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416 Aracena, op. cit., p. 74.

417 Aracena, op. cit., pp. 76-81.

418 Sobre Waters, Sharron P. Schwartz, op. cit., pp. 77-79.

419 Vicuña Mackenna, El libro de la plata, pp. 293-296; Riso Patrón, op. cit., p. 151, Aracena, op. cit., pp. 109-110.

420 Riso Patrón, op. cit., p. 350.

421 L. Joaquín Morales O., Historia del Huasco, Imprenta de la Librería del Mercurio, Valparaíso, 1896, pp. 227-228.

422 Morales, op. cit., p. 230.

423 Morales, op. cit., p. 236.

424 Morales, op. cit., pp. 232-233.

425 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 113-116.

426 Morales, op. cit., p. 270.

427 Hernán Venegas Valdebenito, “Atacama, de la crisis temporal a la crisis permanente. La minería del cobre en la segunda mitad del siglo XIX”, en RHSM, Año X, No 2, Santiago, 2006, p. 86.

428 Venegas Valdebenito, op. cit., p. 94.

429 Venegas Valdebenito, op. cit., pp. 98-100.

430 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, pp. 277-278 y 285-286.

431 Philippi, op. cit., p. 39.

432 Philippi, op. cit., pp. 77-81.

433 Philippi, op. cit., p. 106.

434 Rees Jones, op. cit., p. 201 y ss.; Vicuña Mackenna, El libro del cobre, pp. 361-363.

435 Aracena, op. cit., pp. 134-135.

436 Tornero, op. cit., p. 449.

437 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, p. 182; Aracena, op. cit., pp. 124-131.

438 Tornero, op. cit., p. 432.

439 Aracena, op. cit., pp. 169-170.

440 Chouteau, op. cit., pp. 204-205.

441 Sobre los trabajos de Urmeneta en Tamaya, Nazer Ahumada, op. cit., pp. 43-48

442 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, pp. 217-223.

443 Aracena, op. cit., pp. 143-144; Nazer Ahumada, op. cit., p. 48

444 Sobre la constitución de la Sociedad Chilena de Fundiciones, Nazer Ahumada, op. cit., p. 57, nota 159; sobre su quiebra y su abultada deuda con su habilitador, la casa Gibbs y Cía., el mismo, p. 60.

445 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 85-93.

446 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 122-123. Una descripción del establecimiento y del pueblo de Guayacán en Tornero, op. cit., pp. 453-457.

447 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, pp. 248-249.

448 Luis Valenzuela, op. cit., pp. 118-119.

449 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 80-82.

450 Luis Valenzuela, op. cit., p. 114. El estudio de las fundiciones de Guayacán y Tongoy en op. cit., pp. 109-158.

451 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, p. 383.

452 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, pp. 385-386.

453 Teresa Pereira, Hernán Rodríguez y Valeria Maino, Casas de campo chilenas. Desde el valle del Elqui hasta el valle del Maipo, RE Producciones Ltda., Santiago, 2004, p. 54.

454 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, pp. 391-413.

455 Tornero, op. cit., p. 475.

456 Pereira, Rodríguez y Maino, op. cit., p. 222.

457 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, p. 430; Raúl Silva Castro, “Don Guillermo, don Andrés y don Juan Blest”, en RChHG, 96, enero-junio 1940, p. 157.

458 Vicuña Mackenna, El libro de la plata, pp. 500-501.

459 Díaz, Lüders y Wagner, op. cit., pp. 152-153.

460 Maria Graham, Diario de una residencia en Chile, Andros Impresores, Santiago, 2007, p. 174.

461 Ortega, Chile en ruta, p. 203.

462 Amado Pissis, Geografía física de la República de Chile, Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de Chile, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 2011, p. 132; Riso Patrón, Diccionario Jeográfico, p. 877.

463 Pedro Pablo Figueroa, Historia de la fundación de la industria del carbón de piedra en Chile. Don Jorge Rojas Miranda, Imprenta del Comercio, Santiago, 1897, p. 17.

464 Figueroa, op. cit., p. 18. Un informe inglés del año anterior indicaba que Edwards ya fundía sus cobres de Coquimbo en Lirquén con carbón. Cfr. Ortega, Chile en ruta, pp. 205-206.

465 Figueroa, op. cit., p. 15.

466 Francisco Antonio Pinto a Aníbal Pinto, Valparaíso, 28 de enero de 1857, en AJAA.

467 Aracena, op. cit., pp. 235-237.

468 Ortega, Chile en ruta, p. 211.

469 Tornero, op. cit., pp. 617-621.

470 Aracena, op. cit., pp. 221-228 y 231-233.

471 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 57 y 118.

472 Francisco Antonio Pinto a Aníbal Pinto, Valparaíso, 28 de enero de 1857, en AJAA.

473 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 119-120.

474 Adolfo Ibáñez Santa María, “División de la propiedad agraria en Panquehue, 1858.1980”, en Historia, 17, 1982, pp. 33-36.

475 Ibáñez Santa María, op. cit., p. 38.

476 Octavio Astorquiza, Lota. Antecedentes históricos, con una monografía de la Compañía Minera e Industrial de Chile, Sociedad Imprenta y Litografía “Concepción”, Concepción, 1929, p. 46.

477 Ortega, Chile en ruta, p. 206.

478 William W. Calver, Judith Hudson Beattie y Jessica Mack, “Mutiny on the Colinda or how some Hudson´s Bay Company coal miners ended up in Chile 1853”, en BAChH, 124, 2015, pp. 139-188.

479 Astorquiza, op. cit., p. 56.

480 Astorquiza, op. cit., p. 50.

481 Ortega, Chile en ruta, pp. 238-239.

482 Astorquiza, op. cit., p. 78.

483 Aracena, op. cit., pp. 271-281.

484 Aracena, op. cit., pp. 262-264.

485 Aracena, op. cit., p. 267.

486 Aracena, op. cit., p. 268.

487 Escritura de constitución de la Compañía Carbonífera de Millongue en Valparaíso, 23 de noviembre de 1872, en BDLG, 1873 (1), p. 552 y ss.

488 Ortega, Chile en ruta, pp. 240-241.

489 Espejo Leupin, op. cit., pp. 274-275.

490 Juan Pablo Couyoumdjian (ed.), Economía sin Banco Central. La banca libre en Chile (1860-1898), Ediciones El Mercurio, Santiago, 2016, p. 99.

491 Mateo Martinić, “La minería del carbón en Magallanes entre 1868-2003”, en Historia, 37, I, 2004, pp. 132-133.

492 Tornero, op. cit., p. 712.

493 Martinić, op. cit., pp. 134-135.

494 Mateo Martinić, Historia de la Región Magallánica, Universidad de Magallanes, I, Punta Arenas, 1992, p. 502.

495 Martinić, “La minería”, p. 138.

496 Martinić, “La minería”, p. 137.

497 La escritura de constitución de la Sociedad Carbonífera de Magallanes, de 26 de diciembre de 1872, en BLDG, 1873 (1), pp. 94-105.

498 Ortega, Chile en ruta, pp. 219-221 y 243.

499 Ortega, Chile en ruta, pp. 214-215.

500 Augusto Bruna Vargas, Evolución histórica del dominio del Estado en materia minera, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1971, p. 34.

501 Cruchaga, op. cit., II, pp. 95-96.

502 Óscar Bermúdez Miral, Historia del salitre desde sus orígenes hasta la Guerra del Pacífico, Ediciones de la Universidad de Chile, Santiago, 1963, pp. 111-115.

503 Bermúdez Miral, op. cit., p. 118.

504 Sobre Gamboni, cfr. Bermúdez Miral, op. cit., pp. 139-142.

505 Roberto Hernández, El salitre (Resumen histórico desde su descubrimiento y explotación), Fisher Hnos., Valparaíso, 1930, p. 47; Bermúdez Miral, op. cit., pp. 143-146.

506 Bermúdez Miral, op. cit., pp. 162-165 y 253 y ss.

507 En 1858 Pedro González de Candamo obtuvo la rehabilitación de su ciudadanía chilena por acuerdo del Senado, pues había perdido esa calidad por residir más de 10 años en el extranjero sin permiso del Presidente de la República, según lo disponía el artículo 11, No 5 de la Constitución de 1833; cfr. BSS, LO, 1858, p. 283.

508 Hernández, op. cit., p. 45.

509 Fernando Silva Vargas, “Los ferrocarriles salitreros de Tarapacá durante el gobierno de Santa María”, en Estudios de Historia de las Instituciones Políticas y Sociales, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Chile, 1, Santiago, 1966, p. 48, nota 10.

510 Guillermo Billinghurst, Los capitales salitreros de Tarapacá, Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de Chile, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 2011, p. 32.

511 Billinghurst, op. cit., p. 35.

512 Bermúdez Miral, op. cit., pp. 134-136.

513 Hernández, op. cit., p. 45; Billinghurst, op. cit., p. 31.

514 Bermúdez Miral, op. cit., p. 151.

515 Hernández, op. cit., pp. 70-71.

516 Bermúdez Miral, op. cit., p. 167.

517 Bermúdez Miral, op. cit., p. 169.

518 Samuel Ossa Borne, “Don José Santos Ossa”, en RChHG, 71, 1930, p. 57.

519 Ossa Borne, op. cit., pp. 72-73.

520 Bermúdez Miral, op. cit., pp. 187-189.

521 Ossa Borne, op. cit., RChHG, 76, 1932, p. 207.

522 Francisco Puelma a José Santos Ossa, 22 de noviembre de 1868, en Ossa Borne, op. cit., RChHG, 76, 1932, p. 216.

523 Bermúdez Miral, op. cit., pp. 196-202.

524 El contenido de la escritura en Ossa Borne, op. cit., RChHG, 76, 1932, p. 218, nota 1.

525 Hernández, op. cit., pp. 60-66.

526 Bermúdez Miral, op. cit., p. 204.

527 Óscar Bermúdez Miral, “Historia de la Municipalidad de Antofagasta, 1872-1885”, en RChHG, 126, 1958, p. 238.

528 Bermúdez Miral, op. cit., pp. 207-209.

529 Bermúdez Miral, “Historia de la Municipalidad”, en op. cit., p. 243.

530 Bermúdez Miral, Historia del Salitre, pp. 234-238.

531 Bermúdez Miral, op. cit., p. 286.

532 Bermúdez Miral, op. cit., pp. 291-297.

533 Índice de peticionarios de salitreras de Taltal, Imprenta La Ilustración, Santiago, 1905.

534 Floreal Recabarren R., Antonio Obilinovic A. y Juan Panadés V., Coloso: una aventura histórica, Universidad de Antofagasta, Imprenta Universidad de Antofagasta, 1983, pp. 15-18.

535 Juan Brüggen, “Geología de las guaneras de Chile”, en RChHG, 93, 1938, p. 172.

536 Brüggen, op. cit., p. 175.

537 Espejo Leupin, El barón de la Rivière, p. 120, nota 41.

538 Cruchaga, op. cit., II, pp. 96-97.

539 Espejo Leupin, op. cit., pp. 115-116. El texto del contrato en BLDG, 1867, XXXV, p.

540 Espejo Leupin, op. cit., p. 135.

541 Espejo Leupin, op. cit., p. 167.

542 Sobre el complicado desenvolvimiento final del negocio de Mejillones, Espejo Leupin, op. cit., p. 180 y ss.

543 Cruchaga, op. cit., II, pp. 97-98.

CAPÍTULO III
LA INCORPORACIÍN DE CHILE AL COMERCIO GLOBAL

JUAN RICARDO COUYOUMDJIAN BERGAMALI

LA CONSOLIDACIÓN DE LA APERTURA DEL COMERCIO EXTERIOR

La política de abrir el comercio de Chile a todas las naciones del mundo, instaurada por las autoridades republicanas en los años de la Independencia, se consolidó en los decenios siguientes. El hallazgo y la explotación de nuevos minerales de cobre y de plata, junto a la ampliación de las exportaciones agrícolas, proporcionaron los recursos para financiar la compra de artículos extranjeros, a la vez que los gravámenes a este comercio pasaron a constituir una parte creciente de los ingresos del Estado.

VOLÚMENES DEL COMERCIO EXTERIOR

El aumento del comercio exterior, de acuerdo a las cifras oficiales publicadas a partir de 1844, queda ilustrado en el gráfico No 1.

Las cifras exageran el crecimiento debido a la depreciación de la moneda a lo largo del periodo. Sin embargo, la tasa de incremento anual de las exportaciones entre 1844 y 1880 en moneda constante fue de 4,16 por ciento, es decir, superior a la del Producto Interno Bruto, que se situó en 3,7 por ciento anual en el periodo. En cambio, las importaciones crecieron a una tasa inferior: solo a 2,75 por ciento anual544.

Hasta finales de la década de 1850 la balanza comercial de Chile presenta un saldo negativo, es decir, las importaciones superan a las exportaciones, desequilibrio que desaparece en los años siguientes. Este déficit, que resulta muy marcado en los primeros años, no aparece compensado por la internación de capitales u otras remesas desde el extranjero —lo que habría permitido mantener esta situación en el tiempo—, y tampoco hay una depreciación mayor de la moneda. Una explicación radica en las exportaciones clandestinas de metales preciosos y de cobre, producto este último que estaba gravado con un impuesto a la exportación. Otra explicación radica en la posible diferencia entre los valores oficiales de exportación y los precios reales, diferencia que, en el caso de las estadísticas aduaneras de Gran Bretaña, es suficiente para explicar el déficit545. El cambio de tendencia obedece fundamentalmente a un mejor control aduanero. Por otra parte, el contrabando se produce también en las importaciones, en particular en el tráfico a través de la cordillera, un tema sobre el que se volverá más adelante.

Gráfico No 1
Exportaciones e importaciones 1844-1881.
En millones de dólares de 1996.


Fuente: Díaz, J. Lüders, R. y Wagner, G., La República en Cifras, 2010. EH Clio Lab-Iniciativa Científica Milenio. URL: http://www.economia.puc.cl/cliolab

LOS SOCIOS COMERCIALES

Si se observa a los socios comerciales de Chile, es decir, a qué países se enviaban las exportaciones y desde cuáles llegaban las importaciones, se distinguen cuatro grupos: los destinos de Europa occidental y central, los Estados Unidos de Norteamérica, América Latina, y los países de Asia y Oceanía. Europa aumentó su primacía a lo largo del periodo, tanto como proveedor de importaciones como mercado para nuestras exportaciones. Esta tendencia es un reflejo de los cambios en el comercio mundial, el cual se va concentrando en torno a ciertos países europeos que actúan como grandes centros distribuidores. Su situación se vio favorecida por el abaratamiento de los fletes internacionales, lo que favoreció su acceso a los artículos disponibles en los países productores y en los centros distribuidores, lo que a su vez hizo más competitivas las redes comerciales de estos últimos546. Un ejemplo puede ser el caso del arroz: en la década de 1840, el 62 por ciento del arroz importado por Chile provenía de Centro y Sudamérica y el 35 por ciento se traía de los Estados Unidos. En el decenio siguiente, Centro y Sudamérica aportaban el 31 por ciento, Estados Unidos el 49 por ciento y Europa el 20 por ciento. En la década de 1860 las importaciones desde Estados Unidos se desplomaron al ocho por ciento del total, por efecto de la Guerra de Secesión; Centro y Sudamérica aumentaron al 37 por ciento del total y Europa proporcionaba el 54 por ciento. Por último, en la década de 1870, Europa aumenta al 61 por ciento, Centro y Sudamérica baja al 16 por ciento y hay un 23 por ciento que viene directamente de la India547.

A lo anterior se agrega la cada vez mayor influencia de Francia, Gran Bretaña y otros países europeos sobre los gustos chilenos, lo que se tradujo en una preferencia por las modas y manufacturas de esas naciones. De ahí lo que sucede con el té, traído en creciente proporción desde Europa, cuyo consumo por habitante aumenta 4,6 veces entre las décadas de 1840 y 1870, en comparación con el de la yerba mate, que apenas se duplica548.

Las importaciones desde Europa, que en la década de 1850 alcanzaban al 60 por ciento del total, superaron el 76 por ciento entre 1871 y 1880, mientras que las internaciones desde el resto de América Latina descendieron del 24 por ciento al 17 por ciento, y las de Asia y Oceanía, del dos por ciento a apenas el 0,5 por ciento durante el mismo periodo, al tiempo que desaparecía el tráfico directo con China.

Dentro de la misma Europa, el comercio directo entre Chile y Escandinavia, Suiza, Austro-Hungría, Rusia y Portugal perdió importancia y desapareció en las décadas de 1850 y 1860. En cambio, aumentó el tráfico con Gran Bretaña, Francia y Alemania, que pasó del 55 por ciento del total entre 1844 y 1849, al 60 por ciento en el decenio siguiente y al 72 por ciento entre 1871 y 1880. Algo semejante sucedió en Latinoamérica: el comercio directo con México desapareció totalmente a partir de 1850 y se redujo o estancó el tráfico con Centroamérica y los países de la Gran Colombia. Se mantuvo, en cambio, el tráfico con el Perú, Argentina y Brasil, que estaba centrado en unos pocos productos.

Gráfico No 2
Importación por regiones 1844-1880.
En miles de pesos de cada año.


Fuente: República de Chile, Estadística Comercial de la República de Chile correspondiente al año de 1882, Imprenta del Universo de G. Helfmann, Valparaíso, 1883, pp. 611-615.

En el caso de las exportaciones, la tendencia en favor del comercio con Europa es igualmente pronunciada.

Gráfico No 3
Exportación por regiones de destino 1844-1880.
En miles de pesos de cada año.


Fuente: Estadística Comercial de la República de Chile correspondiente al año de 1882, Imprenta del Universo de G. Helfmann, Valparaíso, 1883, pp. 611-615.

LOS PUERTOS PRINCIPALES

Las estadísticas de movimiento portuario están ordenadas según los puertos mayores, en los que se registra el tráfico. En 1844 los puertos mayores eran Caldera, Huasco, Coquimbo, Valparaíso, Constitución, Talcahuano, Valdivia y Ancud. Con el tiempo se agregaron otros: Chañaral y Carrizal Bajo en el norte; Tomé y Coronel en la región del Biobío, que desplazan en importancia a Talcahuano en las exportaciones; Melipulli o Puerto Montt en el sur, y Punta Arenas que aparece a fines de la década de 1870. El tráfico por tierra a través de los Andes por los llamados “puertos secos”, aparece asignado a los puertos marítimos más cercanos, si bien en algunos años el paso cordillerano de Río Colorado-Los Andes está consignado en forma separada.

Valparaíso, como el puerto más importante de Chile, concentraba el comercio exterior. Según se aprecia en el gráfico No 4, más del 90 por ciento de las internaciones de mercadería para consumo nacional a lo largo del periodo estudiado eran desembarcadas allí, una proporción que solo baja en 1866, a raíz del bloqueo del puerto por parte de la escuadra española. Desde allí los artículos extranjeros eran despachados a Santiago o por mar a otros puertos de la república.

Gráfico No 4
Importaciones por puertos mayores 1844-1879.
En miles de pesos de cada año.


Fuente: Estadística comercial de la República de Chile. 1844-1879.

Las exportaciones, especialmente los productos de la minería, se realizaban con creciente frecuencia desde los puertos más cercanos a los centros de producción. En 1828 se habían habilitado algunos de ellos en el litoral del norte, pero, según se decía apenas dos años más tarde, ya estaban sin resguardo y sin aduanilla, lo que facilitaba el contrabando. Subsistía, sin embargo, una aduana en Huasco en 1830. Ese año el Congreso de Plenipotenciarios aprobó en forma provisional la solicitud de Onofre Bunster para exportar a Europa minerales como lastre de buques extranjeros por la caleta El Flamenco. Extendiendo el acuerdo anterior, el Congreso autorizó al ejecutivo “para que habilite los puertos menores que sean necesarios con el objeto [de] que puedan extraerse por buques extranjeros metales de cobre en bruto mientras se publica el Reglamento de Comercio y debiendo pagar los exportadores el derecho correspondiente”. Al amparo de ese permiso, el gobierno habilitó también la caleta de Las Ánimas549. La situación no varió al ser refinados los minerales antes de su exportación: en 1867, cuando el cobre en barras constituía más del 80 por ciento de las exportaciones, alrededor de la mitad se embarcaba en Coquimbo550. A fines de la década de 1870 las exportaciones por Valparaíso y puertos vecinos solo alcanzaban a poco más de un tercio del total.

El gráfico No 5 muestra las exportaciones desde Valparaíso en relación a los puertos mayores del norte y del centro y sur del país.

Gráfico No 5
Exportaciones por puertos mayores 1844-1879
En miles de pesos de cada año


Fuente: Estadística comercial de la República de Chile. 1844-1879. Los puertos del norte comprenden Coquimbo, Huasco y Caldera, Carrizal Bajo desde 1871, Chañaral desde 1873 y Antofagasta en 1879; Valparaíso comprende lo exportado por la cordillera en Aconcagua: Los puertos del centro y sur comprenden Constitución, Talcahuano, Valdivia, Ancud, Tomé entre 1861 y 1877, Coronel y Melipulli desde 1865 y Punta Arenas desde 1877.