Kitabı oku: «Sin miedo al fracaso», sayfa 6

Yazı tipi:

3 de febrero - Espiritualidad

La Palabra se hizo hombre, ¿o piedra? – parte 2

“Pondré en ustedes un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Quitaré de ustedes ese corazón duro como la piedra y les pondré un corazón dócil” (Eze. 36:26).

¿Qué ocurriría si tratáramos de usar a Dios para dar una buena imagen de nosotros mismos? No podríamos ver a Dios ni aunque lo tuviéramos enfrente. Una de las cosas más sorprendentes del libro de Juan es cuántas conversaciones tiene Jesús con los dirigentes religiosos que no lo entendían. Juan 5 describe uno de esos encuentros.

Un sábado, en Jerusalén, Jesús se acercó a un hombre de la multitud y lo sanó. Cuando los dirigentes religiosos judíos vieron al hombre llevando su estera, lo acusaron de transgredir el sábado. El hombre dijo: “El que me curó me dijo que la llevara”. Los dirigentes estaban furiosos; sabían que Jesús estaba detrás de lo ocurrido, así que lo localizaron para hacerle pasar un mal rato. ¡Y es que Jesús estaba saboteando su manera de entender la religión! Jesús les dijo que podían estudiar la Biblia todo lo que quisieran, pero que si no tenían amor, su religión no tenía sentido. “Ustedes estudian las Escrituras con mucho cuidado, porque esperan encontrar en ellas la vida eterna; sin embargo, aunque las Escrituras dan testimonio de mí, ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida” (Juan 5:39, 40).

Los oponentes de Jesús utilizaban las Escrituras como si fueran una caja ciega de un concurso de televisión, en la que metían la mano, sacaban textos, encontraban los que les gustaran y desechaban los que no se ajustaban a sus propósitos. Su colección de versículos les daba una palmadita en la espalda, los felicitaba por su celosa religiosidad, mimaba su arrogancia y respaldaba sus prejuicios. Jon Paulien dice: “Jesús violó las reglas impuestas por los hombres sobre la observancia del sábado para sanar a un hombre. Los fariseos estaban más preocupados por sus reglas mezquinas que por la salud y el bienestar de un ser humano” (The Abundant Life Bible Amplifier: John, p. 128).

Un amigo mío regresó a la iglesia. Aunque aún rechazaba parte del adventismo, discutimos sobre doctrina. Él había crecido en la iglesia y durante años había estudiado la historia de la Iglesia Adventista, por lo que conocía las doctrinas mejor que yo. Sin embargo, carecía del aspecto relacional, que es lo que les da vida. La Palabra de Dios hecha carne nos llama a vivir vidas de acción, a romper ataduras de sufrimiento, dudas y superstición. La Palabra hecha piedra lleva a un fundamentalismo egoísta.

La Palabra hecha carne nos toca con su amor y su gracia.

4 de febrero - Misión

Las buenas noticias pueden matarte

“Se levantaron, lo expulsaron del pueblo […], para tirarlo por el precipicio” (Luc. 4:29, NVI).

¿Qué puede convertir a una multitud de adoradores en una turba asesina?

Cuando regresó a la civilización después de soportar las tentaciones en el desierto, Jesús atravesó Galilea enseñando y sanando. Cuando llegó a su ciudad natal, la noticia se había extendido por todas partes. La sinagoga de Nazaret se llenó de gente ansiosa por ver lo que Jesús diría y haría. Jesús tomó el pergamino y comenzó a leer en Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres”.

“¿No es este el hijo del carpintero? Cómo ha crecido. ¡Con qué seguridad expone las Escrituras!”, comentaba la gente. Entonces, Jesús soltó esta perla: “Seguramente ustedes me dirán […]: ‘Lo que oímos que hiciste en Capernaúm, hazlo también aquí en tu propia tierra’. […] Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su propia tierra. Verdaderamente, había muchas viudas en Israel en tiempos del profeta Elías, […] pero Elías no fue enviado a ninguna de las viudas israelitas, sino a una de Sarepta, cerca de la ciudad de Sidón [te doy un dato: Sidón no es Israel]. También había en Israel muchos enfermos de lepra en tiempos del profeta Eliseo, pero no fue sanado ninguno de ellos, sino Naamán, que era de Siria” [otro dato: Siria e Israel son mundos opuestos]. Seguidamente, Jesús es expulsado de la sinagoga por una multitud asesina que intenta matarlo. ¿Qué pasó aquí?

Esto era lo que Jesús quería transmitir: La obra divina de sanación y liberación se extiende más allá de las fronteras de Israel. Tal vez a ti esto no te suena extraño, pero sería como sugerir hoy que la gracia de Dios se extiende por igual a musulmanes, budistas y ateos (idea que, te aseguro, no cae bien a muchos). Jesús se remontó a la misma historia de Israel para decir que, en tiempos de dos de sus más importantes profetas, Dios prefirió a los gentiles.

Imagina a tu pastor diciendo: “Nadie de esta iglesia es más bendecido por Dios que un musulmán”. Me atrevo a decir que eso frunciría algunos ceños. Tal vez el pastor terminaría expulsado de la iglesia por una membresía enojada. Sin embargo, uno de los ejes de la fe de Israel, y por tanto de la fe cristiana, es que el Señor es el Dios de todas las naciones. Millones de personas afirman tener acceso exclusivo a la verdad, o incluso a Dios. Pero Dios no está dispuesto a limitarse a un solo grupo.

RB

5 de febrero - Innovación

Los discípulos: fieles a su Maestro desde el 30 d.C.

“Yo no busco la aprobación de los hombres, sino la aprobación de Dios. No busco quedar bien con los hombres. ¡Si yo quisiera quedar bien con los hombres, ya no sería un siervo de Cristo!” (Gál. 1:10).

Vender muebles no era precisamente el trabajo que más me gustaba, pero no quería perder más tiempo buscando empleo y esperando a que me llamaran de alguno. Al principio, mi jefe aceptó darme los sábados libres, pero cada vez que comenzaba una nueva semana, veía que intentaba programarme para que trabajara el sábado.

Ya sea por conflictos en el horario o por “olvido” por parte del jefe, a la tercera semana me di cuenta de lo que estaba sucediendo. Así que le pregunté por qué siempre me reprogramaba, a pesar de que habíamos acordado que me daría los sábados libres. Finalmente, me dijo que si quería mantener el trabajo, debía dejar ese fanatismo religioso.

–Esto es un negocio –me espetó–. No tenemos tiempo para ese tipo de tonterías.

Admitió que esperaba que finalmente cediera a su exigencia y que descartara nuestro acuerdo inicial.

–Bueno –le respondí–, creo que le va a tocar lidiar con eso.

Así como lo oyes. Le dije a mi jefe, mi única fuente de ingresos, que tendría que “lidiar con eso”. Me había tomado varias semanas conseguir adaptarme a un trabajo que no me gustaba. Perderlo, significaba perder mi automóvil; dejar de pagar mis préstamos y no tener dinero para cosas básicas como la comida.

Hubo silencio durante unos segundos. Finalmente, se marchó mirándome con cara de querer matarme. A partir de ese momento, no tuve más problemas por el sábado. El Espíritu Santo intervino a mi favor y tomó el yugo cuando yo más lo necesitaba.

“En esta vida no podemos complacer a todos”. “Nadie puede servir a dos amos”. “¿Vas a saltar de un puente porque todos los demás lo hacen?” Etcétera, etcétera, etcétera. Seguramente has escuchado estas frases desde que eras niño, que significan que elegiste servir a un Dios que no siempre es bienvenido en los asuntos humanos.

No puedes perder tiempo tratando de complacer a todos. Dios tiene cosas mucho más grandes preparadas para ti. Sí, en serio. Por eso, te llama a seguir sus instrucciones. Cada vez que hagas algo por él, verás cómo otros se acercan a ti en busca de tu aprobación. Cuando eso ocurra, remítelos a tu Jefe celestial.

BP

6 de febrero - Adventismo

Indigna

“Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; […] es el regalo de Dios” (Efe. 2:8, NVI).

Las graves heridas que sufrió Elena Harmon la dejaron demasiado débil como para seguir asistiendo a la escuela. La maestra había asignado a la niña que le había destrozado la cara para que fuera su asistente, pero la tensión de las clases le causó mucho estrés, así que la maestra le recomendó que tomara más tiempo para recuperarse. Pero Elena jamás pudo avanzar al siguiente grado en la escuela.

Con respecto a la iglesia, a Elena todavía le molestaba que Dios hubiera permitido lo que le había pasado, pero no se atrevía a contárselo. Ahora, además de sentirse abatida, se sentía culpable por sentirse abatida. Los demás miembros de iglesia le parecían personas “mucho más nobles y puras” que ella.

Un día, llegó a la ciudad William Miller.

La gente se aglomeraba para escucharlo. Elena recordaba haber oído sobre él cuatro años antes, y ahora ella y sus amigos se acercaron a escucharlo explicar lenta y metódicamente cómo la profecía bíblica señalaba hacia el tiempo que estaban viviendo. Elena estaba convencida de lo que él estaba predicando, pero aún tenía la autoestima muy baja. Se quedaba despierta toda la noche, rogándole a Dios que la salvara, aunque no creía que Dios pudiera hacerlo. Sin embargo, una noche, soñó que se encontraba con Jesús, que la recibía con amor y emoción.

La madre de Elena le aconsejó que compartiera lo que estaba sintiendo con un predicador de Portland, el pastor Levi Stockman. Este, con los ojos llorosos, le dijo: “Elena, apenas eres una niña. Has tenido una experiencia muy singular para tu tierna edad. Jesús debe estar preparándote para una obra especial”. Conversó con ella un rato más y finalizó diciéndole: “Vuelve a tu hogar confiando en Jesús, quien jamás refrena su amor de los que lo buscan sinceramente”.

El corazón de Elena se aceleró. Más adelante, escribió en su autobiografía: “Durante los pocos minutos que recibí consejos del pastor Stockman, aprendí más del amor y la compasión de Dios que lo que había aprendido de todos los sermones y exhortaciones que había escuchado en mi vida”. En una reunión de oración la misma noche que conversó con el pastor, Elena sintió que su depresión desaparecía y era reemplazada por la paz del cielo.

Cuando William Miller regresó en 1842, Elena tenía catorce años. La gente respondió aún con más entusiasmo, pero las iglesias locales denunciaron a los “fanáticos”. De hecho, a la familia de Elena la expulsaron de su propia iglesia.

7 de febrero - Biblia

Llovió y llovió y el agua subió

“Le pesó haber hecho al hombre. Con mucho dolor dijo: ‘Voy a borrar de la tierra al hombre que he creado, y también a todos los animales domésticos, y a los que se arrastran, y a las aves. ¡Me pesa haberlos hecho!’ ” (Gén. 6:6, 7).

Aunque con el paso del tiempo sus historias populares degeneraron en un sinfín de versiones, innumerables culturas antiguas registran la historia de una devastadora inundación global.

Una antigua leyenda china habla de Nüwa, el reparador del mundo después de una gran inundación. Los sumerios de la antigua Mesopotamia creían que cuando los dioses decidieron destruir el mundo, Ziusudra rescató a los animales y las aves en un gran barco. El pueblo Hareskin de la actual Alaska creía que Kunyán (“el hombre sabio”) sabía que vendría una inundación, así que construyó una balsa para él y su familia. La gente se burló de él y dijo que simplemente treparían a los árboles, pero cuando la inundación vino, solo Kunyán y su familia sobrevivieron, junto con muchos animales y pájaros que rescataron mientras flotaban. Los tarascos del norte de México creían que Dios le pidió a un hombre que construyera una casa grande para almacenar animales y alimentos. Cuando llovió durante seis meses seguidos, la casa flotó de manera segura sobre las aguas, salvando a los animales y a todos los que habían ayudado a construirla. Cuando las aguas comenzaron a ceder, el hombre envió un cuervo y una paloma para verificar la situación. El pueblo yaqui de México creía que llovió durante catorce días, destruyendo toda la vida. Solo el noble Yaitowi y su familia sobrevivieron en la cima de una colina, junto con algunos animales en grupos de siete.

La imagen que la Biblia nos presenta del mundo antediluviano (anterior al diluvio) es la de un lugar ricamente bendecido por recursos naturales y mucha belleza, pero donde sus habitantes lo malgastaban todo en sí mismos. Se olvidaron del Creador que lo hizo todo posible; confiaron en sí mismos y adoraron cualquier cosa que evocara su imaginación. Dios había confiado sus principios a los descendientes de Set, el hijo de Adán y Eva, pero su asociación con los egoístas descendientes de Caín también los corrompió. Solo unos pocos vivieron para honrar al Dios que hizo posible sus lujosas vidas.

El Creador decidió revertir el acto de la creación a través de un diluvio, permitiendo que lloviera el tiempo suficiente como para hacer borrón y cuenta nueva. La naturaleza humana, sin embargo, no es algo que se puede borrar tan fácilmente.

8 de febrero - Espiritualidad

El zigzag espiritual

“El camino de los justos es como la luz de un nuevo día: va en aumento hasta brillar en todo su esplendor” (Prov. 4:18).

Cuando yo tenía dieciséis años, el director de Jóvenes nos pidió que representáramos nuestro viaje espiritual a través de una gráfica. Se suponía que debía ser un zigzag, no una línea recta hacia arriba. Yo no lo sabía (ni, en aquel entonces, lo entendía). He tenido la fortuna de contar con padres inteligentes que me han permitido crecer a mi propio ritmo. Al hacer la gráfica, me parecía que conocía a Jesús un poco mejor cada día y que no me había portado mal últimamente.

Los años que he vivido desde entonces han tenido altos y bajos. El camino por el que Dios me ha llevado no es el que yo habría elegido. Cuanto más me acerco a Dios, más inescrutable se me hace. Cuando pareciera que me está llevando en una dirección, de repente todo cambia. A veces prepara una mesa delante de mí, pero no puedo comer de ella; o me esfuerzo intentando alcanzar ciertas metas, para terminar mirando de lejos el objetivo.

Viene a mi mente esta cita de The World’s Last Night and Other Essays, de C. S. Lewis: “He visto muchas respuestas asombrosas a oraciones, que más de una vez me parecieron milagrosas. Pero por lo general, ocurren al principio, antes de la conversión, o poco después de ella. A medida que se avanza en la vida cristiana, esas respuestas tienden a ser más raras. En cambio las respuestas negativas no solo se vuelven más frecuentes, sino más enfáticas.

“¿Significa esto que Dios abandona a sus siervos fieles? Bueno, el más grande de todos sus siervos dijo, cuando iba a morir en la cruz: ‘¿Por qué me has abandonado?’ Cuando Dios se hizo hombre, ese hombre fue el menos consolado por Dios en su mayor necesidad. Este es un misterio que, aunque pudiera, no tendría el coraje de investigar. Así que, cuando en contra de toda esperanza y probabilidad Dios contesta las oraciones de personas insignificantes como nosotros, es mejor no sacar conclusiones apresuradas para nuestro propio beneficio. Si fuéramos más fuertes, podríamos ser tratados de una manera menos considerada. Si fuéramos más valientes, podríamos ser enviados, con mucha menos ayuda, a defender posiciones más difíciles en la gran batalla” (pp. 10, 11).

A pesar de lo que los televangelistas a veces puedan decir, la vida cristiana no siempre es un camino de rosas. A veces hay que recibir golpes. Pero la gracia siempre estará a nuestro alcance.

9 de febrero - Vida

Con una pequeña ayuda de mis amigos

“Si uno de ellos cae, el otro lo levanta” (Ecl. 4:10).

Alguien dijo que nadie puede vivir aislado en su propia isla, pero si yo tuviera que elegir una, sería Australia. Sé que técnicamente Australia es un continente, pero es que los canguros me llaman mucho la atención.

A veces siento que mi vida espiritual se limita a mí y al Espíritu Santo, pero en realidad no es así. Muchos amigos y familiares me han ayudado a forjar mi espiritualidad a través de los años, por lo cual les estoy sumamente agradecido.

 ¿Quiénes te han influenciado en tu recorrido espiritual?

 ¿Qué acontecimientos han afectado tu vida espiritual?

 ¿Hacia dónde crees que te está llevando tu vida espiritual?

 ¿Qué peligros crees que puedes enfrentar en tu experiencia espiritual?

 ¿En qué momentos te has sentido más cerca y más lejos de Dios?

 ¿Cómo te visualizas a nivel espiritual en el futuro?

10 de febrero - Misión

Un lugar especial – parte 1

“Cuando te llamé, me respondiste, y aumentaste mis fuerzas” (Sal. 138:3).

“¡¡¡Doctor!!!”, gritaron. Aún medio dormido, Eric se asomó por la ventana y vio a tres hombres. Cada uno llevaba una espada y una lámpara de aceite, y uno le entregó una nota que decía: “Un hombre drogado cortó a una mujer y a su hijo. Por favor, traiga todas sus agujas”. Eric se puso nervioso y un recuerdo llegó a su memoria.

Se vio arrodillado junto a su madre, repitiendo las palabras que ella decía en su oración: “Y cuando crezca, y cuando crezca, que pueda ser un misionero, que pueda ser un misionero, en los cuatro rincones de la tierra, en los cuatro rincones de la tierra”. A menudo ella añadía: “Recuerda, Dios tiene un lugar especial en el que puedes servirle mejor que nadie”.

Tras licenciarse, Eric tomó un curso de enfermería. Luego, él y su esposa aceptaron un llamado a cumplir la obra médico misionera entre los habitantes del pueblo Karen, una etnia adoradora de espíritus en Birmania. Eric atendía todo tipo de casos, desde úlceras, hasta dolores de muelas y de estómago, incluyendo ataques de elefante. Pero no sabía si estaba preparado para aquella caminata de medianoche ni para lo que vio cuando abrió la puerta de la casita.

“¡Es terrible! No sé si aún están vivos”, dijo uno de los hombres, entrando apresuradamente. A la luz de la linterna, Eric vio dos cuerpos ensangrentados. En ese momento, el niño dio un grito; al menos él estaba vivo. Eric se acercó a la mujer, que estaba en un charco de sangre. Probablemente estaba muerta. En ese momento sintió que iba a desmayarse.

“No te vas a desmayar –se dijo a sí mismo–. Tienes que ser fuerte”. Sus palabras lo reanimaron y se arrodilló sobre la sangre del niño, haciendo todo lo posible para consolarlo. Tenía una herida grave en el cuello, pero el atacante no había tocado las venas principales. Rápidamente, Eric lo suturó. Llevando al niño hasta la puerta, se lo entregó a uno de los hombres y luego pidió ayuda. El hombre que vino a ayudar se desmayó en brazos de Eric.

Una abuelita llegó al lugar. “Vengo a ayudar –dijo–. Soy tan vieja y flaca que los espíritus malignos no me harán daño”. Ambos se arrodillaron junto a la mujer, que tenía la frente abierta y un corte en la mejilla que dejaba ver los dientes y la lengua. Tenía el brazo izquierdo cortado por debajo del codo, y brotaba sangre...

Continuará.

11 de febrero - Misión

Un lugar especial – parte 2

“Confía de todo corazón en el Señor […] y él te llevará por el camino recto” (Prov. 3:5, 6).

Al ver la sangre brotando del brazo de la mujer, Eric le hizo un torniquete. Él y la anciana que lo ayudaba le suturaron el corte de la frente. Cuidadosamente, Eric también juntó y suturó la mejilla lo mejor que pudo, e hizo lo mismo en el otro brazo. Inmediatamente, pidió que trajeran leche caliente. Minutos más tarde, colocó una cucharadita de leche en los labios de la mujer casi muerta; ella bebió. Después de haberle dado media taza, abrió los ojos y miró a Eric, que se arrodilló a su lado. “No voy a morir”, le dijo.

Eric le dijo a uno de los hombres que la mujer estaba viva, pero que había que llevarla urgentemente al hospital, a cien kilómetros de distancia. El hombre dudó.

–¿Usted cree que pueda aguantar tanto tiempo? –le preguntó.

–Ya es un milagro que todavía esté viva –le respondió Eric–, pero necesita mucha más atención de la que yo puedo darle.

El hombre se apresuró, consiguió la canoa más grande del pueblo y seis hombres fuertes para remar. Eric le escribió una carta al doctor, y luego los vio desaparecer en la oscuridad. Semanas después, una mujer llegó a la clínica con el rostro lleno de cicatrices. Eric la miró.

–¿Sabe quién soy? –le preguntó ella.

–Eres mi paciente de medianoche.

–Si no fuera por usted, estaría muerta –le agradeció ella–. Pero usted no le tuvo miedo a la noche ni al demonio que me cortó. Y ahora tanto mi hijo como yo estamos vivos.

–Era lógico que sobrevivieras –dijo uno de los pacientes que observaban la escena–. Este es nuestro Dr. Liebre, y la liebre es el animal más inteligente y el mejor médico de la selva.

Eric sabía que la pequeña clínica de la selva era el lugar donde Dios quería que él estuviera. Su apellido (Hare) en inglés significa “liebre”, y por eso sus pacientes lo comenzaron a llamar Dr. Liebre.

A medida que pasaron los años, aquellos adoradores de espíritus aprendieron a adorar al Dios verdadero y se establecieron más clínicas y escuelas. Los nativos se convirtieron en enfermeros, pastores y administradores. Y durante la Segunda Guerra Mundial, cuando todos los extranjeros tuvieron que irse, mantuvieron viva la iglesia. A pesar de las dificultades, el hambre, e incluso la tortura, ningún sábado pasó sin que los creyentes se reunieran. Se aferraron a Dios y no lo soltaron.

₺261,33

Türler ve etiketler

Yaş sınırı:
0+
Hacim:
561 s. 2 illüstrasyon
ISBN:
9789877982893
Yayıncı:
Telif hakkı:
Bookwire
İndirme biçimi:
Metin
Ortalama puan 0, 0 oylamaya göre