Kitabı oku: «Paso a la juventud», sayfa 6

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En febrero de 1935, la FJS y la UJCE se reunieron con una representación de la FIJL, a la que propusieron la realización conjunta de una amplia campaña contra la pena de muerte y por la amnistía. La dirección de las juventudes libertarias defendió participar en esta campaña –que incluía a los condenados por el movimiento anarquista de diciembre de 1933– porque «para defender la libertad y la vida de revolucionarios de no importa que tendencia, los anarquistas nunca regatearon su ayuda» y porque no suponía una «dejación de principios», pero la consulta a las secciones mostró la división presente en las filas de la FIJL:161 las regionales del Norte, Andalucía y Extremadura, Levante, Canarias, y Asturias se mostraron a favor, Centro se posicionó en contra, y Galicia, Aragón-La Rioja y Navarra no contestaron. Andalucía y Levante enviaron también el resultado de los referéndums que realizaron entre sus secciones: de las 27 de la regional de Andalucía y Extremadura que contestaron, sólo una, Jerez de los Caballeros, votó en contra; y las demás,162 votaron a favor. De la regional levantina, también votaron a favor 10 de las 11 seccio-nes,163 mientras que se posicionó en contra la organización de Mazarrón. La oposición quedó claramente reflejada en una circular a las secciones de la dirección de la Regional de Centro, que llegaba a negar que el Comité Peninsular de la FIJL tuviera derecho a opinar sobre las relaciones con otras organizaciones, y menos de una manera «tendenciosa» como consideraba que hacía, en un debate sobre las funciones del Comité Peninsular que, como veremos, se mantendría durante prácticamente toda la guerra civil. Sin embargo, aunque la dirección regional decía que –frente al órgano nacional– no «opinaba» ni «coaccionaba» sí que expresaba más que claramente su postura: «estas monsergas (…) no hacen más que obstaculizar nuestra labor sin ningún beneficio práctico para la organización juvenil libertaria ni para las ideas ácratas», y pedía a las secciones que dieran una respuesta «categórica» para que «en lo sucesivo no malgaste el tiempo ningún comité sobre estas cuestiones».164

El Comité Nacional de Enlace entre la UJCE y la FJS aprobó un programa para atraer a las juventudes libertarias que incluía la lucha por la amnistía y contra la pena de muerte, pero también responder a «las concentraciones reaccionarias», la defensa de los sindicatos de clase, y el restablecimiento de la libertad de prensa y la de reunión.165 La Juventud Comunista de Cataluña, por su parte, propuso a las Juventudes Libertarias una acción conjunta basada en la lucha contra la guerra, la libertad de los presos, la reapertura de los centros obreros y la libertad de la prensa obrera, que la dirección libertaria pasó a consideración de sus secciones aunque decía que «no es ahora el momento más oportuno para esta alianza, pues asunto es este merecedor de más amplio estudio y por otra parte no podemos ser instrumentos de sus consignas», en las que incluía –aunque la carta de la juventud comunista no lo nombraba– el «frente popular con todos los partidos políticos de la democracia burguesa», «teniendo en cuenta la actitud adoptada por la III Internacional que subvierte los intereses del proletariado del mundo entero a la defensa de los intereses imperialistas de la URSS»,166 una postura no muy diferente, como veremos, a la que mantendría la Juventud Comunista Ibérica del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), sobre la política fren-tepopulista.

Sin embargo, hubo algunos acercamientos entre jóvenes socialistas, comunistas y libertarios en los ámbitos locales y provinciales. Por ejemplo, en noviembre de 1935 la Juventud Libertaria de Torrelavega (Santander) propuso a la Juventud Socialista de la localidad la creación de un comité de enlace, considerando que había «una gran corriente, quizá algo simplista, hacia la unificación proletaria» y, aunque reconocía que las diferencias ideológicas hacían imposible la unificación, proponía crear «órganos de defensa» formados por miembros de ambas organizaciones «por instinto de conservación» para dar «al traste con los propósitos de la reacción de instaurar una dictadura jesuítico militar». La Federación Provincial de Santander autorizó a su sección a iniciar conversaciones sobre el tema mientras consultaba a la Ejecutiva Nacional juvenil socialista.167

Las mismas relaciones entre la FJS y la UJCE pasaron por numerosos altibajos. Siguiendo un proceso que repite lo sucedido antes de octubre, ambas organizaciones dijeron estar atrayendo a las bases de la otra, aunque también, al igual que antes de octubre, no hay ningún elemento que permita confirmarlo; y la dirección de la organización juvenil socialista se quejó de que los comunistas «no desperdician ocasión para arremeter contra nosotros», lo que puede ser la corrección en la práctica del acuerdo entre ambas organizaciones que pedía el secretariado romano de la IC en la carta de enero citada anteriormente. En junio, Joven Guardia informó de que las relaciones en el Comité Nacional de Enlace y en el de Madrid habían estado interrumpidas durante más de dos semanas por la negativa de la Comisión Ejecutiva de la FJS a continuarlas hasta que no comprobase ciertas denuncias hechas por algunas de sus secciones en relación con «maniobras comunistas sobre el trabajo en común», que «se aclaró que se trataba de una interpretación equivocada que alguna sección dio a unos comunicados del comité central» de la UJCE. Así, era difícil que las Juventudes Socialistas aceptasen las propuestas de la UJCE de «ampliar el carácter de órganos consultivos que actualmente tienen los comités de enlace a órganos ejecutivos con poderes para ejecutar un programa de lucha común», que debía incluir la lucha «por todas las reivindicaciones políticas, económicas y culturales de la juventud», la amnistía, y la «unificación de las milicias», entre otros temas.168

La FJS informó a sus secciones de esta crisis en una circular en la que les instaba a llevar la iniciativa planteando actividades a los comités de enlace: «Hasta ahora –y lo declaramos con orgullo– no ha habido una sola sección que haya obrado contra el criterio de la CE [Comisión Ejecutiva] en el problema de la unidad». Defendía que «los comités de enlace siguen siendo órganos de relación y proposición» y decía que había que «convencer a los jóvenes comunistas de que en tanto esta primera etapa no sea realizada con toda lealtad y se cree una plena confianza de una organización hacia la otra, no habrá posibilidad de avanzar más». A la vez, pedía a las secciones que informasen de cualquier «maniobra que podáis advertir» y que buscaran atraer a los jóvenes libertarios y hacer que sus organizaciones locales pidiesen al Comité Peninsular de la FIJL que se sumase al Comité Nacional de Enlace, ya que la dirección juvenil socialista seguía manteniendo que el trabajo común debía limitarse a las organizaciones obreras, «sin que debáis establecer relaciones con los jóvenes republicanos».169

Al igual que otros ejemplos que hemos visto y que veremos posteriormente, esta circular muestra que a pesar de la represión y de los problemas que ésta generaba, la comunicación entre las distintas secciones de la FJS se mantuvo –no sin dificultades– y en algunos casos llegó a ser muy fluida, lo que significa que las diferentes secciones juveniles socialistas pudieron estar muy al tanto de las relaciones y negociaciones entre su dirección nacional y la de las juventudes comunistas. Aunque este proceso generó tensiones ya antes del acuerdo de unificación orgánica, difícilmente se puede hablar de traición, engaño o venta de la Juventud Socialista a los comunistas por parte de la ejecutiva de la FJS, como se diría durante largo tiempo y se mantiene actualmente desde ciertas visiones partidistas.

Y si los jóvenes tuvieron un papel importante en la labor propagandística realizada por las organizaciones obreras durante el año 1935 –los detenidos y/o procesados por actividades de propaganda clandestina, principalmente el reparto de octavillas de distintas organizaciones, fueron principalmente jóvenes– la labor propagandística juvenil, tanto en el ámbito nacional como en los ámbitos locales, fue en muchos casos conjunta entre las organizaciones socialista y comunista, y, frente a la postura del PSOE, que circunscribió la acción conjunta con el PCE a aspectos puntuales de la lucha contra las consecuencias de octubre, incluyó tanto temas relativos a la represión posterior a octubre de 1934, como cuestiones políticas más generales. Así, se conservan octavillas conjuntas de la ejecutiva de la FJS con la de la UJCE no sólo contra las penas de muerte de procesados por los sucesos de octubre de 1934, sino también contra las concentraciones de la JAP en Uclés y Medina del Campo (26 de mayo y 29 de junio de 1935, respectivamente); sobre la ocupación de Abisinia por Italia o sobre el primero de mayo de 1935.170 Ya en enero de ese año, una octavilla conjunta de la juventud socialista y comunista anunció la conmemoración, entre los días 15 y 25, de la muerte de Lenin, Karl Liebknecht y Rosa de Luxemburgo, con el nombre de «semana de las tres L», como se hacía desde las organizaciones comunistas. Por recordar este aniversario colocando pegatinas con diferentes lemas firmadas por «Juventudes Socialistas y Comunistas de Madrid» fueron detenidos en la noche del 17 de enero cinco jóvenes, 2 de los cuales reconocieron ser miembros de la JSM y otros dos de la JCM. Esta actividad, según uno de los detenidos, se había acordado «entre un grupo de jóvenes comunistas y otro de socialistas». Joven Guardia destacó que en Madrid muchos trabajos de propaganda se habían hecho, «desde un comienzo», «sobre la base del frente único con los jóvenes socialistas».171

Continuó, por tanto, el acercamiento de la FJS a símbolos, movilizaciones y consignas comunistas que hemos visto en Renovación antes de octubre. Otro ejemplo es su defensa de una huelga general el primero de mayo, propuesta defendida por los comunistas. La JSM publicó una octavilla que llamaba «al paro absoluto y total de la clase trabajadora», frente a las consignas de la Casa del Pueblo de Madrid que planteó que parasen sólo los obreros de los oficios que tuvieran establecido en sus bases de trabajo que el primero de mayo no era día laborable. También la Federación Provincial de Juventudes Socialistas de Madrid dijo que «el deber de los jóvenes socialistas» era «evitar por todos los medios que se trabaje». Aún asumiendo las peticiones socialistas a los poderes públicos por «nuestros deberes de disciplina», decía rechazar este tipo de actuación: «al estado a que han llegado las luchas de clases (sic), y sobre todo, después de Octubre, a la burguesía no se le puede ir por las buenas a pedirles».172

También surgieron nuevos símbolos, procedentes de la lucha de octubre y las protestas políticas anteriores. El número de 25 de noviembre de 1934 del periódico clandestino juvenil socialista UHP incluyó una foto de Ángel San Juan, el joven socialista muerto en Madrid en las jornadas de octubre; y la JCM recordó la muerte de Juanita Rico y de Joaquín de Grado en una octavilla. Aunque la convocatoria de la huelga del 22 de abril de 1934 había provocado importantes discusiones entre la FJS y la UJCE en las reuniones de finales de julio del mismo año, Juventud Obrera, el órgano de prensa de la JCM, conmemoró dicha movilización en su primer aniversario, considerando que ese día se había «sellado» la unidad de acción entre ambas organizaciones, al igual que recordaron la fecha las direcciones nacionales juveniles en un manifiesto conjunto que pedía luchar contra la pena de muerte, por la liberación de los presos y el restablecimiento de la libertad de prensa, «el derecho de sindicación y organización sin limitaciones para los jóvenes obreros, trabajadores y estudiantes» y «contra los ataques a los derechos de los estudiantes y la FUE».173

Y la defensa de la organización estudiantil fue también una actividad conjunta de ambas organizaciones. Una circular de la FJS anunció la constitución de la Unión de Estudiantes Antifascistas entre los estudiantes comunistas y socialistas de la FUE, lo que confirma Segis Álvarez, que dice que fue lo que les permitió lograr el control de la UFEH en el congreso prácticamente clandestino que ésta celebró en diciembre de 1935 en Madrid,174 donde se insistió en defender como postulados de la FUE «la popularización de la cultura, la enseñanza gratuita, la reforma de la enseñanza y del profesorado, la autonomía universitaria; la lucha contra el paro intelectual, [y] la defensa de la paz». Como ya se había hecho en el congreso de 1933, se reclamó la revisión del profesorado, apartando a los profesores por abandono de cátedra o incapacidad docente; y se reclamaron garantías financieras, de autonomía y pedagógicas, frente a las «ventas de aprobados» que se producían en la universidad.175

Ante el primer aniversario de la insurrección de octubre, la dirección nacional de la FJS, a través de una circular firmada por su secretario general, es decir, por Santiago Carrillo, autorizó a sus secciones a hacer manifiestos con la UJCE. La circular explicaba que se había firmado un manifiesto conjunto nacional pero que las secciones debían intentar reproducirlo por la escasa tirada que se había podido realizar. Sin embargo, defendía también respetar la decisión del PSOE de que los actos se celebrasen sólo con organizaciones socialistas, aunque se quejaba de que el partido no hubiera dado instrucciones para el aniversario, por lo que la dirección juvenil planteaba las suyas propias: destacar que «Octubre había sido un movimiento proletario por la conquista del poder», que el Partido Socialista había sido su único dirigente –responsabilidad que el PSOE no asumió en ningún momento–, y que había detenido «la marcha ascendente del fascismo».176

Por tanto, aunque se ha destacado que la convivencia en la cárcel después de octubre de 1934 de dirigentes de la FJS como Carrillo y Hernández, y de la UJCE, como Trifón Medrano y Jesús Rozado, favoreció la unificación en las Juventudes Socialistas Unificadas, la participación conjunta en la acción insurreccional y/o huelguística de miembros de ambas organizaciones en octubre de 1934 y la importante labor unitaria tanto entre las direcciones nacionales como entre las organizaciones de base después de octubre sería igual o más importante para la unidad posterior. Como decía el primer «saludo conjunto» de las dos direcciones juveniles, «nuestra unidad se ha forjado a lo largo de los combates de Octubre, y posteriormente, en más de un año de luchas comunes».177

Se puede decir, por tanto, que a lo largo de 1935 la colaboración entre ambas organizaciones había llegado a un nivel importante –el comité nacional de enlace llegó incluso a elaborar un boletín interior titulado Unidad de acción178 y había continuado el acercamiento de la juventud socialista a símbolos, movilizaciones y consignas comunistas que se había iniciado antes de octubre. Y a pesar de todas las tensiones que hubo a lo largo de este proceso, fue ésta la única relación entre organizaciones juveniles que fructificó tras la insurrección de octubre, aparte de la unidad de las pequeñas organizaciones juveniles del BOC y de la ICE en la Juventud Comunista Ibérica en septiembre de 1935, al unificarse sus organizaciones de adultos en el Partido Obrero de Unificación Marxista, en un proceso inverso al que se produciría entre las juventudes socialistas y las comunistas oficiales, al realizarse primero la unión de los partidos. Pero la organización juvenil, que mantuvo el nombre de JCI, fue, como sus precedentes, una fuerza meramente testimonial en el conjunto del Estado, con la excepción de Cataluña. Y, significativamente, entre los militantes del BOC que se opusieron a la unificación con la ICE se encontraban miembros de la juventud como Martí Salvat o Eusebio Rodríguez Salas, que, como recoge Casterás, ingresaron en las Juventudes Socialistas.179

A la situación en que se encontraba la relación entre la FJS y la UJCE a mediados de 1935 se superpusieron, por una parte, el VII Congreso de la Internacional Comunista celebrado del 25 de julio al 21 de agosto de 1935, que estableció la política de frentes populares, y el VI de su Internacional Juvenil, celebrado a finales de septiembre y principios de octubre del mismo año y al que asistió, como delegado de la FJS, José Laín; y, por otra parte, la agudización de la crisis interna del PSOE, que culminaría en diciembre de 1935 con la salida de Largo Caballero de su ejecutiva. Y si las juventudes socialistas europeas fueron en el ámbito socialista las más atraídas por la política de Frente Popular,180 no parece este el caso en relación con la FJS. Aunque tradicionalmente se ha dicho –y yo misma lo he hecho– que dicha política favoreció el proceso de unificación entre la FJS y la UJCE, y si bien es cierto que el VII Congreso de la IC favoreció la unificación juvenil, no parece que fuera por la política de frentes populares en sí misma, sino por otras decisiones tomadas en el congreso comunista: para la FJS fue más importante el «paso previo» para la formulación de la política de frentes populares –es decir, la limitación de la subordinación de los partidos nacionales, a los que se dejó cierta libertad, la definitiva aceptación de un «frente único» desde arriba y el fin de la definición de los socialistas como «socialfascistas», como insistió en varios artículos publicados en Claridad en agosto de 1935 que seguían las líneas trazadas en el folleto Octubre. Segunda Etapa.181

En estos artículos, la Juventud Socialista decía estar prácticamente fuera de «la disciplina de la II Internacional», con cuya línea política «no nos hallamos conformes»,182 aunque se proponía mantener los contactos con las organizaciones de la izquierda de la Internacional Juvenil Socia-lista;183 y se insistía en que lo que separaba a los socialistas españoles de la III Internacional eran los estatutos aprobados en el congreso de 1928, que establecían una férrea subordinación de los partidos nacionales a las directrices del comité ejecutivo internacional.184

En septiembre de 1935 un congreso provincial de las Juventudes Socialistas de Valencia propuso «a las Ejecutivas del Partido y las Juventudes que activen las conversaciones para llegar a una inteligencia con la III Internacional (…), así como que la Federación Nacional de Juventudes Socialistas se dirija a los camaradas comunistas exponiéndoles la conveniencia de reunir o fundir en un sólo organismo nacional juvenil los actuales». Pero el congreso se adhirió también a las posturas expresadas en el folleto Octubre que, como hemos visto, estaban lejos de los frentes populares.185 Ya en octubre, José Laín publicó en Claridad un escrito donde elogiaba los acuerdos del VII Congreso de la IC, pero no había en él ninguna referencia a la política de frentes populares, sino que se destacaban los aspectos antes mencionados. En primer lugar, apoyaba la libertad que se daba a las secciones nacionales: «implícitamente la IC ha reconocido sus faltas. Sectarismo, espíritu estrecho, aplicación mecánica de las consignas, aislamiento de las masas (…) Se encarga a las secciones resuelvan por sí mismas, dentro de la línea de la Internacional, sin esperar el maná del acuerdo del comité ejecutivo. Y si esto se lleva a la práctica, ¡adiós a la dictadura moscovita!». En segundo lugar, destacaba la propuesta de unidad hecha a la socialdemocracia, que, según Laín, debía basarse en «rompimiento total con la burguesía, previa unidad de acción, reconocimiento por parte del partido unificado y de todos sus miembros de la necesidad del derrumbamiento violento de la burguesía, y de la dictadura del proletariado, ejercida a través de los Soviets». Y todavía a finales de diciembre de 1935, un periódico zaragozano que se presentaba como «expresión concreta de la unidad de acción establecida entre los jóvenes socialistas y comunistas de Zaragoza», defendía la creación y desarrollo de las Alianzas Obreras y Campesinas, que se identificaban con los soviets rusos, considerando que tendrían el mismo papel revolucionario que éstos.186

A los cambios producidos o apreciados en los congresos internacionales comunistas se sumó la diferente actitud adoptada hacia la insurrección española de 1934 por las dos internacionales obreras. La falta de solidaridad de las internacionales socialistas, de la que se quejaría el mismo Largo Caballero pero también los socialistas exiliados en diferentes países europeos, distanció a las juventudes socialistas de la IOS y las acercó a la Internacional Comunista. Como dijo Santiago Carrillo en el informe presentado al solicitar la entrada de la JSU en la Internacional Juvenil Socialista, en abril de 1937, el acercamiento de la FJS a la UJCE había sido favorecido por la ayuda que la Internacional Juvenil Comunista le había prestado a la primera tras octubre de 1934. La juventud socialista española «apenas ha sentido la influencia y el calor de la ayuda de la IJS» por lo que no podía «extrañar» que «nuestra federación se haya ido sintiendo cada vez más alejada» de ella.187

Estas «causas» quedaron reflejadas en noviembre de 1935 en un boletín interno elaborado por la Juventud Socialista Madrileña en el que se defendía la entrada en la Internacional Comunista por «no poder estar aislados de la organización internacional proletaria» –lo que implicaba una clara ruptura con la IOS–; porque «han desaparecido las causas que dificultaban nuestro ingreso» –la subordinación de las secciones nacionales–; por ser «el único medio de consecución de la unidad política en nuestro país» –objetivo de la FJS pero también, al menos en sus discursos públicos, de la izquierda del PSOE–; por «nuestra total identificación con las resoluciones de su VII Congreso en relación con el problema de la unidad», pero no de las alianzas interclasistas, sino de la unidad obrera; «por nuestra aceptación plena de la organización de la conquista del Estado, sobre las bases de la Revolución Rusa» –esto es, la dictadura del proletariado–; «por su solidaridad moral y material con el movimiento revolucionario de octubre» y «por su posición antiguerrera». Sometidos éste y otros planteamientos –como la propuesta de «bolchevizar» el PSOE– a votación entre las células madrileñas, 37 aprobaron por unanimidad sus posiciones; 10, por mayoría –aunque ciertas células plantearon algunas objeciones o propuestas (por ejemplo, que no se ingresara en la Internacional Comunista hasta que no lo hiciese el partido)–, y 11 discreparon de algunos puntos, pidieron aclaraciones sobre otros o hicieron sugerencias.188

Por tanto, sólo en cierta medida era cierto lo que decía Gerö, uno de los miembros del Secretariado Romano de la IC, de que «los JS emplean nuestro lenguaje», porque en muchos aspectos era el lenguaje anterior al VII Congreso. Además, este lenguaje no era unánime, como indica la misma votación entre las células de la JSM, pero también una carta enviada por los jóvenes socialistas presos en la cárcel de Oviedo a su comité ejecutivo nacional en la que le pedían explicaciones por el desarrollo de la insurrección de octubre en Madrid y por su actuación en ella, criticaban su propuesta de bolchevizar el partido y defendían una alianza electoral con los republicanos de izquierda.189 Como muestran otros ejemplos citados anteriormente, la división existente en el PSOE se daba también en su organización juvenil y aunque la dirección de la FJS y gran parte de sus militantes apoyaron a Largo Caballero, también hubo organizaciones provinciales y locales y cuadros intermedios que apoyaron al centrismo socialista representado por Prieto.

En todo caso, la posición hacia el VII Congreso de la Comintern muestra que en esos momentos el acuerdo de la FJS con la postura comunista no era total, sino que la organización juvenil seguía estando más cerca de las posiciones de la izquierda socialista que no aceptaba todavía la política de frente popular. Como ya dijo Santos Juliá, la lectura que los largocaballeristas hicieron del VII Congreso de la Internacional Comunista «era parcial y partidista, en el sentido de que leían exclusivamente aquello que coincidía con sus intereses en la lucha interna del partido y se olvidaban, o relegaban a un segundo plano, aquellas otras decisiones del congreso que impugnaban determinados aspectos de su política. Por ejemplo, la importancia que daba el congreso al bloque popular sobre el frente único».190

La valoración realizada por la juventud socialista de los resultados de los congresos internacionales comunistas explica también la postura que mantuvo ante la formación del Frente Popular en España, frente a la de la UJCE que, como hizo el PCE, pasó a apoyar la formación de un «Bloque Popular» tras el VII Congreso. A la FJS le costó apoyar la constitución de un Frente Popular por su rechazo a cualquier alianza con los republicanos. Este apoyo fue requerido especialmente por la izquierda socialista al ser la organización juvenil uno de sus principales baluartes. Todavía en noviembre de 1935 se hablaba de que dos de los tres representantes de la FJS en una reunión conjunta con el PSOE y la UGT –«Leoncio» (Pérez) y Hernández Zancajo–, estaban en contra de la coalición, aunque Santiago Carrillo dijo esperar que la organización juvenil la aprobara.191 La FJS aceptó el Frente Popular en diciembre de 1935, justificándolo por la «obligación de intentar salir a través de ella [la lucha electoral] de esta dolorosa situación», en clara referencia a las consecuencias de la represión de la insurrección de octubre de 1934, pero especificando también que no renunciaba a sus entonces objetivos máximos de «revolución y dictadura del proletariado»: este compromiso no va a «economizarnos una revolución». Planteaba también que, paralelamente, las organizaciones proletarias tenían que preparar «sus cuadros de lucha para los acontecimientos que puedan sobrevenir» y que debía «intensificarse la labor de depuración orgánica» del partido. Continuas referencias a la amnistía habría también en la «explicación oficial» de la dirección juvenil socialista. Y, dado lo analizado anteriormente, difícilmente se puede decir que estas matizaciones eran «manifestaciones justificativas del abrazo de las teorías de Dimitrov y de la Internacional Comunista», siendo Dimitrov uno de los principales, sino el más importante, impulsor del frentepopulismo en el movimiento comunista.192

Si bien es cierto que Carrillo se definió públicamente como «comunista» antes de la formación del Frente Popular («las rectificaciones de la III Internacional» nos colocan «en un plano político semejante al de los comunistas»), no es menos cierto que esta identificación no estaba tan clara con referencia a la política de alianzas, de la que no hablaba en su definición de «comunista».193 A finales de noviembre de 1935, le había dicho a Margarita Nelken que el discurso de Dimitrov en el congreso de la Internacional Comunista le parecía «magnífico», pero que había cosas con las que no estaba de acuerdo, «sobre todo en lo que se refiere al modo de llegar al Frente Popular en España, para el que no considera tramite obligado el frente previo de la clase obrera», lo que rechazaba: sin el frente obrero, no podía «haber una alianza con la burguesía».194

El papel de las organizaciones juveniles en el proceso de formación del Frente Popular fue bastante escaso. Ni la UJCE ni la FJS tuvieron representación propia en los comités que discutieron el programa y elaboraron las candidaturas del Frente Popular, aunque las juventudes socialistas consiguieron que miembros destacados de su organización estuvieran en las listas electorales y fueran elegidos diputados: es el caso, por ejemplo, en Madrid, de Carlos Hernández Zancajo (por la circunscripción de la capital) y Luis Rufilanchas195 (por la circunscripción provincial). Además, la FJS tuvo un representante (José Cazorla) en el llamado «comité paralelo» formado entre las organizaciones obreras, y éste firmó el programa del Frente Popular en nombre de la organización juvenil socialista, lo que muestra que ésta había logrado un grado de autonomía del partido mayor que el de la UJCE con respecto al PCE. Sin embargo, los responsables de las tres principales organizaciones juveniles de los partidos que integraban el Frente Popular fueron candidatos a diputados: Carlos Hernández Zancajo, por Madrid capital; Trifón Medrano, secretario de la UJCE, por Ciudad Real; y Prudencio Sayagués, presidente del Comité Nacional de la Juventud de Izquierda Republicana, por Huelva.196

La juventud jugó un papel destacado en la actividad propagandística de cara a las elecciones y el llamamiento conjunto de las direcciones de la FJS y la UJCE a votar al «bloque popular» utilizó ya el lenguaje del PCE, e incluyó también algunas reivindicaciones juveniles, como la enseñanza laica y gratuita, la creación de escuelas de oficios, el libre acceso a la universidad de todos los jóvenes capacitados, la jornada de seis horas para los menores de 16 años, la abolición de lo que llama «ley de Salazar Alonso», es decir, del decreto que limitaba la participación política de los jóvenes, o la concesión «de todos los derechos políticos» a la juventud. Recién entonces las organizaciones juveniles (comunista, socialista y republicanas) celebraron actos conjuntos.197 También realizaron llamamientos conjuntos pidiendo expresamente a los militantes de la CNT que votaran al Frente Popular.198

Mundo Obrero destacó el papel de los jóvenes en el triunfo del Frente Popular –«la juventud se ha volcado unánime en apoyo de la victoria», «lo mismo que preparó con su audacia y agitación el éxito de este día», fue el «rondín vigilante para la seguridad de la expresión de la voluntad popular», lo que creaba al nuevo gobierno republicano, según el periódico comunista, «una deuda urgente en cancelar», dando respuesta a las necesidades de la juventud. Se hacía una referencia expresa a la concesión de derechos políticos a los jóvenes desde los veintiún años, como había recogido el programa elaborado por la FJS, aspiración en la que, decía, «coinciden las grandes masas juveniles laboriosas de España».199

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