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634 Estadística Comercial de la República de Chile correspondiente al año de 1845, Imprenta del Mercurio, Valparaíso, 1846, p. 1. Chañaral de las Ánimas corresponde al actual Chañaral.

635 Estadística Comercial de la República de Chile correspondiente al segundo semestre de 1854, Imprenta del Diario, Valparaíso, 1855, p. 1.

636 Estadísticas Comerciales de la República de Chile correspondiente al año 1876, Imprenta del Universo de Guillermo Helfmann, Valparaíso, 1877, vol. II, p. 255, y Estadística Comercial de la República de Chile correspondiente al año 1882, Imprenta de G. Helfmann, Valparaíso, 1883, p. 610.

637 Torres, op. cit., pp. 23-27.

638 Vargas Cariola, José Tomás Ramos Font, pp. 46-48.

639 Citada en Carmen Valle, Don Maximiliano, Santiago, Editorial Alonso Ovalle, Santiago, 1954, p. 26.

640 Jacqueline Dussaillant Christie, Las reinas de Estado. Consumo, grandes tiendas y mujeres en la modernización del comercio de Santiago (1880-1930), Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2011, pp. 71-72.

641 “Matricula de las industrias i profesiones sujetas al pago de patente fiscal en el presente año de 1878”, Diario Oficial de la República de Chile, 12, 13, 14, 15, 17, 18 19, 21, 22 y 24 de junio de 1878.

642 “Matricula de las industrias i profesiones sujetas al pago de patente fiscal en el presente año de 1878”, citado; Dussaillant, op. cit., pp. 86-101.

643 “Matricula de las industrias i profesiones sujetas al pago de patente fiscal en el presente año de 1878”, citado.

644 Recaredo S. Tornero, Chile Ilustrado. Guía descriptivo del territorio de Chile, de las capitales de provincia, de los puertos principales (1872), Biblioteca Fundamentos de la Construcción de Chile, Cámara Chilena de la Construcción, Santiago, 2011, pp. 809-810.

645 “Matricula de las industrias i profesiones sujetas al pago de patente fiscal en el presente año de 1878”, DO, 12 de junio de 1878, pp. 2-5; Id. 13 de junio de 1878, pp. 3-5; Id. 14 de junio de 1878, pp. 2-4; Id., 15 de junio de 1878, pp. 3-5.

646 Gabriel Salazar, Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena del siglo XIX, Ediciones Sur, Colección de Estudios Históricos, Santiago, 1985, p. 249.

647 Salazar, op. cit., 249-250.

648 Salazar, op. cit., 245-248.

649 Mrs. George B. Merwin, Three Years in Chile. Edited and with an introduction by C. Harvey Gardiner, Southern Illinois University Press, Carbondale, Ill, 1966, p. 28.

650 Salazar, op. cit., p. 248.

651 Salazar, op. cit., pp. 248-249.

652 Sève, La Patria Chilena, p. 296.

653 Claudio Gay, Atlas de la Historia Física y Política de Chile, Lom ediciones, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, Santiago, 2004, I, lámina 40.

654 Merwin, op. cit., pp. 28-29.

655 Merwin, op. cit., p. 29. Véase también M. Ximena Urbina Carrasco, “Vendedores ambulantes, comerciantes de ‘puestos’, mendigos, y otros tipos populares de Valparaíso en el siglo XIX”, Archivum, No 4, Viña del Mar, 2002, pp. 45-49.

656 Urbina Carrasco, op. cit., pp. 46-53.

657 Recopilación de las leyes, ordenanzas reglamentos y demás disposiciones de policía vigentes en el departamento de Santiago, formada por orden del señor intendente D. Manuel Valdés Vigil, Imprenta del Independiente, Santiago, 1870, p. 99; Ordenanza reglamentario de policía para el puerto de Caldera, Imprenta del Universo de G. Helfmann, Valparaíso, 1867, Art 87, p. 15.

658 Recopilación de las leyes, ordenanzas reglamentos y demás disposiciones de policía vigentes en el departamento de Santiago, 1870, p. 100.

659 José Zapiola, Recuerdos de Treinta Años, I, pp. 54-55; Recopilación de las leyes, ordenanzas, reglamentos y demás disposiciones de policía vijentes en el departamento de Santiago, Santiago, p. 100.

660 Dusaillant, op. cit, pp. 72-73; Tornero, Chile Ilustrado, pp. 809-810.

661 Lei del Sistema Métrico Decimal 1860, op. cit., pp. 8-23.

CAPÍTULO IV
LOS PRIMEROS PASOS DEL DESARROLLO INDUSTRIAL

JUAN RICARDO COUYOUMDJIAN BERGAMALI

¿INDUSTRIAS O TALLERES?

La temprana industrialización chilena iniciada a mediados del siglo XIX ha sido objeto de un debate historiográfico acerca de su real efecto, al estimarse que no produjo el impulso capaz de llevar al desarrollo económico general del país, como sucedió en otras latitudes662.

La falta de registros hace difícil comprobar la presencia de industrias propiamente tales, diferentes de los talleres artesanales, antes de la década de 1880. Hay, sin embargo, antecedentes indirectos de su existencia. En una guía de Valparaíso de 1862 aparecen al menos tres fundiciones para fabricar piezas de metal, y numerosas máquinas a vapor para aserrar y cepillar madera, hacer caños de plomo y otros usos663. De otra parte, un anuncio de la fábrica de calzado de Octavio Benedetti en el catálogo de la Exposición Nacional de Agricultura de 1869, destaca el uso de “nuevas máquinas, las cuales producen de 200 a 300 pares por día”, empleando materiales importados y nacionales664.

No hay estadísticas que permitan conocer el desarrollo y variedad de una industria nacional. Sin embargo, un extracto de las exportaciones de manufacturas en los registros de comercio exterior correspondientes al periodo 1871-1874, hecho por Luis Ortega a partir de las memorias de hacienda, incluye aceite, calzados, colchones, cervezas, jabón, ladrillos refractarios, muebles, maquinaria surtida y ropa hecha665. La estadística comercial para 1876 ofrece un elenco similar, agregando a la lista anterior importantes cantidades de fideos y galletas, además de harina y cuerdas de cáñamo666. En su análisis de los registros de comercio exterior, Ortega también observa un incremento en la proporción de materias primas sobre el total de las importaciones, la que subió del 4,6 por ciento al 9,6 por ciento entre 1870 y 1879, a la vez que la internación de maquinaria aumentó del 5,8 al 8,1 por ciento de total en el mismo lapso667.

Las industrias nacionales estaban concentradas inicialmente en Santiago y Valparaíso, las que representaban el 57,4 por ciento del total de las creadas con anterioridad a 1880 y subsistentes a la fecha del censo efectuado por la Sociedad de Fomento Fabril en 1896668.

Cuadro No 11
Industrias en Chile creadas antes de 1880 y existentes en 1895.


Baldomero Estrada, “Valparaíso y el proceso de industrialización en Chile a fines del siglo XIX”, en Valparaíso 1536-1986. Primera jornada de Historia Urbana, Valparaíso, Instituto de Historia, Universidad Católica de Valparaíso, 1987, p. 139.

En 1872, Recaredo Tornero registraba en Santiago cuatro fábricas de aceite, 19 de almidón, 12 de carruajes, 13 de carretas y carretones, cuatro de fideos, 12 de cerveza, dos de sacos, 52 de tejas y ladrillos, 15 de velas y jabón, y otras de paños, seda, cigarros calzados y perfumes. En Valparaíso, agregaba, el número de estas fábricas ascendía a 60, en Talca a 35, en Valdivia a 13 y en Tomé a siete669. El total resulta congruente con la información del censo industrial de 1895, citado por Marcello Carmagnani, el cual registra 240 establecimientos fundados con anterioridad a 1870670.

Si la cifra parece exagerada, es porque la delimitación entre el pequeño industrial y el artesano es imprecisa, como se aprecia en el comentario sobre lo exhibido en la Exposición Nacional de Artes e Industria de 1872, en el que ambos términos resultan casi sinónimos671.

El estudio de la matrícula de industrias y profesiones sujetas al pago de patente en Santiago permite dilucidar un tanto esta situación. En ella se registran 78 “fábricas” de diversos artículos: aceite, aguardientes, almidón, aserraderos, carretas y carretones, carruajes, cervezas, “chocolate con molinos”, fideos, limonadas, sacos, y velas y jabón. Como el valor de las patentes varía no solo según el giro del negocio, sino también de acuerdo al capital comprometido, se puede suponer que las patentes de mayor valor corresponden a fábricas y las restantes, a talleres. Así, las fábricas de carruajes pagaban patentes de 100 y 200 pesos anuales, mientras que las de carretas y carretones pagaban de 15 a 30 pesos, un distingo que puede explicarse por el mayor equipamiento que requieren las primeras. Los aserraderos a vapor pagaban 200 pesos, y las cervecerías y fábricas de limonada pagaban 100 pesos. En cambio, de las cinco fábricas de fideos, las tres de primera clase pagaban 100 pesos y las dos de segunda clase pagaban 30. El mismo distingo encontramos en las patentes de las 11 fábricas de velas y jabón: 100 pesos pagaban las de primera clase y 50 pesos las de segunda. En el otro extremo, las 15 fábricas de almidón pagaban apenas 10 pesos, lo que hace pensar en una actividad muy artesanal672.

Al año siguiente, la Intendencia de Valparaíso modificó la clasificación de negocios sujetos al pago de patente, distinguiendo entre “fábricas”, de las cuales registraba 55, y “talleres”, 120 en número, lo que venía a ser el reconocimiento formal de las diferencias entre unas y otros673.

LOS “INDUSTRIALES MODERNOS”

Se debe tener presente que el mercado interno chileno era bastante reducido por el bajo poder adquisitivo de la población. De ahí que las industrias se concentraran mayormente en la producción de alimentos y bebidas, y en otros rubros que tenían un consumo generalizado, así como en sectores donde no era necesaria la producción en serie, como en el caso de las maestranzas e imprentas. El cuadro de “establecimientos industriales modernos en 1876”, elaborado por Luis Ortega, confirma la aseveración anterior:

Cuadro No 12
Establecimientos industriales modernos en 1876


Fuente: Luis Ortega, op. cit., p. 258.

Uno de los sectores más importantes en el sector de la alimentación fue la molinería. Si bien existía desde antiguo, experimentó una transformación a partir de la década de 1830 con la introducción de maquinaria moderna, con lo que se logró un producto de mejor calidad. Fue el caso de los molinos en los puertos trigueros de Tomé y Lirquén, a cargo de empresarios británicos y estadounidenses, y de la empresa Molinos San Cristóbal de Santiago, formada José Tomás y Jerónimo Urmeneta, asociados con los norteamericanos Tomás Page y Samuel Ward Greene, la que, en 1853, tenía un capital de 120 mil pesos. Situada al pie del cerro homónimo, contaba con ocho molinos de piedra movidos con maquinaria a vapor, diversos arneros y equipo para limpiar y lavar el grano, produciendo harina flor de alta calidad674.

Un segundo sector alimentario vinculado al anterior y que se impuso desde temprano en Chile fue la fabricación de fideos y pastas. Una guía para 1858 menciona cuatro fábricas de fideos en Valparaíso, todas ellas de propietarios con apellidos italianos, a saber, las de A. Daneri y de S. Chiarella ambas en la calle San Juan de Dios, la de M. Frugone en la calle de la Aduana, y la de Solari y Brignardello en la calle Victoria675. La lista de patentes comerciales de Santiago en 1878 registra cinco fábricas de fideos, en su mayoría de italianos, de muy diferente tamaño, como se desprende de la patente cobrada: tres de ellas pagaban 100 pesos, mientras las otras dos, solo 30676.

De las industrias alimentarias, la más importante era la refinería de azúcar de Viña del Mar, organizada por Julio Bernstein e inaugurada en 1873. A solicitud del empresario, el Congreso aprobó una ley para eximir de derechos la internación de la maquinaria requerida y la exportación de metales para pagarlas677. Sin embargo, más interesante fue la fijación, en 1872, de aranceles de importación diferenciados: 25 por ciento para el azúcar refinada y 15 por ciento para el azúcar prieta, sin refinar. Esta protección duró poco, porque en 1878, en medio de una crisis de las finanzas estatales, se igualó el derecho sobre esta última, quedando todas en 25 por ciento, y al año siguiente los aranceles para ambas subieron a 35 por ciento. La falta de protección colocó a la industria en una situación difícil, pero un nuevo arancel posterior que fijaba derechos diferenciados conforme al porcentaje de azúcar pura del producto internado restableció la competitividad de la industria678.

La cerveza fue otro sector industrial de importancia. Dejando de lado algunas cervecerías artesanales, las primeras fábricas propiamente tales datan de mediados del siglo XIX. Siguieron la tradición germana, con procedimientos de fermentación en frío; debido a ello, iban aparejadas al negocio de la venta de hielo. En 1850, Valentín Koch y Andrés Ebner establecieron una cervecería en la ribera norte del río Mapocho en Santiago, la cual pronto quedó en manos de este último, que amplió el negocio. Un año antes, Joaquín C. Plagemann había fundado una cervecería en Valparaíso, reputada la primera en su género en el país. En 1857 el número de cervecerías en el puerto había aumentado a cinco, tres de ellas de propiedad de alemanes y dos de italianos. La fábrica de Plagemann fue creciendo en los años siguientes, y para 1877 su producción alcanzaba a dos millones y medio de litros de cerveza al año de diversos tipos, la que se vendía tanto en barriles como embotellada679. Sin embargo, la cervecería más importante del país fue la fundada en 1851 por Karl o Carlos Anwandter en Valdivia. En sus comienzos, la producción estaba destinada al consumo local, pero a poco andar levantó una nueva fábrica en la isla Teja, importando desde Alemania diversos equipos. En 1858, Anwandter traspasó el negocio a sus hijos, dos de los cuales habían obtenido su licencia de maestros cerveceros en Baviera. En 1871 la producción era estimada en 700 mil litros anuales. Las inversiones continuaron, lo que permitió a los Anwandter duplicar la producción a fines del decenio, modernizar los procesos de fabricación y consolidar su posición en el mercado nacional, pese a la distancia de los principales centros de consumo680.

La industria mecánica se concentraba en la fabricación de arados y otros implementos para la agricultura y la vendimia, aserradoras de madera, piezas para reparar maquinaria diversa y para atender las necesidades de los ferrocarriles. Era el caso de la maestranza de Limache constituida en 1860 que, además, podía fabricar armamentos de diversas clases, y realizaba trabajos tanto para los particulares como para el Estado681. De ese mismo año es otra maestranza fundada por Richard Lever en Valparaíso, que más tarde pasó a denominarse Lever, Murphy & Cía., propietaria de un establecimiento levantado en Caleta Abarca, en Viña del Mar, junto a la línea del ferrocarril, en 1883682.

LOS PRIVILEGIOS EXCLUSIVOS

Uno de los medios utilizados por el gobierno chileno para promover la instalación de industrias en el país fue el otorgamiento de privilegios exclusivos, que concedían al beneficiario el monopolio de la fabricación de ciertos productos o el empleo de ciertas maquinarias o procesos industriales por un plazo determinado.

Las razones para su otorgamiento fueron expuestas por Manuel Montt en un dictamen de 1839, quien afirmó que “semejante concesión [era] el estímulo más poderoso y eficaz para acelerar los progresos de la industria y remover las dificultades que siempre presenta toda innovación, y últimamente para vencer el fuerte apego que todos tienen a lo usado y practicado”683. De otra parte, existía conciencia de los perjuicios que ellas ocasionaban para la actividad empresarial de terceros y la posibilidad que ofrecían para asegurarse un monopolio injustificado.

Estas concesiones se venían otorgando desde el gobierno de Bernardo O’Higgins, pero solamente a finales de la administración de José Joaquín Prieto se aprobó la ley de 4 de septiembre de 1840 que reglamentó la materia684. Conforme a la misma, el “autor o inventor de un arte, manufactura, máquina, instrumento, preparación de materias o cualquiera mejora en ellas”, debía presentar una solicitud al Ministerio del Interior con una descripción de su invento acompañada de los correspondientes modelos, dibujos y demás. Esta obra o invención sería examinada por una comisión de expertos que informarían sobre la originalidad de la misma. En el caso de un dictamen favorable, el presidente concedería el privilegio exclusivo por un plazo máximo de 10 años, no sin que antes el solicitante pagara un derecho de 50 pesos y depositara los mencionados antecedentes de su invento en el Museo Nacional685. El informe de los peritos no solo debía considerar la utilidad de la innovación que sería beneficiada, sino también “los inconvenientes que del otorgamiento del privilegio que se solicita pudieran resultar a la industria o al comercio para graduar en vista de ellos el tiempo porque deba concedérseles”. Del mismo modo, se debía especificar si se trataba real-mente de un invento o solo de una novedad introducida al país686.

Los privilegios exclusivos se concedían a las invenciones y descubrimientos originales, procesos técnicos de fabricación e introducción de maquinaria desconocida en el país, y también se otorgaban para nuevas industrias que usaran maquinarias y procedimientos conocidos, pero cuya puesta en marcha requería de costosas inversiones, por lo cual se buscaba mitigar el riesgo mediante su empleo exclusivo. Es, asimismo, el caso de algunas concesiones para construir ferrocarriles, como ya se ha mencionado, y para establecer servicios de navegación687.

Como ha indicado Gilberto Harris, a fin de justificar el privilegio los solicitantes ponían énfasis en las presentaciones en la provisión del mercado interno con productos de mejor calidad y precios más económicos, en la incorporación de operarios calificados y en los fuertes desembolsos que significaba traer la maquinaria. Por su parte, las oposiciones a los pedimentos solían observar que no se trataban de verdaderos inventos sino de la aplicación de métodos conocidos, o bien que ya existía una industria establecida en el país688.

El número de solicitudes fue en aumento. En los primeros 10 años de vigencia de la ley, fueron aprobadas 68 solicitudes, de las cuales casi la mitad estaban relacionadas con la minería, como fue el caso de los cuatro privilegios concedidos al empresario Carlos Lambert. En la década de 1850 el número de concesiones aumentó a 87, subió a 116 en la de 1860 y alcanzó a 209 en la de 1870. Al mismo tiempo creció el número de privilegios exclusivos para manufacturar bienes de consumo masivo, lo que guarda relación con el desarrollo del sector fabril689.

Originalmente, la ley extendía este beneficio a la introducción de “artes, industrias o máquinas” inventadas en otras naciones, pero desconocidas en el país, otorgándoseles un plazo más corto de hasta ocho años. Esta franquicia propendía más a la protección de fabricantes de maquinaria en el extranjero, impidiendo la introducción de una nueva tecnología o de un medio mecánico similar, y no buscaba el fomento industrial, por lo que fue derogada en 1872690.

Cabe dudar de si las invenciones y procesos industriales patentados dieron origen a nuevas industrias o si funcionaron de manera efectiva. Puede resultar ilustrativo el caso de los privilegios otorgados a Pedro Gamboni por los gobiernos de Perú (1866 y 1873), Bolivia (1873) y Chile (1883) para un procedimiento de extracción del yodo. Conforme al estudio de Ronald Crozier sobre el tema, el procedimiento patentado no funcionaba como debía y hubo de ser mejorado por otros salitreros, lo que no fue obstáculo para que Gamboni reclamara por el pago de derechos691.

662 El tema ha sido abordado por Luis Ortega Martínez, Chile en ruta al capitalismo, Cambio, euforia y depresión, 1850-1880, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 2005, pp. 245-252, especialmente p. 252.

663 J. W. Duffy, A handbook of Valparaiso, containing the Laws and Regulations of the port, expenses incurred by ships upon their arrival and general information useful to masters of British and American vessels and others conversant with the English Language to which is added a brief description of the Town and a Chronological table of the principal events in the history of Chile, W. Helfmann’s “Universo” Printing Office, Valparaíso, 1862, p. 8.

664 Catálogo oficial de la Esposición Nacional de Agricultura inaugurada solemnemente en Santiago el 5 de mayo de 1869, Imprenta del Mercurio de Recaredo S. Tornero, Valparaíso, 1869, p. 9.

665 Ortega, op. cit., p. 254. El autor incluye otros productos, como maderas para la construcción y suelas, que no corresponden necesariamente a productos manufacturados.

666 Estadística Comercial de la República de Chile correspondiente al año de 1876. Primera parte, Imprenta del Universo de G. Helfmann, Santiago, 1877, pp. 195-278.

667 Ortega, op. cit., p. 253.

668 Citado por Baldomero Estrada, “Valparaíso y el proceso de industrialización en Chile a fines del siglo XIX”, en Valparaíso 1536-1986. Primera jornada de Historia Urbana, Instituto de Historia, Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, 1987, p. 139.

669 Recaredo Tornero, Chile Ilustrado. Guía descriptivo del territorio de Chile, de las capitales de provincia, de los puertos principales (1872), Santiago, Biblioteca Fundamentos de la Construcción de Chile. Cámara Chilena de la Construcción, Santiago, 2011, pp. 170-171, 300, 522, 600, 666.

670 Marcello Carmagnani, Desarrollo industrial y subdesarrollo económico: el caso chileno (1860-1920), Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 1998, p. 40.

671 Esposición nacional de artes e industria de 1872, Imprenta de la República, Santiago, 1873, pp. 67-76.

672 Diario Oficial de la República de Chile, 18 de junio de 1878, pp. 7-9.

673 Ortega, op. cit., pp. 255-256.

674 Para la zona de Concepción, véase Leonardo Mazzei de Grazia, “Orígenes del establecimiento británico en la región de Concepción y su inserción en la molinería del trigo y en la minería del carbón”, en Historia 28, 1994, pp. 217-239. Sobre el molino San Cristóbal, ver Nazer Ahumada, José Tomás Urmeneta, pp. 156-157.

675 Guía de Valparaíso y Santiago o Repertorio General para el año de 1858. Año primero entrega primera. Valparaíso, Imprenta del Comercio, 1858, p. 76.

676 “Matricula de las industrias i profesiones sujetas al pago de patente fiscal en el presente año de 1878”. Diario Oficial, 18-6-1878, pp. 7-9.

677 Ortega, op. cit., pp. 259-261.

678 Raúl Santa María M., 50 años. Cía. Refinería de Azúcar de Viña del Mar 1887-1937, Imprenta y Litografía Universo, Viña del Mar, 1939, p. 13; Tarifa de avalúos que deberá regir en las aduanas de la República de Chile desde el 1º de enero de 1896, Imprenta del Universo de G. Helfmann, Valparaíso, 1895.

679 Juan Ricardo Couyoumdjian, “Una bebida moderna: la cerveza en Chile en el siglo XIX”, en Historia, 37, vol. II, julio diciembre 2004, pp. 314-316.

680 Patricio Bernedo, “Los industriales alemanes de Valdivia, 1850-1914”, en Historia, 32, 1999, pp. 12-20.

681 Recaredo Tornero, Chile Ilustrado. Guía descriptivo del territorio de Chile, de las capitales de provincia, de los puertos principales (1872), Santiago, Biblioteca Fundamentos de la Construcción de Chile. Cámara Chilena de la Construcción, 44, 2011. p. 334; Esposición nacional de artes e industria de 1872, Santiago, Imprenta de la República, 1873, pp. 76-79.

682 Reginald Lloyd (editor jefe), Twentieth Century Impressions of the Western Republics of South America (London, Jas Truscott and Sons Ltd., 1915, p. 790.

683 Dictamen del Fiscal Interino de la Corte Suprema, Valparaíso 2 de febrero de 1839, AN, FMI, vol. 193, citado por Gilberto Harris Bucher, “Privilegios exclusivos y actividades empresariales del extranjero en la temprana industrialización porteña y chilena”, en su Emigrantes e inmigrantes en Chile, 1810-1915. Todo revisitado todo recargado, Valparaíso, Editorial Puntángeles, 2012, pp. 282-283.

684 Harris, op. cit., pp. 279-283.

685 La ley de 4 de septiembre de 1840 en Dirección General de Obras Públicas, Recopilación de leyes, decretos i demás disposiciones sobre obras públicas i privilejios esclusivos, Santiago, Imprenta Nacional, 1896, pp. 298-300.

686 Decreto de 1 de agosto de 1851 en Dirección General de Obras Públicas, op. cit., p. 301.

687 Pedro Álvarez Caselli, Inventar en el fin del mundo. Orígenes de la propiedad industrial y el sistema de patentes de invención en Chile (1840-1880), tesis para optar al grado de Doctor en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2016, pp. 170-172.

688 Decreto Supremo de 1 de agosto de 1851, citado por Gilberto Harris, op. cit., pp. 283-284.

689 Sobre las patentes concedidas véase Arturo Montero, Registro general de patentes de invención que comprende todos los privilegios ya sean de invención o de introducción concedidos …desde el año 1840 hasta 1912, Imprenta y encuadernación El Globo, Santiago, 1913, pp. 9, 18 y 22; Álvarez Caselli, op. cit., p. 264. El autor también incluye, como apéndice, una lista de concesiones hasta 1880 en pp. 303-327.

690 Ley de 25 de julio de 1872 que deroga el art. 8º de la ley de 9 de septiembre de 1840 en Dirección General de Obras Públicas, op. cit., p. 303; Álvarez Caselli, op. cit., p. 271.

691 Ronald Crozier, “La industria del yodo 1815-1915”, en Historia 27, 1993, pp. 166-174.

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