Kitabı oku: «Psicología y psicoterapia transpersonal», sayfa 4

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El presente tiene una cualidad vibratoria: hara, que de alguna manera podría explicar la experiencia del minisatori de Perls.

Esa búsqueda de la experiencia de consciencia presente, para hacerla saltar de los labios del paciente, así como de sus gestos etc., señala la importancia vital de la vivencia, que necesita de una activación en el cuerpo, de la vibración de sus células y circuitos recónditos, vivencia que a veces es coartada por la palabra, medio que en muchas ocasiones hace casi imposible el poder experienciar.

La experiencia es zen, silencio fértil en el vértice del presente, el vacío de lo no instituido en plena intimidad entre el individuo y el cosmos. Ahí se despliega la “experiencia de la experiencia” que, cuando surge, no necesita normas para ser recorrida. Ahí entramos en el cuerpo como consciencia, en la necesidad de poder remontarse a ella, en la pura y compleja organización de su energía, en sus órganos y sus células. En ese momento el presente consciente es hara, el centro del mundo para el monje zen. Después la palabra integra. Sobre ello hablaremos.

4. OTRAS PSICOTERAPIAS DECISIVAS: LA BIOENERGÉTICA
La bioenergética

La bioenergética es un método terapéutico inspirado en la obra de Wilhelm Reich, aunque éste elaboró su propio método llamado la vegetoterapia caractero-analítica, ampliada por el movimiento postreichiano. Podemos decir que algunos presupuestos reichianos básicos son más conocidos por la bioenergética que por la propia vegetoterapia. La bioenergética integra el trabajo con el cuerpo y la mente, entrando en un concepto revolucionario de la perspectiva psicológica que se despega de un intelectualismo y un fisiologismo para encuadrarse en la vida como proceso energético. Es inevitable hablar de Wilhelm Reich, cuya vida trágica e inquietante resume la lucha de un hombre entre sus espacios interiores y exteriores, que al final se unieron en el vértice del infarto y las rejas, un dos de noviembre de 1957. Reich ha sido considerado como un vitalista que tendía hacia lo místico, se ha dicho que fue un paranoico, patológicamente celoso, etc. Hijo de madre suicida, desde la medicina entra en el mundo de Freud haciéndose asistente de éste en 1922, siendo admitido posteriormente como miembro de la prestigiososa sociedad psicoanálitica de Viena. Su investigación abarcó todo aquello donde la energía pudiera manifestarse, cuerpos humanos y elementos. Rechazando la división cartesiana, afirma que cuerpo-mente-emociones-músculos-huesos se unifican en un todo. La energía fluye a través del cuerpo en cuatro latidos: tensión-carga-descarga-relajación. Reich rompe el tabú del contacto físico en terapia para actuar sobre la armadura corporal a fin de que descargue las emociones retenidas en los espasmos musculares.

Tenemos, pues, a un discípulo de Freud que partió de los enunciados teóricos del psicoanálisis y que explica los síntomas psíquicos actuales en virtud de los procesos psicodinámicos acontecidos a lo largo de la infancia. Al plantear que las secuelas de éstos quedan registradas en el cuerpo además de en la psique, Reich se distancia de los presupuestos freudianos, aunque conecte con los de Ferenczi. Estas secuelas de los conflictos infantiles quedan registradas bajo la forma de tensiones musculares, de disfunciones en la motilidad y en la motricidad, de trastornos en el sistema nervioso central y vegetativo que al final acaban degenerando en enfermedades orgánicas. Siguiendo los planteamientos freudianos, Reich desarrolló la relación entre diferentes tipos de neurosis y la estructura del carácter, además de sus consecuencias específicas somáticas, tanto fisiológicas como esquelético-musculares. Su verdadero distanciamiento de Freud comienza en el proceso de tratamiento, de intervención terapéutica sobre el cuerpo del paciente, cuando el “tocar” era y es algo prohibido en la dinámica psicoanalítica freudiana. Reich pasó, pues, del plano puramente psíquico a las áreas esquelético-muscular, vegetativa y emocional de la persona. Así sentó las bases de la manipulación muscular y tisular, y de la respiración para elevar el nivel energético del organismo. Según W. Reich, los traumas originales y las sensaciones sexuales se mantienen reprimidos mediante complejos patrones de tensión muscular crónica, técnicamente conocidas como «armaduras del carácter». El aspecto de la economía sexual es decisivo ya que se trata del equilibrio entre la excitación sexual y su liberación, de tal manera que la neurosis aparece realmente cuando se suprimen las sensaciones sexuales y las actitudes caracterológicas que las acompañan. Su revolución sexual fue largamente aplaudida y denostada en occidente.

El proceso terapéutico reichiano se amplía desde un nivel mental a un nivel emocional, elaborando así los dos planos simultáneamente, ya que descubrió el hecho de que las experiencias y las actitudes emocionales causaban un desequilibrio en los ritmos naturales de contracción y expansión de la musculatura. Precisamente son estos bloqueos musculares, como hemos comentado, los que se tornan contenedores de nuestra historia personal trabándose en ciertas partes del cuerpo, en la estructura y en los tejidos, creándose esa armadurra protectora que posteriormente aprisiona la renovación del individuo. El trabajo reichiano pretende pues reestablecer la capacidad total del organismo mediante la pulsación de la bioenergía: la energía que fluye a través del cuerpo físico. Reich llegó a utilizar, además de la manipulación en ciertas partes del cuerpo, la hiperventilación, así como estableció la necesidad imperiosa de la entrega del individuo a los movimientos involuntarios y espontáneos del cuerpo a fin de que la bioenergía curadora fluya sin obstáculos. Para Reich, la influencia represiva de la sociedad era el factor significativo que daba pie al orgasmo sexual incompleto y a la congestión de la bioenergía. La liberación sexual encontró así uno de los más importantes paladines, su teoría del orgón, los acumuladores de bioenergía, la satisfacción sexual completa, etc., suponían aspectos de investigación dirigidos hacia el bienestar bioenergético. Sobre este procedimiento Reich creó en los años treinta la vegetoterapia y más tarde la organoterapia. Al seguir sus propias tendencias, Reich se hace impopular entre sus colegas, Freud se niega a psicoanalizarle, no presta atención a su teoría del orgasmo, y Reich rechaza la teoría del super-yo. Su atención está en la psicosis. Atraviesa su propia crisis con estancia incluida de varios meses en el sanatorio de Davos. Pasa por el comunismo, levantando todo aquello del marxismo y el psiconálisis, incluso tiene problemas con las autoridades por donde circula. Rechazado por los psicoanalistas, su último enfrentamiento fue con la administración de alimentos y drogas de los EE.UU., alarmada por sus experimentos con la energía orgónica, sus tratamientos contra el cáncer, etc. Todo le fue confiscado y él encarcelado, en una de las más trágicas acciones del poder macartista contra un investigador solitario. Hay quien lo considera como un loco o un atormentado visionario, o como un gigante que sobrepasó los límites de su época con todas las consecuencias que ello conllevaría.

Con Reich nos acercamos a muchos de los postulados orientales, por la importancia que en éstos se le da al cuerpo. El do-ín, la digitopuntura, el shiatshu, etc., forman parte de la manipulación corporal, el poder de las manos, la más antigua medicina del mundo: el yuki, el reiki, la imposición de manos en la tradición ayurvédica dan fe de ello. Por otra parte es uno de los pilares de las revoluciones modernas que fueron más allá del aburrido enfrentamiento izquierda-derecha de los movimientos tradicionales.

Alexander Lowen, discípulo de Reich, desarrollaría el análisis bioenergético. La teoría parte de que el organismo funciona como un todo y que cualquier disturbio afecta a toda la persona; así pues, no hay distinción entre enfermedad mental o física y la interrelación física y psíquica es un hecho. El trauma psíquico tiene su peculiar recorrido por el cuerpo, bloqueándolo allí donde no fluye la energía. En el cuerpo late la pulsación, que es la cualidad de sus células, la respiración; si la pulsación es fuerte, la vida es fuerte; si es plena y libre se experimenta la alegría y el placer.

Conocer el cuerpo es conocer a la persona; sus formas y movimientos revelan la personalidad y contienen la historia de la persona. Ello hace que el terapeuta realice una aproximación a la diagnosis de la estructura del carácter que definirá una individual manera de ser. Así se describen varios tipos cuyas nomenclaturas no parecen precisamente positivas: el carácter esquizoide, oral, narcisístico, masoquista y el rígido, como establece la clasificación de John Pierrakos.

Entre las terapias descendientes de Reich goza de expansión hoy la terapia psicocorporal, con un congreso realizado recientemente en España (primavera del 93) en memoria de Rafael Estrada Villa, en el que participó Myron Sharaf, ayudante de Wilhelm Reich, muy interesado en los cambios de paradigma para liberarnos de la compulsión de repetición. La terapia psicocorporal añade el cuerpo como decisivo en las psicoterapias actuales. Se trabaja con procesos de elaboración cognitiva y psicoemocional, con manipulaciones precisas sobre la musculatura y el tejido conjuntivo, con diversos tipos de respiración energética, desencadenándose también diversos tipos de movimientos conscientes e inconscientes. Se pretende así acceder a los conflictos profundos, a la coraza caracterial y corporal mantenida por esos mismos conflictos. Al final se toma consciencia de estos bloqueos y de los conflictos de todas las etapas de la vida que se manifiestan en los síntomas actuales. Se pretende que de este modo las energías psicológicas y corporales fluyan de nuevo libremente hacia una regeneración y reorganización creativa e integradora con el momento del paciente. Su objetivo es holista en cuanto tiende a ir más allá del concepto dualista de cuerpo y mente, lo que se busca es una identidad funcional de todos los componentes del ser humano.

Otras escuelas que ampliaron y profundizaron los presupuestos reichianos fueron la biodinámica de Gerda Boyensen, con varios decenios de historia. Y más recientemente han aparecido la biosíntesis de David Boadella, la terapia funcional-corporal de Luciano Rispoli, la integración postural de Jack Painter y la integración psicocorporal de Marc Costa. Sin embargo, otras técnicas deben su inspiración al trabajo pionero y visionario de Reich, aunque más que como psicoterapias están dentro de técnicas corporales regeneradoras. Entre ellas están la técnica Alexander, semejante al principio de integración de Ida Rolf (rolfing); Moshe Feldenkrais, que inventó un sistema de corrección sistemática y reeducación del sistema muscular nervioso y Milton Traeger, que desarrolló la integración psicofísica utilizando una secuencia organizada de movimientos vibratorios, rodantes y sacudidas suaves, lo que produce un estado de relajación mental y física, paz e incluso de situaciones extáticas. Judith Aston creó el diseño estructural, e Isle Middehdolf desarrolló la terapia de respiración. Muchas técnicas de masaje se han mejorado uniendo a los principios reichianos del bloqueo muscular, como cristalización de los trastornos emocionales, las técnicas orientales de acupresión, dígitopresión y shiatzu, como ya hemos señalado. Hoy día existen los masajes de polaridad con profunda intervención en la energía del cuerpo, el masaje sueco, masaje profundo sobre el tejido conjunctivo, reflexología sobre manos y pies, etc. A todo ello debemos de unir otras técnicas que se extienden con gran vigor, como la eutonía, la diafroterapia, la antigimnasia, el DFA, etc., todas ellas de gran ayuda para liberar las rigideces corporales, penetrando en el lenguaje simbólico del cuerpo, en las subpersonalidades reprimidas y represoras, en las autoiden-tificaciones que cuando se desfasan producen las manifestaciones neuróticas.

Concretando, el proceso bionergético parte de que comprender la verdad significa ir más allá de adquirir un conocimiento intelectual de los fundamentos y las motivaciones, lo que supone un profundo conscienciamiento definido como una conexión entre los hechos de la propia vida y las fuerzas que impelen a realizarlos. Todo ello se produce en el cuerpo, que es el depositario de las experiencias, y se moviliza en bioenergética mediante unas técnicas corporales activas a las que se unen el análisis de sueños, lapsus lingüisticos, transferencias-resistencias y análisis del carácter, con la conclusión de que mientras más energía tenga una persona, más activa será, lo que se reflejará en su movimiento, sentimiento y pensamiento. La modificación de los procesos energéticos se produce a través del movimiento y de la respiración, desde abajo, desde el cuerpo, con técnicas que desbloquean las tensiones corporales, que a su vez son psíquicas, dibujando con ello un mapa corporal delimitado: el mapa del lengüaje del cuerpo.

La bioenergética nos lleva así ante una nueva dimensión de la psicoterapia, desbloqueando la parte corporal que entierra con su tensión los determinados desórdenes de los que el paciente se queja. El cambio corporal supondrá un cambio psíquico y funcional. Para ser profundo pasará por la abreacción, la catarsis, gritando sus miedos, golpeando el cojín, exteriorizando la rabia, atravesando ese estado hasta llegar a una nueva sensación de ser, superando las limitaciones de movilidad, efecto y causa de dificultades emocionales, de conflictos infantiles no resueltos; superando las restricciones ejercidas sobre la respiración natural, causa y efecto de la ansiedad. La terapia se define como un autodescubrimiento, viaje que previamente ha de haber recorrido el terapeuta, que no podrá ayudar más allá de su propio límite, marcado por el miedo y el dolor, barreras de las viejas estructuras que han de desmoronarse para dar paso a nuevas situaciones, si ese dolor-miedo no lo impide debilitando a la persona. Con ello la bionergética incorpora el cuerpo a los procesos psicotera-péuticos para holizar la terapia con la unidad cuerpo-mente.

Apuntes. La contribución de Reich a la psicología tiene en ese holismo, que va desde el “análisis del carácter” hasta la “vegetoterapia analítica”, un significado del que creo que queda aún mucho por reconocerle e investigar. También el concepto de “armadura” representa una dirección para entender el cuerpo en la neurosis producida por la tensión de protección que, reprimiendo los sentimientos sexuales junto a lo caracterológico que lo acompaña, impide la descarga. Todos esos traumas y sentimientos sexuales son reprimidos por complejas tensiones musculares: la armadura del carácter bajo la influencia represiva de la sociedad. Por ello Reich, con sus técnicas, se dirige hacia la liberación de esa armadura mediante movimientos involuntarios y espontáneos, hiperventilaciones, catarsis, descargas, para conseguir el “reflejo orgásmico”.

Con ello se dirige hacia la existencia de una energía cósmica primordial –orgón–que mueve lo mecánico, lo inorgánico y la materia viva. El orgón mueve el universo. Tanto en los procesos bioenergéticos como en las correlaciones psicosomáticas, Reich contribuye enormemente a la etiología y la naturaleza de la neurosis bajo ese contexto energético que todo lo mueve y que queda demostrado que interrelaciona proporcionalmente entre lo psicológico y lo corporal, con unas técnicas comprobadas de una eficacia hoy incuestionable.

Encuentro un desacuerdo en que se connote totalmente esa energía de sexual, en los procesos corporales, así como la validez del orgasmo completo como terapéutico, sin obviar por supuesto su importancia, sino que hay otros muchos procesos en la vida que no pasan por la exclusividad sexual que Reich heredó de la concepción psicoanalítica freudiana. A medida que profundizaba en sus investigaciones, Reich se acercó, como muchos otros, a los planos transpersonales, pero, como reconoce la crítica, jamás se desligó de la materia biológica. El orgón era algo concreto y mensurable, mezclaba el misticismo con distorsiones espirituales que consideraba como antinaturales y antiorgónicas, y como impulsos biológicos mal comprendidos, oponiéndose a Jung. Alineándose todavía con las reminiscencias de su materialismo y del psicoanálisis, para él, Dios es el orgasmo, y el diablo, la armadura.

En el avance hacia connotacioens espirituales, Lowen afirma en La espiritualidad del cuerpo que el sentimiento espiritual es un fenómeno corporal, y afecta a todo el ser. Al romperse las fachadas que esconden el verdadero yo, se abrirá una nueva profundidad y una riqueza, que es la plenitud del espíritu y que sólo el cuerpo puede ofrecer con su vida interna. Lowen toma a Jung como referencia.

También Pierrakos avanza en ese sentido de la espiritualidad del cuerpo. Con él trabajó Bárbara Brennan. Su ternura en la sala de terapias es sobrecogedora.

SEGUNDA PARTE: LO TRANSPERSONAL

5. LA CUARTA FUERZA: LA PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL

Antes de entrar en los conceptos explicativos de esta disciplina convendría echar un vistazo al proceso de aparición y desarrollo de lo considerado como transpersonal. Lo transpersonal recoge una llama que, por la simple razón de que forma parte de la semilla de la vida, siempre ha estado encendida dentro de la concepción occidental, y la reconduce en el mantel racional e industrializado de nuestra actualidad. Los hijos de esta cultura consumista se rebelan desde lo transpersonal ante un todopoderso y soberbio confort materializado que se ahoga en su propio propósito.

La psicología transpersonal se une a los parámetros emergentes de su tiempo, a lo cuántico y relativista, deja atrás el positivismo newtoniano del conductismo y del freudianismo, sin negarles un sitio en el espectro psicológico. Es decir que algo nuevo emerge en la concepción cultural actual, a pesar de las posibles divergencias. Materia=consciencia=energía se transconceptualizan, y los hechos lo prueban. Lo meta –y lo trans– son prefijos que claman una urgente dirección, pues las condiciones de este hermoso pedrusco así lo requieren, sólo con escuchar el menú de los telediarios. De todas formas, los cambios no son de un día para otro.

Lo transpersonal trabaja para reconocer esa realidad divina que subyace en la materia, sin vincularse a la mezquindad de un materialismo ciego. Es el objetivo de la filosofía perenne. La influencia filosófica de los tiempos actúa poderosamente sobre el tipo general de vida, de ahí que para que la vida cambie haya de cambiar la perspectiva que asumen los habitantes. El pensamiento newtoniano concibe el ser como una máquina biológica dirigida por impulsos instintivos y el universo como un autómata hecho de materia inerte. El cartesianismo separa la res cogitans de la res extensa, mente y cuerpo, separatividad de gravísimas consecuencias. Todo ello lleva a considerar a la consciencia como un producto de la materia; no hay sentimientos, no hay amor, no hay consciencia espiritual; la vida es producto del accidente, del azar; el mundo es concebido exclusivamente como competencia y supervivencia del más fuerte. La escala de estos valores se mide por la acumulación y el éxito material, en el que la ciencia llega antes que la consciencia, con una negligencia del enfoque holístico que confunde crecimiento con evolución, hoy preocupante por el poder de destrucción de nuestros inventos. La utilización de Newton y Descartes ha sido parcial, pues Newton era además astrólogo y, junto con Descartes, se fundamentaba en la unidad de Dios. Todo este pensamiento científico se ha ocupado de lo cuantitativo y deja de lado lo cualitativo, considerándolo casi degradante; e incluso al científico que se aparta y genera controversia, hay quien lo tacha de enfermo mental. En la ciencia oficial se abre un abismo entre sujeto y objeto, el científico ocupa la plaza de un dios inmaculado organizador de un entramado que no parece afectarle, sus sentimientos son tabú, incluso para él mismo. El mecanicismo ciego de reacciones químicas aleatorias que confunde los fallos en los componentes del televisor con la programación debe su reconocimiento a sus aplicaciones tecnológicas indudables, pero al carecer de un sentido de globalidad, de holismo interrelacionador, tiene visos de convertir a este planeta en un basurero de residuos, todo ello unido a la desacralización existente que ha tapado el sentido de la vida, despreciando el proceso natural del conocimiento interior y potenciando un proceso acumulativo de saber, de objetos. etc. La psicología materialista considera a los procesos mentales como reacciones del organismo ante el medio, o lo supeditan todo a flujos cerebrales. Las respuestas científicas de personas como D. Bohm, Ilya Prigogine, Sheldrake, Pribram, etc.,de las que se podrían obtener las críticas expresadas, y que estaban sugeridas en otros como Einstein, Bohr, Oppenheimer, comienzan a expandirse a pasos agigantados, tal vez porque hay necesidad de ello.

La psicología transpersonal se mueve dentro de estos presupuestos. Como tradicionalmente sabemos, psicología viene de Psijé (espíritu, alma, vida, aliento), lo que está un poco lejos de sumar y restar ratas. “Trans” significa más allá de, a través de y “persona”, máscara. Muy importante lo de “a través de”, pues en ningún momento se pretende una evasión de lo personal. Con ello entramos en que lo transpersonal busca, a través de la práctica en estados que transcienden el ego, integrar lo transcendental o espiritual en las dimensiones personales, realizando nuestra dimensión profunda, fluyendo en el devenir pero siendo sensibles a los destellos de lo eterno. Como dato cronológico tenemos que a finales de los sesenta la psicología transpersonal surge de la psicología humanista, al acercarse hacia la espiritualidad oriental. Anthony Sutich, colega de Maslow, editaría los primeros Journal of Transpersonal Psychology.

La psicología transpersonal está fundamentada en el indeterminismo atómico, en la relación cuántica más allá de la materia, en la tendencia hacia la unificación de sujeto-objeto. Omnijectividad que supera los estados arcaico, mágico y mítico de la escala de Wilber, prepersonales y prerracionales; después vendrá lo personal, para llegar a una omnijectividad transracional y transpersonal. Unificación que empieza con una interrelación de influencia mutua. La psicología transpersonal pretende contactar con la consciencia que organiza la materia, desde lo más burdo hasta lo más sutil, inteligencia del ADN, procesos celulares, moleculares, subatómicos, en el eje cuerpo-consciencia-cosmos, en un trabajo que persigue descubrir la trama (el tantra) cósmica en el interior personal, que así devendrá transpersonal. Lo emergente en la cuarta fuerza se interesa por los estados del ser, del devenir, autorrealización y expresión de metanecesidades individuales y de la especie, los valores últimos, la experiencias cumbre, éxtasis, experiencias místicas, asombros, la consciencia cósmica, la sinergia, con investigaciones sobre ello, corroborándolo en aras de una pedagogía fundamentada.

Podríamos concretar que la psicología transpersonal se centra por una parte en un aspecto vertical a través del cual se accede a planos diferentes del físico, contactando con las “entidades” que en ellos habitan, lo que supone una conexión con la antigua sabiduría de la tradición y el mundo arquetípico, hoy desechado por el materialismo rentable. Por otra parte, el aspecto horizontal conlleva la identificación con los demás seres y con la Tierra, al desaparecer las barreras del ego, es decir al desaparecer la concepción de ser encapsulado en la propia piel, en una interexistencia que evoluciona de la coexistencia a la convivencia y de la comunicación a la comunión. Verticalidad y horizontalidad son así concebidas en una relación más allá del ego y se interpenetran mutuamente. Lo transpersonal, de carácter más amplio por ser interdisciplinar, abarca la interrelación multidisciplinar. Ya no está sola la psicología transpersonal, como se puede comprobar en la física moderna, la biología, etc., con científicos que asumen la concepción tranpersonal de sus investigaciones, como son D. Bohm, R. Sheldrake, etc.

Por otra parte, en toda esa explicación de lo que significa lo transpersonal, John Rowan especifica en una lista que lo transpersonal no es lo extraperso-nal, que lo transpersonal tiene que ver con el yo superior, el ser profundo (Starhawk), el testigo interno, el ser transpersonal (psicosíntesis), arquetipos superiores de Jung, el alma (Hillman), la superconsciencia (psicosíntesis), la creatividad (ser entregado), experiencias cumbre, intuición, algunas curaciones, experiencias cercanas a la muerte, chakras elevados, guía personal, el sí mismo, el ser transfigurado, sistemas de energías sutiles. Lo extrapersonal tiene que ver con la levitación, la percepción extrasensorial, clarividencia, telepatía, radiónica, radiestesia, caminar sobre el fuego, lo paranormal, fakirismo, telekinesia, experiencias fuera del cuerpo, trabajos con cristales, etc. Yo creo que Rowan apunta a que lo transpersonal no tiene nada que ver con el uso de poderes psíquicos, con el circo y con el lucro personal derivados de ello. Rowan también diferencia en lo ya mencionado como prepersonal, como lo que aún no ha llegado a la lógica formal, lo encuentre incomprensible o lo niegue. Es decir como lo que no ha llegado aún al desarrollo de lo racional. Lo transpersonal va más alla de los límites de las categorías ordinarias de pensamiento y encuentra que éstas son inapropiadas e insuficientes para su trabajo. A consecuencia de que no se ha de identificar lo transpersonal exclusivamente con el cerebro derecho, Rowan argumenta que se ha de tener un concepto globalizador. Lo transpersonal no es la New Age por su mezcolanza. No es una religión, por cuanto tiene que ver con experiencias y descubrimientos personales que pueden no expresarse en la terminología religiosa, dedicada al culto, al rito y a los dogmas.

Lo transpersonal para Rowan tiene que ver con:

Voces interiores, no con las subpersonalidades distorsionantes del individuo, sino las que son guías para el crecimiento, y que además son canales abiertos hacia y más allá del yo superior. Tomando a Gandhi como ejemplo conocido, diferencia la intuición entre la del pequeño yo que confunde fantasía y realidad, la del de yo mágico que niega la soledad y el aislamiento (pre-personales), la del yo-rol que busca un sitio en la sociedad donde pueda ser recompensado, la del yo autónomo enfatizado en la solución de problemas y que supone un acercamiento a lo transpersonal (personales), la del yo entregado, que surge del sí mismo a través de la inspiración, arquetipos, dioses y diosas, y de la entrega digna. En el yo intuitivo hay ya identificación, sería algo como la iluminación, trascendencia, más allá de los pensamientos (transpersonales). El proceso surge desde lo prepersonal, por lo personal hasta lo transpersonal a través del cuerpo-mente-espíritu.

En Trascender el ego (1993) que F. Vaughan nos recomendó por carta y que además ha sido editado por ella y Roger Walsh, se desarrolla una síntesis sobre la definición de lo transpersonal que puede ser considerada tal vez como poco concreta; desde luego es una posición ecléctica e integradora, es decir transconcretadora de los procesos teóricos y prácticos que pueden desembocar en una interrelación multidisciplinar que dé paso a un movimiento regenerador a escala planetaria. Tal vez tengamos que añadir que, al fin y al cabo, lo transpersonal es una “actitud” ante la vida que lleva tras de sí una vivencia de la realidad no-ordinaria en la ordinaria. Según Roger Walsh y Frances Vaughan las experiencias transpersonales pueden ser definidas como las realizadas más allá de lo individual o personal, abarcando amplios aspectos de la humanidad, de la vida, la psique y el cosmos. En las disciplinas transpersonales sus practicantes tratan de expandir el cometido incluyendo los fenómenos transpersonales y sus experiencias. La psicología transpersonal es el estudio psicológico de las experiencias transpersonales y sus correlatos: naturaleza, variedades, causas y efectos. Existiría también una psiquiatría transpersonal con un interés particular en la clínica, una antropología transpersonal etc., según el proceso que aspira a desarrollar el más alto potencial de la humanidad. Esta definición no excluye ni invalida lo personal, ni se aferra a una filosofía particular o concepción del mundo, ni a un método particular, ni se compromete en una interpretación específica de las experiencias transpersonales, ni vincula las disciplinas a una ontología particular, metafísica, filosofía o religión. Por lo tanto en el amplio espectro que propugnan estos autores las experiencias transpersonales pueden ser interpretadas de muchas y diferentes maneras: pueden ser religiosas o no, teístas o ateístas. Más bien existiría una aceptación de diversas posiciones, las que conjugan lo vertical con lo horizontal o bien las que se decantan por el predominio de una de ellas. El aspecto importante que señalan los autores es la complementariedad de los diversos puntos de vista; en ello estaría la posición mas definida de lo transpersonal como integradora de lo llamado los “tres ojos del conocimiento”: sensorial, introspectivo-racional y contemplativo, a diferencia de otras disciplinas que se definen por algunos de estos aspectos ignorando el resto. Con respecto a la relación entre la religión y la psicología transpersonal, se han de considerar como campos diferentes aunque haya contactos parciales de interés y significativas diferencias, pues en la psicología transpersonal no existen credos ni dogmas, ni se demandan unas particulares convicciones; más bien se adhiere a una amplia posición científica, filosófica y experiencial para comprobar todas las pretensiones y aceptando normalmente que las experiencias se pueden interpretar religiosamente o no, según las preferencias individuales. Asimismo, en el carácter interdisciplinar, en lo Transpersonal, se pretende llegar a establecer la contribución e integración de las diversas escuelas. Finalmente estos autores están muy interesados en la importancia de la visión transpersonal que recupera las antiguas ideas, las prácticas contemplativas, métodos ancestrales, la consciencia no-ordinaria, etc., rehabilitando las experiencias transpersonales relegadas como patológicas o irracionales por la oficialidad, y asumiéndolas como una evolución en la trascendencia del ego. Es la integración de lo transcultural, la apreciación de otras religiones y filosofías, de las artes; lo que es de importancia decisiva para sumar a la gran tradición de la humanidad, para llegar a ampliar la visión de la naturaleza humana y del cosmos, descubriendo un universo vasto y misterioso, descubriendo unos reinos a los que no llegan los instrumentos físicos. Bajo este comprensivo y amplio acercamiento se aboga por que el ser humano acceda a las extraordinarias posibilidades que le brinda la visión transpersonal del cosmos. Frances Vaughan concreta que «la psicología transpersonal se ocupa de las experiencias y aspiraciones que impulsan a los seres humanos a buscar la trascendencia, y de la capacidad curativa de la autotrascendencia»

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9788472457843
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