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Articulación de conexiones y relaciones científicas

Esta sección pretende resaltar un aspecto de la trayectoria de los tres científicos en relación con los vínculos que lograron construir en los contextos por donde transitaron y en los que se establecieron por un tiempo, el cual fue significativo personal y profesionalmente. Este enfoque no supone que el actor transnacional sólo sea capaz de generar conexiones que se pueden calificar en sí mismas como transnacionales, evidentemente su ámbito de intervención puede abarcar diferentes escalas (local, nacional, regional, internacional o transnacional) (Dietze y Naumann, 2018). En este trabajo, se propone reconocer la trascendencia de este tipo de actores desde sus contribuciones al conocimiento, gracias a los vínculos que construyeron y que no se circunscriben de manera simple a una nación en particular, sino entre varios contextos nacionales. Esta aproximación resulta aún más pertinente si se toma en cuenta que en los tres casos existe un énfasis a sus contribuciones en el marco de historias de la ciencia nacional (Argentina, Brasil y México), lo cual significa una limitante para el estudio de procesos históricos que salen de esa escala de análisis.

Como se mencionó, Manuel Sandoval Vallarta construyó una carrera científica destacada en Estados Unidos, cuyos logros se proyectaron en México. Por ejemplo, se anunció la concesión de la beca de la Fundación Guggenheim (1927) en un periódico de circulación nacional en México, a la par que en los medios de comunicación internos del mit.13 Además, la Sociedad Científica “Antonio Alzate” (scaa) le envió una nota de felicitación en la que reconocía que los logros que acumulaba en Estados Unidos pertenecían también a “la Patria”.14 Años después, Sandoval Vallarta colaboró con la Fundación Guggenheim en la evaluación de solicitudes para su programa de becas dirigido a científicos, intelectuales y artistas latinoamericanos, en especial para realizar viajes de estudio en Estados Unidos. De hecho, los primeros físicos y matemáticos mexicanos becados por la Fundación Guggenheim eligieron al mit, quizá para seguir los pasos de Sandoval Vallarta.15 Incluso, éste fue intermediario para gestionar que un colega matemático del mit, Dirk Jan Struik, con quien colaboraba y tenía una buena relación, viajara a México a impartir una serie de conferencias en la Universidad Nacional Autónoma de México (unam).16 Tales acciones contribuyeron a los esfuerzos de algunos universitarios interesados por la investigación científica, como Ricardo Monges López, quien impulsó la creación de la Escuela y el Instituto de Ciencias Físicas y Matemáticas, en lo cual Sandoval Vallarta fue un aliado importante.

Esta alianza obtuvo impulso con la investigación de los rayos cósmicos a partir de 1932, cuando tuvieron lugar en México varias expediciones científicas organizadas por físicos estadounidenses. Sandoval Vallarta colaboró en estas investigación y promovió la implicación de profesores de la Escuela Nacional de Ingenieros y miembros activos de asociaciones científicas mexicanas como la scaa y otras asociaciones científicas mexicanas, entre ellos Monges López, Alfredo Baños y Carlos Graef (Mateos y Minor, 2013). Además, ayudó a estos dos últimos a obtener la beca Guggenheim para estudiar el doctorado en física en el mit y supervisó sus tesis. Al terminar sus estudios, Graef y Baños regresaron a México con el objetivo de liderar la creación de instituciones de investigación científica. Sandoval Vallarta tuvo la habilidad de crear conexiones entre la física de Estados Unidos y México, utilizarlas en favor de sus intereses científicos a partir de una agenda de investigación delineada desde Estados Unidos y, al mismo tiempo, orientarlas hacia la creación de instituciones científicas que venía gestándose en México.

Asimismo, en un contexto de creciente importancia de las relaciones hemisféricas, Sandoval Vallarta se acercó a otros latinoamericanos, quienes, desde Estados Unidos, creían que podrían contribuir al bienestar y al progreso de las naciones latinoamericanas (Minor, 2019a). En su caso, no parece que haya defendido un latinoamericanismo explícito, pero sus acciones muestran un cierto interés en ese sentido y, más que eso, una convicción sobre la importancia de fortalecer las relaciones hemisféricas. Así, también recibió en el mit a algunos físicos del sur del continente, como Ernesto Sábato y Félix Cernuschi, de Argentina. De esta manera, Sandoval Vallarta contribuyó a establecer vínculos en una y otra direcciones. Su posición de enlace le abrió una posibilidad de intervención con el objetivo claro y explícito de fortalecer las relaciones interamericanas durante la Segunda Guerra Mundial, por una vía de la diplomacia cultural enfocada en la ciencia. Específicamente, Sandoval Vallarta propuso un mecanismo para acercar la ciencia de América Latina y Estados Unidos, a través de la traducción de artículos científicos producidos en aquélla para ser publicados en revistas científicas de ésta (Minor, 2016). Esta intervención lo posicionó como alguien capaz de interpretar uno y otro contexto y construir mecanismos de intercambio por su pertenencia múltiple (aunque también sería motivo de cuestionamientos).

Como Sandoval Vallarta, Gleb Wataghin encontró en la investigación de los rayos cósmicos un terreno conveniente para crear en Brasil un grupo de investigación en física. La importancia de Wataghin en la formación de la comunidad de físicos en Brasil es indiscutible, y ha sido reconocida en la historiografía de la ciencia brasileña (Schwartzman, 1979: 251-257). Además de tener la habilidad de involucrar a sus estudiantes en labores de investigación y en la preparación de artículos científicos para publicarlos en revistas locales y extranjeras (como Il Nuovo Cimento o Physical Review), promovió a varios de ellos para que fueran a estudiar a algunos de los centros de investigación de física más importantes en Europa, principalmente. Por mencionar algunos casos, Mario Shönberg fue a Italia con Fermi y a otros lugares de Europa; Marcello Damy de Souza Santos y Sonja Ashauser, a la Universidad de Cambridge, en Inglaterra; y César Lattes y Ugo Camerini, a la Universidad de Bristol. Wataghin reconoció que sus contactos en Europa fueron fundamentales para la formación de estos físicos brasileños: “[…] os formei, ajudado por grandes físicos de toda a Europa, da Alemanha, Inglaterra e Itália” (Silva, 1975: 41). Las condiciones que Wataghin puso para aceptar trasladarse a Brasil fueron mantener sus contactos en Europa y garantizar los permisos para volver a Europa por periodos de algunos meses al año: “Isto foi ótimo para mim, e também para o Brasil” (Silva, 1975: 41). Esta dinámica se vio interrumpida con la Segunda Guerra Mundial, pero abrió un circuito de intercambio académico con Estados Unidos.

En particular, cabe resaltar la conexión que Wataghin mantuvo con Italia. Al llegar a Brasil, impartió cursos de física en italiano, para lo cual preparó un libro de texto en esta lengua que fue publicado por la usp.17 Algunos de sus estudiantes mencionaban que para seguir sus clases debían tener un cierto conocimiento de italiano. Seguramente, esta condición no representó un impedimento para César Lattes, hijo de inmigrantes italianos que asistió a un colegio italiano en São Paulo. Wataghin conocía al padre de Lattes, pues trabajaba en el banco ítalo-francés al que solía acudir en São Paulo. El padre de Lattes le habló del interés de su hijo por la ciencia y en respuesta pidió que lo buscara en la usp (Andrade, 1998). Esta anécdota muestra la cercanía de Wataghin con la comunidad italiana en São Paulo. Inclusive esta comunidad donó recursos para la construcción del edificio de física teórica en el nuevo campus de la usp a finales de la década de los cuarenta (Campos, 1954). Además, en 1937, Wataghin invitó a otro físico italiano, Giuseppe Occhialini, a unirse a su grupo de investigación de rayos cósmicos en Brasil (Andrade, 2006). Occhialini permaneció en Brasil hasta que acabó la Segunda Guerra Mundial, después se fue a Inglaterra, a la Universidad de Bristol, institución en la que Lattes continuó sus estudios.

Las conexiones italianas propiciadas por Wataghin son solo una parte de la historia, pues también procuró mantener sus contactos con otros científicos europeos. Además, con el tiempo generó otros circuitos para el intercambio académico, a partir del apoyo que recibió de la Fundación Rockefeller en la década de los cuarenta, que contribuyeron a estrechar los lazos entre físicos de Brasil y Estados Unidos.18 Dicha relación hizo posible que Marcelo Damy de Souza Santos fuera a la Universidad de Indiana y Oscar Sala, a la de Wisconsin, para capacitarse en la investigación con aceleradores de partículas Betatron y Van de Graaff, respectivamente. Además, Wataghin recibió a algunos físicos de la región en estancias de investigación, entre ellos a la argentina Estrella Mazzolli de Mathov y al uruguayo Walter Hill.19 Sin duda, Wataghin tuvo muy clara la importancia de establecer conexiones en el extranjero para apoyar sus esfuerzos por conformar un grupo de investigación de física en Brasil.

La conexión de la física brasileña e italiana resulta interesante y debería explorarse más allá de lo que se ha señalado aquí. El caso de Wataghin, como el de Manuel Sandoval Vallarta, plantea pensar que la migración de estos científicos debe analizarse en el marco de flujos de migración más grandes; por ejemplo, en relación con la comunidad italiana en Brasil, sobre todo en São Paulo. En este sentido, los físicos italianos que se vieron en la necesidad de migrar, de alguna manera continuaron manteniendo una cierta conexión como comunidad. De ahí que el estudio de Gleb Wataghin como actor transnacional suscita nuevas preguntas.

Por su parte, Guido Beck fue importante para estrechar la relación entre la física en Argentina y Brasil, en particular por sus propios desplazamientos entre ambos países. Llegó al Observatorio Astronómico de Córdoba en 1943 con la misión de difundir las discusiones más recientes de la física teórica (Videira, 2001). Como físico teórico encontró interlocutores interesantes en Brasil, entre ellos el mismo Wataghin y su alumno Mario Schönberg, en São Paulo, y otro grupo de físicos brasileños que había en Río de Janeiro, como José Leite Lopes. En 1947, éste invitó a Beck a Río de Janeiro, donde permaneció algunos meses. En 1951 aceptó trasladarse definitivamente a Brasil, atraído por el nuevo Centro Brasileiro de Pesquisas Físicas (cbpf), en Río de Janeiro, el cual había sido creado pocos años antes, bajo el liderazgo de Lattes y Leite Lopes (Andrade, 2001). Permaneció en el cbpf por poco más de una década, con una interrupción entre 1954 y 1956, periodo en el cual ocupó la cátedra de física teórica en la usp (la misma que Wataghin dejó vacante tras su regreso a Italia en 1949). En 1962, Beck volvió a Argentina, esta vez al Instituto de Física de Bariloche, con la misión de fortalecer el grupo que había formado y liderado uno de sus primeros estudiantes, José Antonio Balseiro (hasta su repentina muerte ese mismo año). Su última década de trabajo la dedicó al Instituto de Física de la Universidad Federal de Río de Janeiro, al cual se unió en 1975. A decir de Beck, y así lo confirman especialistas en su trayectoria como Antonio Augusto Passos Videira, sus movimientos entre Argentina y Brasil se debieron al ambiente político que a su modo de ver dificultaba el quehacer científico (Pinto y Schwartzman, 1977; Videira, 2001).

Además, Beck promovió la participación de brasileños en las reuniones de la Sociedad Argentina de Física, realizadas desde 1944 en Mendoza y que él se esforzó por mantener con cierta regularidad (Pinto y Schwartzman, 1977; Ortiz y Rubinstein, 2009). Wataghin, Shönberg y Leite Lopes, entre otros, asistieron a las reuniones, lo cual contribuyó a despertar el interés entre los físicos argentinos por viajar a Brasil para estrechar estos contactos. Por ejemplo, en 1947, Estrella Mazzolli de Mathov fue a Brasil para hacer una estancia de investigación en el grupo de Wataghin, en la usp; su tesis doctoral fue producto del trabajo de investigación que ahí realizó, de hecho fue una de las primeras físicas argentinas en obtener el doctorado (Mazzolli, 1948). En Brasil, Mazzolli construyó un detector de rayos cósmicos, el cual llevó consigo al volver a Argentina, aprendió algunas técnicas de investigación experimental en el campo de la física de rayos cósmicos y promovió una colaboración con el grupo de Wataghin: “Habíamos hablado con el Dr. Wataghin de una colaboración. El profesor Wataghin necesita que se realicen mediciones en la Argentina, en Chile, Bolivia, etc. de showers penetrantes, cosa que nosotros estamos en condiciones de hacer”.20 En las cartas que le escribió a Beck durante su estancia, Mazzolli incluso llegó a decir: “[…] aquí hay mucho que aprender, no sólo en estudio, sino también en organización”.21 El archivo personal de Guido Beck, que permanece en el cbpf, es relevante para entender cómo se formularon este tipo de dinámicas de intercambio entre la física de Argentina y Brasil (Videira, 1994).

La experiencia de Beck en diferentes instituciones de Argentina y Brasil involucró un ejercicio de comparación de la física y la ciencia en ambos países. Beck hizo comentarios al respecto en varias de las entrevistas que le hicieron y en otros escritos que se encuentran en su archivo, sobre todo se conservan sus apreciaciones referentes a lo que haría falta para mejorar las condiciones de la investigación científica en América Latina (Videira, 2005). Puede decirse que los casos de Beck, Wataghin y Sandoval Vallarta fueron inspirados por un afán de crear tradición de investigación en física en América Latina y que contribuyeron al desarrollo y consolidación de esta disciplina, tanto por sus propias investigaciones como por las conexiones y dinámicas de intercambio académico.

Coyunturas y condiciones al transnacionalismo

Dominique Pestre, en sus comentarios finales a uno de los primeros números especiales de historia transnacional de la ciencia, critica la visión de lo transnacional, que en general es positiva, pero parece restar importancia a los grandes intereses políticos y económicos que la sostienen (Pestre, 2012). En su opinión, parece que se dan por hecho los fenómenos transnacionales como una consecuencia inevitable del mundo globalizado. Para atender tal crítica sería importante considerar las coyunturas históricas específicas que colocan al sujeto en una situación de transnacionalismo, así como las condiciones que le permiten u obstaculizan jugar un papel en establecer conexiones. Otro tema a considerar es que muchas veces el mundo no parece estar preparado para la existencia de sujetos transnacionales. A pesar del ideal de un mundo donde las fronteras sean cada vez más difusas y permeables, existen límites territoriales reales y simbólicos que se resisten a ese ideal de un mundo interconectado, donde no es posible el libre flujo de personas y, cuando lo es, hay una serie de restricciones formales y simbólicas, externas o que el individuo se impone.

En los ejemplos abordados, la condición de transnacionalismo también involucró una serie de restricciones sobre el tipo de actividades que estaban permitidas o restringidas. Sandoval Vallarta no pudo dirigir el Departamento de Física del mit, porque no era el momento político dentro de la institución ni causó consenso, entre otras cosas, por no ser estadounidense (Alexander, 2011: 338). Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, aunque Sandoval Vallarta se interesó por participar en los programas de investigación que se emprendieron en el mit como parte del esfuerzo de guerra, no fue posible por razones que no se hicieron explícitas, pero un impedimento pudo ser un requisito que no cumplía al tratarse de investigaciones secretas: tener la nacionalidad estadounidense. En cambio, Sandoval Vallarta encontró un espacio para contribuir al esfuerzo de guerra a través de un proyecto para fortalecer las relaciones científicas entre Estados Unidos y América Latina, en el marco de la diplomacia cultural del gobierno estadounidense para promover las relaciones hemisféricas. Los acontecimientos de la guerra relativizaron la importancia de esta labor, que para Sandoval Vallarta era su principal contribución al esfuerzo de guerra, pero no para las autoridades del mit. En consecuencia, Sandoval Vallarta recibió la instrucción del mit de reforzar las tareas docentes a través de la impartición de cursos introductorios de física, lo cual tenía una cierta relevancia pues no había suficientes profesores (muchos de ellos estaban comisionados para realizar investigación científica vinculada a la guerra) y era urgente formar más científicos. Sandoval Vallarta interpretó esta petición como el colmo de una situación de marginación institucional, pues implicaba que hiciera a un lado sus esfuerzos para fortalecer las relaciones científicas interamericanas, aunada al aislamiento de las investigaciones de guerra que se hacían en el mit. Por su parte, el mit no entendió la relevancia de lo que el físico hacía y su negativa de aceptar impartir cursos se vio como una falta de lealtad. De ahí que el físico se encontró en una encrucijada entre permanecer en Estados Unidos o volver a México. En otro trabajo he demostrado que esta exigencia en el fondo fue un cuestionamiento a su transnacionalismo en un momento de exaltación de las identidades nacionales, como ocurre durante una guerra (Minor, 2019b).

Gleb Wataghin se enfrentó a una circunstancia semejante durante la Segunda Guerra Mundial. Obtuvo la nacionalidad italiana poco antes instalarse en Brasil, circunstancia que durante la guerra le impidió participar en investigaciones, en las cuales sus antiguos estudiantes brasileños estuvieron involucrados; además, fue separado de su cargo como jefe del Departamento de Física de la usp (Bustamante y Videira, 1993: 283; Schwartzman, 1979: 258-261). En apariencia, verse marginado influyó en su decisión de volver a Italia en 1949, cuando recibió la invitación para ser director del Instituto de Física de la Universidad de Turín (Schwartzman, 1979: 261-264). A pesar de que el regreso de Wataghin a Italia no involucró un dilema tan dramático como el de Sandoval Vallarta, de igual modo ilustra las dificultades que plantea la nacionalidad en situación de transnacionalismo y de cómo en ciertos momentos se vuelve problemática.

Los vaivenes de las situaciones políticas en los diferentes lugares donde estuvo Guido Beck lo empujaron a migrar a sitios más seguros, con mejores condiciones para la investigación científica (Videira, 2001). La situación política en Europa lo llevó a América Latina. En Argentina se mantuvo hasta que en Brasil hubo mayor apoyo a la física, que vino con la creación del cbpf, y cambió de residencia. Sin embargo, a mediados de la década del cincuenta, el cbpf entró en crisis debido a un problema de desvío de recursos; Beck prefirió ir a São Paulo y volver una vez que la situación mejorara en Río de Janeiro. El golpe militar en Brasil lo motivó a ir a Bariloche, en Argentina, para continuar los esfuerzos de José Balseiro. Ahí permaneció hasta que a mediados de la década de los setenta la situación política del país se agravó por el golpe de estado. Regresó a Río de Janeiro, donde otro instituto de física requería de su experiencia. Las idas y vueltas entre Brasil y Argentina fueron motivadas tanto por sus apreciaciones sobre la situación de la ciencia en ambos países como por los vaivenes políticos y la posición que Beck asumió al respecto. Estos tres ejemplos muestran las contingencias históricas que restringen o posibilitan la emergencia del actor transnacional, así como las conexiones que es capaz de crear.

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