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Un mapa y una brújula

A lo largo de estas páginas voy a presentar una cosmovisión y un modelo activo derivado de ella y que puede ser aplicado en diferentes ámbitos. Propongo realizar un viaje imaginario a través de contenidos universales que importan a todo ser humano y que este libro sea guía en ese recorrido simbólico. En algunos momentos podríamos perdernos, como les ocurre a Hansel y Gretel y a Pulgarcito. Por ello me parece fundamental aportar un mapa y una brújula para transitar por el bosque de los cuentos y recuperar el norte si nos extraviamos.

Este libro puede ser leído por cualquier persona interesada en su evolución personal y que tenga confianza en que el ser humano puede mejorar, tanto individual como colectivamente. Se destina a todo aquel que sustente esta confianza en su esfuerzo cotidiano de pacificación, de autoconocimiento y de compromiso profundo y activo con esa tarea de mejora. Una tarea que no es espontánea, sino una conquista y un esfuerzo constantes a lo largo de toda la vida.

El núcleo de la cosmovisión que voy a transmitir es despertar y activar el universo simbólico, que constituye la seña de identidad más emblemática de la especie humana1. Para entrar en ese universo necesitamos conocer la lengua de los símbolos. Afortunadamente es un idioma común a todo ser humano, de cualquier edad y cualquier cultura. Por supuesto, este modelo no es la única puerta de entrada al universo simbólico; existen otras, como la meditación o el disfrute y el movimiento emocional producidos por la lectura y por el arte…

En mi modelo, la puerta de entrada es la lengua de los símbolos expresada en diversas manifestaciones humanas: los sueños, el arte, las religiones, los mitos o los cuentos de hadas. Vamos a sumergimos en el universo de estos relatos que recogen, con gran belleza arquetípica, motivos esenciales de toda existencia. Para ello necesitaremos cuatro claves con las que orientarnos, a las que hemos llamado puntos cardinales.

El primer punto cardinal: los cuentos maravillosos o cuentos de hadas

Una de las primeras señales para seguir bien el mapa es distinguir, dentro de los cuentos populares, los que podemos considerar verdaderamente maravillosos o de hadas. Para ello definiremos algunas señas de identidad prototípicas que los diferencian de otro tipo de relatos.

La riqueza del acervo popular, expresado a través de narraciones de muy diversa índole, es realmente valiosa, como valioso es también el trabajo de muchos estudiosos que han ido recopilando estas historias procedentes de la tradición oral y poniéndolas por escrito.

Dentro de este patrimonio cultural de historias procedentes de la tradición oral, voy a centrarme en los cuentos de hadas o historias maravillosas del ámbito occidental, a los que añado algunos otros de autor que me parecen especialmente valiosos y significativos, como Pinocho o El Patito Feo. Conozcamos las cinco características esenciales de los cuentos de hadas o maravillosos:

• Su espacio y argumento se encuentran en una dimensión diferente de la realidad, es decir, son fantásticos.

• En ellos aparecen imágenes arquetípicas y personajes simbólicos.

• Sus argumentos y contenidos contienen una dimensión trascendente.

• Son atemporales.

• Se expresan en la lengua de los símbolos, es decir, una lengua que permite un puente entre lo consciente y lo inconsciente y, por tanto, inalcanzable mediante el pensamiento discursivo.

Para entender el tipo específico de los cuentos de hadas o maravillosos, dentro del gran caudal de las narraciones populares, hay que tener en cuenta una de sus señas de identidad esenciales: los contenidos, las historias que narran, encierran la huella de una incursión en el inconsciente que los llena de imágenes arquetípicas y de elementos mágicos. Es un rasgo que no encontramos en todos los cuentos populares.

De la misma manera que podemos diferenciar tipos de sueños, ya que solo algunos son verdaderamente simbólicos, igualmente dentro del género de los cuentos populares solo algunos se expresan verdaderamente en la lengua de los símbolos y nos conectan de manera directa con el inconsciente, transmitiendo mensajes de enorme valor. Estos mensajes cumplen una función de equilibrio y ampliación de la dimensión consciente, y además se enriquecen con la dimensión estética y el disfrute asociado a la percepción de la belleza.

El recorrido propuesto en este modelo de Psicodrama Simbólico nos sumerge en un espacio que nos va a permitir, además de experimentar la belleza, aumentar nuestro autoconocimiento, así como la creación de nuevas síntesis y nuevos equilibrios en los contenidos de nuestra psique.

El segundo punto cardinal: el psicodrama

El psicodrama es un modelo de trabajo grupal creado por Jacob Levi Moreno, inspirado en el teatro y aplicable en los campos terapéutico, educativo y social.

El origen de mi modelo tiene dos pilares, uno está en mi formación como psicodramatista y el otro en mi trabajo con cuentos de hadas aplicados a grupos de niños y preadolescentes, dentro de la escuela pública en la que trabajé durante seis años. En mi modelo, el psicodrama aporta la fuerza de la comunicación a través de escenas, lo que multiplica infinitamente los matices, significados y posibilidades de los cuentos de hadas con respecto a su narración, lectura o, incluso, su empleo para talleres de teatro y dramatización.

Esta experiencia de hacer psicodrama con cuentos de hadas favoreció un salto cualitativo en el que los niños me permitieron entrar en la cualidad pluridimensional de los relatos, como si se tratara de un acceso a través de un espejo mágico, polifacético y polisémico. No se trataba únicamente de escuchar, leer los cuentos o conocerlos, sino de penetrar en ellos y recrearlos, de ser sus autores2. Al mirar en su espejo nuestro interior, era posible generar nuevas respuestas dentro de este espacio lúdico y trascendente de los cuentos. Para ello resultaban fundamentales la originalidad y creatividad que aporta el psicodrama, así como la mirada caleidoscópica de la experiencia grupal, con toda su riqueza vincular y la complementariedad de visiones y vivencias, capaz de recrear las historias de manera original y genuina.

El tercer punto cardinal: los arquetipos

Los arquetipos son elementos del inconsciente colectivo humano que se manifiestan de forma repetida en los sueños, en los relatos, en el arte plástico o en los mitos, incluyendo los de las religiones, de todas las culturas. En consecuencia, tienen un carácter universal y representan el componente hereditario de la psique humana.

La gran aportación de Freud respecto al inconsciente personal, ámbito en el que permanece almacenada toda la experiencia del individuo desde antes de su nacimiento, se complementa con la visión de Jung acerca del inconsciente colectivo. Para Jung el inconsciente es un manantial de contenidos, inagotable y vivificador, del que proceden la creación y el sentido de la vida humana. Al mismo tiempo, podemos definir el inconsciente colectivo como un espacio común de la humanidad, de la especie, que nos iguala y en el que hunden su origen los arquetipos. Las grandes aportaciones de Jung son el inconsciente colectivo y los arquetipos. Todo símbolo puede ser un arquetipo, cualquier elemento de la naturaleza, ya sea un bosque, el mar, un árbol, las fieras salvajes, las flores, los ríos, las montañas…

Jung habla de unos arquetipos esenciales, que son complejos, pero necesito explicarlos brevemente porque van a aparecer en numerosas ocasiones a lo largo de este libro. Se trata del Ánimus y el Ánima, la Sombra y el Sí Mismo

El Ánimus y el Ánima son términos que adopto, tomándolos de Jung, aunque establezco mi propia interpretación. Podemos considerarlos como las energías masculinas y femeninas que están presentes en toda persona y que se manifiestan a través de diferentes imágenes arquetípicas: personajes femeninos en el caso del Ánima y personajes masculinos en el caso del Ánimus. Para Jung, la mujer tiene un Ánimus, que es la parte masculina inconsciente de su identidad, de la misma manera que el hombre posee un Ánima, vinculada a la parte femenina inconsciente de su identidad.

En la etapa histórica en la que se desarrolló la vida de Jung, la diferenciación de roles entre hombre y mujer era mucho más rígida que en la actualidad. De todos modos, sigue siendo esencial que los hombres se permitan desarrollar su parte femenina, todas esas cualidades atribuidas a las mujeres y que generalmente les estaban prohibidas, y lo mismo sucede en el caso de las mujeres. Afortunadamente, en esta era de cambio y conquista de diferentes ámbitos tanto por parte de las mujeres como de los hombres, esta diferenciación de roles ha cambiado. Por ello, tanto unas como otros pueden permitirse cualidades y funciones que tradicionalmente solo eran atribuidas de manera separada a ellas o ellos. Entendemos, por tanto, que el Ánimus representa lo inconsciente masculino y el Ánima, lo inconsciente femenino.

Lo cierto es que estas poderosas energías se activan y pueden contribuir a descifrar arcanos en momentos clave de la vida. Así, es importante reconocer que cuando aparecen personajes femeninos o masculinos en los cuentos de hadas, son imágenes arquetípicas del Ánima y el Ánimus, y no pueden ser considerados representaciones de hombres o de mujeres reales. Si la Bella Durmiente despierta por el beso del príncipe, no podemos ver que es un hombre quien se acerca a una mujer dormida y la besa, no podemos considerar realista esta escena. Es necesario aprender a mirar y entender que lo femenino dormido durante cien años puede despertar porque lo masculino lo besa, lo que quiere decir que lo masculino entra en su espíritu y permite que lo femenino entre en el suyo. En esto consiste la conjunción de opuestos, la integración de femenino y masculino en la psique individual. Se trata de una imagen de totalidad. Esta escena simbólica nos habla también de la restitución de lo femenino en una cultura patriarcal. Como veremos más adelante, en La Bella Durmiente la heredera es una mujer, y en el nuevo reino, que surgirá después del despertar de lo femenino, la mujer gobernará, es decir, será protagonista de su destino.

La Sombra es otro concepto fundamental de la psicología junguiana que hace referencia al lado inconsciente, oculto y desconocido de nuestra personalidad. En este espacio están contenidas las tendencias reprimidas más rechazadas, las que nos alejan de ser buenas personas, junto con otras tendencias o capacidades verdaderamente valiosas y que no hemos desarrollado como se merecen.

Como dice Moreno, el ser humano nace con un potencial de espontaneidad enorme. Podemos establecer una conexión entre esa espontaneidad y la expresión de todas las tendencias prototípicamente humanas, sin censuras. A lo largo de la crianza familiar y de la educación, este potencial de espontaneidad se va atenuando para plegarse a lo que la sociedad considera deseable, es decir, para tratar de agradar o de cumplir el ideal de lo que debe ser un buen niño o una buena niña, algo que encontramos en las familias y en la escuela.

No debemos confundir la adquisición del complemento necesario para la espontaneidad, que es la tolerancia a la frustración, la capacidad de dilatar el cumplimiento de los deseos y la interiorización de límites saludables, con la tendencia a cortar las propias alas y amoldarse a ideales familiares o sociales que sofocan tendencias legítimas y genuinas, sepultando verdaderos anhelos o formas de ser. Conviene, por tanto, diferenciar este proceso de represión, totalmente necesario y sano para el crecimiento, es decir, para llegar a ser persona, de ese otro tipo de represión que consiste en desalentar, o incluso reprobar, determinadas inclinaciones inherentes a la propia evolución psicológica o a los deseos del niño o del joven que no se adaptan a los ideales que los otros han depositado en él.

La Sombra es un arquetipo capital que nos va a acompañar toda la vida y que, tal y como dice Jung, será más dañino cuanto más inconsciente y rechazadas estén las tendencias que contiene. Tomando las palabras del propio Jung, el mal que no se hace consciente actúa como un destino.

En cuanto al Sí Mismo, se trata de un arquetipo que nos habla de la totalidad de la psique del individuo. Por un lado, engloba los contenidos conscientes y por otro, los que corresponden al inconsciente. Entendemos el yo como el núcleo de la conciencia. Cuando nos damos cuenta de cosas, ahí está la conciencia, el yo. Pero nosotros somos también aquello de lo que no somos conscientes. Pues bien, el Sí Mismo engloba ambos aspectos, los de la conciencia y los del inconsciente; y está asociado a la esencia singular de cada uno. Sin embargo, la única manera que tiene lo inconsciente de acceder y dar cauce a esa esencia es a través del yo.

Junto con las aportaciones de Jung, también es fundamental la contribución de Marie-Louise von Franz. Esta autora estudia cómo los cuentos maravillosos o de hadas están totalmente saturados de arquetipos, que solo se manifiestan a través de imágenes arquetípicas, ya sean personajes, objetos o escenas. Estas narraciones contienen una serie de motivos universalmente significativos que permiten la proyección y recreación de contenidos propios de toda persona.

He podido constatar en los grupos de psicodrama que he dirigido cómo determinados objetos simbólicos daban a los participantes la oportunidad de expresar, de manera inconsciente, contenidos de la máxima importancia. Por ejemplo, los grupos que iniciaban su trayectoria incorporando árboles en el universo imaginario en que se desarrollaba la escena simbólica, tenían mejor pronóstico que aquellos en los que este motivo no aparecía. Durante una de las sesiones con adolescentes muy afectados, ya que la mayoría tenía un diagnóstico de trastorno de conducta o disocial, convirtieron a Blancanieves en una guerrera que, con su metralleta iba destruyendo el bosque y todo lo que encontraba a su paso. Al detener la escena y pedir soliloquios, que es una técnica propia del psicodrama, uno de los niños pudo contar que un árbol se había salvado de la quema. Este elemento representaba el alma del grupo, que permanecía viva a pesar del universo tan dañado que existía dentro de estos adolescentes sometidos a situaciones personales y sociales verdaderamente desventajosas y traumáticas.

Este tipo de imágenes arquetípicas tienen un poder curativo y ello es así porque proceden de las energías profundas de la psique y de un alma total, colectiva, lo que Jung llama inconsciente colectivo. Este es un continente universal de las experiencias vitales y esenciales de la existencia humana, y guarda energías y códigos profundamente significativos que pueden reactivarse y recrearse en cada individuo, ya sea en sus sueños o a través de su dimensión creativa. Los sueños son vías espontáneas y no intencionales de expresión y acercamiento a esta dimensión inconsciente. El Psicodrama Simbólico es una vía, intencional y voluntaria, de conexión y descifrado de lo inconsciente, así como de recreación y transformación personal.

El método de Psicodrama Simbólico aporta el marco de una gran imaginación activa, que yo denomino imaginación creativa, tomando como guías las imágenes arquetípicas que se encuentran de manera muy potente y sencilla en los cuentos maravillosos. Constituye una forma privilegiada de acceso a los arquetipos, a los que solo se puede llegar a través de imágenes, alcanzando de este modo el inconsciente personal y el inconsciente colectivo.

La tercera gran coordenada, por lo tanto, son los arquetipos presentes en los cuentos de hadas en forma de imágenes, escenas y personajes. Mediante la entrada en los relatos y en los materiales simbólicos que contienen, y a través de la imaginación creativa del Método Simbólico, esta base arquetípica va a hacer que despierte en cada persona el lenguaje olvidado de los símbolos, posibilitando su expresión mediante esta lengua con mayor competencia.

Este es el recorrido que se posibilita a través de los Doce Cuentos. La experiencia alquímica del viaje a través del Psicodrama Simbólico permite la ampliación de conciencia y la dialéctica creadora entre conciencia e inconsciente. De esta manera se abren las propias posibilidades de lo simbólico personal.

El cuarto punto cardinal: la creatividad

El Psicodrama Simbólico plantea una síntesis creadora en la que podemos distinguir conceptos esenciales de tres autores: Jung, Moreno y Winnicott.

Jung nos dice que la psique posee cuatro funciones de procesamiento, dos de las cuales son de captación de la realidad, percibir e intuir; y otras dos son de enjuiciamiento de la misma, pensar y sentir. Señala asimismo una quinta, que él llama la función trascendente y que se refiere a la imaginación; se vincula con las otras cuatro, de manera que permite la repetición y la combinación de lo conocido de una manera original. Jung creó el método de la imaginación activa para realizar una conexión más profunda con la dimensión inconsciente.

Para Moreno todo ser humano posee un potencial innato de espontaneidad y creatividad, de manera que la persona puede llegar a producir a lo largo de la vida opciones originales y nuevas, por contraposición a los estereotipos que uniformizan y carecen de la subjetividad creativa.

Y finalmente Winnicott nos dice que «si hay algo que hace que la vida merezca verdaderamente la pena de ser vivida, es más que ninguna otra cosa la apercepción creadora», es decir, la visión subjetiva, individual y original sobre todo lo que existe, incluidos nosotros mismos. Esta visión será la fuente de la creatividad y la base de las grandes aportaciones humanas, como la ciencia, el arte, la filosofía y la dimensión trascendente.

El Psicodrama Simbólico va a despertar la espontaneidad y a potenciar la creatividad y la imaginación, de manera que, a través de los símbolos, cada persona y cada grupo pueda transitar de manera propia y absolutamente original en un viaje hacia sí mismo y hacia su vinculación con los otros y con el mundo.

En ese viaje recorreremos, a través de la lengua de los símbolos, los Doce Cuentos y alcanzaremos el descubrimiento de sus imágenes arquetípicas. En el trayecto contactaremos con nuestra historia de vida. La vida puede ser entendida como un devenir, como una obra de teatro, como una película, como una novela. Hay un guion que se está desarrollando y revelando desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte. Nuestra vida es una totalidad, como lo es también la de la especie humana. La gran misión de este modelo es abrir nuestras vías interiores para ampliar nuestra sensibilidad, nuestra conciencia y mejorar nuestros actos. Así, ese guion de vida, ese viaje, puede ser una historia única con sentido y belleza en sí misma, de la que no solo somos protagonistas sino autores en la mayor medida posible. Y esta posibilidad de autoría de nuestro propio guion de vida constituye el objetivo esencial de este modelo, que puede ser aplicado en muy diversos contextos y cuya versatilidad permite otros nuevos.

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1 «Leyendas, mitos, dioses y religiones aparecieron por primera vez con la revolución cognitiva. Muchos animales y especies humanas podían decir previamente: “¡Cuidado! ¡Un león!”. Gracias a la revolución cognitiva Homo sapiens adquirió la capacidad de decir: “El león es el espíritu guardián de nuestra tribu”. Esta capacidad de hablar sobre ficciones es la característica más singular del lenguaje de los sapiens». Harari, págs. 37 y 38.

2 Cada vez que una persona visualiza una determinada escena de un cuento, la recrea y se convierte en su autora. Tal y como dice Marie-Louise von Franz, el arquetipo requiere la recreación de un individuo para volver a estar vivo. Por otro lado, podemos considerar que la autoría de los cuentos de hadas procede del inconsciente colectivo, es decir, del ser humano universal.

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