hechos, hace que la ciencia no reconozca barreras apriorísticas y que sea un sistema abierto y controvertido. En general no reconoce barreras a priori que limiten el conocimiento, porque es abierta como sistema, es falible, o sea, es susceptible de equivocarse o de cometer errores. La ciencia es abierta porque acepta la crítica y los cuestionamientos, de lo cual se deduce que no es un ente cerrado ni un dogma. La ciencia no opera con conceptos inmutables e invariables, y siempre debe atender a las condiciones concretas de lugar y tiempo que se dan en cada caso.

El conocimiento científico es sistemático

La ciencia no es un agregado de informaciones desconectadas e incoherentes, sino se identifica como un sistema de ideas vinculadas lógicamente entre sí. Las teorías científicas son cuerpos de explicaciones interconectadas y el proceso de su construcción es dar consistencia al sistema resultante.

El conocimiento se desarrolla sobre la base de la acumulación del conocimiento y cada investigación toma en cuenta el conocimiento previamente construido y hace parte de la estructura teórica ya existente.

Se atiene a reglas metodológicas

Si se habla de reglas metodológicas a las cuales debe someterse y atenerse cualquier trabajo científico, surge la pregunta: ¿cuáles son estas reglas a las cuales debe ajustarse para que se le reconozca su condición científica? Aunque es muy difícil mencionar todos los procedimientos y reglas que utiliza el método cientifico, señalamos algunos, por ejemplo:

♦ Formular preguntas, proponer problemas y plantear hipótesis.

♦ Registrar los datos observados con el propósito de responder preguntas formuladas o comprobar hipótesis planteadas.

♦ Elaborar explicaciones y revisar conclusiones, ideas u opiniones que estén en desacuerdo con las observaciones o con las respuestas resultantes.

♦ Generalizar, quiere decir, extender las conclusiones obtenidas para todos los casos que presenten condiciones similares. La generalización es tarea del proceso llamado inducción.

♦ Prever o predecir, esto es, anticipar que, dadas ciertas condiciones, surjan ciertas relaciones.

Algunos investigadores se reservan el término metodología para referirse a los aspectos operativos del proceso investigativo. La metodología se asocia con la dimensión específicamente instrumental de la investigación, en cambio en el método tiene un sentido más amplio y general, y tiene para muchos una aproximación notoriamente epistemológica. Ambos conceptos se encuentran estrechamente vinculados, ya que no es posible disociar la teoría de la práctica, lo concreto de lo abstracto.

Se vale de la verificación empírica

Comúnmente el término verificar se encuentra vinculado con el acto de comprobar la verdad y exactitud de una acción, un resultado y una conclusión, esto es, proporcionar certeza a un conocimiento o a una suposición. En el campo de la investigación científica la verificación es la reunión de pruebas empíricas que demuestran y confirman una hipótesis o un problema planteado. De esta manera se aspira a que la presencia de algunos hechos y fenómenos confirmen o estén de acuerdo con las predicciones basadas en las hipótesis de que se trata. Se parte del supuesto de que el científico, por más que esté persuadido de la verdad de sus proposiciones, no las podrá sostener hasta que de algún modo, hayan sido verificadas en la práctica.

Tradicionalmente los métodos utilizados en las ciencias y particularmente en la investigación científica, se suelen considerar científicos para diferenciarlos de la fe, creencia o el sentido común, porque a diferencia de estos, la indagación científica se guía por la comprobación lograda objetivamente. Pero no siempre es posible conocer la mejor alternativa en el proceso de verificación antes de la práctica, de ahí que existan fundamentos lógicos y experimentales para limitar el ámbito de estas alternativas y lo que es válido o no. De igual manera es posible crear metodologías que nos permitan verificar de manera objetiva cuál es la alternativa más eficaz. Este es en esencia uno de los aspectos que define y caracteriza el método científico.

El método científico es autocorrectivo y progresivo

Una de las características fundamentales del método científico es la capacidad autocorrectiva que posee, ya que al interior del proceso científico y como resultado de sus propias conclusiones, está en condiciones de ir corrigiendo y ajustando sus procedimientos a los niveles de las exigencias que demanda el trabajo investigativo. Algunos piensan que esta capacidad autocorrectiva es el resultado de las contradicciones internas que se dan dentro del proceso científico, o sea la lucha y la interacción de las tendencias contrarias que se dan en el desarrollo del proceso. Estas contradicciones son fuente de movimiento y más específicamente de un automovimiento, una acción interna cuyos principios y dirección están contenidos en los mismos objetos y fenómenos en desarrollo. El eliminar los errores, las inexactitudes o imperfecciones propias del proceso y de sus resultados, y eventualmente sustituirlos por lo que se considera adecuado, es una función autocorrectiva inherente al método científico. Algunos afirman que la ciencia se construye a partir del error y avanza en la medida en que está en condiciones de superar las ideas, opiniones y creencias falsas, las acciones desacertadas o equivocadas, falacias, transgresiones a las normas establecidas o reglas lógicas.

Aquí el término progresivo no sólo se refiere al hecho de desarrollarse en forma gradual y sin saltos, sino también tiene relación con su apertura a nuevos aportes, procedimientos y técnicas, con el propósito de adecuarse a las exigencias superiores y siempre en desarrollo de la realidad que investiga y estudia. A la postre este sentido del progreso, de perfección y crecimiento en sus aspectos cuantitativos y cualitativos, es una de las razones de existencia del método científico.

Sus formulaciones son de tipo general

La capacidad para formular o expresar en forma precisa y general los hechos y explicaciones que tienen relación con su actividad, es una de las características inseparables, no sólo del método científico, sino del conocimiento científico en general. A través de los procedimientos propios de la ciencia, establece los hechos singulares y particulares en pautas y esquemas más amplios con el propósito de que tengan un sentido y un significado más general. Según Mario Bunge (1966), “no es que la ciencia ignore la cosa individual o el hecho irrepetible, lo que ignora es el hecho aislado. Por eso la ciencia no se sirve de los datos empíricos –que siempre son singulares– como tales; estos son mudos mientras no se los manipula y se convierten en piezas de estructuras lógicas”.

Pero si bien en lo general, lo singular y lo particular se integran a esquemas y a pautas más amplias, en todo proceso u objeto, lo particular y lo general coexisten en una unidad dialéctica. En primer lugar, lo particular contiene lo general y no existe más que en su relación con lo general. En la práctica sabemos que un saber generalizado, una ley, un concepto o una noción, implica un reflejo más hondo y profundo de la realidad, y supone penetrar más profundamente en la esencia de la misma. De ahí que el método científico no está en condiciones de realizar formulaciones que no sean más que generales, ya que los hechos particulares y singulares tienen sentido y significado, no como elementos aislados, sino en el contexto y en el marco de la generalidad.

La ciencia es objetiva

El problema de la objetividad es probablemente uno de los asuntos más controvertidos y que más polémicas ha generado entre las diversas escuelas filosóficas y paradigmas de investigación. El empirismo por ejemplo, en nombre de una presunta objetividad desconoce el verdadero valor de la teoría y considera que todo conocimiento se fundamenta en la experiencia y se adquiere a través de ella. La limitación del empirismo consiste en sobrevalorar el papel de la experiencia objetiva, y a la vez de subestimar el de las abstracciones y teorías científicas en la cognición. Le niega su papel activo y la independencia frente al pensar. Por otro lado, el término objetividad se utiliza como oposición a subjetivismo, que tiene relación con la conciencia individual y que se vincula con la persona guiada más por sus impulsos afectivos que por la razón, sus juicios y apreciaciones. Ya en un apartado anterior analizamos las relaciones entre el sujeto y el objeto en el proceso del conocimiento, y que los problemas surgidos entre objetivismo y el subjetivismo muchas veces son más teóricos que reales, porque ambas categorías se reflejan y se complementan en la práctica investigativa.

Se habla del carácter objetivo de la actividad práctica, puesto que en el curso de este proceso, los hombres operan con objetos y crean objetos como resultado de la actividad. Y esto lo vincula al comportamiento subjetivo del que hablamos anteriormente y es un principio específico que orienta el enfoque de los fenómenos de la realidad, señalando que es necesario abstenerse de formular estimaciones críticas e inferir conclusiones partidistas porque considera que la ciencia no es capaz de efectuarlas. El viejo mito del objetivismo de la ciencia, heredado de las ciencias exactas y factuales, rechaza como hecho científico todo aquello que no es examinado y basado en la prueba y en la razón humana. Considera como prejuiciosas y emotivas todas aquellas instancias que escapan al positivismo lógico y a la filosofía analítica.

Quiera o no, el acto de investigar está tan estrechamente ligado a la vida intelectual, tecnológica, social, cultural y común del ser humano, que se constituye en un factor inseparable de cualquier actividad cognoscitiva u operación mental que se realice. Y ello porque el término investigar tiene significados muy diferentes entre la gente y de hecho lo relacionamos con una gran cantidad de términos y conceptos, como por ejemplo, indagar, inquirir, examinar, inspeccionar, explorar, buscar o rastrear, que a la postre son funciones propias del pensar o de la actividad racional. Algunos autores consideran a la investigación, a diferencia de otras actividades humanas, como un acto vital, porque sus funciones se confunden muchas veces con tareas propias de la creatividad, la imaginación, formulación y solución de problemas, indagación y descubrimiento, proyección de ideas y pensamientos, etc, que a la postre son valores inherentes al ser humano.

Desde que el niño se enfrenta con un hecho, un fenómeno o un objeto desconocido, y pregunta sobre él, lo examina atentamente con la vista, lo inspecciona con sus manos, lo huele y lo toca, se comienzan a sentar las bases de lo que posteriormente será el acto de investigar. En ese deseo y necesidad de saber, de ver las cosas y de enterarse del qué, por qué o para qué, están implícitos los fundamentos de una necesidad vital que produce mucho placer al niño, pero que lamentablemente con los años se va perdiendo por obra y gracia de muchos factores sociales, culturales y educativos. Pero no basta con desplegar instintivamente toda esta gama de sentidos y capacidades innatas para alcanzar los niveles superiores de la investigación científica. Hay que ordenar, sistematizar y darle una dirección a todas estas capacidades, es decir, someterlas al régimen propio del método científico.

Al mundo tecnológico, científico, cultural o educativo hubiera sido muy difícil alcanzar los niveles actuales sin la ayuda y colaboración de la actividad investigativa, ya que ésta con su acción ha posibilitado la transformación y los cambios que exige un mundo en permanente evolución y desarrollo. Porque si hacemos un recuento histórico de las grandes conquistas y aportes en este terreno, descubriremos que detrás de cada invento o descubrimiento se encuentra presente la noción de investigación científica, ya sea en su dimensión teórica, empírica o axiológica. Ello no es accidental, ya que la investigación en la práctica se ha constituido en un camino para conocer la realidad y un procedimiento reflexivo, sistemático, controlado y crítico que ha posibilitado interpretar los hechos y fenómenos, relaciones y leyes, plantear problemas y buscar soluciones, y en general preparar el camino y crear las condiciones para estos cambios y transformaciones.

No es fortuito el hecho de que la palabra investigación tenga muchas formas diferentes de asumir esta responsabilidad y compromiso, ya que en la práctica se convierte en una búsqueda intensiva que debe dar muchos rodeos antes de cumplir sus objetivos y alcanzar sus fines, lo cual explica perfectamente su origen etimológico. La palabra investigación proviene de las voces latinas in-vestigium, que literalmente significan en pos de la huella. Un significado parecido tiene la palabra inglesa research, que se utiliza para referirse a la investigación o al investigar, pero que también tiene un sentido de búsqueda o indagación, al igual que el rechercher en francés, que hace alusión al acto de buscar de nuevo, o sea, la búsqueda de algo, pero más minuciosamente. La voz latina vestigium significa además planta de pie y por extensión la huella que queda. De ello se puede deducir que el proceso de investigación siempre expresa el modo de llegar al conocimiento de algo, con esfuerzo, por la vía indirecta de un rodeo, siguiendo una huella o un vestigio, a través de un largo camino en forma sistemática, es decir, con método.

En la historia de la filosofía y de la ciencia no ha existido pensador o científico que no se haya preocupado directa o indirectamente del tema, ya que disciplinas como la teoría del conocimiento, ontología, gnoseología, epistemología, filosofía de la ciencia y del lenguaje, metodologías, lógica, ética etc, se han ocupado o sus productos han sido fruto de la investigacion cientifica. De igual manera, para pensadores como Aristóteles y Platón, Bertrand Russell, Lucien Goldman, Gastón Bachelard, J. Habermas, Karl Popper, Mario Bunge, etc, o científicos como: Hipócrates, Galileo, Newton, Pavlov, Freud, Pasteur, Bohr, Einstein, Piaget, Watson y Crick, y cientos de físicos, químicos, médicos sociólogos, psicólogos, físicos, ingenieros, químicos, o economistas, sus conquistas y descubrimientos no hubieran sido posibles sin el concurso de la investigación científica, cualquiera sea su modalidad metodológica, disciplinar o técnica.

Aristóteles nos habla de la curiosidad como un factor que mueve a investigar y el aprender a investigar es uno de los más grandes placeres que experimenta el ser humano. Platón (1971), en su diálogo Menon, escribe:

Menón. –¿Y de qué manera vas a investigar, Sócrates, lo que no sabes en absoluto qué es? Porque ¿qué es lo que, de entre cosas que no sabes, vas a proponerte como tema de investigación? O, aun en el caso favorable de que lo descubras, ¿cómo vas a saber qué es precisamente lo que tú no sabías?

Sócrates. –Ya entiendo lo que quieres decir, Menón. ¿Te das cuenta del argumento polémico que nos traes, a saber, que no es posible para el hombre investigar ni lo que sabe ni lo que no sabe? Pues ni sería capaz de investigar lo que sabe, puesto que lo sabe, y ninguna necesidad tiene un hombre así de investigación, ni lo que no sabe, puesto que ni siquiera sabe qué es lo que va a investigar.

Para otros pensadores el investigar es el camino que nos ayuda a buscar el sentido de las cosas, quizás el propio criterio de la verdad, o sea el recurso para comprobar la veracidad, la falsedad de tal o cual aseveración, hipótesis, sistematización teórica, juicio, etc. Otras veces la investigación es un importante apoyo que contribuye a aumentar el horizonte de significatividad de las cosas, de los seres y del medio que nos circunda. En la época moderna, la investigación está al servicio de la productividad y del desarrollo tecnológico y científico de los países. Todas estas posturas se relacionan con la realidad, las cuales la investigación busca comprender, explicar o simplemente describir.

Pero el investigar no sólo ha sido entendido desde el punto de vista filosófico o epistemológico, sino que en la vida cotidiana y en la actividad diaria el acto de investigar cumple importantes funciones y tareas en la solución de problemas prácticos, donde el inquirir, indagar, examinar, inspeccionar, explorar, buscar o rastrear se constituyen en importantes apoyos en la vida social, profesional, cultural y educativa de las personas. Por ejemplo, el indagar es la fórmula o el acto que nos ayuda averiguar o saber cierta cosa, discurriendo por medio de conjeturas o señales. A través del inquirir se busca una información sobre algo mediante preguntas u otros procedimientos. El examinar nos exige someter a examen una cosa, estudiar y observar cuidadosamente una cosa o una circunstancia para enterarse cómo es o cómo está. El inspeccionar nos sugiere buscar atentamente una cosa para ver si es conveniente o adecuada y el explorar es un acto que nos exige examinar debidamente una cosa o un lugar para comprender cómo está y cuál es su situación. El acto de buscar nos está señalando que debemos hacer algo para encontrar a alguien o algo, y finalmente el rastrear o seguir a alguien o algo por medio de sus huellas. Aunque muchos de estos términos tienen significados muy similares, todos ellos poseen un sello particular Si sumamos todos estos significados, nos acercaremos a una visión más completa y total del acto de investigar.

En nuestro medio académico y universitario se sigue manejando la idea equivocada de que todo aquello que no se ciña a procedimientos, normas y técnicas propias de la investigación formal, o sea, un conjunto de reglas que tienen por propósito establecer relaciones entre variables, resolver algunos problemas específicos, efectuar hipótesis y predicciones con el mayor nivel posible de confiabilidad, no es propiamente una investigación. Ello ha contribuido a que nuestros estudiantes sigan creyendo que los actos de identificar aspectos y puntos de vista, buscar y resolver contradicciones, relacionar un hecho con sus causas y consecuencias, explicar y comprender los hechos, explicitar los valores y principios que inspiran y guían la acción, etc, no son actividades investigativas. Funciones intelectuales como el enumerar, describir, comparar, distinguir, clasificar, definir o situar un fenómeno o una actividad en un tiempo y en un espacio determinado, serían para estos expertos sólo un impromptu del quehacer investigativo. Ello quizá nos enseña que existen niveles de investigación diferentes, los cuales van desde el más simple acto de indagar o problematizar hasta las funciones superiores de la investigación científica.

Actualmente se hace referencia a la investigación stric sensu y a la investigación formativa, para tipificar dos estilos de investigación. La primera es un proceso sistemático, controlado y cuyo propósito final es alcanzar un producto de nuevo conocimiento y la segunda, un proceso que utiliza los medios e instrumentos de la investigación tradicional, pero que tiene propósitos pedagógicos como formar y desarrollar habilidades y destrezas que contribuyan al desarrollo y a la formación integral de las personas.

Para muchos investigadores el acto de investigar solamente es posible cuando se asume una actitud mental, cognoscitiva, afectiva, social y cultural frente a las cosas y los hechos que lo rodean. Es un aprender a buscar, a explicar sus efectos y consecuencias, establecer vínculos y relaciones, efectuar pronósticos, problematizar la realidad, examinar críticamente los hechos y fenómenos, verificar su falsedad o verdad. Comienza con la curiosidad y la manía de preguntarlo todo, y culmina con el cuestionamiento conceptual de una realidad compleja y contradictoria. Y esta actitud se comienza a desarrollar desde niño, cuando recién empieza a descubrir el mundo invisible y secreto que lo rodea, cuando aburre a los adultos con sus por qué, o sea, cuando comienza a germinar como semilla el verdadero espíritu de la búsqueda y de la investigación, que si se alimenta, se estimula y se desarrolla adecuadamente, tendrá cuando adulto una dimensión realmente científica. Y ello en la medida que comience a comprender los conceptos, los principios, categorías y nociones teóricas y operativas de la ciencia y su método.

¿Cuándo y cómo comienza a nacer en las personas el interés, la actitud o la predisposición por el método y la investigación científica? Algunos afirman que este interés se inicia cuando las personas se plantean una serie de supuestos que no pueden demostrar o un conjunto de problemas que no puede resolver, que a la postre se constituyen en el marco lógico y ontológico del pensamiento científico. Veamos algunos de estos supuestos:

♦ De aceptar que la inducción puede proporcionar nueva información, o sea, a partir de ciertas proposiciones particulares o singulares para llegar a una o varias proposiciones más generales.

♦ Creer en la validez de los procesos deductivos, por medio de los cuales se puede extraer una consecuencia de uno o más principios, premisas o supuestos.

♦ Suponer que los hechos no se producen caprichosamente, sino que están determinados, es decir, que los fenómenos y los procesos responden a un encadenamiento de causas y efectos.

♦ Estar convencidos de que los fenómenos de la naturaleza o de la sociedad humana pueden ser ordenados y presentar ciertas regularidades, que ocurran de acuerdo con una regla y con uniformidad.

♦ Tener confianza en las observaciones del científico, o sea, que los medios que utiliza para conocer y explicar la realidad sean garantía de veracidad y verificabilidad.

Otros plantean en cambio que la duda es el camino que nos puede llevar a la investigación científica, particularmente la duda aparente o fingida, tal como se presenta en el planteamiento científico de un problema. Esta duda significa prescindir de la certeza natural, constituye un estado de incertidumbre y un límite a la confianza o la creencia en la verdad de un conocimiento con el fin de llegar a la certeza científica por medio de la comprobación y elaboración explícita de las razones, o sea, a través de la acción de la investigación científica. La duda nos conduce a plantearnos problemas, a hacernos preguntas y a cuestionarnos las cosas. Aquí hay que recordar la famosa duda filosófica del pensamiento cartesiano que es una suspensión transitoria del juicio hasta reunir los conocimientos necesarios para formularlo con seguridad, y que para algunos, es la medida de lo que es la investigación científica.

Son muchas las definiciones y opiniones diferentes que existen entre los investigadores y científicos sobre lo que comúnmente se denomina investigación científica. Adolfo Critto (1982), afirma que ésta “constituye un proceso de ajuste sistemático entre la realidad y el conocimiento o representación de ella”. Para Claire Selltiz (1971), “el objetivo de la investigación científica es descubrir respuestas a determinados interrrogantes a través de la aplicación de procedimientos científicos. Estos procedimientos han sido desarrollados con el objeto de aumentar el grado de certeza de que la información reunida será de interés para el interrogante que se estudia y que, además, reúne las condiciones de fiabilidad y objetividad”. Eli de Gortari (1986), escribe que: “la investigación científica, como todas las otras actividades humanas, se realiza con mayores probabilidades de éxito cuando previamente se elabora un proyecto del trabajo por realizar, en el cual se incluye el procedimiento para ejecutarlo. El método científico es justamente el procedimiento planeado que se sigue en la investigación, para descubrir las formas de existencia de los procesos”. Otros autores como Mario Bunge, L. Festinger, Lucien Goldmann, Lefebre, Lazarsfeld, Popper, Merton, han ensayado sus propias definiciones sobre el asunto, las cuales nos hablan de una actividad encaminada a la solución de problemas, que se define por el uso de un método científico, que es un procedimiento sistemático destinado a adquirir nuevos conocimientos, que es el proceso formal para desplegar el método científico y una gran cantidad de formas diferentes de entender y explicar una actividad que tiene facetas y matices muy diversos.

Para que una investigación científica adquiera el carácter de tal –de científica naturalmente– se necesita que reúna ciertos requisitos en cuanto al método, a los fines u objetivos. A juicio del investigador y trabajador social argentino Ezequiel Ander-Egg (1989), los aspectos que caracterizan una investigación científica, serían los siguientes:

♦ Ante todo, es una forma de plantear problemas y buscar soluciones mediante una indagación o búsqueda que tiene un interés teorético o una preocupación práctica.

♦ De una manera muy general, se llama también investigación científica, a la adquisición de conocimientos acerca de un aspecto de la realidad (situación-problema) con el fin de actuar sobre ella.

♦ Es una exploración sistemática a partir de un marco teórico en el que se encajan los problemas o las hipótesis como encuadre referencial.

♦ Requiere una formulación precisa del problema que se quiere investigar y de un diseño metodológico en el que se expresen los procedimientos para buscarla o las respuestas implicadas en la formulación del problema.

♦ Exige comprobación y verificación del hecho o fenómeno que se estudia mediante la confrontación empírica.

♦ Trasciende las situaciones o casos particulares para hacer inferencias de validez general.

♦ Utiliza una serie de instrumentos metodológicos que son relevantes para obtener y comprobar los datos considerados pertinentes a los objetivos de la investigación.

♦ Por último, la investigación se registra y expresa en un informe, documento o estudio.

Para la mayoría de los investigadores, el hecho de enfrentarse con un problema científico, y plantearse su correspondiente solución y respuesta, ya implica una actitud que se relaciona y se vincula a la investigación científica. De ahí que se afirme que no hay investigación científica si no existe un problema que resolver, describir, explicar o simplemente identificar.

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