Kitabı oku: «Historia de Venezuela, Tomo I», sayfa 16
CAPITULO SEGUNDO
Como pasado el ynbierno, Felipe Dutre siguio a Hernan Perez hasta que por çiertos rrespectos se aparto de su bia, y por diferente camino, despues de aber ynvernado en el camino, se bolvio al pueblo de Nuestra Señora.
A la sazon quel ynvierno començo a aplacarse, ya estaba a punto Felipe Dutre para partirse, porque le parecia que no era cosa acertada gastar el tiempo en ningun ocioso entretenimiento, pues todo lo que Hernan Perez y los que con el yvan le llevaban de delantera era en su perjuyzio, por pareçelle que a la primera entrada siempre se suele mejor gozar de las rriquezas de la tierra; y llevando consigo yndios que le guiasen por el propio camino que Hernan Perez llevaba, se daba toda la priesa que podia a caminar, hasta que llego a la provinçia del Papamene, donde se allojo en vn pueblo de yndios en que abia alguna comida, para descansar e ynformarse de la derrota que Hernan Perez llevaba, avnque hasta este lugar no abia perdido el rrastro.
Esta provinçia del Papamene, segun muchos afirman, cae y esta a las espaldas de la villa de Timana, poblada en los naçimientos del Rrio Grande de la Magdalena. En este pueblo del Papamene obo Felipe Dutre vn yndio prinçipal, natural de aquella provinçia, que pareçia ser señor y bien acondicionado, y que en su lugar daba muestras de ser honbre de verdad, de quien procuro ynformarse y saber si la demanda y notiçia que Hernan Perez llevaba era çierta o no, y si la devia el seguir o bolverse, sobre lo qual Felipe Dutre hizo a este yndio prinçipal muy particulares preguntas con los ynterpretes y lenguas que tenia. El caçique o prinçipal, entendido bien lo que se le preguntaba, rrespondio que no le convenia seguir la derrota que llevaba, porque por alli no abia ningunas poblazones de gentes que tubiesen oro, por ser todo arcabucos y tierra muy mal poblada y muy aspera y quebrada, y que pocos dias antes abian pasado por alli çierta cantidad despañoles o gente como ellos y que todos se yvan muriendo por no hallar que comer y de otras enfermedades que les daba, y que a lo que entendia por lengua de los yndios sus vezinos, ya serian muertos todos o los mas, y que si Felipe Dutre yva en busca de gentes naturales y oro, que atras los dexavan en muy mucha cantidad, que si de alli querian bolverse quel los guiaria y les llevaria a ella. Y para confirmaçion de lo que decia, saco çiertos nisperos de oro y plata y dixo que aquelos abia traydo de la tierra quel les abia dicho vn hermano suyo que pocos dias antes abia venido de alla; y que para caminar por camino mas derecho desde alli donde estava, avian de yr en demanda de vn pueblo de yndios llamado Macatoa, poblado en las rriberas del rrio Guaynare, de la otra vanda del, en cuya demanda, siempre que caminaban llevaban el pecho al 18 Oriente, ladeados vn poco sobre el honbro izquierdo, ques aquella parte que los mareantes llaman el sueste.
Felipe Dutre, avnque diversas vezes se ynformo deste principal, jamas lo hallo variable en lo que deçia, no por eso le quiso dar credito, creyendo que aquel barbaro lo hazia por desbiallo de la demanda que llevaba Hernan Perez o de otra alguna rrica provinçia que debia estar adelante, o de algunas poblazones de yndios amigos suyos que en aquel camino devian estar, a fin de que ellos no fuesen a proveerse de lo necesario, y asi prosiguio su camino por la bia que Hernan Perez llevaba, llevando consigo al yndio prinçipal, prometiendole que dende a pocos dias daria la buelta y yria con el a donde le decia. Y despues de aber pasado ocho dias de aquellas montañas y sierras, viendo el prinçipal quan obstinados yvan los españoles en seguir aquel perverso camino que los llevaba al matadero, dexolos vna noche y bolviose a su casa.
Los soldados, viendose metidos en aquellas montañas y que yvan enfermando y faltos de comida, pesoles de que Felipe Dutre siguiese aquella derrota y dexase de seguir la quel prinçipal les abia dicho, y avn que daban muestras al capitan de seguir de malagana aquel desesperado camino, ninguna cosa les prestaba, porque yva Felipe Dutre tan metido y contumaz en seguir a Hernan Perez que casi con esta su loca determinaçion daba a entender desear y buscar su propia perdiçion, como los demas que yvan delante hizieron; pero al fin, despues que vio que mientras mas seguia aquel camino mas se yva su gente atormentando y enfermando y padeçiendo hanbres y neçesidades, dexolo de seguir y tubose a mano izquierda, porque Hernan Perez sienpre yva caminando y teniendose a mano derecha, y apartandose algunas jornadas por la bia de mano izquierda que abia tomado, vio vna punta o rramo de la cordillera que se metia gran trecho por los llanos adelante, que fue llamada la punta de los Pardaos, y creyendo ser aquella distinta y apartada sierra de la por donde yva, camino a gran priesa, con su gente, para ella, porque segun siempre le abian dicho el Dorado estaba en otra cordillera distinta de la por donde abia caminado hazia la parte del Sur, y des que çerca llego rreconoçio como era la propia cordillera de mano derecha y que no se rremataba alli, sino que yva dando la buelta sobre la misma mano derecha.
A esta sazon entraba ya el ynbierno y con facilidad no podia bolver atras, y asi le fue forçoso yrlo a tener a aquela parte de la cordillera dicha de los Pardaos, tierra muy esteril y enferma y de muy pocos naturales y esos tan brutos y bestiales en su manera de bivir que no ay naçion en el mundo a quien en rrustiçidad y torpeza de juyzios se pueda ygualar, por que ellos comen carne humana, culebras, sapos, arañas, hormigas y quantos viles y suzios animales produze la tierra. Toman estos yndios vn bollo de mayz algo tierno y ponense como osos ençima del hormiguero, y moviendo rruydo para que las hormigas salgan, quantas pueden aber juntan con el bollo o pan y alli las estan estruxando y amasan y se las comen, cosa çierto jamas oyda hasta nuestros tienpos que otras gentes hagan, y çierto que tierra que tan barbaras gentes, y mas semejables a los brutos que otras ningunas, cria y sustenta, que no puede produçir buenos ayres ni bapores, porque aqui enfermo toda la gente a Felipe Dutre, y se paraban los soldados hipatos148 y hinchados y perdiendo sus naturales colores cobravan otras muy diferentes, casi narangadas; pelavaseles el cabello, y en lugar de ello saliales pestifera sarna, de que morian; y porque aqui no se dixese que todos los duelos con pan etc., casi apenas hallavan que comer. Las mesmas calamidades padeçian los caballos, que hinchandose a manera de hidropicos y cayendoseles el pelo y cubriendose de sarna, eran muertos; y con el gran deseo que de comer sal tenian en viendo qualquiera rropa puesta al sol a enxugar arremetian a ella con feroçidad de brutos, y por presto que sus dueños acudian les abia de quedar algo en la boca.
Con esta calamitosa adversidad pasaron el ynbierno en aquella punta de tierra dicha de los Pardaos, el qual pasado dieron la buelta por diferente camino del que llevaron, con perdida de algunos soldados que se les abian muerto, y con trabaxo de muchos que trayan enfermos, hazia el pueblo de Nuestra Señora, para dexar alli los enfermos, los quales no se atrevia Felipe Dutre pasar adelante, por serle ynpedimento para caminar y gerrear, y por no dexallos en tan mal sitio y lugar como era el donde abia ynbernado, y por ser la tierra del pueblo de Nuestra Señora tierra mas descubierta y sana, y de alli tornar a dar la buelta sobre su notiçia con la gente questuviese para ello. Y caminando con no menos trabaxos que a la yda llevaron, allego este capitan Felipe Dutre al pueblo de Nuestra Señora, despues de aber casi vn año que del abia salido en seguimiento de Hernan Perez, y alojandose alli para descansar y rreformar su gente y dar con brevedad la buelta, fue de nuebo por el movida platica de la notiçia quel prinçipal del Papamene le abia dado; porque era este capitan tan animoso y deseoso de salir con algun buen hecho, que con todos los trabaxos y calamidades pasadas no abia perdido ninguna parte del brio con que salio de Coro, y ansi luego procuro aber yndios de aquella provinçia del pueblo de Nuestra Señora para de nuebo ynformarse dellos de la notiçia del Dorado, por ver si en alguna cosa conformavan o concordaban con el yndio y principal de Papamene.
CAPITULO TRES
En el qual se escriven los movimientos que en Coro suçedieron y vbo açerca del govierno de la tierra en el interin que Felipe Dutre andava en la jornada de suso rreferida.
Durante el tiempo que las cosas que de suso en suma hemos contado, le suçedieron a Felipe Dutre en su jornada y descubrimiento y demanda del Dorado, no dexaba de aber en Coro nuebos suçesos y movimientos, porque proveyendo Su Magestad a Don Rrodrigo de Bastidas, obispo de Venenzuela, por obispo de San Juan de Puerto Rrico, fuele forzoso dexar el cargo de governador que tenia e yrse a su nuebo Obispado, y nombrando por su tiniente general, para que por su avsençia tuviese en justizia la tierra, a vn Diego de Boyça, castellano, comendador de la horden de Cristo de Portugal, persona prinçipal y de buen linage y suerte, se fue a Puerto Rrico(A).
Este tubo el govierno de aquella provinçia poco mas de vn año, sin hazer ni suceder en su tiempo cosa digna de escrevirse; y quiriendose yr desta tierra, por provision particular que para ello tubo de la Rreal Avdiençia de Santo Domingo, nonbro por su alcalde mayor a vn factor de los Bezares, llamado Miçer Anrrique, el qual deseaba grandemente yntentar alguna cosa digna de memoria; y como en su tienpo149 a Coro Diego de Losada150, que abia salido poco abia, perdido de la jornada de Sedeño, donde abia andado por maese de canpo de Pedro de Rreynoso, fue enbiado con beynte conpañeros por tierra la buelta de Cubagua a que atraxese asi alguna gente de la mucha que alli abia perdida y ociosa, para con ella hazer alguna nueba jornada o poblazon; porque como ya a esta sazon Su Magestad, como cristianisimo rrey y enperador, obiese quitado la grangeria de hazer esclavos los yndios, y los obiese puesto en libertad, toda la gente que en aquella provinçia de Cubaagua bibian deste trato, que era muy mucha, estaban suspensos sin saber a donde yr ni tener ninguna manera de grangeria; y como Diego de Losada se açercase a ellos ynduziendolos a que se entrasen en la juridiçion de Venençuela, para alli hazer nuebas jornadas y descubrimientos, façilmente lo hizieron y se le pasaron mas de noventa honbres, con los quales se bolvio Losada, y Villegas su conpañero, a quien para el mesmo efecto abia Miçer Anrrique dado ygual comision; y como por antigua costumbre entre los que son yguales en juridiçion se halle pocas yguales la condiçion o conformidad, naçio entre estos dos capitanes sobre el mandar, algunas cosquillas que despues, durando por algun tienpo, parieron diversidad de discordias.
Dieron la buelta, como dixe, con sus noventa conpañeros, hazia Coro, para alli ordenar y hazer por mano del Alcalde mayor, lo que conviniese. Detuvieronse algun tienpo en el camino, asi por ser largo como por los muchos rrios y belicosos naturales que por el ay, de suerte que quando llegaron a Coro hallaron ser ya muerto su alcalde mayor Miçer Anrrique, por cuyo fin y muerte y por no aber noticia de Felipe Dutre, que abia dias que andaba en su descubrimiento, el Avdiençia de Santo Domingo nombro por governador de Veneçuela y juez de rresidencia de Cuba Agua al liçençiado Frias, fiscal de aquella Avdiencia, que es el propio que fue por juez de comision o de rresidençia contra Antonio Sedeño, governador que fue de la Trinidad, a quien el propio Sedeño en tierra de Cuba Agua desbarato y avn maltrato, segun adelante se dira; y por su capitan o tiniente general nombraron a vn Francisco de Caravajal(B), que era rrelator en la propia Avdiençia, y librandoles las provisiones de todo ello, el liçenciado Frias se fue la buelta de Cuba Agua a tomar la rresidencia, como le era mandado por el Avdiençia a çiertos españoles que alli avian andado haziendo esclavos y otros agrabios a los yndios.
Françisco de Caravajal, con algunos soldados y gente que junto para los descubrimientos que pretendia hazer, se vino la buelta de Venençuela, y no pudiendo tomar puerto en Coro, fue a desenbarcar a Paraguana, que estara quarenta leguas de Coro; y sabido por Villegas la llegada de Caravajal, luego se partio a rreçebirle para tenelle propiçio y favorable, y con mano agena perseguir a Losada, con quien ya tenia mas clara enemistad. En todo se dio Villegas tan buena maña que atraxo al Carabajal a ser su amigo, y metio todo el mal que pudo entre el y Losada, por donde venido que fue Carabajal a Coro, vso de mañas con que con buena color echo a Diego de Losada de la tierra, para que ni el estorvase lo que pretendia hazer, ni con su presençia diese enojo a su enemigo Villegas, porque como Diego de Losada era caballero de animo rreposado y muy bien hablado, y por eso bien quisto de todos los que en aquel pueblo rresidian, temiose Caravajal que en los bulliçios que el pensaba yntentar, no ocurriese la gente a aquel caballero, que con sus virtudes los tenia a todos subjetos a su querer, y tomandole por cabeça destruyesen de todo punto sus desinos.
Ido Losada de Coro, luego Caravajal començo a juntar gente para yr la tierra adentro a hazer nuebas poblazones y descubrimientos; y como los soldados dixesen que no querian yr con el por no ser el governador sino vn tiniente de limitada juridisçion, yntento vna maldad digna de grabe castigo, y fue que tomando las provisiones que traya de tiniente y mudando la sustançia de ellas en que dixesen governador, hizo demostraçion de ellas a algunos amigos suyos para que dibulgasen y dixesen como era governador nonbrado por el Avdiençia, y que por tal lo podian tener, porque asi lo rrezaban y deçian las provisiones que abia traydo. I como por faltar entre los que deseaban desconponer a Carabajal, no tuviese ninguna contradiçion su falsedad, vso dende en adelante de su juridiçion como governador, nonbrando por su tiniente a Juan de Villegas, por aber sido su compliçe y conpañero en la falsedad.
Diose Carabajal toda la prisa que pudo en hazer y juntar gente para hazer su jornada; y como algunos por no seguir aquel Governador, que les pareçia que tiranicamente governaba, se avsentasen a los montes, eran por el traydos y despojados de lo que poseyan, caballos y otras cosas, y como desterrados por grabes delitos, eran echados de la tierra; y con estas violençias y amenazas junto Carabajal vna buena conpañia de duçientos hombres rrazonablemente adereçados. I porque quando el liçençiado Frias biniese a Coro, no hallase armas ni gente con que seguille, procuro que quedase aquel pueblo tan desproveydo de todo, que saliendose del con su gente para su jornada lo dexo casi como si de enemigos obiera sido saqueado y arruynado. Metiendose la tierra adentro con su gente, fue a parar a las provinçias del Tocuyo, donde hizo su alojamiento con proposito de paçificar aquella tierra y poblar en ella los pueblos que le pareçiese.
NOTAS AL CAPITULO III
(A) Nombrado obispo de San Juan de Puerto Rico, Don Rodrigo de Bastidas salio de Coro y se dirigió á Santo Domingo, á cuya ciudad llegó el sábado 28 de Enero de 1542.
Por cierto que el Padre Aguado no se muestra muy benévolo con el obispo Bastidas; pero Fernandez de Oviedo le juzga en estos términos:
«Hizo la reformaçión de la provinçia, y proveyó en ella lo que al servicio de Dios y de Sus Magestades, y á la conservación de los indios y su buen tractamiento, y al remedio de los conquistadores españoles convino. Porque assi como fue llegado a la cibdad de Coro, sin descansar dia ni hora, con mucha prudençia é prontitud, proveyó todo aquello quel tiempo é oportunidad de las cosas dieron lugar é se pudo haçer, assi en la reformaçión é visitaçion de las ánimas de los chripstianos é de su Iglesia, como en el buen tractamiento é quietud de los indios que estaban de paçes, y en el ornamento y nesçesidades de aquella república.»
Este juicio de Fernández de Oviedo parece ajustarse al que generalmente merecía entonces el obispo Bastidas, pues hay que tener en cuenta que el nombramiento de éste para Puerto Rico, se hizo á instancias del Cabildo de San Juan.
El chantre Juan de Cea, el arcediano Domingo García y el canónigo Juan de Segura escribieron al Emperador en 15 de Enero de 1540 diciéndole: «Ya otra vez suplicamos se nos enviase Obispo. Suplicamos sea Bastidas el de Venezuela, utilísimo aquí por su persona y los bienes de su patrimonio.» (Colección Muñoz, tomo LXXXII.)
Diego de Buiza ó Boica, á quien dejó encargada la gobernación el obispo Bastidas, era castellano, aunque hijo de portugueses. Pérez de Tolosa dice que era pariente del licenciado Guevara, oidor de la Audiencia de la Española, y Oviedo y Baños le califica de «caballero de grandes prendas y singular expediente para cualquier negocio».
(B) Aguado, y siguiendo á este, el P. Simón, le llaman Francisco Carvajal; pero según Castellanos y Pérez de Tolosa, se llamaba Juan.
Era natural de Ponferrada y escribano de oficio.
CAPITULO QUATRO
Como dexando Felipe Dutre los enfermos en el pueblo de Nuestra Señora, se partio con quarenta soldados en demanda del Dorado. Quentase lo que en el canpo le subçedio hasta llegar a çierta poblazon que estaba cerca de la tierra de los Omeguas.
Despues de aberse holgado y descansado algunos dias Felipe Dutre en el pueblo de Nuestra Señora, y aberse bien ynformado de algunos yndios que por alli se tomaron, si era çierta la notiçia del pueblo que en el Papamene le abian dado a la151 qual llamavan los naturales de aquel pueblo Guagua, y los del Papamene, Omeguas, que casi corresponde con la que Orsua tubo en el Marañon, llamada Omegua, hallando ser çierta y que todabia le afirmavan y confirmaban la prosperidad de aquella tierra, dio la buelta sobre la punta de los Pardos152, de donde se abia rretirado a dexar en buena parte sus enfermos y rreformar sus jumentos; y llevando consigo quarenta hombres, y con ellos a Pedro de Linpias, que demas de ser honbre venturoso y mañoso y de buen conoçimiento en cosas de yndios, abiase dado a deprender las diferentes lenguas de aquellos barbaros, las quales entendia medianamente, comenzo a seguir por la derrota que los yndios le abian dicho, y avnque pasando por rraras poblazones, sienpre de los yndios que podia aber se procuraba ynformar donde estaba el pueblo llamado Macatoa, y si para yr a el llevaba buena derrota por do yba. Los yndios, no apartandole ni estorvandole punto de su camino, por pareçelles que yba a tierra donde mas no bolveria, y que con miserables muertes que los omeguas les darian, se vengarian de los daños que sus comarcanos y vezinos abian de españoles rreçebido, siempre les encaminaban la bia derecha al rrio Guavyare, en cuyas rriberas estaba poblado Macatoa, por quien yva preguntando. Caminando siempre por camino llano, alto y enxuto que por pocas partes de aquellos llanos se suele hallar ni se a hallado, sin suçedelles ningun contraste ni ynfortunio, dieron dende algunos dias que abian caminado, en el rrio llamado Guavyare, el qual es rrio cavdaloso y muy hondable y algo furioso y que si no es en canoas o nadando no se puede pasar, lo qual tenian Felipe Dutre y sus soldados neçesidad de hazer, porque de la otra vanda estaba el pueblo en cuya demanda yva.
Andubieron algun rrato por las rriberas de Guavyare, buscando si hallarian vado por do pasallo o yndios que los pasasen, y lo uno ni lo otro pudieron topar, mas de solamente vn yndio que acaso andaba pescando o mariscando por aquella rribera, al qual, despues de abelle preso, con halagos que le hizieron y buenas palabras que le dixeron, le aplacaron de la yra y coraje que en berse en poder de gentes para el tan espantables, abia cobrado; y dandole a entender el poco daño que le abian de hazer, le preguntaron a que parte estaba el pueblo llamado Macatoa. El yndio, como era natural de por alli y sabia y conoçia bien aquella tierra, luego les declaro muy por estenso lo que le preguntaban, señalando la parte y lugar donde aquel pueblo caya y la poca distançia que de alli estaba agua arriba, eçeto que se abia de pasar el rrio. Felipe Dutre, confiandose en lo que la fortuna quisiese hazer, dio algunos rregalos o rrescates a aquel yndio y persuadiole y rrogole que fuese al pueblo Macatoa y que de su parte saludase al señor del y le dixese que el, con aquellos soldados que alli tenia, yvan en demanda de çiertas provinçias de mucha gente que le abian dicho que el sabia, para yrse a ber con ellos; que tubiese por bien de rreçebir su amistad, que el le seria perpetuo amigo y no consentiria que en sus tierras ni basallos se hiziesen ningunos daños ni rrobos, y que no reynase en el ni en sus yndios ningun temor de que por los suyos se les harian ningunos malos tratamientos, ni se avsentasen de sus casas, y otras cosas para atraer los animos de aquel yndio y señor de aquel pueblo y de sus sujetos a su amistad y comunicaçion; porque como las crueldades de que los españoles les solian hazer en aquellos tiempos bolavan y penetraban a partes muy rremotas y apartadas, no dexaban los moradores deste rrio de tener ya notiçia de la furia e ympetu en animos de los nuestros, y de como sujetaban y arruynaban las tierras por do pasaban, y por esto le convino a Felipe Dutre enbiar aquel mensajero con todos estos halagos y muchos mas.
El yndio se fue con su enbaxada la buelta de Macatoa, y llegado alla la debio de dar muy cumplida, segun pareçio, porque otro dia siguiente vinieron a donde Felipe Dutre estaba noventa yndios en canoas aconpañando a vn hijo del señor o principal de Macatoa, al qual su padre enbiaba con la rrespuesta de la enbaxada que el dia antes abia llevado el yndio. Los españoles, temiendo no fuese aquella gente de guerra que benia a pelear con ellos, pusieronse a punto de guerra. Llegaron las canoas a la parte de la rribera donde estavan alojados los españoles, y saltando en tierra aquel barbaro que su padre enbiava por enbaxador aconpañado de otros algunos yndios, pregunto en su lengua desde lexos por el prinçipal o cabeça de los cristianos, y como fuese entendido lo que deçia, salio a el Felipe Dutre aconpañado del capitan Linpias, que entendia aquella lengua, y de otros algunos soldados; y como por lo que se le dixo y enseño, el yndio conociese que Felipe Dutre era el capitan de aquella gente, le hablo en su lengua desta manera: Ayer embiastes con vno de los moradores destas rriberas que por aqui hallas a saludar a mi padre, haziendole saber vuestra venida, conbidandole con vuestra amistad, prefiriendoos a no danificar a el ni a sus sujetos, dandole a entender que no es vuestro yntento mas de ynformaros y saber del que gentes son las que abitan en las tierras comarcanas a çiertas sierras que apartadas de aqui estan este rrio abaxo, en cuya demanda vays, y que porque os encaminase a ellas le seriades muy gratos y le hariades todo el benefiçio que pudiesedes, por todo lo qual se halla mi padre tan devdor vuestro quanto yo no se dezir ni significaros, porque halla en vosotros muy diferentes obras y palabras de las que algunas gentes le abian dicho, significandole que herades vnos hombres terribles, feroçes, crueles, enemigos de toda paz, amistad ni concordia, senbradores de gerras, derramadores de sangre humana, y finalmente que toda vuestra feliçidad era desasosegar con mil generos de crueldades a las miserables gentes por do pasabades: enbiame a vosotros para que de su parte os de la norabuena de vuestra venida y llegada, y que es muy contento de açetar vuestra amistad, y no solo advertiros de lo que pretenderedes saber del, mas tambien serviros con todo lo que fuere neçesario para vuestro viaje, y daros guias que os guien y lleven por buen camino y en breve tiempo: rruegoos que os paseys a aposentar a su casa y pueblo, donde mejor os pueda servir y ver, y para este efecto vienen aqui estas canoas que os pasaran de la otra parte deste rrio.
El general Felipe Dutre le rreplico con el ynterprete que le agradeçia su enbaxada, y que en todo se rremitia a las obras que veria. Apartose algo el General a tratar con los suyos lo quel yndio abia tratado y dicho; y como los españoles sea gente tan rrecatada, no les pareçio que aquella enbaxada traya la sinçeridad y llaneza que devia traer, sino que debaxo della abia alguna çelada, y pareçioles que aquel dia no se pasase el rrio Guavyare, porque era ya tarde y las canoas que trayan no eran tantas que de vna vez pudiesen pasar todos, porque si divididos pasaban era dalles materia y ocasion a los yndios para que si tenian pensada v hordenada alguna traycion, la efetuasen, y yendo o pasando todos juntos ya que algo obiese podrianse defender mejor. Felipe Dutre le dio por rrespuesta aquel prinçipal que el ser ya tarde y aber pocas canoas para el pasaje del rrio les era ynpedimento para que luego no se efetuase lo que deçia açerca de que luego pasasen a la otra vanda; que se bolviese en orabuena a donde su padre estaba, y que otro dia pasarian. El yndio entendido lo que se abia dicho, dixo que por falta de pasaje no lo dexasen, que el haria alli venir mas canoas, y ansi enbio luego vn yndio que hizo venir alli otras tantas y mas que las que antes el abia traydo; y visto los españoles la liberalidad del yndio, porque no pensasen que de temor lo dexaban de hacer, se enbarcaron, y llevando los caballos a nado pasaron todos juntos aquella tarde el rrio, y alli luego se alojaron por pareçelles que no era ya ora de caminar ni llegar al pueblo de Macatoa.
Al enbaxador o hijo del cacique le peso de que los españoles no quisiesen pasar de alli, mas abisandoles que no fuesen el rrio abaxo, donde podrian ser danificados de çiertas gentes que por alli habitaban, se fueron a su pueblo a dar cuenta de lo subçedido a su cacique o prinçipal.
Otro dia de mañana embio el señor de Macatoa çinquenta yndios cargados de mayz y pescado y carnes de venado y caçabe a los españoles y a su general, y les enbio a rrogar que se fuesen a descansar a su pueblo, que se holgaria mucho de bellos alla; y como el General y los demas tubiesen deseo de ver aquel prinçipal, luego se partieron todos juntos para el pueblo de Macatoa, el qual hallaron desocupado de sus moradores porque en el se alojasen los españoles, y toda la gente del pueblo, que serian quatroçientos vezinos, se abian alojado vn tiro de arcabuz de allí, rribera del rrio Guavyare, y admirados desta hazaña y liberalidad le preguntaron al caçique o señor que como o porque abia desenbaraçado su pueblo e ydose de sus casas a alojarse junto al rrio, el qual rrespondio que conoçiendo la gran ventaja que los españoles les tenian en personas y en balentias y en su manera de bivir y tratar y en todo lo demas que hazian, hallavan no solo merecer y ser dignos de que ellos los diesen sus propias casas en que se aposentasen, sino de que perpetuamente les sirviesen.
Era este prinçipal vn yndio bien apersonado, de mediano cuerpo, y alegre y liso de rrostro, de muy amigable y noble aspecto, no viejo, sino que al pareçer tendria de treynta y seys o quarenta años. Sus yndios era gente creçida y luçida, avnque desnuda, de naçion guaypes, que por otro nonbre son dichos guayupes. Tenian estos yndios el pueblo linpio y bien adereçado y muy proveydo de comidas de todas suertes, de las que ellos vsaban, y muchas hamacas, en que los españoles durmiesen.
Felipe Dutre, con sus ynterpretes, luego tomo la mano en ynformarse deste prinçipal y señor de Macatoa de la tierra del Dorado, en cuya demanda yva, y en quatro dias que alli estuvo descansando, su prinçipal exerçiçio era este, variando en sus preguntas, por ver si el yndio variaba en sus rrespuestas; el qual deçia que junto a çierta cordillera que en dias claros de alli se devisaba, abia grandisimas poblazones de gentes muy rricas y que poseyan ynumerables rriquezas; que le pareçia que no debia yr a ellas con tan poca gente como llevaba, porque por muy balientes que fuesen, la muchedumbre de las gentes donde yvan los consumirian y acabarian muy presto. El General, como yba determinado a no dar la buelta sin ver el prinçipio de la tierra, pidio guias al caçique para proseguir su viaje, el qual se las dio; porque para llegar a otra poblazon de yndios amigos suyos abia çiertas jornadas de despoblado, le dio otros muchos yndios cargados de comida para el camino, con los quales se partieron los españoles, y siendo guiados por vnas çabanas o campiñas rrasas y sin camino, porque de yndustria eran llevados por alli, a fin de apartallos de çiertas poblazones que rribera del rrio Guavyare abia, donde podian rreçebir daño. Y despues de aber caminado nuebe dias de despoblados, llegaron çerca del pueblo amigo del señor de Macatoa, a quien los nuestros yvan rrecomendados para que les hiziesen buen ospedaje y los guiasen adelante. Las guias que los españoles llevaban, ya que estubieron obra de dos tiros de arcabuz del pueblo, de suerte que los moradores del se enpeçaban a alborotar para tomar las armas, dexaron a los nuestros a que se alojasen alli donde estaban, y ellos fueronse al pueblo a dar notiçia de la gente que era y la derrota y demanda que llevaban, y a sosegar los alborotados animos de aquellos barbaros que con la bista de los nuestros estaban ya con las armas en las manos para salles153 al encuentro.