Kitabı oku: «Mercedes Sanz-Bachiller», sayfa 2
2 Javier Martínez de Bedoya: Memorias desde mi aldea, Valladolid, Ámbito, 1996.
3 Mónica Orduña Prada: El Auxilio Social (1936-1940). La etapa fundacional y los primeros años, Madrid, Escuela Libre, 1996.
4 Véanse, además, María Beatriz Delgado Bueno: La Sección Femenina en Salamanca y Valladolid durante la Guerra Civil, alianzas y rivalidades, tesis doctoral, Universidad de Salamanca, 2009; María Teresa Gallego Méndez: Mujer, Falange y Franquismo, Madrid, Taurus, 1983.
5 Paul Preston: Palomas de guerra. Cinco mujeres marcadas por el enfrentamiento bélico, Barcelona, Debolsillo, 2004.
6 Ángela Cenarro: La sonrisa de Falange. Auxilio Social en la guerra civil y en la postguerra, Barcelona, Crítica, 2006; íd.: Los niños del Auxilio Social, Madrid, Espasa, 2009.
7 Carolina Isasi Vicondoa: Recuerdos y emociones de una vida. Vida y pensamientos de Mercedes Sanz-Bachiller, Archivo particular de Mercedes Sanz-Bachiller (APMSB).
8 Mercedes Sanz-Bachiller: Breves reflexiones de Mercedes Sanz-Bachiller, APMSB.
9 María Antonia Fernández Jiménez: Pilar Primo de Rivera. El falangismo femenino, Madrid, Síntesis, 2008; Susanna Tavera García: «Las mujeres de la Sección de Falange: una afirmación entre el activismo político y la sumisión patriarcal, 1934-1939», en Ana Aguado y Teresa María Ortega (eds.): Feminismos y antifeminismos. Culturas políticas e identidades de género en la España del siglo XX, Valencia, Universitat de València, 2011, p. 209.
10 Rosario Ruiz Franco: Mercedes Formica (1916-), Madrid, Ediciones del Orto, 1997.
11 Inmaculada de la Fuente: La roja y la falangista. Dos Hermanas en la España del 36, Barcelona, Planeta, 2006.
12 P. Preston: Palomas...
13 Ángela Cenarro: «Las mujeres en la Guerra Civil española: sujeto, acción y representación», en Teresa María Ortega López, Ana Aguado Higón y Elena Hernández Sandoica (eds.): Mujeres, dones, mulleres, emakumeak. Estudios sobre la historia de las mujeres y del género, Madrid, Cátedra, 2019, p. 174; véase también íd.: «Trabajo, maternidad y feminidad en las mujeres del fascismo español», en Ana Aguado y Teresa María Ortega (eds.): Feminismos y antifeminismos. Culturas políticas e identidades de género en la España del siglo XX, Valencia, Universitat de València, 2011, pp. 229-252.
14 Joan Maria Thomàs: José Antonio. Realidad y mito, Barcelona, Debate, 2017; la biografía de Onésimo Redondo, a partir de la tesis doctoral del mismo autor: M. Tomasoni: El caudillo olvidado...
ABREVIATURAS
ACD | Archivo del Congreso de los Diputados |
ADV | Archivo Diocesano de Valladolid |
AGA | Archivo General de la Administración |
AGUN | Archivo General de la Universidad de Navarra |
AINGESA | Archivo del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria |
APMSB | Archivo particular de Mercedes Sanz-Bachiller |
BIDNS | Boletín de Información de la Delegación Nacional de Sindicatos |
BIINP | Boletín de Información del Instituto Nacional de Previsión |
BMFETJ | Boletín del Movimiento de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista |
BOCE | Boletín Oficial de las Cortes Españolas |
BOE | Boletín Oficial del Estado |
BOJDN | Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional |
CDMH | Centro Documental de la Memoria Histórica |
CEDA | Confederación Española de Derechas Autónomas |
CNT | Confederación Nacional del Trabajo |
CONS | Central Obrera Nacional Sindicalista |
DNS | Delegación Nacional de Sindicatos |
ERC | Esquerra Republicana de Catalunya |
FE | Falange Española |
FE-JONS | Falange Española y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista |
FET-JONS | Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista |
GM | Gazeta de Madrid |
IEP | Instituto de Estudios Políticos |
INP | Instituto Nacional de Previsión |
JAP | Juventudes de Acción Popular |
JCAH | Juntas Castellanas de Actuación Hispánica |
JONS | Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista |
OIT | Organización Internacional del Trabajo |
ORGA | Organización Republicana Gallega Autónoma |
OSPS | Obra Sindical de Previsión Social |
PCE | Partido Comunista de España |
PSOE | Partido Socialista Obrero Español |
PURA | Partido Unión Republicana Autonomista |
RCMP | Registro Civil de Montemayor de Pililla |
SOVI | Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez |
UGT | Unión General de Trabajadores |
UIP | Unión Interparlamentaria |
PARTE I
I. INFANCIA Y JUVENTUD (1911-1930)
Mercedes Sanz-Bachiller nació el 17 de julio de 1911 en Madrid. Sus padres, Moisés Sanz Izquierdo y Mercedes Bachiller Fernández, eran de Montemayor de Pililla, un pequeño municipio vallisoletano de apenas 1.428 habitantes1 que compartía vecindad con los de Traspinedo, Santibáñez de Valcorba, Cogeces del Monte, Torrescárcela, San Miguel del Arroyo, Camporredondo, Portillo y La Parrilla.2 Hasta Cuéllar se desplazaban sus vecinos para hacer todo tipo de gestiones, pero sobre todo para comprar los aperos de labranza. Montemayor pertenecía, además, al partido judicial de Peñafiel.
Mercedes tuvo un hermano y una hermana3 mayores que ella, que fallecieron en la niñez. Ramiro Vicente4 nació el 19 de julio de 1905 en Montemayor, aunque murió tempranamente, cuando le faltaban pocos días para cumplir los 2 años de edad.5 El 20 de septiembre de 1908, y también en Montemayor, nació una niña a la que pusieron por nombre María de las Mercedes Petra,6 los nombres de la madre y de la abuela materna, respectivamente. Sin embargo, a finales de 1909, y cuando contaba con 14 meses de edad, también falleció.7 A esta niña le siguió Mercedes Sanz-Bachiller.
La madre de Mercedes descendía de una familia de labradores acomodados con mucho arraigo en Montemayor. De hecho, tenía tierras de labranza, pinares en las laderas que dan al arroyo del Valcorba y ovejas y caballos, algo poco común en las familias del municipio.8 Además, para las labores del campo, disponía de jornaleros todo el año. Aunque la posición económica de su padre era más modesta, destacaba por ser un hombre vivaz y emprendedor, que ya en aquella época viajó en tres ocasiones a Buenos Aires y que introdujo el cultivo de la achicoria como sustituto del café en la comarca.9 Así pues, parece ser que este espíritu emprendedor de su padre fue el principal motivo por el que sus padres decidieron trasladarse a vivir a Madrid, al barrio de Chamberí, donde nació Mercedes Sanz-Bachiller. En este mismo barrio fue bautizada en la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, sita en la calle Ancha de San Bernardo, n.º 103.10 A su bautizo asistió el político liberal Montero Ríos, «tal vez como padrino, dado el liberalismo militante de sus padres»11 y de toda su familia, seguidores todos de Santiago Alba.
A los dos años del nacimiento de Merceditas, como era llamada cariñosamente, sus padres se separaron. Los motivos de la separación parece que estuvieron relacionados con la oposición de Mercedes Bachiller a vender algunas de sus propiedades para invertir en los proyectos de su marido.12 Después de la separación, Mercedes Bachiller regresó al hogar materno y se llevó consigo a su hija. En la casa familiar, situada en la calle Revilla, n.º 5, vivían con la abuela materna, Petra Fernández, y dos tías, Acacia y Encarnación. El abuelo materno, Roque Bachiller, había fallecido hacía ya algunos años.13 La tía Encarnación padecía una enfermedad mental y murió joven, y la tía Acacia se casó con un joven de Traspinedo, Miguel López, y marchó del hogar materno, así que la pequeña Merceditas se refugió en su madre y su abuela. A su padre solo volvió a verlo en 1915, cuando, a la edad de 42 años,14 falleció.15 Así pues, la infancia de Mercedes debió de ser difícil: «De mi infancia no mantengo nada, y poco o casi nada, grato».16 Este hecho la marcó profundamente, tal y como reconoció años después: «la niñez marca mucho el rumbo de la vida y de ella se derivan maneras de ser y de sentir que hacen que la proyección de nuestros actos varíe sustancialmente».17
Mercedes Sanz-Bachiller recordaba a su madre como una mujer de carácter rígido e inflexible, reticente a que se relacionara con otras niñas del pueblo y poco dada a mostrar afecto. Nunca le compró ningún juguete ni muñeca, algo que la propia Merceditas remedió en cuanto pudo manejar su propio dinero. Se compró un muñeco al que puso por nombre Carlos, motivo por el que, años después, Onésimo Redondo la llamaba cariñosamente «Carlines».18 La madre, además, estaba muy preocupada por que su hija tuviera una buena alimentación. Habiendo perdido ya a un niño y una niña, temía que Merceditas pudiese enfermar, por ello, además de procurar que se alimentara bien, insistía en que pasara alguna temporada en San Sebastián, Santander y Gijón, para que nadara y se fortaleciera físicamente.19 La otra preocupación de la madre era que tuviera una buena educación. Así, entre los seis y los nueve años, cursó la primera enseñanza en Montemayor, donde había cuatro escuelas, dos de niños y dos de niñas. Las escuelas de niñas estaban situadas en la plaza Mayor, donde estudiaba Merceditas con su maestra Asunción, a quien recordaría con verdadero cariño.20 Como el concejo de Montemayor disponía de importantes ingresos económicos derivados de la explotación del monte y de los pastos municipales, pudo sostener económicamente las cuatro escuelas, tal y como establecía la ley de instrucción pública.21
La pequeña Mercedes creció en el campo, y de estos años guardaba recuerdos entrañables: «He visto recoger la miel, era una de mis distracciones de la infancia. También he visto hacer la matanza [...] y disfrutaba mucho con todo ello».22 Según Mercedes Redondo, su madre «se educó con lo elemental y antiguo», entre «miel, piñones, pan y vino»,23 y así debió de ser, dado el carácter eminentemente agrario del municipio.
Montemayor de Pililla está enclavado en la Tierra de Pinares, una comarca natural que se extiende por las provincias de Valladolid, Segovia y Ávila. En su vertiente vallisoletana, los pinares cubren el paisaje, en el que convivían, y aún conviven, dos especies de pino: el pino negral o resinero y el pino albar o piñonero, este último de copa más redonda y frondosa que el primero. Los recursos de los pinos eran explotados por los habitantes de los municipios de esta comarca, que, como los de Montemayor, tenían en la madera, en la resina y en los piñones un medio de vida. Era una actividad impuesta por la misma naturaleza, dada la pobreza del suelo sobre el que crecen estos pinos, de composición arenosa y de escaso valor para la agricultura.24 De los pinos más viejos se hacía leña o vigas para la construcción de casas, aunque las actividades más frecuentes eran la recolección de piñas y la extracción de resina durante el invierno. Tanto la piña como el piñón se vendían, la primera para encender el fuego y el segundo para consumo humano. Si bien la familia de Mercedes tenía en Montemayor pinares de la variedad albar25 y tierras en la finca de «El Quiñón»,26 con el paso de los años Mercedes Sanz-Bachiller fue vendiendo todas estas propiedades y solo conservó las pimpolladas, es decir, los bosques de pinos jóvenes.27 En Montemayor también se cultivaban viñas, de lo que todavía dan testimonio las bodegas familiares que existen a las afueras de la localidad. Estas bodegas, excavadas en el subsuelo rocoso sobre el que se asienta Montemayor, solían tener una extensión de entre cuarenta y cincuenta metros cuadrados, y mantenían la temperatura constante a lo largo del año, sirviendo tanto para la elaboración del vino como para su conservación. El cultivo de avena, trigo, centeno y cebada también tenía una presencia destacada en los aledaños del municipio, donde todavía son visibles las eras. Los vecinos de Montemayor molían el grano del trigo en tres molinos hidráulicos próximos al pueblo, situados en el arroyo del Valcorba, afluente del río Duero, en Torrescárcela y en Aldealbar. Con la llegada de la electricidad, se instaló un molino eléctrico en el pueblo. El pastoreo de los rebaños o hatajos de ovejas completaba las actividades económicas más destacadas en el pueblo que vio crecer a Merceditas. Otras actividades, como la recogida de la miel de los colmenares o la crianza y matanza del cerdo, escalonaban el ciclo agrario anual.28
Pero ¿cómo eran las tierras vallisoletanas y castellanas que vieron nacer a Mercedes Sanz-Bachiller? Montemayor y Valladolid compartían con el resto de Castilla la Vieja29 su predominante carácter agrario. El peso de los terratenientes era indiscutible, aunque también había «una masa inmensa de propietarios pobres, poseedores de parcelas que apenas producían para sostener a sus familias, viviendo al límite de la supervivencia y viéndose obligados a trabajar parte del año como jornaleros». Añadido a ello, estaban los arrendatarios que intentaban sacar el máximo provecho a las tierras con el mínimo coste posible, y «sometidos a contratos de cortísima duración y cláusulas draconianas: obligación de pagar los nuevos impuestos y recargos que se impusieran durante el arriendo, el compromiso de hacer efectiva la totalidad de la renta aun en el caso de que se hubiese perdido la cosecha», entre otras. Las técnicas de cultivo eran arcaicas; predominaban el cultivo extensivo y la rotación bienal o, en menor medida, la trienal. La nula mecanización de las tareas agrícolas y el empobrecimiento de las tierras repercutían muy negativamente en la productividad, de tal forma que el campesino acababa endeudándose con prestamistas. Ante tales circunstancias, tanto para los terratenientes como para los pequeños propietarios y los arrendatarios, la política proteccionista y el mantenimiento de unos altos aranceles para la entrada de trigo foráneo eran fundamentales.
La situación de la industria tampoco era nada halagüeña.30 Al tratarse de un territorio agrícola, las industrias con mejor implantación eran las que transformaban los productos del campo, como las de sémola, almidón o las conserveras. A la altura de 1914, las únicas industrias que vendían sus productos fuera de la provincia de Valladolid eran las harineras, las metalúrgicas, las cerámicas, las del yeso y las azucareras. Al extranjero solamente se exportaban piñones, pieles y lanas. Por otra parte, Valladolid era la única provincia castellana en la que se habían fundado sociedades con anterioridad a 1914: las azucareras Sociedad Industrial Castellana y Colonia Industrial del Duero, y el Banco Castellano, todas ellas en 1900. La Electra Popular Vallisoletana se fundó en 1906.
Cuando nació Mercedes Sanz-Bachiller los líderes políticos de la primera Restauración31 ya habían desaparecido. De hecho, en Valladolid, después del fallecimiento de Germán Gamazo en 1901,32 se inició el relevo generacional en la élite política que, además, venía con ideas regeneracionistas. Santiago Alba, zamorano de origen, pero vallisoletano por su trayectoria profesional y política, fue la figura más destacada de esta nueva generación, aunque no el único.33 Estos políticos solían iniciar su carrera en la ciudad de Valladolid,34 donde compaginaban las actividades en el Ayuntamiento y la Diputación con el ejercicio de la abogacía y los negocios asociados al crecimiento urbanístico y la modernización de la ciudad. Y es que Valladolid, que pasó de tener 68.789 habitantes en 1900 a 91.089 en 1930,35 generó demandas en viviendas y servicios públicos que hombres como Santiago Alba y César Silió36 supieron aprovechar. El primero de ellos fundando la Electra Popular Vallisoletana, con el objetivo de suministrar electricidad a la ciudad, y el padre de César Silió con la industria La Cerámica, dedicada a la fabricación de materiales de construcción. Alba y Silió, además, compraron y modernizaron el periódico El Norte de Castilla, aunque Silió lo abandonó posteriormente para unirse a Antonio Maura, convirtiéndose en su hombre de confianza y líder del partido conservador vallisoletano. Sin embargo, en Valladolid nada podían hacer los conservadores frente al predominio de los albistas. De hecho, en cada convocatoria electoral el dominio albista era indiscutible.37 Santiago Alba, además, llegó a fundar junto a Joaquín Costa la Unión Nacional, una fuerza política regeneracionista desaparecida a la altura de 1900.
Sin embargo, las ideas regeneracionistas no cayeron en saco roto.38 A nivel nacional, Francisco Silvela, pero sobre todo Antonio Maura, impulsó reformas regeneracionistas, como la Ley de Reforma Electoral de 1907 o la fundación del INP en 1908. Ahora bien, también tuvo que afrontar los incidentes del Cu-Cut, la aprobación de la Ley de Jurisdicciones de 1906 y el envío de reservistas a Marruecos para sofocar la rebelión cerca de Melilla en el verano de 1909. Este último hecho, que en Barcelona provocó la protesta de las esposas de los reservistas en el puerto de la ciudad y acabó con la Semana Trágica, la ejecución de Francesc Ferrer i Guàrdia y la dimisión de Antonio Maura, no provocó manifestaciones de oposición en Valladolid,39 más bien al contrario. De hecho, se promovieron subscripciones para atender las necesidades de las familias de los que combatían en Marruecos, e incluso hubo muestras colectivas de entusiasmo con la llegada de la noticia de la toma del monte Gurugú o con el paso de las tropas por la ciudad. Finalmente, con José Canalejas se redujo el impuesto de consumos y se aprobó la Ley de Reclutamiento Obligatorio o la Mancomunidad de Cataluña, avanzando hacia la secularización del país, promoviendo el proyecto de la conocida como «ley del candado». Sin embargo, los años del Gobierno liberal de Canalejas también fueron años convulsos por el incremento en el número de huelgas y la movilización de las organizaciones obreras.
Aunque los tiempos estaban cambiando, la oposición al sistema de la Restauración, en general, era débil y estaba desorganizada. Si bien Pablo Iglesias ya disponía de su acta de diputado desde 1910, el socialismo no representaba una fuerza política potente, ni en resultados electorales ni en afiliación a su sindicato, la UGT. Ahora bien, el socialismo había estado detrás de las primeras huelgas agrarias que se dieron, en el verano de 1903, en Andalucía, La Rioja o en algunas provincias de Castilla la Vieja como Zamora, Salamanca, Burgos, Segovia y también Valladolid. A partir de este momento, la influencia del socialismo castellano no paró de crecer,40 un proceso en el que tuvo un papel muy relevante Remigio Cabello, fundador de la agrupación socialista de Valladolid en 1894,41 pero también el contexto socioeconómico en el campo castellano: las protestas contra los impuestos de consumos, los motines de subsistencias y los conflictos laborales durante el invierno de 1903 y el verano de 1904.42 La CNT, por su parte, acabó convirtiéndose en el sindicato mayoritario del país. Por lo que respecta al resto de las fuerzas políticas, el republicanismo se encontraba dividido, y el carlismo, después de la derrota de 1876, se escindió, tras lo cual nació el sector integrista liderado por Ramón Nocedal. Los nacionalismos catalán y vasco avanzaban progresivamente: en Cataluña, la Lliga Regionalista de Francesc Cambó había conseguido desplazar a los partidos dinásticos, y en el País Vasco, el Partido Nacionalista Vasco ya había fundado su propio sindicato. Los regionalismos gallego y valenciano, sin embargo, eran muy residuales.
Si las fuerzas políticas opositoras no estaban en condiciones de defender una alternativa al sistema restauracionista, tampoco los partidos dinásticos podían seguir sustentándolo. De hecho, vivieron serias crisis de liderazgo: los conservadores se dividieron entre los mauristas y los «idóneos» de Eduardo Dato, y los liberales, como el conde de Romanones, García Prieto o el propio Santiago Alba, pugnaban por la jefatura del partido desde la muerte de Canalejas. De tal forma que «La negativa de Maura en octubre de 1913 a seguir el “turno” con los liberales [...] determinó la bancarrota del turnismo. Desde 1914, la fragmentación del sistema de partidos fue total».43
Así estaban las cosas cuando estalló la Primera Guerra Mundial. A pesar de la neutralidad, desde 1915 los españoles empezaron a sentir las consecuencias de la guerra.44 La división y los enfrentamientos dialécticos entre germanófilos y aliadófilos se vio entre los distintos partidos políticos, la Iglesia, el Ejército, la prensa e, incluso, al estar casado el rey Alfonso XIII con una británica, Victoria Eugenia de Battenberg, la propia casa real. Durante la guerra, sin embargo, España vivió una extraordinaria época de crecimiento económico,45 aunque fue un crecimiento desigual. Si bien descendieron las importaciones y aumentaron las exportaciones, se crearon negocios y se incrementó la reserva de oro del Banco de España, también aumentó la cantidad de dinero en circulación, y la peseta perdió la mitad de su poder adquisitivo, a lo que se añadió una inflación sin precedentes. Por otra parte, la minería, así como las industrias química, hidroeléctrica, textil catalana, siderúrgica y la industria naval vasca, o la banca, vivieron un periodo de expansión. Sin embargo, se generó una grave escasez de productos de primera necesidad, agravada por la actuación de los acaparadores, que forzaban la subida de precios. En consonancia, los salarios eran cada vez más insuficientes, lo que generó una auténtica crisis de subsistencias. Ante tales circunstancias, el clima social se radicalizó y los motines, los disturbios, las protestas y las huelgas se multiplicaron por todo el país.
En este sentido, el año 1917 se reveló como el de mayor gravedad, al coincidir en pocas semanas el manifiesto de las Juntas de Defensa del 1 de junio, la Asamblea de Parlamentarios de Barcelona del 19 de julio y la huelga general, convocada por la CNT y la UGT, del mes de agosto. Tales hechos se desarrollaron en medio de una sucesión de crisis gubernamentales que no hacían sino agravar todavía más la situación. Llegado el año de 1919, además, la ciudad de Barcelona vivió niveles de conflictividad social gravísimos al convocarse la huelga en La Canadiense y aparecer el fenómeno del pistolerismo, que dejó un reguero de muertos por la ciudad.
Esta era la situación de España cuando, en 1920, y cumplidos los nueve años de edad, Merceditas fue internada por su madre en el colegio Nuestra Señora del Rosario, perteneciente a la congregación femenina de Santo Domingo de Nancy, que bien pronto fue conocido como el colegio de las dominicas francesas. El edificio estaba situado en el n.º 64 de la calle Santiago, en Valladolid, en lo que había sido un convento de las comendadoras de Santiago y, posteriormente, de las religiosas salesas.46 Las dominicas francesas llegaron a Valladolid en 1881,47 y trajeron consigo un sistema de enseñanza elitista y moderno, dirigido a la educación secundaria, que introducía la lengua francesa en todas las asignaturas, con lo que las alumnas adquirían un elevado nivel de conocimiento de francés. El aprendizaje de la escritura y la lectura se basaba en la copia de manuales escolares, pasajes bíblicos o fragmentos literarios, españoles y franceses, en los que se destacaban los valores de los grandes personajes históricos como Cristóbal Colón o Juana de Arco. Además de todas las materias de la Escuela Normal, las niñas aprendían las labores de corte y confección y el bordado a máquina. La instrucción religiosa y la inculcación de disciplina, respeto y autoridad, completaban el programa educativo de las dominicas francesas.48
Cuando Merceditas llegó a Valladolid para ingresar en el internado, la ciudad ya había vivido numerosas huelgas. El verano de 1917, al igual que en otros lugares de España, fue especialmente tenso. La ciudad albergaba un número elevado de trabajadores en los talleres ferroviarios de la Compañía del Norte y la huelga, iniciada el 10 de agosto, se saldó con numerosas detenciones y con la declaración del estado de guerra, que se alargó hasta el 17 de octubre.49 Las huelgas siguieron convocándose en los años posteriores, destacando diez en 1919, y otras diez en 1920.50 Con estos antecedentes de conflictividad social, la ciudad de Valladolid celebró aquel año elecciones municipales. La mayoría de concejales elegidos fueron liberales, resultado para nada sorprendente, pues eran estos, y particularmente los albistas, los que predominaban cada vez que se celebraban elecciones municipales.51 Merceditas, que en 1920 tan solo tenía 9 años, permanecería ajena a todas estas circunstancias políticas, aunque no del todo, puesto que sus padres eran liberales y su tío Aurelio Bachiller Sanz, primo carnal de su madre, fue alcalde liberal de Montemayor de Pililla, al menos, en 1922.52 Mientras permanecía en el internado de las dominicas, el presidente del Gobierno, Eduardo Dato, fue asesinado en Madrid en el mes de marzo de 1921. Poco después, en el mes de julio, España protagonizaba otro sonado fracaso en Annual.
La vida de Mercedes, a pesar de todas estas circunstancias, seguía centrada en los estudios. En las dominicas francesas estudió la segunda enseñanza durante seis cursos, adquirió una importante formación académica, moderna y francófona, y encontró compañeras que se convirtieron en una suerte de familia para ella, como fue el caso de Sara Alonso Pimentel. Además, durante los años de estudio en las dominicas francesas llegó a coincidir, entre 1921 y 1923, con Ángeles Santos Torroella, futura pintora surrealista, incluso es muy probable que compartieran aula, dado que tenían la misma edad.53 La permanencia en el internado, sin embargo, suponía un gasto importante para la economía familiar, motivo por el que su madre y su tía estaban en desacuerdo:
... una tía hermana de mi madre, encantadora pero quizás no totalmente de acuerdo con la educación y deseos de mi madre de [sic] ya que esta [sic] siempre deseaba los mejores colegios de primera línea aunque estos fuesen más costosos que aquellos más tradicionales y apegados a la situación cotidiana de los pueblos en que se desarrollaba la vida de esta tía mía con su ambiente familiar.54
Desde su internado, Merceditas supo del golpe de estado que el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dio el 13 de septiembre de 1923 en Barcelona, y de la posterior instauración de la dictadura. En el régimen primorriverista, el Ejército asumía todo el protagonismo y la Unión Patriótica, partido nacido de la Unión Patriótica Castellana de Valladolid,55 se convertía en el partido único del régimen. Después del golpe, pronto se suspendieron la Constitución y las Cortes, los gobernadores civiles fueron apartados de su cargo y sustituidos por militares, las corporaciones municipales por gestoras, y se implantó la censura. En Valladolid,56 de igual modo que en el resto de España, la corporación municipal fue disuelta por el real decreto del 30 de septiembre de 1923,57 tras lo que fue elegido alcalde José Morales. Las corporaciones municipales y las diputaciones quedaron a disposición del régimen durante seis años, aunque en el caso de Valladolid no fue fácil dar estabilidad al Gobierno municipal; de hecho, durante el primer año la sucesión de alcaldes y de concejales fue constante. Además, los «upetistas» y, en menor medida, los mauristas y católicos empezaron a copar cargos en el Ayuntamiento y en la Diputación. Muchos de los alcaldes, concejales o jueces municipales, y otros hombres que habían ocupado cargos políticos con anterioridad a la dictadura, acabaron en las filas del somatén. Concentraciones y desfiles fueron desarrollándose en Valladolid y en los pueblos de la provincia a lo largo de estos años. La censura de prensa pronto se puso en marcha. El Diario Regional se convirtió en la voz del régimen, contrariamente a lo sucedido con El Norte de Castilla y su director, Santiago Alba, que fueron vigilados y perseguidos, incluso por la justicia.58