Kitabı oku: «Pandemia. Bienvenidos al Nuevo Orden Mundial», sayfa 5
Velar por la seguridad de los suyos y por la suya propia era la prioridad.
La información del comisario , aunque a medias confiable, tenía lagunas. No acaba de creer todo. Era evidente que sólo le había contado una pequeña parte de lo que sabía.
Cayó en la cuenta de que, en verdad, había hablado mucho, pero no le había dicho nada.
Su muerte, al menos, daba fe de de la veracidad de lo que le había contado.
En cuanto a lo de “Poderes ocultos”, no sabía bien que pensar.
Quizás solo fueran palabras vacías para desviar el tema.
En cualquier caso, habría de volver a Badalona, preparar cuatro cosas y marcharse.
Habría de ponerse en contacto con Joán, y luego pensar entre los dos que hacer.
Con el corazón en puño dirigió como pudo la Harley hacía el Passeig D'Urrutia, intentando concentrarse en la labor de llegar sano y salvo a casa, tarea complicada por el cúmulo de emociones encontradas que pugnaban en lo más profundo de su alma. La rabia y el dolor por acabar de perder a un amigo sin poder hacer nada, y la adrenalina del momento que aún corría por sus venas.
Mientras dejaba a un lado la Universitat Autónoma de Barcelona, intentó con mayor o menor éxito pensar con frialdad en los siguientes pasos a dar. Era sin duda el peor momento para dejarse guiar por las emociones.
Barcelona olía a fuego.
Como el más clásico de los infiernos.
Textocorrido Textocorrido
Monica
Capitulo 10
El móvil esperaba sobre la mesa de la cocina. Cargando batería. Indicando tener diez llamadas sin atender.
Marcó el número de Mónica .
Después de tres meses sin hablar, dudó sobre cómo habría de empezar la conversación. Tal como estaba el tema, no sería necesario demasiado protocolo. Pensó.
Mejor. A Marco no le agradaban demasiado los adornos al hablar.
La relación con su hermana no estaba en su mejor momento. Bien era cierto. Tanto uno como otro habían permitido al tiempo levantar un muro entre ellos.
Pero Mónica era su hermana. Su sangre. Todo aquello quedaba atrás en esos momentos.
Tras la ruptura con Roberto, poco antes de la boda, la última noticia que tenía de su hermana era la de su marcha a Tarragona. A un pueblo de la Ribera del Ebro. Mora D'Ebre, creía.
Allí una vieja amiga de su hermana acababa de abrir un centro de servicios varios de belleza. Estética, masaje, extensiones de pestañas. Cosas de esas. Un centro de belleza donde Mónica tendría gabinete propio en el que ofrecer su servicio de osteopatia.
Aunque conociendo el carácter voluble e impredecible de su hermana, Marco no apostaba a qué Mónica aún siguiera allí.
Tras solo dos tonos de llamada, descolgó el teléfono .
-¡Marco por Dios! ¡Te estado llamando desde anoche! -Al otro lado de la línea, la desesperación y el miedo de Mónica eran patentes.
-Estuve liado, no vi tus llamadas. -Acertó a decir, como toda escusa.
-¿Liado? -Preguntó. Incrédula. Creyendo mejor no indagar más. Cayendo en la cuenta que desde la muerte de Katia su hermano solía estar, "liado”, de vez en cuando. Aislándose en La Casona, desconectándose del mundo entero, aferrado a un buen libro y una botella de cognac.
Hasta poco antes de su marcha a Tarragona esos periodos se habían vuelto cada vez más frecuentes y más largos.
- Es igual, no te preocupes. -Sentir la voz de su hermano mayor la tranquilizó - Dime, ¿estáis bien? Quiero decir, ¿como estás? ¿cómo está ahí la situación?
Marco sabía bien que quería decir su hermana. Qué quería saber.
-Estamos bien. Vasia, Roberto y yo no tenemos problemas aún. -Respondió. Dando la información completa que suponía esperaba su hermana. - La enfermedad aún no ha llegado al pueblo. Dime, ¿ tú cómo estás?
La presión de los últimos días había sido casi insoportable. Mónica, al escuchar a su hermano mayor, se derrumbó al fin.
-¡Tengo miedo Marco! -Los sollozos no le permitían encadenar demasiadas palabras seguidas- ¡No sé que va a pasar! Anoche vi las noticias en TV3. Barcelona es un desastre. La Diagonal estaba cortada -Relató - Había coches ardiendo. Disparos. ¡Había muertos! ¡ incluso varios policías!
Esas noticias no aparecieron, al menos tan explícitas, en el informativo de la televisión pública de la mañana. Parecía que TV3 una vez más se salía del guión establecido por la Élite.
-No mires más la televisión. Nada bueno sacarás de ahí. Quizás no todo lo que veas sea verdad. -Informó.
-Entiendo. -Dijo. Tranquilizándose a medias. Conocía el espíritu crítico de su hermano para con los medios informativos. Y los motivos que le empujaron a pensar así.
-Bien. ¿Donde estás? En el mismo pueblo, supongo.
-Sí, el mismo.- Tardó un segundo en contestar. Avergonzada por lo que encerraban pregunta y respuesta.
-¿Y cómo está ahí la cosa?
Suspiró.
-Está muy mal Marco. Desde ayer hay soldados en las entradas y salidas al pueblo. Supongo que por lo del Estado de Alarma. No se puede entrar ni salir de Mora. Por la noche oí disparos en la calle. Llevo tres días sin salir de casa. El centro de Alicia cerró hace cinco dias. No trabajo desde entonces. Sólo salí a comprar algo de comer hace unos días.
-Está bien. -Dijo. - Hemos de encontrar el modo de que puedas aguantar ahí tres días más.
-¿Tres días más? ¿Estás loco?
-¿Tienes alguna idea mejor?
No se le ocurría ninguna.
-¿ Y que pasará después del tercer día? Esto tiene pinta de empeorar, no de mejorar.
-Por eso mismo, escucha con atención y dime, ¿Tienes comida y agua para esos tres días?
-Sí, creo que sí. -Miró a la cocina. - Aún tengo un par de garrafas de seis litros y varias latas de conservas. Y en el congelador me queda algo de carne. Supongo que eso no será problema.
-Bien. Será suficiente. -Respiró aliviado. -Baja las persianas y aléjate de las ventanas. No salgas al balcón. Y asegura la puerta como te enseñé, para que nadie pueda entrar. Eso es muy importante. -Informó. -Y no bebas agua del grifo, ni abras la puerta a nadie. ¿Entendiste?
-Sí. ¿Pero luego?
-Luego llegaré yo. Saldremos de ahí juntos. Te sacaré de ahi, no te preocupes. - Prometíó, aún sin saber exactamente cómo podría llevar a cabo esa promesa.
-¿Podrás venir? -Mónica vio el cielo abierto al oír aquello, después de tantos días de angustia.
-Dalo por hecho. -Aseguró. -Despues buscaremos un lugar seguro hasta que pase todo. -Intentó ser convincente para calmar a su hermana, dudando un poco de si lo habría conseguido, ya que ni el mismo se creía demasiado sus propias palabras. Sabía que podría llegar hasta allí. Incluso encontrar un lugar más o menos seguro. Pero no lo suficiente hasta que todo pasará, pues según le gritaba a voces su sexto sentido, aquello no iba a pasar pronto precisamente.
Pero eso Mónica no necesitaba saberlo.
-¿Cómo podrás llegar hasta aquí? Las carreteras están cortadas. Hay controles de la policía y el ejército. No se puede entrar ni salir sin que te detengan. - Mónica ya intuía lo que quería hacer Marco, o lo que tendría pensado hacer. O más bien, en quien habría de apoyarse para conseguirlo. Eso le añadió un extra de calma. Incluso provocó un esbozo de sonrisa en su cara.
-Ocúpate de aguantar ahí dentro tres días. Yo me ocuparé del resto. -Tras su comportamiento Mónica no merecía saber más de lo que parecía estar esperando confirmación.
-Bien, lo intentaré.¡ Gracias Marco, por todo, de verdad!
-No es nada. Ahora solo piensa en lo que te he dicho. Hazlo así. -Pidió. -Es muy importante. Tres días pasan rápido.
De eso último, Mònica no estaba tan segura. A diferencia de su hermano, la paciencia no era su fuerte.
Textocorrido Textocorrido
El pago
Capítulo 11
Tras haber digerido a medias el tener que pasar un par de noches más antes de llegar a Tarragona, Miguel se dispuso a llamar a casa. Sería de las últimas llamadas que podría hacer en un tiempo. Apenas quedaban 24 horas para que eso aún fuera posible.
En las directrices del Coronel Hans se hablaba del plan elaborado por el Nuevo Orden para incomunicar el país entero al día siguiente.
-¡Es un milagro! ¡Miguel¡ - Su esposa resumió en pocas palabras la mejoría de la pequeña Laura.
-¡Entonces es verdad! La nueva terapia funciona -Miguel suspiró aliviado, aguantando a duras penas un sollozo. Logrando por un momento desprenderse de la pesada carga de sentimientos encontrados que portaba sobre sus hombros.
-Sí, Miguel. -Entre emocionada y aún incrédula, la mujer le iba relatando los pormenores de la evolución de la pequeña.
“Ha valido la pena , después de todo”. Pensó. Justificándose ante su atribulada conciencia. Espoleándose ante la parte de la misión aún por cumplir.
Aquello supondría la última cuota a pagar por los servicios médicos del Nuevo Orden.
El Nuevo Orden necesitaba tres parias para cumplir con una parte importante de sus objetivos. Cabezas de turco que cargaran con las consecuencias de un posible fracaso de la primera fase. Los ataques programados de Madrid, Barcelona y Valencia.
Miguel fue uno de los elegidos. Habría de cumplir en Valencia con su parte del trato hecho con Hans. El tipo que les llevaría hasta el Nuevo Mundo.
La hija de Miguel, Laura, sufría desde su llegada al Viejo Mundo una rara enfermedad genética para la que se presentaban pocas esperanzas de mejoría, en virtud de la escasa oferta de tratamientos que ofrecía la medicina del país, y del insuficiente presupuesto del que disponía Miguel para financiar una posible cura, que se antojaba además difícil de encontrar.
Y el tiempo, jugaba en contra.
La oferta de Hans, que prometía una mejoría notable del estado de la chiquilla, y una casi segura cura posterior, convenció a Miguel para dejar a un lado a su conciencia y actuar según los dictados del Nuevo Orden.
“Que no haría un padre por su hija “, pensó en su momento Miguel. Quizás pareciera una frase hecha, pero para él, que sería capaz de mover cielos y tierra por Laura, esas palabras cobraron un significado especial después de abandonar el metro de Valencia con el mortal regalo.
Laura había despertado. Caminaba y comía casi sin ayuda. Algo impensable hacia solo un par de meses, cuando Hans le abrió ante si un mundo de posibilidades, de oportunidades que el Viejo Mundo le había negado hasta entonces.
-¿Aún no sabes cuándo volverás?
-La semana que viene, si todo va bien. -Suspiró al otro lado del teléfono.
-Hicimos lo correcto Miguel. Quizás no lo más justo, pero si lo correcto. Laura no tenía más oportunidades. Quiero que sólo pienses eso.
-Lo sé. Pero toda esa gente...Tu no has visto lo mismo que yo.
-Eran ellos o nosotros. Ellos o Laura. Eso es lo que debes pensar. Además, recuerda que nadie movió un dedo por nosotros cuando tanto lo necesitábamos. El doctor Hans al menos nos dió una oportunidad. Nos tendió la mano. Y sabes que en este mundo nada es gratis.
-No debes convencerme.-Dijo, a la vez que un escalofrío le estremecía de arriba a abajo al percibir la frialdad de sus palabras - Todo eso ya lo sé. Sólo estoy un poco cansado, nada más. Sólo quiero acabar todo esto, llegar a casa y abrazaros. -Acabó. Sorprendido negativamente por ver el alma cada vez más negra de su esposa.
María, la esposa de Miguel, consideró oportuno el guardarse para ella el que que ya no estaban en casa, sino en una especie de centro militar o médico, en las afueras de Tarragona , con vigilancia las 24 horas y con una libertad de movimientos bastante reducida.
El contarle eso no ayudaría nada. Pensó.
Ellas dos eran la moneda de cambio ante un posible conflicto de lealtades, o un ataque de escrúpulos, que pudiera sufrir Miguel en alguna de las fases del programa a seguir. O eso creía ella.
Su marido nunca fue un tipo duro, a pesar de de las apariencias. Por lo que al tenerlas cerca, Hans resolvía todas las dudas que Miguel pudiera tener a última hora.
No daba demasiada credibilidad al alemán, quien argűía que sólo estaban allí para recibír un tratamiento más personalizado y estar más protegidas las siguientes semanas, que serían clave en la instauración del Nuevo Orden en el país.
En cualquier caso, nada resolvería pensando tal o cual cosa. Y aún menos contándoselo a Miguel.
El debería estar centrado en acabar su misión.
-No puedo hablar más. - Cortó. Recordando las instrucciones del alemán. - Debo volver con Laura - Mintió.
-Entiendo -Respondió Miguel, no del todo convencido, pero con pocas ganas de rebatir o cuestionar nada.
Tras un difícil viaje desde Valencia, estaba cansado. El era un tipo sencillo. No estaba hecho para intrigas y conspiraciones.
Todo aquello le quedaba grande.
Su frente estaba bañada en sudor. La tensión emocional, y sobretodo el calor, se estaban volviendo insoportables.
Un aparato de aire no hubiera estado mal.
El bochorno dentro de la estancia era casi insoportable.
Abrió la puerta del pequeño balcón del apartamento en busca de aire fresco.
De modo infructuoso.
En Castellón, la avenida Hermanos Bou aún sufría el castigo de un sol de justicia.
Ocho de la tarde. 37 grados, y sin esperanza de mejorar.
Textocorrido Textocorrido
Protocolo Madagascar
Capitulo 12
Marco soltó el móvil sobre la tabla de la cocina. Chasqueó la lengua. Enfadado. Debía pensar en alguna manera de llegar hasta Mónica. Y se vería forzado a pedir ayuda. O al menos guía.
No era la primera vez que su hermana le hacía ir de cabeza. Pero esta encabezaría el top ten de quebraderos de cabeza
Tras constatar ese hecho dió un puñetazo en la mesa, provocando que el móvil cayera al suelo.
Los caprichos y desvaríos de Mónica hacía tiempo que le habían agotado. Pero era su hermana. Y sentía aún como suya la responsabilidad el traerla de vuelta.
Estaba claro que habría de buscar rutas alternativas para llegar a Mora D'Ebre.
Y también estaba claro que habría de contar con la ayuda de Roberto.
El valenciano conocía bien las provincias de Castellón y Tarragona. Como la palma de su mano, como solía decir con acierto él mismo. Años de experiencia de escapadas entre sus valles y montañas llevaba a sus espaldas como aval.
Sería el guía ideal, de no ser por su tumultuosa relación con Mónica. Algo que no le motivaría especialmente a tener que recorrer un buen montón de kilómetros jugándose el tipo con la que estaba cayendo
Aunque conocía a Roberto. Imaginaba que una vez conociera sus intenciones, se apuntaría sin dudarlo. Seguramente, en virtud de la amistad que les unía. Y en virtud de lo que sospechaba que aún sentía por su hermana.
Independientemente del aparente poco entusiasmo que había mostrado durante los últimos tres meses por volver con ella.
Conociendo como conocía a su hermana, él hubiera hecho lo mismo.
Lo primero que había de hacer era localizarlo .
Mientras andaba discurriendo, ecuchó cómo alguien intentaba abrir la cerradura de la puerta principal, con no demasiada fortuna.
El arreglo de la cerradura estaba en la lista de asuntos pendientes de atender, junto con el aparato de aire, que Marco llevaba en su dispersa agenda mental.
Era Roberto, según informaba la imagen de la cámara de vigilancia, quien se afanaba en la puerta, con resultados poco prometedores.
-¿Y esta mierda para cuando? - Preguntó, como todo saludo al ser recibido por el extremeño, visiblemente molesto por el nulo éxito de sus esfuerzos.
-Ahora hay otros asuntos más importantes.
-Eso es verdad - Dijo, asintiendo, consciente de la situación, y de la transcendencia de la información que le había llevado hasta La Casona.
-¿Todo bien? ¿Todos estáis bien? - Marco preguntó por el pequeño núcleo familiar de su ex cuñado, mientras lo guiaba hasta la cocina.
-Todo está muy revuelto- Respondió, ambiguo. -La cosa está peor de lo que crees. -Matizó
Marco ya intuía que lo visto en la televisión y prensa sería solo una parte de lo que en realidad estaría pasando en el país.
Roberto sacó dos tercios de cerveza negra del frigorífico.
Sostuvo la suya, dando un generoso trago tras abrirla con uno de los imanes que colgaban de la puerta de la nevera, souvenir de una visita a la plaza del Duomo de Milán.
- Anoche al llegar a casa vi dos llamadas perdidas en el movil. Eran de Pedro, El Local. -Roberto, acomodado ya en un butacón junto a la mesa, se dispuso a exponer su discurso. Visiblemente tenso.
Pedro, El Local, como le llamaba Roberto, era un sargento de la policía local del pueblo. Y uno de los vecinos del barrio donde vivía su padre.
Roberto llevaba algo más de un año trabajando como oficial de primera de albañil para el ayuntamiento, por lo que solía coincidir bastante con éste en las dependencias comunes, hecho que condujo que a lo largo del año ambos hubieran forjado una buena relación, quizás no de amistad, pero sí de confianza. Debido a lo cual, Pedro se dispuso a contarle detalles de la situación real que nadie, aparte del gobierno y las fuerzas de seguridad conocían.
O eso al menos eso le contó.
-Le llamé. Justificó las dos llamadas diciendo que tenía algo importante que contar. Y que era urgente. Que quedáramos hoy sin falta. -El valenciano hablaba despacio, ordenando mentalmente cada detalle. - Le dije que si tan urgente era, podíamos quedar en ese momento. Me dijo que no. Que lo que iba a contar era mejor que lo escuchara despejado y descansado . Con la mente más clara. - Explicó. Dibujando una sonrisa invertida a la par que alzaba las cejas. -Me costó lo que no esta escrito dormirme. Al final no habré dormido más de cuatro o cinco horas.
Marco le escuchaba atentamente, sospechando que cuanto más avanzara el relato, menos le iba a gustar.
- A las siete estaba llamando ya a la puerta. Tomamos café. Y comenzó a contarme. -Dijo. Pausando un instante para rematar el tercio. -Me hizo prometer que no contaría a nadie lo que iba a escuchar . Que esa información era exclusivamente para que la usara de la manera que creyera más oportuna con mi familia. Que en cierto modo se la estaba jugando al contarme lo que iba a contar. -Roberto siempre había sido muy discreto. Pero Marco era su familia, independientemente de que la sangre que corriera por sus venas no fuera la misma.
-Soy todo oídos. -Marco estaba impaciente.
-Como creo que ya sabes, las tres ciudades más importantes de España están colapsadas. - Arqueó las cejas con una mueca de desdén. Mostrando así su opinión en cuanto a la gestión de la crisis. - Por un tipo de enfermedad que lleva erradicada en Europa varios siglos. Es verdad que existen focos en África, incluso en algunos puntos de la antigua Unión Soviética ocasionalmente hay algún brote del virus este. Pero desde hace años no se ha registrado ningún caso en ningún país de la Unión Europea. Al menos de forma oficial, claro.
Marco asintió, cayendo en la cuenta de lo que encerraban esas palabras.
Roberto continúo.
- Así, de repente aparece de nuevo esa enfermedad, y precisamente en las tres ciudades más importantes de España.
- Los medios hablaban de atentados terroristas.
-Sí. Sí. Eso dicen los medios. -Dijo. Pero eso no es todo, ¡ ni mucho menos! Los medios no dicen lo que piensa el gobierno. Y sobretodo la policía. Según Pedro podría tratarse del comienzo de un golpe de estado.
-¿Un golpe de Estado? No tiene sentido. No así.
-Eso parece. Que no tiene sentido. Pero parece también que según El Local lo peor aún está por llegar.
-¿Peor? ¿Aún peor?
-La gente de los atentados, los que manejan el tema realmente, quieren cambiar el Sistema
-¿El Sistema?
-Eso dijo. Aunque no entendí demasiado bien esto. Y Pedro no quiso explicarme más. Incluso pareció ponerse nervioso al yo insistir. -Explicó. -Se excusó diciendo que aún no había evidencias claras de ello. Que solo eran conclusiones que había sacado tomando la poca información que hasta él había llegado.
-Según la versión oficial, claro. Está claro que sabe más de lo que dice saber. Si eso poco que dice es cierto, la policía ha de tener conocimiento de todo. Esa información haría que se decantase por uno u otro bando.
-Se excusó diciendo que como sargento no tenía acceso a toda la información. -Dijo Roberto. Alzando los hombros en una mueca de conformidad.
- Entonces no sabemos quien es el culpable. O los culpables.
- Parece demasiado elaborado y sutil para pensar en los de siempre. - Roberto intentó evitar hablar de los culpables del atentado que hizo volar por los aires el Bernabéu hacía poco más un año. -Pedro indicó cómo funciona el protocolo en este tipo de casos. En cuanto al tema de una epidemia, digo. Como responden las autoridades según el caso, según la evolución. -Hizo otra breve pausa. Tomando la cerveza que Marco parecía haber rechazado. Disponiéndose a darle salida.
- Todos los hospitales nacionales llevan un registro de las incidencias que atienden a diario. Si todo está dentro de la normalidad, ese registro permanece en el hospital. Pero si la persona que es atendida presenta algún rasgo fuera de lo común, el hospital está obligado a dar parte a las autoridades pertinentes. Por ejemplo, personas que presenten heridas de bala, o muestras de agresión.
Marco afirmó con un leve movimiento de cabeza. Conocía esa parte del protocolo.
Recordaba que cuando se presentaba un caso confirmado de alguna enfermedad como la que había aparecido esa semana, desde la comunidad autónoma a la que pertenecía ese hospital se informaba al Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, desde donde comenzaban a elaborar medidas para afrontarla. Medidas como investigar el origen del virus, estudiando a las personas que lo presentaban y cómo pudieran haberse contagiado. Examinando su rutina diaria, donde pudieran haber estado, y demás. Una serie de datos que les hicieran dar con el origen del foco. Encontrar al paciente cero.
Roberto remató de un trago el contenido del siguiente botellín. Soltándolo vacío al lado de la pequeña colección que parecía querer tener.
-Recuerdo todo eso de hace años. Con el tema aquel del Coronavirus. -Dijo Marco.
El valenciano asintió.
-La diferencia con aquello es que esto va en serio. No es un virus con una tasa de mortalidad del 0,6 por ciento. -Apuntó. Con una mueca de sarcasmo. -Con este virus estamos hablando de mas del cuarenta por cien de mortalidad según dijo Pedro. Por no recordar que si anda suelto por ahí es porque alguien lo esta usando como un arma biológica.
-¿Y ahora qué? Supongo que alguien habrá pensado como evitar más muertes. O como impedir el avance de la enfermedad. O lo más importante, quizás, como evitar más ataques de este tipo. -Preguntó. Queriendo conocer hasta donde sabía Pedro. O hasta donde quería contar, más bien.
-Esa información que tu pides es confidencial. Eso dijo Pedro.
-Entiendo.
-Quizás no haya que esperar mucho. Esta noche se hará público un protocolo a seguir por toda la población, por todos nosotros. Pedro habló acerca de nuevas instrucciones específicas que deberá seguir la policía. Ellos, y nosotros. Para nosotros también las habrá. Para poder frenar el avance del virus y para protegernos de otro posible ataque. Según el gabinete de crisis, una forma rápida, directa y contundente de afrontar el problema.
-¿Y si parte de la población no desea colaborar? He sabido que en Barcelona ha habido disturbios todo el fin de semana. -Marco evitó el decir de quien había oído eso. No quería nombrar a su hermana, al menos en ese momento.
Roberto fue claro. El valenciano lo miró serio. Tomando aire para soltarlo después sonoramente por su nariz.
-No habrá muchas opciones aparte de seguir lo que indique el ejército. Ya estamos bajo el Estado de Alarma. Esta noche se declarará el Estado de Sitio.
Marco palideció.
-¿Estado de Sitio?
- La situación es grave, sí. Estado de Sitio. Los militares tomarán el poder. Hasta que puedan controlar la situación y solucionar el tema de la insurrección. Como te dije antes, detrás de todo parece que hay gente que quiere dar un golpe de Estado y cambiar muchas más cosas.
Marco no recordaba qué artículo de la Constitución hablaba acerca del Estado de Sitio. Pero sabía que esa medida se proponía en el Congreso solamente cuando la Soberanía nacional, el orden constitucional o la integridad territorial estaban en serio peligro.
Por lo que sí, la situación era grave.
-Pedro dijo que Madrid es un desastre. Hay mucha gente que ha perdido familiares, amigos. Gente que piensa que ha sido por culpa del gobierno, por no gestionar bien esta crisis. La mayoría de las tiendas se han quedado sin nada. Por no hablar de las farmacias. La gente ha acudido como loca y ha arrasado con todo. Y el que se hayan cortado las principales vías de acceso solo ha empeorado la situación. Hay turbas por las calles provocando el caos. Destrozándolo todo. -Informó. - No sé cómo estará Barcelona, pero en Madrid, en los enfrentamientos entre grupos no solo hay cocteles molotov y vandalismo. Hay también enfrentamientos armados. Con la policía, con el ejército y entre ellos mismos.
Todo eso, en verdad, justificaba la toma de medidas más drásticas. Lo que no hacía si no confirmar las sospechas de Marco en cuanto a como se irían desarrollando los acontecimientos.
-Hay zonas donde los disturbios ya han causado decenas de muertos. Y es no solo en Madrid. También en Barcelona, como tu dices. Y en Valencia. Ahí, según Pedro, la situación está totalmente fuera de control en este momento.
-¿Porqué eso que me estás contando no ha salido en la televisión? Esta mañana no se dijo nada de que los disturbios fueran tan graves. Marco no entendía como algo tan serio se quisiera acallar.
-¡Es muy sencillo Marco! El miércoles el gobierno ya comenzó a actuar. Están censurando cualquier tipo de medio informativo que les impida mantener bajo control a la población . Desde el miércoles cada informativo pasa una criba. Y la mayoría de enlaces, de vídeos y de blogs de internet donde se cuentan estas cosas están bloqueados, o han sido eliminados.
- Quizá por eso no se sepa nada de la que se esta montando. -Marco habló para si mismo.
- Y en cuanto al tema del virus, el Gobierno ha diseñado un protocolo de actuación donde cada paso está previsto de antemano. Según ellos, este protocolo ha sido diseñado para hacer frente a la enfermedad, y a sus consecuencias sociales, políticas e internacionales. Se trata del Protocolo Madagascar.
-¿Protocolo Madagascar? ¿ Y porqué ese nombre precisamente? - A Marco lo de Madagascar le sonaba a película para niños, por lo que no creía que fuera ese precisamente el nombre más apropiado para algo así.
- Madagascar es el nombre de un país al sureste del continente africano. A comienzos del año pasado un brote de Peste comenzó a matar a la población de las zonas rurales, y fue extendiéndose por las aldeas, luego por pequeñas ciudades, después por las más grandes, incluso hasta llegar a Antanarivo, la capital. Según las cifras oficiales murieron unas diez mil personas. -Continuó informando. - Los médicos que llevan a cargo la investigación han comprobado que aquel virus de la Peste no fue tan agresivo ni tan letal como lo está siendo aquí y ahora. Han informado que el virus de la Peste que ahora mismo tenemos en España es el mismo virus que apareció en Madagascar, pero especialmente manipulado en laboratorio para potenciar su efectividad.
-Resumiendo, hemos sido atacados por alguien que realmente queria hacer el mayor daño posible. - Concluyó Marco. Comprobando que acababa de perder el poco control que creía tener de la situación. Y que el llegar hasta su hermana sería bastante más complicado de lo que en un principio había esperado.
-Todo esto que me has dicho, ¿Ha pasado también fuera? Es decir, supongo que habrá ataques en otras partes del mundo.
-¿Porqué dices eso?-Roberto respondió sorprendido por la conclusión de su ex cuñado.
-Tu lo has dicho antes, según Pedro, alguien quiere desmontar el Sistema, y eso no se consigue solo atacando un país.
-Bueno, no se puede comprobar, claro. Por alguien como nosotros, quiero decir. Los informativos solo emiten lo quiere el Gobierno. Y resto del día solo hay películas y porquería. Internet no funciona desde anoche. -Resumió. Pero Pedro me dijo algo que indica la gravedad de la situación, coincidiendo con tu sospecha.
-¿Y bien? -Arqueo las cejas, apretando los labios. Le hubiera gustado equivocarse.
-Anoche aparecieron los primeros casos de la enfermedad en París.
Textocorrido Textocorrido
