Kitabı oku: «¡Viva Cataluña española!», sayfa 3
En Barcelona inician su reorganización en febrero de 1930. El 10 de mayo los afiliados a la Unión Patriótica del Distrito IV y la Juventud de Unión Patriótica acuerdan transformarse en Casino Central de la UMN. En diciembre se elige su junta directiva. La continuidad con la Unión Patriótica es evidente; allí están los dirigentes de la antigua UMN y de la liquidada Unión Patriótica: José Enrique de Olano y Loyzaga, conde de Fígols; José María Milá y Camps, conde del Montseny; Darío Rumeu y Freixa, barón de Viver, o el propio Andrés Gassó.
Otros círculos de la Unión Patriótica de la ciudad seguirán su ejemplo. El del Distrito II se convierte en Círculo Cultural Monárquico. Los hubo que ni cambiaron de nombre, como el de Sarrià o el del Distrito V. Pero el paso de Unión Patriótica a UMN no estuvo exento de polémica en algunos distritos. Es el caso de Gracia. En mayo de 1930 el Comité Provincial de la Unión Patriótica había tenido que cerrar la agrupación «para evitar violencias», ya que las luchas intestinas lo estaban consumiendo.6 En noviembre de 1930 los upetistas de Gracia habían optado por unirse a la renacida UMN. Escogieron presidente al médico Carlos Comamala López del Pan, un madrileño que había destacado como goleador en el Fútbol Club Barcelona. Pasaría después a la comisión deportiva del RCD Español. También había destacado en otros deportes como el rugby y fue el primer presidente de la Confederación Catalana de Gimnasia. Militó en la Unión Patriótica, el Grupo Alfonso y era socio de la Peña Ibérica. Su trayectoria ultra seguirá durante la República.
Como vicepresidente figuraba René Llanas de Niubó, otro ultra de larga trayectoria. René Llanas había nacido en Barcelona en 1902 en el seno de una familia católica de ideas carlistas. Hijo de un aragonés, que moriría siendo todavía un niño, y de una francesa, Renato prefería utilizar su nombre en francés, lengua que dominaba. En 1917 había actuado en una función benéfica de Protectores de la Escuela San José Oriol, la obra era «El sueño de un niño patriota»; será premonitoria, se convertirá en un publicista del españolismo.
Llanas acabó su bachillerato en 1922. Parece que entonces ingresó en la alfonsina UMN, de donde pasaría a la Unión Patriótica. En 1928 era vicepresidente de su Comisión Hispanoamericana y secretario de la Comisión de Propaganda, y en 1929 vicesecretario de la Sección Escolar. Es un orador habitual en los mítines de las juventudes upetistas, en los que coincide con otros publicistas como Pompeyo Claret, Miguel Franco o Juan Porta Sarret. A todos los reencontraremos. Tras la eclosión de la Unión Patriótica, Llanas entró en la UMN y se convirtió en secretario de su Comisión de Propaganda. Ahora era también vicepresidente del Círculo de la UMN de Gracia.
Los dirigentes de esta agrupación graciense, como veremos, tratan de tejer lazos con otros sectores españolistas, pero la vida de la agrupación seguirá siendo conflictiva. No debía ayudar a la pacificación el mal carácter y la fama de pendenciero que tenía René Llanas, de la que él mismo se vanagloriaba.7 La entidad será clausurada una vez proclamada la República y, aún en su reunión final, convocada en julio para liquidar la entidad, se reproducirán los enfrentamientos.
Los problemas internos de la UMN de Gracia provocaron la salida de algunos socios que crearon, en marzo de 1931, un grupúsculo españolista, monárquico y ultracatólico: Derecha Social.8 Su fundador y director consiliario era el sacerdote Melchor Pelegrí Palou, que había pasado por la Agrupación Obrera Española, la Unión Patriótica y la UMN. Era autor de Doctrina del bon català, obra apologética de la Dictadura. Su presidente es el abogado Alfonso Ibáñez Farrán, miembro del integrista y reaccionario Centro de Defensa Social de Barcelona, algunos de cuyos socios también participan en el proyecto. Este centro se había creado en 1903 para defender «los principios religiosos, patrióticos y de orden social». Tenía objetivos propagandísticos y estaba formado básicamente por aristócratas, propietarios y profesionales.
Derecha Social subsistirá algunos años durante la República. Se adherirá al régimen y pedirá la abstención en el referéndum del Estatut. En septiembre de 1933 se transformará en Concordia Ciudadana, que no aguantará ni unos meses. El padre Melchor Pelegrí recalará en 1934 en el PNE durante unos meses. Su presidente, Alfonso Ibáñez, se había acercado al carlismo. La mayoría de sus pocos miembros acabarán militando en Derecha de Cataluña.
Los más entusiastas defensores de la monarquía en Barcelona habían creado en julio de 1926 el Grupo Alfonso, una selecta entidad que pululaba alrededor de la Unión Patriótica. Había nacido con la pretensión de «reunir a todos aquellos amantes del Rey que, prescindiendo de su personal significación, estén dispuestos a laborar por él y la monarquía, al margen de todo partidismo político». La mayoría de sus socios eran «personas conocidísimas en la alta sociedad barcelonesa». Aparte de su ferviente alfonsismo, su otra seña de identidad es su españolismo, «somos los que sin vacilaciones, ni cobardía, ni rastrerismos de ninguna clase, hicimos ondear, después de un sin fin de años que no ondeaba, la bandera Española».9 Otro grupúsculo de este tipo era la Peña 13, que había tomado su nombre en homenaje a la fecha del golpe de Estado de Primo de Rivera.
Con la caída de la Dictadura aparecerá otro colectivo aristocrático de defensa de la monarquía alfonsina, muy ligado a la UMN. En enero de 1931 inaugura su sede en la calle Pelayo 11 la Juventud Monárquica, que se organiza en Barcelona a ejemplo de la entidad madrileña del mismo nombre y tratando de emular a la primera Juventud Monárquica de Barcelona, fundada en 1904. Se trata de una entidad que trata de dar «cabida a cuantos ideales políticos haya dentro del campo monárquico».10 Su único objetivo es la defensa de España y del rey. La mayoría de sus miembros son jóvenes aristócratas. El presidente de la entidad, Luis de Foronda y Gómez de Uribarri, es un ejemplo de ello: primogénito del marqués de Foronda, abogado, secretario de diferentes consejos de administración, miembro de la Orden de Montesa, jugador de polo en el Real Polo Jockey Club y casado en 1931 con la hija de los Sentmenat, otros grandes de España.
En su Comité de Acción Política figuran algunos de los futuros dirigentes de las juventudes alfonsinas durante la República, personajes como José Bertrán Güell –hijo de Josep Bertran i Musitu, destacado dirigente de la Lliga Catalana–, Eduardo de Olano y Barandiarán, hijo del conde Fígols, o Enrique del Castillo y de Yurrita. También un antiguo catalanista, el abogado Juan Vidal Salvó, que dará que hablar más adelante.
Por su parte, el sector maurista que apoyó la Dictadura de Primo de Rivera, en contra del alejamiento que había aconsejado el propio Gabriel Maura, también reapareció en escena. Ya en 1925 habían creado Derecha Nacional, al margen de Unión Patriótica, previendo la convocatoria de unas elecciones que no se realizaron. Se reactivará en diciembre de 1927, cuando hacen público un manifiesto en el que se explayan en sus principios: monarquía, catolicismo, proteccionismo, solución del conflicto obrero recurriendo a los principios del amor cristiano y unidad nacional, aunque con «el respeto al espíritu y a las lenguas regionales, y a la legislación foral, rechazando empero cuanto tienda directa o solapadamente a la separación espiritual de lo que unió la Naturaleza y consagró la Historia». Los intentos de expandir el partido topan con la existencia del partido único. El Gobierno Civil los frena. Volverán a la carga en 1930 para «levantar la bandera de unión de todos los hombres que se agrupan bajo los lemas de Patria, Monarquía y Orden social».11 Su presidente es el abogado Juan Adolfo Mas Yebra, vicepresidente de la Cámara Oficial de la Propiedad Urbana y diputado provincial.
En febrero de 1930 la directiva viaja a Madrid para entrevistarse con Gabriel Maura, que les pide que se agrupen con el resto de mauristas barceloneses. Los ruegos del viejo líder no tienen éxito y a finales de ese mismo mes nace, al margen de Derecha Nacional, el Secretariado Maurista de Cataluña, que se constituye como comité regional del Partido Maurista. Derecha Nacional inaugurará un amplio local en San Honorato y los mauristas oficialistas un Centro Maurista en la calle del Carmen, pero, finalmente, los dos grupos se verán abocados a confluir en el Centro Constitucionalista, el partido creado por Maura y Cambó, que fracasará estrepitosamente en las elecciones de abril y se disolverá.
El último presidente del Centro Maurista fue el abogado Salvador Palau Rabassó,12 nacido en El Vendrell en 1894 en el seno de una familia acomodada de ideas monárquicas y religiosas. Su padre, acaudalado propietario agrícola, había sido presidente del Sindicato Agrario y la Cámara Agrícola del Vendrell y cabo del Somatén local, además de padrino de Pau Casals. Salvador entró pronto en política. En su pueblo había fundado la Juventud Derechista y ya en Barcelona presidió la Agrupación Escolar Maurista en 1918. Licenciado en Derecho en 1919 y doctorado en 1920 con excelentes notas, fue diputado provincial por el distrito de Tarragona-Vendrell entre 1921 y 1924 y vicepresidente de la Diputación de Tarragona. Pasó por la UMN y en 1922 participó en Integración Maurista, un intento de refundar el maurismo en Barcelona. También fue presidente de la Unión Patriótica en El Vendrell. Como buena parte de estos mauristas, acabará en las filas de Derecha de Cataluña. Salvador Palau será uno de los hombres de Antonio Goicoechea en Barcelona. Su hermano Joaquín María será alcalde de El Vendrell en 1930 y candidato monárquico en abril de 1931, y su otro hermano, Francisco, será uno de los líderes de la Peña Ibérica, de la que también fue miembro Salvador. Nos reencontraremos con frecuencia a los hermanos Salvador y Francisco Palau Rabassó.
También resurgen en 1930 los estrambóticos socialistas-monárquicos. En 1916 se había creado Acción Protectora del Obrero Socialista Monárquico Español de Alfonso XIII, que en 1922 había cambiado su nombre a Partido Socialista Monárquico Obrero Alfonso XIII. Agrupaba entonces a algo más de un centenar de socios. Su impulsor y presidente era José Ferrando Albors. Su líder fue recibido en diversas ocasiones por el rey. En 1923 se adhieren al golpe de Estado y pronto ingresan en la Unión Patriótica. El partido será reorganizado en marzo de 1930, en julio inauguran su Centro de los Socialistas Monárquicos y en octubre firman una alianza con un pequeño grupo de liberales romanistas, las Juventudes Liberales, presididas por Joaquín Jiménez de Alcaraz Carreras. En noviembre Ferrando Albors es apartado de la dirección por irregularidades contables. Desaparecerán con la proclamación de la República. Su «socialismo» se concretraba en pedir cierta protección de los obreros al rey. Su programa lo explica así:
... engrandecimiento de la Patria y sus regiones. Mejoramiento y defensa de la salud pública. Mejoras para la ciudad, conjurando la crisis obrera que se avecina. Abaratamiento de las subsistencias. Construcciones de barrios obreros. Fundación de sanatorios y escuelas. Dignificación, protección y educación de la mujer en todos sus órdenes. Defender los intereses morales y materiales de las clases productoras y obreras para que sea un hecho el respeto y concordia entre el capital y el trabajo. Captar a la clase media, digna de nuestro cariño, por ser el factor más importante de la sociedad. Laborar con las autoridades, por el mantenimiento del orden, el respeto a la propiedad y a la libertad de trabajo.13
Otro reaparecido es Acción Nacional, que no llevaba ni un año en la Unión Patriótica. Se trata de un grupúsculo formado en torno a Rafael Suñén Beneded, un aragonés afincado en Barcelona desde joven. Suñén había sido miembro de los Jóvenes Bárbaros de Lerroux, para pasar a partir de 1923 a colaborar con el Gobierno Civil como censor de prensa y quizás algo más. Suñén había tratado de reconstituir en julio de 1925, con elementos españolistas desencantados con el upetismo, la Juventud Nacionalista Española. El grupo irá mutando de nombre, siempre actuando con autonomía de la Unión Patriótica. Durante un tiempo funcionarán como Juventud Nacionalista Española (Tercio Unión Patriótica), luego como Juventudes Patrióticas y más tarde como Juventudes Recreativas Patrióticas. Con el tiempo algunas agrupaciones reingresarán en la Unión Patriótica y los grupos restantes se convertirán, en noviembre de 1926, en Acción Nacional. Suñén es escogido jefe de la nueva entidad, que tiene como lema «¡Viva España! ¡Viva la unión racial, étnica y geográfica!». Visita al dictador, que le muestra su disgusto por su actuación al margen de la Unión Patriótica. En 1928 publica su Ideario nacional. Sus partidarios no solo se dedican a cuestiones teóricas; en mayo de 1928 boicotean el estreno de la obra dramática La Dolorosa, de Ventura Gassol, por su mensaje catalanista. Finalmente, en octubre de 1929, Suñén dará su brazo a torcer e ingresará, junto con toda su organización, en la Unión Patriótica.
Será por poco tiempo. Tras la desaparición del partido único, Suñén volverá a reorganizar su Acción Nacional. En septiembre de 1930 brinda la colaboración del partido al gobernador civil «para la represión de las tendencias separatistas». Con la proclamación de la República, el partido desaparecerá y su jefe, Rafael Suñén, abandonará la política, dedicándose a buscar por Europa financiación para su invento, un supuesto petróleo sintético. Fue otro intento de organización con aparentes características fascistas: jefe carismático, españolismo, juventud y sin renunciar a la acción directa.14
Otro grupúsculo desgajado de la Unión Patriótica fue el que impulsó Eduardo Aunós, antiguo ministro de Trabajo de la Dictadura, que funda en febrero de 1930 el Partido Laborista Nacional, de corte corporativista. Su base la componían antiguos colaboradores suyos en el Ministerio, miembros de los comités paritarios y militantes libreños. A Aunós le costó desarrollar su partido más allá de Madrid. El Centro Laborista de Barcelona no se constituirá hasta abril de 1930 y en su comité figuran destacados dirigentes de los Libres como José M. Pons Escoda o José Baró Bonet, que habían sido concejales del Ayuntamiento de Barcelona, o los periodistas Feliciano Baratech Alfaro y Estanislao Rico Ariza, director de La Protesta y redactor de Unión Obrera.15 El partido tendrá poco recorrido y desaparecerá sin pena ni gloria.
Otros recién llegados, separados también de la Unión Patriótica, presentarán pronto sus cartas españolistas en Barcelona. Un españolismo rudo y pendenciero, el del PNE y sus Legionarios de España, que se estaban organizando al margen de la UMN, a pesar de compartir con ellos su admiración por Miguel Primo de Rivera, su adhesión a la corona y su ultraespañolismo. En Barcelona, el PNE tiene su origen en un grupo de militantes españolistas, bronco y peleón, que había nacido durante la Dictadura y que se mantuvo en el tiempo, un grupo y unos militantes que darán mucho que hablar en este libro, los ibéricos, los miembros de la Peña Ibérica.
ESPAÑOLISTA EN LO POLÍTICO Y LO DEPORTIVO: JOSÉ MARÍA POBLADOR ÁLVAREZ
Domingo 23 de noviembre de 1924. Tarde de fútbol. Sexta jornada del Campeonato de Cataluña. Derbi en el estadio de Les Corts. Se enfrentan el FC Barcelona y el RCD Español. Máxima rivalidad y máxima tensión. La reventa está haciendo su agosto en noviembre. El campo se llena. La prensa habla de 30.000 espectadores. A las 14:50 h comienza el partido. El Barça sale en tromba. El público aprieta desde la grada. El ambiente está caliente y se caldea más cuando cae lesionado sobre el césped Paulino Alcántara, una de las estrellas culés. El juego se torna violento y esa violencia se traslada a las gradas, donde andan mezclados aficionados de los dos equipos. Una entrada del españolista Caicedo al azulgrana Samitier es respondida por este con una patada. El árbitro expulsa a Samitier. Revuelo en el campo. El público lanza monedas contra el árbitro –el partido pasará a la historia como el derbi de la calderilla– y contra los jugadores blanquiazules. El colegiado decide suspender el partido.
En las gradas hay puñetazos y garrotazos. Han de intervenir las fuerzas del orden para calmar la situación y vaciar el estadio. El encuentro se repetirá a puerta cerrada el 15 de enero de 1925. Fuera del estadio se reproducirán los enfrentamientos entre aficiones. Guardias civiles a caballo han de disolver el tumulto. El partido finalmente lo ganaría el Español por 0-1.
En estas peleas e incidentes entre grupos de hooligans avant-la-lettre, destacan por el lado culé los componentes de Penya Ardèvol, fundada por miembros de la Sección de Lucha Grecorromana del club azulgrana y capitaneada por el campeón catalán Emili Ardèvol. La Penya tenía un marcado carácter catalanista y había colaborado en actos de la Lliga Regionalista. Por el lado perico, los que más se emplean en la trifulca son miembros de la Sección de Rugby del club blanquiazul. Entre ellos destaca un joven alto y fornido, un firme españolista en lo político y en lo deportivo, se llama José María Poblador Álvarez y, como veremos, será, entre otras cosas, fundador de las JONS en Barcelona.16
José María Poblador procede de una familia aragonesa. Su padre, José María Poblador Vicente, originario de Codol (Zaragoza), se había licenciado en Derecho y era perito, profesor mercantil y maestro. Había pasado por diferentes ciudades opositando y ocupando diferentes puestos de funcionario y recaló como tenedor de libros en la Sala de Ultramar del Tribunal de Cuentas, para pasar después a la oficina de Obras Públicas de la provincia de Huesca, en donde conocería a su mujer, que procedía de una familia aristocrática de Boltaña, los Álvarez de Altabás. Parece que participó como oficial en la guerra de Cuba. Hacia 1900 emigró a Barcelona, donde fundó y dirigió la Academia Escuela Politécnica, especializada en la formación de alumnos para comercio, aduanas o Correos. En la Ciudad Condal se integra en asociaciones de aragoneses, siendo secretario del Centro Protector Aragonés. Se aficiona al fútbol y se hace socio del RCD Español. También se interesa por la política y se suma a la Juventud Tradicionalista, de la que se daría de baja en 1904 por considerarla tibia en su españolismo. Ese mismo año es detenido, junto con otros carlistas disidentes, por promover disturbios durante la representación de la zarzuela Patria nueva, que entendían que atacaba al rey Carlos. Parece que posteriormente se trasladó a Sos del Rey Católico, donde trabajará de asentador de granos. En 1912 lo encontramos en Zaragoza como director de la Gaceta Secretarial, publicación dirigida a los secretarios de ayuntamiento.
En la capital maña, entre 1910 y 1915, estudia bachillerato su hijo José María Poblador Álvarez, que había nacido en Huesca en 1899. En 1915 la familia se traslada de nuevo a Barcelona. El padre ejerce otra vez de director de una academia mercantil. José María hijo sigue sus estudios de secundaria en el Colegio San Miguel y parece que, una vez acabados estos, se matricula en la Universidad de Barcelona.
Poblador es testigo del auge del catalanismo en la universidad y las calles de Barcelona. Siguiendo a su padre, se ha convertido en un españolista cercano al tradicionalismo, aunque sin militar en sus filas. Se volverá anticatalanista visceral, de los que afirmaban que el catalanismo había tratado «de crear y hacer ver un hecho diferencial, que jamás existió», postura que nunca abandonará. Pronto participa en peleas y riñas callejeras y en 1918 es detenido por primera vez en una bronca en los claustros de la universidad con unos catalanistas que pretendían quemar una bandera española. El asunto, según explicaba, le valió tener que comparecer ante un tribunal disciplinario universitario. Su exaltado españolismo hizo que en 1923 se acercara a La Traza.
Como muchos jóvenes de la época, es aficionado al deporte y, siguiendo de nuevo a su padre, se hace socio del RCD Español. Poblador practica el fútbol con el equipo de Derecho, pero se decantará por el rugby. Cuando en abril de 1923 se cree la Sección de Rugby del RCD Español, Poblador será escogido presidente, siendo reelegido en 1924 y 1925; además, será uno de los jugadores destacados del equipo, actuando de medio tres cuartos, medio apertura y arrier. Jugará hasta 1928. En el mismo equipo estaban los hermanos Luque Recio, a los que con el tiempo reencontrará en Falange. En febrero 1925 es elegido vicepresidente de la Federación Catalana de Rugby. Además, a partir de 1926, actúa como árbitro.
En la defensa del españolismo y del RCD Español, Poblador no desdeña el enfrentamiento físico. Lo hemos visto en su actuación en los claustros y seguramente en el «derbi de la calderilla», y en esa pelea Poblador no era el único perico que repartió puñetazos y bastonazos, lo más seguro es que uno de los que le acompañasen fuese otro joven bronco: Francisco Palau Rabassó.
RADICALISMO, INTRANSIGENCIA, NOBLEZA Y SINCERIDAD: FRANCISCO PALAU RABASSÓ
Barcelona, 11 de noviembre de 1915, se celebra un mitin electoral de cara a las municipales en el local de la Juventud Radical del Distrito V, en la calle Hospital. Poco antes de empezar el acto, jóvenes jaimistas reparten a los asistentes el folleto Lerroux y su obra, un panfleto crítico con el líder radical. La provocación tiene efecto. Salen a relucir armas cortas y se inicia un tiroteo. Pronto los alrededores del local se convierten en escenario de una batalla campal. Radicales y jaimistas intercambian disparos y caen heridos un par de carlistas. Las fuerzas del orden consiguen ahuyentar a los contendientes. Entre los que han conseguido huir indemnes está Francisco Palau Rabassó, un joven jaimista de 14 años.
Francisco Palau hacía nacido en El Vendrell en 1901.17 Como hemos visto cuando hemos hablado de su hermano Salvador, proviene de una familia pudiente de ideas monárquicas, católicas y españolistas. Francisco hacía pocos meses que se ha instalado en Barcelona para proseguir sus estudios. A diferencia de su hermano Salvador, adscrito al maurismo, Francisco milita en el carlismo y se ha dado de alta en el Centro Tradicionalista de la calle Puertaferrisa, la Agrupación Escolar Tradicionalista (AET) y en el Requeté, que es el nombre que ha adoptado la milicia paramilitar carlista.
En el primigenio Requeté barcelonés abundan jóvenes trabajadores acabados de llegar desde el campo que traían consigo la tradición de violencia rural del carlismo. En los círculos carlistas y en las excursiones aprendían tiro, boxeo y otras técnicas de lucha, y sus miembros acababan armados con porras y pistolas, las más populares de las cuales eran las Browning, desplazadas más adelante por las Star. En el Requeté conocerá Francisco Palau el culto a la violencia y las armas, el afán por la pelea y la acción directa, algo que le acompañará toda la vida.
Francisco Palau se acercará a los planteamientos del grupo de carlistas radicales que publicaban La Trinchera. Era un grupo que exaltaba la violencia, que menospreciaba las contiendas electorales –preferían las peleas en las calles–, que creían que la oposición conservadora y de casino que realizaba el carlismo oficial minaba la vitalidad y la combatividad que históricamente había tenido el tradicionalismo y que utilizaban cierta retórica obrerista, hablaban de solidaridad y abominaban del paternalismo empresarial y la caridad católica. Su lema era «radicalismo, intransigencia, nobleza y sinceridad». Miembros de esta corriente carlista darán cobertura intelectual a los Sindicatos Libres (Winston, 1989: 88-96).
Pero los carlistas de La Trinchera no se limitan a combatir a los lerrouxistas y sus Jóvenes Bárbaros, sus enemigos tradicionales; también se enfrentan a los catalanistas conservadores de la Lliga Regionalista, a los que motejan como «cerdos separatistas». La Lliga representa para ellos lo peor del capitalismo, un partido burgués, hostil al pueblo trabajador. Los de La Trinchera abominan de las frecuentes alianzas electorales del carlismo oficial con ellos, así que también están en su punto de mira.
Por ejemplo, el 22 de mayo de 1916 se celebra en el parque Güell un banquete que cierra la Festa de la Unitat Catalana, con la que la Lliga celebra sus buenos resultados electorales. Esa noche, un grupo de jóvenes jaimistas, entre los que se encuentra Palau, organizan una sonora pita delante de la casa de Cambó e intentan asaltar la sede del partido en la calle Cucurella.
Las desavenencias entre el sector más españolista del carlismo y los partidarios del acercamiento a los catalanistas conservadores se enconan y, en abril de 1917, carlistas españolistas agreden en la Puerta de la Paz a otros tradicionalistas que se dirigían al Mundial Palace, donde estaba previsto un acto del partido. El enfrentamiento continuó delante del Círculo Tradicionalista de Puertaferrisa, cayendo uno de los implicados desde el balcón. De resultas de esta pelea Francisco Palau fue expulsado del Círculo.
Ese mismo año inicia sus estudios de perito en la Escuela Industrial de Vilanova i la Geltrú. Allí rápidamente se hace un nombre. No rehúye los enfrentamientos físicos con los estudiantes catalanistas, justo en el momento de mayor auge de las campañas autonomistas. Organiza con otros estudiantes españolistas contramanifestaciones a las protestas catalanistas, y a los Visca Catalunya lliure! contestan con ¡Viva España una indivisible! Se enzarza en peleas con miembros del Casal Català y con los federales. El alcalde trata de expulsarlo de la población. En Vilanova traba amistad con un compañero de clase, Domingo Batet López, dos años más joven que él, hijo díscolo del general Domingo Batet. Se convertirá en su compañero de estudios, de militancia españolista, de peleas y de trabajo.
Palau no pierde el contacto con su pueblo y, en 1920, junto con una docena de amigos, funda la Juventud Jaimista del Vendrell. Desde entonces se ven envueltos en tiroteos con miembros del Sindicato Único y con republicanos; no hay fiesta mayor de los contornos que no acabe en trifulca política.
En 1922 continúa sus estudios de ingeniería industrial en la Escuela Industrial de Terrassa, donde de nuevo destaca como organizador de los estudiantes españolistas. Además, en la ciudad vallesana colabora en una publicación de título contundente, El Pistolero, con una línea editorial muy similar a la de La Trinchera, de la que reproduce su mismo lema, «radicalismo, intransigencia, nobleza y sinceridad». Asimismo, lleva como divisa aclaratoria «con varios pistoleros responsables y estacas detrás de la puerta».18
Ese año finaliza sus estudios y se instala en Barcelona. Junto con su inseparable Domingo Batet, se une a carlistas de acción próximos a los Sindicatos Libres, personajes como el periodista Estanislao Rico o el pistolero Nicanor Costa Duran, conocido como El Gravat. Con ellos, a principios de 1923 asiste a una conferencia de Martí Esteve, miembro de Acció Catalana, donde este último afirma que «los catalanes no debemos admirar a los irlandeses sino imitarlos». Es lo que esperaban para reventar el acto; a partir de ahí se organiza la trifulca y la veintena de alborotadores, armados con pistolas, obligan a algunos de los asistentes a proferir vivas a España. Como explica bravuconamente Palau: «Todos los presentes, venidos a buenas razones, gritaron Viva España; siendo desde luego, Ventura Gassol, Martí Esteve y Matons, los que más veces tuvieron ocasión de repetir tan altisonante y hermosa frase».
Francisco Palau también destacará como hombre de acción a la hora de defender al club de sus amores, el RCD Español, en cuyas gradas conocerá a otros jóvenes españolistas –en lo político y lo futbolístico–, como José María Poblador. Ambos serán fundadores de la Peña Deportiva Ibérica, donde acogerán a algunos de los carlistas disidentes y violentos con los que han trabado amistad.
EL FÚTBOL, CAMPO DE BATALLA SIMBÓLICO Y REAL
El RCD Español había sido fundado en 1900 por un grupo de universitarios aficionados a un deporte que hacía poco había aparecido en Barcelona de la mano de británicos, el fútbol. Para practicarlo se afiliaron a la Sociedad Gimnástica Española, fundada en 1897 y cuyo presidente era Rafael Rodríguez Méndez, catedrático de la Universidad de Barcelona, de la que sería rector en 1902, cargo desde el que se opuso a la catalanización de la universidad. Poco después se vincularía al Partido Republicano Radical, siendo elegido diputado en 1905. Su hijo Ángel Rodríguez Ruiz sería el primer presidente de la Sociedad Española de Football, nombre original del RCD Español, que se escogió para resaltar que, a diferencia de otros clubs de fútbol de la ciudad, con plantillas plagadas de ingleses y otros extranjeros, los componentes del equipo eran todos españoles. A partir de 1909 vistieron sus clásicos colores blanquiazules, en recuerdo del blasón utilizado por Roger de Llúria y sus almogávares.19
El fútbol se convirtió en un fenómeno de masas. El crecimiento urbano y la comercialización del ocio ayudaron a popularizar este deporte, que «desempeñó un papel clave en la formación de un lenguaje, de unos mitos y de unas narrativas vinculadas a las naciones». A ello se añadió la aparición de una prensa especializada y la creciente cobertura en la prensa generalista; «la escritura deportiva adquirió un carácter nacionalizador al atribuir aspectos patrios a los atletas y los equipos» y, sobre todo, el fútbol, convertido en una «comunidad imaginada», en la que «el concepto abstracto de comunidad nacional se vuelve más tangible cuando se “visualiza” a través de un equipo uniformado» (Quiroga, 2014: 23-25).