Kitabı oku: «El arte de educar jugando», sayfa 3
El cerebro en los niños de 9 a 12 años
En cuanto a los procesos sensoriales, en esta etapa se producen procesos de perfeccionamiento visual. Así, por ejemplo, a los 9 años ya son más capaces de procesar los detalles de las cosas como parte de un todo y a los 11 años dominan este tipo de procesamiento visual.
En cuanto al lenguaje, también se producen mejoras que permiten perfeccionar esta área, ya que entre los 11 y los 13 años se produce un nuevo desarrollo de las áreas cerebrales involucradas en el lenguaje y perfeccionan la gramática y sobre todo la pragmática, es decir, la capacidad de adaptar el lenguaje a distintas situaciones sociales (por ejemplo, utilizar «usted» cuando hablamos con personas mayores o cuando hablamos con personas que no conocemos en una situación formal).
Por otro lado, al finalizar esta etapa ya son capaces de llevar a cabo tareas de resolución de problemas, comprobar hipótesis y planificar estratégicamente una conducta. Su ejecución en tareas de memoria ya es muy similar a la del adulto (a los 12 años ya son capaces de retener series de hasta 6 o 7 ítems). Sin embargo, todavía les falta por desarrollar el componente de regulación emocional y motivacional que les permita ser completamente eficaces en las tareas.
En esta etapa la capacidad de memoria ya es muy similar a la de un adulto.
Lo más llamativo de esta etapa es el gran avance que se produce en la capacidad de razonamiento, dado que a partir de los 11-12 años se desarrolla la capacidad de abstracción y de hacer hipótesis aplicando principios más lógicos que en la etapa anterior (el razonamiento ya no se realiza sobre realidades concretas, sino sobre hipótesis que luego pueden ser contrastadas con la realidad). Además, a partir de los 8-9 años los niños ya pueden utilizar de un modo más eficaz el pensamiento crítico6 y el pensamiento creativo, lo que les permitirá entre otras cosas, pensar de forma novedosa y encontrar soluciones diferentes a los problemas.
Cerebro flexible como una goma
Para qué. Los niños creativos tienen más facilidad para resolver los problemas que se encuentran y lo hacen con menor estrés o ansiedad. Además, su autoestima7 se verá reforzada al sentirse con mayor capacidad y con más recursos para generar ideas nuevas y originales. Así conseguimos que de forma indirecta muestren más tenacidad y una mayor tolerancia a la frustración en situaciones complicadas.
Cómo
1. Una manera de trabajar su creatividad es proponerles juegos o actividades que desarrollen su pensamiento divergente, es decir, la capacidad para dar más de una respuesta diferente a un mismo problema.
2. Un juego que podemos hacer con ellos es hacer un garabato en un papel y que piensen todo lo que podría ser ese garabato. Podemos complicarlo haciendo varios garabatos que tengan que combinar para percibir algo más complejo.
3. También es posible utilizar las nubes para hacer un juego similar, en el que le preguntaremos a los niños a qué objetos o seres vivos conocidos les recuerdan las formas de las nubes.
4. Otra actividad para trabajar el pensamiento convergente verbal puede ser escribir el mayor número de palabras que se les ocurran que cumplan una regla (por ejemplo, que empiecen por s y tengan cuatro letras).
5. O podemos enseñarles un dibujo sobre una situación social y que nos digan todas las preguntas que se les ocurran sobre ese dibujo.
Cuándo. Este tipo de actividades podemos proponerlas cuando realicemos juegos en familia o incluso en cumpleaños o fiestas familiares, donde pasaremos un buen rato, además de estar trabajando la creatividad.
Adivina, adivinanza
Para qué. Jugar a las adivinanzas permite a los niños comprender mejor el lenguaje, así como asociar ideas, razonar de forma lógica y, sobre todo, aprender a «leer entre líneas» estableciendo relaciones entre la información que les da la adivinanza y sus conocimientos previos. Aunque podemos jugar con ellos a las adivinanzas del modo tradicional (se trata de que les leamos adivinanzas y traten de averiguarlas), una manera de complicar el ejercicio para los niños de esta edad es pedirles que creen adivinanzas nuevas.
Cómo
1. Para que elaboren una adivinanza, les diremos que elijan un objeto que haya que adivinar. Por ejemplo, un paraguas.
2. El segundo paso será observar cuáles son las cualidades que mejor lo caracterizan. Por ejemplo, protege de la lluvia, es de tela, tiene un mango…
3. Después les pediremos que traten de encontrar palabras precisas que expliquen bien esas características y que ayuden a adivinar el objeto en cuestión. Por ejemplo, tiene una forma parecida a la de un paracaídas.
4. Posteriormente tienen que tratar de formular la adivinanza con las características básicas, pero con frases cortas y el menor número de palabras. Por ejemplo, «me llevan para la lluvia y me usan de techito, quedándome mojadito».
5. El último paso puede ser que digan la adivinanza a otras personas. Si la mayoría de las personas la aciertan, la adivinanza estará bien hecha. Si las personas contestan cosas distintas al paraguas, le pediremos que revise los pasos para hacer la adivinanza aún más clara.
Cuándo. Podemos utilizar este tipo de juegos en situaciones en las que tengamos que esperar para estar más entretenido, en viajes en coche, etc. También se puede utilizar en reuniones familiares o fiestas de niños.
Recuerda que…
Los primeros años de vida son cruciales para el desarrollo de las habilidades cognitivas, sensoriales, emocionales, sociales y físicas de nuestros hijos. El desarrollo de estas habilidades depende en su mayor parte de la estimulación que reciben del entorno, por lo que es imprescindible que los padres les proporcionemos las experiencias que necesitan en cada etapa del desarrollo.
Las áreas cerebrales relacionadas con el movimiento y con los sentidos son las primeras en desarrollarse, por lo que será fundamental que en la primera infancia les permitamos interactuar y experimentar con el ambiente que les rodea.
El desarrollo del lenguaje es crucial para que puedan pensar acerca del mundo y es una habilidad imprescindible para relacionarnos con los demás, por lo que se trata de un área prioritaria que debemos estimular desde que nuestros hijos son bebés. La función ejecutiva (el director de orquesta del cerebro) empezará a cobrar una vital importancia en su desarrollo a partir de los 6 años y les permitirá adaptarse mejor al mundo que les rodea.
Con 8 o 9 años ya son capaces de pararse a pensar en su propio aprendizaje, por lo que será un buen momento para empezar a trabajar estrategias de estudio y de aprendizaje, tales como técnicas de memoria.
Todos los días ponemos en práctica nuestro razonamiento matemático para multitud de actividades de la vida cotidiana, por lo que incorporar ejercicios de estimulación de esta área desde pequeños permitirá a nuestros hijos estar mejor adaptados y comprender adecuadamente los conceptos más complejos.
En la etapa de la preadolescencia se produce un gran avance en el pensamiento abstracto, en el pensamiento crítico y en la capacidad de realizar inferencias, por lo que será el momento perfecto para estimular la capacidad de pensar por su cuenta y llegar a sus propias conclusiones.
1 Véase Capítulo 14: «Mens sana in corpore sano».
2 En el resto de los capítulos de este libro se trabajarán distintas actividades que fomentan una relación de amor incondicional y de seguridad para nuestros hijos.
3 Véase Capítulo 4, «Yo solito. Fomenta su autonomía».
4 Véase Capítulo 7: «Me relaciono con los demás. Entrenando las habilidades sociales».
5 Véase Capítulo 2: «Consigue que presten atención».
6 Véase Capítulo 5: «Enséñale a pensar por sí mismo. Que tome sus propias decisiones».
7 Véase Capítulo 6: «Fomenta su autoestima».
Capítulo 2
CONSIGUE QUE PRESTEN ATENCIÓN
Tatiana Fernández Marcos
¿Qué es prestar atención?
Los padres deseamos que nuestros hijos sean capaces de prestar atención a lo que les pedimos y también que atiendan a aquello que consideramos importante para ellos. También queremos que en el futuro sean capaces de plantearse sus propias metas y de alcanzarlas. Esto implica que los niños a lo largo de su desarrollo vayan adquiriendo control sobre su propio comportamiento para seleccionar los objetivos que quieren alcanzar, poner en marcha las acciones que les permitan conseguir dichos objetivos y supervisar durante el proceso si lo están haciendo bien. Todo ello requiere que el niño desarrolle una adecuada capacidad para prestar atención y controlar su propio comportamiento.
Prestar atención implica pararse, observar y reflexionar antes de actuar, y para ello es necesario tener autocontrol. En definitiva, para alcanzar cualquier meta o desempeñar cualquier acción con éxito, ya sea tener un buen rendimiento académico o aprovechar las actividades deportivas, es necesario que los niños presten atención y tengan autocontrol. Los niños deben aprender a controlar su comportamiento y pararse para tomar decisiones premeditadas, menos impulsivas y más acertadas en sus acciones del día a día. Adquirir control del cuerpo y de las acciones también contribuirá a que logren un buen control emocional1.
Prestar atención implica pararse, observar y reflexionar antes de actuar.
En este capítulo hablaremos de la capacidad para prestar atención, pero es importante entender previamente qué es la atención. La atención es la respuesta o reacción a los estímulos del entorno, entendiendo por estímulo cualquier sonido o imagen que captamos por los sentidos del oído o la vista. La atención durante el primer año de vida es una respuesta innata que garantiza la supervivencia del niño. Los estímulos, como la cara de la madre, las luces brillantes o los sonidos llamativos, son los que captan la atención del bebé. Hasta los 7 años predominará la atención involuntaria, es decir, la atención del niño estará guiada por los estímulos que sean más llamativos.
El niño, además de las reacciones innatas, pronto pasará a reaccionar a otros estímulos que le resultan interesantes, como juguetes, alimentos, el habla de los adultos o las pantallas. La televisión o las tabletas son estímulos muy potentes que tienen una gran capacidad para captar su atención debido a que presentan sonidos e imágenes coloridas y que cambian con rapidez, como los dibujos animados. Por ello se recomienda que, al menos hasta los 3 años de edad no estén expuestos a pantallas. La televisión y las pantallas sobreestimulan el sistema nervioso central impidiendo que los pequeños estén en calma2. Es importante que la atención de los niños sea captada por otros estímulos visuales, auditivos y táctiles que les guíen a la exploración del entorno, la comunicación con los adultos y que, en definitiva, favorezcan un desarrollo equilibrado3.
A partir de los 4 años empieza a madurar el lóbulo frontal, que permitirá que adquiera un control sobre su atención. A partir de los 7 ya podrá sobreponerse la atención voluntaria del niño sobre la involuntaria; es decir, ya puede guiar su atención hacia aquello que desea atender, por ejemplo, las indicaciones de los padres, las instrucciones de un juego o las explicaciones del profesor. La atención voluntaria es una acción que exige un esfuerzo por parte del niño, es decir, que tenga control sobre sus actos. Así, cuando hablamos de prestar atención nos referimos a la atención voluntaria, y esta exige autocontrol. A lo largo de este capítulo hablaremos de cómo conseguir mejorar la capacidad para prestar atención en los niños.
De los 4 a los 12 años mejora la capacidad para prestar atención.
La atención se desarrolla en todos los niños; es un proceso adaptativo para el ser humano. Los contextos formales ayudan a desarrollar la capacidad para prestar atención. Por ejemplo, la escuela, que nos obliga a pararnos, sentarnos, escuchar más que hablar, respetar el turno y seguir unas instrucciones concretas para hacer un ejercicio. También algunas actividades extraescolares, juegos de mesa o juegos de patio de colegio que siguen reglas, favorecen el desarrollo del autocontrol y de la atención.
La capacidad para prestar atención puede no haberse desarrollado lo suficiente debido a que no se le ha pedido que se pare a observar y a pensar antes de actuar. La práctica del niño en tareas que exigen autocontrol es el camino para que vaya interiorizando el control de su atención y de su comportamiento. Por ello proponemos a las familias juegos infantiles con los que podrán favorecer el desarrollo de esta habilidad.
Cabe destacar que la atención se ve afectada por factores ambientales que conviene tener en cuenta. No en todos los momentos se atiende igual. La atención puede variar en un mismo niño de un momento a otro dependiendo de:
Lo motivadora que le resulte la actividad que está haciendo. Si al niño le gusta hacer construcciones, cuando utilicemos este juego estará más concentrado.
Su nivel de activación fisiológica. Esta es la activación cerebral o nivel de alerta, y depende del sistema nervioso autónomo y del endocrino. Cuando la activación fisiológica del niño es baja, observaremos que se muestra cansado, fatigado y que se dispersa con facilidad. Esto ocurre si ha dormido mal4; inmediatamente después de las comidas o después de una actividad física o mental intensa.
La hora del día. En las primeras horas del día la capacidad para prestar atención es mayor. Por tanto, si queremos insistir en que hagan una tarea que les resulta poco interesante, será importante elegir bien la hora del día para conseguir que se concentren mejor.
A pesar de que la atención puede variar de un momento a otro, esta oscilación se produce dentro de unos límites propios para cada niño.
Algunos tendrán tendencia a atender mejor que otros y a ejercer un mejor autocontrol, pese a ligeras variaciones concretas, debido a factores biológicos y ambientales. En este sentido, niveles muy bajos de atención en niños pueden ir asociados a dificultades emocionales, trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad/impulsividad (TDAH) o retraso madurativo en el desarrollo. Se sabe que el lóbulo frontal del cerebro de los niños con TDAH es diferente funcionalmente al de otros que no tienen este problema.
La atención se ha clasificado en tres tipos: atención selectiva, atención sostenida y control atencional.
La atención selectiva es la capacidad para discriminar y seleccionar lo que es útil e importante. Se pone en marcha cuando el niño trata de encontrar un libro concreto en una estantería llena de libros o un producto en las baldas del supermercado.
La atención sostenida es la capacidad para mantener la atención durante un periodo de tiempo largo y estar alerta. Esto es lo que se les exige cuando se encuentran en clase. Dicha atención está implicada en la perseverancia en las tareas.
El control atencional es la capacidad para cambiar la atención de una cosa a otra (atender a varias cosas a la vez). Este tipo de atención se pone en marcha cuando el niño deja de prestar atención al compañero o de mirar por la ventana para volver a centrarse en la explicación del profesor. Cada uno de los tres tipos de atención se puede desarrollar propiciando actividades cotidianas y juegos.
La buena noticia, ahora que sabemos lo que es la atención y la capacidad para prestar atención, es que es posible ayudar a los niños a adquirir autocontrol y a prestar atención.
¿Por qué es importante mejorar la capacidad para prestar atención?
La atención es la ventana al mundo. Atender es el proceso cognitivo más básico que nos permite percibir y registrar la información que captamos por los sentidos de la vista y el oído. Atender es el primer paso para el aprendizaje, porque si no atendemos, no podemos adquirir conocimientos nuevos ni generar asociaciones entre conceptos nuevos y los que ya tenemos consolidados.
Asimismo, atender es necesario para memorizar; si no prestamos atención a algo, no lo registraremos y consecuentemente no podremos recordarlo tiempo después. La atención nos permite percibir de forma consciente el mundo que nos rodea. Por todo ello, parece más que obvio que es importante que seamos capaces de prestar atención cuando lo deseemos y que resulta relevante que los niños sean capaces de regularla.
Por otro lado, la falta de autocontrol que experimentan algunos niños no solo se manifiesta en dificultades para prestar atención, sino que en algunos casos va unido a movimientos excesivos, descontrolados e impulsivos. Cuando los niños no están atentos en clase cometen errores en los ejercicios, no les da tiempo a terminar las tareas, no anotan u olvidan los deberes que les mandan para casa o no se enteran de si hay un examen al día siguiente. La consecuencia es que se pueden quedar atrás en los conceptos explicados y pueden aparecer dificultades escolares. Por tanto, es conveniente enseñarles a prestar atención porque indirectamente facilitaremos su aprendizaje en el colegio.
A nivel social, la falta de autocontrol en los niños les puede llevar a no respetar el turno de palabra en el aula, a interrumpir al profesor o a molestar a sus compañeros. Saber escuchar a sus amigos y mantener la calma en los juegos les ayudará en su relación con otros niños5. Los pequeños también pueden inquietarse a la hora de cumplir con las tareas de casa que requieren estar parados o tener paciencia, como, por ejemplo, mantenerse sentados en la mesa durante la comida o hacer los deberes. En estos casos, ayudarles a que desarrollen la capacidad de autocontrol frente a dejarse llevar por lo que les resulta atractivo, interesante o gratificante facilitará el cumplimiento de normas en casa y la adquisición de responsabilidades y autonomía6.
Por otro lado, si el niño no tiene un buen control de sus acciones, es más fácil que cuando experimente emociones intensas se deje llevar por ellas actuando de forma impulsiva e inapropiada. Por ejemplo, pegando o insultando a otros si se enfada mucho. En el capítulo «Desarrolla su Inteligencia Emocional» encontraréis juegos específicos para enseñar a canalizar y gestionar adecuadamente las emociones7.
Ejercicios, actividades y juegos para mejorar la capacidad de prestar atención
A continuación abordaremos qué capacidad para prestar atención tienen los niños según la edad y a proponer ejercicios concretos que ayudan a desarrollar el autocontrol y la capacidad de prestar atención según su etapa evolutiva. Además, se proponen ejercicios para estimular cada uno de los tres tipos de atención: atención selectiva, atención sostenida y control atencional.
De 0 a 3 años
En esta etapa la atención es principalmente involuntaria, es decir, los niños tienen poca capacidad para prestar atención durante un tiempo sostenido a algo concreto. Se considera que a partir de los 2 años son capaces de prestar atención durante unos cinco o siete minutos. Este es el tiempo durante el cual se les puede entretener haciendo una misma tarea sin que se agoten, y después necesitarán cambiar de actividad. A continuación se presentan algunos juegos que son apropiados para el desarrollo de la atención en el periodo de 0 a 3 años.
¡Lo bueno se hace esperar!
Para qué. Para empezar a desarrollar autocontrol, ya que es fundamental que el niño aprenda a demorar obtener lo que le gusta. Si le enseñamos desde pequeño a esperar un poco antes de conseguir aquello que desea, le estaremos enseñando a que según crezca comience a tener autocontrol y sepa esperar.
Cómo
1. Los padres o encargados del niño somos los responsables de motivarle y guiarle en el autocontrol. Por ejemplo, mostrándole algo que sabemos que quiere mucho y que deseará tomar, como una pintura mientras hacemos un dibujo. Lo que haremos es tratar de conseguir que demore el tomarlo, es decir, que espere un poco más de lo que desea.
2. Este tiempo se irá alargando muy poco a poco según vaya consiguiendo éxito en el juego, de forma que adquiera paulatinamente más autocontrol, siendo capaz de esperar de forma tranquila un tiempo mayor.
3. Al principio le puede generar alguna pequeña frustración; por ello será bueno incrementar el tiempo poco a poco y que le motivemos anticipándole que si espera, obtendrá lo que quiere, por ejemplo: «tienes que decirme el color de la pintura si quieres que te la dé».
4. Como al inicio no tendrá autocontrol, tendremos que ejercerlo nosotros, y por eso seremos los encargados de darle la pintura, en lugar de que la elija él.
5. Este ejercicio se hace con cosas que desea mucho porque precisamente el carácter gratificante y motivador de conseguir lo que desea se asociará a la espera y se fortalecerá, de forma que irá interiorizando eso que de forma popular nos han enseñado: «lo bueno se hace esperar».
Algunas variaciones de este juego son las siguientes:
• Tiene que decir el color de los lacasitos, las construcciones, las pinturas… antes de dárselos.
• Le ponemos la pelota o el juguete cada vez más lejos y le animamos a que vaya a por ella. ¡Lo tiene que conseguir solo!
• Hacemos una carrera a por la pelota y debe esperar en la línea de salida hasta que contemos hasta, por ejemplo: tres, cinco, diez…
Cuándo. Este ejercicio se puede incorporar en la dinámica de otros juegos. Por ejemplo, «te voy dando las piezas de las construcciones, pero me tienes que decir antes el color de la pieza». Cuando leemos un cuento por la noche podemos decirle que es necesario terminar una página o cuento entero antes de pasar a otro. También se desarrolla el autocontrol cuando le pedimos que recoja los juguetes antes de sacar otros.
En la hora de la comida es posible jugar a que nos diga el nombre del alimento, si ya lo conoce, antes de llevárselo a la boca. Le enseñará a no comer de forma impulsiva o con ansia, lo que suele suceder con los alimentos que les gustan mucho y cuando ya son ellos los responsables de llevárselos a la boca.