Kitabı oku: «Psicología y psicoterapia transpersonal», sayfa 3
Otras teorías pioneras
Al parecer no buscan un éxito en la productividad sino que tienen unos parámetros más amplios. Por ejemplo :
La psicología hórmica de McDougall, donde se defiende un vitalismo dentro de un organismo viviente que actúa por la urgencia de sobrevivir. El vitalismo, el organicismo, el mecanicismo, están presentes en las tendencias de las diversas disciplinas, por lo que surgen alternativas que se articulan muchas veces en relación con todos ellos.
Es interesante destacar por su anticipación, la psicología holística de Goldstein, que denuncia lo ficticio de los símbolos de la física, defendiendo la gestalt y el carácter interrelacionador, es decir el carácter organísmico del ser humano a quien no se concibe como una suma de partes. El organismo viviente es un todo, de ahí –holos–, palabra clave en los movimientos actuales, lo cualitativo se superpone a lo cuantitativo para este autor, y el principio de actuación se basaría en el equilibrio de la energía, en la interacción con el ambiente que tiende a lo completivo y hacia la vida total, lo que conlleva una meta implícita, un propósito y una dirección. En ella las ciencias físicas operarían con cantidades y las ciencias biológicas, incluida la psicología, operarían con organizaciones cualitativas.
2. LA SEGUNDA FUERZA: EL PSICOANÁLISIS
El psicoanálisis se originó en la medicina, recorriendo unos caminos mentalistas, no científicos, y estudiando los aspectos irracionales de la vida humana. Aspectos repudiados por la ciencia oficial que seguía rigurosamente el camino de la anatomía, la histología y la fisiología. Sin embargo, Freud estaba dentro de este pensamiento positivista. Las influencias de Darwin y Spencer reforzaron en él un enfoque empírico de la psicología, con un fuerte desagrado por la especulación. Sigmund Freud y sus seguidores introdujeron el método racional de la investigación científica en el área del irracionalismo. Freud se inicia en 1885 con Charcot en los enigmáticos fenómenos de la sugestión, la hipnosis y la histeria, en Francia. De nuevo en Viena se dedica con Breuer a los estudios sobre la histeria, emprendiendo toda una vida dedicada a explorar el inconsciente humano. Comienza entonces su obra mundialmente conocida, a partir del impacto de La interpretación de los sueños, describiendo los contenidos latentes y los manifiestos, así como los mecanismos de condensación y desplazamiento del material onírico. Dentro de su concepto materialista de la vida, Freud afirma que existe una energía utilizada por los procesos mentales que se halla a disposición del organismo viviente; con ello llegamos al concepto de libido, con una connotación sexual absoluta. Sus aspectos más decisivos los encontramos en postulados como el principio de constancia, el de la compulsión-repetición, el de la economía, el principio del placer y el principio de realidad. Por otra parte, Eros y Tánatos, en su teoría de las pulsiones, puentes entre lo mental y lo físico, aparecen como míticos. Estos conceptos tendrán también una gran repercusión. Extiende las fases del desarrollo infantil a lo oral, anal y fálico; a partir de aquí entramos en el complejo de Edipo, lugar común de referencia casi popular. La fase de latencia terminará en la pubertad. La transferencia utilizada como reclamo, la asociación libre y la falla en el discurso en su anomalía: lapsus, redundancias, contradicciones, rodeos, tics, así como el silencio junto a la atención flotante del analista, conformarán el plano de la acción psicoanalítica sobre el diván.
La primera tópica crucial es la del consciente-inconsciente, en la que éste se considera como una especie de lugar en donde se recluyen todos los deseos que están bajo la represión y la resistencia, lo que surgirá a través del síntoma. El inconsciente en Freud se convierte en una especie de basurero amenazador que mediante el uso de la palabra en la sesiones clínicas puede llegar a ser evocado y comprendido, lo que daría lugar a la curación psicoanalítica. Posteriormente Freud encontrará que ciertos contenidos que surgen de ese inconsciente no tendrán nada que ver con la represión sino con algo más bien atávico, por ello admitirá la existencia de un inconsciente arcaico. La influencia de la existencia de un inconsciente es tan importante que Varela afirma, tal vez irónicamente, que «las personas –al menos los europeos y norteamericanos de clase media– han llegado a creer que tienen un inconsciente que es evolutiva y simbólicamente primitivo».
Una segunda tópica imprescindible será la del ello-yo-superyo, dentro de la teoría de la personalidad. El ello es inconsciente; el yo consciente será formado a lo largo de la vida, y el superyo, proviniente en un principio de la consciencia moral, representa la voz de los padres, el mundo simbólico de la autoridad y sus pautas, que pueden ir desde la restricción más absoluta hasta la ausencia de esas pautas. El “yo ideal” representa la etapa de unificación primigenia, y el “ideal del yo” será como un intento de vuelta a ello, lo que supondría la tendencia de la vida. Sobre todo esto Frances Vaughan resume que «el psicoanálisis considera que la infelicidad se debe al inevitable conflicto existente entre los deseos personales y las necesidades sociales, es decir entre las pulsiones del ello y las demandas del superyo».
Los cinco casos enmarcados para toda la vida del psicoanálisis, el de Dora como representante de la histeria, el de Juanito para la fobia infantil, el del hombre de las ratas como neurosis obsesiva, el de Sreber para la paranoia y el del hombre de los lobos, como neurosis infantil, conforman la galería más importante de los tratamientos modelo de Freud. La cuestión de la angustia es primordial también, al principio como creada por la represión y posteriormente como causa; personalmente creo que se mueve en la dos direcciones. Hoy posiblemente ya no se den estos casos retratados por Freud de una manera tan acusada y propios de la influencia cultural victoriana. Los numerosos artículos dan fe del trabajo prolífico que supuso la vida del creador del psicoanálisis, base de las psicologías posteriores.
Apuntes. Freud supuso una entrada en el mundo de las sombras que no pueden ser verificadas empíricamente como se pretende en la fisiología, y por ello abre la puerta a lo desconocido y a lo profundo en el hombre. Sin embargo participaba de una concepción racionalista y materialista de la vida. Freud, por alguna razón, tenía un tope ahí. Por ello, tal vez, no comprendió a Tagore ni a Dasgupta, profesor de filosofía en Calcuta, como afirma Ernest Jones en su biografía sobre Freud. No podía comprender el mundo hindú que trasciende lo racional. Sobre Einstein, tras su visita, comentó que «entiende tanto de psicología como yo de física». Pienso que la mente amplia de Einstein en nada concuerda con la reduccionista de Freud. Su determinismo y racionalismo le hizo llegar sólo hasta un concepto mítico racional de la existencia.
El mundo de lo espiritual, que no quisiera confundir con lo religioso, tiene poco objeto en el racionalismo de Freud. Su amigo Romain Rolland –en una ocasión– le describió una emoción mística con el universo, a la que Freud llamó sentimiento “oceánico”, y lo recondujo al estadio más primitivo de la infancia, lo cual da una idea de lo comentado. La religión viene a reducirse en Freud a una ilusión obsesivo-compulsiva, unida a un núcleo histórico, de ahí que en ciertas ocasiones haya sido posible ver algunas simbiosis entre el psicoanálisis y el materialismo dialéctico. Incluso llegaba a considerar con cierto dogmatismo que todo ataque al psicoanálisis se consideraría como una represión de la sexualidad. El mundo de la emoción de Freud al parecer sólo se exteriorizó en la muerte de su nieto Heinerle, y posiblemente en las desavenencias autoritarias con sus discípulos.
Hay varios aspectos en los que se critica al psicoanálisis, más allá de presupuestos teóricos:
Primero, el haber obtenido sus fundamentos teóricos basados en la patología. Segundo, el considerar el inconsciente como fuente de enfermedad, como algo peligroso y malo y que por lo tanto tenía que estar bajo control, lo que hace que el psicoanalista conciba como negativo todo aquello que no comprende, porque se aparta del concepto de normalidad. Miedo al sexo. «Los freudianos siguen siendo reduccionistas respecto de los valores humanos superiores, las motivaciones más reales y profundas parecen peligrosas y repulsivas, mientras que los supremos valores y las virtudes humanas son esencialmente falsos, no son lo que parecen, sino versiones camufladas de lo profundo, oscuro y sucio. Nuestros científicos sociales son igualmente decepcionantes. Un total determinismo cultural constituye todavía la doctrina oficial y ortodoxa de muchos o de la mayoría de los sociólogos y antropólogos. Esta doctrina no solo niega la existencia de motivaciones superiores intrínsecas, sino que, a veces, se acerca peligrosamente a la negación de la propia naturaleza humana.» Así se expresó Maslow. El reduccionismo racionalista y mentalista recoje la falla del discurso para metabolizarla desde el intelecto, con lo cual pierde todo su valor intuitivo. Todo ello proviene de un modelo que interpreta la realidad bajo un reduccionismo fisicoquímico que no integra la experiencia ni la vivencia personal, puesto que parte de una concepción en la que la experiencia se da sólo en los objetos, como en una reacción entre el ácido sulfúrico y un hidróxido de calcio, lo que cierra el camino a la comprensión del sentimiento de unión con el universo, pues ello requiere atravesar la barrera de lo que puede ser pensado. Por todo ello el cientificismo forma parte de esa posición de separatividad y es causa de los desastres ecológicos, por el poder de las reacciones que los experimentos desencadenan al contemplarse solamente el ombligo y no mirar el resto del “cuerpo terrestre”. Sólo Jung pudo dar ese salto hacia lo numinoso, lo transmental, convirtiéndose en paladín de lo transpersonal. Jung habla de su maestro diciendo que en él se daba una secuela de factores religiosos inconscientes, constituyéndose paradójicamente en un dogma: en el lugar del Dios celoso que había perdido había colocado la sexualidad, amenazadora, despótica y ambivalente moralmente. También comenta que la amargura de Freud le preocupaba en especial y que, según su propia expresión, se sentía amenazado por la “negra avalancha”. Freud reconoció, según Jung, la importancia de la parapsicología y de los fenómenos ocultos; sin embargo, el miedo a comentar su intimidad se pone de manifiesto en una contestación a éste: «el caso es que no puedo arriesgar mi vida privada». Jung, casi concluyente, expone que ninguno de ellos sabía qué era el psicoanálisis, pues ni siquiera el maestro había podido resolver su propia neurosis. Recuerdo haber leído que, ante una contemplación de la primavera, Freud se lamenta de un mundo que no sabe a dónde va. Ese miedo tal vez tenga que ver con sus experiencias con la cocaína, a la que algunos investigadores se han referido como motor de los primeros hallazgosdel psicoanálisis, experiencias reflejadas en el artículo «Über Coca» (1887). Sin embargo, a pesar de estas críticas, Freud y el psicoanálisis aparecen como piedra base en el inicio de la psicología moderna. Grandes autores como Perls, creador de la psicoterapia gestalt; Reich, creador de la bioenergética; Claudio Naranjo; Grof, con la terapia holotrópica, e innumerables terapeutas, entre los que humildemente me cuento, han recorrido el psicoanálisis. Y fue el Psicoanálsis el que, a pesar de su soporte racionalista, contrastó con la psicología conductual. Hoy día el psicoanálisis ortodoxo contrasta con el transpersonalismo. Es decir que llevamos cien años de andadura psicoanalítica, lo que según el colega junguiano Enrique Galán no puede pasarse por alto. Con el psicoanálisis se pasa de un inconsciente filosófico a un inconsciente operativo, y se abre la concepción de lo “psicosomático”, interrelación que coloca un embrión en la relación inseparable de la mente y el cuerpo. Con el psicoanálisis también aparece el valor del individuo y su vida personal, su biografía, que posteriormente dará lo existencial y lo humanístico en psicología. Para Galán la grandeza del psicoanálsis está en que abre la puerta a la riqueza psicológica, que posteriormente se irá desgranando, hasta llegar a lo que está más allá de la persona: lo transpersonal, apareciendo Jung como pionero. Nada de ello habría tenido lugar sin el psicoanálisis. Puede haber discrepancias sobre esta última opinión pero lo que es indiscutible es que la evolución lleva un orden progresivamente expansivo, tal vez plegado en su totalidad en el embrión de los tiempos. Es innegable que en el psicoanálisis se pasa por una vivencia analítica personal –la praxis del diván–, además de su corpus teórico, lo cual ya plantea esa necesidad de experiencia pragmática, aunque la recaptación de la falla en el discurso se realice finalmente desde el racionalismo. También podemos pensar que en esa evolución hemos de pasar por, para dejar de; es decir, trascender bifurcando.
El post
El psicoanálisis se ha dividido en diversias escuelas, unas más definidas que otras. Tenemos a Melanie Klein, inglesa, cuya teoría de las posiciones es fundamental en la epistemología del psicoanálisis. En el análisis kleiniano se subraya la importancia de los impulsos agresivos. Algunos de sus seguidores comentan con un determinismo apabullante que a partir de los seis primeros meses de vida ya está todo programado. A su escuela se le critica el haberse centrado en la práctica real en la comprensión de la relación de transferencia. Bion se centra más en el presente. (Erich Fromm, quien da origen a un psicoanálisis histórico y ético.) Otras tendencias importantes las representan Otto Rank con su teoría de la voluntad, y Ferenczi, con una nueva teoría de los instintos, a demás de su interés por el cuerpo. De Rank es de destacar la gran importancia que da al trauma del nacimiento, lo que ha sido corroborado posteriormente, aunque Rank no profundizó en ello; sin embargo adelanta el origen traumático, que sería perinatal más que edípico, lo que conlleva una versión diferente de Freud. Ferenczi le apoyó, no así Freud. Lacan, en Francia, da origen a una tendencia recuperadora de Freud, aunque hay quien opina que en realidad creó una nueva teoría analítica. La teoría lacaniana se ha extendido con profusión en Europa y en América latina. De la misma manera que Freud se organizó en los parámetros racionalistas y positivistas de fin del siglo diecinueve, Lacan se encuentra dentro de las teorías lingüísticas del estructuralismo, utilizando el concepto de metáfora para la función paterna entre otras aplicaciones, y también la metonimia, el significante, etc.; de ahí el lenguaje como constituyente. La palabra reina aquí en un hiperintelectualismo que, al igual que en el mundo freudiano, sólo se queda en la capa mental, en la capa del intelecto de la cuadrinidad, convirtiéndose así en omnipotente. Una matemática intenta formular los procesos, lo cual hace entrar en un vertiginoso poder de la palabra y el concepto, en una trasmisión superanalítica y casi esotérica, cuya validez quedaría reducida ostensiblemente si se hiciera entrar al ser intuitivo o ser espiritual, lo que conduciría a una comprensión global y guestáltica de los sucesos, antes que perderse en un laberinto intelectual que jamás encuentra salida, contentándose sólo con el minucioso relato intelectual de los devaneos de una pulsión que, como un señuelo, se pierde entre el concepto del deseo y el del goce. La complejidad del enigma del ser humano se pierde al querer valorarlo exclusivamente por la actividad intelectual y la palabra. De ese modo, es imposible la vivencia de lo transmental; por ello encuentro en el mundo psicoanalítico de casi todas sus tendencias un pesimismo poco saludable. La fuerza de la vida se pierde entre las definiciones. El final de Lacan, después de los arrebatos de sus discursos y sus seminarios, es un poco desconocido; hay quien habla de su interés por el zen, etc. El caso es que ese final pretende ser ignorado por quienes se han hecho a medida de sus teorías oficiales. Para mucha gente es evidente que terminó loco. Sin embargo, Marc Alain Descamps tiene escritos sobre los aspectos transpersonales de este hombre singular, verdadero trapecista del concepto. Hay momentos en que leer a Lacan supone una travesía interesante. Lo que se desprende de su trabajo y de la forma de exponerlo es como si ansiara apurar el camino por el que la palabra pudiera inútilmente, por sí misma y junto al intelecto, contener en sí una pulsión vital que siempre se escapa entre las agujas de tejer. La supramentali-dad, la consciencia-energía, no encuentra aquí ningún remanso para manifestarse, y aunque la teoría analítica nos ayude a adquirir consciencia de nuestros impulsos, tensiones, necesidades, depresiones, gustos y ansiedades, etc., resulta que todo lo que esté mas allá es territorio del delirio.
Hoy día existen grandes líneas y escuelas psicoanalíticas, con tendencias definidas como las resaltadas o bien con posiciones eclécticas que incorporan diversas corrientes.
3. LA TERCERA FUERZA: LA PSICOLOGÍA HUMANISTA
La gestalt
Pasada la trágica resaca de la guerra mundial, comienza un resurgir apoyado por unas generaciones que no pretenden seguir los pasos armamentistas de un poder que de ese modo mantiene su estrategia.
En el mundo de la psicología surgen caminos diferentes de los dominados por el mecanicismo del conductismo y el psicoanálisis. Este camino se aglutinará en la llamada psicología humanista, que proclama ya un nuevo orden en el acontecer humano, conviertiéndose así en la tercera fuerza que Maslow imprime en la evolución de las corrientes.
Un extenso bagaje de tendencias aglutina este movimiento que crece bajo el contundente apadrinamiento de Abraham Maslow entre otros, partiendo de una arriesgada crítica a lo establecido. Destacamos la conocida como psicología existencial de Rollo May, de raíces filosóficas en Husserl; el análisis existencial de Viktor Frankl; la bioenergética neoreichiana; el rolfing; el método Feldenkrais; la terapia primaria de Janov; el chamanismo y los trabajos psicodélicos; Carl Rogers; Erich Fromm; la teoría de campo; el holismo; Laing; la influencia de Jung; la terapia gestalt, etc., que hacían que en cualquier congreso humanista uno se encontrara con una riqueza de líneas y grupos en donde se contactaba con ese bullicio alegre, dispuesto a romper las ataduras morales de un pasado no muy lejano. Las dinámicas de grupo, maratones desnudos, etc., renuevan la terapia grupal del psicodrama, apartándolo de lo académico y productivista para dar rienda suelta, en la sala, a los impulsos naturales, sexuales y agresivos que estaban proscritos por el psicoanálisis y las psicologías académicas, limpiando y desactivando así los fondos oscuros de la mente.
La psicoterapia gestalt
Considerada como una de las más influyentes en la psicología humanista, es de especial importancia por ser una de las que se convierten en puerta de entrada de la psicología transpersonal.
Orígenes. La psicología de la gestalt se inició en Alemania, bajo la influencia de Kant y Husserl. En ella se introducía el concepto de organización, en el sentido de que los fenómenos percibidos son las totalidades organizadas, y los objetos son “objetos de experiencia”, como se expresaba Koehler. Se oponían a la cuantificación, es decir a los cómputos estadísticos, a la explicación maquinal de la vida de corte conductista. Proponían un isomorfismo basado en la relación parte-todo, la restauración del equilibrio y la experiencia psicológica como un campo dinámico entre el individuo y su ambiente. De éstas y otras concepciones partirá Perls para iniciar su terapia guestáltica, aunque Claudio Naranjo afirma que Perls buscó un apoyo académico para avalar sus ideas en momentos de necesidad. La terapia gestalt fue fundada por Frederick (Fritz) y Laura Perls en 1940, con el soporte de lo fenomenológico y existencial, potenciando lo directamente percibido y sentido sobre lo interpretado y explicado. Perls fue asistente en 1926 de Kurt Goldstein, que lideraba la psicología gestalt, existencial y el psicoanálisis. Y también fue influido por Karen Horney y Wilhelm Reich (fue analizado por éste). Es de destacar, por lo tanto, la importancia de lo psicosomático, la función de los sistemas motores y el carácter. Korzybski, el semanticista, está presente también. Las “malas lenguas “ afirman que Freud nunca recibió a Perls. En la terapia gestalt, como meta, se pretende que el paciente llegue al “darse cuenta”, “percatarse” de qué está haciendo, cómo lo está haciendo, para llegar al cómo puede cambiar, aceptarse y valorarse por sí mismo. El énfasis recae en lo que se está sintiendo y pensando en el momento, más que en lo que fue, debería o tendría que ser; lo decisivo es lo subjetivamente sentido en el presente, así como lo que es objetivamente observado como hecho importante. El interés y las totalidades organizadas significativamente hacia un proceso de autorregulación, la homeostasis, son los aspectos que Fritz Perls coloca como básicos, para no confundir las necesidades con los síntomas ni con los mecanismos de satisfacción.
La teoría de campo. Holismo. Con la doctrina holística, Perls encamina su trabajo hacia lo transpersonal, entrando a través de la teoría del campo unificado y aplicada a lo físico y a lo mental. También en el tratamiento de los hechos, símbolos, sentimientos, roles, etc., teniendo en cuenta la relación organizativa con el medio ambiente. El campo es el todo donde las partes están interrelacionadas sensiblemente. El trabajo se encara desde una perspectiva existencial, método fenomenológico enfocado en la experiencia directa de las relaciones, juegos, sufrimientos… etc., para ir más allá de un club de relaciones donde nada ocurre, criticando Perls las dinámicas en que sólo se produce un intercambio de opiniones.
El diálogo existencial busca la atracción más que la manipulación hacia una meta.
La neurosis y sus mecanismos. El hombre integrado, para Perls, es el que puede vivir en un contexto significativo con su sociedad, sin ser devorado completamente por ella y sin retirarse completamente de ella. Las perturbaciones neuróticas surgen por no encontrar ni mantener un equilibrio adecuado entre el individuo y su mundo. Las actitudes, los modos de actuar, sentir y evaluar, no digeridos, dan lugar a los introyectos, y su reverso es la proyección. Así se pasa del hacerse a sí mismo responsable de lo que de hecho es parte del ambiente, a hacer responsable al ambiente de lo que sucede en el sí mismo. Si no hay límite entre el individuo y el ambiente, entonces aparece la confluencia, se supone que en sentido negativo. La retroflexión consistiría en volverse contra sí mismo. Éstos son los mecanismos del neurótico que describe Perls, mecanismos que se unen a la manipulación y a la confusión para seguir manteniendo su estatus, sin percatarse de los puntos ciegos.
Claudio Naranjo, discípulo de Perls, es uno de los principales embellecedores de la gestalt, reconoce la importancia de la autorregulación individual de Perls, paralela a la autorregulación de los grupos de Rogers, al mismo tiempo que, para él, gestalt es 50 % de atención y 50% de espontaneidad auténtica por parte del paciente. Por otra parte el profesional es aquél que puede producir acción real, capaz de detectar la actitud exacta, reforzarla, exigirla, enseñarla, pues la conoce –en sí mismo– y además es uno mismo.
Las ideas de la psicoterapia gestalt están arraigadas más en la experiencia y la intuición que en la especulación. En su filosofía se da un respeto por el paciente, aceptándolo como es, su naturaleza impulsiva y sus mecanismos de defensa, aceptando la vida como proceso. Es la paradójica teoría del cambio de Beisser, que no necesita más que de presencia, estar consciente y responsabilidad. En La sopa de pollo es venenosa, Resnik mantiene que muchos de nuestros deseos, más que necesidades, son ansias de sustitutos ambientales. Se desprecian las explicaciones, interpretaciones, justificaciones y la actividad conceptual en general, haciendo asumir la experiencia directa, consistiendo el proceso terapéutico en una transmisión de ésta, en un contexto de yo y tú. Sin la actitud adecuada, las técnicas son formas vacías. El centrarse en el presente como técnica es primordial en la psicoterapia gestalt, lo que no sólo se reduce al verbo, sino que se amplía con sensaciones, emociones y gestos, recalca Perls. Es sentir y experienciar, más que pensar e imaginar; es realmente la terapia del “aquí y ahora”, una puerta transpersonal que lleva factura zen. La presentificación va unida a un continuum de la atención que se corporeíza en una meditación verbalizada con una capacidad de expresión directamente proporcional a la claridad de percepción en el marco interpersonal terapéutico donde el paciente es reflejado a su sí mismo.
El “aquí y ahora” toma forma en el contacto con el flujo de la actividad involuntaria: gestos, respiración, emociones, reacciones espontáneas en el “ahora me doy cuenta de…”. Todo ello frente a un terapeuta vacío –en espejo. El contacto siempre ocurre en la superficie, en las capas externas de la cebolla que simboliza el proceso. Los finales de proceso se coronan con una experiencia sobrecogedora, ausente de verbalización e intelectualización: el vacío fértil, el ¡ajá! que descorre la cortina. Con lo que llama minisatori (satori), Perls entra en un mundo de cartografía zen que emite sabores transpersonales llenos de vitalidad, pues eso es lo que expresa su cara, poco intelectualismo y mucha experiencia, sello que imprimió a este tipo de terapia-consciencia.
Claudio Naranjo aglutina las técnicas de psicoterapia gestalt en supresivas, expresivas y de integración. En realidad son muchas y no exclusivas de la ges-talt; serían verbales y no verbales, e igualmente con las estructuradas, las simbólicas, introspectivas, hacia dentro y hacia fuera. Las supresivas están basadas en las evitaciones de especulaciones y fantasías que impiden el presente, los “acercadeísmos” que llevan a la trampa de una introvisión intelectual de tipo interpretativo. El “debeísmo”, o lo que debiera ser, autoevaluación mental con el resultado de culpa, angustia, vergüenza, dentro de lo emocional, es una manifestación por el control, fabricante de expectativas catastróficas. Y por último, la manipulación en la esfera de la acción bajo la fobia a la vivencia y la compulsión por representar.
En las técnicas expresivas se pretende exagerar la expresión de un impulso para poder percatarse de él en vez de suprimirlo. Entre éstas estaría la iniciación a la acción, maximizando la iniciativa, suministrando situaciones no estructuradas, expresándose en galimatías, inversiones; distinción de figura-fondo, situando en la figura lo que consideramos virtuoso y en el fondo lo contrario; y prescripciones individuales en las que la intuición del terapeuta juega un papel importante. El completar la expresión sería otra técnica, mediante la repetición simple, la exageración, la explicitación, identificación y actuación en los sueños, anticipaciones de futuro, representación del pasado y de las partes en conflicto. El ser directo es otra técnica con la minimización y la retroflexión. Todo parece tender hacia la paradoja del cambio, polaridad contra dicotomía, polaridad de ajuste creativo que trata los opuestos como partes de un todo, y con la que se reconocería la expresividad directa de la buena gestalt.
En la técnica de integración estaría un encuentro intrapersonal con los subsí mismos, implicando sus sentimientos, utilizando cambios de sillas para materializar las partes en conflicto. La asimilación de proyecciones forma parte de estas integraciones. Todo ello lleva un “aquí y ahora”, un ser consciente y una responsabilidad. Fantasías guiadas y técnicas corporales, forman parte también del repertorio.
Resumiendo, tenemos pues, en la teoría de la psicoterapia gestalt, una interdependencia ecológica entre el organismo y el medio-ambiente, un metabolismo mental usado como una metáfora para el funcionamiento psicológico, autorregulación de los límites entre el sí mismo y ese medio-ambiente con los posibles disturbios, la autoorrealización organísmica y la consciencia. Sobre esto Laura Perls viene a decir que el propósito de la psicoterapia gestalt es la consciencia continua, la formación de una gestalt libre y continua, donde lo que más concierne e interesa al organismo, sus relaciones grupales o sociales, viene a ser una gestalt que tiende hacia un primer plano donde ello pueda ser totalmente experimentado….. hasta la resolución. La responsabilidad (capacidad de responder) determina la conducta.
Apuntes. La terapia gestalt revolucionó el panorama de la psicología en occidente y, dando un aire vitalista y directo al enfoque de la incógnita humana, potenció como nunca los encuentros de grupos en un marco vivencial para disolver eficazmente los bloqueos, lo que produjo centenares de profesionales bien cualificados así como otros tantos que, asistiendo a algún curso de fin de semana, se llaman a sí mismos guestaltistas. Todo ello porque según se recoge en la gestalt, parece que se huye de unos criterios rígidos que definan la formación de las críticas. Tanto en clínica como en búsquedas internas la gestalt tiene una gran solidez que comporta un estilo y una filosofía de la vida.