Kitabı oku: «Kino en California», sayfa 3

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Imagen 3. Desierto de Altar, Sonora. Kino dejó el verdor de su tierra, por venirse a los desiertos de California y Sonora. Exploró ampliamente estos áridos horizontes y encontró en ellos seres humanos que le dieron sentido a su vida. Fotografía de Enrique de Velasco.

Otro aspecto de este estudio es que los autores procuramos visitar muchos de los sitios explorados por Kino, y seguir en el campo las rutas que trazó, tanto en California como en la Pimería. En muchos casos estas visitas las hicimos a la manera de Kino, es decir, a caballo. También lo hicimos en vehículo y en otras ocasiones a pie. Conocer las costas, el desierto, las sierras, las llanuras, los ríos y tantas partes de la geografía de las regiones que Kino exploró y recorrió a fondo, es ciertamente una gran experiencia, una experiencia memorable para los autores de este libro, ya que mucho nos acercó a nuestro personaje. Visitar las misiones y sus vestigios, seguir las veredas, orientarnos con los mapas y los diarios de Kino, acampar en los parajes donde acampó, ver paisajes muy parecidos a los que observó, seguir sus huellas, beber agua de los mismos manantiales, encender fogatas donde él las encendió y ver cielos llenos de estrellas como él los observó. Todo esto nos enriqueció y nos permitió conocer mejor al padre Kino, y desde luego amar con profundidad a nuestra tierra y sus raíces.

Cruzamos a pie la Sierra de La Giganta siguiendo la ruta entre San Bruno y el Pacífico. También ascendimos el volcán Santa Clara para constatar esa primera visión que condujo a Kino a concluir que California es península. Visitamos la junta de los ríos Gila y Colorado en los parajes donde tantas amistades trabó Kino con los indios. Registramos la cuenca baja del Colorado buscando los recuerdos de Kino. Estuvimos en los vestigios de San Bruno, en la bahía de La Paz, en Sonoyta, Caborca, San Javier del Bac y tantos otros sitios que Kino transformó con su presencia. Estuvimos en el sitio de Nuestra Señora de los Dolores, en donde ciertamente nos emocionamos porque ahí surgieron y maduraron muchos de los sueños de Kino. Estuvimos en el Golfo de California, ese mar que tantas veces cruzó a lo largo de sus proyectos califórnicos. Procuramos visitar y conocer cada uno de los espacios geográficos donde Kino dejó su huella. Y desde luego, no nos olvidamos de su natal Segno, en el norte de Italia, donde tuvimos la oportunidad de saludar a la familia Chini, descendientes de la familia de nuestro misionero. Visitamos su casa natal y el templo donde fue bautizado. No dejamos de ver Sevilla y Cádiz, ahí vivió dos años antes de emprender el viaje a su destino. Tampoco nos faltó Magdalena de Kino, en donde murió y descansan sus restos.

Hoy, las misiones que fundó son pueblos modernos, incluso ciudades; las fronteras que exploró y fundó son regiones bien desarrolladas al igual que los reinos y provincias que soñó. Solo los indios que tanto amó y luchó por ellos ya casi no existen, desaparecieron ante el embate de ambiciones humanas que llegaron a imponerse a los ideales de nuestro misionero. Fueron excluidos de un desarrollo egoísta que los sigue conquistando de una manera brutal. Los indios fueron la razón esencial del trabajo de Kino, sin lugar a dudas para él sería muy decepcionante el ver que nuestra sociedad moderna los ha estado marginando de un desarrollo que él soñó para ellos. No podemos honrar la memoria de Kino si no tomamos en cuenta por quienes trabajó.

Raquel Padilla Ramos (1967-2019)

Este estudio nos permitió acercarnos a una historiadora y antropóloga muy especial, nos referimos a la doctora Raquel Padilla Ramos, a cuya memoria dedicamos este libro. Académica y estudiosa muy destacada, considerada entre las mejores historiadoras del noroeste de México. Su principal tema de investigación fueron los yaquis, su historia, pero sobre todo ese devenir de sufrimiento en que se vieron envueltos durante cientos de años queriéndoles quitar sus tierras y esencias, queriéndolos exterminar a grados genocidas, negándoles todo derecho. Pero su trabajo no terminó ahí, ya que igual se solidarizó con los yaquis actuales, cuyas luchas históricas siguen vigentes y las agresiones en su contra son cosa de todos los días. Raquel utilizó sus conocimientos en apoyo de las luchas yaquis, hizo suyas estas luchas con un alto nivel de compromiso que nos recuerda las luchas del padre Kino al defender a sus indios. Raquel entendió perfectamente la problemática indígena, la asumió como mexicana de una manera muy positiva, sin generar ni odios ni rencores:

Sobre todo, son los pueblos originarios, conferidos por derecho de antigüedad, quienes tienen la autoridad moral de reclamar, demandar y exigir al Estado mexicano el respeto a sus territorios… pero no podrán hacerlo solos, debemos unirnos todos en la lucha contra la deshumanización, contra la codicia empresarial y contra la muerte provocada por el desprecio de los poderes políticos y económicos. Permitanme insistir, solo lo lograremos en colaboración, correspondencia y universalidad… floreciendo ellos [los pueblos indígenas] florecemos todos.

Y no únicamente fue consecuente con las causas indígenas, también con otras numerosas causas de injusticias sociales. Nada que afectara al ser humano le era indiferente. No por nada escribió:

El amor verdadero espera …

tras las rejas de una cárcel

en la cama de un hospital

en el niño descalzo

en el hombre desnudo

en la mujer abandonada

en el territorio indígena

en la lucha obrera

y en el fondo del incordio

de cada revolución.

Amiga entrañable, llena de nobleza, de espiritualidad cristiana y una intelectual honesta y ética. Su muerte, injusta y violenta, nos llenó de dolor, de coraje e indignación privándonos de manera prematura de su presencia. Nos deja un vacío imposible de llenar. Fue un privilegio haber conocido un ser humano tan excepcional como ella. Se trató de un favor celestial por haber seguido la huella de Kino.

Su presencia fue una voz de esperanza, de esas que nos mueven, nos motivan y nos inspiran para mejorar este y otros mundos. Con su ejemplo nos atrevemos a ser valientes, audaces, a soñar y buscar utopías que quizá no existan, pero que nos permiten avanzar en el sentido de una sociedad más justa, más humana. Por eso no queremos olvidarla, siempre será para nosotros, y creo que para muchos de los que la conocimos, maestra, líder y compañera en una empresa que debemos seguir, con convicción y amor, con ese ejemplo generoso que ella nos brindó.

Existe cierta belleza en algunas personas, que al contrario de lo que va ocurriendo con el cuerpo, aumenta con el tiempo y se va volviendo luminosa. Así era el alma y la vida de Raquel, una vida luminosa al servicio de causas muy humanas. Su ejemplo de vida fue un homenaje al padre Kino.

No hace mucho escribió Raquel estas bellas palabras a manera de testamento, presintiendo, quizá, su cercana muerte:

Cuando yo muera…

Dejaré a mis hijos las nubes que presagian lluvia en tierra del desierto. A mi padre y a la memoria de mi madre, mis gracias repartidas en cada estrella del cielo. A mis hermanos y hermana, una estela de sonrisas en las olas del océano. A mi amado, una postal viva de los ondulantes cerros del Bacatete. A mis críticos, una piedra firme y consistente para que, libres de pecado, me la arrojen al rostro. A mis enemigos, un cascabel sin víbora. Y a mis amigos, un rincón limpio y ordenado en donde se depositen nuestros recuerdos más entrañables.

Ahora Raquel descansa en la tierra de la Sierra del Bacatete. Los yaquis, quienes la consideran como una de ellos, pidieron que parte de sus cenizas sean depositadas en esta sierra legendaria para ellos, ya que ha sido un refugio en sus momentos y luchas más difíciles. Ahí descansará al lado de otros grandes lideres yaquis que dieron su vida en defensa de la tierra yaqui. Es la primera vez que a una persona no yaqui se le considera en el más alto rango que solo se le da a sus ancestros y personas trascendentes de su historia.

Vaya este sincero homenaje a quien amó tanto la vida.


Silvio Chini (1928-2020)

Al estar preparando la edición de este libro, nos enteramos de la muerte de nuestro querido amigo don Silvio Chini, un trentino oriundo de Segno, familiar y paisano del P. Eusebio Kino, que empeñó su vida en rescatar y seguir cultivando el legado a través de su empeño personal y familiar en la vivencia de la solidaridad y también por la fundación en los años ochentas del “Comitato Chiniano”, que posteriormente pasó a ser la Asociación Cultural Padre Eusebio Francesco Chini, así, con el nombre fusionado, en castellano y en italiano, que nos recuerda no solo los frutos que para el mundo aportó aquel hombre, sino también las raíces que originaron tal entrega.

Desde esta Asociación de la cual fue fundador, presidente hasta 2009 y a la fecha presidente honorario impulsó varias obras dentro y fuera de su comunidad, haciendo tangible la vida y obra del P. Kino, destacamos la creación del Centro Cultural Kino, su plaza y museo que alberga obras de varios artistas de ambos territorios, desde el monumento ecuestre que se ha convertido en icono del misionero, un mural que plasma en la historia del padre el hermanamiento de dos mundos, como lo plasma también la obra del artista plástico, pintor y muralista Nereo de la Peña al interior de ese recinto, numerosas publicaciones de investigación y divulgación fueron promovidas por tal emprendimiento, documentación y también una serie de artefactos que nos vinculan en el tiempo y en el espacio con la obra Kiniana. A la puerta, con gesto de calidez, cordialidad y mucho orgullo era fácil encontrar a Silvio, quien convencido de la actualidad de dicha obra nos mostraba los testimonios de amor y gratitud expresados en lo que ahí se expone y comparte.

Silvio quiso ser testigo con su propia mirada y presencia de la tierra que pisó el misionero, cultivando con ello relaciones de amistad, intercambio y solidaridad con las comunidades que Kino evangelizó. En su personalidad tenaz, persistente, pero sencilla y respetuosa pudimos descubrir a modo de sabia, aquél espíritu que nos hermanó en la entrega y pasión que caracterizan al Venerable Padre Kino.

A través de esta obra, que dedicamos a su memoria de una manera agradecida, damos testimonio y reconocemos el empeño del buen amigo Silvio Chini, sumándonos a su causa como una manera de honrar su vida.

Agradecimientos

Este trabajo es el resultado de muchos apoyos y muchas ayudas. Los autores queremos expresar nuestra profunda gratitud a todas aquellas personas que de una u otra manera contribuyeron para que este libro naciera. Por eso queremos mencionar muy especialmente al padre Germán Orozco, al doctor Hans Berstch, Arnulfo Estrada Ramírez, a José Luis García por su apoyo cartográfico y fotográfico, a Enrique Fuentes, Enrique Velazco, al ingeniero Alejandro Treviño, y a Altagracia Sahagún, Alfonso Gardea, Sergio Müller, José Dorel, Oscar Simón Mendoza, Claudia Reyna y Juan Pablo Armenta Vázquez por su apoyo fotográfico. Nuestra gratitud al doctor Conrado Ulloa por haber hecho la traducción del latín al español de la carta de Kino a Zignis.

Gracias a la Universidad Jesuita de Guadalajara, más conocida como ITESO (Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente) por haber financiado y apoyado esta publicación. Especialmente quiero mencionar al rector, doctor Luis Arriaga, S.J.; al licenciado Manuel Verduzco Espinosa, director de publicaciones; a la licenciada María Guadalupe López Garfias, coordinadora editorial y al doctor Humberto Orozco Barba, director de relaciones externas de ITESO.

Igualmente expreso mi gratitud al señor gobernador del estado de Baja California, ingeniero Jaime Bonilla Valdez por haber contribuido con una parte importante del financiamiento de este trabajo. Gracias especiales al licenciado Pedro Ochoa Palacios, secretario de cultura, al arquitecto Armando García Orso, subsecretario de patrimonio y difusión cultural y a la licenciada Magdalena Jiménez Molina, subsecretaria de educación artística y fomento a la lectura.

Mucho agradecemos al ingeniero Javier Michel Menchaca su apoyo generoso. Gracias doctor Saúl Cuautle Quechol, rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México por apoyar de manera importante esta publicación.

Gracias al padre Claudio Murrieta por haber realizado el prólogo de este libro y haberlo apoyado de muy diversas formas, igualmente agradezco al Seminario Diocesano de Nogales su patrocinio. Mención especial a Silvia Bouchez (esposa de Carlos Lazcano), y a Enriqueta Valenzuela Tourniayre (esposa de Gabriel Gómez Padilla) por su paciencia y apoyo solidario.

Carlos Lazcano Sahagún

Ensenada, California Norte

Gabriel Gómez Padilla

Guadalajara, Jalisco


Imagen 4. Vestigios de la misión de Nuestra Señora del Pilar y Santiago de Cocóspera, establecida por Kino a fines del siglo XVII. La herencia de los misioneros no son los templos y vestigios misionales que dejaron a su paso. Su herencia debe medirse en función de la implantación de los mejores valores de la cultura occidental en las regiones donde trabajaron. Fotografía de Carlos Lazcano.


Mapa 1. Grupos indígenas de la Antigua California a la llegada de los españoles (siglo XVI). Diseño de José Luis García, modificado de León-Portilla.

1- Los trabajos más importantes están citados en la bibliografía, véase especialmente Bolton (2001), Burrus (1954, 1961, 1964, 1965, 1971), Gómez Padilla (2008, 2014, 2017 y 2019), Kino (1857, 1964, 1989, 1996), Mathes (1969, 1974, 1974b, 1996) y Venegas (1979). Consúltese igualmente: Gabriel Gómez Padilla, Historia e importancia de un proyecto sobre Eusebio Francisco Kino S.J. , publicado en la revista, Espiral, estudios sobre Estado y Sociedad, vol. XX, núm. 58, sep-dic. 2013, pp. 215-245.

2- Como ejemplos véase; Michael Mathes (1977), Las misiones de Baja California, Editorial Aristos, La Paz; Miguel León Portilla y colaboradores (2008), El Camino Real y las misiones de la península de Baja California, Fundación Manuel Arango, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México.

Introducción
CONTEXTO Y MOTIVACIONES
California antes de Kino

LOS PRIMEROS GRUPOS HUMANOS QUE arribaron a la hoy península de Baja California, lo hicieron cruzando el estrecho de Bering desde hace cuando menos 15 mil años. Se ha datado presencia humana en la península con una antigüedad de entre diez y doce mil años. Estos grupos fueron ocupando toda la geografía bajacaliforniana, desarrollándose distintas culturas que se adaptaron muy bien a los áridos ambientes de esta tierra.

Al momento de la llegada de los europeos a América habitaban en la Antigua California grupos indígenas de cuatro familias lingüísticas: los pericú, los guaicura, los cochimí y los yumanos. Los pericú ocupaban el extremo sur de la península, la región de Los Cabos hasta parte de la bahía de La Paz, por la costa del mar de Cortés, incluyendo las islas Cerralvo y Espíritu Santo.

Los guaicura ocupaban desde Todos Santos, en la costa del Pacífico, la mayor parte de la bahía de La Paz, hasta Loreto, principalmente entre los 23 grados y medio de latitud norte y hasta un poco más de los 26 grados, tanto del lado del Pacífico como del mar de Cortés, incluyendo buena parte de la sierra de La Giganta. La etnia más extendida en la península lo fue la cochimí, ya que llegaron a habitar desde el paralelo 26, en Loreto, hasta el paralelo 30, en la región de El Rosario. Los grupos yumanos se extendieron desde el paralelo 30 hasta mas allá de la península, alcanzando regiones de los hoy estados de California y Arizona, en Estados Unidos.

Todos estos grupos tenían una cultura material muy sencilla, bien adaptada al difícil medio natural peninsular. Eran nómadas y seminómadas, tanto pericues, guaicura como cochimí, desconocían la agricultura y la cerámica. Solo los yumanos llegaron a dominar una cerámica muy elemental y una agricultura incipiente gracias a la presencia del río Colorado. Eran culturas ágrafas y sus construcciones no pasaban de sencillas chozas de enramadas. Las relaciones entre ellos eran difíciles debido a las limitadas posibilidades de conseguir alimentos, por lo que se mostraban muy territoriales en pequeños grupos o bandas, que los misioneros llegaron a llamar “rancherías”.

Presencia hispana

Una vez que Hernán Cortés fundó la Nueva España y conquistó a los aztecas, tuvo como proyecto prioritario la exploración del océano Pacífico o Mar del Sur, como entonces se le conocía. Desde 1532 fue enviando una serie de navegaciones que dieron luz al perfil del Pacífico mexicano, especialmente su parte norte. La segunda de estas navegaciones, inicialmente al mando de Diego Becerra, y posteriormente al de Fortún Jiménez, encontró la península de Baja California a fines de 1533, alcanzando la bahía que hoy conocemos con el nombre de La Paz. El hallazgo fue lo bastante importante como para que el mismo Cortés dirigiera personalmente una tercera expedición, la que entre 1535 y 1536 intentó establecer un poblado en dicha bahía, al que se le puso el nombre de Puerto de Santa Cruz. El intento falló debido a varios factores, entre ellos la hostilidad de los indios, el no encontrar oro o ningún tipo de riqueza que justificara los gastos, y la aridez de la región. Fue durante esta expedición que los hombres de Cortés pusieron el nombre de California al hoy Cabo San Lucas, nombre que al poco tiempo brincó para toda la península.

En 1539 Cortés manda una cuarta y última navegación, la que pone al frente de Francisco de Ulloa. Uno de los más importantes objetivos de esta aventura era la búsqueda de las Siete Ciudades, uno de los mitos medievales que los conquistadores habían trasladado al Nuevo Mundo. Ulloa recorre toda la costa de Sonora, fue el primero en hacerlo, descubre la desembocadura del río Colorado, desciende por la costa oriental de California, da vuelta por el Cabo San Lucas y va siguiendo la costa del Pacífico, hasta alcanzar el paralelo 30, de donde regresa. Esta fue la primera vez que se reconoció el carácter peninsular de la California, y así apareció desde entonces en toda la cartografía californiana del siglo XVI.

Apenas terminada la navegación de Ulloa, el primer virrey de la Nueva España, don Antonio de Mendoza, compitiendo con Cortés en la búsqueda de las Siete Ciudades, envía la navegación de Hernando de Alarcón en 1540, la que penetra por el río Colorado hasta alcanzar la confluencia con el río Gila. Esta fue la primera ocasión en que se exploran terrenos de la hoy conocida como California, Estados Unidos.

En 1542, el virrey Mendoza envía la navegación de Juan Rodríguez Cabrillo con el fin de superar lo registrado por Ulloa. Así, es explorada toda la costa más allá de la península de California hasta el paralelo 41 o 42. Esta navegación finaliza en 1543 sin encontrar ninguna noticia de las Siete Ciudades, por lo que los posteriores esfuerzos de los españoles se concentran en la búsqueda de la tierra de las especias, al otro lado del Pacífico, en Asia.


Imagen 5. Hernán Cortés, el fundador de la Nueva España y descubridor de Baja California. Entre 1535 y 1536 realizó el primer intento de colonizar la península. Grabado de Antonio Solís, 1715.

Sesenta años después de Cortés, en 1596, es Sebastián Vizcaíno quien pretende de nuevo fundar un pueblo en la bahía de La Paz, buscando sustentarlo con la pesquería de perlas. Fue este personaje el que le dio su actual nombre. También fracasó. Poco después, en 1615, intentaron la colonización de California Juan de Iturbe y Nicolás de Cardona, sin lograrlo. También sin resultados positivos fueron los intentos de Francisco de Ortega, entre 1632 y 1636. Enseguida, en 1642, se frustra el esfuerzo de Luis Cestín de Cañas. Luego están los proyectos, también fallidos, de Pedro Porter de Casanate, entre 1644 y 1649. Siguieron dos reveses más, el de Bernardo Bernal de Piñadero en 1664 y el de Francisco de Lucenilla en1668. Estas empresas fracasaron debido al carácter comercial que tenían, ya que la península nunca tuvo las riquezas con que soñaron quienes las emprendieron. Gracias a esta larga secuencia de descalabros es que llegó a pensarse que California era inconquistable.

Además de los intentos por colonizar California, también habían hecho acto de presencia en ella, varias navegaciones que siguieron explorándola y demarcándola. Una de las más notables fue la de Sebastián Vizcaíno de 1602-1603, en donde se cartografió a detalle toda la costa del Pacífico entre Cabo San Lucas y el paralelo 41. Sin embargo, a pesar de la exactitud de los detalles de esta demarcación, los cartógrafos de Vizcaíno cometieron el error de considerar isla a la península californiana junto con toda la costa hasta el paralelo 41 o 42. Fue por este error que el nombre California se extendió desde la península hasta el paralelo 41 y debido a ello la costa del actual Estado de California (Estados Unidos) recibió este nombre. Además, este error cartográfico tendría consecuencias notables en la política de la Corona respecto a California y el lejano septentrión novohispano.

Asimismo, desde 1565, cada año pasaba frente a las costas de California el Galeón de Manila en su viaje a Acapulco. La travesía era larga, entre cuatro y seis meses, por lo que los navegantes llegaban exhaustos a Acapulco. Muchos morían por las enfermedades que se desarrollaban en tan prolongado viaje. Desde fines del siglo XVI se buscó establecer un puerto de apoyo al galeón y precisamente el objetivo de la navegación de Vizcaíno había sido buscar una bahía adecuada para ello, y aunque se propuso la de San Diego o la de Monterrey, en la costa que posteriormente se conocería como Alta California y hoy California, el proyecto no se concretó por muchas razones. Es bajo estas circunstancias que Kino hace su aparición en la Nueva España en 1681.

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