Kitabı oku: «¡Viva Cataluña española!», sayfa 6
Empezó su disertación el conferenciante aportando datos históricos, desde el siglo XV hasta la época memorable de septiembre de 1923, haciendo resaltar de una manera especial en la forma que el canciller Casanova perdió la vida, siendo un verdadero patriota españolista y no un separatista, como lo pretenden demostrar los que así les conviene a sus fines. Citó la coincidencia de los movimientos separatistas registrados en Cataluña con los gobiernos débiles que han existido, terminando el doctor Claret su peroración, expresando que España se engrandará en breve, volviendo a su antiguo poderío y alentando a la fe en nuestro triunfo.47
Además, en 1927 Claret había sido nombrado presidente de la comisión encargada de organizar el Homenaje a los Mártires de la Independencia Española. Esta comisión se había puesto en marcha en 1909, coincidiendo con el centenario del fusilamiento de ocho patriotas barceloneses por las tropas francesas. A partir de entonces se institucionalizó un homenaje cada 3 de junio, fecha del ajusticiamiento. En 1911 se trasladaron los restos de los inmolados a la capilla de San Gabriel, en los claustros de la Catedral. Poco a poco el acto fue tomado tintes españolistas, sobre todo a partir de 1924, cuando se encarga de la organización la «domesticada» Liga Patriótica Española y la Junta Fe y Patria, que preside el coronel y reconocido anticatalanista Pío Berzosa Tablares. En 1927 toma el relevo en la dirección Pompeyo Claret.
Como ya hemos visto con la Fiesta de la Raza, la Dictadura había fomentado la celebración de fiestas y conmemoraciones patrióticas como forma de difundir el nacionalismo español entre la población, de construir «memoria colectiva nacional basada en mitos históricos». El fusilamiento de los patriotas barceloneses era un hito que no podían dejar pasar; «las fiestas, ceremonias y monumentos son utilizados para consolidar los mitos y símbolos nacionales en la conciencia de los ciudadanos y tienen como objetivo hacer que las masas se sientan parte de la nación» (Quiroga, 2009: 240). El impulso que se da a este homenaje tiene ese fin.
Desde los inicios, la comisión organizadora demanda la construcción de un monumento que recuerde a los patriotas. La oportunidad llegará en 1929. En 1928 el concejal Andrés Garriga Bachs compró dos casas en la calle del Obispo situadas frente a los claustros de la catedral para derribarlas. En su lugar se construyó una plaza –que llevará el nombre del concejal–con la idea de dar visibilidad a los claustros, a la iglesia de San Severo y al Palacio Episcopal. Fue entonces cuando se inició la construcción de un monumento a los Mártires de la Independencia. Se le encargó al escultor Josep Llimona, pero no la finalizó a tiempo. La plaza fue inaugurada por la reina en noviembre de 1929, con el pedestal, pero sin el conjunto escultórico. De hecho, este no se instalará hasta 1941. Como veremos, el homenaje decaerá en los primeros tiempos republicanos para ser recuperado a partir de 1935 como acto unitario de la extrema derecha españolista.
Con este bagaje, a partir de enero de 1931, Pompeyo Claret se convertirá en la cabeza visible del Comité de Acción Española, que fijará su sede en el local de la calle Boria.
La actividad del Comité es frenética porque se prevé la convocatoria de elecciones generales para marzo. A finales del mes de enero se reúne el Comité Político de la Peña Ibérica «para formar la candidatura que luchará en Barcelona en las próximas elecciones, con una tendencia exclusivamente españolista». El PNE anuncia que la apoyará. Son los últimos coletazos del pacto que les unía. Los ibéricos no olvidan su componente social y, a pesar de la situación política, no dejan de programar, como en los últimos años, bailes de carnaval en la Sala Capsir. Pero frivolidades aparte, siguen enfrascados en tratar de formar una candidatura electoral españolista que se enfrente a la Lliga y Acció Catalana.
Finalmente, renuncian a la suya propia y participan en las reuniones que, durante las primeras semanas de febrero, mantienen españolistas de la ciudad para fraguar una propuesta unitaria. En el local de la UMN se encuentran miembros de la entidad monárquica, mauristas de Derecha Nacional, integristas del Centro de Defensa Social, albiñanistas, socialistasmonárquicos, la Juventud Monárquica, el Comité de Acción Española y los ibéricos. Acuerdan una candidatura que no se presentaría como monárquica, sino como españolista y de orden. Como sabemos, tras la dimisión de Berenguer, estas elecciones no se celebrarán.
A pesar de ello, los del Comité de Acción Española continuarán su actividad proselitista. En las siguientes semanas programarán diferentes actos de «acción españolista». Los ponentes acostumbran a ser dirigentes del Comité, como Claret, Vives, Guiamet, Ponz o Llanas de Niubó, a los que se unen otros publicistas, como el abogado y periodista de origen segoviano Pablo Sáenz de Barés, autor de novelitas patrióticas y católicas, exdirector de la Gaceta de Cataluña y miembro del Secretariado de la Confederación Nacional Católico-Agraria, que había pasado por la UMN para acabar recalando en el PNE; Pablo Bayle, administrador del Banco Comercial de Tarrasa, que ejerce de presidente de la Comisión de Estudios Económicos del Comité; Alberto de Avilés, maurista y miembro del Grupo Alfonso, o Juan Vidal Salvó, exupetista y miembro de la Juventud Monárquica, un abogado al que conoceremos a fondo. Las conferencias sirven para enaltecer «el amor a España» y exponer los principios del Comité, que, sin elecciones a la vista, no esconden que han «nacido al calor de los tres grandes amores: Religión, Patria y Monarquía».
También pondrán el énfasis en defender a los maestros, muchos destinados a Barcelona desde otras provincias españolas. Los maestros nacionales serán uno de los colectivos proclives a escuchar los cantos de sirena del españolismo.
Los ibéricos, rotos sus acuerdos con los albiñanistas, se vuelcan en el Comité de Acción Española, pero sin renunciar a su autonomía política. A pesar del apoyo a la retórica reaccionaria del Comité, el discurso de la Peña Ibérica es diferente.
HABLAN LOS HOMBRES
La Sala Emporium, en la calle Muntaner, esa mañana del 5 de abril de 1931 no ofrece su habitual aspecto. Lo que acostumbra a ser una sala de baile se ha transformado en un auditorio. Está programado un acto de afirmación nacionalista, en este caso española. En La Protesta lo han anunciado como «Interesantísimo. La simpática entidad Peña Ibérica celebra un mitin el próximo domingo en que van a hablar los hombres. Ya era hora. Porque hasta ahora solo han cacareado gallinas y graznado grullas. ¡Interesante, interesantísimo!».48 Efectivamente, el acto lleva por título, de forma algo petulante, «Hablan los hombres».
Preside el acto Francisco Palau. La sala presenta bastantes claros. No han llenado. Abre el mitin José María Poblador. Explica que el acto tiene por objeto contrarrestar las campañas separatistas que están realizando las fuerzas políticas catalanistas de cara a las elecciones municipales. Critica el pacto de San Sebastián, que solo busca constituir una República separatista, y que al amparo del fuero universitario se haga política antipatriótica. Llama a la masa obrera a oponerse a estos manejos y acaba apelando a la valentía para luchar contra esta situación; se «precisa que vivamos un cuarto de hora como leones, para no ser toda la vida borregos», dice.
Seguidamente toma la palabra Domingo Batet. Comienza atacando a separatistas y comunistas y afirma que la «Peña Ibérica no está con nadie, ni con Monarquía, ni con República, pero estará siempre al lado de quien haga España grande». Pide protección para la clase obrera y ataca vehementemente a Macià, «el problema catalán no existe», afirma con contundencia. Tampoco se salvan de su diatriba los viejos políticos de la Monarquía. Realiza una apología de la Dictadura y acaba con un estruendoso ¡Viva España!, ¡Viva la Peña Ibérica!
Después sube al estrado Juan Sabadell. Se queja de que, en Barcelona, donde tantas veces se derramó sangre por la patria, se tengan que hacer actos de afirmación españolista. Critica duramente la campaña separatista y les advierte de que si quieren triunfar «habrán de hacerlo con sangre, no con votos».
Le sigue Enrique Catalá de Bezzi, que aclara el lema del acto. Afirma que en él hablan los hombres de la Peña Ibérica, que es española y democrática, pues en ella caben todos. Se extiende en críticas al alcalde de Barcelona y a Cambó y su nefasta política monetaria. Realiza una encendida defensa del marqués de Foronda y finaliza gritando ¡Todo por España y para España! ¡Viva España!
El siguiente orador es José Ponz, que inicia su parlamento lamentando los huecos que se ven en el auditorio; los achaca a la falta de valentía, a que es un país de pusilánimes y egoístas. Dedica un afectuoso saludo a las señoritas que sí se han atrevido a asistir al acto. La Peña Ibérica no busca popularidad, solo «salen a la calle a barrer las vergüenzas». Ataca a los trusts mundiales «que persiguen el hambre del proletariado para así, luego, poder alcanzar con el dinero cuanto se les antoje con miras al negocio». Remata con una llamada a trabajar «por una Cataluña grande dentro de España».
Después toma la palabra Ramón López de Jorge, quien afirma que «España no necesita de grandes tribunos ni de grandes oradores, solo precisa de hombres fuertes que creen riqueza y de hombres honrados que la distribuyan equitativamente». Pide políticas sociales para «evitar que haya quien sufra hambre» y afirma que «hoy hemos de pedir, mañana tal vez exigiremos, que todo español tenga asegurada su vejez». Acaba su inflamado discurso explicando que la Peña Ibérica «no es plante de chulo y sí amor y dolor» pero, a diferencia de Jesucristo, que murió en la cruz por amor a los hombres, «ellos morirán matando».
Cierra el acto el presidente Francisco Palau. En tono belicoso afirma «que para conseguir la paz deben prepararse para la guerra, y que en España no habrá paz mientras no desaparezcan los que viven y medran aprovechando los momentos tristes de la patria». Luego arremete contra el peligro comunista, contra Macià y contra los intelectuales, diciendo que la Peña Ibérica «se ofrece para luchar cara a cara y para el bien de España».
Según la crónica que seguimos, seguramente escrita por Poblador, «todos los oradores, que usaron lenguaje verdaderamente agresivo, fueron muy aplaudidos».
Una vez acabado el acto, los participantes se dirigen en manifestación hasta su local de plaza Universidad. No debían de ser muchos. La prensa catalanista se mofa de ello. Según La Rambla de Catalunya eran quince «comptant-hi la bandera, els agents de policia i dos guàrdies de seguretat a cavall que acompanyaven als manifestants». Durante el recorrido ondean una bandera con los colores rojigualdas. Al ser increpados, los ibéricos responden con puñetazos y golpes. Finalmente ha de intervenir la policía para separar a los contendientes.49
Los parlamentos escuchados resumen cuáles eran los planteamientos políticos de la Peña Ibérica poco antes de la proclamación de la República. De su carlismo disidente y su españolismo vehemente han ido evolucionando; ahora se presentan como un grupo cuasi fascista. En los temas desgranados en el acto podemos reconocer los lemas del fascismo: ultranacionalismo, elogio de la violencia y la virilidad, regeneracionismo, antiparlamentarismo, anticomunismo, antiintelectualismo, elitismo, todo ello trufado de un tono obrerista y retórica anticapitalista y con el añadido local del anticatalanismo y el recuerdo del añorado imperio. El monarquismo y la religión, temas clásicos de los grupos reaccionarios, no tienen cabida en el discurso. Para ellos no importa si el régimen es monárquico o republicano, lo importante es que sea español. Según Palau, ya en un artículo de La Verdad Deportiva, se declararon fascistas. No lo hemos encontrado, pero sus posicionamientos recuerdan a planteamientos netamente fascistas. Les falta, además de más seguidores, un líder carismático claro. Está Poblador, pero también Palau.
A pesar de que nunca pasarán del centenar, la Peña Ibérica será una auténtica cantera de la extrema derecha barcelonesa. De sus filas saldrán militantes y dirigentes de diferentes organizaciones ultras de los años treinta. Los reencontraremos a lo largo del texto.
EL FASCIO DE LAS RAMBLAS
Pero no solo es la Peña Ibérica la que endurece el tono; el lenguaje empleado por sus aliados del Comité de Acción Española no es menos belicoso. Pedro Vives, en un acto en febrero de 1931, afirma que «si un día, por desgracia, se viesen atacados los cimientos de la sociedad, que son la Religión y la Patria, no necesitarían ningún estimulante para que Acción Española descolgase sus armas para blandirlas libre de miras particulares y no pararse hasta ver restablecido el reinado de Cristo y sin mancha el estandarte español». En el mismo mitin Pompeyo Claret y René Llanas, que ahora es además vicesecretario de la Liga Social de Cristo Rey e imparte clases de historia en la Juventud Ciudadana Cultural, entidad ligada al reaccionario Centro de Defensa Social, se encargan de dar la visión histórica, mientras Guiamet apela a los jóvenes y escolares a adherirse a la organización y justifica «la organización militar de la juventud para defender la intangibilidad de la patria y poder titularse español, sin miedo a represalias». En marzo ya hablan de crear unas Escuadras de Acción Española. Vives afirma que «a España hay que servirla con el cerebro y con la fuerza».50
El Comité de Acción Española y la ensoñación de sus escuadras saltan a la luz pública con fuerza el 8 de abril. Ese día el diario madrileño El Liberal lleva a su portada una noticia con el título de «Fascio de las Ramblas». En ella se afirma que, en la Ciudad Condal, Acción Española estaría reclutando a militantes de organizaciones ultraderechistas para crear una milicia de 10.000 miembros que, uniformados con camisa negra y gorro legionario, estaría lista para desfilar por el paseo de Gracia a mediados de mes. Habla de libreños, upetistas, somatenistas, oficiales monárquicos e incluso de la Lliga. En días posteriores, otros medios añadirán al Grupo Alfonso, la Peña Ibérica y los Legionarios de Albiñana. La dirección técnica de la milicia estaría en manos de fascistas italianos. Agregan que financian la operación determinados grupos bancarios y que son dos generales los que organizan todo en reuniones secretas, con el visto bueno de algunas autoridades. El objetivo final sería organizar una marcha a Madrid como la de Mussolini a Roma. Incluso añaden que el Mussolini español será un civil, no ajeno a la dictadura.
El mismo día El Socialista se hace eco de la noticia, pero, con tono más realista, se pregunta «¿Será todo esto una fantasía o tendrá algún viso de realidad? Nosotros nos inclinamos más bien por lo primero». La Voz, también de Madrid, publicará un breve, «¡Qué risa señores! Conque camisas negras», donde se hará eco de la jocosidad que había provocado esta noticia, y finaliza: «La Peña Ibérica incubadora de este sueño fantástico pierde el tiempo. Y el que hemos empleado en este comentario es ya excesivo». Esta es la tónica con la que se recibe la noticia en Madrid y en Barcelona. Los principales diarios barceloneses no le dan ninguna credibilidad.
Pero en la prensa foránea continúa la campaña sensacionalista. El diario republicano valenciano El Pueblo publica en portada el día 11 una entrevista con un militar sobre el supuesto complot fascista. En ella se dan más datos. Se pretende crear varias legiones formadas por elementos de la extrema derecha local. Estarían organizadas en centurias con un capitán al frente. Los legionarios cobrarían 15 pesetas diarias y tienen la promesa de incorporarse a una milicia nacional si triunfan. Esperan reunir a 10.000 en Barcelona y luego trasladar el proyecto a otras regiones y organizar una gran marcha a Madrid.
También se desvela que los dos dirigentes de esta embrionaria milicia eran, en la parte civil, Pablo Bayle, al que conocemos como presidente de la Comisión de Estudios Económicos del Comité de Acción Española, y en la militar, el general Federico de Araoz, presidente del Casino Militar. El local de reclutamiento sería la sede mellista de la calle Boria y el nuevo partido se llamaría Legión Española. El apoyo económico lo recibirían del Banco de Tarrasa, Banca Arnús y Banca Arnús Garín. También habría ofrecido su apoyo la Federación Patronal de Barcelona. El Pueblo afirma que Bayle había hablado con el rey y con Martínez Anido en una reunión a la que asistió el general Barrera. En Italia confeccionaron los uniformes, por eso viajó Anido y por eso habían visitado Barcelona dos personalidades italianas. Además, citan como implicados a Cambó, el conde de Montseny, el barón de Viver, Albiñana y Ramón Sales.
Precisamente Ramon Sales echó más leña al fuego. Fue entrevistado ese mismo 11 de abril por La Razón, publicación cercana a los Sindicatos Libres. En ella afirmó que, como apolítico, el sindicato no tenía nada que ver con el Fascio del que se hablaba, pero que veía con simpatía una acción paramilitar anticomunista. Defendía que miembros del Libre participaran a título individual.51 Esto daba cierta credibilidad a la noticia.
Pero la prensa de Barcelona sigue sin tomárselo en serio. Las Noticias afirma que es todo fantasía, que se han hecho algunos movimientos, pero no hay dinero para tirar adelante. Quien sí le da cierta credibilidad es Solidaridad Obrera, que afirma el 12 de abril que ese día estaba prevista la salida a la calle de 400 legionarios armados. Incluso informa del recorrido que tienen previsto y de su objetivo, promover algaradas para justificar un estado de excepción ante el posible triunfo republicano. Ningún legionario salió a la calle ese día.
Seguramente, lo que había detrás de estas noticias sensacionalistas era el intento del Comité de Acción Española de hacer ruido, hablando de unas escuadras que nunca pasaron del plano teórico. Pero la noticia le pasó factura a alguno de sus protagonistas. Como hemos visto, algunas de las entidades señaladas en estos artículos acabaron saqueadas el 15 de abril y Federico de Araoz, el supuesto cabecilla militar del Fascio barcelonés, será señalado por la prensa tras la proclamación de la República. Publicará un desmentido el 17 de abril, en el que afirma que nada había dicho porque consideraba la noticia ridícula, pero finalmente se verá obligado a dimitir de su cargo en el Casino Militar.
LA EXTREMA DERECHA ANTE LAS ELECCIONES DE ABRIL DE 193152
La extrema derecha españolista no fue capaz de articular una única candidatura de cara a las elecciones municipales de abril de 1931. En Barcelona se presentaron candidaturas de esas características en diferentes distritos. Parece que hubo algún acuerdo tácito a la hora de repartírselos entre las distintas facciones ultras. En este contexto, algunos candidatos decidieron apostar fuerte por un perfil españolista como signo de identidad.
Hubo los que se presentaron como administrativos, como los antiguos upetistas Javier Girona y Jaime Maciá Panicello por el Distrito II. Hubo los que optaron por no camuflarse, como el mellista Pedro Vives y el maurista Alberto de Avilés, que se postularon por el Distrito IV como candidatura católico-monárquica con un programa dirigido «a todos los amantes del orden social, a todos los católicos, a los españolistas, y a los elementos sociales que simpaticen con el programa netamente derechista». Sus apoyos no eran menos reaccionarios. En su mitin de presentación, realizado en el Círculo Católico Tradicionalista, además de los candidatos, tomaron la palabra, para recordar los «siete años [de la Dictadura] que parecieron un sueño» y fustigar a reaparecidos viejos partidos, Pablo Sáenz de Barés, Pompeyo Claret, Llanas de Niubó y Emilio Guiamet.
Tampoco escondieron su perfil los candidatos del Distrito VI por el Partido Liberal Catalán, los abogados Francisco de P. Holgado Galofré, que había sido presidente de la Juventud Liberal Monárquica y del Círculo de Acción Monárquica del Distrito VI –donde coincidió con Salvador Palau–, y Eduardo Stern Castells, que también había pasado por la UMN y la Unión Patriótica. Se presentan como «patriotas amantes de España», considerándose «la única candidatura monárquica, de significación netamente española» del distrito. Los liberales romanistas se habían reconstituido en Barcelona en febrero de 1930 y pronto destacaron por su españolismo. Recibieron el apoyo de la Peña Ibérica, la UMN y Juan Rosich, antiguo secretario de la Liga Patriótica Española.
También se presentaban como españolistas y monárquicos los candidatos liberales por el Distrito V o Francisco Balañá, antiguo concejal y exupetista, que se presentaba por el VII. En el Distrito VIII, barrio de Gracia, se postulaba el tradicionalista Félix Oliveras Cots, expresidente del Requeté de Barcelona y dirigente del Círculo Obrero Tradicionalista La Margarita.
En el Distrito IX se presentaba como candidato el abogado y veterano maurista Manuel Casals Torres, concejal durante la Dictadura, presidente de la Unión Patriótica del Camp de l’Arpa e impulsor, en abril de 1930, de la Unión Nacional, un partido que se presentó como «el más adaptado a cuantos han militado en la Unión Patriótica, actuando bajo los lemas de Patria, Orden y Progreso», pero que a diferencia de la UMN y otros «no hace cuestión de principio la forma de gobierno». Abrió hasta seis delegaciones en Barcelona, pero no cuajó. A las elecciones acude como Coalición Española y «se presenta sin otro matiz político que el de su sincero y ardiente españolismo». En los pasquines de la candidatura, de color rojigualda, apelaba: «si te sientes español antes que monárquico o republicano y crees que el progreso y engrandecimiento de la ciudad querida solo es posible dentro de la paz pública y del orden social, constantemente perturbadas, vota esta candidatura de Coalición Española». Le apoyaron durante la campaña Llanas de Niubó, la Peña Ibérica y la UMN.
Los resultados de todas estas candidaturas fueron desastrosos. Solo el exupetitsta Javier Girona en el Distrito II y Pedro Vives y Alberto de Avilés en el IV llegaron a los mil votos. Todos quedaron muy lejos de los triunfadores, ERC, y de las candidaturas de la Lliga, radicales o Acció Catalana.
1 González Calbet (1987: 130-141); Quiroga (2008 y 2009: 239-245).
2 Ucelay (2004: 1394-1401); Saz (2004: 84-86); González Calleja (2011: 125-131); Thomàs (2011: 42-46); El Sol, 24 de marzo de 1923; La Vanguardia, 13 de agosto de 1924; ABC, 10 de octubre de 1924; España Nueva, 46 (6 de enero de 1925), y La Traza, 1 (9 de agosto de 1924) y 3 (31 de diciembre de 1924).
3 González Calleja (1999: 346-352) y El Año Político (1918: 463-464).
4 España Nueva, 7 de enero de 1925.
5 Para una historia de los Sindicatos Libres, véase Winston (1989).
6 Expediente de la Unión Monárquica del Distrito VIII, Registro de Asociaciones, Archivo de la Delegación de Gobierno en Cataluña, Subdelegación del Gobierno en Barcelona (ADGC).
7 Expediente de Renato Llanas de Niubó, Fons Col·legi d’Advocats de Barcelona, Arxiu Nacional de Catalunya (ANC).
8 Expediente de Derecha Social, Registro de Asociaciones, ADGC.
9 La Vanguardia, 25 de julio de 1926, y Boletín del Grupo Alfonso, Sección del Clot, 2, septiembre de 1928.
10 La Vanguardia, 10 de marzo de 1931.
11 La Vanguardia, 16 de diciembre de 1927 y 1 de marzo de 1930.
12 Expediente de Salvador Palau Rabassó, Fons Col·legi d’Advocats de Barcelona, ANC, y «Palau Rabassó, Salvador», en Els diputats de la Mancomunitat de Catalunya. Disponible en línea: <http://diputatsmancomunitat.cat/mancomunitat/content/palau-rabassó-salvador>.
13 La Vanguardia, 15 de marzo de 1930.
14 Expediente de Acción Nacional, Registro de Asociaciones, ADGC. Rafael Suñén volvería a España. En 1936 residía en Madrid y no pasó desapercibido su pasado ultraderechista. Comenzada la guerra estuvo oculto, hasta que fue detenido. Sería fusilado en Paracuellos del Jarama.
15 Expediente del Centro Laborista de Barcelona, Registro de Asociaciones, ADGC.
16 Archivo José María Poblador; Entrevistas a Montse Poblador Bordas, Barcelona, 4 de diciembre de 2013 y 4 de mayo de 2015; Declaración de José M. Poblador Álvarez, Causa General, Pieza segunda de Barcelona, Del Alzamiento Nacional, Antecedentes, Ejército Rojo y Liberación, Archivo Histórico Nacional (AHN) y Expediente de José M. Poblador Álvarez, Arxiu UB. En este expediente solo figuran sus estudios de bachillerato.
17 Seguimos su propio relato, contrastado con la prensa y otras fuentes: Declaración de Francisco Palau Rabassó, Documentación de José del Castillo, Arxiu Joan M. Thomàs (AJMT), y Declaración de Francisco Palau Rabassó, Causa General..., AHN. La Vanguardia, 12 de noviembre de 1915 y 16 de abril de 1917.
18 El Pistolero, 2 (28 de enero de 1922). Este es el único número que hemos localizado.
19 Sobre historia del RCD Español, Historial (1953), Segura (1974) y Casals (2007: 340-354).
20 La Vanguardia, 25 de noviembre de 1918; Història (1999) y Quiroga (2014: 48).
21 Declaración de Juan Segura Nieto, Causa General... AHN.
22 Declaración de Francisco Palau Rabassó y José M. Poblador Álvarez, Causa General... AHN; Declaración de Francisco Palau Rabassó, Documentación de José del Castillo, AJMT; Declaraciones juradas de antiguos socios de la Peña Ibérica, Archivo José María Poblador; Expediente de la Peña Ibérica, Registro de Asociaciones, ADGC; Castillo-Álvarez (1958: 119-122); Casals (2007: 340-354) y Anguera (1999: 120).
23 La fecha de fundación no está clara. En las declaraciones juradas del Archivo de Poblador hay quien cita 1924, marzo o agosto de 1925. Nos inclinamos por 1925, sin precisar mes, que es también cuando Palau sitúa la ruptura de los Grupos Deportivos Iberia.
24 La Noche, 4 de mayo de 1926.
25 ABC, 16 de diciembre de 1927.
26 Xut, 7 de febrero de 1928. Siguiendo con ese tono irónico afirmaba que a Palau «li fou regalada una nova tranca, ja que la seva va quedar esbocinada». Francisco Palau también destacaba por esas fechas en actividades menos violentas. En 1927 se había proclamado campeón de ajedrez de su pueblo y participa en competiciones de ese deporte en Barcelona. El Baix Penedès, 9 de abril de 1927.
27 Expediente de la Peña Ibérica. Registro de Asociaciones, ADGC.
28 La Vanguardia, 3 de mayo de 1928; Xut, mayo de 1928, y Mundo Deportivo, 4 de mayo de 1928.
29 Hoja Oficial del Lunes, 24 de septiembre de 1928 y 1 de octubre de 1928.
30 La Vanguardia, 27 de noviembre de 1928.
31 ABC, 5 de febrero de 1929.
32 La Verdad Deportiva, 38 (16 de febrero de 1929).
33 Gil Pecharromán (2000: 12, 53); La Nación, 1 y 5 de mayo de 1930; El Sol, 6 de mayo de 1930, y ABC (Sevilla), 17 de junio de 1930.
34 La Nación, 20 de mayo de 1930.
35 La Nación, 28 de mayo de 1930.
36 La Nación, 30 de mayo de 1930.
37 Expediente de la Peña Ibérica, Registro de Asociaciones, ADGC.
38 La Vanguardia, 23 de julio de 1930.
39 Declaración de Francisco Palau Rabassó, Documentación de José del Castillo, AJMT; Winston (1989: 229-233, 273), y La Vanguardia, 7 de septiembre de 1930.
40 La Vanguardia, 11 de noviembre de 1930. Ramón López de Jorge aparece en esta conferencia como un teórico, pero, como buen ibérico, también tiene su lado pendenciero. En julio había tenido que pasar por el juzgado tras protagonizar una pelea en un bar con el también ibérico Juan Gual Botines. Durante el lance sacó su pistola del Somatén y disparó. El rebote de la bala hirió a una mujer. Fue detenido. Pronto sería puesto en libertad, aunque su pistola fue confiscada. En diciembre pasaría de nuevo por los juzgados, está vez por agredir en la calle Arco del Teatro a un obrero cenetista. De nuevo fue arrestado y al ser cacheado se le descubrió otro revólver, para cuyo uso ya no tenía licencia.
41 Recogido de la prensa de UMN por La Publicitat, 3 de enero de 1931.
42 Andrés (2000); Expediente Círculo Católico Tradicionalista, Registro de Asociaciones, ADGC; Declaración de Francisco de P. González Palou, Causa general... AHN, y La Vanguardia, 7 de junio de 1921, 6 de noviembre de 1923 y 1 de febrero de 1927.
43 Expediente de Juan Sabadell Mercader, Fons Col·legi d’Advocats de Barcelona, ANC.
44 La Vanguardia, 21 de octubre de 1930.
45 La Vanguardia, 10 de enero de 1931.
46 Expediente de Pompeyo Claret Martí, Arxiu UB.
47 La Vanguardia, 8 de marzo de 1928.
48 La Protesta, 4 de abril de 1931.
49 Hoja Oficial del Lunes, 6 de abril de 1931; La Razón, 7 de abril de 1931, y La Rambla de Catalunya, 6 de abril de 1931.
50 La Vanguardia, 22 de febrero de 1931 y 14 de marzo de 1931.
51 El Liberal, El Socialista y La Voz, 8 de abril de 1931; La Veu de Catalunya, 9 de abril de 1931; La Publicitat, 10 de abril de 1931; La Razón y El Pueblo, 11 de abril de 1931, y Winston (1989: 270-271).
52 La Vanguardia, 29 de marzo de 1931, 5 y 11 de abril de 1931; Expedientes de Francisco de P. Holgado Galofré, Eduardo Stern Castells y Manuel Casals Torres, Fons Col·legi d’Advocats de Barcelona, ANC, y Fulls volander, Álbum 25, «Electores», 1 de abril de 1931, Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona (AHCB).