Kitabı oku: «Susie», sayfa 4

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A juicio de Charles, El progreso del peregrino era el libro preciso para Susie. Aunque tenía veintidós años, recién se había convertido y además estaba desanimada. Como los escritos de Bunyan habían sido claves para que el propio Charles comprendiera la fe cristiana, él tenía la confianza de que la alegoría de Bunyan contrarrestaría favorablemente la incertidumbre de Susie. Ella consideró el regalo de Charles como un indicio de que deseaba «ayudar a un alma en conflicto a llegar al cielo». La impresionó mucho su preocupación, y «el libro se volvió muy preciado y útil».75 La alegoría de Bunyan echó raíces profundas en su corazón, y terminó influenciando sus propios libros, cartas y otros trabajos literarios, que solían usar las descripciones de la vida cristiana de Bunyan.


Charles mostró perspicacia al recurrir al Progreso del peregrino como un medio para alentar espiritualmente a Susie. En 1903, el año de la muerte de ella, su hijo Thomas Spurgeon escribió que su padre estaba «enamorado de John Bunyan» y que era «similar a él en su fe, pensamiento y lenguaje».76 Thomas señaló: «Aquí [en El progreso del peregrino] hay leche para los bebés y carne para los hombres… Además, la carne es de tal tipo que los “bebés” pueden disfrutar su sabor y los “hombres” se sienten mucho mejor si toman un sorbo o dos de la leche».77

Peter Morden, que se ha especializado en el estudio de Spurgeon, explica que los escritos de Bunyan influenciaron a Charles, pues le dieron «un marco para entender la vida cristiana» y le brindaron una manera de «encontrarle el sentido a las experiencias particulares que ocurren a lo largo del trayecto del cristiano».78 De seguro, Charles esperaba que esos resultados se vieran en Susie.

Ya que tanto Charles como Susie solían visitar el hogar de los Olney, tenían la oportunidad de verse con frecuencia. Cuando Susie fue conociendo mejor a Charles, confió en él y le contó de sus inquietudes espirituales. Resulta difícil y aun gracioso pensar en que la chica refinada de la ciudad compartió las inquietudes de su corazón con Charles, que era más rústico. Qué irónico es que el hombre que una vez ofendió sus susceptibilidades se convirtiera en alguien en quien buscara consejos:

Gradualmente, aunque con mucho temblor, le conté de mi condición ante Dios, y él me guio con suavidad, mediante su predicación y sus conversaciones, por el poder del Espíritu Santo, a la cruz de Cristo para hallar la paz y el perdón que anhelaba mi alma agobiada.79

Interactuar con Charles y leer El progreso del peregrino de Bunyan ayudó a Susie a aplicar mejor la Escritura. Thomas Spurgeon, en el prólogo del libro Pictures from Pilgrim’s Progress [Imágenes del progreso del peregrino], nos da un contexto que nos ayuda a entender cómo es que el clásico de Bunyan pudo haber ayudado a Susie:

Instando al estudio ferviente de las Escrituras, C. H. Spurgeon dijo en una ocasión: «¡Oh, que tú y yo nos adentráramos hasta el corazón mismo de la Palabra de Dios e introdujéramos esa Palabra dentro de nosotros! He visto cómo el gusano de seda penetra en la hoja mientras la come y la consume; nosotros deberíamos hacer lo mismo con la Palabra del Señor: no arrastrarnos sobre su superficie, sino penetrar en ella comiéndola, hasta que la hayamos metido en nuestros rincones más profundos. Es inútil hacer que el ojo solamente mire las palabras o que recordemos las expresiones poéticas y los hechos históricos; lo bendito es comer hasta alcanzar el alma de la Biblia y, al fin, llegar a hablar en el lenguaje bíblico, con un estilo moldeado por la Escritura y, mejor aún, con un espíritu impregnado de las palabras del Señor. Me referiré a John Bunyan para ejemplificar lo que quiero decir. Lean cualquiera de sus obras, y verán que es casi lo mismo que leer la Biblia. La había leído hasta que su alma quedó saturada de la Escritura, y, aunque sus escritos están llenos de poesía encantadora, no puede darnos su Progreso del peregrino–el poema en prosa más dulce de todos–sin hacernos sentir y decir todo el tiempo: “¡Vaya, este hombre es una Biblia viva!”. Pínchalo donde quieras: su sangre es bíblica, la esencia de la Biblia fluye de él. Le es imposible hablar sin citar un pasaje, pues su alma está llena de la Palabra de Dios».80

Para Spurgeon, leer a Bunyan era «casi lo mismo que leer la Biblia» y «la esencia de la Biblia fluye de él». Confesó:

Después de la Biblia, el libro que más valoro es «El progreso del peregrino» de John Bunyan. Creo que lo he leído completo por lo menos cien veces. Es un volumen del que nunca parezco cansarme, y el secreto de su frescura es que fue compilado en gran medida a partir las Escrituras. En verdad, es enseñanza bíblica expresada en la forma de una alegoría simple pero muy llamativa.81

Resulta obvio que el clásico de Bunyan impactó a Susie, pues después su propia sangre llegó a poder considerarse «bíblica» y en 1884 ya había leído la Biblia completa catorce veces, lo que equivalía a «leer tres capítulos al día para logar terminar la Biblia en un año».82

Años después, Charles le preguntó a Susie si recomendaría el plan de lectura que ella utilizaba. Respondió que la lectura regular de la Biblia completa era útil para familiarizar al lector con toda la Escritura, incluso las partes que «de otra manera podrían pasarse por alto». Sin embargo, para su «iluminación y alivio espiritual», prefería meditar en porciones más breves de la Escritura, por ejemplo, «medio versículo». Por lo general, era durante sus momentos de meditación concentrada en unos pocos versículos que «experimentaba más aplicación del texto por parte del Espíritu Santo».83

La profundización de la fe de Susie es una prueba del impacto que tuvo su lectura personal y meditación de la Biblia, además de la posterior tutela de Charles. Veía las palabras de la Escritura como «palabras tiernas» y como las palabras «del mismo Jesucristo, mi Señor y Maestro clemente, que habla de esa forma, y hago bien al considerar cada oración importante mientras escucho Su voz amorosa».84

La cadena de eventos que llevaron a Susie a Charles e incluso al Progreso del peregrino es un gran ejemplo de la providencia de Dios.

Piensa en que si Susannah, la prima de Susie, no se hubiera casado con William Olney, si Thomas Olney no se hubiera casado con Unity Potter y si James Smith hubiera seguido pastoreando la New Park Street Chapel, quizás Charles y Susie nunca se habrían conocido. Sin embargo, el primer evento que puso todo en movimiento ocurrió un sábado en la tarde en Cambridge.

George Stevenson, en su libro Sketch of the Life and Ministry of the Rev. C. H. Spurgeon [Bosquejo de la vida y ministerio del Rev. C. H. Spurgeon], escribió poéticamente sobre la reunión de George Gould y Thomas Olney:

El joven orador de Cambridge es recomendado al diácono de la New Park Street Chapel; triunfa la esperanza; se fortalece la fe. El joven es contactado, y, muy pronto, siendo aún «adolescente», se transforma en el pastor elegido por la que fuera la iglesia bautista más grande de Londres. Este joven es el Rev. Charles Haddon Spurgeon.85

Charles dijo que su discurso en Cambridge y la consiguiente petición que Gould le hizo a Olney fue «la mano de Dios, el medio para que pasara de Cambridgeshire a la metrópolis».86 También fue su medio de transporte hacia el corazón de Susie Thompson.

a expectación de Londres venía aumentando durante meses, pues los periódicos publicaban información constante sobre los avances de un enorme proyecto de construcción al sur de la ciudad. El 10 de junio de 1854 debía ser el día de la algarabía, el día de la reinauguración del Crystal Palace. El palacio, formado de hierro y vidrio, fue la obra maestra del famoso diseñador Sir Joseph Paxton (1803-1865), una maravilla arquitectónica. Fue construido por primera vez en el parque Hyde Park de Londres, para que sirviera como salón temporal de la Gran Exposición de 1851. Fue edificado en menos de un año, desmantelado seis meses después de la Exposición y trasladado a su ubicación permanente, el barrio Sydenham Hill.87 Además de ser una construcción magnífica, las espectaculares áreas verdes que rodeaban el palacio acogían jardines, fuentes y múltiples modelos de animales extintos. En medio del entusiasmo de la gran inauguración del palacio, se estaba desarrollando una historia de amor igual de impresionante.

Susie no se imaginaba que la inquietud pastoral de Charles por ella en abril de 1854 y su posterior amistad creciente se transformaría en un romance en junio. Aunque Susie atestigua que era «más feliz que nunca desde los días de la Poultry Chapel», donde se había convertido, su gozo se enfocaba en su nueva claridad espiritual y en el privilegio de gozar de una amistad con su pastor. Al parecer, en su mente no había habido ningún pensamiento romántico hacia Charles hasta antes de junio. En un comienzo, Charles simplemente quiso ayudar a «un alma en conflicto a llegar al cielo» regalándole El progreso del peregrino, pero debe haber pasado poco tiempo antes de que pensara en la posibilidad de que su amistad con Susie se convirtiera en algo más. Menos de dos meses después de regalarle el libro de Bunyan, Charles encontró una manera creativa de comunicarle a Susie su interés en buscar algo más que una amistad.

Susie Thompson y Charles Spurgeon estaban sentados juntos con algunos amigos de la New Park Street Chapel. Mientras la multitud esperaba ansiosa el comienzo de la ceremonia de apertura del Crystal Palace, Charles le pasó a Susie una copia del libro Proverbial Philosophy [Filsofía proverbial] de Martin Tupper, y le mostró una sección titulada «Sobre el matrimonio».

Busca una buena esposa en tu Dios, pues ella es el mejor regalo de Su providencia.

Sin embargo, no pidas con confianza intrépida lo que Él no ha prometido.

Tú no sabes cuál es Su buena voluntad; por lo tanto, que tu oración sea sumisa a ella,

Y déjale tu petición a Su misericordia, con la seguridad de que Él te hará bien.

Si has de tener una mujer de tu juventud, ahora ella vive en la tierra;

Por lo tanto, piensa en ella y ora por su bien; sí, aunque no la hayas visto.88

Susie miró a Charles y este le susurró al oído: «¿Oras por el hombre que será tu esposo?».89 El mensaje implícito la sorprendió, pero era inequívoco. No respondió la pregunta, pero el pulso acelerado le pintó las mejillas de un rojo delatante. No quiso encontrar la mirada de Charles, pues temía que viera «la luz que nació de inmediato entre ellos». Siguió sentada en silencio junto a él «mientras la procesión radiante pasaba alrededor del palacio». Sin embargo, «el desfile rutilante» no podía competir con «la multitud de emociones que acababan de despertar y palpitaban al interior de su corazón».90

El hecho de que, aparentemente, Susie no tuviera ni la menor idea del interés romántico de Charles antes de ese día puede resultar sorprendente para los lectores modernos, pero da cuenta de su absoluta falta de presunción en su amistad con Charles. La joven pareja se apartó del grupo con el que estaban sentados y caminaron juntos por el edificio, los jardines del palacio y los escalones exteriores que dirigían al lago ubicado noventa metros más abajo. En el lago, vieron «formas colosales de monstruos extintos». Esos modelos de dinosaurios fascinaron a la pareja, pero lo más importante era que Dios estaba forjando un vínculo de amor entre Charles y Susie que duraría toda la vida.91

Luego de la muerte de Charles en 1892, Susie describió el paseo por las afueras del palacio esa tarde de junio: «Mientras caminábamos, ese memorable día de junio, creo que Dios mismo nos unió para siempre. Desde ese momento, nuestra amistad creció con rapidez y muy pronto maduró en un amor profundísimo».92 Susie dijo que el Crystal Palace «era uno de nuestros lugares favoritos»: «tenía grandes atractivos por sí solo, y quizás las asociaciones del día de su apertura le daban más gracia ante nuestros ojos».93

El compromiso de Charles y Susannah

Menos de dos meses después de regalarle El progreso del peregrino a Susie, Charles le mostró el poema de Tupper para comunicarle sus intenciones románticas, y dos meses después de eso, el 2 de agosto de 1854, le propuso matrimonio en el jardín de Sampson Knott, el abuelo de ella.94 El lugar, según Susie, «era un jardincito anticuado… que tenía altos muros de ladrillo en tres de sus lados, y contaba con senderos de grava rectos y ordenados, además de un pequeño prado, en medio del cual florecía un peral muy alto y fructífero, el orgullo del corazón de mi abuelo». El jardín no era un ambiente muy romántico, y Susie no creía que la mayoría de la gente escogería un lugar así para hacer una «declaración de amor».95

Sin embargo, para Susie, el jardín, por «lúgubre» que haya sido, adquirió una atmósfera mágica, pues se transformó en el escenario de su compromiso y quedó grabado para siempre en su memoria. «Hasta el día de hoy», escribió después, «pienso en ese viejo jardín como si fuera un lugar sagrado, un paraíso de felicidad, pues allí mi amado me pidió que fuera suya y me dijo lo mucho que me amaba».96

El amor de Charles por Susie era obvio, pero reservó las dos palabras poderosas –«Te amo»– hasta el momento en que le propuso matrimonio. Susie «tembló» por la experiencia y se quedó «callada de puro gozo y alegría». De la «dulce ceremonia de compromiso», dijo: «Todo corazón amante y veraz puede completar los detalles a partir de su experiencia o expectación. Para mí, fue un momento tan solemne como dulce».97

Susie, abrumada por la experiencia, sintió que debía buscar de inmediato a Dios en oración. Rápidamente, abandonó el peculiar jardín y se retiró a un cuarto privado en el segundo piso de la casa de su abuelo. Allí, «me arrodillé ante Dios, lo alabé y le agradecí con lágrimas de alegría por Su gran misericordia al darme el amor de un hombre tan bueno».98 En su diario, esto fue lo que escribió el 2 de agosto de 1854: «Es imposible escribir todo lo que me ocurrió esta mañana. Solo puedo adorar en silencio la misericordia de mi Dios y alabarlo por todos Sus beneficios».99

Más adelante, Susie confesó que en ese entonces no sabía plenamente cuánta era la grandeza de Charles. Si hubiera comprendido por completo lo que significaría ser la esposa de Charles Haddon Spurgeon, probablemente se habría visto abrumada. En sus muchas meditaciones en torno a su compromiso y matrimonio con Charles, Susie expresaba que Dios los unió. Afirmó: «El amor perfecto que nos unió no disminuyó ni flaqueó nunca, y, aunque ahora veo lo indigna que era de ser la compañera de vida de tan eminente siervo de Dios, sé que él no pensaba así, sino que veía a su esposa como el mejor regalo terrenal que Dios le había dado».100

Charles y Susie adquirieron pases de temporada para el Crystal Palace y, durante su compromiso, se reunían ahí una vez por semana para caminar juntos y conversar.101 Aquel palacio, con sus jardines coloridos, fue un contexto interesante y hermoso para que su amor creciera. Sentimentalmente hablando, tenía un lugar especial en el corazón de Susie, pues allí Charles le reveló sus sentimientos de esa forma tan creativa en junio de 1854. Además, el palacio mismo, con sus fascinantes exhibiciones de países exóticos y sus encantadores exteriores, era un lugar educativo y placentero. Cada vez que entraban a los jardines del palacio y caminaban junto al lago, la mente de Susie se inundaba de los recuerdos de aquel dulce día de junio. Susie pensaba que esas visitas semanales preparaban a Charles para las exigencias constantes de su ministerio, como también para los efectos deprimentes de las condiciones climáticas de Londres, que a menudo eran sombrías, y del humo de las industrias.

Para reunirse todas las semanas con Susie en Sydenham, Charles tomaba el tren en la estación de London Bridge y en poco tiempo llegaba al Crystal Palace. Susie, por su parte, vivía en St. Ann’s Terrace 7, Brixton Road, por aquel entonces y solía caminar once kilómetros para llegar al palacio, lo que era una hazaña no menor. Aunque era una caminata larga para Susie, afirmó que «para mí era una tarea placentera, teniendo en mente semejante reunión y una compañía tan agradable como recompensa».102

Charles era astuto para sugerirle esos encuentros semanales a Susie. Ella recordaba: «Luego del culto del jueves por la tarde [en la New Park Street Chapel], oía un susurro en el pasillo: “A las tres mañana”, que significaba que si estaba en el palacio a esa hora, “alguien” me encontraría en la fuente de cristal».103 El romance de Charles y Susie era jovial y encantador. Susie describía los momentos que pasaban en el palacio como «horas brillantes y dichosas». Durante estas primeras experiencias, los dos gozaban de buena salud, y, aunque Charles estaba muy ocupado en su ministerio, ni él ni Susie estaban afectados aún por los problemas que luego disminuirían su vitalidad física.

Aparte de los encuentros habituales en el Crystal Palace, sus «citas» semanales giraban en torno al trabajo de Charles. Casi todos los lunes, Charles recorría el corto trayecto que distanciaba su residencia en Dover Road 75 de la casa de Susie. Llevaba una copia transcrita de su sermón del domingo a fin de revisarla antes de que se publicara y distribuyera. Mientras Charles trabajaba, Susie se sentaba en silencio junto a él, y consideraba que ese tiempo juntos era «una buena disciplina para quien quería ser la esposa del pastor».104

Si Susie alguna vez tuvo aspiraciones independientes para sí misma, a estas alturas ya había adoptado los objetivos, planes y labores de Charles como propios, y encontraba su gozo en ayudarlo. Aunque las mujeres de la época victoriana tenían poca independencia y por lo general se esperaba que vivieran a la sombra de su marido, la visión relacional de Susie no estaba basada en las normas culturales; simplemente se deleitaba en someter su vida a un hombre tan gentil como Charles.

Charles amaba profundamente a Susie, y la trataba como una reina cuando estaba bajo su cuidado; su historia de amor está repleta de ejemplos del trato tierno, considerado y romántico que tenía con ella. Sin embargo, también estaba incondicionalmente dedicado a su trabajo. Susie dijo que la devoción de Charles por su ministerio «dominaba e incluso absorbía todas las demás pasiones y propósitos de su corazón».105

Aunque Susie estaba contenta con sus circunstancias excepcionales, a veces se sentía sola. En ocasiones, Charles estaba tan absorto en su ministerio que ni siquiera reconocía a Susie cuando se le acercaba los domingos en la iglesia. Hubo veces en que incluso se presentó como si ella fuera una completa extraña. Susie era bondadosa para tratar con las distracciones de Charles, y no era dada a atribuirle malas intenciones. Sin embargo, hubo al menos una vez en que se enojó por el descuido de Charles. En la comunidad de Kennington, ubicada a solo un par de kilómetros de donde vivían los Thompson por entonces, había un salón de reuniones llamado the Horns, que se usaba ocasionalmente como punto de predicación.

Charles tenía que predicar allí una tarde. Almorzó gratamente con los Thompson, y luego él y Susie tomaron un coche en dirección al salón. Aunque llevaba menos de un año en Londres, su fama se había disparado y, como resultado, las multitudes se agolpaban para oírlo cada vez que predicaba. Después de que Charles la ayudara a bajar del carruaje, Susie intentó mantenerse cerca de él para no perderse en la masa de gente. Sin embargo, Charles estaba tan enfocado en lo que iba a ocurrir, la predicación del evangelio, que se olvidó de Susie y, sin notarlo, la dejó atrás mientras la multitud hacía presión para entrar al edificio.

Susie volvió corriendo del salón a la casa de su madre, furiosa y con el rostro empapado en lágrimas. Compartió su «dolor» con la Sra. Thompson, que escuchó atenta el relato de su hija y luego intentó calmar su «espíritu alborotado». Susie recordó: «Me dijo sabiamente que mi prometido no era un hombre común, que toda su vida estaba completamente dedicada a Dios y a Su servicio y que yo nunca, nunca, debía obstaculizarlo tratando de ponerme en el primer lugar de su corazón».

Susie se dio cuenta de que había sido «muy necia y caprichosa», y estaba empezando a calmarse cuando Charles irrumpió en la casa gritando: «¡Susie, Susie!». Muy conmovido, le dijo a la Sra. Thompson que había buscado en vano a Susie por todas partes.

Más tarde, Susie recordó:

Mi querida madre se le acercó, lo llevó aparte y le dijo toda la verdad; creo que cuando Charles se dio cuenta de lo que había pasado, tuvo que calmarlo a él también, pues en su corazón se sentía tan inocente de haberme ofendido en forma alguna que debe haber sentido que fui injusta al dudar de él. Al final, mi mamá me fue a buscar, y yo bajé las escaleras. En silencio, me dejó decirle lo indignada que me sentí, y después repitió la pequeña lección que me había dado mi mamá, asegurándome de su gran afecto por mí, pero también señalando que, antes que todo, era siervo de Dios, y yo debía estar preparada para someter mis pretensiones a las de Él.106

Charles, al igual que su héroe George Whitefield, priorizó tanto su ministerio público que a veces su involucramiento personal en las necesidades inmediatas de su familia quedó relegado a un segundo plano. No obstante, si vemos el panorama completo del matrimonio de Charles y Susie, observamos que Spurgeon no descuidó sus responsabilidades ministeriales, pero también se aseguró de que Susie estuviera bien cuidada. Susie, por su parte, hizo un firme compromiso: «Siempre fue el sólido propósito de mi vida de casada no obstaculizarlo nunca en su trabajo para el Señor, no intentar nunca impedir que cumpliera sus compromisos, no presentar nunca mi propia salud deteriorada como un motivo para que se quedara en casa junto a mí».107 Aunque los desafíos únicos de estar casada con un hombre que enfrentaba «las demandas incesantes de su ministerio, labor literaria y los múltiples esfuerzos de su vida excepcionalmente ocupada» a ratos eran apabullantes, el Señor ayudó a Susie a cumplir esa promesa secreta.

Una vez que los esfuerzos pacificadores de la Sra. Thompson demostraron haber sido fructíferos, los tres compartieron «un té deliciosamente acogedor» esa tarde. «¡Cuán dulce fue la calma de nuestros corazones después de la tormenta!», pensó Susie con posterioridad, «¡y cuánto amamos y honramos a mi madre por sus sabios consejos y su tierna diplomacia!».108 Una madre menos sabia podría haber aumentado la distancia entre Charles y Susie, pero la madre de Susie, gentil como era, tenía un carácter firme y reconoció que la relación entre Charles y Susie que se estaba desarrollando ante sus ojos era hermosa y única. Esa tarde emotiva, la relación entre Charles y Susie se fortaleció, y el respeto de ambos por la Sra. Thompson se intensificó.

El período de compromiso de la pareja está repleto de ejemplos que muestran que Charles se tomaba en serio el crecimiento espiritual de Susie y que entendía su rol en el progreso de su novia en la piedad. El obsequio de El progreso del peregrino fue una evidencia temprana de su compromiso con la santificación de Susie. El uso del libro de Tupper apuntaba a lo necesario que era que oraran y Charles recurrió a un tercer libro, esta vez escrito por el pastor y escritor puritano Thomas Brooks (1608-1680), para alentar a Susie en los meses previos a su matrimonio.109 Susie estaba ansiosa por aprender y especialmente encantada por recibir consejos de alguien que le era tan querido como su propia vida.

En el verano de 1855, luego de que los Thompson se mudaran a Falcon Square, Charles y Susie comenzaron a verse con más frecuencia y ella afirmó con alegría que su «corazones se fueron uniendo cada vez más en amor purísimo».110 Aunque Susie y Charles pasaron más tiempo juntos, él siguió llevando su trabajo a la casa de Susie. Un día, ella quedó bastante sorprendida cuando Charles le dijo: «Quiero que leas este volumen con cuidado y marques todos los párrafos y oraciones que te parecen particularmente dulces, pintorescos o instructivos. ¿Harías eso por mí?».111 La intención de Charles era que esa recopilación de citas realizada por Susie de los escritos de Thomas Brooks fuera publicada como un libro.

Este fue el primer proyecto literario de Susie, lo que no impidió que describiera sus hallazgos en ese volumen de Thomas Brooks como «diamantes brillantes y oro rojo». Más adelante, meditó en las consecuencias de trabajar junto a Charles:

El amor… es un maestro incomparable, y yo fui una alumna voluntariosa, así que, con la ayuda y los consejos de un tutor tan querido, el trabajo progresó día a día hasta que, a su debido tiempo, surgió un pequeño volumen, que él llamó Smooth Stones Taken From Ancient Brooks [Piedras lisas tomadas de arroyos antiguos]. Ese título fue un simpático juego de palabras puritano con el apellido del autor, y creo que los compiladores se complacieron bastante en los resultados de su alegre trabajo en conjunto. Me parece que el librito ahora está descatalogado, y es muy raro encontrarse con una copia, pero es posible que los que lo tienen sientan un mayor interés en su uso ahora que conocen la dulce historia de amor que se esconde entre sus páginas.112

En ese entonces, el libro no llevaba el nombre de Susie ni tampoco lo hacen las ediciones modernas. Ella no anhelaba el crédito personal ni la fama que podrían haberla acompañado si su nombre hubiera aparecido en la obra; lo que le preocupaba era el contenido del libro y la «dulce historia de amor» que se escondía entre las páginas. El hecho de que Susie trabajara en compilar citas de Brooks sirvió para unirla con Charles en un proyecto, y fue otra oportunidad para que ella obtuviera sabiduría espiritual. Charles creía que los sermones y escritos de Brooks eran exposiciones bíblicas sólidas. Así se estaba estableciendo un fundamento firme sobre el que Susie y Charles aguantarían las tormentas y sortearían los desafíos del matrimonio y el ministerio.

Bajo la tutela de Charles, Susie solicitó la membresía de la iglesia New Park Street Chapel unos cuatro meses después de su compromiso. Los requisitos para la obtención de la membresía hacían necesario que Susie escribiera una descripción de su fe. Luego, presentó ese testimonio ante uno de los líderes, que expresó su aprobación firmando el libro oficial de la iglesia. Posteriormente, se agendó una reunión entre Susie y el pastor (Charles), ella fue visitada por los líderes de la iglesia para discernir si estaba viviendo una vida piadosa y fue presentada ante la congregación, donde dio testimonio de lo que el Señor había hecho con ella (23 de enero de 1855). Por último, fue aceptada como miembro después de su bautismo. Junto al nombre de Susie en el libro de la iglesia, hay un comentario sencillo escrito por Charles: «Confirmada por C. H. Spurgeon».113

La primera reacción de Spurgeon ante el testimonio escrito de Susie fue de deleite:

¡Oh!, podría llorar de gozo (como en verdad lo estoy haciendo ahora) al pensar en que mi amada puede atestiguar tan bien de la existencia de una obra de gracia en su alma. Sabía que en verdad eras hija de Dios, pero no pensaba que Él te había guiado por tal camino. Veo que mi Maestro ha estado arando profundo y que la semilla sembrada en lo hondo, que lucha con los terrones, es la que hace que tu pecho suspire de angustia… Yo no halago a nadie, pero déjame decirte honestamente que hay pocos casos tan satisfactorios como el tuyo de los que tenga noticia. Considera que ahora no te estoy escribiendo como el amigo que te admira, sino como tu pastor imparcial.114

La prosa jubilosa de Charles está impregnada de emoción. Susie era su prometida, y pronto sería miembro de la New Park Street Chapel al igual que él. Fue en este momento que Charles animó por primera vez a Susie a vivir una vida de servicio activo a Cristo:

Si sé algo sobre los síntomas espirituales, creo que conozco una cura para ti. Actualmente no estás en la esfera del trabajo serio para Cristo. Has hecho todo lo que has podido en más de una manera, pero realmente no has entrado en contacto con los santos ni con los pecadores, enfermos o miserables a los que podrías servir. El servicio activo conlleva calidez, y esa calidez tiende a quitar las dudas, pues entonces nuestras obras se transforman en evidencias de nuestra vocación y elección.115

En su carta a Susie, Charles tuvo la sensatez de evitar borrar las líneas entre sus deberes pastorales y su creciente afecto romántico por ella. En la carta, escribió: «Considera que ahora no te estoy escribiendo como el amigo que te admira, sino como tu pastor imparcial». La animó dulcemente a plasmar su fe en actos de servicio. Creía que el servicio activo a otros cristianos haría que Susie encontrara alivio para sus dudas y exhibiera evidencias de su salvación. En El progreso del peregrino, Susie había aprendido que cuando estaba en el «Castillo de la Duda» debía recordar las promesas de Dios. Cuando el «Gigante Desesperación» apresó a Cristiano y Esperanza, lo único que tuvieron que hacer fue orar y recordar las promesas de Dios para salir libres. Bunyan escribió:

Bien, el sábado empezaron a orar cerca de la medianoche, y siguieron orando casi hasta el amanecer. Ahora, un poco antes de que aclarara, el buen Cristiano, medio sorprendido, estalló en este discurso apasionado: «¡Qué necio soy por estar aquí en una prisión apestosa cuando podría estar caminando en libertad! Tengo una llave en mi pecho, llamada Promesa, que, estoy convencido, puede abrir cualquier cerrojo del Castillo de la Duda». Entonces dijo Esperanza: «Esas son buenas noticias, mi buen hermano, sácala de tu pecho e inténtalo». Entonces Cristiano la sacó de su pecho, e intentó abrir la puerta de la prisión. Al girar la llave, el pestillo cedió, la puerta se abrió fácilmente y Cristiano y Esperanza salieron de la celda.116

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385 s. 42 illüstrasyon
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