Kitabı oku: «De la deconstrucción a la confección de lo humano», sayfa 9

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Bibliografía

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Parte II

3
Género vs sexo. Hacia una antropología de la sexualidad humana

Ramón Lucas Lucas

INTRODUCCIÓN

El agudo y sabio Chesterton decía: “llegará el día en que se blandirán espadas por demostrar que las hojas son verdes en verano”.1 Profeta con sentido común. Hoy esas espadas se han desenvainado para defender lo obvio: “que en verano las hojas son verdes”, que la gran mayoría de los seres vivos, sean vegetales o animales, son heterosexuales y así se reproducen. Pero no se blanden las espadas para defender la heterosexualidad de plantas y flores, como tampoco de perros y gatos. ¡Ah! Pero qué lucha cuando se trata del ser humano, que también la biología lo clasifica entre los animales. Hay quien blande la espada para defender y quien para atacar. Hoy, las espadas de ataque a la heterosexualidad de los seres humanos chorrean sangre y hacen correr mucho dinero. En la descripción que el editor Laertes hace del libro de Oscar Guasch Andreu,2 dice textualmente:

La heterosexualidad es un problema social grave, que limita la vida de millones de seres humanos. Esta obra explica que la heterosexualidad es un invento médico-burgués del siglo XIX. Y es que la heterosexualidad no es natural ni instintiva, y tampoco genética.3

Así de claro. El combate de espadas no es sobre las decisiones libres de las personas, sobre si dos varones quieren convivir o dos mujeres casarse. Es sobre la naturaleza humana. La genética y la biología no tienen ya cabida en la definición de la persona humana; ésta queda reducida a la sola dimensión psíquica expresada en la decisión individual. El editor Laertes continúa presentando el libro así: “La heterosexualidad se aprende, cambia y se transforma; la de ahora ya no es la de antes”. El panta rei de Heráclito torna en la forma más radical.

Para la biología y para el sentido común, la verdad salta a la vista; dos más dos dan cuatro, no es discutible, aunque a veces desearíamos que fueran cinco, otras tres; sin embargo, la naturaleza de las cosas no depende de los deseos o decisiones. Pero en la cultura contra-natura, esta evidencia no es cierta y hay que blandir la espada de la argumentación para “demostrar que las hojas son verdes en verano” y que la heterosexualidad es un dato estructural de la persona humana, tanto a nivel biológico como psicológico y espiritual. La ideología de género presenta un mundo utópico y es una verdadera revolución cultural,4 que pretende imponer que las hojas en verano no son verdes, que la dualidad sexual no existe en los seres humanos, que el matrimonio entre un hombre y una mujer es invención de la cultura occidental, que es un derecho para las madres matar a los hijos en su seno, y un acto de amor eliminar al anciano. Voy a exponer brevemente los puntos esenciales y hacer después una valoración crítica, recuperando lo positivo que hay en el fondo de ciertas posiciones y evidenciando, al mismo tiempo, los elementos más problemáticos.

IDEOLOGÍA Y CULTURA DE GÉNERO

La sexualidad ha sido siempre una dimensión humana controvertida: fuente de unión y de discordia. No cabe duda que en un pasado no muy lejano, y todavía hoy en no pocos países y culturas, el paradigma dominante ha sido la inferioridad, subordinación y dependencia de la identidad femenina respecto a la masculina. A cada sexo corresponderían, por determinación biológica, unas funciones sociales y unos comportamientos culturales que serían fijos e invariables. Esto ha conllevado discriminación y violación de los derechos fundamentales de las mujeres. Quien es sensible a los derechos de las personas no podía no reaccionar. La cultura occidental, sobre todo, lo ha hecho presentando una separación tan radical entre sexo y género, que ha llevado a muchos estudiosos a denominarlo “ideología de género”.

Definición de género

El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define el género, desde el punto de vista lingüístico, como “categoría gramatical inherente en sustantivos y pronombres, codificada a través de la concordancia en otras clases de palabras y que en pronombres y sustantivos animados puede expresar sexo”. Según esto se aprecian tres géneros: masculino, femenino y neutro. El término “género” proveniente del campo de la lingúística se aplicó, a partir de la década de 1960, a la psicología y a la antropología. Mientras el sexo es biológico, el género sería una construcción cultural correspondiente a los roles o funciones que en cada sociedad se asignan a los sexos. De hecho, el mismo Diccionario así lo recoge: “grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico”. Este paso de la lingüística a la antropología ha comportado, para el uso de la lengua, no pocos debates.

La Real Academia ha publicado el Libro de estilo de la lengua española;5 en su primer capítulo insiste en rechazar el uso del “lenguaje inclusivo”; no debemos confundir sexo y género. Lo primero es “una condición orgánica de un ser vivo”, mientras que lo segundo “es una propiedad de los sustantivos y de algunos pronombres”. Asimismo, insiste en que “el carácter no marcado del masculino hace innecesario el desdoblamiento” en la mayor parte de los casos. Desde un punto de vista lingüístico, “no hay razón para pensar que este género gramatical excluye a las mujeres”.

Según la nueva acepción impulsada por la ideología de género, se da una separación y una independencia entre la dimensión biológica y la psíquico-cultural de la persona, por lo que se puede decidir la propia identidad sexual y a qué género pertenecer, independientemente del sexo biológico que se posea. En palabras de sus impulsores, el género es una construcción radicalmente independiente del sexo:

El género es una construcción cultural; en consecuencia, no es el resultado casual del sexo ni tan fijo como éste […]. Al decir que el género es una construcción radicalmente independiente del sexo, el género mismo es un artificio libre de cualquier vínculo; en consecuencia hombre y masculino podrían significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno femenino.6

“Aunque muchos creen que el hombre y la mujer son la expresión natural de un plano genético, el género se produce por la cultura y por el pensamiento humano, es una construcción social que crea la verdadera naturaleza de cada individuo”.7 El sexo está determinado biológicamente y constituye “lo dado”, lo no elegible. El género es la orientación sexual y la conducta sexual que depende de la elección personal; se hace con base en factores como la educación, los estereotipos, la cultura y el propio comportamiento. La decisión personal y la “soberanía absoluta” de la voluntad es el único criterio a tener en cuenta.8

Se presenta así una identidad personal basada en el transformismo de las diferencias sexuales. La sexualidad es un continuum de identidad de género; en sus extremos están macho-hembra, heterosexual-homosexual. Entre los dos extremos hay muchas situaciones mezcladas. Cada persona puede oscilar entre diversas situaciones y polos considerando la propia identidad (más allá del sexo y del género) como múltiple, móvil, indefinida, cambiante, en relación a cualquier estática y sofocante fijación.

Objetivo de la ideología de género

Se podría hablar de muchos objetivos, pero en realidad creo que todos se centran en uno según sus promotores:

El final de la familia biológica eliminará también la necesidad de la represión sexual. La homosexualidad masculina, el lesbianismo y las relaciones fuera del matrimonio ya no se verán como opciones anormales […] La humanidad podrá retornar a su sexualidad poliforma natural […] la igualdad feminista radical significa, no simplemente igualdad bajo la ley y ni siquiera igual satisfacción de necesidades básicas, sino más bien que las mujeres —al igual que los hombres— no tengan que dar a luz. La destrucción de la familia biológica, que Freud nunca vislumbró, permitirá el surgimiento de mujeres y hombres nuevos.9

Se trata de una deconstrucción de la familia que implica varios aspectos, que progresivamente se han ido implementando. Siempre se ha dicho que la familia es la célula de la sociedad. Rediseñar la familia, mediante una deconstrucción de la misma, significa rediseñar la sociedad. Por eso, el objetivo es deconstruir las propiedades fundamentales de la familia: unidad, indisolubilidad, heterosexualidad, fecundidad, autoridad. En la década de 1960 se promovió el amor libre contra la unidad y se difundió el divorcio contra la indisolubilidad; en la década de 1970, la anticoncepción y el aborto contra la fecundidad; a partir sobre todo de la década de 1990 el “matrimonio” homosexual contra la heterosexualidad.

Desmontar en la sociedad y en las conciencias de las personas la idea de la familia heterosexual y sustituirla por la de “familias abiertas” es el objetivo de la ideología de género, porque:

La familia nos da las primeras lecciones de ideología de clase dominante y también le imparte legitimidad a otras instituciones de la sociedad civil. Nuestras familias son las que nos enseñan primero la religión, a ser buenos ciudadanos, tan completa es la hegemonía de la clase dominante en la familia, que se nos enseña que ésta encarna el orden natural de las cosas. Se basa en particular en una relación entre el hombre y la mujer que reprime la sexualidad, especialmente la sexualidad de la mujer.10

Para lograr este objetivo, hay que acabar con la dualidad sexual de los seres humanos fundada en la heterosexualidad. Si el género es una construcción cultural radicalmente independiente del sexo, hay que eliminar la bipolaridad sexual: “La meta no es sólo la de terminar con el privilegio masculino, sino con la distinción sexual: las diferencias genitales no tienen importancia cultural”.11 Esta ideología intenta suprimir la diferencia natural entre hombre y mujer12 y afirmar que no existe una “forma natural” masculina o femenina. Suprimiendo la forma natural de la sexualidad se intenta llegar a la plena liberación sexual en la que todos los géneros son iguales, es decir, son modos de comportamiento sexual. Cada uno puede elegir el tipo de género al que desea pertenecer, y el Estado debe dar el reconocimiento jurídico de la igualdad de todos los géneros. “Desde el momento en que las diferencias entre hombre y mujer deben abolirse, la masculinidad o feminidad, que son propias de cada ser humano, no tienen ya nada que expresar respecto de la persona”.13

Se trata de liberarse “del yugo de la familia tradicional” entendida como represión de la sexualidad de las parejas y educadora de los hijos.14 En realidad no se niega la familia, sino que se redefine, rediseña como “lugar de afectos” o “unión de individuos” prescindiendo de la identidad sexual (heterosexuales, homosexuales, bisexuales, etc.), sin limitación de número (poligámicas, poliándricas), con o sin hijos (adopción homosexual, fecundación in vitro y transferencia de embriones [FIVET]), etc.).

Raíces de la ideología de género

No cabe duda que una tendencia de esta envergadura y duración posee múltiples causas. Sin duda, el movimiento feminista en su poliédrica diversidad es una de ellas. Se podría definir el feminismo como la toma de conciencia de la subordinación de la mujer respecto al varón, y la búsqueda de la superación de la inferioridad para mejorar las condiciones de vida de la mujer. El feminismo ha evolucionado y pasado por etapas muy diversas. Si tomamos como punto de arranque la publicación del libro de Mary Wollstonecraft, Reivindicación de los derechos de las mujeres, tenemos que remontarnos a 1792. Llegó después el feminismo liberal de Harriet Taylor, La emancipación de las mujeres (1851), y John Stuart Mill, La subordinación de las mujeres (1869). Un influjo notable lo marcó el feminismo marxista y socialista con la reivindicación de la igualdad en el trabajo. A partir de las últimas décadas del siglo XX se difundió el feminismo de género, que ha sufrido una notable transformación, que se puede sintetizar en cuatro etapas: 1) feminismo de la igualdad sexual: de la diferencia a la igualdad: reivindicación de la igualdad de derechos por la igualdad de identidad. 2) Feminismo de la diferencia sexual: de la diferencia de identidad sexual a la especificidad de los derechos femeninos: derechos “para” las mujeres y “de las” mujeres. 3) Feminismo de género: de la diferencia a la indiferencia mediante la categoría de “género”: el género más allá del sexo, con la irrelevancia de la diferencia sexual para la propia identidad, el matrimonio, la familia y los nuevos derechos. 4) Feminismo total: de la indiferencia sexual de género al multigénero proponiendo el dinamismo y transformismo de las diferencias sexuales y la fluidez del género.

Otra causa puede reconducirse a una interpretación neomarxista de la historia. El sexo implica clase, la clase presupone desigualdad, la desigualdad genera alienación, discriminación y opresión. No me parece aventurado decir que Friedrich Engels estableció los fundamentos de la ideología de género cuando en su libro El origen de la familia, la propiedad y el Estado escribió: “El primer contraste de clase de la historia coincide con el desarrollo del contraste entre el hombre y la mujer unidos en el matrimonio monógamo, y la primera forma de opresión de clase es la del sexo femenino por parte del sexo masculino”.15

El análisis marxista y la lucha de clases es la base de la dialéctica género vs sexo. Hoy, la lucha de clases no es la social-obrera, sino la de los sexos. El sexo (varón) es el nuevo capitalista opresor que debe ser combatido por la clase oprimida del género (mujeres, homosexuales, bisexuales, etc.). El equilibrio humano (comunismo) se alcanzará cuando desaparezcan completamente las diferencias basadas en el sexo y cada uno, liberado de esta alienación, haya elegido su género y orientación sexual, pudiendo cambiarla según las circunstancias. Simone de Beauvoir es un claro testimonio cuando afirma: “hasta que la familia, el mito de la familia, el mito de la maternidad y el instinto materno no desaparezcan, las mujeres estarán oprimidas.”16 Más cruda y marxista aún es su afirmación: “Cuando esos mismos médicos “bien pensados” exaltan la maternidad, afirman que el feto forma parte del cuerpo materno, que no es un parásito que se alimente a sus expensas. Se ve cuán vivo es todavía el antifeminismo en ese encarnizamiento que ponen algunos hombres en rechazar todo cuanto podría manumitir a la mujer”.17

Está claro que no pocos promotores y defensores de la ideología de género se encuentran en ambientes liberales alejados de concepciones y visiones marxistas de la historia; pero también es verdad que son más bien raras las posiciones marxistas que no les ofrecen su apoyo. Estamos ante un coctel de marxismo y liberalismo, cuyo resultado es la imposición de un pensamiento único que aplasta, como ya lo hicieron los carros armados, a todo aquel que no se alinea. El libro de Michel Onfray, Théorie de la dictature,18 es paradigmático porque salido de la pluma de un filósofo ateo, de izquierda y “come curas”, pone de manifiesto que la ideología de género ha creado una sociedad totalitaria, que niega la naturaleza humana y destruye la libertad. Una sociedad que “mantiene un control continuo”, que “uniforma la opinión pública”, que “borra el pasado y reescribe la historia”.

DUALIDAD SEXUAL: ANÁLISIS CRÍTICO DE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO

El análisis crítico que sigue no pretende desconocer los puntos positivos y las justas reivindicaciones que subyacen en algunas posiciones de la ideología de género. Simplemente trato de responder a la pregunta ¿qué bases biológicas y psicológicas tiene la ideología de género? Esto es lo que voy a tratar de hacer mediante un análisis crítico,19 tomando en cuenta las diversas dimensiones de la persona en una unidad-totalidad.

El ser sexuados es para el hombre y la mujer un dato original de su constitución psico-somática.20 Desde el punto de vista antropológico, la persona es una realidad uni-dual, porque la sexualidad de cada individuo implica intrínsecamente una irreducible correlación unificadora hacia las demás. Si cada persona puede considerarse “totalmente” humana, en cuanto que cada una tiene todas las características propias de la naturaleza humana, no puede tener, sin embargo, la pretensión de ser el “todo” humano, porque por su especificidad sexuada está diversificada del otro y carece de las características peculiares de la otra modalidad sexuada.21

El mismo término “sexo” se ha formado del latín secare, que significa separar, distinguir lo que estaba unido. La etimología indica ya esta dualidad, esta diferencia de dos que estando “separados”, tienden a reconstruir la unidad original. Éste es también el sentido de los mitos griegos, y a él hace también alusión el primer capítulo del Génesis. Pero, a diferencia de los mitos, el relato del Génesis: “Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó, varón y mujer los creó” (Gn 1, 26-27), pone en evidencia que el dato original es la unidad en la diversidad: “serán los dos una sola carne”. La perfección homo se realiza en la doble polaridad sexual, de lo masculino y lo femenino. Esta dualidad sexual es un dato bueno ligado a la naturaleza humana; es el modo original de ser homo.

En la mitología griega se da otra explicación: la dualidad es la consecuencia de un castigo. El Banquete de Platón se dedica completamente al tema del amor y el núcleo lo constituye el conocido mito relatado por Aristófanes:

Pero, primero, es preciso que conozcáis la naturaleza humana y las modificaciones que ha sufrido, ya que nuestra antigua naturaleza no era la misma de ahora, sino diferente. […] la forma de cada persona era redonda en su totalidad, con la espalda y los costados en forma de círculo. Tenía cuatro manos, mismo número de pies que de manos y dos rostros perfectamente iguales sobre un cuello circular. Y sobre estos dos rostros, situados en direcciones opuestas, una sola cabeza, y además cuatro orejas, dos órganos sexuales y todo lo demás como puede imaginarse a tenor de lo dicho. Caminaba también recto como ahora, en cualquiera de las dos direcciones que quisiera […] Eran también extraordinarios en fuerza y en vigor y tenían un inmenso orgullo, hasta el punto de que conspiraron contra los dioses. Y lo que dice Homero de Esfialtes y de Oto se dice también de ellos: que intentaron subir hasta el cielo para atacar a los dioses. Entonces, Zeus y los demás dioses deliberaban sobre qué debían hacer con ellos y no encontraban solución. Porque no podían matarlos y exterminar su linaje, fulminándolos con el rayo como a los gigantes, pues entonces se les habrían esfumado también los honores y sacrificios que reciben de parte de los hombres, ni podían permitirles tampoco seguir siendo insolentes.

Tras pensarlo detenidamente dijo, al fin, Zeus:

Me parece que tengo el medio de cómo podrían seguir existiendo los hombres y, a la vez, cesar de su desenfreno haciéndolos más débiles. Ahora mismo, dijo, los cortaré en dos mitades a cada uno y de esta forma serán a la vez más débiles y más útiles para nosotros por ser más numerosos. Andarán rectos sobre dos piernas […]. Dicho esto, cortaba a cada individuo en dos mitades, como los que cortan las sebas y las ponen en conservas o como los que cortan los huevos con crines. Y al que iba cortando ordenaba a Apolo que volviera su rostro y la mitad de su cuello en dirección del corte, para que el hombre, al ver su propia división, se hiciera más moderado, ordenándole también curar lo demás. Entonces, Apolo volvía el rostro y, juntando la piel de todas partes en lo que ahora se llama vientre, como bolsas cerradas con cordel, la ataba haciendo un agujero en medio del vientre, lo que llaman precisamente ombligo. […] Así pues, una vez que fue seccionada en dos la forma original, añorando cada uno su propia mitad se juntaban con ella y rodeándose con las manos y entrelazándose unos con otros, deseosos de unirse en una sola naturaleza, morían de hambre y de absoluta inacción, por no querer hacer nada separados unos de otros. Y cada vez que moría una de las dos mitades y quedaba la otra, la que quedaba buscaba otra […]. Desde hace tanto tiempo, pues, es el amor de los unos a los otros innato en los hombres y restaurador de la antigua naturaleza, que intenta hacer uno solo de dos y sanar la naturaleza humana. Por tanto, cada uno de nosotros es un símbolo de hombre, al haber quedado seccionado en dos de uno solo, como los lenguados. Por esta razón, precisamente, cada uno está buscando siempre su propio símbolo.22

El mito resuelve así el hecho de la dualidad sexual. La heterosexualidad no contradice la identidad fundamental; si, por una parte, el dato biológico constituye el punto de partida de la diferenciación sexual, por otra parte, muestra la identidad constitutiva de ambos sexos: individuos de la misma naturaleza. “La connotación sexual de cada sujeto atañe no ya a la naturaleza humana que es una e idéntica en cada uno, sino a la caracterización en dos modalidades fundamentales distintivas de su ser, la de la masculinidad y la de la feminidad, que constituyen los dos polos sexuados que fundan lo humano”.23 La identidad de la persona no es sólo biología; implica también la dimensión psicológica y espiritual; pero para entenderla no se puede ignorar la dimensión biológica.

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