Kitabı oku: «La cueva y el cosmos», sayfa 6
Chamanes y médiums
Hay muchas prácticas chamánicas especializadas. El mediumnismo (o «canalización») es un ejemplo significativo. En él, un espíritu propicio (o «guía») llega hasta el médium, que tras ingresar en un estado alterado de consciencia y renunciar al control, se encarna voluntariamente en él. Los chamanes también realizan esta actividad en diverso grado, en función de las necesidades de la situación. En el chamanismo, esta actividad recibe diversos nombres, tales como posesión voluntaria, fusión, unión o encarnación. En el chamanismo indígena, el espíritu que se fusiona con el chamán suele considerarse un dios, una diosa o un ancestro. En contraste con mi postura en décadas pasadas, ahora reconozco el mediumnismo como un aspecto importante de la práctica chamánica. Sin embargo, si un médium no realiza ninguna otra tarea chamánica, apenas puede considerársele un chamán de pleno derecho. Nos viene a la mente el mediumnismo británico del siglo XIX, tal como ha sido estudiado y descrito por Alfred Russel Wallace.17
Los chamanes de pleno derecho pueden invitar a un espíritu propicio a expresarse a través de ellos y responder a diversas preguntas, pero la fusión suele hacerse para que el chamán adquiera el poder necesario con el que curar a los demás. El viaje de los chamanes para visitar otros mundos lo diferencia del mediumnismo. Los espíritus que ayudan a los chamanes en sus viajes no reciben el nombre de «guías», porque se trata de un término mediúmnico que en el chamanismo puede confundirse con los animales espirituales que simplemente guían al individuo en el viaje chamánico.
Si se ha sumergido profundamente en un estado alterado de consciencia, el chamán plenamente fusionado, aquí, en el Mundo Intermedio, puede ser relativamente inconsciente de lo que el espíritu encarnado pretende hacer o comunicar a través de él. En cambio, el chamán que viaja a otras realidades es muy consciente de lo que sucede (excepto en un método sami reconstruido) y procura recordar todos los detalles posibles de la experiencia de su viaje. Por lo tanto, normalmente el chamán puede narrar a los demás lo que ha acontecido en el mundo de los espíritus; en cambio, un chamán que se ha «apartado» conscientemente para facilitar la comunicación mediúmnica a menudo sale del estado alterado de consciencia con recuerdos limitados, si acaso conserva alguno.
Aunque el viaje chamánico se considera el elemento más distintivo del chamanismo, la mayoría de los chamanes experimentados incluyen el mediumnismo, la posesión voluntaria, la fusión y la encarnación en su práctica cotidiana; estas actividades pueden ser decisivas en su trabajo. Esto es especialmente cierto cuando los chamanes traen a un espíritu protector para sanar a un paciente o responder a determinadas preguntas.
El concepto de dos realidades es útil para comprender la sutil distinción entre «fusión» y «encarnación». En la realidad no ordinaria, el espíritu o alma del chamán se vincula o fusiona con otro espíritu en otro mundo, sin implicar al cuerpo del chamán, que permanece en el Mundo Intermedio. Aquí no hay «encarnación». Sin embargo, si esos espíritus se unen en el cuerpo del chamán aquí, en el Mundo Intermedio, como en las actividades mediúmnicas o ciertos tipos de curación chamánica, podemos hablar de «encarnación», aunque en un nivel profundo sigue siendo una forma de fusión o unión del espíritu o alma del chamán y otro espíritu.
En función de la cultura indígena, una persona que solo practica el mediumnismo puede ser considerada chamán, como a veces ocurre en Corea y ciertos lugares del sudeste asiático. He cambiado mi primera opinión al respecto, y aun así no parece que en este caso nos encontremos ante chamanes de pleno derecho. En Japón, las mujeres médiums se especializan en dejarse poseer por los espíritus de los difuntos para ayudarlos a comunicarse con los vivos. Los informes que he leído no indican que curen a sus pacientes. Si no lo hacen, probablemente no deberían ser llamadas chamanes.
Las razones de estas actividades chamánicas limitadas o truncadas se pierden en la noche de los tiempos. Resulta evidente que los factores históricos han influido poderosamente en lo que sobrevive como chamanismo.
Aspectos materiales del chamanismo
Los pueblos indígenas entregan alimentos y otras cosas a los chamanes y sus familias para recompensar sus servicios adivinatorios y terapéuticos. Los chamanes que ayudan a su pueblo no deben temer que sus familias pasen hambre. Como la reciprocidad tribal es más sutil que el intercambio monetario impersonal de nuestra economía de mercado, algunos occidentales han supuesto erróneamente que los chamanes no reciben pago por su trabajo, sobre todo porque esa reciprocidad no se explicita públicamente.
Como ejemplo: una vez llevé a algunos curanderos pertenecientes a las tribus indias de las Grandes Llanuras a una conferencia internacional sobre sanación en Austria. La mayoría de estos curanderos jamás había realizado su actividad sagrada fuera de la reserva. En la conferencia internacional, antes de llevar a cabo una sesión terapéutica masiva, los curanderos hablaron tal como lo hacían a su pueblo. Como en las reservas, tuvieron cuidado de decir: «No aceptamos pago por este trabajo».
Pronunciados estos discursos, los curanderos realizaron una impresionante sesión curativa en completa oscuridad. Una vez concluida, cuando se encendieron las luces, el público estaba obviamente anonadado. Abandonaron la sala en silencio sin entregar ningún regalo, tomando al pie de la letra la palabra de los hombres santos.
Lo que el público europeo no comprendía era que, en el pueblo de los curanderos, los discursos relativos a la no aceptación de dinero tenían el objetivo de dejar claro que su tarea sanadora no se hacía para enriquecerse y que sus servicios eran para todos, ricos y pobres. No obstante, en la reserva, después de una sesión de esta naturaleza, casi todo el mundo dejaba algún regalo. No pocas veces estos regalos eran ofrendas simbólicas, como tabaco, pero a veces incluían sobres con significativas cantidades de dinero, entregadas por las familias de los pacientes.
Para los curanderos, el hecho de que los europeos no dejaran regalos les impactó de tal modo que se negaron a realizar otra sesión de sanación durante el mes de estancia programado en Europa. Se dedicaron a ver la televisión, sobre todo películas occidentales, en sus habitaciones de hotel hasta que llegó la hora de regresar a Estados Unidos.
Una de las razones por la que comparto esta historia es porque en los círculos occidentales contemporáneos puede persistir cierto idealismo romántico respecto al aspecto material del chamanismo, a veces hasta el grado de que se puede mirar con recelo a quien acepte algún tipo de pago más allá de un puñado de tabaco como retribución por los servicios chamánicos. Deberían saber que entre los indios de la Costa Noroeste no es extraño que una persona entregue cientos de dólares o una cantidad superior por una sesión curativa de dos horas a un chamán renombrado, cantidad que este repartirá con los percusionistas que le ayudan. De un modo similar, a principios de siglo era normal, entre los mono-yokut de la California nativa, que los chamanes recibieran entre 30 y50 dólares por sesión, que en la época equivalía al jornal de un granjero de una o dos semanas.18
La obligación de reembolso adquiere formas diferentes en sociedades diversas, pero ocurre inexorablemente. En unas pocas sociedades tribales los chamanes especifican explícitamente cuánto hay que pagar a cambio de cada servicio. Entre los shuar del Alto Amanzonas, el pago por una curación a un chamán conocido consistía tradicionalmente en un cerdo, un tocado de plumas, una cerbatana, una escopeta o una combinación de estos elementos. ¡Si el chamán tenía que viajar para llegar hasta el paciente en un barrio lejano, a veces se exigía el pago por adelantado!
Lo importante es que las cuestiones relativas a la recompensa material no estén en la mente de los chamanes, porque tales preocupaciones podrían interferir en la necesaria concentración para trabajar generosa y compasivamente con los espíritus y ayudar así a los demás. Mencionar el pago a los chamanes también puede interferir con la asistencia que les brindan los espíritus compasivos en las tareas de sanación.
Las recompensas espirituales del chamanismo
Los chamanes tribales parecen trabajar largas horas. Cuando acaba el día y han finalizado sus tareas rutinarias, han de cumplir con las actividades chamánicas de su comunidad. Este trabajo a veces resulta extenuante e implica muchas horas de danza, percusión y otras actividades físicas, como en Siberia.
En algunos enclaves del mundo indígena, se pide a reputados chamanes que realicen «consultas a domicilio», lo que les exige caminar, remar o montar a caballo (o en reno) largas distancias para visitar a pacientes débiles, aunque lo más frecuente es que los pacientes y clientes visiten al chamán.
Las arduas rutinas de estos seres y las incesantes demandas de sus comunidades han hecho preguntarse a algunos observadores occidentales por qué alguien querría convertirse en chamán. De hecho, es muy común que los familiares más jóvenes de un chamán tribal expresen su escasa predisposición a convertirse en chamanes, por temor a que sus vidas resulten enajenadas.
Sin embargo, los seres humanos han ejercido esta actividad durante milenios. A fin de explicar este hecho, algunos antropólogos han propuesto la idea de que los individuos se convierten en chamanes para conseguir prestigio y poder social. Estos factores pueden estar evidentemente implicados, así como la búsqueda de riquezas, como en el caso de algunos shuar de Ecuador. Pero al observar el chamanismo desde el interior y con una perspectiva intercultural, los factores económicos y sociales no son especialmente importantes, pues las recompensas no materiales son de mayor envergadura. Lo que los extraños no entienden, al no disponer de un conocimiento directo del chamanismo, es el gran gozo y éxtasis espiritual que se experimenta comúnmente al trabajar con los espíritus y ayudar a quienes sufren o padecen dolor.
En mi opinión, es peligroso no conocer el chamanismo. Casi todos los seres humanos poseen algún tipo de conexión inconsciente con los espíritus, pero la inmensa mayoría de los occidentales carecen del conocimiento consciente y, por eso, no lo emplean para ayudar a otros y protegerse a sí mismos. Además, pueden usar estas conexiones sin saberlo y de un modo que resulte perjudicial para los demás.
Por ejemplo, la ciudad de Nueva York o cualquier otra gigantesca zona urbana es la pesadilla del chamán. Ahí tenemos a millones de personas hacinadas, a menudo tensas y sometidas a un gran estrés, experimentando sentimientos poco generosos hacia los demás, pero sin la conciencia o control de su poder para perjudicar a otros en un nivel espiritual. Cuando un caricaturista dibuja a alguien que «fulmina» a otro con la mirada, expresa una metáfora del daño espiritual que la gente puede ejercer sobre los demás. A través del conocimiento y enseñanzas chamánicas, podemos ser plenamente conscientes de ese poder y utilizarlo para ayudar y no perjudicar a otros.
¿Es seguro el chamanismo?
Los chamanes de todo el mundo saben que un profundo sentimiento de hostilidad hacia otra persona puede hacer que esa persona enferme de gravedad. Conscientes de esta realidad, los chamanes (no los hechiceros) pueden ejercitar la consciencia y la disciplina para controlar el aspecto no ordinario o espiritual de su ira, permitiendo que aflore solo el aspecto ordinario. Así es como los chamanes sabios y experimentados procuran que sus poderes espirituales estén bajo control para proteger al objeto de su ira de los daños psíquicos o espirituales.
Este autocontrol chamánico no es solo altruista. En las culturas chamánicas se sabe que estos individuos pueden curar y causar perjuicios; pero también se sabe que provocar un daño espiritual es un grave error, no solo en virtud de una idea ética, sino porque es suicida. En la sabiduría popular de las sociedades tribales de todo el mundo, se enseña que los actos chamánicos nocivos, la brujería, se vuelve contra quien los ha perpetrado, con un efecto multiplicado, más tarde o más temprano.
Y a la inversa, el efecto multiplicador que castiga a los chamanes «perversos» recompensa a aquellos que concentran sus habilidades en aliviar el sufrimiento humano. Cuando los chamanes usan su poder para curar generosamente a los demás, los espíritus compasivos les confieren un poder aún mayor y los ayudan a avanzar en este camino.
Algunos espíritus difíciles de nuestro mundo
El Mundo Intermedio, nuestro hogar, goza de una compleja variedad de espíritus, muchos de los cuales muestran, por desgracia, una limitada compasión, o ninguna en absoluto, y pueden llegar a ser la fuente de enfermedades y trastornos. Otros pueden ejercer un efecto positivo, como muchos espíritus de la naturaleza, y protector, como el animal de poder, un tipo de espíritu del que hablaremos en breve.
Como no constituyen el centro de interés de este libro, aquí ofreceré tan solo un breve resumen de algunos espíritus problemáticos del Mundo Intermedio.
Espíritus etnocéntricos cuasi compasivos
Algunos espíritus de personas difuntas poseen la determinación y el poder suficiente para permanecer en el Mundo Intermedio y velar por los miembros supervivientes de su familia. Suelen ser espíritus de personas que poseyeron un gran poder, pero lo perdieron en la última fase de sus vidas. El espíritu de poder del difunto pervive en lugares que le han resultado familiares en el Mundo Intermedio. Era el tipo de espíritu de cuya protección dependían mis compañeros shuar para cruzar el río.
Es también el tipo de espíritu de poder que los tradicionales inuit buscaban para sus hijos al darles el nombre de un familiar fallecido al que admiraban por sus destrezas cinegéticas y otras manifestaciones. Al ofrecer su nombre a un niño esperaban atraer el mismo poder para su vida adulta.
Estos espíritus etnocéntricos cuasi compasivos suelen ofrecer poder y protección solo a sus propios descendientes. Como su propósito es proteger y ayudar a sus propias generaciones sucesivas, no son plenamente compasivos en el sentido de que también pueden emprender acciones hostiles contra los extraños que parezcan amenazar a sus descendientes, sus lugares y objetos sagrados, y sus intereses. En otras palabras, son compasivos y hostiles en función de con quién traten.
Un ejemplo: los shuar (jíbaros)
Hasta que la cultura espiritual de los shuar se deterioró significativamente durante la segunda mitad del siglo XX, bajo el impacto de las misiones y la colonización, buscaban el poder de un ancestro que los inmunizara contra la enfermedad y el infortunio, y evitara su muerte en un mundo hostil de guerra y enemistades heredadas. En otras palabras, se buscaba que los descendientes que así lo merecieran gozaran de una larga vida. Los jóvenes buscaban poder en remotas cascadas sagradas, y las mujeres perseguían a sus espíritus de poder en el interior de pequeños cobertizos situados en el bosque, cerca de sus hogares. Hombres y mujeres recurrían a los alucinógenos para percibir los espíritus.19
Como los hombres eran guerreros, el poder se consideraba especialmente importante para su protección y el éxito contra los enemigos. Había dos fases en la visión clásica o búsqueda de poder de los shuar: la primera era la visión en sí misma, el arutam, normalmente en una cascada sagrada. Como he descrito en mi libro The Jívaro, el buscador de poder padecía hambre, extenuación y frío antes de obtener la visión en la remota cascada. Si el abnegado peregrino tenía éxito, le sobrevenía una visión aterradora durante unos segundos, para poner a prueba el valor y la seriedad de su propósito. La segunda parte de la búsqueda normalmente ocurría la noche siguiente, durante el descenso de la persona a la cascada. En ese momento, el buscador dormía junto a los rápidos de un río y esperaba un sueño, que constituía la verdadera transmisión del poder.
Si el sueño se manifestaba, solía hacerlo bajo la apariencia de un guerrero shuar con vestido tradicional, que se dirigía al soñador con estas palabras: «Soy tu ancestro. Así como he matado muchas veces, tú también lo harás. Así como he vivido muchos años, tú también lo harás». Inmediatamente, la sensación del poder se introducía en el cuerpo del soñador, que solía despertar entonces, presa de la urgencia de matar.
Los shuar esperaban que estos espíritus ancestrales locales no solo prestaran su fuerza y bienestar, sino también poder para matar a los enemigos de sus familias. Estos espíritus etnocéntricos pertenecían a quienes en el momento de la muerte decidieron seguir protegiendo a sus descendientes. Conservaron los prejuicios alimentados en su vida en el Mundo Intermedio, por lo que su compasión estaba mezclada con hostilidad e incluso con venganza.
Sin embargo, como aprendí junto a los shuar, un extraño no necesariamente tiene que formar parte de su descendencia para ponerse bajo la protección de un poder etnocéntrico si ha ayudado a sus descendientes. Esto contribuiría a explicar mi éxito en la catarata y, años más tarde, en la cueva. Aun así, el poder protector del espíritu puede ser arrebatado de los extraños, e incluso de los descendientes, si el comportamiento de los individuos no honra al ancestro. Y no solo arrebatan el poder protector, también pueden buscar venganza en aquellos extraños que no han logrado proteger los objetos y lugares sagrados donde residen los espíritus ancestrales.
El ejemplo del ídolo nganasan
Un posible ejemplo del aspecto vengador de un poder etnocéntrico cuasi compasivo es el protector espiritual principal del pueblo nganasan en la Siberia occidental. Se cree que este espíritu está fusionado con una impresionante figura antropomorfa tallada en madera. (Véase lámina 5.) Tradicionalmente, los nganasan han tratado esta figura con extrema reverencia, dejándola al cuidado de un chamán que tiene la responsabilidad de que el espíritu se muestre propicio comunicándose con él y ofreciéndole ofrendas.
Como ocurre con otros espíritus etnocéntricos, su compasión no se extiende a los extraños, y en especial no se aplica a las tribus enemigas de los nganasan. Cuando guerreaban contra otras tribus, los nganasan llevaban esta imagen de madera en un trineo especial, en cierto modo análogo al arca sagrada que los antiguos hebreos llevaban al combate.
Se desconocía la edad de esta talla de madera de los nganasan, pero ciertamente era muy antigua. En los dos últimos siglos tuvo una historia oscura, pues fue robada al menos una vez y recuperada más tarde. A mediados del siglo XX fue custodiada por el más célebre de los chamanes nganasan, que, ya anciano, se preocupó por su destino después de su muerte. La entregó entonces a su amigo el etnólogo ruso Yuri Simchenko, para que la conservara en su apartamento moscovita y que no cayera en malas manos.
En los años ochenta, en un período de agitación social y económica en la Unión Soviética, los alimentos escasearon en Moscú y Yuri Simchenko se desesperó ante su falta de recursos económicos para alimentar a su familia. Contactó con un etnólogo finlandés para sondear si la figura nganasan podría venderse en Occidente y reunir así algún dinero para subsistir. Heimo Lappalainen se mostró dispuesto a ayudar y sacó la talla del país, de contrabando. Heimo, amigo y colega, contactó conmigo, me explicó que necesitaba venderla a petición de Yuri y me trasladó el precio que había fijado Simchenko.
Heimo y yo estuvimos de acuerdo en que no queríamos que el objeto se perdiera vendiéndolo en el mercado abierto. La Fundación de Estudios Chamánicos reunió el dinero para comprar la talla a Yuri. En nombre de la Fundación, la conservé en casa, cubierta y almacenada en un lugar seguro. Mi intención era devolver el objeto de poder al pueblo nganasan cuando la situación política y económica en la antigua Unión Soviética se calmara y fuera seguro hacerlo. La traté con respeto y cuidado, presentándole ofrendas de alimentos que imaginé eran de consumo habitual en el pueblo nganasan, y le aseguré que la devolvería a casa. Siempre he creído que los espíritus eran reales.
A continuación advertí que sucedían una serie de fatalidades a medida que el «ídolo» era alejado de su pueblo. En primer lugar, el chamán nganasan, Seime, murió poco después de entregar la figura a Yuri Simchenko. Cuando este transfirió la figura a Heimo Lappalainen, Simchenko murió, y cuando Heimo me la dejó a mí y regresó a Finlandia, también falleció. No hace falta decir que esta cadena de acontecimientos tuvo un efecto saludable en mi diligencia; elevé mentalmente al espíritu al estatus de deidad para permanecer en zona segura. Durante los siguientes años realicé las ofrendas tradicionales.
Por último, hace pocos años, después de muchas dificultades y rodeos en Rusia, la Fundación pudo devolver el objeto al pueblo nganasan en un encuentro e intercambio ceremonial en la Academia Rusa de Ciencias de Moscú. Allí, el doctor Bill Brunton, de la Fundación, lo entregó a una representante del pueblo nganasan que, junto a sus compañeros, se encargó de llevar el ídolo a Siberia. Bill señaló que la representante estaba muy nerviosa y temblaba al aceptar el objeto de poder, le habló y le hizo ofrendas. Más tarde ella y su entorno informaron, aparentemente con alivio, de que su viaje de regreso a Siberia había ido asombrosamente bien. Por mi parte, me alegra poder decir que, según todos los indicios, Bill Brunton y yo aún seguimos vivos.
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