Kitabı oku: «La cueva y el cosmos», sayfa 5

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Inmersión sónico-optica

Si el chamán se mueve libremente, a veces se utiliza otro tipo de herramienta en el viaje chamánico; es lo que llamo la cortina ocular siberiana. Se trata de una corona o tocado con flecos que cubren los ojos de los chamanes de Siberia y zonas adyacentes y les permiten contemplar ambas realidades simultáneamente. Cuando se sumergen en su tarea, los chamanes que visten estas cortinas oculares balancean la cabeza a la izquierda y a la derecha, provocando así que la oscuridad interrumpa constantemente las percepciones de la realidad ordinaria.

Estas interrupciones de la visión refuerzan las interrupciones regulares del silencio producidas por la percusión, tal como descubrí.

Así como la percusión chamánica produce la conocida inmersión auditiva, especialmente para el viaje a otras realidades, los fluctuantes flecos de la cortina ocular parecen constituir una suerte de inmersión óptica complementaria. Las dos juntas derivan en lo que podríamos llamar inmersión «auditiva-óptica» o, por economía silábica, «sónica-óptica». Los redobles y oscilaciones de los flecos de la cortina ocular «rompen» la realidad ordinaria, lo que ayuda a los chamanes a alcanzar otros mundos. (Véase lámina 4.) Sin embargo, para que esto funcione la luz externa ha de ser tenue, a fin de que no interfiera con la imaginería visual que alcanza al chamán.

Chamanismo esencial

Tras décadas de experimentación práctica, investigación intercultural y trabajo de campo, he logrado tamizar progresivamente los principios y prácticas comunes, universales y cuasi universales subyacentes al chamanismo. En especial, en los años setenta desarrollé métodos para practicar y enseñar estos principios, refinándolos y avanzando constantemente. En parte, esta labor se llevó a cabo en el desarrollo de mi práctica privada de sanación y adivinación chamánica, y en parte se realizó como respuesta a personas que me pedían instrucción en los métodos del chamán.

Estos principios transculturales subyacentes de la práctica chamánica ofrecen la base para lo que he denominado chamanismo esencial. Como señalé en la Introducción, el chamanismo esencial se fundamenta en los aspectos comunes, universales y cuasi universales del chamanismo, junto a viajes a otros mundos, aspecto distintivo de esta práctica. Para la mayoría de los occidentales, aprender y practicar el chamanismo esencial, incluyendo el viaje chamánico, es una perspectiva mucho más productiva que imitar las prácticas del chamán en una cultura única, porque cada cultura posee su propio simbolismo, mitología y elaboraciones conceptuales. Si no es tu propia cultura, esas elaboraciones, especificidades y significados no serán apropiados para la persona como sí lo son para ese pueblo indígena. De acuerdo con esto, la antropóloga Joan Townsend distinguió cuidadosamente entre chamanismo esencial y neo-chamanismo.45

Para más información, véase «Principales conceptos del chamanismo esencial» en Apéndice D.

El hambre que muchos occidentales parecen tener por estos antiguos caminos espirituales es notable. En respuesta a estas peticiones, empecé a enseñar chamanismo esencial para su uso práctico a occidentales, impartiendo talleres a mediados y finales de los años setenta en Europa y Estados Unidos. Me centré especialmente en el viaje chamánico a través de la percusión, que me parece de vital importancia a la hora de iniciar a los occidentales en la práctica del contacto con los espíritus, el ingrediente esencial en el chamanismo y la curación chamánica.

Poco a poco se incrementó la frecuencia, complejidad y amplitud de los talleres. A fin de satisfacer la demanda, durante las últimas tres décadas he recibido la ayuda de antiguos estudiantes invitados a formar parte de la facultad de la Fundación de Estudios Chamánicos, una organización sin ánimo de lucro fundada para preservar, estudiar y enseñar el chamanismo y la sanación chamánica en todo el mundo.

Ofrecidas hoy por la facultad internacional de la Fundación de Estudios Chamánicos, las enseñanzas cubren muchas prácticas chamánicas además del viaje espiritual, entre ellas: la recuperación de los animales de poder, la sanación por extracción, la recuperación del alma, la adivinación, la labor de los psicopompos, la desposesión, y otras muchas iniciaciones chamánicas avanzadas que incluyen otras muchas prácticas. Todas ellas se enseñan en el marco del chamanismo esencial.

4. Nuestro mundo: chamanes y espíritus

Cierra los ojos,

así encontrarás el camino.

De un mito indio puyallup 1

A partir de pruebas arqueológicas y derivadas de la etnología comparada, muchos expertos creen que el chamanismo se remonta al menos 30.000 años en el pasado, y posiblemente es aún más antiguo. Sin lugar a dudas, es el sistema de sanación más antiguo a través de la decidida integración de lo mental, lo emocional y las capacidades espirituales. Aunque la palabra «chamán» procede de los pueblos de habla tungusa de Siberia y norte de China, la universal similitud de las prácticas básicas indujo a los antropólogos a aplicar el término de un modo generalizado.

Hasta el siglo veinte, el chamanismo era practicado en todos los continentes habitados por los pueblos indígenas, entre ellos por poblaciones tan distantes como los sami (antiguos «lapones») de la Europa más septentrional, los aborígenes de Australia, los kung del África meridional y los pueblos indígenas de América del Norte y del Sur. Sin embargo, debido a factores como la introducción de enfermedades, guerras, persecuciones y actividades misioneras, el número de chamanes indígenas se ha reducido drásticamente en los últimos cinco siglos, junto a la radical erosión del conocimiento chamánico de sus culturas. En las últimas décadas, esta situación ha empezado a cambiar.

Chamanes

Las definiciones suelen ser objeto de controversia, en especial en el caso de los chamanes y el chamanismo. Ahora ofreceré lo que me ha resultado personalmente útil en mi trabajo con chamanes y con el chamanismo a largo de medio siglo. Las siguientes palabras no pretenden satisfacer a todo el mundo, ni siquiera a la mayoría; su intención es transmitir el contenido de este libro.

Aunque el trabajo de los chamanes abarca prácticamente toda la gama de prácticas espirituales conocidas, el chamanismo se caracteriza universalmente por un cambio deliberado en la consciencia (el «éxtasis» de Eliade) para comprometerse en una voluntaria interacción con los espíritus. Su rasgo más distintivo, aunque no universal, es el viaje no físico a otros mundos.2 Hay que señalar que en algunas sociedades indígenas hay chamanes que no viajan en absoluto, y otros que solo lo hacen en el Mundo Intermedio o, si avanzan más allá, no recorren por igual el Mundo Superior y el Inferior; algo que todos comparten en la interacción disciplinada con espíritus en la realidad no ordinaria para ayudar y curar a los demás.

Tanto si viajan a otras realidades como si no lo hacen, los chamanes dependen de la asistencia de sus entidades tutelares o espíritus auxiliares, con los que interactúan en el estado alterado de consciencia al que se accede universalmente con ayuda de la inmersión auditiva (o sónica). Y tanto en los escenarios tradicionales como en la sociedad contemporánea, los chamanes trabajan en un marco holístico. Abordan el aspecto espiritual de la enfermedad en una relación complementaria con el tratamiento no espiritual de la enfermedad y las heridas.

Hay que distinguir a los chamanes de los hechiceros puesto que el trabajo sanador de los chamanes es muy distinto al de la hechicería; tema que se abordará más adelante.

Las dos realidades

Un supuesto básico del chamanismo afirma que hay dos realidades y que la percepción de cada una de ellas depende de nuestro estado de consciencia. Este supuesto es explícito en el chamanismo esencial, pero normalmente es implícito en el chamanismo indígena, en el que no suele existir mucho interés en distinguir meridianamente entre realidades. De hecho, algunos chamanes indígenas que he conocido parecen disfrutar de los dramas y pasiones que surgen de la confusión entre realidades.

Los chamanes acceden a otra realidad fundamentalmente para trabajar con espíritus auxiliares y curar, realizar adivinaciones y cumplir otras tareas para sus pacientes y clientes. Se accede a esa otra realidad mediante el estado chamánico de conciencia (ECC), como he descrito en La senda del chamán.3 El ECC puede ser ligero o profundo y normalmente se ingresa en él con la ayuda de la inmersión auditiva.

Quienes mantienen el estado ordinario de consciencia (EOC) perciben la realidad ordinaria (RO); quienes se encuentran en el ECC pueden ingresar y percibir la realidad no ordinaria (RNO). Ambos estados reciben el nombre de realidades porque cada uno puede experimentarse empíricamente y atesora sus propias formas de conocimiento y relevancia para la existencia humana.

La RNO no es una realidad consensuada, y si así lo fuera, quienes practican el chamanismo carecerían de función alguna, pues su responsabilidad es percibir lo que otros no alcanzan a ver. Uno de los rasgos distintivos de quien ejerce el chamanismo es la capacidad para desplazarse entre estas realidades con disciplina y voluntad a fin de sanar y ayudar a los demás.

«Ver» en el chamanismo

«Ver» constituye un aspecto importante del chamanismo y del viaje chamánico. Como observa Eliade: «“Ver” un espíritu […] es una señal cierta de que de algún modo uno ha obtenido un “estado espiritual”, es decir, que se ha trascendido el estado profano de la humanidad».4 La palabra inglesa «vidente» (seer) puede referirse a los antiguos chamanes europeos (see-ers). De un modo semejante, los indios matsigenka del Alto Amazonas llaman al chamán «aquel que ve».5 Al mismo tiempo, en el chamanismo «ver» es algo más que visualizar, pues se aplica a percibir con todos los sentidos, incluyendo el oído, el tacto, el olfato y el gusto.

Los chamanes se diferencian de quienes creen en los espíritus porque saben por experiencia directa que los espíritus existen. Ven los espíritus, los tocan, los oyen, los huelen y conversan con ellos. Esta es la razón por la que en muchas sociedades tribales de todo el mundo el chamán no solo es «aquel que ve», sino también «aquel que conoce» o una «persona de conocimiento». Los chamanes creen en la existencia de los espíritus como usted puede creer en la de su familia, amigos y conocidos. Usted sabe que todos ellos existen porque habla e interactúa con ellos diariamente. Del mismo modo, los chamanes saben que los espíritus existen porque interactúan con ellos diariamente, o mejor dicho, nocturnamente, porque suele ser más fácil ver a los espíritus en la oscuridad. La oscuridad es un recurso importante para identificar a los espíritus, porque elimina la posibilidad de confundirlos con las imágenes ordinarias de la realidad diurna.

El conocido concepto del «tercer ojo» de las prácticas espirituales orientales aflora por doquier. No es infrecuente, por ejemplo, que los aborígenes australianos lo conozcan como «el ojo poderoso», situado en el centro de la frente. A veces se recurre a un cristal de cuarzo, destacada piedra en el chamanismo universal, que se presiona sobre ese centro para ayudar a ver con claridad al chamán neófito.6 En épocas antiguas, un chamán paviotso norteamericano podía llevar un cristal de cuarzo en una búsqueda de poder en una caverna, tal como describimos en el capítulo 1, para más tarde poder «ver a través de todas las cosas».7 La visión de los chamanes no se limita a percibir en la oscuridad, sino que normalmente también se aplica a ver a través de los objetos que en la realidad ordinaria parecen opacos a la mayoría de las personas. En la sanación por extracción chamánica, se percibe la dolencia en el interior del enfermo.8

El poder de «ver a través de las cosas» es un elemento fundamental de la experiencia chamánica. Este poder ofrece su propia luz para penetrar en la oscuridad y la materia, como señala Knud Rasmussen a propósito de los esquimales iglulik:

La primera vez que un joven chamán experimenta esta luz, sentado en su banco [en el iglú a oscuras] e invocando a los espíritus protectores, es como si el hogar en el que se encuentra de pronto desapareciera; ve a los lejos, a través de las montañas, exactamente como si la Tierra fuera una gran llanura y sus ojos pudieran alcanzar el último confín. Ya nada se le oculta.9

En el chamanismo, «ver» también implica ver con el corazón o saber en el corazón que lo que estás viendo es cierto. Esta certeza emocional es fundamental en la experiencia de revelación directa y constituye uno de los aspectos que normalmente caracterizan a la visón chamánica.

En 1968 conversaba sobre las visiones chamánicas con el etnólogo francés Jacques Lemoine, especialista en el chamanismo de los pueblos hmong de Laos. Aunque se trata de un notable trabajador de campo, nunca había preguntado a los chamanes si veían imágenes, porque ya le habían dicho que «veían con el corazón». Por lo tanto, había asumido que no existía percepción visual alguna. Le animé a entrevistar en profundidad a uno de sus amigos chamanes hmong. Evidentemente, pocos meses más tarde contó que, en efecto, veían imágenes con los ojos cerrados y cubiertos, en sus viajes y otras tareas, y que decían ver con el corazón porque la certeza emocional formaba parte de sus revelaciones directas. Esta certeza emocional también es necesaria para tener éxito en la curación chamánica occidental.

¿Los chamanes nacen o se hacen?

Para los occidentales es fácil asumir que los chamanes ejercen su profesión a tiempo completo. Sin embargo, la mayor parte del tiempo lo ocupan haciendo trabajos como cultivar y cazar, recoger y procesar alimentos y criar a los hijos. Por las noches, y bajo petición, viajan a otras realidades y ejercitan otras tareas chamánicas de una forma controlada y disciplinada. Su trabajo espiritual en un estado alterado de consciencia es muy intenso. Ni siquiera es posible comer mientras se prepara la comida. Por lo tanto, es inconcebible que alguien pueda trabajar en ese estado alterado de consciencia de un modo regular. Los chamanes cumplen su labor a tiempo parcial.

Las personas llegan a dedicarse a esta actividad por caminos muy diversos. En Siberia, por ejemplo, los chamanes heredan el poder y el conocimiento de sus familias.10 En Siberia y en la América del Sur nativa, las personas pueden sufrir una enfermedad grave, como la viruela, y recuperarse milagrosamente cuando lo que se esperaba era su muerte.11 O tal vez el individuo sobrevive a un extraño accidente, como la caída de un rayo. Cuando algo así sucede, la comunidad decide que un poder curativo ha acudido en ayuda de la persona. A veces se pide a la persona bendecida con el poder que ayude a curar a otros enfermos. La persona recuperada, aunque insegura en cuanto a sus capacidades, no puede negarse a ayudar a amigos y familiares enfermos. Si su intervención se ve coronada con el éxito, ha nacido un chamán.

En algunas sociedades indígenas se observa a los niños para detectar si mantienen un contacto directo con los reinos espirituales, como cuando cantan espontáneamente una canción que en apariencia han recibido de los espíritus, como ocurre entre los pomo de la California nativa. Si se manifiestan estas señales, los poderes curativos de los niños han de ser comprobados por los adultos.12 Sin embargo, incluso en esos casos el niño rara vez es reconocido como un chamán de pleno derecho hasta la edad adulta. Los practicantes del chamanismo en todo el mundo han sido siempre adultos maduros, normalmente con sus propios hijos.

En ciertas culturas era bastante común pagar a un reconocido chamán para recibir su enseñanza. Por ejemplo, los chamanes esquimales de la Groenlandia oriental tenían muchos profesores remunerados.13 Entre los shuar del Ecuador oriental, la única forma conocida de convertirse en chamán era comprar el poder, en forma de ayudantes espirituales, de otro chamán.14 El modo de pago usual en los años cincuenta era el shuar kuit, u «objetos de valor indios». Para remunerar a un conocido chamán por un período de instrucción y transmisión de poder de una semana, un hombre se pasaba dos o tres años acumulando tocados de plumas, cerbatanas, veneno de curare para los dardos, tal vez un perro de caza e incluso un trabuco. En la actualidad, el chamanismo sigue muy implantado entre los shuar, pero su pago suele hacerse con grandes cantidades de moneda ecuatoriana.

También hay otros caminos para llegar a ser chamán. En la tribu conibo del Perú oriental, por ejemplo, el neófito, guiado por un chamán, será instruido por el espíritu de un enorme árbol sagrado (la ceiba).15 En los viejos tiempos, entre los inuit del Ártico, uno de los caminos más valorados para convertirse en chamán consistía en que los espíritus iniciaran al individuo, sometido a un extremado aislamiento y sufrimiento. Para lograrlo, el aprendiz, bajo la supervisión de un chamán, pasaba días solo en un iglú minúsculo en pleno invierno sin calor, luz, alimentos y con muy poca agua, hasta que los espíritus traían la iluminación y el poder curativo.16

Tal vez uno de los caminos más misteriosos y característicos para convertirse en chamán sea experimentar el desmembramiento del propio cuerpo en un estado alterado de consciencia. Los relatos de este tipo de experiencia iniciática son relativamente comunes entre las tribus siberianas y los pueblos aborígenes australianos. Más adelante examinaremos esta importante experiencia chamánica y su significado (véase capítulo 11).

Aunque hay muchas formas de convertirse en chamán, cómo llegar a serlo no es tan importante como la fuerza de los espíritus auxiliares que ayudan a la persona. En otras palabras, el elemento principal no es si uno paga a un chamán, como entre los shuar, o si el individuo casi muere de inanición y prácticamente se congela en la oscuridad aislada en el hielo, como entre los inuit en los días anteriores a las misiones. La cuestión se puede exponer con mucha sencillez: el trabajo chamánico de cada cual, ¿produce resultados exitosos en quienes solicitan ayuda? Si esos resultados llegan, importa poco la instrucción recibida, o si uno ha recibido instrucción en un sentido formal, pues el pueblo lo reconocerá como un chamán. Los chamanes se conocen por sus obras, y el juicio último lo establecen aquellos en cuyo beneficio trabajan, ofreciéndoles sanación, adivinación y otros propósitos.

Chamanes, sacerdotes y chamanes-sacerdotes

Hay que distinguir a los chamanes de los sacerdotes. Tanto en las tribus como en las principales civilizaciones, los sacerdotes gestionan ceremonias que implican liturgias y rituales tradicionales que han de cumplirse de una forma específica, centrándose en las oraciones a los espíritus y dioses. El ideal es llevar a cabo el ritual público a la perfección, sin la mínima desviación en la oración o las ofrendas.

Estos rituales pueden ser hermosos y emocionalmente conmovedores, pero no son chamánicos. Aunque los chamanes pueden orar y hacer ofrendas, el chamanismo es una actividad de revelación en la que el individuo accede a otra realidad. Evidentemente, hay culturas en los que una misma persona ejerce funciones chamánicas y sacerdotales. Se trata de los chamanes-sacerdotes. Los mara’akame de los indios huichol del noroeste de México son un ejemplo de tales individuos. Para convertirse en un mara’akame hay que pasar años aprendiendo las liturgias sacerdotales a la perfección, como hacen los sacerdotes en otras tradiciones. Al mismo tiempo, el mara’akame aprende a alterar su consciencia y a viajar a otros planos de realidad con ayuda de los alucinógenos nativos, normalmente el peyote o la datura. Algunos mara’akame son más sacerdotes que chamanes, y otros más chamanes que sacerdotes, pero pueden ejercer ambas funciones.

Los curanderos y curanderas de las tribus de las Llanuras en la Norteamérica nativa también pueden ser considerados chamanes-sacerdotes. Aprenden a interactuar directamente con los espíritus, no pocas veces en la oscuridad, a través de la búsqueda de visión, la casa de la purificación y otros rituales y prácticas que alteran la consciencia. Además, aprenden minuciosos rituales y oraciones tradicionales a fin de honrar a los espíritus reconocidos por su sociedad. Normalmente, esto exige años de aprendizaje para su correcta representación. Así pues, la revelación directa es simultáneamente equilibrada con el liderazgo ceremonial en un ritual.

Que un curandero o curandera específicos sean técnicamente definidos como chamanes depende en gran medida de su interacción directa con los espíritus y, en parte, atiende a si viajan en un estado alterado de consciencia. Entre los pueblos de las Grandes Llanuras, estos viajes son a menudo sutiles y no pueden ser reconocidos por un extraño; normalmente se realizan en el Mundo Intermedio. En el caso de un curandero específico, a un extraño le llevaría años descubrir si esa persona viaja y, de hacerlo, si a veces se aventura más allá del Mundo Intermedio.

Mi intención al distinguir entre sacerdotes indígenas y chamanes no es establecer comparaciones odiosas, pues el trabajo realizado por cada uno posee su propio valor tradicional para la comunidad. Las diferencias, sin embargo, han de ser tenidas en cuenta, porque resultaría confuso y engañoso oscurecer el sentido de la palabra «chamán».

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