Kitabı oku: «La transición española», sayfa 4
Sin embargo, el 15 de enero de 1976 se consiguió llegar a un acuerdo, consensuado por ambas organizaciones, aludiendo al apoyo al movimiento obrero e indicando que los incrementos salariales no podían ser considerados como causa fundamental de la inflación. También se pidió la liberación de los trabajadores detenidos y la negociación directa entre empresarios y trabajadores.
Como apoyo a esta estrategia, se convocaron diversas manifestaciones, siendo la realizada el 17 de enero en Valencia la más numerosa, contando con alrededor de veinte mil personas a favor de la JDE y el Consell Democratic.
En toda España se sentía una auténtica efervescencia política con la presentación pública de los partidos políticos, la mayoría emergiendo desde la clandestinidad mientras que otros nuevos que se incorporaban al espectro político. Algunos se constituían en plataformas unitarias a fin de conseguir la mayor representatividad posible. Este fue el caso de la Confederación Socialista que finalmente llegó a unirse con la Conferencia Socialista Ibérica; o como en Galicia, donde se constituyó la plataforma del Consello de Forzas Políticas Galegas.
Sin duda, estos pactos resultaron frágiles en su contenido, llegando a crear confusión y enfrentamiento entre ellos, dada la volatilidad de las alianzas entre los diferentes organismos políticos que se sucedían constantemente en función de lo que defendieran en cada momento. Como ejemplo de ello, el comité de relaciones exteriores de la AD de Euzkadi y la comisión de enlace de la Asamblea, acordaron el 28 de enero denunciar la vigencia del Decreto-Ley Antiterrorista.
En Cataluña, dentro de la propia FSC-PSOE saltaron las alarmas al publicarse un artículo escrito por José Luis Fernández Casado que pertenecía a la Comisión de Trabajo de la FSC titulado “El PSOE contra el Consell de Forces Polítiques”. En el se indicaban las distintas tendencias del socialismo catalán así como los problemas ideológicos entre las dos formaciones:
“Los señores del Consell han demostrado demasiado pronto su antisocialismo (…) Corren rumores de que lo más molesto para los señores del Consell es la ‘E’ del PSOE, es decir, lo que tiene el Partido Socialista de ‘Español’. Tratan así de utilizar el catalanismo para excluir, con aparente justificación, al socialismo. Y además parecen ignorar con ello la composición actual de la población de Cataluña y las actuales relaciones de producción (…) Otros, sin embargo, afirman que lo que molesta de verdad a los del Consell no es la ‘E’ sino la ‘O’, es decir, la palabra OBRERO que tiene en su anagrama el PSOE. Pero precisamente es la ‘O’ lo que falta al Consell y es esto, junto a la ausencia del PSOE, lo que le excluye de la Cataluña socialista y democrática”.64
El secretario general de la FSC, Josep Mª Triginer Fernández,65 rechazó el anterior escrito; no obstante, indicó que el Consell pretendía erigirse en el organismo unitario y representativo de Cataluña cuando el único organismo unitario era la Asamblea.66 Las dos posturas en realidad no eran tan contradictorias, aunque sí demostraban el confusionismo reinante dentro del socialismo catalán, que tendría graves consecuencias ideológicas en la militancia de base y en un sector de la ciudadanía catalana ajena a la estrategia catalanista.
Desde el prisma nacionalista catalán, el líder de CDC, Jordi Pujol, puntualizaba sobre la realidad política en aquel momento:
“El objetivo fundamental es la instauración de la democracia en Cataluña y en España. El reconocimiento de la personalidad nacional de Cataluña, y en concreto del Estatut, y una nueva distribución de la riqueza, de la cultura y del poder son los objetivos fijados”.67
Pujol también se refirió a la distinción entre la ruptura y la evolución, terciando a favor de la primera, anunciando que: “De trencadissa poca o molta n’hi a de haber”. Lo sorprendente de la situación era que todos estos mensajes, enviados desde los partidos con un fuerte contenido ideológico, eran publicados sin ningún tipo de cortapisa administrativa, dando la señal de un nuevo síntoma de cambio y de la propia indecisión del gobierno ante la nueva política de aperturismo aparente. De esa forma fue autorizado el recital de música del cantautor Lluís Llach en el Palacio de los Deportes de Barcelona y denegado el acto al cantante flamenco Manuel Gerena, afín a los movimientos de oposición política, que fue detenido y multado. Llach actuó los días 15, 16 y 17 de enero en tres apoteósicas actuaciones ante un enfervorizado público que rondaba las veinticinco mil personas. Tras ocho meses de silencio, comenzó con un: “Moltes gracies en nom de L’Assemblea de Catalunya”. En días anteriores, Llach comentaba que:
“En este país el silencio a veces es muy elocuente. En ocasiones una prohibición resulta más explicativa sobre la situación del país que una canción como L’Estaca a la que se ha dado cierta representatividad de una época que aún no veo superada. (…) Tanto si se cansan como si no, la realidad de una conciencialización política es imparable. Estoy convencido de que mis recitales tendrán un significado sociopolítico ‘i no em sap pas greu’ que los cantantes sirvamos para esto. Es un papel que debemos asumir (…) Hace años que no actuo con Serrat por divergencias ideológicas, y no tengo noticias de que haya cambiado (…) La canción es un medio popular de comunicación y desde esta premisa es política, en un sentido o en otro. Lo que ocurre es que se confunde demasiado a menudo la canción política con la canción política de oposición; esto es un error evidente. Todo el mundo hace política en la canción.” 68
En todos los recitales asistieron representantes de la Asamblea, del Consell y de todo el espectro catalanista, entre los que destacan: Joan Reventós, Joan Prats, Jaume Casanovas, Ramon Trías Fargas, Jordi Pujol, Miquel Roca Junyent, Josep Andreu Abelló, Josep Pallach, Heribert Barrera, Pere Ardiaca, Antoni Gutiérrez, Joan Colominas, Joan Cornudella, Joan Armet, Anton Canyellas, Joan Badía, Joan Cabré, Agustí de Semir, Jordi Carbonell, Josep Benet, Josep Solé Barberà, Rafael Ribó, Miquel Sellarés, Jacint Humet, Francisco (Paco) Frutos, Joan Anton Sánchez Carreté, Ferran Fullá, Pere Portabella, Lluís Mª Xirinachs, Josep Mª de la Hoz, Joaquim Maldonado, Josep Trueta, Antoni Tàpies, Jordi Llimona, Antonio de Senillosa, Josep Pi i Sunyer, Jordi Trias, Isidre Molas, Xavier Cassasas, Joan Carrera, Albert Espunya, Carlos Santos, Joan Pere Viladecans, Alfons Carles Comín, Ricard Bofill, Félix Martí, Raimón Obiols, Monserrat Avilés, Albert Fina, Mª Aurelia Capmany, Jaume Vidal Alcover, Manuel Cruells, Carles Güell de Sentmenat, Carlos Ferrer, Joan Mas Cantí, Agusti Montal, Joan Granados, José Antonio González Casanova, Lluís Carandell, Joan Oliver, Marta Mata, Amadeo Cuito, Xavier Folch, Ovidi Montllor, Joan Obiols, Francisco Rodríguez Ocaña, Raimón, Francesc Pi de la Serra, Quintín Cabrera, Jordi Solé Tura, Josep Mª Espinás, Magda Oranich, Marc Palmes, Armand Carabén, Jaume Rosell, Carles Rexach y Mª del Mar Bonet. El abad de Montserrat y Salvador Espriu cursaron sus adhesiones. Seguidamente, al acabar las actuaciones, parte de los asistentes efectuaron marchas de protesta en dirección a la cárcel Modelo o por el centro de la ciudad.
En Barcelona por aquellas fechas tuvo lugar un relevo significativo en la cúpula del poder civil. Salvador Sánchez Terán,69 político representante del reformismo franquista, fue nombrado nuevo gobernador civil de la provincia. Junto a él, también fue elegido otro aperturista, Gabriel A. Ferraté, como director general de Universidades e Investigación. No obstante, a pesar del esfuerzo renovador ejercido desde el Ejecutivo, estos relevos fueron insuficientes ya que los cambios en las estructuras de poder de los gobiernos locales y regionales no se realizaron de hecho hasta bien acabada la Transición. Fue entonces cuando hizo aparición con más furor aquello que llegó a llamarse el “cambio de chaqueta”.
Sin duda el aperturismo del nuevo gobernador civil, del que dependían los estamentos locales, aceleró esa ambigüa situación de aparentar talantes aperturistas. En unas declaraciones efectuadas en un pleno del Ayuntamiento de Sabadell, el alcalde llegó a decir después de rechazar una propuesta de petición de amnistía: “No lo hice para no dividir al consistorio, a pesar de que yo soy demócrata y de izquierdas”. 70 Josep Benet comentaba al respecto:
“(...) Desde la desaparición del general Franco y el anuncio de elecciones, se ha producido un espectáculo esperpéntico: todos los políticos del antiguo régimen, ex ministros, ex subsecretarios, ex directores generales, ex censores, ex jerarquías del Movimiento, etc.- excepto el señor Blas Piñar y sus amigos-, han cambiado de camisa, han abandonado el correaje y vestido la modesta chaqueta democrática. Y se han declarado demócratas de toda la vida. Es la hora de los camaleones, ha dicho alguien. Es cierto, lamentablemente.”71
El 9 de enero de 1976, se presentó en Madrid, bajo esa estrategia de libertad simulada, el Consell de Forces Polítiques de Catalunya (CFPC). Según la crónica del periodista Ramon Pi, asistieron: Francisco Gordo Lorente, Joan Reventós, Jaume Casanovas, Heribert Barrera, Xavier Castellá, Albert Aleu, Ignacio Zabala, Joan Cornudella, Joan Ramon Colominas Companys, José Badía, Joan Colominas Puig, Antonio Gutiérrez, Pere Ardiaca, Josep Pallach, Amadeo Cuito y Francisco de Borja Aragay.
Entre los diferentes mensajes aportados en la posterior conferencia de prensa, fue destacable la alusión al presidente de la Generalitat en el exilio, entendiéndose más como el reconocimiento simbólico hacia un sistema de libertades que como la búsqueda de un líder. Días después el Consell, representado por 11 formaciones políticas, también se presentó en París ante los medios internacionales. Éstas eran: Joan Cabré (PCC), Joan Cornudella (FNC), Joan Colominas (PPC), Anton Canyellas (UDC), Jaume Casanovas (Esquerra Democrática), Xavier Castellá (Esquerra Republicana), un miembro del PSAN, Gregorio López Raimundo (PSUC) y Heribert Barrera (Reagrupament Socialista i Democrátic de Catalunya). En referencia a este último partido cabe decir que a finales de 1974, una fracción numerosa de ERC, encabezada por Barrera, se integró en el Reagrupament Socialista i Democrátic de Catalunya de Pallach, separándose del otro sector dirigido por Andreu Abelló, más proclive al pacto con los comunistas y que acabó incorporandose al PSC (C). Sin embargo, en mayo de 1976 Barrera y su grupo volvieron a ERC para reconstruir de nuevo el partido.72
Después de la presentación oficial, una serie de partidos y organizaciones intentaron formar parte de esta nueva organización nacionalista; no obstante, algunos lo consiguieron y otros no. De hecho, al finalizar el primer mes de 1976 había claramente varias estrategias políticas bien definidas. El CFPC, que alternaba la negociación como un bloque unitario según el foro elegido; los partidos que lo componían, que actuaban por separado según conveniencia; la Generalitat en el exilio, con la estrategia dirigida por Tarradellas de descrédito total por la Asamblea; el sector pujolista; el comunista y, finalmente la Asamblea, que actuaba a veces de comparsa de la auténtica negociación, ya que los protagonistas eran los mismos.
Uno de esos foros de debate fue el celebrado en el monasterio de Cura (Mallorca) reuniéndose el CFPC, JDE, el Consell Valenciá y otras instancias unitarias, incluidos los partidos de las Islas Baleares. La reunión se celebró el 31 de enero asistiendo 89 personas, entre ellas siete periodístas y “dos agentes de la Brigada Social”, estos últimos de incognito. El comunicado final hizo referencia a la ruptura democrática, a la coordinación y al intercambio de experiencias.73
En el ámbito estatal, la Democracia Social Cristiana se presentó en Madrid en coalición con la Federación Popular Democrática, presidida por José Mª Gil Robles. En Cataluña, sus representantes eran Antoni y Pau Miserachs.
El 30 de enero de 1976, Convergencia Socialista de Cataluña (CSC) se presentó a los medios de comunicación en el sótano de un bar del barrio del Port en Barcelona con una representación muy amplia de militantes entre los que destacaban: Joan Prats (profesor universitario), el payés Josep Vidal, ex miembro del BOC y del POUM y miembro de la Unió de Pagesos, Celestí Martí (ex miembro del PSUC), Jesús Salvador (abogado), exmilitante del FOC-FLP, detenido con los 113 de la Asamblea, el andaluz Juan Alamillo, Josep Parcerissas (estudiante), Anton Canals (administrativo), miembro de la A.C. de Lleida, Xavier Guitart (obrero de la industria química), Eduard Galcerán (químico y profesor despedido), Joan Reventós (abogado) y el exmilitante del FOC, Pascual Maragall (economista y profesor universitario), excusando su asistencia Rafael Madueño y Jordi Parpal.
Convergencia Socialista surgió de la fusión del MSC como grupo promotor, del Moviment per l’Autogestió i el Socialisme (MAS), fundamentalmente obrero, de Reconstrucción Socialista formada por militantes de USO, de grupos independientes y exmilitantes del FOC y del Front Socialista Federat (FSF). Cabe destacar que los llamados intelectuales del CSC formaban parte en su mayoría del Centre d’Estudis Socialistes. Uno de sus representantes, Raimon Obiols, opinaba en aquellos días que la transición al socialismo debería pasar por la vía democrática y pacífica mediante una alianza popular que expresara el sentido mayoritario del pueblo en la construcción del socialismo.74
Mientras tanto, la Asamblea seguía en plena actividad aumentando su representación en el territorio con el ingreso de nuevos socios. Uno de ellos fue la Asamblea del Alt Empordà, formada por una treintena de militantes que representaban a: Reagrupament Socialista, CSC, PSUC, PSAN y Unió de Pagesos. Las Juventudes Comunistas de Cataluña (JCC), que apoyaban el CFPC, también pedían el ingreso en la Asamblea junto con la Asociación de Vecinos del Turó de la Peira. En definitiva podríamos decir que estas tres organizaciones tenían en común la búsqueda de un mismo objetivo que era formar parte de una gran organización y conseguir así cierta notoriedad muchas veces inmerecida.
El Reagrupament per la Unitat Socialista Catalana, que formaba parte del Consell, también hizo referencia a la Asamblea, reafirmando la voluntad de seguir trabajando para el fortalecimiento y dinamización del CFPC así como en la reivindicación de la Generalitat, manifestando su apoyo a toda movilización popular pacífica y responsable que persiguiera la consecución de una democracia política destacando en este sentido el papel de la Asamblea como órgano de movilización popular. En el comunicado se solidarizó con Xirinachs y con los procesados por ser miembros del Front d’Alliberament Català (FAC): Manuel Cruells, Blanxart y Jordi Duch Continas.
Desde principios de año, no había semana que no se presentara públicamente alguna organización política o social que hasta aquel momento trabajase en la clandestinidad. Mientras que la UDC explicaba las razones que le permitían ser la referencia de la democracia cristiana de Cataluña, el Movimiento Comunista de España (MCE),75 que estaba presente hasta ahora en la Asamblea, recibía ciertos reparos por su intención de formar parte del Consell, aunque esta posibilidad no se plantease por el ya conocido problema de la “obediencia catalana”.
El 28 de enero de 1976, el discurso televisado del presidente Arias ofreció a los españoles los propósitos que perseguía el gobierno a medio plazo:
“No quiero ni debo pasar por alto un estado de opinión que, con algunos juicios tan ligeros como osados, se ha pretendido inventar en torno a nuestro último pasado político. Es evidente que se intenta borrarlo; que se trata de hacer olvidar nuestra mas reciente historia; y que, para ello, se ha creado un ambiente de confusión y desorientación más aparente y ruidoso que real y profundo, ofreciendo, paradójicamente y con el señuelo de la novedad, volver a un imposible e indeseable punto 0 (…) En este importante aspecto de la vida política, el gobierno huirá del inmovilismo y la frivolidad; de la rigidez y de la aventura, intentará mejoras pero no aceptará el desbordamiento de nuestro orden de convivencia”.76
En realidad el discurso del presidente no decía nada nuevo que no fuera pretender una huida hacia delante basado en el continuísmo del régimen político establecido, reaccionando de inmediato ante situaciones como las ocurridas en Madrid en días anteriores, militarizando el servicio ferroviario y de Metro en contra de las manifestaciones y huelgas efectuadas en el sector.
Desde el otro lado, la visión sobre la situación política del país era totalmente opuesta; al menos así lo expresaba el dirigente de CC.OO, Marcelino Camacho, en sus declaraciones al diario Le Monde, afirmando que la huelga era también política sin querer decir que estuviera impulsada por agentes exteriores al mundo laboral sino que eran los propios trabajadores los que sentían la necesidad vital de hacerla. Efectivamente, aquel año de 1976 significó, y los datos lo demuestran, un punto de inflexíon, en la presión ejercida por los movimientos obreros en su lucha por el cambio político y social.77
RELACIÓN DE CONFLICTOS LABORALES (1968-1976)
AÑO | CONFLICTOS | OBREROS IMPLICADOS | HORAS PERDIDAS |
1968 | 351 | 130.742 | 1.925.278 |
1969 | 491 | 205.325 | 4.476.727 |
1970 | 1.595 | 460.902 | 8.738.916 |
1971 | 616 | 222.846 | 6.877.543 |
1972 | 835 | 277.806 | 4.692.925 |
1973 | 931 | 357.523 | 8.649.265 |
1974 | 2290 | 685.170 | 13.989.557 |
1975 | 3.156 | 647.100 | 14.521.000 |
1976 | 40.179 | 2.519.000 | 106.506.000 |
Fuente: Ministerio de Trabajo, Informes sobre conflictos colectivos, 1968-1975 (Madrid).
Las reacciones al discurso de Arias desde la oposición catalana no pudieron ser más negativas. El comunista Jordi Solé Tura opinaba que el cambio era indispensable y que se tendría que hacer mediante el pacto con una oposición democrática representante de la verdadera voluntad de cambio de la población. Por otra parte, mientras que Joan Reventós (CSC) añadía que el proyecto de cambio sin ruptura se resumía en un “ni quiero ni puedo”, Heribert Barrera comentaba del discurso de Arias los aspectos negativos referidos a la amnistía, la amalgama entre violencia terrorista y las llamadas doctrinas de disolución social. Por su parte, Llibert Cuatrecases de UDC, hablaba de que la institucionalización de las regiones quedaba reducida a aspectos técnicos que solo la organización de un Estado federal democrático y pluralista podría garantizar; y finalmente, el dirigente socialista Felipe González quiso añadir que el discurso del presidente del gobierno solo había gustado al búnker y a las Cortes.78
A comienzos de febrero de 1976 fueron inaugurados los Juegos Olímpicos de invierno en la localidad austriaca de Innsbruck, siendo la gran triunfadora del evento la esquiadora alemana Rosi Mittermaier. Mientras tanto, entre prueba y prueba deportiva, la prensa nos ofrecía una variada coctelera de noticias variopintas que iban desde los sobornos efectuados a múltiples personalidades en Europa y Japón por la sociedad de empresas Lockheed, pasando por la proclamación del nuevo primer ministro chino Hua Guofeng,79 hasta la llegada de las últimas noticias relacionadas con la guerra civil en Angola que estaba en plena actualidad por la caída de Huambo, capital de UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), en manos del FNLA (Frente Nacional de Liberación de Angola). Sin embargo, las noticias más llamativas provenían de la propia capital del Estado donde iba creciendo la expectación en los círculos políticos afines al régimen ante la inminente creación de un Frente Nacional liderado por el ex ministro Gonzalo Fernández de la Mora, en contraposición a la Junta y Plataforma.
El 9 de febrero, el gobierno, intentando paliar los efectos de la crisis económica, devaluó la peseta en un 11%. El ministro de Hacienda, Juan Miguel Villar Mir, justificó esta decisión con la intención de incrementar las exportaciones y reducir las importaciones dado el incontrolable crecimiento de la deuda externa del país valorado en ocho mil millones de pesetas, justificando a su vez la inflación acumulada por el constante crecimiento salarial efectuado en los años anteriores.80
La oposición recibió la noticia con expectación y desconcierto, opinando en su mayoría que la devaluación influiría directamente sobre el desarrollo del cambio político propuesto por el Ejecutivo. Para el economista Ramón Trias Fargas la situación económica, como en 1931, no iba a ayudar al cambio político que se avecinaba. Sin embargo, otros políticos incidían sobre la posible intensidad especulativa sobre la divisa española, hecho que probaría que estaba sobrevalorada, reconociendo que quizá, si en alguna ocasión la devaluación estaba justificada, era en este caso. Esa era la opinión de Carles Cuatrecasas.81 Pero la respuesta más contundente vino desde el PSUC, afirmando que la devaluación crearía un aumento de los beneficios para un sector de la burguesía, aumentarían los precios y la desocupación y se reduciría el consumo popular con la consiguiente desaparición de las empresas menos competitivas, creándose una fuerte incertidumbre entre la ciudadanía.82
Por otro lado, siguiendo la política de claroscuros del gobierno Arias, sobre todo cuando nos referimos a los aspectos aperturistas tan proclamados en el espíritu del 12 de febrero, fueron suspendidos por la Dirección General de Seguridad (DGS), tres de los cuatro recitales que el cantante Raimon debía efectuar en Madrid, aunque nada pudo hacer por evitar el éxito del recital celebrado el día 6 de febrero en el Pabellón Deportivo del Real Madrid, considerado por la oposición como una fiesta democrática. Raimon comenzó su actuación con Jo vinc d’un silenci y Quatre rius de sang que provocó entre los asistentes un acalorado ¡Visca Catalunya! Al acabar, representantes de la Junta y Plataforma, que venían de asistir como invitados a la sesión del Consejo de Europa en Estrasburgo, se trasladaron al camerino del cantante para homenajearlo.
En otro ámbito de la vida política, las Cortes franquistas seguían aún activas pese a su inmovilismo legislador y no perdían la oportunidad, siempre que se presentaba, de obstaculizar los mínimos avances aperturistas del gobierno, prohibiendo esta vez que los beneficios de la Ley de Mutilados de Guerra, recientemente aprobada, fueran aplicables a quienes sirvieron en el ejército republicano. Era evidente que los movimientos afines a la extrema derecha, apoyados por el bunker, no iban a cejar en su empeño en mantener a toda costa los privilegios políticos que le procuraba el franquismo. Como ejemplo ilustrativo, el 15 de febrero se reunieron en Altafulla (Tarragona) un grupo de asociaciones políticas pertenecientes a la extrema derecha: Unión del Pueblo Español, Frente Nacional Español, Anepa, Unión Nacional Española, Frente Institucional, Agrupación de Hermandades de la Cruzada, Guardia de Franco, Círculos Doctrinales José Antonio, Alfereces Provisionales, Fuerza Nueva y Falange Española y de las JONS, actuando como moderador del acto Carlos Cava de Llano.
El gobierno, fiel a su política de libertad limitada, envió a las Cortes un proyecto de ley regulando el derecho de reunión establecido en el artículo 16 del Fuero de los Españoles y revisando el de prevención de terrorismo de 26 de agosto de 1975, según anunció el ministro de Justicia, Antonio Garrigues. Algunos días antes, en el Club Siglo XXI en una conferencia sobre el tema “Continuidad y Reforma”, Manuel Fraga había comentado que las reformas no deberían ser elitistas, sino de la mayoría y solo serían practicables por los únicos cauces posibles que eran la libertad de asociación y el sufragio universal.83
El 16 de febrero de 1976, los reyes de España realizaron una visita oficial a Cataluña en plena huelga general de la construcción que afectaba a setenta mil trabajadores y en coincidencia con la finalización del conflicto de la empresa Laforsa que había durado 104 días.84 El viaje sorprendió a todo el mundo, incluida la oposición, y aún mucho más cuando el presidente de la Diputación de Barcelona, Juan Antonio Samaranch, en la recepción oficial ofrecida a los reyes, solicitó un régimen político especial para Cataluña, completado a continuación por el alcalde, Joaquín Viola, que pidió la reforma de la carta municipal. A este respecto, Samaranch dijo: “Y es que, Señor, en estos momentos el pueblo catalán está deseoso de que se reconozca cultural, administrativa, económica y políticamente la personalidad de Cataluña”. El rey respondió al final de su intervención con un sorprendente ¡Visca Catalunya! A continuación, los monarcas visitaron la caserna de caballería de Barcelona con motivo del aniversario de la fundación de la Academia General Militar; allí el capitán general accidental A. Vega Franco sorprendió a los invitados con un discurso en clara alusión a los que “se desvían”, refiriéndose a los que tenían ideas democráticas dentro del Ejército, los militares de UMD, aconsejando la aplicación de tribunales militares o consejos de guerra para neutralizarlos. Este discurso fue censurado incluso por el propio rey.
Sin embargo, la realidad política en la calle, sumergida en medio de los conflictos laborales y universitarios, era diferente a la protocolaria de las altas esferas del poder. Vease como ejemplo la puesta en libertad de cinco estudiantes de la UAB: Josep Mª Pedrosa, Jordi Pons, Rosa Mª Blancafort, Mercé Sala, Rosa Vila y la huelga generalizada de los trabajadores del Ayuntamiento de Barcelona el 11 de febrero.85 Mientras el gobierno no daba pasos claros a favor de la apertura política, la oposición seguía defendiendo la estrategia de ruptura democrática. El profesor de la Universidad de Barcelona (UB), José Antonio González Casanova, publicó un artículo muy aclaratorio en torno a éste punto:
“La ruptura democrática −decía González Casanova− es la revolución, dicen los reformistas. La reforma es el continuismo, dicen los demócratas. Los de la ruptura quieren partir de cero y hacen el juego al comunismo y al separatismo, afirman los reformadores. Y los demócratas creen, por su parte, que los reformistas no quieren quebrar la continuidad de un régimen autocrático y que le están haciendo el juego −algo mas que el juego, pues estarían pactando− al bunker de los inmovilistas (…) Ruptura no es destrucción de nada, sino construcción de todo, pues todo o casi todo está por construir, por constituir, en este país tantos años gobernado por laboratorios y con una escasísima participación popular en las cosas públicas. Ruptura no es en el caso de Cataluña, separatismo (…). Ruptura es en definitiva, construcción pacífica y popular de una democracia sin adjetivos; proceso constituyente de un Estado español democrático, donde quepan, libres y fraternales todos los españoles, hablen el idioma que hablen y tengan las mas diversas ideologías democráticas”. 86
El control de los medios de comunicación también sufrían los altibajos de aquellos momentos de incertidumbre. El día 17 se efectuó el secuestro del último extra de la revista satírica El Papus coincidiendo con la militarización de los cuerpos de Bomberos y Policía Municipal de Barcelona que estaban en huelga. Poco después le tocó a Papillon y se levantó el secuestro de Matarratos.
Mientras tanto, los partidos enmarcados en la oposición moderada se desenvolvían en una actividad frenética de actos y manifestaciones, presentándose ante la opinión pública en una situación de libertad controlada, siendo los partidos y organizaciones radicales de la extrema izquierda y los comunistas los que lo tenían más difícil.
El 2 de febrero, en un comunicado de la FSC-PSOE, se dejó claro, como ya lo hicieron años antes, su oposición al ingreso de España en la CEE mientras no se obtuvieran previamente la libertad de expresión y de asociaciones políticas y sindicales, así como para los presos políticos y el retorno de los exiliados. A su vez, Felipe González, inmerso en las negociaciones para la formación de la Platajunta y en un cambio sorprendente de estrategia, admitió la existencia de un partido socialista catalán con el que se federaría, buscando en el fondo la unidad del socialismo y de los votos en futuras elecciones, en línea con la actitud de la dirección política del PSOE en Cataluña que era favorable a la unidad socialista catalana:
“En el caso de Cataluña seríamos favorables a que se inicie un proceso de negociación unitaria entre la Federación Socialista de Cataluña, Reagrupament Socialista i Democratic y Convergencia Socialista de Catalunya para llegar a un gran partido socialista de Cataluña federado al PSOE”.87
Joan Reventós, líder del CSC, respondiendo a la cuestión, afirmó:
“Es mas complejo que la simplicidad con que lo presenta Felipe González: por una parte, están las premisas políticas fundamentales sobre las que debe forjarse la unidad de los socialistas en Cataluña, cuestión que es tan importante como el problema de quienes hemos de formar parte del PS catalán”.88
Por otro lado, dentro del juego político, otros partidos de la izquierda moderada intentaban desmarcarse o relacionarse con los dos movimientos políticos todavía en auge que existían en Cataluña: la Asamblea y el CFPC. La Comunión Tradicionalista era una de ellas, desmintiendo su relación con el Consell a causa de su ideario carlista configurado en los postulados de Dios, Patria, Fueros y Rey que era incompatible con ninguna concepción socialista, liberal, fascista, comunista, totalitaria o separatista. Ésta, a su vez se debatía en un enfrentamiento interno entre las dos facciones del carlismo.
Por una parte, la Junta Regional de la Comunión Tradicionalista había desautorizado al Partido Carlista cuando presentó a Josep Badía como el representante máximo de su partido, y por otra, fue a nivel federal cuando Carlos Hugo de Borbón Parma propuso la ruptura democrática basándose en el socialismo de autogestión global. En esa línea identificadora, fue la representante carlista, Maria Teresa de Borbón-Parma, quien visitó al padre Xirinachs y a los captaires en favor de la amnistía.