Kitabı oku: «El arte de educar jugando», sayfa 2
Cogiendo fuerzas
Para qué. Durante los primeros meses de vida el bebé tiene que adquirir la fuerza y el tono muscular que le permitirá moverse y ser autónomo en sus desplazamientos. Aprender a desplazarse y a moverse de forma autónoma también les permite conocer mejor su ambiente y favorece su curiosidad por aprender del entorno. Para estimularles, podemos realizar actividades como las siguientes:
Cómo
1. Los bebés suelen comenzar a gatear entre los 6 y 10 meses de edad. Para estimularles el gateo, podemos jugar a ponerles sus juguetes favoritos cada vez un poco más lejos de ellos para que traten de conseguirlos mediante el gateo. A partir de los 10-12 meses, también es posible estimular su movimiento construyendo circuitos de obstáculos3.
2. A partir del primer año, cuando ya caminan con más facilidad, es posible estimular la marcha autónoma a través del juego de las pistas. Consiste en esconder algunos objetos por una habitación y pedirles que vayan de un sitio a otro buscándolo. Podemos ir diciéndoles el nombre del objeto y el lugar en el que está escondido para estimular a la vez el lenguaje.
3. A partir de los 12-18 meses de edad es posible jugar con él proponiéndole distintos retos, como llevar su paquetito de pañal a la basura o recoger sus juguetes. Podemos complicarle estas tareas pidiéndole que haga pequeñas marchas rápidas o que se desplace de un modo diferente (por ejemplo, de lado a lado, dando saltos, despacio como un caracol…).
4. A partir de los 24 meses de edad podemos jugar con ellos a construir una tienda de campaña o un supermercado o una cocinita en el salón con distintos materiales como cojines, objetos, sábanas, cajas grandes y pequeñas, pinzas de la ropa…, dado que además de desarrollar las áreas del movimiento, también estimularemos el razonamiento y la creatividad.
Cuándo. En los momentos de ocio, especialmente los días que no se puede salir a la calle porque hace mal tiempo, por ejemplo. También es posible durante algunas de las rutinas diarias.
Mi primer razonamiento
Para qué. En esta etapa los niños comienzan a realizar sus primeros razonamientos, siendo ya capaces de establecer relaciones entre cosas y de hacer agrupaciones o clasificaciones según las características físicas de los objetos. Así, el proceso de clasificación representa los primeros pasos hacia razonamientos posteriores más complejos porque generan relaciones mentales entre objetos y distintos criterios: forma, color, tamaño…
Cómo
1. A partir de los 12-18 meses de edad los niños son capaces de relacionar objetos con imágenes. Para estimularles, te sugiero imprimir unas tarjetas con fotos de distintos objetos cotidianos y pedirle al niño que ponga encima de cada foto el objeto real que corresponde.
2. A partir de los 18-24 meses los bebés ya son capaces de distinguir los colores, por lo que podemos jugar con ellos a que hagan bolas de plastilina de distintos colores y las introduzcan en los botes que están pintados del mismo color. Esto también se puede hacer con otros materiales para que los niños clasifiquen según la forma o tamaño de los objetos.
3. A partir de los 24 meses los niños ya pueden clasificar aspectos más complejos, como por ejemplo, el hábitat de los animales, por lo que se puede jugar a que coloquen distintos animales de juguete encima de imágenes o libros donde se represente la playa, la selva, la granja, etc.
4. A partir de esa edad, también podemos elaborar una «carpeta de plásticos de cosas bonitas» donde es posible exponer con su ayuda durante un tiempo representaciones de cosas que queramos que el niño aprenda, como fotos o dibujos de frutos del otoño o fotos de las vacaciones de medios de transportes, etc. Esto también podemos exponerlo en una cuerda (colgando las fotos o dibujos con pinzas), en la pared o en un corcho.
5. Con los niños cercanos a los 3 años se puede empezar a realizar con ellos experimentos sencillos como, por ejemplo, echar una gota de colorante en un vaso de agua para que vean cómo se mueve el color dentro del vaso o sembrar una lenteja para ver cómo crece a través de los cuidados que le damos.
Cuándo. En momentos de ocio o cuando queráis reforzar algunos aprendizajes del colegio o escuela infantil.
Explosión de vocabulario
Para qué. Los niños aprenden a hablar escuchando hablar a las personas de su entorno, por lo que en esta etapa es imprescindible estimular el lenguaje de nuestros hijos hablándoles mucho. Por otro lado, suelen comenzar a decir sus primeras palabras alrededor de los 12 meses de edad, y mientras que alrededor de los 18 meses suelen utilizar unas veinte palabras, a los dos años los niños ya tienen un vocabulario de unas doscientas palabras aproximadamente y a los 3, de unas mil palabras, por lo que es fundamental estimularles con actividades como las siguientes para favorecer esta capacidad:
Cómo
1. Durante los primeros meses de vida les estimula a hablar el hecho de que respondamos con palabras cariñosas a los intentos comunicativos que realizan a través de sonidos o balbuceos.
2. Desde los primeros meses de vida también les podemos introducir en el mundo de la lectura. Por ejemplo, narrarles cuentos muy cortos, de una forma sencilla, señalando los dibujos, gesticulando y haciendo onomatopeyas de los objetos o seres que aparecen. Cuanto más llamativo lo hagamos, mejor.
3. A partir del primer año de vida, empiezan a decir sus primeras palabras y podemos estimular su vocabulario nombrándole sus juguetes, sus partes del cuerpo, las acciones que hemos hecho en el día, imitar los sonidos de los animales y decir cómo se llama cada animal. Después, iremos pidiéndole que lo hagan ellos.
4. A partir de los dos años también es posible hacer juegos simples como pedirles que terminen las palabras que les vamos diciendo o que acaben las frases de sus cuentos favoritos, ya que, a esta edad, además les encanta ver y escuchar las cosas de forma repetida, lo que también ayudará a su memoria.
5. A partir de esta edad ya son capaces también de seguir instrucciones sencillas, así como de imitar al adulto. Por ello, es muy buena idea estimularles con canciones como «Soy una taza», que requieren hacer lo que dice la letra de la canción, porque, además de estimular el lenguaje y el seguimiento de órdenes, también estimula el sentido del ritmo, el movimiento y el autocontrol.
Cuándo. En momentos de ocio o cuando queráis reforzar algunos aprendizajes del colegio o escuela infantil.
El cerebro en los niños de 3 a 6 años
En esta etapa, los niños ya no son tan dependientes como en la etapa anterior, dado que han adquirido un mayor tono muscular general y una mayor fuerza, habilidad y destreza en sus movimientos, lo que les permite ser más autónomos y poder manipular objetos para experimentar el mundo. Esto, junto al hecho de que la percepción visual ya está madura al finalizar la etapa preescolar, hace que los niños tengan una mejor coordinación ojo-mano y más facilidad para dibujar y escribir.
En esta etapa los niños también empiezan a desarrollar la imagen mental de su cuerpo en relación con los objetos que le rodean y mejoran su capacidad para orientarse en el espacio. Al mismo tiempo, perfeccionan la capacidad para razonar y entender las consecuencias que siguen a algunas acciones. También aparece la capacidad para hacer dibujos sobre las cosas y pensar sobre temas concretos que pueden percibir.
De igual modo se produce una mejora en el lenguaje, lo que permite la aproximación a la lectura a partir de los 4-5 años. La lectura a su vez hará que los niños puedan a acceder a nuevos aprendizajes y enriquecerá aún más su lenguaje.
A lo largo de estos años, también se desarrollan otras capacidades cognitivas muy importantes para el aprendizaje, como son la atención (véase Capítulo 2, «Consigue que presten atención») y la memoria. Así, por ejemplo, entre los 2 y 3 años, los niños ya son capaces de retener dos ítems en su memoria a corto plazo.
Igualmente comienza a desarrollarse algunas funciones ejecutivas, que son aquellas actividades mentales que permiten a los niños controlar, planificar y regular su comportamiento para adaptarse mejor al entorno.
Yo te superviso
Para qué. En esta etapa ya podemos trabajar con los niños la capacidad de supervisar la conducta de los demás y la suya propia, porque así practican la «reflexión de la acción», que es un aspecto fundamental para que realicen adecuadamente sus actividades cotidianas y les permite darse cuenta de los errores para corregirlos.
Cómo
1. Elegimos una actividad que pueda ser motivante, como contar las moneditas de la hucha antes de comprar algún premio (conviene tener en cuenta que, si el niño es muy pequeño, la capacidad para contar todavía es limitada).
2. Mientras nosotros vamos contando, tiene que supervisar que lo estemos haciendo correctamente (podemos equivocarnos a propósito para ver si lo está supervisando bien). El niño no puede decir si hemos contado correctamente o no hasta que termine de contar todas las monedas; así trabajamos también la capacidad de esperar hasta que llegue su turno.
3. Si ya tiene 5 o 6 años, podemos utilizar una hoja de comprobación para que vaya apuntando el número de monedas. Otra actividad es grabarles a ellos mismos contando para que después se vean y se supervisen ellos mismos.
4. Se pueden utilizar otras actividades en las que el niño pueda supervisar al adulto, como decir todos los dibujos de una lámina, recoger todos los juguetes de la habitación, etc.
Cuándo. Podemos hacer esta actividad cuando volvemos de hacer la compra para revisar las vueltas o cuando tengamos que contar cualquier otra cosa en nuestras rutinas cotidianas (por ejemplo, contar servilletas para poner la mesa).
¿A qué juego hoy?
Para qué. El momento del juego es ideal para empezar a trabajar con los más pequeños la capacidad de planificación. Para ello, les pediremos que organicen de forma explícita el juego que van a realizar y qué papel va a desempeñar cada uno de los participantes en el mismo. Este tipo de actividades también favorece el lenguaje, así como la imaginación y la creatividad. También desarrolla la interiorización de reglas y las habilidades sociales4.
Cómo
1. Les preguntaremos primero a qué quieren jugar.
2. Después, les haremos pensar qué juguetes o materiales necesitarán. También les pediremos que nos expliquen cómo van a jugar, de qué manera utilizarán cada juguete o material y qué dinámica seguirán con ellos.
3. Estableceremos con ellos qué papel en el juego va a tener cada participante y cuáles son las tareas asignadas a cada rol (qué puede hacer cada uno de ellos).
4. A los más pequeños les pediremos que hagan un dibujo sobre los pasos anteriores.
5. Si ya tienen 5-6 años y han aprendido a escribir, puedo pedirles que escriban lo anterior de una manera muy sencilla para trabajar también la escritura de una forma lúdica.
Cuándo. Cuando vayamos a jugar con ellos o quieran jugar solos o con otros niños, podemos aprovechar para trabajar esta actividad.
¿De qué iba este cuento?
Para qué. La memoria a corto plazo verbal nos permite almacenar información verbal para realizar aprendizajes, resolver problemas o recordar información que nos hace falta en un momento determinado; de ahí su importancia para que aprendan y se desenvuelvan correctamente en su día a día.
Cómo
1. Escogemos un cuento o relato corto (conviene tener en cuenta que el tiempo en que los niños mantienen la atención durante esta etapa es corto5). Podemos dejar a nuestros hijos que elijan ellos mismos el cuento que quieren que les leamos, puesto que si están más motivados, aumentan la atención y por tanto la capacidad de memorización. Les leemos el cuento despacio y con buena entonación para evitar que se aburran y nos atiendan más.
2. Después, les pediremos que nos relaten todos los detalles que recuerden sobre el cuento para que hagan un ejercicio de recuerdo libre, trabajando también así su capacidad de discurso oral. Del mismo modo, es posible hacerles preguntas sencillas sobre el texto para trabajar al mismo tiempo la capacidad de razonamiento lógico. A partir de los 4-5 años se les puede pedir que pongan los hechos que recuerden de la historia en orden para trabajar la orientación temporal.
3. Igualmente, aprendiendo canciones, poesías, adivinanzas o trabalenguas (mejorando al mismo tiempo la capacidad de expresarse mediante el lenguaje, el razonamiento lógico o el ritmo).
Cuándo. Cada vez que leamos un cuento o veamos una película o escuchemos una canción juntos.
Discriminación de letras y sonidos
Para qué. Para una adecuada adquisición de la lectoescritura, es fundamental que los niños sepan percibir y discriminar adecuadamente las letras visualmente, así como reconocer los sonidos auditivamente para luego poder asociar los sonidos con las letras (asociación fonema-grafema). Por ello, es conveniente hacer ejercicios de este estilo con los niños ya que también trabajamos de forma indirecta la atención y la memoria.
Cómo
1. Pediremos al niño que esté muy atento a un determinado sonido, por ejemplo, »a», y que levante la mano cada vez que lo oiga mientras vamos diciendo en alto distintas letras o palabras.
2. Otra actividad puede consistir en decirle al niño pares de palabras y que el niño nos tenga que decir si son iguales o diferentes. Por ejemplo: «paño-pato», o bien «horquilla-hormiga», «loro-loro»…
3. Para trabajar la discriminación visual de las letras, se puede usar una ficha con distintas letras y pedirle que repase con un lápiz una letra determinada, de este modo trabajaremos también su coordinación ojo-mano y su capacidad de escritura.
4. Asimismo podemos pedirle que copie con plastilina algunas letras o que recorte la letra que le pedimos entre otras letras para trabajar también su destreza manual.
5. Cuando caminamos o paseamos por la calle, es posible jugar a identificar alguna letra concreta entre los carteles de la calle.
Cuándo. Se puede realizar esta tarea en momentos cotidianos como pasear, en ratos de ocio o en el tiempo de deberes.
El cerebro en los niños de 6 a 9 años
Para conocer mejor cómo funciona el cerebro, podríamos compararlo con una orquesta de músicos. Así, los distintos procesos cerebrales serían los distintos músicos de la orquesta (el lenguaje, la memoria, la percepción, la coordinación motora, etc.) y la parte del cerebro que está justo encima de los ojos (lóbulos prefrontales) sería el director de la orquesta, que se encargaría de recibir y coordinar la información que viene de otras partes del cerebro para conseguir una meta común (planificar lo que vamos a hacer, revisar cómo nos está saliendo lo que hacemos, tomar decisiones, reflexionar antes de dar una respuesta a una pregunta que nos han hecho, buscar distintas estrategias para resolver un problema y evaluar cuál es la más eficaz…). En esta etapa evolutiva, a partir de los 6 años, empiezan a producirse grandes avances en el director de orquesta del cerebro, permitiendo que los niños a esta edad ya sean capaces de elaborar estrategias para realizar actividades de forma eficaz y planificar tareas simples y buscar nuevas y variadas soluciones a sus problemas y a los errores que cometen.
A partir de los 6 años se producen grandes avances en la zona del cerebro que se encarga de buscar soluciones.
Entre los 7 y los 9 años comienzan a tener un pensamiento más guiado por la lógica, aunque todavía está muy centrado en lo que pueden percibir de forma concreta por los sentidos. Por otro lado, empiezan a ser capaces de representarse mejor el presente y el futuro al mejorar su capacidad de orientarse en el tiempo. También mejora la capacidad para ordenar secuencias de hechos.
La mejora en el director de orquesta del cerebro en esta etapa igualmente permite que a partir de los 7-8 años comiencen a utilizar estrategias de memoria para recordar mejor la información. Por otro lado, en esta etapa también se produce un gran desarrollo en el conocimiento matemático debido a la evolución de otros procesos como el razonamiento, la capacidad de planificarse y evaluar la propia conducta y la mejora en el lenguaje, lo que ya les permite hacer cálculos mediante operaciones matemáticas simples.
Buscando estrategias de memoria
Para qué. Coincidiendo con el incremento brusco que se da en esta etapa en la actividad cerebral de los lóbulos prefrontales (el director de orquesta del cerebro), comienzan a utilizar de manera espontánea estrategias de aprendizaje y de memoria. Sin embargo, estas estrategias requieren trabajo y esfuerzo, ya que dependen del control consciente del niño, por lo que podemos enseñarles algunas de ellas para favorecer sus aprendizajes en estas edades.
Cómo
1. Es posible enseñarles a elaborar la información, pensando en ejemplos de esa información para que la recuerden mejor. Los niños a esta edad también aprenden mejor utilizando el contexto. Por ejemplo, recuerdan mejor una palabra cuando la dicen en una frase que cuando se les da una definición.
2. También les facilita aprender algo el hecho de construir una imagen de lo que están aprendiendo. Por ejemplo, cuando se aprenden las horas, les pedimos que se imaginen o que miren la foto de un reloj en las doce en punto y que nos expliquen cómo es.
3. Otra estrategia que beneficia la memoria es la organización de la información que tienen que aprender. Por ejemplo, si se deben aprender los tipos de seres vivos, es más fácil recordarlos si se clasifican por determinadas características similares o diferentes que si los tienen que recordar únicamente por su nombre.
4. Sin olvidar el repaso, dado que la repetición consciente de la información que se han aprendido los niños permite aumentar el tiempo en que se mantiene en la memoria. Sin embargo, el repaso como mera repetición no funciona; lo aprendido debe estar elaborado a través de estrategias como las anteriores.
Cuándo. Esta actividad es posible utilizarla siempre que tengan que estudiar para un examen. También se puede usar cuando los niños nos pregunten sobre el significado de alguna palabra que no conocen o cuando tengan curiosidad por aprender algo nuevo del entorno.
El encargado de la compra
Para qué. Los padres no tenemos que ser la memoria externa de los niños ni sus agendas, por lo que desde pequeños deben aprender a planificarse adecuadamente y acordarse de sus rutinas cotidianas. Hacer la compra es una buena oportunidad para poner en marcha la función ejecutiva y la memoria de nuestros hijos, haciendo que no se aburran y que utilicen también los números y el razonamiento matemático.
Cómo
1. Antes de hacer la compra, explicaremos a nuestros hijos que ese día van a ser los «encargados de la compra».
2. Para ello, antes de salir de casa nos tienen que ayudar a revisar la nevera y los armarios de la cocina para ver qué es lo que hace falta y elaborar la lista de la compra.
3. Ya en el supermercado, nos tienen que ir dirigiendo hacia los pasillos correspondientes para recoger los productos.
4. Comparar los productos y los precios será la principal tarea a la que nos tienen que ayudar. Para ello, les iremos pidiendo que cojan la leche más barata, la más cara o la de un precio intermedio.
5. A los más mayores les pediremos que nos ayuden a hacer comparaciones más complejas que requieren poner en práctica multiplicaciones, descomposiciones o divisiones, como por ejemplo, comparar artículos sueltos o en paquetes o comparar los precios por unidad.
Cuándo. Siempre que vayamos al supermercado o a otro tipo de tiendas donde sepamos que tardaremos un buen rato.