Kitabı oku: «El rostro de los diarios digitales en el Perú», sayfa 4
2.3 Escenarios futuros: los medios como guías de las personas
Hace diez años, Philip Meyer abrió la polémica con su libro The Vanishing Newspaper. Saving Journalism in the Information Age, en el que pronosticó que la prensa de papel moriría en América durante el primer trimestre del 2043. Pero más allá de lo dramático del anuncio, ampliamente difundido, lo que planteó a los periódicos fue un modelo de negocio que les permitiera hacer frente a la competencia digital.
Esta salida estaba basada en un principio básico de la prensa: la credibilidad como factor para ejercer y ganar influencia. Los periódicos deberían entregar la mejor información que los lectores quieren y necesitan, es decir, la información contextualizada e interpretada.
¿Qué servicio facilitan los periódicos que sea menos vulnerable? Sigo creyendo que el producto más importante, el menos vulnerable a la sustitución, es la influencia sobre la comunidad. Obtiene esa influencia siendo la fuente más fiable de noticias producidas localmente, de análisis y periodismo de investigación en torno a los asuntos públicos. Esa influencia es lo que resulta más atractivo para los anunciantes. (Meyer, 2009, p. 38)
Bree Nordenson asegura que el periodismo no va a desaparecer porque se necesita de los periodistas y de los medios para dar sentido a la cantidad de información que genera internet y que las personas necesitan que sea seleccionada con criterios de calidad y credibilidad, “con el fin de hacer sus vidas más fáciles”. En su opinión, y en contraposición con quienes se oponen a un servicio informativo pagado, los consumidores estarían dispuestos a pagar por esa información de calidad (2009).
El futuro de las noticias depende de la voluntad de los medios para ajustarse a la nueva ecología y la nueva economía de la información en la era digital. Creo que, en ciertos aspectos, necesitamos una metáfora mejor –dice Delli Carpini–. La metáfora de la aduana funcionó muy bien durante el siglo XX, pero hoy, quizá, los medios no deberían ser tanto aduanas como guías. No quieres aduaneros que te digan que esto lo puedes tener y lo otro no. Quieres personas que puedan guiarte a través de todo ese material.
Irónicamente, si desesperados por el dinero de la publicidad, los medios se dedican a captar lectores a base de extractos y frases cortas, habrán perdido para siempre la guerra por la atención del consumidor. Los lectores y telespectadores irán a cualquier parte, y también los anunciantes. Pero si deciden replantearse su papel y dar a los consumidores el contexto y la coherencia que quieren y necesitan en tiempos de sobrecarga, los medios informativos podrían lograr estabilidad económica por la que han estado luchando, a la vez que recuperarían su misión de servicio público antes de que esta se desvanezca. (Nordenson, 2009, p. 99)
En este proceso de adaptación a un nuevo entorno, Jeff Jarvis propone que las empresas periodísticas retornen a sus raíces, es decir, a volver a pensar en sus destinatarios. “¿Puede morir el periodismo? Sí, pero tengo fe y optimismo en que sobrevivirá, evolucionará y crecerá”, anota (Jarvis, 2009, p. 76).
Vaticina que las organizaciones informativas deben experimentar con muchos modelos para encontrar e inventar algo que funcione en una época en que “las noticias –en su doble faceta, contenido y negocio– ya no estarán controladas por una sola compañía, sino que serán productos participativos” (2009, p. 70).
Su propuesta incluye consideraciones que, según explica, no son nuevas: las funciones clásicas del periodismo –informar, vigilar, compartir, responder y explicar– no han cambiado; tampoco han variado las verdades del periodismo: los hechos, la integridad, la imparcialidad, el sentido del tiempo, la relevancia. Lo que se ha multiplicado son una serie de mecanismos a través de los cuales se cumplían las funciones y sus verdades. ¿Cuáles son los retos? He aquí algunos:
– “La siguiente generación de noticias locales no girará en torno a las empresas periodísticas, sino en torno a las comunidades”, lo cual implica una mayor preocupación por la calidad de la noticia que deberá convertirse en un servicio comunitario y en un servicio para la comunidad.
– “La organización de las noticias locales será inevitablemente más pequeña porque ya no tendrá el monopolio dentro de una economía de escasez”. Habrá una reducción de las plantillas que, sin embargo, deberán incluir “un montón de creadores de contenido, unos cuantos editores y el aporte extra de la gente que trabaja con la comunidad”.
– “Las noticias saldrán en las redes sociales”; esto implica un trabajo estrecho con la comunidad constituida en una red de contactos organizada, con apoyo y capacitada. Los reporteros seguirán elaborando historias, pero con la colaboración de los blogueros, expertos y la comunidad. Por su parte, los editores serán más animadores y estarán más abocados a mejorar el producto que a dedicarse a controlar el flujo.
– En una economía de enlazar y buscar, el periodismo de investigación aporta contenido de valor y debe impulsarse desde las empresas informativas, con el aval de esfuerzos participativos y las herramientas del periodismo de datos.
– De lo actual, queda la especialización que “se apoderará de gran parte del periodismo”; la tendencia será cubrir un segmento en específico.
– Los periódicos deberán establecer alianzas estratégicas con diversos actores, desde periodistas especializados freelance y colaboradores hasta las compañías implicadas en las noticias, como Google (que podrían servir sus anuncios) o YouTube (sus videos).
– Los beneficios seguirán llegando de la publicidad, de modo que las empresas deberían atraer a los pequeños anunciantes que nunca pudieron colocar sus avisos en los periódicos, así como los grandes anunciantes.
– Las empresas dividirán sus áreas administrativas y periodísticas. Muchas de sus funciones se eliminarán o pasarán a ser dirigidas por terceros, como la producción y la distribución o las ventas. “Ahora, suman hasta el 60 % del coste estructural de un periódico” (Jarvis, 2009, pp. 71-77).
Jarvis sostiene que ahora el público es el jefe (2010) y, por lo tanto, a cuantas más comunidades sirva el medio, mejor. En realidad, los lectores siempre debieron ser los destinatarios del mensaje, pero hoy existen más herramientas para llegar a ellos y “organizar el conocimiento de una comunidad para que pueda organizarse mejor a sí misma”.
Ten cuidado con la vaca lechera en la mina de carbón. Los periódicos se apalancaron en su flujo de caja y pensaron que algo vendría a rescatarles. No ocurrió. Ahora los diarios morirán. Pero la demanda de noticias no desaparecerá; está creciendo. Nuevos productos y competidores emergerán y habrá suficiente audiencia y dinero para apoyarles, si no se ahogan con los costes de impresión. ¿Pueden los diarios que sobrevivan inventar estos nuevos productos en sus culturas empresariales? (Jarvis, 2010, p. 175)
En opinión de Jarvis, los medios tradicionales temen la aparición de nuevos medios y aunque aducen que no ofrecen la misma calidad de contenidos, creen que la cantidad de información hoy disponible puede distraer a sus audiencias. Como sucedió en el pasado, consideran que no desaparecerán porque tampoco sucedió con la incursión de radio y la televisión, “pero, actualmente, los periódicos son empresas caras, intensivas en capital y poco competitivas” (2011, p. 120).
Paul Bradshaw enfatiza que junto con la formalización de los procesos y la búsqueda de nuevos proyectos digitales, como las aplicaciones y el periodismo de datos, subsiste el convencimiento de que todos estos esfuerzos deben estar encaminados a generar la participación de los usuarios y personalizar su experiencia en la web (2012).
La sala de redacción del siglo XXI debe estar formada por periodistas que deben aprender a trabajar con las personas y las organizaciones que las agrupan, no solo pensando en contribuir a una sociedad más democrática, sino bajo el convencimiento que este es el mejor modelo a seguir de cara al futuro para las empresas periodísticas.
Estudios revelan que aunque solo el 10 % de los internautas que acuden a un sitio web pueden ser activos, ello puede ser suficiente para recoger información valiosa, desde testimonios de primera mano hasta propuestas sustentadas de expertos que pueden mejorar el producto informativo que les ofrece. No obstante, todo indica que el comportamiento de las personas está cambiando y su participación va en aumento, por lo que las salas de redacción deben estar dispuestas a aprovechar ese potencial.
Privilegiar un periodismo participativo, dice Bradshaw, es tener objetivos claros sobre cómo se desea que los usuarios participen en cada etapa del proceso de generar noticias y cómo se les puede entregar información más documentada. Los periodistas no tienen que hacerlo todo, deben ser gestores más que periodistas orquesta; y es necesario que todos trabajen bajo un sistema que les permita estar más conectados con sus audiencias, sin intermediarios. El papel del editor se centra menos en el gatekeeping y más en la gestión de las asociaciones, los recursos y la estrategia (2012).
Además, una regla de oro en la industria mediática, sobre todo en un contexto disruptivo como el que vivimos, que demanda mayor innvación, es siempre la misma: primero la audiencia. “Christensen tiene una respuesta interesante: la gente no contrata a un medio por las noticias que produce, sino porque ofrece una solución adecuada para un problema de la vida cotidiana. De ahí que las preguntas correctas a la hora de trazar un plan de innovación, según el profesor de Harvard, sean las siguientes: ¿cuáles son las tareas que la audiencia necesita realizar? ¿Qué tipo de estructura y empleados necesita la compañía para cumplir con esa solución? ¿Cuál es la mejor forma de entregar esa solución?” (Piccato, 2015, p. 35).
Probablemente, algunas de las predicciones sobre el futuro de internet no se han cumplido, pero otras han sido rebasadas frente al desarrollo alcanzado por la web. En 1981, Gates dijo que “640 kb deberían ser suficientes”. Se quedó corto… Desde una perspectiva social, internet no es solo información, sino fuente privilegiada de comunicación y de encuentro entre personas, algo que no debería olvidarse. En lo que concierte a la industria mediática, queda claro que internet o la revolución tecnológica no es el problema.
El principal problema de la industria de los medios no es internet o la revolución tecnológica. Es la falta de ideas para desarrollar productos digitales que sean indispensables para la vida de los usuarios, velocidad para llegar a tiempo al mercado y una cultura organizacional capaz de producir innovación. Si no conseguimos estas tres cosas (ideas, velocidad y una cultura innovadora) estamos condenados a desaparecer, sin más. (Piccato, 2015, p. 33)
Las estadísticas sobre el creciente consumo de internet en el Perú son evidencia no solo del despegue de la web durante este siglo –de tres millones de internautas en el 2001 a más de doce en el 2016 (Ipsos, 2016)–, sino de las actitudes de estas personas hacia sus contenidos.
Según un informe de la empresa Telefónica, basado en la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la población digital comenzó a crecer en nuestro país desde 1999. Para junio del 2002, solo en Lima Metropolitana había alrededor de 1 740 000 usuarios entre 12 y 50 años. Apoyo Opinión y Mercado señaló por entonces que los internautas limeños usaban la web para enviar o recibir correos electrónicos, buscar información con fines académicos, chatear, descargar información solo de texto y, en quinto lugar, “buscar o leer noticias”. Los temas más buscados eran información académica, música, entretenimiento, tarjetas y noticias. Con relación a otros países, el Perú ocupaba el segundo lugar en materia de penetración de usuarios en la red, después de Chile, en gran parte gracias a la proliferación de cabinas públicas. De 580 cabinas que existían en 1999 se pasó a 1740 en el 2001, según el INEI y Osiptel (Telefónica del Perú, 2002).
Los portales de noticias más visitados –espacios que ofrecían, también, buscadores, foros, compras electrónicas y otros recursos y servicios– eran terra.com.pe (27 millones de visitas anuales), peru.com (18 millones) y elcomercioperu.com (9 millones). Ese año, además, se halló que las páginas web más visitadas en la capital correspondían sobre todo a instituciones públicas y privadas, entre las cuales, tres medios de comunicación ocupaban los primeros lugares: El Comercio, Panamericana Televisión, Telefónica y América Televisión (Telefónica del Perú, 2002).
El incremento de la lectoría de sitios web periodísticos en el mundo (32 %) en el 2004, según las estadísticas de la World Association of Newspapers (WAN), fue un aliciente para la prensa internacional. En el Perú, la visita a las páginas web de algunos diarios limeños –El Comercio, Trome y Perú 21– aumentó un 22 % en el 2006, respecto a las mediaciones de los últimos dos años (Apoyo Opinión y Mercado, 2006).
Tras el primer quinquenio del siglo, el Departamento de Estudios Sociales de la Fundación BBVA en España indicó, en el 2007, que las principales actividades que cumplían las personas en internet eran las de información (búsqueda de información y leer noticias o periódicos), comunicación (correo electrónico, mensajería instantánea, charlas interactivas, acceso a blogs, hablar por teléfono con webcam o sin webcam, foros de discusión, envío de mensajes a móviles, listas de correos y utilizar las redes sociales), ocio o entretenimiento (descarga de música y de películas, escuchar radio o ver televisión, juegos en red), y empleo y formación (consulta y búsqueda de empleo y formación a distancia). De todos estos usos, sin embargo, los principales eran la búsqueda de información, el correo electrónico, descargar música y leer noticias o periódicos. En Lima, un 58 % declaraba haber ingresado a internet una vez al mes –principalmente, en cabinas públicas–, aunque el resto todavía no conocía, no había oído o utilizado internet. En aquellos días, las personas usaban la web, principalmente, para contactarse con otros (81 %), buscar informaciones diversas (54 %) y descargar archivos de música, fotos o texto (45 %). Más abajo aparecía el esparcimiento en línea (36 %) y, por último, leer noticias (24 %) (Apoyo Opinión y Mercado, 2007). En el 2008, subió a 30 % el volumen de visitantes a las páginas web de los diarios de Lima; el principal, era El Comercio (Ipsos Apoyo Opinión y Mercado, 2008).
Las páginas informativas más requeridas por los usuarios limeños eran El Comercio, Perú 21, Peru.com y La República (Ipsos-Apoyo Opinión y Mercado, 2009), aunque el número de usuarios que no leía ningún ciberperiódico era superior (83 %) (Ipsos Apoyo Opinión y Mercado, 2010b). No obstante, año a año los internautas sí iban en aumento. Para 2010, se informó de 4,7 millones de usuarios; la novedad fue que un 12 % de los encuestados en Lima contaban con internet móvil (Ipsos Apoyo Opinión y Mercado, 2010a). Arellano y Burgos (2010) indicaron que el 33 % de los consumidores de Lima Norte mayores de 16 años tenía acceso a la web.
En los últimos cinco años, estas perspectivas han sufrido algunas modificaciones. En el 2011, se multiplicó el volumen de seguidores de Facebook (de 23 % a 92 % en el lapso de tres años) y Twitter mostró un repunte, aunque solo 13 % de los limeños encuestados lo seguían entonces. Otra novedad, es que la lectura de diarios en internet no figuró entre las diez primeras opciones sobre los usos dados a la web (Ipsos Apoyo Opinión y Mercado, 2011a). Además, el 80 % de personas encuestadas por Ipsos Apoyo ese año sobre sus hábitos de lectura declaró que no leía los diarios por internet (Ipsos Apoyo Opinión y Mercado, 2011b).
En mayo del 2012, la empresa Comscore estimó que la población online mundial aumentaba un 9 % de un año a otro –entre enero del 2011 (1333 millones) y enero del 2012 (1450 millones)–, mientras Latinoamérica lo hacía en un 12 %, más que en el resto del mundo. Previó también que este crecimiento continuaría en la región, sobre todo en audiencias jóvenes, gracias a la penetración de la banda ancha en hogares. En su balance, Comscore indicó que 95 % de los usuarios en el Perú visitaron en enero de ese año un sitio de noticias/información, un volumen elevado si se lo compara con el promedio mundial (77 %). Los peruanos preferían, como en resto el mundo, las noticias generales y la información de los diarios y blogs. La novedad fue hallar que eran casi tres veces más proclives a visitar sitios vinculados con la política en comparación con el usuario global.
En el Perú, el 54 % de los usuarios tenía menos de 35 años en el 2012 y 58 % acudía a una cabina para conectarse. Una encuesta halló que el 64 % de los limeños era internauta, mientras que en el resto del país el volumen no superaba el 57 %. Las personas ingresaban a internet para chatear a través de una red social (70 %), buscar información académica (69 %), ver videos (63 %), chatear a través del Messenger (37 %) y, en quinto lugar, leer noticias (47 %) (Ipsos Apoyo Opinión y Mercado, 2012).
Aquel año, además, el Pew Research Center anunció que la revolución digital había entrado en una nueva era en Estados Unidos, la era del celular y de los dispositivos móviles, a través de los cuales la gente accedía a las noticias. Los estadounidenses leían las informaciones, principalmente, en las páginas web de los medios de comunicación y un volumen mínimo (9 %) lo hacía a través de las redes sociales (Lafuente, 2012).
En el 2013, un 37 % de la población del Perú eran internautas (11 294 000), es decir, se conectaban a internet por lo menos una vez al mes; 47 % de los encuestados señalaron que lo hacían desde sus casas –el uso en cabinas empezó a descender (55 %)– y 22 % desde su celular (aparecieron los smartphones, aunque solo 16 % de la población tenía internet móvil). En Lima, un 73 % ingresaba a la web para chatear, un 69 % en busca de información académica, 61 % para ver videos, 47 % para recoger información de temas laborales y, en quinto lugar, 43 % para leer noticias (Ipsos, 2013).
El Informe de Open Society Foundations anunció que, si bien la confianza en la red era alta, las plataformas digitales noticiosas aún no constituían una fuente significativa de noticias. La preferencia la tenían aún los medios de comunicación tradicionales, aunque los digitales enriquecían la cobertura con sus hipervínculos, galerías de fotos, videos y podcasts. Más bien, las redes sociales, como Facebook, y Twitter, eran escenarios significativos de información y para la expresión de ciudadanos y políticos (Zuluaga y Martínez, 2013). En el Perú, 98 % tenía, en el 2013, una cuenta de Facebook y 24 % en Twitter (Ipsos, 2013), lo cual explica por qué los diarios comenzaron a ser seguidos el siguiente año en estas redes.
En el 2014, el volumen de internautas es similar al del 2013, pero se opera un quiebre en lo que respecta al perfil del internauta en el Perú, que pasa de ser un joven estudiante de 21 años a un profesional de 26, conectado a la mayor cantidad de dispositivos, desde la computadora personal y la laptop hasta los móviles con acceso a internet, como los smartphones y las tablets, cuyo uso se eleva; y a las redes sociales (Ipsos, 2014a). Es más, la Radiografía de Internautas Peruanos de IBOPE Media, según destacó ComScore, si bien el 66 % de los internautas se conectaban desde sus PC, 31 % lo hacía desde la laptop y un considerable 30 % de sus smartphones. Las posibilidades de desarrollo fueron múltiples. Desde el punto de vista publicitario, entre el 2012 y el 2013, la inversión publicitaria online creció 32 % (de 101 millones de soles a 133.4 millones de soles), pero entre el 2013 y el 2014, la inversión fue del 40 % más (186.46 millones de soles) (Fosk y Marchant, 2014). En ninguno de estos modernos soportes, la búsqueda y lectura de noticias fue una prioridad; la excepción fueron las redes sociales. Ese año, un 7 % de lectores de los impresos de Lima comenzaron a seguidos por sus lectores en las redes sociales; fue el caso de El Comercio, Trome, Perú 21 y Ojo (Ipsos, 2014b).
Este panorama se ha mantenido en los últimos dos años con algunas variaciones. En el 2015, el alto grado de interconexión a internet ocasionó que, entre otras actividades, los usuarios abandonen el hábito de ver televisión, llamar a los amigos o familiares por teléfono, ir al cine o comprar periódicos, porque ahora los leen por internet. La lectura misma de noticias se ha reducido como acción prioritaria para la mayoría, a excepción de aquellos que acceden a la web a través de una computadora personal (25 %) o los que prefieren verlas en YouTube (16 %) (Ipsos, 2015a). No obstante, lo que sí aumentó ese año fue el volumen de seguidores de los diarios limeños en Facebook y Twitter; es el caso El Comercio, Trome, Perú 21 y Depor (Ipsos, 2015b).
Según informó ComScore, el Perú se colocó séptimo entre los países con mayor audiencia digital en América Latina, pero de acuerdo con el promedio mensual de horas, páginas y visitas por usuario (engagement), subía al quinto puesto. También, superó ese año a Chile, en cuanto al tamaño de la audiencia y total de visitantes únicos. Asimismo, según los contenidos web, las noticias/informaciones era una de las seis primeras categorías de contenidos con mayor número de visitantes, después de las páginas de servicios, social media, portales y entretenimiento (García, Marchant y Barracas, 2015).
En el 2016 hay 8 millones de internautas más respecto del 2013, así como más de 12 millones de personas, que en su mayoría son estudiantes (44 %) y trabajadores (42 %), que cada vez ve, lee o escucha menos noticias (Ipsos, 2016). Llegar a ellos es un reto si, como adelantó Gates, uno de los principales logros de la web es haber garantizado el intercambio espontáneo de las personas en el mundo electrónico. Las preferencias sobre los sitios informativos no son mayoritarias, pero tampoco desdeñables.