Kitabı oku: «Camino al Armagedón», sayfa 2

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La libertad

Una cuarta característica del Reino de la Luz es la libertad. Los seres inteligentes que Dios creó pueden pensar por sí mismos, sacar conclusiones a partir de lo que saben y actuar sobre la base de esas conclusiones. Y esto incluye la libertad de hacer preguntas, debatir el significado de la evidencia y estar en desacuerdo con las conclusiones de otros.

En 1988, la editorial Zondervan publicó un libro de Philip Yancey titulado Disappointment with God: Three Questions No One Asks Aloud [¿Desilusionado con Dios? Tres preguntas que nadie hace en voz alta]. El título de Yancey sugiere una verdad maravillosa sobre Dios: Él nos da la libertad de interrogarlo. Él nos permite desafiar sus acciones y leyes, y estar en desacuerdo con él. ¿Te suena esto herético? No debería. ¿Has tenido alguna vez una experiencia en la que la guía de Dios te pareció misteriosa e incluso aterradora? ¿Te has preguntado alguna vez: “Dios, ¿por qué me pasa esto y aquello?”? Todos lo hemos hecho, lo que significa que estamos cuestionando a Dios. Habacuc planteó la agonizante pregunta: “¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás [...]?” (Hab. 1:2). El salmista clamó: “¡Despierta! ¿Por qué duermes, Señor? [...] ¿Por qué escondes tu rostro, y te olvidas de nuestra aflicción, y de la opresión nuestra?” (Sal. 44:23, 24).

¡Nuestro Dios nos da la libertad de cuestionarlo!

Discutiré acerca del reino de las tinieblas en los capítulos 3 y 4, pero aquí diré que esta libertad para cuestionar a Dios y para estar en desacuerdo con él yace en el fundamento de la rebelión de Lucifer. Algunas personas se preguntan por qué Dios no creó a Lucifer para que no pudiera rebelarse y para que no pudiera pecar y llevar a otros a pecar con él. ¡Piensa en el sufrimiento humano que esto habría evitado!

De hecho, Dios ha creado millones y miles de millones de estas criaturas. Los llamamos “animales”. Los animales tienen diferentes grados de inteligencia, desde lombrices de tierra , que probablemente ni siquiera son conscientes (al menos en ningún sentido que consideremos conciencia), hasta perros, delfines y elefantes, que se encuentran entre las criaturas más inteligentes del reino animal. Sin embargo, ninguno de estos animales superiores se acerca a tener la inteligencia que Dios ha dado a los ángeles y a los seres humanos. Los seres humanos tenemos la capacidad de razonar, reflexionar, debatir y hacer preguntas. Así que, antes de preguntarnos por qué Dios no creó a Lucifer de tal manera que no pudiera rebelarse, tenemos que preguntarnos si quisiéramos que nuestras habilidades para razonar, reflexionar, debatir y hacer preguntas nos fueran quitadas. Estoy seguro de que todos los que lean este libro dirán un rotundo ¡No!

Para que Dios nos diera inteligencia, pero nos prohibiera la libertad de hacer preguntas y cuestionar sus decisiones, habría tenido que establecer una dictadura similar a la de la Inquisición, Corea del Norte o del ISIS. Las personas desafortunadas que viven bajo este tipo de gobierno tienen la inteligencia para cuestionar a los líderes políticos y religiosos, pero aquellos que lo hacen corren el riesgo de ser encarcelados, torturados y posiblemente ejecutados. Una vez que Dios creó seres con el nivel de inteligencia que tienen los ángeles y los humanos, tuvo que darnos la libertad de hacer preguntas abiertamente, desafiar la evidencia y buscar respuestas. Tuvo que darnos la libertad de interrogarlo y de recibir respuestas que puedan satisfacer nuestra inteligencia y nuestra capacidad de razonar de causa a efecto.9

Dios les dio a los seres inteligentes que él creó la libertad de cuestionar incluso sus leyes morales. Estas leyes se basan sobre el principio del amor. David le dijo: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! [...] Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos de continuo hasta el fin” (Sal. 119:97, 112).

Pero cuando Dios nos creó, nos dio la libertad de rechazar sus leyes morales. El rechazo de las leyes morales de Dios es, de hecho, el fundamento del reino de las tinieblas.

Poniéndolo todo junto

El amor, la ley, la autoridad y la libertad son algunas de las características importantes del Reino de la Luz, y el amor está en el fundamento de todas ellas. Sin amor, la autoridad puede ser dura y cruel, la ley moral se convierte simplemente en un montón de reglas y regulaciones, y la libertad de pensar y actuar por uno mismo es inexistente. Así que, el amor es el factor crítico que hace que el Reino de la Luz funcione.

La pregunta es: ¿cómo se obtiene ese amor, un amor que impregna toda la sociedad para que todos se preocupen tanto por el bienestar de su prójimo como por el suyo propio?

La verdad es que tú y yo no podemos conjurar esa clase de amor por nuestra cuenta. Hay, por supuesto, no cristianos que tienen familias muy cariñosas, que son reflexivos, pacientes, amables y tolerantes, y que tienen todas las demás cualidades positivas que se necesitan para formar una sociedad civilizada. Esto es lo que yo llamo amor terrenal, porque la mayoría de la gente es capaz de experimentarlo en un grado u otro. Sospecho que incluso algunos terroristas aman a sus familias de esta manera. Desafortunadamente, también hay muchos celos, enojo, odio y abuso sexual en nuestro mundo, y a menudo está mezclado con nuestro amor humano terrenal. Una persona puede ser cariñosa y amable en sus relaciones familiares, pero también puede ser un oso con quien convive en el trabajo, o viceversa.

Entonces, ¿cómo se obtiene el amor celestial sobre el cual opera el Reino de la Luz? Tú y yo no podemos crearlo dentro de nosotros mismos. No podemos decidir: “Así es como voy a ser. Así es como voy a pensar y sentir”. Necesitamos ayuda sobrenatural para convertirnos en ese tipo de personas. Poco antes de dejar este planeta, Jesús nos explicó cómo conseguirlo. Les dijo a sus discípulos que pronto se marcharía, pero les aseguró a ellos y a nosotros: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” (Juan 14:18). ¿Cómo lograría eso? Por medio del Espíritu Santo que “mora con vosotros y estará en vosotros” (vers. 17).

Cuando Dios nos creó, dispuso que el tercer miembro de la Trinidad tocara nuestro cerebro10 e implantara esa forma celestial de amor en nuestra mente. Mientras nuestros pensamientos y sentimientos estén bajo la influencia del toque del Espíritu Santo, estamos en sintonía con el amor del cielo. Amamos a los tres miembros de la Trinidad. Amamos las leyes del cielo. Amamos la autoridad del cielo. Y nuestras mentes y corazones están en sintonía para elegir libremente amar y servir tanto a Dios como a los demás. Esto es lo que Dios quiso decir cuando dijo por medio del profeta Jeremías: “Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón” (Jer. 31:33). Si la Ley de Dios no está escrita en nuestras mentes y corazones, entonces es solo un montón de normas y reglamentos, y esto es legalismo.

Estas son algunas de las formas en que opera el Reino de la Luz.

1 The Federalist Papers, Nº 51 (New York: Mentor Books, 1961), p. 322.

2 Mi esposa, Lois, y yo hemos viajado mucho a la India durante los últimos años, especialmente a las zonas rurales del país, y apenas hay un pueblo en el que hemos estado donde el servicio de telefonía celular no estaba disponible.

3 Algunos estados del oeste de los Estados Unidos tienen límites de velocidad de 127 o 136 kilómetros por hora. Algunas naciones europeas no tienen límites de velocidad, y los conductores en las autopistas a menudo viajan a 160 kilómetros por hora o más.

4 Discutiré las razones para entender que el Miguel de la Biblia es Cristo en el capítulo 2.

5 Elena de White, Patriarcas y profetas (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2015), p. 16.

6 Ibíd., p. 17.

7 Ibíd., p. 19.

8 Elena de White, La historia de la redención (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2014), p. 19.

9 Nota que dije que necesitamos “recibir respuestas que puedan satisfacer nuestra razón”, y no que podrían satisfacer nuestra razón. Lucifer hizo preguntas profundas acerca de Dios, y las respuestas que Dios le dio podrían haber satisfecho su inteligencia, pero no lo hicieron. Hablaré más de ello en el capítulo 3.

10 La inteligencia humana surge de las reacciones químicas dentro de nuestro cerebro. Elena de White hizo un comentario perspicaz de que “los nervios del cerebro que relacionan todo el organismo entre sí son el único medio por el cual el Cielo puede comunicarse con el hombre, y afectan su vida más íntima” (Elena de White, Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 311).

Capítulo 2
Miguel

Los adventistas han identificado históricamente al Miguel que aparece en la Biblia como Cristo, y estoy de acuerdo con esa conclusión. Sin embargo, esta es una de nuestras interpretaciones bíblicas con las cuales muchos cristianos no adventistas no están de acuerdo. Por eso, y porque no es una de nuestras doctrinas clave, evito decir mucho sobre ello en la revista Signs of the Times. A veces, el autor de un artículo lo menciona, y en ciertas circunstancias lo he permitido. Después de uno de esos casos, recibí un correo electrónico muy bien redactado de un lector que me dio veinte razones por las cuales, en su opinión, es una herejía identificar a Miguel como Cristo. Respondí con una explicación bastante amplia de las razones bíblicas por las que los adventistas creen que Miguel es Cristo, y él amablemente me contestó y me agradeció por la respuesta, aunque no creo que lo convenciera.

El propósito de este capítulo es compartir mi explicación con ustedes, ya que será útil que la entiendan antes de que hablemos del reino de las tinieblas en el próximo capítulo.

Apocalipsis 12:7 al 9 es el texto bíblico que forma la base para nuestra creencia de que Miguel es Cristo: “Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”. Apocalipsis no solo identifica al dragón como Satanás, sino también a Miguel como el único líder del ejército del cielo -su general-, y que él es el adversario de Satanás.

Judas, el libro bíblico que precede inmediatamente al Apocalipsis, añade una pista significativa sobre la identidad de Miguel: “Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: ‘El Señor te reprenda’ ” (vers. 9). En este versículo, Miguel está de nuevo en conflicto con Satanás, y a Miguel se lo llama “el arcángel”.

En 1 Tesalonicenses 4, Pablo agregó otra pieza al rompecabezas del arcángel Miguel. Dijo que, en la segunda venida de Cristo, “el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo” (vers. 16; énfasis añadido).

A primera vista, Pablo parece estar refiriéndose a tres seres celestiales distintos en este versículo: el Señor, el arcángel y Dios. Sin embargo, sugiero que cada uno de ellos es una referencia a Jesucristo. “El Señor” es claramente una referencia a Jesús, porque Pablo a menudo se refería a él como “Señor” (ver Rom. 5:1; 1 Cor. 1:2; Efe. 1:17), y el contexto en el que habla es la segunda venida de Cristo. ¿Quién es el “Dios” que hará sonar una trompeta? Los adventistas están de acuerdo con la mayoría de los otros cristianos en que Jesús es completamente divino y, por lo tanto, sería apropiado identificarlo como “Dios” en este versículo. Entonces observa que la voz del arcángel ocurre en conexión con el toque de la trompeta. Tal vez habrá una trompeta literal que suene en la segunda venida de Cristo (ver 1 Cor. 15:51, 52). Sin embargo, la referencia a una trompeta puede ser simbólica. En tiempos del Antiguo Testamento, el sonido de una trompeta se usaba típicamente como un llamado a la guerra (Núm. 10:9) o a la adoración (vers. 2-4, 10). El llamado a la guerra es especialmente apropiado aquí, porque Apocalipsis 19:11 al 21 describe a Cristo en su segunda venida como un guerrero montado en un caballo blanco. Por lo tanto, parece razonable entender el toque de la “trompeta de Dios” en 1 Tesalonicenses 4:16, como el llamado de la trompeta de Cristo en su papel de guerrero. Si entendemos que Cristo también es el arcángel, como sugiero, entonces las tres Personas mencionadas en el versículo 16 son Cristo.

Aquellos que rechazan la idea de que Miguel es Cristo lo hacen principalmente porque creen que aplicarle el título de arcángel sugiere que, como ángel, él es un ser creado y, por lo tanto, no es plenamente divino. La evidencia más fuerte para apoyar este punto de vista es el primer capítulo de Hebreos, el cual deja muy claro que Cristo no es un ángel, porque él es mucho más que un ángel. Hebreos 1:4, por ejemplo, afirma que Cristo “hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos”. Y los versículos 7 y 8 declaran: “Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego. Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo”.

Entonces, ¿cómo pueden los adventistas decir que el arcángel Miguel es Cristo, cuando la Biblia declara tan claramente que Cristo es un ser divino, el segundo miembro de la Deidad, y no un ángel creado? Esta es una buena pregunta, y responderé con lo que creo que es una buena respuesta.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el mariscal alemán Erwin Rommel era conocido popularmente como el “zorro del desierto”. Nadie en su sano juicio diría que Rommel era literalmente un zorro. Todos entendemos que la palabra zorro, cuando se usaba aplicada a Rommel, era un apodo, una forma de decir, y no una declaración sobre el tipo de ser que era. Los zorros son popularmente considerados como criaturas astutas y engañosas, y fueron estas características las que le dieron a Rommel el título de “zorro del desierto”. De la misma manera, si Miguel es Cristo, entonces la palabra arcángel es un título, y no una descripción de su naturaleza. La pregunta que necesitamos responder es si hay suficiente evidencia bíblica para apoyar la idea de que Miguel es, de hecho, el divino Hijo de Dios; Jesucristo, que tiene el título de arcángel. Las páginas siguientes proporcionarán esta evidencia.

Varios textos del Antiguo Testamento hablan del “ángel del Señor”, y el contexto deja muy en claro que este ángel del Señor es de hecho un ser divino, y no un mero ángel. La mejor evidencia de esto se encuentra en Éxodo 3, que cuenta la historia de Moisés en la zarza ardiente. El versículo 2 dice que “el ángel del Señor se le apareció [a Moisés] entre las llamas de una zarza ardiente”. Observa cuidadosamente quién fue el que se le apareció a Moisés: “el ángel del Señor”. Entonces, ¿quién era exactamente este ángel del Señor? Tenemos una pista de lo que dijo el ángel cuando Moisés se acercó a la zarza: “Quítate las sandalias, porque el lugar donde estás parado es tierra santa” (vers. 5). Entonces, ¿qué hace que la tierra sea santa? La presencia de la Deidad, por supuesto. Así que, este ángel del Señor ¡era un Ser divino!

Esta conclusión se confirma completamente en la conversación siguiente entre Moisés y el ángel del Señor. En el versículo 6, el Ser en la zarza dijo: “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Esta es la misma palabra para Dios que se usa en Génesis 1:1: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Así que, el “ángel del Señor” que se le apareció a Moisés ¡fue el Dios que creó el universo!

Esta conclusión se ve confirmada por lo que sucedió a continuación. El “ángel” le dijo a Moisés que regresara a Egipto y liberara a su pueblo de la esclavitud. También instruyó a Moisés para que les dijera a los líderes de los israelitas que Dios lo había enviado. Moisés respondió: “He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?” (Éxo. 3:13).

La respuesta del ángel es muy significativa para nuestro estudio. “Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros” (vers. 14).

La palabra hebrea traducida como “YO SOY” en nuestras Biblias españolas es YHWH (pronunciado como Jehová), el cual es el verbo “ser”.11 La idea aquí es que el ángel del Señor es un ser autoexistente. Solo Dios es autoexistente, y la noción de que el ángel del Señor es en realidad un Ser divino es confirmada por su nombre YHWH, el cual es traducido como “Jehová” en todas partes de la Biblia [Hebrea]. Jehová, por supuesto, es Dios en el sentido más elevado, lo que significa que el ángel del Señor es también Dios en el sentido más elevado. Obviamente, Dios es mucho más que un ángel, así que, el término “ángel del Señor”, que se aplica a él en el versículo 3, es una forma de hablar y no una descripción de su naturaleza. Otra fuerte evidencia en apoyo a la comprensión de Miguel como un Ser divino se encuentra en el quinto capítulo de Josué. Él fue el líder de los israelitas cuando conquistaron Canaán. La gente había cruzado el río Jordán poco tiempo antes, y Josué estaba lejos del campamento, orando por la próxima conquista de la tierra.12 De repente, “alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desenvainada en su mano” (Jos. 5:13). Asustado, Josué preguntó: “¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? Él respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora” (vers. 13, 14).

Esto es extremadamente significativo debido a que, en el Apocalipsis, Miguel es el comandante del ejército del Señor. Así, Miguel y el hombre que se le apareció a Josué son la misma persona. Después, el escritor bíblico dijo que Josué se postró sobre su rostro en tierra, le adoró y le dijo: “¿Qué dice mi Señor a su siervo?” Entonces “el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo” (vers. 14,15).

Moisés, en la historia de la zarza ardiente, es la otra y única persona en la Biblia a quien se le ordenó quitarse los zapatos porque estaba parado sobre tierra santa. La presencia de la Deidad es lo que santificó la tierra. Acabamos de ver que el Ser que habló con Moisés no era otro que Jehová, quien es Dios en el sentido más elevado. Por lo tanto, la conclusión es inevitable. El comandante del ejército del Señor que se le apareció a Josué también era un Ser divino, porque ordenó a Josué que se quitara las sandalias de sus pies. También era el comandante del ejército del Señor, a quien Apocalipsis identifica con el nombre de Miguel.

Siendo este el caso, solo nos queda una pregunta: ¿Qué miembro de la Trinidad se le apareció a Josué? ¿Fue Dios padre, Jesucristo o el Espíritu Santo? Mi conclusión es que fue Jesucristo; y tengo una muy buena razón.

En Apocalipsis 19:11, Juan dice que vio “el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea”. El versículo 14 dice que “los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos”. ¿Quién es el jinete en un caballo blanco que encabeza a los ejércitos del cielo en la batalla? El versículo 13 responde a esa pregunta. Dice que el nombre del jinete es “EL VERBO DE DIOS”, y el versículo 16 añade información al decir que su nombre es también “REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES”. ¡Ese es Jesús! Por favor, nota que Jesús es el Comandante del ejército del cielo aquí, en Apocalipsis 19, así como Miguel lo es en Apocalipsis 12:7. ¿Cuánta más evidencia necesitamos para demostrar el hecho de que Miguel es Cristo?

11 Por tal razón este se traduce como “YO SOY” en el versículo 14.

12 En la página 521 de Patriarcas y profetas, Elena de White dijo que Josué se había ido del campamento “para meditar y pedir en oración que el Dios de Israel fuera delante de su pueblo”.

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