Kitabı oku: «El código del capital», sayfa 12
Resultó que Louis Bonaparte fue más solvente que el banco y él, o más bien el banco central francés, la Banque de France, al final sí rescató a Crédit Mobilier. Muchos otros gobiernos, sin embargo, han quebrado tratando de rescatar a los intermediarios financieros que han apostado de más y han puesto al límite a los sistemas financieros. Los ejemplos en el contexto de la crisis global de 2008 incluirían al menos a los gobiernos de Islandia, Irlanda y también España.[65]
El modelo de negocios de ltcm quizá era más sofisticado que el de Crédit Mobilier, pero la intuición básica detrás de la estrategia de negocios era muy similar: apalancar apuestas de que el futuro evolucionaría según lo predicho y, si todo fallaba, esperar una inyección de liquidez por parte del gobierno. ltcm se constituyó en 1994 para poner en acción la teoría de valoración de opciones que le ganaría a Merton y sus colaboradores el Premio en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel de 1997, apenas un año antes de que su fondo experimentara un evento que casi lo mata. La teoría promete que, con las estrategias de cobertura adecuadas, el riesgo puede ser eliminado dividiéndolo entre todos sus subcomponentes y colocándolo con un grupo diversificado de inversionistas.[66] Mientras los mercados operen continuamente (algo que los mercados reales, por desgracia, rara vez hacen), los inversionistas siempre podrán encontrar nuevas coberturas para sus posiciones respondiendo a un entorno cambiante, aceptando ciertos riesgos y pasando otros a los demás, y así cubriéndose las espaldas contra futuras caídas.
ltcm lo constituyeron los teóricos para convertir la teoría de valoración de opciones en ganancias privadas para sí mismos. El fondo de coberturas apalancó sus activos para invertir en deuda soberana, basando su exposición al riesgo en mercados emergentes y desarrollados en la predicción de que la brecha de los precios entre los diferentes instrumentos convergiría a la larga. ltcm compró deuda soberana de muchos mercados emergentes y vendió al descubierto títulos del tesoro estadounidense. En un primer momento todo salió según lo planeado; en sus primeros tres años de operación ltcm ofreció utilidades de entre 19 y 42 por ciento a sus inversionistas y para finales de 1997 había generado siete mil millones de dólares de capital. Después del pico llegó la caída. Para primeros de 1998 ltcm se enfrentaba a un colapso inminente.
Había pasado algo que no debía pasar: la crisis financiera del oriente asiático estalló en verano de 1997 y lanzó una maldición sobre la deuda de los mercados emergentes, y en agosto de 1998 Rusia no pagó su deuda soberana.[67] Respondiendo a ello, el precio de la deuda de todos los mercados emergentes se tambaleó casi al mismo tiempo, como si estuviera acompasada y los rendimientos de los títulos del tesoro estadunidense y de la deuda de los mercados emergentes se distanciaron en vez de acercarse como el modelo había predicho. En teoría, ltcm debería haber estado protegido inclusive contra esta calamidad, porque había invertido en mercados emergentes de todo el mundo, asumiendo que no todos se moverían en la misma dirección y, sin embargo, así lo hicieron.
Lejos de diseñar la cobertura perfecta, ltcm había hecho una única apuesta: que los rendimientos de la deuda soberana emitida por los mercados emergentes y las economías avanzadas convergirían con el tiempo, y que la deuda de cada país era distinta.[68] A esta apuesta la echó por tierra una crisis de deuda soberana especialmente contagiosa. La cuestión ahora era si Mr. Greenspan, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, o más bien la Fed misma, sería solvente, para parafrasear a Carlos Marx. Lo fue, pero Greenspan favoreció un rescate privado y puso suficiente presión sobre los acreedores de ltcm, grandes bancos regulados con sede en Estados Unidos, para que canjearan su deuda, los préstamos y bonos que había extendido, por capital o acciones, con ello remplazando a los dueños ganadores del premio Nobel.[69] Al hacerlo, creó un mayor colchón de capital, que permitió que el fondo reuniera nuevo financiamiento para la deuda y siguiera operando.
Los bancos en un principio no querían convertir sus derechos y demandas en capital, pero eventualmente consiguieron una utilidad. Este resultado ha sido pregonado como prueba de que ltcm siempre había tenido razón. En realidad, tiempo es dinero, y cuando se comercia con deuda de corto plazo, el momento lo es todo, como bien saben quienes comercian con opciones. Quedarse sin tiempo es perder la apuesta, y las duras reglas de una economía competitiva de mercado te llevarán a salir. Esto pasa con los propietarios delincuenciales de casas o los pensionistas que no pueden pagar sus cuentas médicas; no hay razón por la que no debería pasarle también a un fondo de coberturas manejado por ganadores del premio Nobel.[70]
La atracción del dinero y la tentación de crear más pueden alimentar el crecimiento y la riqueza, pero si se las lleva demasiado lejos pueden tener efectos corrosivos en la economía. Los golpes de hiperinflación en algunos países y la inflación permanente en otros han convencido a muchos Estados de ubicar la oferta de dinero estatal y la política monetaria en general firmemente en las manos de bancos centrales independientes.[71] La oferta excesiva de dinero privado, los auges y caídas de los ciclos crediticios que acompañan los modelos de negocio como los de Crédit Mobilier, ltcm o Lehman y su banda pueden ser igual de devastadores que los controles laxos sobre la oferta pública de dinero. En este frente, sin embargo, los esfuerzos de reforma han sido tímidos en el mejor de los casos. Solamente la devastación de una crisis total, sin paliativos, como la Gran Depresión de los años 1930, ha sido enfrentada con reformas regulatorias rigurosas y de largo aliento. Las reformas después de la crisis de 2008 en Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea han lidiado con la seguridad de los bancos, pero han puesto si acaso alguno que otro freno al impulso básico de acuñar dinero privado.[72] Sin duda, los nuevos instrumentos de deuda tomarán una nueva forma la próxima vez, como siempre han hecho, para darle la vuelta a las nuevas restricciones regulatorias que se pongan en pie contra los predecesores ahora ilegales. Y tan pronto como empiecen a difuminarse los recuerdos de la crisis pasada los defensores del libre mercado alzarán la cabeza de nuevo para exigir el desmantelamiento de las estructuras regulatorias que obstaculizan la acuñación de deuda sin restricciones por parte del sector privado.
Con todo, como muestra la historia de nc2 y sus hermanos que se contó en este capítulo, cuando se trata de mercados de deuda el mantra del libre mercado está de plano equivocado. La pregunta no es ni siquiera si regular o desregular. nc2 y los clones Kleros y sus muchos antecesores fueron todos codificados en la ley y existen solamente en derechos y demandas que fueron cuidadosamente diseñadas en el derecho privado, no público, pero el derecho privado también se apoya en última instancia en el poder estatal. Sin los módulos del código del capital, estos instrumentos ni siquiera existirían.
En el fondo, todos estos activos son simples pagarés —promesas de pagar una cierta cantidad en alguna fecha futura—. Las promesas así pueden basarse en relaciones personales o pueden presentarse como compromisos legales vinculantes. Envolverlas en los módulos del código del capital los convierte en activos financieros que son atractivos para los inversionistas. El derecho de propiedades y las leyes de garantías establecen derechos de prioridad; el derecho corporativo y la legislación sobre fideicomisos y trusts seccionan los activos y los protegen ante los demasiados acreedores, y las leyes de quiebras y concursos pueden diseñarse para dar a algunos acuñadores de deuda un arranque anticipado frente a los demás, inclusive si nunca han contratado o pagado una prima para ello. La deuda, el dinero privado que ha alimentado al capitalismo desde su concepción, está codificada en la ley y en última instancia depende del Estado para que la respalde. Los Estados deberían saber esto y mantener la inflación del dinero privado bajo control, porque mientras más cedan ante la voluntad de los acuñadores de deuda privados en los tiempos de bonanza, más expuestos quedarán cuando resulte que la economía no puede sostener el peso de la deuda que crearon.
[1] Morgan Ricks, The Money Problem (Chicago: University of Chicago Press, 2016). Ver también el capítulo 1 sobre este punto.
[2] Sobre la jerarquía de los dineros, ver Perry Mehrling, “The Inherent Hierarchy of Money”, en Social Fairness and Economics: Economic Essays in the Spirit of Duncan Foley, ed. Thomas Michl, Armon Rezai y Lance Taylor (Nueva York: Routledge, 2013), cap. 21.
[3] FCIC, The Financial Crisis Inquiry Report (Washington, dc: us Public Affairs, 2011), especialmente los capítulos 7 y 8.
[4] Estos documentos, incluyendo el prospecto de NC2, pueden encontrarse en línea en http://fcic.law.stanford.edu/ (consultado el 30 de enero de 2017).
[5] El gerente del fondo de cobertura, Michael Burry, en el libro de Michael Lewis The Big Short (y la película del mismo nombre), los leyó todos. Michael Lewis, The Big Short (New York, London: Norton, 2010).
[6] Nótese que las agencias calificadoras son negocios privados. Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos reconoció oficialmente a varias agencias calificadoras y estipuló en regulaciones financieras que sus calificaciones de riesgo crediticio eran clave para los procesos regulatorios. Para saber más de la historia y función de las agencias calificadoras, ver John Coffee Jr., Gatekeepers: The Professions and Corporate Governance (Oxford: Oxford University Press, 2006), y Frank Partnoy, “How and Why Credit Rating Agencies Are Not Like Other Gatekeepers”, Legal Studies Research Paper Series: Research Paper No. 07–46 (2006):59–102.
[7] Ver el capítulo 2.
[8] Prospecto de nc2 p. S- 60.
[9] Prospecto de nc2 p. S- 11.
[10] Reporte fcic (2011), cap. 7, p. 105.
[11] Para saber más sobre el rol central que los fondos del mercado monetario jugaron en la máquina de convertir activos en valores, ver Zoltan Pozsar, Tobias Adrian, Adam Ashcraft y Hayley Boesky, “Shadow Banking”, Federal Reserve Bank of New York Staff Reports 458, julio de 2010.
[12] Nótese que en la jerga financiera los términos “sociedades de propósito específico” o “instrumentos especiales de inversión” están por todas partes. Sin embargo, por ley deben estar estructurados como un trust o un fideicomiso común y corriente que encontramos ya en el capítulo 2.
[13] En 2003 la cantidad total de hipotecas residenciales convertidas en valores llegaba a los 2 980 millones de dólares, de los que apenas el diez por ciento eran subprime. Para 2004, el volumen total había aumentado a los 7 200 millones de dólares, de los que el 34 por ciento eran subprime, y para 2005 habían llegado a los 18 400 millones, de los que 45 por ciento eran subprime.
[14] Adam J. Levitin y Susan M. Wachter, “Explaining the Housing Bubble”, Georgetown Law Journal 100, no. 4 (2012):1177–1258, p. 1192.
[15] Sobre el papel de los fondos de riqueza soberana extranjeros en la estabilización del sistema financiero global en el otoño de 2007, ver Katharina Pistor, “Global Network Finance: Institutional Innovation in the Global Financial Market Place”, Journal of Comparative Economics 37, no. 4 (2009):552– 567.
[16] Ver fcic, Financial Crisis Inquiry Report, p. 116 y los documentos subidos a la página web de la comisión.
[17] Sudip Kar-Gupta y Yann Le Guernigou, “bnp freezes $2.2 bln of Funds over Subprime”, 9 de agosto de 2007; disponible en línea en www.reuters.com.
[18] Prospecto de nc2, p. S- 9.
[19] Los activos más seguros en el conjunto que tenía nc2, marcados con AAA, sumaban 78 por ciento del total de activos. La franja más riesgosa, en la parte más baja del espectro, sumaba menos del dos por ciento. Ver el Prospecto de nc2.
[20] Prospecto de nc2, p. S- 75.
[21] Marilyn Blumberg Cane, Adam Shamir y Thomas Jodar, “Below Investment Grade and Above the Law: A Past, Present and Future Look at the Accountability of Credit Rating Agencies”, Fordham Journal of Corporate & Financial Law 17, no. 4 (2012):1063–1126, pp. 1112ss.; y Caleb Deats, “Talk that Isn’t Cheap: Does the First Amendment Protect Credit Rating Agencies’ Faulty Methodology from Regulation?”, Columbia Law Review 110 (2010):1818–1864.
[22] Durante la primera mitad del siglo xix solamente la mitad de la tierra era susceptible de ello y los bonos del gobierno y las acciones corporativas solamente entraron a la mezcla gradualmente. Ver el capítulo 2. Sobre este punto, ver Kenneth C. Kettering, “ Securitization and Its Discontents: The Dynamics of Financial Product Development”, Cardozo Law Review 29 (2008):1553–1726.
[23] Ver Hyman P. Minsky, Stabilizing an Unstable Economy (New Haven, ct: Yale University Press, 1986), p. 279, que describe el proceso crediticio como un desestabilizador endógeno.
[24] Ésta es la esencia de lo que los abogados llaman “la doctrina del tenedor de buena fe”. Ver James Steven Rogers, The Early History of the Law of Bills and Notes: A Study of the Origins of Anglo- American Commercial law, Cambridge Studies in English Legal History (Cambridge: Cambridge University Press, 1995), pp. 2–3 y 126.
[25] James Steven Rogers, The Early History of the Law of Bills, p. 218; el énfasis es nuestro.
[26] Siguiendo a Minsky, Perry Mehrling sostiene que todo el crédito (la otra cara de la moneda de la deuda) es dinero, llamando a este enfoque “el enfoque de dinero”. Ver su The New Lombard Street: How the Fed Became the Dealer of Last Resort (Princeton, nj: Princeton University Press, 2011).
[27] Para una historia de las normas contra la usura, ver Mark Koyama, “Evading the ‘Taint of Usury’: The Usury Prohibition as a Barrier to Entry”, Explorations in Economic History 47, no. 4 (2010):420–442, y Elaine S. Tan, “An Empty Shell? Rethinking the Usury Laws in Medieval Europe”, Journal of Legal History 23, no. 3 (2002):177–196.
[28] Lynn A. Stout, “Derivatives and the Legal Origin of the 2008 Credit Crisis”, Harvard Business Law Review 1, no. 1 (2011):1–38, que muestra cómo los límites legales a los wagers y otras transacciones especulativas fueron minados por la jurisprudencia, pero aún más importante, por el cambio legislativo.
[29] Ver Emily Kadens, “The Myth of the Customary Law Merchant”, Texas Law Review 90 (2011):1153–1206 y Albrecht Cordes, “Lex Mercatoria”, en Handwörterbuch der deutschen Rechtsgeschichte, ed. Albrecht et al. Cordes (Berlín: Schmidt Verlag, 2015).
[30] Una ciudad tras otra aprobaron estatutos similares sobre notas de cambio, incluyendo a Rotterdam (1635), Amberes (1667), Leipzig (1682), Hamburgo (1711), Bremen (1712), Brunswick (1715), Augsburgo (1716), Fráncfort (1739) y muchas otras. Los mercaderes estaban bien representados en los concejos de las ciudades y de los principales centros comerciales, lo que facilitaba la aprobación de estos estatutos. En Francia, la Grande Ordonnance Française du Commerce de 1673 creó reglas para las leyes que se incorporaron más tarde al Code de Commerce de 1807. En Inglaterra las cortes forjaron las reglas que gobernaban las leyes en la jurisprudencia discutida por Rogers, The Early History of the Law of Bills and Notes.
[31] Convenio que establece una ley uniforme sobre letras de cambio y pagarés (Ginebra: Liga de las Naciones, 1930), disponible en línea en https://www.jus.uio.no/lm/bills.of.exchange.and.promissory.notes.convention.1930/doc.html (consultado el 8 de agosto de 2018).
[32] Ronald J. Mann, “Searching for Negotiability in Payment and Credit Systems”, ucla Law Review 44, no. 4 (1997):951–1008.
[33] Ronald J. Mann, “Searching for Negotiability in Payment and Credit Systems”, ucla Law Review 44, no. 4 (1997):951–1008.
[34] El plan completo en su traducción en inglés está disponible en D. M. Frederiksen, “Mortgage Banking in Germany”, Quarterly Journal of Economics 9, no. 1 (1894):47–76.
[35] Ibid., p. 51.
[36] Así lo planteó Büring en el plan presentado al rey, citado en Frederiksen, “Mortgage Banking in Germany, p. 48.
[37] Frederiksen, “Mortgage Banking in Germany”, p. 57.
[38] La Agencia Federal de Financiamiento de la Vivienda (fhfa, por sus siglas en inglés) tomó bajo su tutela dos eag el 6 de septiembre de 2008. Para saber más detalles, ver https://www.fhfa.gov/Conservatorship.
[39] Urban Institute, Housing Finance at a Glance (2018), p. 10.
[40] remic no es una cosa y ni siquiera es una entidad legal. Más bien es un conducto que puede tomar varias formas, incluyendo un fideicomiso o una entidad corporativa, o incluir solamente un conjunto de activos. Solamente ciertos activos, como las hipotecas convertidas en valores, califican para ser tratadas como remic y aplican otras contingencias, incluyendo el requisito de que los activos sean transferidos al remic en el día de inicio y que el conducto no pueda cambiar la composición de los activos de hipoteca. No se requiere una aprobación previa para adquirir estatus de remic. Más bien la ley permite que quienes patrocinen un remic se auto elijan para entrar en él si cumplen los requisitos relevantes e impone un impuesto del 100 por ciento a los activos o transacciones prohibidos. Ver 26 U.S. Code§ 860D(a), F(a) y G(a) para saber más detalles.
[41] U.S. Bank National Ass’n v. Ibanez, 458 Mass. 637, también en 941 N.E.2d 40 (Mass. 2011) (en adelante, Bank v. Ibanez).
[42] Bank v. Ibanez en el considerando 641.
[43] No se requiere de participación adicional por parte del poder judicial en esta etapa: quienquiera tenga una hipoteca propiamente asignada puede ejecutar una hipoteca sin necesidad de obtener una autorización judicial.
[44] Bank v. Ibanez, considerando 640.
[45] Ibid.
[46] Riles, Collateral Knowledge, pp. 62–63; Vincent Antonin Lepinay, Codes of Finance: Engineering Derivatives in a Global Bank (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2011), cap. 4, “The Memory of Banking.”
[47] Adam J. Levitin, “The Paper Chase: Securitization, Foreclosure, and the Uncertainty of Mortgage Title”, Duke Law Journal 63, no. 637– 734 (2013).
[48] Los principales bancos crearon una empresa holding que a su vez estableció una sociedad de responsabilidad limitada llamada mers. Se parecía a la Empresa de Depósitos de Fideicomisos que el Congreso había creado por estatuto en 1968 como el tenedor formal de títulos de las acciones en empresas con acciones a la venta. mers, en contraste, era un arreglo privado. Los intermediarios financieros debían pedir su entrada y debían apoyarse en arreglos de derecho privado, como el derecho de representación, para que el sistema funcionara. Para saber más detalles, revisar Levitin, “The Paper Chase”, p. 677.
[49] Miguel Segoviano et al., “ Securitization: Lessons Learned and the Road Ahead”, imf Working Paper 2013, no. 255 (2013), p. 38.
[50] See Levitin, “The Paper Chase”, p. 705.
[51] Nótese, sin embargo, que un primo cercano, las Obligaciones de Préstamos Garantizadas (opg) han venido en ascenso, y tanto así que algunos observadores predicen que causarán la próxima crisis más temprano que tarde. Ver Matt Philipps, “Wall Street Loves These Risky Loans. The Rest of Us Should Be Wary”, 19 de octubre de 2018, disponible en línea en www.nytimes.com.
[52] Reporte de fcic, p. 129. En 2004 en torno a la mitad de todos los valores en odg estaban respaldados con hipotecas. Ver ibid., p. 130.
[53] Ibid., p. 131.
[54] Inglaterra es una importante excepción a esta práctica. Las élites terratenientes se opusieron a la dilución de las monedas de oro porque se les pagaban las rentas en oro. Ver Christine Desan, “Beyond Commodification: Contract and the Credit- Based World of Modern Capitalism”, en Transformations in American Legal History: Law, Ideology, and Methods: Essays in Honor of Morton J. Horwitz, ed. Daniel W. Hamilton y Alfred L. Brophy (Cambridge, ma: Harvard University Press, 2010).
[55] Redacción de Reuters, “imf projects Venezuela inflation will hit 1,000,000 percent in 2018. Reuters Business News, 23 de julio de 2018, disponible en línea en www.reuters.com (consultado el 8 de agosto de 2018).
[56] Kim Oosterlinck, “Sovereign Debt Defaults: Insights from History”, Oxford Review of Economic Policy 29, no. 4 (2013):697–714; ver también Carmen Reinhart y Kenneth S. Rogoff, This Time Is Different: Eight Centuries of Financial Folly (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2009).
[57] M. Aycard, Credit Mobilier (Bruselas, Leipzig, Livorno: A. Lacroix, Verboeckhoven & Cie, 1867).
[58] Merton, según citado en McKinsey Global Institute, “Mapping Global Capital Markets” (Nueva York: McKinsey Global Institute, 2008), p. 136.
[59] La estructura es un ejemplo de lo que Minsky llamaría después “finanzas Ponzi”, en referencia al señor Ponzi, que dirigió uno de los esquemas Ponzi más audaces en los años 1920. Ver Minsky, Stabilizing an Unstable Economy, pp. 230–232, donde compara finanzas de cobertura, especulativas y Ponzi.
[60] Johann Plenge, Gründung und Geschichte des Crédit Mobilier (Tubinga:Verlag der H. Laupp’schen Buchhandlung, 1903); el libro incluye los artículos de constitución del banco.
[61] Para una definición corta y la descripción del esquema Ponzi original en inglés, ver https://www.investopedia.com/terms/p/ponzischeme.asp (consultado por última vez el 8 de agosto de 2018).
[62] Robert Lenzner, “Bernie Madoff ’s $50 Billion Ponzi Scheme”, 12 de diciembre de 2008, disponible en línea en www.forbes.com.
[63] Karl Marx, “Crédit Mobilier”, New York Daily Tribune, parte iii, 11 de julio de 1856. Disponible en línea en inglés en http://marxengels.public-archive.net/en/ME0978en.html (consultado el 28 de agosto de 2018). (La traducción al español está tomada de Marx, Karl (2013 [1856]), “El banco francés Crédit Mobilier (iii)”, en Artículos periodísticos, Alba Editorial, Colección Alba Clásica, Barcelona, p. 240. N. del T.)
[64] Ibid (La traducción al español está tomada de Marx, Karl (2013 [1856]), “El banco francés Crédit Mobilier (iii)”, en Artículos periodísticos, Alba Editorial, Colección Alba Clásica, Barcelona, p. 241. N. del T.)
[65] Grecia y Portugal podrían aparecer también en esta lista. Sin embargo, sus problemas surgieron al menos en parte de que el gobierno pidió prestado en exceso. Para una nueva versión que echa nueva luz sobre la crisis del euro en el contexto de la crisis financiera global, ver Adam Tooze, Crashed: How a Decade of Financial Crises Changed the World (Nueva York: Viking, 2018), Parte iii, pp. 319ss.
[66] Una historia detallada de la evolución de la teoría de la valoración de opciones puede encontrarse en Donald MacKenzie, An Engine, Not a Camera: How Financial Models Shape Markets (Cambridge, ma: mit Press, 2006).
[67] Franklin R. Edwards, “Hedge- Funds and the Collapse of Long Term Capital Management”, Journal of Economic Perspectives 13, no. 2 (1999):189–210, p. 199.
[68] Perry Mehrling, “Minsky and Modern Finance: The Case of Long-Term Capital Management”, Journal of Portfolio Management Invierno de 2000 (2000):81–89.
[69] Los bancos involucrados en el rescate incluyeron a Goldman Sachs, Merrill Lynch, J. P. Morgan, Morgan Stanley, Dean Witter, el Grupo Travelers, Union Bank of Switzerland, Barclays, Bankers Trust, Chase Manhattan, Credit Suisse First Boston, Deutsche Bank, Lehman Brothers, Paribas y Société Générale. Ver Edwards, “Hedge- Funds”, p. 200.
[70] Datos recientes muestran una tendencia al alza en los pensionistas que se declaraban en bancarrota en Estados Unidos, algo que se ha atribuido a los costos de salud. Ver Tara Siegel Bernard, “Too Little, Too Late: Bankruptcy Booms among Older Americans”, New York Times, 5 de agosto de 2018, disponible en línea en www.nytimes.com (consultado el 8 de agosto de 2018).
[71] Algunos bancos centrales —entre ellos la Fed— operan con el doble mandato de la estabilidad de precios y del pleno empleo. Ver la sección 2.a. de la Ley de la Reserva Federal, disponible en línea en https://www.federalreserve.gov/aboutthefed/section2a.htm.
[72] Para un útil repaso del alcance de las reformas regulatorias en Estados Unidos, ver Viral V. Acharya et al., Regulating Wall Street: The Dodd- Frank Act and the New Architecture of Global Finance (Hoboken, nj: Wiley, 2011). Para una crítica enfocada principalmente en los poderes discrecionales de los reguladores, ver David A. Skeel, The New Financial Deal (Hoboken, nj: Wiley, 2011); y sobre las deficiencias de la ley Dodd-Franck en términos de la remodelación del sistema financiero, ver Arthur E. Wilmarth, Jr., “Turning a Blind Eye: Why Washington Keeps Giving in to Wall Street”, University of Cincinnati Law Review 81, no. 4 (2013):1283–1446.