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Kitabı oku: «El Criterio», sayfa 10

Balmes Jaime Luciano
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§ V

Utilidad de las formas dialécticas

Sin embargo de lo dicho, no negaré que esas formas dialécticas sean útiles aun en nuestro tiempo, para presentar con claridad y exactitud el encadenamiento de las ideas en el raciocinio: y que si no valen mucho como medio de invencion, sean á veces provechosas como conducto de enseñanza. Así es que léjos de pretender que se las destierre del todo de las obras elementales, conviene que se las conserve, no en toda su sequedad, pero si en todo su vigor. Nervos et ossa las llamaba Melchor Cano con mucha oportunidad: no se destruyan pues esos nervios y huesos; basta cubrirlos con piel blanda y colorada, para que no repugnen ni ofendan. Porque es preciso confesar que ahora á fuerza de desdeñar las formas, se cae en el extrema opuesto, sumamente dañoso al adelanto de las ciencias, y á la causa de la verdad. Antes, los discursos eran descarnados en demasía, presentaban, por decirlo así, desnuda la armazon; pero ahora, tanto es el cuidado de la exterioridad, tal el olvido de lo interior, que en muchos discursos no se encuentra mas que palabras, que serian bellas, si serlo pudieran palabras vacias. Con el auxilio de las formas dialécticas, traveseaban en demasía los ingenios sutiles y cavilosos; con las formas oratorias se envuelven á menudo los espíritus huecos. Est modus in rebus15.

CAPÍTULO XVI

NO TODO LO HACE EL DISCURSO
§ I

La inspiracion.

Es un error el figurarse que los grandes pensamientos son hijos del discurso; este, bien empleado, sirve algun tanto para enseñar, pero poco para inventar. Casi todo lo que el mundo admira de mas feliz, grande y sorprendente, es debido á la inspiracion; á esta luz instantánea que brilla de repente en el entendimiento del hombre, sin que él mismo sepa de donde le viene. Inspiracion la apellido, y con mucha propiedad, porque no cabe nombre mas adaptado para explicar este admirable fenómeno.

Está un matemático dando vueltas á un intrincado problema; se ha hecho cargo de todos los datos, nada le queda que practicar de lo que para semejantes casos está prevenido. La resolucion no se encuentra; se han tanteado varios planteos, y á nada conducen. Se han tomado al acaso diferentes cantidades, por si se da en el blanco; todo es inútil. La cabeza está fatigada; la pluma descansa sobre el papel, nada escribe. La atencion del calculador está como adormecida de puro fija; casi no sabe si piensa. Cansado de forcejear por abrir una puerta tan bien cerrada, parece que ha desistido de su empeño, y que se ha sentado en el umbral aguardando si alguien abrirá por la parte de adentro. «Ya lo veo,» exclama de repente, «esto es!..» y cual otro Arquimédes, sin saber lo que le sucede, saltaria del baño y echaria á correr gritando: «Lo he encontrado!.. Lo he encontrado!..»

Acontece á menudo que despues de largas horas de meditacion, no se ha podido llegar á un resultado satisfactorio, y cuando el ánimo está distraido, ocupado en asuntos totalmente diferentes, se le presenta de improviso la verdad como una aparicion misteriosa. Hallábase santo Tomas de Aquino en la mesa del rey de Francia; y como no debia de ser mal criado y descortes, no es regular que escogiese aquel puesto para entregarse á meditaciones profundas. Pero ántes de la hora del convite estaria en la celda ocupado en sus ordinarias tareas, aguzando las armas de la razon para combatir á los enemigos de la Iglesia. Natural es que le sucediese lo que suelen experimentar todos los que tienen por costumbre penetrar el fondo de las cosas, que aun cuando han dejado la meditacion en que estaban embebidos, se les ocurre con frecuencia el punto en cuestion, como si viniese á llamar a la puerta, preguntando si le toca otra vez el turno. Y hé aquí, que sin saber cómo, se siente inspirado, ve lo que ántes no veia, y olvidándose de que estaba en la mesa del rey, da sobre ella una palmada, exclamando: «Esto es concluyente contra los maniqueos!..»

§ II

La meditacion

Cuando el hombre se ocupa en comprender algun objeto muy dificil, tan léjos está de andar con la regla y compas en la mano para dirigir sus meditaciones, que las mas de las veces queda absorto en la investigacion, sin advertir que medita, ni aun que existe. Mira las cosas, ahora por un lado, despues por otro; pronuncia interiormente el nombre de aquello que examina; da una ojeada á lo que rodea el punto principal; no se parece á quien sigue un camino trillado, como sabiendo el término á que ha de llegar, sino á quien buscando en la tierra un tesoro cuya existencia sospecha, pero de cuyo lugar no está seguro, anda excavando acá y acullá sin regla fija.

Y si bien se observa, no puede suceder de otra manera, cuando ya de antemano no se conoce la verdad que se busca. El que tiene á la vista un pedazo de mineral cuya naturaleza conoce, cuando trate de manifestar á otros lo que él sabe sobre la misma, se valdrá del procedimiento mas sencillo, y mas adaptado para el efecto. Pero si no tuviese dicho conocimiento, entónces le revolveria y miraria repetidas veces; por este ó aquel indicio formaria sus conjeturas, y al fin echaria mano de experimentos á propósito, no para manifestar que es tal, sino para descubrir cuál es.

§ III

Invencion y enseñanza

De esto nace la diferencia entre el método de enseñanza y el de invencion: quien enseña, sabe adonde va, y conoce el camino que ha de seguir, porque ya le ha recorrido otras veces; mas el que descubre tal vez no se propone nada determinado, sino examinar lo que hay en el objeto que le ocupa; quizas se prefija un blanco, pero ignorando si es posible alcanzarle, ó dudando si existe, si es mas que un capricho de su imaginacion; y en caso de estar seguro de su existencia, no conoce el sendero que á él le ha de conducir.

Por este motivo los mas elevados descubrimientos se enseñan por principios muy diferentes de los que guiaron á los inventores; el cálculo infinitesimal es debido á la geometría, y ahora se llega á sus aplicaciones geométricas por una serie de procedimientos puramente algebráicos. Así, se levanta en una cordillera de escarpadas montañas un picacho inaccesible, donde al parecer se divisan algunos restos de un antiguo edificio: un hombre curioso y atrevido concibe el designio de subir allá; mira, tantea, trepa por altísimos peñascos, se escurre por pasadizos impracticables, se aventura por el estrechísimo borde de espantosos derrumbaderos, se ase de endebles plantas y carcomidas raices, y al fin cubierto de sudor y jadeando de cansancio, toca á la deseada cumbre, y levantando los brazos clama con orgullo: «¡ya estoy arriba!..» Entónces domina de una ojeada todas las vertientes de las cordilleras; lo que ántes no veia sino por partes, ahora lo ve en su conjunto: mira hácia los puntos por donde habia tanteado, ve la imposibilidad de subir por allí, y se rie de su ignorancia. Contempla las escabrosidades por donde acaba de atravesar, y se envanece de su temeraria osadía. ¿Y cómo será posible que por estas malezas suban los que le estan mirando? Pero ved ahí un sendero muy fácil; desde abajo no se descubre, desde arriba sí. Da muchos rodeos, es verdad, se ha de tomar á larga distancia, pero es accesible hasta á los mas débiles y ménos atrevidos. Entónces desciende corriendo, se reune con los demas, les dice «seguidme,» los conduce á la cima, sin cansancio ni peligro, y allí los hace disfrutar de la vista del monumento, y de los magníficos alrededores que el picacho domina.

§ IV

La intuicion

Mas no se crea que las tareas del genio sean siempre tan laboriosas y pesadas. Uno de sus caractéres es la intuicion, el ver sin esfuerzo lo que otros no descubrian sino con mucho trabajo, el tener á la vista el objeto inundado de luz, cuando los demas estan en tinieblas. Ofrecedle una idea, un hecho, que quizas para otros serán insignificantes, él descubre mil y mil circunstancias y relaciones ántes desconocidas. No habia mas que un pequeño círculo, y al clavarse en él la mágica mirada, el círculo se agita, se dilata, va extendiéndose como la aurora al levantarse el sol. Ved, no habia mas que una débil ráfaga luminosa, pocos instantes despues brilla el firmamento con inmensas madejas de plata y de oro, torrentes de fuego inundan la bóveda celeste, del oriente al ocaso, del aquilon al sud.

§ V

No está la dificultad en comprender sino en atinar. El jugador de ajedrez. Sobieski. Las víboras de Aníbal

Hay en este punto una particularidad muy digna de notarse, y que tal vez no ha sido observada; y es que muchas verdades no son difíciles en sí y que sin embargo á nadie se ocurren sino á los hombres de talento. Cuando estos las presentan, ó las hacen advertir, todo el mundo las ve tan claras, tan sencillas, tan obvias que parece extraño no se las haya visto ántes.

Dos hábiles jugadores de ajedrez estan empeñados en una complicada partida. Uno de ellos hace una jugada al parecer tan indiferente… «tiempo perdido,» dicen los espectadores; luego abandona una pieza que podia muy bien defender, y se entretiene en acudir á un punto por el cual nadie le amenaza. «Vaya una humorada, exclaman todos, esto le hará á V. mucha falta.» «¿Qué quieren Vds.? dice el taimado, no atina uno en todo,» y continúa como distraido. El adversario no ha penetrado la intencion, no acude al peligro, juega, y el distraido que perdia tiempo y piezas, ataca por el flanco descubierto, y con maligna sonrisa dice: «jaque mate.» Tiene razon, gritan todos, y ¿cómo no lo habiamos visto? y una cosa tan sencilla!.. pues es claro, perdió el tiempo para enfilar por aquel lado, abandonó una pieza para abrirse paso; acudió allí, no para defenderse sino para cerrar aquella salida; parece imposible que no lo hubiéramos advertido.»

Estan los turcos acampados delante de Viena; cada cual discurre por donde se deberá atacarlos cuando llegue el deseado refuerzo á las órdenes del rey de Polonia. Las reglas del arte andan de boca en boca, los proyectos son innumerables. Llega Sobieski, echa una ojeada sobre el ejército enemigo: «es mio, dice, está mal acampado.» Al dia siguiente ataca, los turcos son derrotados, y Viena es libre. Y despues de visto el plan de ataque y su feliz éxito, todos dirian: «los turcos cometieron tal ó cual falta, tenia razon el rey, estaban mal acampados;» todos veian la verdad, la encontraban muy sencilla, pero despues de habérsela mostrado.

Todos los matemáticos sabian las propiedades de las progresiones aritméticas y geométricas; que el exponente de 1 era 0, que el de 10 era 1, que el de 1000 era 2, y así sucesivamente, y que el de los números medios entre 1 y 10 era un quebrado; pero nadie veia que con esto se pudiese tener un instrumento de tantos y tan ventajosos usos como son las tablas de los logaritmos. Neper dijo «hélo aquí;» y todos los matemáticos vieron que era una cosa muy sencilla.

Nada mas fácil que el sistema de nuestra numeracion; y sin embargo, no lo conocieron ni los griegos, ni los romanos. ¿Qué fenómeno mas sencillo, mas patente á nuestros ojos, que la tendencia de los flúidos á ponerse á nivel, á subir á la misma altura de la cual descienden? ¿No lo estamos viendo á cada paso en las retortas, y en todos los vasos donde hay dos ó mas tubos de comunicacion? ¿Qué cosa mas sencilla que la aplicacion de esta ley de la naturaleza á objeto de tanta utilidad como es la conduccion de las aguas? Y sin embargo ha debido trascurrir mucho tiempo ántes que la humanidad se aprovechara de la leccion que estaba recibiendo todos los dias en un fenómeno tan sencillo.

Dos artesanos poco diestros se hallan embarazados en una obra. El uno consulta al otro, ambos cavilan, ensayan, malbaratan, sin conseguir nada. Acuden por fin á un tercero de aventajada nombradía. ¿A ver si V. nos saca de apuros? – Muy sencillo, de esta manera – Tiene V. razon, era tan fácil y no habíamos sabido dar en ello.

Está Aníbal á la víspera de un combate naval, da sus disposiciones, y entre tanto vuelven á bordo algunos soldados que llevan un gran número de vasos de barro bien tapados, cuyo contenido conocen muy pocos. Comienza la refriega, los enemigos se rien de que los marinos de Aníbal les arrojen aquellos vasos en vez de flechas; el barro se hace pedazos, y el daño que causa es muy poco. Pasan algunos momentos, un marino siente una picadura atroz: al grito del lastimado sucede el de otro, todos vuelven la vista y notan con espanto que la nave está llena de víboras. Introdúcese el desórden, Aníbal maniobra con destreza y la victoria se decide en su favor. Ciertamente que nadie ignoraba que era posible recoger muchas víboras, y encerrarlas en vasos de barro, y tirarlos á las naves enemigas; pero la ocurrencia solo la tuvo el astuto cartagines. Y él sin duda encontró el infernal ardid, sin raciocinios ni cavilaciones; bastóle tal vez que alguien mentase la palabra víbora, para atinar desde luego en que este reptil podia servirle de excelente auxiliar.

¿Qué nos dicen estos ejemplos? nos dicen que el talento consiste muchas veces en ver una relacion que está patente, y en la cual nadie atina. Ella en sí no es dificil, y la prueba está en que tan pronto como alguno la descubre, y la señala con el dedo diciendo: «mirad;» todos la ven sin esfuerzo, y hasta se admiran de no haberla advertido. Así que el lenguaje, llevado por la fuerza misma de las cosas, los llama á estos pensamientos ocurrencias, golpes, inspiraciones, expresando de esta manera que no costaron trabajo, que se ofrecieron por sí mismos.

§ VI

Regla para meditar

De lo dicho inferiré que para pensar bien no es buen sistema poner el espíritu en tortura, sino que es conveniente dejarle con cierto desahogo. Está meditando sobre un objeto, al parecer no adelanta; con la atencion sobre una cosa, diríase que está dormitando. No importa; no le violenteis; mira si descubre algun indicio que le guie; se asemeja al que tiene en la mano una cajita cerrada con un resorte misterioso, en la cual se quiere poner á prueba el ingenio, por si se encuentra el modo de abrirla. La contempla largo rato, la vuelve repetidas veces, ora aprieta con el dedo, ora forcejea con la uña, hasta que al fin permanece un instante inmóbil y dice: «aquí está el resorte, ya está abierta.»

§ VII

Carácter de las inteligencias elevadas. Notable doctrina de santo Tomas de Aquino

¿Porqué no se ocurren á todos ciertas verdades sencillas? ¿cómo es que el linaje humano haya de mirar cual espíritus extraordinarios á los que ven cosas que al parecer todo el mundo habia podido ver? Esto es buscar la razon de un arcano de la Providencia, esto es preguntar porqué el Criador ha otorgado á algunos hombres privilegiados una gran fuerza de intuicion, ó sea vision intelectual inmediata, y la ha negado al mayor número.

Santo Tomas de Aquino desenvuelve sobre este particular una doctrina admirable. Segun el santo Doctor, el discurrir es señal de poco alcance del entendimiento; es una facultad que se nos ha concedido para suplir á nuestra debilidad; y así es que los ángeles entienden, mas no discurren. Cuanto mas elevada es una inteligencia, ménos ideas tiene; porque encierra en pocas, lo que las mas limitadas tienen distribuido en muchas. Así los ángeles de mas alta categoría entienden por medio de pocas ideas; el número se va reduciendo á medida que las inteligencias criadas se van acercando al Criador, el cual como ser infinito é inteligencia infinita, todo lo ve en una sola idea, única, simplicísima, pero infinita: su misma esencia. ¡Cuán sublime teoría! Ella sola vale un libro; ella prueba un profundo conocimiento de los secretos del espíritu; ella nos sugiere innumerables aplicaciones con respecto al entendimiento del hombre.

En efecto, los genios superiores no se distinguen por la mucha abundancia de las ideas; sino en que estan en posesion de algunas, capitales, anchurosas, donde hacen caber al mundo. El ave rastrera se fatiga revoloteando, y recorre mucho terreno, y no sale de la angostura y sinuosidades de los valles: el águila remonta su majestuoso vuelo, posa en la cumbre de los Alpes, y desde allí contempla las montañas, los valles, la corriente de los rios, divisa vastas llanuras pobladas de ciudades, y amenizadas con deliciosas vegas, galanas praderas, ricas y variadas mieses.

En todas las cuestiones hay un punto de vista principal, dominante; en él se coloca el genio. Allí tiene la clave, desde allí lo domina todo. Si al comun de los hombres no les es posible situarse de golpe en el mismo lugar, al ménos deben procurar llegar á él á fuerza de trabajo; no dudando que con esto se ahorrarán muchísimo tiempo, y alcanzarán los resultados mas ventajosos. Si bien se observa, toda cuestion y hasta toda ciencia, tienen uno ó pocos puntos capitales á los que se refieren los demas. En situándose en ellos, todo se presenta sencillo y llano, de otra suerte no se ven mas que detalles y nunca el conjunto. El entendimiento humano, ya de suyo tan débil, ha menester que se le muestren los objetos tan simplificados como sea dable; y por lo mismo es de la mayor importancia desembarazarlos de follaje inútil, y que ademas, cuando sea preciso cargarle con muchas atenciones simultáneas, se las distribuya de suerte que queden reducidas á pocas clases, y cada una de estas vinculada en un punto. Así se aprende con mas facilidad, se percibe con lucidez y exactitud, y se auxilia poderosamente la memoria.

§ VIII

Necesidad del trabajo

De las doctrinas de este capítulo sobre la inspiracion é intuicion, ¿podremos inferir la conveniencia de abandonar el discurso, y hasta el trabajo, y de entregarnos á una especie de quietismo intelectual? No ciertamente. Para el desarrollo de toda facultad hay una condicion indispensable: el ejercicio. En lo intelectual como en lo físico, el órgano que no funciona se adormece, pierde de su vida, el miembro que no se mueve se paraliza. Aun los genios mas privilegiados no llegan á adquirir su fuerza hercúlea, sino despues de largos trabajos. La inspiracion no desciende sobre el perezoso; no existe cuando no hierven en el espíritu ideas y sentimientos fecundantes. La intuicion, el ver del entendimiento, no se adquiere sino con un hábito engendrado por el mucho mirar. La ojeada rápida, segura y delicada de un gran pintor, no se debe solo á la naturaleza, sino tambien á la dilatada contemplacion y observacion de los buenos modelos: y la magia de la música no se desenvolveria en la organizacion mas armónica, sujeta únicamente á oir sonidos ásperos y destemplados16.

CAPÍTULO XVII

LA ENSEÑANZA

§ I

Dos objetos de la enseñanza. Diferentes clases de profesores

Distinguen comunmente los dialécticos entre el método de enseñanza y el de invencion. Sobre uno y otro voy á emitir algunas observaciones.

La enseñanza tiene dos objetos: 1º. instruir á los alumnos en los elementos de la ciencia: 2º. desenvolver su talento para que al salir de la escuela puedan hacer los adelantos proporcionados á su capacidad.

Podria parecer que estos dos objetos no son mas que uno solo; sin embargo no es así. Al primero alcanzan todos los profesores que poseen medianamente la ciencia; al segundo no llegan sino los de un mérito sobresaliente. Para lo primero, basta conocer el encadenamiento de algunos hechos y proposiciones, cuyo conjunto forma el cuerpo de la ciencia; para lo segundo es preciso saber cómo se ha construido esa cadena que enlaza un extremo con otro; para lo primero bastan hombres que conozcan los libros, para lo segundo son necesarios hombres que conozcan las cosas.

Mas diré: puede muy bien suceder que un profesor superficial sea mas á propósito para la simple enseñanza de los elementos que otro muy profundo; pues que este sin advertirlo, se dejará llevar á discursos que complicarán la sencillez de las primeras nociones, y así dañará á la percepcion de los alumnos poco capaces.

La clara explicacion de los términos, la exposicion llana de los principios en que se funda la ciencia, la metódica coordinacion de los teoremas y de sus corolarios, hé aquí el objeto de quien no se propone mas que instruir en los elementos.

Pero al que extienda mas allá sus miradas, y considere que los entendimientos de los jóvenes no son únicamente tablas donde se hayan de tirar algunas líneas que permanezcan allí inalterables para siempre, sino campos que se han de fecundar con preciosa semilla, á este le incumben tareas mas elevadas y mas difíciles. Conciliar la claridad con la profundidad, hermanar la sencillez con la combinacion, conducir por camino llano y amaestrar al propio tiempo en andar por senderos escabrosos, mostrando las angostas y enmarañadas veredas por donde pasaron los primeros inventores, inspirar vivo entusiasmo, despertar en el talento la conciencia de las propias fuerzas, sin dañarle con temeraria presuncion, hé aquí las atribuciones del profesor que considera la enseñanza elemental no como fruto, sino como semilla.

15.Pág. 142. – Voy á compendiar en pocas palabras lo mas útil que dicen los dialécticos sobre la percepcion, juicio, raciocinio, término, proposicion y argumentacion.
  Segun los dialécticos, la percepcion es el conocimiento en la cosa, sin afirmacion ó negacion; el juicio es la afirmacion ó negacion; el raciocinio es el acto del entendimiento de lo que de una cosa inferimos otra.
  Pienso en la virtud sin afirmar ó negar nada de ella; tengo una percepcion. Interiormente afirmo que la virtud es loable; formo un juicio. De aquí infiero que para merecer la verdadera alabanza es preciso ser virtuoso; esto es un raciocinio.
  El objeto interior de la percepcion, se llama idea.
  El término ó vocablo es la expresion de la cosa percibida. La palabra América no expresa la idea del nuevo Continente, sino el mismo Continente. Es cierto que no existiera el término si no existiese la idea, y que esta sirve como de nudo para enlazar el término con la cosa; pero no lo es ménos, que cuando expresamos América, entendemos la cosa misma, no la idea. Así decimos la América es un pais hermoso, y es evidente que esto no lo afirmamos de la idea.
  Al pensar en los metales, conozco que el ser metal es comun á muchas cosas que por otra parte son diferentes, como la plata, el oro, el plomo etc.; al pensar en los brutos, veo que hay algo en que convienen el camello, el águila, la serpiente, la mariposa, y todos los demas, á saber el vivir y sentir, ó el ser animales. Cuando expreso esto que conviene á muchos, diciendo, metal, animal, cuerpo, hombre justo, malo etc, el término se denomina comun.
  El término comun tomado en general es aquel cuyo significado conviene á muchos; pero como puede suceder que convenga á muchos, ó bien tan solo en cuanto se consideran reunidos, ó bien que se aplique á cualquiera de ellos por separado; suele decirse que en el primer caso el término es colectivo, en el segundo distributivo. Academia, es un término comun colectivo, porque expresa la coleccion de los académicos; pero no de tal suerte que cada uno de estos pueda llamarse academia. Sabio es término comun distributivo, porque se aplica á muchos, de manera que cualquiera individuo que posea la sabiduría, puede llamarse sabio.
  Término singular es el que expresa un solo individuo: como Pirineos, mar Negro, Madrid, etc.
  Me parece que el término colectivo no deberia contarse como una especie del comun, porque entónces hay el inconveniente de que la division no está bien hecha. Decimos el término es comun ó singular. El comun se divide en colectivo y distributivo. Para que una division sea bien hecha se requiere que de dos miembros opuestos el uno no pertenezca al otro, lo que se verifica si adoptamos la division expresada. En efecto, la palabra nacion es comun, distributivamente, porque conviene á todas las naciones; y colectivamente porque se aplica á una reunion. Francia es comun colectivo porque se aplica á un conjunto de hombres, y singular porque expresa una sola nacion, un verdadero individuo de la especie de las naciones. Luego el término colectivo no debe contarse entre los comunes, como contrapuestos al singular, pues hay nombres colectivos comunes, y los hay singulares.
  El término comun se divide en unívoco, equívoco y análogo. Unívoco es el que tiene para muchos un significado idéntico: como hombre, animal, corpóreo. Equívoco es el que lo tiene diferente, como leon, que expresa un animal y un signo celeste. Análogo que lo tiene en parte idéntico y en parte diferente: como sano, que se aplica al alimento que conserva la salud, al medicamento que la restablece, al hombre que la posee; piadoso, que se aplica á la persona, á un libro, á una accion, á una imágen. Amo, se dice de los monarcas; así esa fórmula «el rey mi augusto amo» se dice de los que tienen esclavos; se dice de los que tienen dependientes ó criados, se dice del dueño de la habitacion.
  De muchos términos se verifica que envuelven una idea general, susceptible de varias modificaciones; y el emplearlos sin hacerla competente distincion, da lugar á confusion de ideas, y estériles disputas. Usamos á cada paso las palabras rey, monarca, soberano; hablamos sobre lo que ellas significan, asentando nuestros respectivos sistemas. Y sin embargo es imposible no desacertar gravísimamente, si en cada cuestion no se fija con exactitud lo que estas palabras expresan. Soberano es el sultan, soberano es el emperador de Rusia, soberano es el rey de Prusia, soberano es el rey de Francia, soberana es la reina de Inglaterra, y no obstante en ninguno de estos casos, la soberanía expresa lo mismo.
  La definicion es la explicacion de la cosa. Si explica la esencia se llama esencial; si se contenta con darla á conocer, sin penetrar en su naturaleza, se apellida descriptiva.
  Cuando la cosa explicada es la significacion de una palabra, se llama definicion del nombre: definitio nominis. Conviene no confundir la definicion del nombre con su etimología: porque siendo esta última la explicacion del orígen de la palabra, acontece muchas veces que el sentido usual es muy diferente del etimológico. La etimología ilustra para conocer el verdadero significado, pero no lo determina. Así, por ejemplo, la palabra obispo, episcopus, que atendida su etimología griega significa vigilante, y en su acepcion latina, superintendente, nos indica en cierto modo las atribuciones pastorales; pero dista mucho de determinarlas en su verdadero sentido. Así esta palabra significaba entre los latinos, el magistrado á cuyo cargo corria el cuidado del pan y demas comestibles. Ciceron escribiendo á Atico le dice: «Vuit enim Pompejus me esse quem tota hæc Campania, et maritima ora habent episcopum ad quem delectus et negotii summa referatur.» (Lib. 7. epist.)
  Las calidades de una buena definicion, son claridad y exactitud. Será clara, si no puede ménos de entenderla quien no ignore la significacion de las palabras; será exacta, si explica de tal manera la cosa definida, que ni le añada ni le quite.
  La mejor regla para asegurarse de la bondad de una definicion, es aplicarla desde luego á las cosas definidas; y observar si las comprende á todas, y á ellas solas.
  La division es la distribucion de un todo en sus partes. Segun son estas, toma distintos nombres; llamándose actual cuando existen en realidad, y potencial cuando no son mas que posibles. La actual se subdivide en metafísica, física, é integral. Metafísica, es la que distribuye el todo en partes metafísicas, como el hombre en animal y racional; física, la que lo distribuye en partes físicas, como el hombre en cuerpo y alma; integral, la que lo distribuye en partes que expresan cantidad, como el hombre en cabeza, pies, manos etc. La potencial es la que distribuye un todo en aquellas partes que nosotros le podemos concebir. Así, considerando como un todo la idea abstracta animal, podemos dividirle en racional é irracional. Si lo expresado por la division potencial pertenece á la esencia de la cosa, se llama esencial, si no, accidental. Será esencial si divido el animal en racional é irracional; será accidental si le divido por sus colores, ú otras calidades semejantes.
  La buena división debe: 1º. agotar el todo; 2º. no atribuirle partes que no tenga; 3º. no incluir una parte en las otras; 4º. proceder con órden, ya sea que este se funde en la naturaleza de las cosas, ó en la generacion ó distribucion de las ideas.
  Si afirmo una cosa de otra, formo un juicio; si lo enuncio con palabras, tengo una proposicion. Afirmo interiormente, que la tierra es un esferóide; hé aquí un juicio; digo ó escribo: «la tierra es un esferóide» hé aquí la proposicion.
  En todo juicio hay relacion de dos ideas, mas bien de los objetos que ellas representan; lo mismo ha de suceder en la proposicion; el término que expresa aquello de que afirmamos ó negamos, se llama sujeto; lo que afirmamos ó negamos se denomina predicado; y el verbo ser, que expreso ó sobrentendido se halla siempre en la proposicion, se apellida union ó cópula, porque representa el enlace de las dos ideas. Así en el ejemplo anterior: la tierra es el sujeto, esferóide el predicado, y es la cópula.
  Si hay afirmacion, la proposicion se llama afirmativa, si hay negacion negativa. Pero conviene advertir, que para que una proposicion sea negativa, no basta que la partícula no afecte alguno de sus términos, sino que es preciso que afecte al verbo. «La ley no manda pagar.» «La ley manda no pagar.» La primera es negativa, la segunda afirmativa; el sentido es muy diferente con solo mudar de lugar el no.
  Las proposiciones se dividen en universales, indefinidas, particulares y singulares, segun que el sujeto es singular, indefinido, particular, ó universal. Todo cuerpo es grave: es proposicion universal, á causa de la palabra todo. El hombre es inconstante; la proposicion es indefinida, por no expresarse si lo son todos ó alguno. Algunos axiomas son engañosos; la proposicion es particular porque el sujeto está restringido por el adjunto alguno. Gonzalo de Córdoba fué insigne capitan; la proposicion es singular, por serlo el sujeto. Para ser singular la proposicion, no es preciso que el nombre sea propio, basta una palabra cualquiera que lo determine; como si digo: esta moneda es falsa.
  Tocante á las proposiciones indefinidas, puede preguntarse si el sujeto se toma en sentido universal ó particular; y á esta cuestion dan orígen dos motivos: 1º. el no estar aquel acompañado de término universal ni particular; 2º. el observarse que el uso les señala á unas un sentido universal y á otras no.
  La proposicion indefinida equivale á la universal, en sentido absoluto, si se trata de materias pertenecientes á la esencia de las cosas, ó alguna de sus propiedades que pueda considerarse necesaria; equivale á universal moral, es decir, para la mayor parte de los casos, si versa sobre calidades que así lo demanden; y por fin á particular, si así lo indica la cosa de que se habla. Los cuerpos son pesados: equivale á decir todos los cuerpos son pesados. Los alemanes son meditabundos; no equivale á decir que todos lo sean, sino que este es uno de los caractéres de aquella nacion.
  Las proposiciones son simples ó compuestas. Las simples son las que expresan la relacion de un solo predicado á un solo sujeto: como todas las de los ejemplos anteriores. Las compuestas son las que contienen mas de un sujeto ó predicado; y por lo mismo explícita ó implícitamente comprenden mas de una proposicion. Con la clasificacion y los ejemplos, se comprenderá mejor en qué consiste una proposicion compuesta. Los dialécticos suelen distribuirlas en varias clases; indicaré las principales.
  Proposicion copulativa es la que expresa el enlace de dos afirmaciones ó negaciones. El oro y la plata son metales. Equivale á estas dos reunidas: el oro es metal, y la plata es metal. El oro es amarillo, y el oro es ductil. Para que estas proposiciones sean verdaderas se necesita que lo sean sus dos partes: porque la afirmacion no se limita á la una sino que se extiende á las dos. A la misma clase pueden reducirse estas negativas: ni la codicia ni la soberbia son virtudes; la templanza no es dañosa ni al alma ni al cuerpo, etc.
  Disyuntiva es la proposicion en que entre dos ó mas extremos se afirmó la existencia de uno. Las acciones humanas son ó buenas ó malas. A estas horas se habrá ejecutado el designio ó no se ejecutará nunca. Para la verdad de estas proposiciones, se necesita que no haya medio entre los extremos señalados. Un papel ó es blanco ó es negro: la proposicion es falsa, porque puede ser de otros colores.
  Proposicion condicional es la en que se afirma una cosa con condicion. Si el viento sopla el tiempo será frio. Si hiela se echarán á perder los frutos. Para la verdad de estas proposiciones se necesita que en realidad la primera parte traiga consigo la segunda; porque esto es lo que se afirma; mas no que la segunda traiga la primera, porque de esto se prescinde. Así en el último ejemplo se dice que al hielo seguirá la perdicion de los frutos; pero no que si se pierden los frutos haya hielo; porque no se afirma que los frutos no puedan perderse por otras causas.
  Poco diré sobre las formas de argumentacion. Los dialécticos las han distribuido en muchas clases, y señalándoles abundantes reglas, todo con mucho ingenio. Ya he indicado lo que pensaba de su utilidad. Para inventar sirven poco ó nada; para exponer mucho; y en general, el acostumbrarse á ellos por algun tiempo, deja en el entendimiento una claridad y precision que no se pierden fácilmente, y se hacen sentir en todos los estudios.
  Silogismo es la argumentacion en que se comparan dos términos con un tercero, para inferir la relacion que ellos tienen entre sí. Lo simple es incorruptible, el alma es simple, luego es incorruptible. Los extremos son alma é incorruptible, el término medio es simple.
  Entimema es un silogismo abreviado. El alma es simple, luego es incorruptible.
  El dilema es una argumentacion fundada en una proposicion disyuntiva, que por todos los extremos hiere al adversario. O el cristianismo se difundió con milagros ó sin ellos; si con milagros, el cristianismo es verdadero; si sin milagros, el cristianismo es verdadero tambien, pues se difundió con un gran milagro que es el difundirse sin milagros.
16.Pág. 155. – He recordado con elogio una doctrina de santo Tomas; y no puedo ménos de advertir lo muy útil que considero la lectura de las obras de aquel insigne Doctor, á cuantos deseen entregarse á estudios profundos sobre el espíritu humano. Si bien es verdad que se halla en ellas el estilo de la época, tambien es cierto que mas de una vez se asombra el lector de que en medio de la ignorancia, que todavía era mucha en el siglo XIII, hubiese un hombre que á tan vasta erudicion reuniese un espíritu tan penetrante, tan profundo, tan exacto.
Yaş sınırı:
12+
Litres'teki yayın tarihi:
25 haziran 2017
Hacim:
320 s. 1 illüstrasyon
Telif hakkı:
Public Domain
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