Kitabı oku: «Y va a caer... como decíamos ayer. Tomo 1: Informes mensuales de coyuntura política 1980-1984», sayfa 2

Yazı tipi:

LA IZQUIERDA

El panorama de la Izquierda muestra como su característica más importante la crisis de la Unidad Popular, cuyos indicadores lo constituyen los problemas del Partido Socialista, las relaciones y alianzas de carácter bilateral y la definición de un espacio de construcción programática conocido como la convergencia.

De los indicadores señalados, el que aparece como más determinante es la crisis del PS, sin cuya presencia la unidad de la izquierda no es factible.

La acción que el Partido Comunista desarrolla se puede caracterizar como de «presencia sin proyecto», que privilegia más el aparato partidario de la definición de un proyecto alternativo, rasgo este que, por lo demás, es posible extenderlo, en alguna medida, a la mayor parte de los partidos izquierdistas restantes.

Este hecho explica, en parte, el divorcio entre la cúpula política y la dinámica del movimiento de base que tiende a constituirse como oposición que se articula unitariamente.

Ello es claramente perceptible tanto en las universidades, con el movimiento estudiantil, como en la base sindical.

El clima autoritario que irradia el régimen hacia la sociedad chilena no ha podido ser revertido en el interior de las organizaciones de la izquierda, las que muestran signos palpables de acentuación de métodos políticos y organizativos con fuertes connotaciones no democráticas.

Allí se ahonda más el divorcio entre cúpula y base, toda vez que esta presiona por la definición de espacios y estructuras que permitan expresar sus demandas y definir sus perfiles organizativos, lo que entra en contradicción con el presente partidario de la izquierda.

Reforzando esta caracterización global anotada, es importante subrayar que la presencia opositora es claramente detectable como movimiento social que traspasa, muchas veces, su encasillamiento partidario.

Los conflictos en las universidades, las acciones sindicales y la presencia popular en el campo artístico-cultural son indicadores de una capacidad de movilización y de expresión que significan indudables desafíos al régimen, y frente a los cuales este tiene a la coerción como única capacidad de respuesta.

Pero para la propia oposición es también un desafío el articular las expresiones conflictivas localizadas en una fuerza social y política capaz de erigirse con un perfil alternativo con condiciones de enfrentar al régimen.

INFORME MENSUAL DE COYUNTURA POLÍTICA Nº 2

Santiago, agosto de 1980

El mes de julio aparece plagado de hechos espectaculares. El asesinato del coronel Roger Vergara, el cambio de director de la CNI, la repetición del asalto simultáneo a tres bancos en Santiago y el violento operativo para capturar a los hechores, el misterioso secuestro de dos periodistas ligados a la Iglesia, la toma de terrenos y su desalojo, enfrentamiento entre la Iglesia y el Gobierno, son, entre otros, acontecimientos que se producen en este breve lapso y parecen señalar un cambio en la situación política, cuyo desenlace resulta difícil de predecir.

En efecto, ni siquiera es clara la información misma de los hechos, e incluso declaraciones de personeros oficiales resultan equívocas, incrementándose una ola de rumores oficiales y especulaciones tan difíciles de probar como desmentir.

Naturalmente no se está en condiciones de tener informaciones que permitirían dilucidar lo que ha sucedido en cada caso.

El quién hizo que, cómo y por qué, parece de menor importancia cuando se analiza e interpreta el clima que ha creado.

El clima de violencia del último mes, de inseguridad, de enfrentamiento, parece abarcar fundamentalmente a los grupos en el poder.

Pero no es sólo esto, también adquiere fuerza una ola de fraudes y corrupción que inunda cada vez nuevos frentes.

El escándalo del IVA adquiere mayor volumen, se descubren irregularidades en el cobro de prestaciones médicas, ganancias excesivas en la comercialización de los «autos populares», a la vez que aumentan los hechos de violencia. Como resultado inmediato resurgen niveles de terror que ya parecían superados y la sensación de estabilidad decrece.

LOS MISMOS DUROS, LOS MISMOS BLANDOS

A pesar de las profusas acusaciones por parte del gobierno, y a pesar de que ellas fueran –al menos en parte– ciertas, respecto a la existencia de un terrorismo de izquierda, resulta que, en todo caso, el enfrentamiento más visible en el último tiempo se produce entre grupos en el poder.

Baste para ello considerar que, tanto voceros oficiales (Baeza, Mena) como medios de comunicación adictos al régimen (El Mercurio y toda su cadena informativa) insisten en sembrar dudas respecto a quiénes serían los autores de la muerte del coronel Roger Vergara, lo que tiene enorme importancia, independiente de quién haya sido autor.

Como se señala en el informe anterior, la lucha entre «duros» y «blandos» tiende a cobrar mayor virulencia, particularmente en el mes que recién termina, cuando esas diferencias parecen traspasar el ámbito estrictamente civil, para comenzar a presentarse en el terreno militar mismo.

La caracterización del general (R) Mena como «blando» y su reciente remoción han sido señalados por la prensa y no desmentidos. Ahora bien, el contenido de la disputa parece centrarse particularmente en el futuro político del régimen, aceptándose, en general, el modelo económico impuesto. Esto no significa que no haya intereses económicos en juego, sino que estos se viabilizan o no a través de determinadas características del régimen.

Como se apunta en el informe anterior, un régimen institucionalizado o un régimen personalista otorgan distintas posibilidades a cada grupo económico.

Quizás pueda afirmarse que la definición de la «transición», más que la institucionalidad futura, sea el punto más crítico en esta disputa. No debe olvidarse que según sea quién dirige la transición –y su duración–, determina de hecho el carácter de la institucionalidad futura.

Es en este enfrentamiento entre grupos de poder donde parece irse acentuando el rigor de los medios utilizados.

A partir del debate ideológico político –que dadas las características de la situación actual se realiza a través de «centros de estudios» y medios de comunicación de masas–, parece pasarse al uso o amenaza de otros medios. Anteriormente se asiste a la creación de numerosos «centros de estudios», tal cual se señaló en el informe correspondiente al mes anterior.

Asimismo, crece el interés en controlar medios de comunicación, particularmente la prensa. Basta aquí recordar que los «duros» buscan comprar el diario La Tercera, que es lejos el de mayor circulación nacional, mientras El Mercurio coordina sus pulsaciones y trata de popularizar y extender la difusión de Las Últimas Noticias.

Una segunda etapa en esta «escalada» podría encontrarse en la denuncia pública de escándalos y fraudes en que se insinúa veladamente la participación de personas vinculadas al «bando contrario». Tal sería el caso del fraude del IVA y su supuesta relación con el general (R) Contreras.

Por último, una etapa en que los sectores en conflicto buscan, y en cierta medida, logran apoyo para sus posiciones al interior del Ejército.

Tal etapa se manifestaría en hechos como el relevo del general (R) Mena, considerado «blando», por el general Gordon, que se define más por su fidelidad personal al presidente Pinochet, la que se ve reforzada por el hecho de estar en servicio activo y ser –por ende– uno de sus subordinados jerárquicos; el discurso del general Washington Carrasco, reclamando por una mayor presencia institucional de las FF.AA. en la institucionalidad futura; las declaraciones del general (R) Baeza, respecto a la posibilidad de que el crimen del coronel Roger Vergara hubiera sido perpetrado por extremistas que no sean de izquierda.

En este mismo sentido se inscribiría la aparición de ciertos supuestos «comandos» que actúan directamente en la represión, promoviendo aún más la sensación de enfrentamiento y la eficacia de los grupos más duros para destruir a la oposición.

El que tales «comandos» existan con independencia de la CNI parece bastante dudoso, según se desprende de las profusas informaciones periodísticas. Cosa esta bastante contrastante con la habitual parquedad o silencio con que los medios de comunicación respondían a hechos semejantes ocurridos en el pasado.

En esta etapa es donde cobra mayor importancia la posibilidad de trasladar el conflicto a la esfera militar por parte de los grupos civiles en disputa.

Por otra parte, el aumento de la virulencia en el conflicto puede hacer vacilar el papel de árbitro que desempeña el presidente Pinochet, puesto que, si bien duros y blandos reconocen explícitamente su autoridad, los últimos precisan, a lo menos, neutralizar un tanto su preponderancia personal en la «transición», mientras los sectores más duros intentan presentarse como los únicos confiables en el proceso, empujándolo a encabezar un movimiento de mayor autoritarismo que el actual.

EL INESTABLE MARCO INTERNACIONAL

En todo caso, el análisis de este conflicto debe entenderse dentro del marco en que se da. Para los sectores en el poder, la oposición aparece como aislada y desarticulada, como un enemigo ya derrotado y, por lo tanto, no se le considera un peligro para dirimir las diferencias internas.

Por otra parte, el frente internacional también aparece propicio: la disminución de la virulencia en la crítica internacional al gobierno chileno, el levantamiento de la prohibición de vender armas a Chile por parte del Gobierno inglés y la creciente expectativa del triunfo de Reagan en las elecciones de Estados Unidos, serían, entre otros, indicadores de una mejor posición del régimen chileno en este aspecto.

Es necesario tener en cuenta, también, que es característico de los regímenes autoritarios la dificultad que presentan para resolver normalmente las controversias que se producen en su seno.

Al no existir canales regulares de expresión y negociación de intereses, los sectores que, aún dentro de los grupos de poder, pretenden lograr un giro favorable a sus expectativas, suelen necesitar producir profundas conmociones sociales y políticas para lograrlo. Ejemplos en este sentido son los hechos ocurridos en los últimos años en Grecia y Portugal y, en cierta medida, en España.

No obstante, lo anterior requiere ser matizado. En el llamado «frente internacional» debe considerarse que la posición de EE.UU. sigue siendo adversa al gobierno chileno, al menos en el Departamento de Estado, que aboga por una pronta institucionalización y una cierta «apertura».

A la vez, el conflicto del Beagle sigue abierto y, aún más, parecen haberse estancado las negociaciones en la mediación. Esta situación tornaría francamente desfavorable la emergencia del nuevo régimen boliviano que, por más derechista que sea, aparece respaldado por Argentina. A su vez, el carácter autoritario de un régimen no impide que en él puedan producirse acuerdos, al menos provisorios, entre sectores en pugna cuando ninguno de ellos está seguro de imponer sus posiciones o cuando aparecen elementos que hagan considerar que la Oposición pueda obtener dividendos de tales disputas.

Por último, y lo que puede ser básico, la situación de esta Oposición no es tan clara como algunos pretenden.

LOS OPOSITORES CON MIEDO Y SIN MIEDO

Ya se señalaba en el informe anterior el, al menos aparentemente, inmovilismo de los sectores de la oposición, pero también se contrastaba el aislacionismo y autoritarismo de cúpula de estos con la emergencia de movimientos sociales de carácter unitario (expresivos en el ámbito sindical, estudiantil y cultural, principalmente). La situación actual parece mantenerse en esos términos, pero a ellos conviene añadir dos hechos significativos en la materia.

El primero se refiere a la fuerte reactivación del conflicto Iglesia-Gobierno a raíz de acciones represivas emprendidas por este último en relación a algunos de los hechos de violencia ya señalados. Lo cierto es que, si bien se inician por acciones del Gobierno, la reacción verbal de la Iglesia es suficientemente violenta como para suponer un cambio de giro en su actitud, hasta hace poco bastante más conciliadora.

La Iglesia –y la DC no puede ser ajena a esto– parece dispuesta a defender a sus «pobres» y a reivindicar sus derechos, articulando, de alguna manera, intereses de sectores opositores que, en su ausencia, sólo podrían recurrir a la izquierda.

El segundo hecho, quizás anecdótico, pero no menos significativo, es la fuerte silbatina con que el público del Estadio Nacional repudió, durante un partido de fútbol internacional, al general Floody, al hacer este un breve discurso a nombre del gobierno.

Resulta, además, sintomático, que ese público aprovechara no sólo el anonimato de la multitud, sino la circunstancia de que aún no se encendían las luces del recinto para hacer esa manifestación opositora.

Esto revela, por una parte, un fuerte sentimiento informe de rechazo al régimen militar, pero, por otra parte, también da cuenta de la persistencia del miedo a expresar tal rechazo.

LA BÚSQUEDA DE LA «ALTERNATIVA REALISTA»

En el mismo terreno de la oposición, resulta conveniente distinguir la acción que despliega la Democracia Cristiana en el período. Actuando en forma independiente de cualquier acuerdo con la Izquierda y fomentando buenas relaciones con la Derecha política, utiliza sus medios de comunicación para enfrentar al Gobierno en dos planos principales: el escándalo del fraude del IVA y el proyecto de institucionalización y transición. A estos temas se agrega el del terrorismo y sus intrincadas ramificaciones.

En términos generales, puede decirse que el tema de fondo sigue siendo la institucionalidad futura y que los otros son utilizados como elementos de presión a su respecto. No obstante, parece claro que el aislamiento de la DC respecto a otros sectores de la oposición busca lograr una aceptabilidad y posible alianza con grupos de la derecha que le permitiría recuperar presencia política y plantear una «alternativa realista» frente al actual régimen.

En este intento, se inscribiría también la formación de la Asociación Andrés Bello, que reúne a personalidades respetables del quehacer universitario opositor y que resulta convenientemente resaltada por El Mercurio, con dedicación de editorial, aunque lamentando que todavía se encuentren ahí algunos no muy «puros».

¿LA IZQUIERDA A LA DEFENSIVA?

Además de lo anterior, en cuanto a presencia de la oposición, tampoco puede descartarse el hecho de que la ultraizquierda actuara en alguno de los actos de violencia reseñados más arriba. De confirmarse esto último habría que considerar lo que significa este nuevo elemento en la política chilena, particularmente las reacciones que suscitaría en los diversos sectores sociales y políticos.

Frente a la escalada del enfrentamiento «duros-blandos» y a la subsecuente intensificación de la represión, la izquierda parece optar más bien por una posición expectante y defensiva, tal si fuera preferible que las cosas se resolvieran sin su participación.

Naturalmente que esta actitud es comprensible en términos de esa intensidad represiva, que busca, justamente, que estos sectores se mantengan al margen del conflicto de cúpula. Sin embargo, también parece incidir la sorpresa del momento y la escasa capacidad real de hacer política en trances no tranquilos.

Los movimientos sociales más fuertes (sindical, estudiantil y cultural) aparecen sobrepasados por los acontecimientos e incluso por la información. Se pierde la perspectiva de la política nacional y las alternativas al régimen político, precisamente en estos momentos en que este pretende institucionalizarse, que muestra sus contradicciones y está logrando, hasta el momento, restringir el debate institucional dentro de los límites que él mismo ha previamente definido.

Más aún, parece posible en las actuales circunstancias que el aumento del terrorismo –probablemente manipulado– sirva para suscitar prolongadas discusiones en el seno de las agrupaciones de izquierda, permitiendo que cada uno use la presente situación como argumento para sus respectivas posiciones.

En suma, habría que considerar que la materialización del intento de institucionalizar el régimen, hecho marcado por la existencia de un proyecto constitucional y de una etapa de «transición», parece haber agudizado las diferencias entre «duros» y «blandos» al interior del régimen.

Esta agudización de diferencias, al movilizar medios cada vez más virulentos, podría llevar eventualmente a soluciones polares, pero siempre dentro de los términos en que las definen esos sectores en el poder.

Sin embargo, esa posibilidad no es ajena a la presencia y acción de la oposición. Si esta última es débil, la resolución del conflicto se dará según la correlación de las fuerzas nacionales e internacionales que logre cada uno de los principales grupos dominantes.

Por el contrario, si esta oposición se activa, podrá llegarse a una transacción en la cúpula o, incluso, a proponer una mayor apertura controlada que evite peligros mayores a la subsistencia del régimen. Por de pronto, el clima de violencia parece tender a persistir.

INFORME MENSUAL DE COYUNTURA POLÍTICA Nº 3

Santiago, septiembre de 1980

EL DESENLACE MOMENTÁNEO DEL CONFLICTO DUROS-BLANDOS

Señalábamos en el informe anterior el clima de enfrentamiento cada vez más violento entre los sectores duros y blandos en que tendía a dividirse el grupo dominante. Desde el momento en que este enfrentamiento comenzó a trasladarse al interior de las FF.AA., la situación se tornó crítica. Los hechos de violencia continuaron los primeros días del mes, como, asimismo, la virulencia de los ataques entre uno y otro sector.

El cúmulo de testimonios y denuncia públicas, crearon un clima de incertidumbre que levantó voces, especialmente de la Iglesia y de la Oposición, exigiendo el esclarecimiento de los hechos y el fin de la ola represiva.

Especial mención merece la petición pública de la DC de disolver el CNI y encargar sus tareas a los organismos clásicos existentes.

Sin embargo repentinamente se acalló toda disidencia interna.

En términos del conflicto inmediato entre duros y blandos, resulta claro que los primeros salieron triunfantes, imponiendo sus posiciones en el problema crucial de la institucionalidad. Prontamente el millonario fraude del IVA se diluyó en una investigación judicial larga y silenciosa, mientras que la alarma pública causada por la aparición del «Comando de Vengadores de Mártires» fue calmada con el descubrimiento de que tal comando estaría conectado al Servicio de Investigaciones y que se castigaría a los responsables.

Este último hecho, bastante confuso por lo demás, determina la salida del general (R)

Baeza, que era, al igual que el renunciado Mena, señalado como del sector blando. Es decir, en corto tiempo quedan eliminados de importantes puestos de Gobierno los que aparecieron como representantes de los blandos.

PINOCHET RETOMA LA INICIATIVA

En estas circunstancias es cuando el presidente Pinochet aparece reordenando el panorama con la presentación del proyecto de Constitución, la transición y el plebiscito con que se aprobaría en breve. Como decíamos anteriormente, este proyecto lleva la impronta de los sectores más duros del Gobierno, tal como queda de manifiesto en las modificaciones introducidas al proyecto de la Comisión Constituyente y al proyecto del Consejo de Estado.

La constitución se hace aún más autoritaria, mientras que se plantea una transición gobernada por el mismo Pinochet por ocho o dieciséis años más.

Desde otro ángulo, la personalización del poder que se propone podría significar, para las FF.AA., cierta independencia de las responsabilidades de Gobierno. No obstante el hecho de que Pinochet conserve la Comandancia del Ejército dificultaría tal posibilidad.

Al colocar la inminencia de la Constitución y su prolongada permanencia en el poder, el presidente Pinochet parece retomar la iniciativa. Es cierto que los duros han ganado la pelea inmediata, pero Pinochet, aún apoyándose, en ellos, pretende retomar la plenitud de su poder y consiguiente libertad de acción.

Los sectores blandos, que, hasta cierto punto, parecieron peligrosas amenazas para la continuidad inalterada del Gobierno de Pinochet, quedan descolocados en la actual situación. En el fondo, el Presidente los enfrenta a la inconfortable situación de quedar fuera del grupo de poder, confundiéndose con la oposición, o simplemente plegarse a la dirección que él imprime al proceso.

Naturalmente que la primera posición es insostenible cuando no se cuenta con suficiente respaldo en las FF.AA. como para controlar la situación de acuerdo a sus perspectivas.

A medida que se acerca la fecha del plebiscito, se aprecia cómo el grupo El Mercurio, la Sociedad Nacional de Agricultura, la SOFOFA, entre otros «críticos desde adentro», se vuelcan decididamente al apoyo a Pinochet, confundiéndose con los representantes de los sectores más duros.

En relación con el proyectado plebiscito constitucional, se organiza una profusa campaña oficial, encabezada directamente por el Presidente. Por cierto que esta campaña, no obstante las apariencias, difiere de las tradicionales campañas presidenciales.

En la situación actual, la realización del plebiscito y sus resultados carecen de relevancia tanto para la oposición nacional como para la opinión internacional. En consecuencia, la campaña para el «SÍ» y la aprobación plebiscitaria tienen otra finalidad. Por una parte intenta lograr una cierta legitimidad, siquiera inconsciente, al proceso de institucionalización, haciendo participar a toda la población en una «elección» a la cual se le agrega la aureola mítica de procesos similares realizados en el pasado. Por otra parte, y esto parece de mayor importancia para el momento político, precipita una situación en la que obliga a reagruparse a los distintos sectores del grupo de poder.

Türler ve etiketler

Yaş sınırı:
0+
Hacim:
1031 s. 3 illüstrasyon
ISBN:
9789560013354
Yayıncı:
Telif hakkı:
Bookwire
İndirme biçimi: