Kitabı oku: «El ejército y las partidas carlistas en Valencia y Aragón (1833-1840)», sayfa 4
1. FORMACIÓN Y CONSOLIDACIÓN DE LAS PARTIDAS
A) FORMACIÓN DE LAS PARTIDAS
Poco después de morir Fernando VII empezaron a formarse grupos de guerrilleros absolutistas en Aragón y Valencia. La mayoría de ellos estaban dirigidos por oficiales del ejército con licencia ilimitada (apartados del servicio por sus ideas carlistas) e integrados por antiguos voluntarios realistas (milicia absolutista creada en tiempos de Fernando VII).1 La primera partida fue la de Manuel Carnicer, quien huyó al monte al ser descubierta una conspiración realista para apoderarse de Alcañiz. En poco tiempo formó un grupo de ocho antiguos combatientes absolutistas que el 12 de octubre de 1833 entró en La Codoñera (Teruel), abriendo la cárcel del pueblo en nombre de Carlos V e iniciando así sus actividades.2 Poco después entró en escena Joaquín Quílez, que con 15 hombres se alzó en armas en Samper de Calanda (Teruel) el día 28 de octubre.3 Tres semanas más tarde se rebeló Enrique Montañés, esta vez en la villa de Mazaleón (Teruel), donde residía en calidad de subteniente ilimitado y segundo comandante de uno de los batallones realistas del partido de Alcañiz. Hay que señalar, además, que el cuerpo principal de las partidas de Carnicer y Montañés (y probablemente era el caso de los demás grupos carlistas) lo formaban antiguos combatientes en las filas realistas durante el periodo de 1822 a 1823.4 Otras partidas que surgieron a las pocas semanas de comenzar la contienda fueron las de Agustín Tena (en Aragón) y Esteban Ruiz (en Valencia).5 Muchos de los primeros rebeldes no tenían intención de unirse al carlismo, pero tuvieron que hacerlo cuando fueron expulsados de sus lugares de residencia debido a sus ideas absolutistas.6
Al mismo tiempo, los partidarios de don Carlos recurrieron a pronunciamientos apoyados por los voluntarios realistas, en los que no intervinieron oficiales con licencia ilimitada.7 El primero de ellos fue el de Magraner, que se alzó en armas en Montesa (Valencia) el 3 de noviembre de 1833.8 Pero a los cuatro días sus hombres se acogieron al indulto en el pueblo de L’Olleria, finalizando así la primera rebelión carlista en tierras valencianas9. Más tarde se produjo la sublevación del gobernador de Morella, Carlos Victoria, con el apoyo de los voluntarios realistas de la plaza, tras hacer salir a la mayor parte de la guarnición. Poco después de haberse disparado los primeros tiros, el 13 de noviembre, se presentó a caballo en la plaza mayor y proclamó como rey a don Carlos María Isidro, ordenando acto seguido que se cerraran las puertas de la muralla.10
Una vez rebelada Morella, el alzamiento fue secundado por voluntarios realistas de diferentes localidades, que marcharon allí, dirigidos por sus propios jefes.11 De esta manera, el 15 de noviembre se rebeló el comandante de la milicia absolutista de Villarreal con 130 de sus hombres, todos armados y equipados. Lo mismo hizo el jefe de los realistas de Vall de Almonacid (Castellón), quien distribuyó las armas que había recogidas y marchó a Morella con su gente.12 También se unieron a la rebelión voluntarios realistas de Llíria, Peñíscola, Alcalà de Xivert, Vinaròs y Torreblanca.13
Pero esta segunda vía insurreccional no dio resultados, por el escaso apoyo que tenían los carlistas en las capitales de provincia y entre el ejército. Así pues, las fuerzas del barón de Hervés (a quien Victoria había cedido el mando) fueron derrotadas ante Morella el 6 de diciembre de 1833 y poco después los rebeldes abandonaron la población. Acto seguido las tropas de la reina iniciaron una persecución que obligó a este “ejército” a disgregarse en pequeños grupos.14 Ya sólo quedaban las partidas guerrilleras, que serían, durante varios años, la única forma de continuar la guerra por parte de los carlistas.15
Las gavillas rebeldes solían crearse por iniciativa de algún personaje de prestigio (habitualmente un oficial realista de la guerra del Trienio), que convocaba a sus amigos para tomar las armas. Era frecuente que sus seguidores fueran voluntarios realistas o antiguos combatientes de la guerra anterior, lo que hacía fácil que consiguieran armas para empezar la rebelión. Una vez ideado el plan, se hacía necesario reunir a los posibles insurrectos para organizar el alzamiento, buscar nuevos apoyos y coordinar sus planes, lo que constituía la etapa más peligrosa, ya que era entonces cuando las autoridades podían abortar más fácilmente la intentona. Esto es lo que sucedió en noviembre de 1834, cuando Tomás Flores, párroco de Molins, empezó a reunir a un grupo de gente en un paraje próximo a Orihuela, para preparar una rebelión. Como esperaban que se les uniese más gente del partido de Beniel, la creación de la partida se pospuso, mientras se celebraban nuevas asambleas para ultimar los preparativos. Esta tardanza dio tiempo a que fuera informado el gobernador de Orihuela, que acudió allí con una pequeña fuerza, haciendo huir a los reunidos y capturando a tres de ellos. Poco después averiguó que el cura de Molins estaba detrás de la conjura, por lo que lo hizo prender y fusilar varios días después, cortando así de raíz este intento de rebelión.16

Partida carlista al principio de la Guerra
Pero aunque la partida consiguiera formarse, si en la zona no había bastante apoyo a la causa de don Carlos, era fácil que fuera aplastada a los pocos días. Como ejemplo podemos citar el caso de Albarracín, donde en septiembre de 1834 se creó una gavilla, que fue derrotada inmediatamente después de hacer su aparición.17 Más éxito tuvo Manuel Martínez “Pelechana”, joven de familia acomodada y muy popular en Vilafamés. En la primavera de 1835 reunió a un grupo de amigos y asaltó con ellos las casas de los milicianos nacionales, apoderándose de sus armas y creando una pequeña partida, con la que acabó uniéndose a las fuerzas del Serrador.18 Después de esta fecha apenas tenemos noticias de creación de nuevas facciones de forma autónoma, siendo una de las pocas la que surgió en Gátova (Valencia) en octubre de 1838 y que empezó sus actividades con 15 ó 20 hombres.19
Una vez empezada la guerra lo más frecuente (y menos arriesgado) era que las nuevas partidas fueran escisiones de un grupo más grande. De esta manera, el ejército del barón de Hervés se dividió en múltiples gavillas tras la batalla de Calanda, apareciendo así las fuerzas de Mestre, Forcadell, Marcoval y el Serrador, al tiempo que renacían las antiguas (Covarsí, Quílez, Carnicer, Montañés), que se habían incorporado anteriormente a las fuerzas del barón.20 Otras veces las pequeñas partidas eran destacamentos de un grupo más grande, del que de vez en cuando se separaban para huir del enemigo o emprender alguna acción por separado. Es el caso de la gavilla del Serrador, de la que a veces se separaban pequeñas fuerzas, a las órdenes de La Cova, Pelechana, Mars o Llorens.21
Por otra parte, los jefes rebeldes intentaron también fomentar la rebelión en otras comarcas, para lo cual sacaban a algunos hombres de sus fuerzas, a fin de crear nuevos focos de lucha guerrillera. De esta manera, el 3 de abril de 1836, cuando se encontraba en Sot de Chera (Valencia), Cabrera sacó de sus filas a los naturales del Alto Turia para formar una partida que promoviese la insurrección en la zona. Nombró jefe de la gavilla a Miguel Sancho, “el fraile de Esperanza”, a cuyas órdenes puso a algunos oficiales, así como a 60 infantes y a 6 jinetes.22 Un año después el caudillo carlista envió al subteniente Manuel Gutiérrez para organizar una partida en el distrito de Requena, donde la facción contaba con escasos apoyos.23 Otro ejemplo lo encontramos el 26 julio de 1837, cuando fue capturado cerca de Enguera el cabecilla José Morán, que iba acompañado de nueve hombres. Se les capturaron entonces varios documentos que demostraban que habían sido enviados por la facción manchega para levantar una partida en la zona. El mencionado Morán conocía la comarca, en la que tenía gran prestigio, teniendo además contactos con los absolutistas locales, por haber servido en los voluntarios realistas durante el reinado de Fernando VII.24
B) EVOLUCIÓN DE LAS PARTIDAS
Una vez empezada la guerra, la mayoría de las nuevas gavillas se crearon por las rivalidades entre los diferentes jefes carlistas, que no se ponían de acuerdo en cuanto al liderazgo, el reparto del botín o el plan a seguir. Entonces se producía la dispersión de partidas de mediano tamaño en varias más pequeñas.25 Por ello, a medida que aumentaba el número de tropas iba creciendo el de grupos rebeldes, alcanzando su máximo en 1838. Después de esta fecha, el número de partidas empezó a decrecer, al pasar gran parte de los rebeldes a custodiar puntos fortificados, pero también por la concentración en fuerzas más grandes.
Como podemos observar en el cuadro 1 (así como en los dos siguientes), el número de hombres en las filas carlistas aumentó de forma incesante hasta 1839. Si al principio de la guerra las partidas carlistas eran escasas y con pocos hombres cada una, poco a poco fueron aumentando su número y su cantidad de integrantes. En 1835 empieza a haber grupos carlistas permanentes de más de 1.000 hombres, que ya podían tomar algunas poblaciones y enfrentarse abiertamente a las unidades liberales. Es entonces cuando cobra importancia un frente que parecía poco relevante y que hasta ese momento apenas había llamado la atención del gobierno de Madrid. Fueron estas partidas de gran tamaño las que llevaron a cabo las operaciones militares más destacadas, causando cada vez más problemas a los jefes cristinos de la zona. No obstante, la mayoría de los grupos rebeldes seguían siendo medianos y pequeños, limitándose a acciones en un ámbito reducido (la misma comarca o provincia), del que salían pocas veces. Lo más habitual era que sólo las grandes partidas realizaran expediciones a otras provincias.
CUADRO 1
PARTIDAS CARLISTAS QUE APARECEN MENCIONADAS EN NOTICIAS SOBRE LA GUERRA EN EL PAÍS VALENCIANO Y TERUEL26
Año | Jefes de partida | Número de partidas |
183327 | Candel, Carnicer (343), Coleta (189), Covarsí (300), Esparza, Gatel, Llorens, Magraner (248), Marcoval (140), Mestre (100), Monferrer (30), Montañés (30), Quílez (35), Roger, Royo, el Serrador (148), Agustín Tena, Vallés-Chulvi (200) y Vives (3) | 18 |
1834 | Agut (4), M. Alegre (30), P. Alegre-Martínez (16), Ballarín (4), Barrachina, Bayod (72), Bosque, Cabrera (124), Canut (16), Carnicer (469), Castro (23), el Catalanet, Cebrián, Celma (20), Ciprés (40), Covarsí (325), Conesa (109), Consortes, Chambonet, Darás, Escrig-Palanquet (35), Félez (12), Fibla, Figa (20), Forcadell (250), García, Gracia, Granell, Grau, Jimeno, Josepón, José Jover, Ignacio Jover (115), Llorach, Macipe (50), el Manco de Alcoy, Marcoval, el Mayorazgo de Sarrión (24), Mestre, el Molinero, Montañés (165), Muchacho, Muniesa, Oliete (30), Ortí, Pataques (17), Perejil (23), Pericón (26), Quílez (277), el Royo de Nogueruelas, Pureta, Cristobal Salvo (6), Joaquín Salvo (24), el Serrador (192), Silvestre, Torner (90), Umbría, Vallés (42) y Vespín (16) | 58 |
1835 | Bardaviu (38), Barrachina (50), Bayona, Beltrán (183), Bonet (78), Bosque (100), Cabrera-Forcadell (978)28, Carnicer (107), el Capellá29, el Catalanet (200), Coleta (275), Conesa (2), el Cortante de Monroyo (12), Costa, La Cova (50), el Cura de la Puebla, Chulvi-Papaceit, Garzón, Joaquín (25), Josepón, Llorach (300)30, Monreal (50), Montañés (44), Monterde (100), Monteverde (125), Morret (90), el Organista (320), Plou, Quílez (433), Rebollo, el Royo de Nogueruelas, Cristóbal Salvo (27), Sanz, el Serrador (1.772), Serena, el Tierno, Torner (101), Trompeta, Vallés (19), Vespín (9), Viñas y Vivanco (4) | 42 |
1836 | El Alcalde de Miravete (8), el Arcipreste de Moya (201), Badía (450), Cabañero-Juan Tena (184), Cabrera-Arévalo (1.792)31, Carot (30), el Catalanet, Cayetano, el Cedacero (26), fraile Esperanza-Carné-Llagostera (779)32, el Fi (50), Forcadell (2.690)33, José García (12), Isidoro Gil, Jalvegado, Josepón, Julve, López, Llorens, Lluc (16), Luna, Morret (120), Motilla (150), Negrete, el Organista (290), Peinado (135), Pelechana (113), Pellicer (300), Pusoled (45), Quílez (1.750)34, el Royo de Nogueruelas, Cristóbal Salvo (70), el Serrador (1.405)35 y el Tuerto de Liria (30) | 34 |
1837 | Arnau, Bonet, Cabañero (933), Cabrera (2.948)36, el Cedacero, La Cova (1.216), Chambonet (300), Fi (40), Forcadell (1.880), fraile Esperanza, Francisco Gómez, el Hachero de Toga (40), Jalvegado (13), Jimeno, Julve (2), Pepe Lama (180), Cayetano López, Joaquín López (216), Llagostera (800), Mestre (550), Morán (9), Moreno (340), Morret (30), Navarro, Pareja (25), Peinado (763), Pellicer (450), el Cura de Peracenses (23), Perciva (100), Petroinla (70), Quílez (800), el Royo de Nogueruelas (1.000), Rufet de Benlloch (140), Rufo (723), el Rullo, el Serrador (1.799), Solanich, Antonio Tallada (2.107), Juan Tena, Trompeta y Viscarro (525) | 41 |
1838 | Alberto (92), Lucas Alonso (20), Arnau (693), Barba (25), Basilio, Batalla, Beltrán (200), Besos (15), Bosque (206), Botija (52), Cabañero-L‘Espinace (2.675), Cabrera (2.929), Calzones (20), Colachán, La Cova-Gasque (353), Chaleco (17), Chambonet (500), Charelo (40), Chiner, La Diosa, Escribano, Feliu, la Fiera (5), Forcadell (1.366), el hermano de Forcadell (300), el Frare, Garafulla, Gra (200), Gracia, Jimeno, Pepe Lama (121), Llagostera (3.533)37, Malvari (280), Marco, Mars (856), Martínez (80), Merino (2.056), Miranda, Monreal (30), Montoro (550), Morena de Belloch (8), Oregita (100), Peinado, Peris, Perol (30), el Puli (80), Rufo (160), Sanarau (100), Serreta (30), Antonio Tallada (2.426)38, José Tallada (125), Juan Tena (37), Trespando (112), el Tronco39, Truquet (27), Umbría (550), Vidal (60) y Viscarro (627) | 58 |
1839 | Alberto (180), Alegre (100), Arnau-Arévalo (1.115)40, Arriembanda (465), Balmaseda (120), Bayod (145), Bastos, Beltrán, el Blau (3), Bosque (620), Corbalán, Cabrera (5.033)41, Pepe Carmela (80), La Cova (673), Chambonet (600), Charelo, Forcadell (1.157), Garafulla, Gracia (445), Gimeno, Hernández, Iturralde (112), Pepe Lama (42), José López, Llagostera (3.400), Malena, Marconell (150), Rafael Martínez (230), Mozo de la Vega, Olivares, Palencia, Palillos (2.240)42, Peliciego, Pimentero (20), Polo (900), Porres (10), Rafelet, Rufet de Benlloch, Solá, Torá, Trespando, el Trueno (22) y Viscarro-Montardid (450) | 43 |
1840 | Alegre (42), Arévalo-Palacios (2.000)43, Arnaled (1.000), Arnau (3.295), Balmaseda (600), Beltrán (159), Bores, Bosque (200), Botas, La Cova (900), Crisantos, Forá (11), Forcadell (524), González (40), Gracia (1.100), el Groc del Forcall, Llagostera-Polo (3.955)44, don Martín, Matías, el Menut (14), Mestre, el Mozo de la Vega (5), Palillos45, Pariri, Pi mentero (6), Potaje, Rafelet, Solanich y Torá. | 29 |
Fuente: Archivos Departamentales de los Pirineos Orientales, Archivo de la Diputación Provincial de Valencia, Archivo de la Diputación Provincial de Zaragoza, Archivo Histórico Municipal de Alcañiz, Diario de Valencia, El Turia, Diario Mercantil de Valencia, Boletín Oficial de Valencia, Boletín Oficial de la Provincia de Castellón de la Plana, Diario de Avisos de la Ciudad de Valencia, El Satanás, Diario de Zaragoza, Diario Constitucional de Zaragoza. Anónimo, Fastos españoles...; Un emigrado del Maestrazgo, Vida y hechos de los principales...; Una reunión de amigos colaboradores, Panorama español...; Calbo y Rochina, D., Historia de Cabrera y guerra civil en Aragón, Valencia y Murcia, Madrid, Establecimiento tipográfico de Vicente Castelló, 1845; Pirala, A., Historia de la guerra civil...; Segura, J., Morella...; Fernández de San Román, E., marqués de San Román, Guerra civil de 1833 a 1840 en Aragón y Valencia. Campañas del general Oraa (1837-1838), Madrid, Imprenta y fundición de M. Tello, 1884; Ferrer, M., Acedo, J. y Tejera, D., Historia del tradicionalismo español, Sevilla, Ediciones Trajano y Editorial Católica Española, 1941-1960; Ortí, F., Historia de Morella, Benimodo, Ediciones RTI, 1958; Bernabeu, R., Historia de Requena, Requena, Diputación Provincial de Valencia y Ayuntamiento de Requena, 1983; AA.VV., Historia de la provincia de Alicante, Murcia, Ediciones Mediterráneo, 1985; Millán, J., “Els militants carlins del Pais Valencià Central. Una aproximació a la sociología del carlisme durant la revolució burgesa” en Recerques, nº 21, Barcelona, 1988; Faus, J., Segorbe en el siglo XIX. 1808-1902, Segorbe, Caja de ahorros y monte de piedad de Segorbe, 1988; Meseguer, V., “Carlistas de Vinaròs (y III)” en Centro de Estudios del Maestrazgo, nº 35, Benicarló, 1991; Bullón de Mendoza, A., La primera guerra carlista, Madrid, Universidad Complutense, 1992; Llora, A., Ontinyent y su historia, Ontinyent, Tip. Minerva, 1992; Rújula, P., Rebeldía campesina...; Vidiella, S., Recitaciones de la historia política y eclesiástica de Calaceite, Calaceite, Ayuntamiento de Calaceite, 1996; Bordás, J., Memorias de un voluntario carlista forcallano. A. 1833-1874. La guerra del Groc, Sant Carles de la Ràpita, Ayuntamiento del Forcall, 1997; Rújula, P., Alcorisa. El mundo contemporáneo en el Aragón rural, Alcorisa, Ayuntamiento de Alcorisa, 1998; Ballesteros, M., Historia de Utiel, Utiel, Imprenta de Luis Alarcón, 1999; Monfort, A., Historia de la real villa de Villafranca del Cid, Valencia, Ayuntamiento de Villafranca, 1999; Lerma, J., Alloza en los siglos XIX y XX, Alloza, Ayuntamiento de Alloza, 2001; Pina, J. M., Las ilusiones y tragedias. Historia de Albalate del Arzobispo, Zaragoza, Ayuntamiento de Albalate del Arzobispo, 2001; Roda, G., “Mito o realidad: la guerra carlista en la ciudad de Castelló (1833-1840)” en Estudis Castellonencs nº 9, Castellón, Diputación de Castellón, 2000-2002; Urcelay, J., Cabrera. El Tigre del Maestrazgo, Barcelona, Ariel, 2006 (elaboración propia).
El auge carlista empezó al sacarse fuerzas liberales del Maestrazgo para enviarse al País Vasco y Navarra, en la primavera de 1835. Esto se hizo por considerarse agonizante el carlismo valenciano-aragonés, mientras que los batallones de Zumalacárregui estaban obteniendo grandes victorias en el Norte.46 Además, las disputas internas entre los liberales hicieron que muchas tropas se quedaran en las ciudades en vez de marchar a combatir a los rebeldes.47 Todo esto cambió la situación existente hasta entonces, en la que las fuerzas carlistas habían estado continuamente hostigadas por las columnas gubernamentales, que apenas les habían dejado crecer ni consolidarse. Al verse libres de esta persecución, Cabrera pudo empezar a engrosar sus filas,48 a capturar poblaciones poco defendidas (Mora de Rubielos, Segorbe) y a derrotar a columnas enemigas (victorias de La Yesa y Alcanar).49 También Quílez y el Serrador aumentaron sus fuerzas,50 derrotando a una columna liberal y rindiendo después gran cantidad de pequeñas guarniciones enemigas en la provincia de Castellón.51 De esta manera, los carlistas de la zona empezaron a armarse con los fusiles de sus enemigos52 y a crecer de forma exponencial. Cabrera pasó de tener 270 hombres (marzo de 1835) a 3.634 (diciembre de 1835),53 en los dos casos unido con todas las otras fuerzas rebeldes, salvo la del Serrador. Este cabecilla, que dirigía la otra gran partida carlista de esta época, pasó de tener 150-200 hombres (diciembre de 1834) a más de 2.000 (noviembre de 1835).54
Las columnas liberales no daban abasto para acudir a todos los puntos amenazados y el desaliento empezó a ser general entre los partidarios de la reina.55 La prensa valenciana recoge estos acontecimientos en octubre de 1835, cuando publica: “¿Cómo podemos mirar con indiferencia el aumento de las facciones, en lo cual, por más que se diga, no podemos hacernos ilusión?; la muerte de tantos valientes, la consternación de los pueblos, la completa paralización del tráfico y giro en ambas provincias y los perjuicios consiguientes en todos los ramos de la industria”.56 La causa de este aumento la achaca el periódico a “la indigna tolerancia y escandalosa connivencia de nuestros pasados gobernantes”, refiriéndose a los gobiernos moderados de Martínez de la Rosa y del conde de Toreno, que habían rechazado ordenar una leva en masa, como pedían los progresistas.57
Confiado por sus continuas victorias, Cabrera reunió a casi todas las partidas importantes para una expedición a Guadalajara, lo que provocó una reacción desde el gobierno liberal, preocupado por el cariz que tomaban los acontecimientos. Se envió contra él al general Palarea, con un gran ejército de 12.000 soldados, que lo aplastó en la batalla de Molina de Aragón. Ese día, el 14 de diciembre de 1835, el ejército carlista sufrió tal varapalo que quedó totalmente destrozado. De 4.400 hombres de que constaban las diversas partidas reunidas, se perdieron entre 1.900 y 4.100 combatientes, contando muertos, heridos y dispersos (desertores).58 Este revés obligó a los rebeldes a volver a dispersarse en pequeños grupos y a evitar, durante un tiempo, todo combate con las fuerzas liberales. Esto podía haber supuesto el regreso a la situación anterior, pero el gobierno de Madrid volvió a cometer el mismo error que antes: aprovechar el declive del carlismo valenciano-aragonés para sacar tropas con destino a Navarra y a Cataluña, donde la guerra se intensificaba cada día.59 De esta manera, con menos enemigos a los que hacer frente, Cabrera y los suyos pudieron reagruparse y empezar a crecer de nuevo, esta vez de forma ininterrumpida, hasta 1839.
CUADRO 2
TIPOS DE PARTIDAS60

Fuente: cuadro 1.
CUADRO 3
TOTAL DE FUERZAS CARLISTAS EN VALENCIA Y ARAGÓN

Fuente: Córdoba, B., Vida militar...v. 1, p. 257; v. 2, p. 308 bis; v 3, pp. 528 y 571 bis; v. 4, pp. 412 y 496. Las de las otras fuentes están indicadas en las notas a pie de página. Las cifras de Córdoba se refieren al mes de diciembre.
De hecho en ese año se alcanzó el máximo de efectivos del ejército carlista en la región, con unos 25.000 hombres aproximadamente. Si a estos hombres añadimos 9.500 prisioneros,76 unos 6.600 desertores77 y unos cuantos miles de muertos, podríamos estimar en cerca de 50.000 el total de personas que en un momento u otro llegaron a combatir bajo las banderas del pretendiente en esta parte de España. De los carlistas cuyo origen conocemos un 43, 5 % eran valencianos y un 20, 7 % nacieron en la provincia de Teruel,78 por lo que en números totales estaríamos hablando de unos 21.000 valencianos (el 2, 2 % de la población) y de alrededor de 10.000 turolenses (el 4, 6 % de la población).79 Son cifras importantes, máxime teniendo en cuenta que sólo una cuarta parte de los habitantes (los hombres jóvenes) podía tomar las armas. Y si a esto añadimos que otro número considerable de varones se encontraba combatiendo en el bando liberal, podemos apreciar la importancia que tuvo el carlismo en el País Valenciano y Teruel, que llevó a tomar las armas, en un bando u otro, a una parte considerable de sus habitantes.
CUADRO 4
COMPARACIÓN ENTRE DIVERSAS FUERZAS CARLISTAS

Fuentes: Diario Mercantil de Valencia, 23 de mayo de 1835, 6 de agosto de 1837 y 18 de febrero de 1838. Una reunión de amigos colaboradores, Panorama español... v. 1, p. 117 y v. 3, p. 279. Pirala, A., Historia de la guerra civil... v. 1, pp. 259, 286, 310 y 410, v. 2, p. 682, v. 4, p. 30 y v. 5, p. 176. Bullón de Mendoza, A., La primera guerra... p. 240 (País Vasco y Navarra); cuadro 3 (Valencia y Aragón); Diario Mercantil de Valencia, 23 de mayo de 1835 y 6 de agosto de 1837, Una reunión de amigos colaboradores, Panorama español... v. 4, p. 151. Pirala, A., Historia de la guerra civil... v. 2, p. 283, v. 3, p. 33 y v. 4, p. 339, Mundet, J. M., La primera guerra... pp. 83, 138, 158, 182 y 216. Bullón de Mendoza, A., La primera guerra... pp. 280 y 281. Santirso, M., “El primer carlisme a Catalunya: del regne a l’exili” en L’Avenç n° 203, 1996, pp. 23 y 24 (Cataluña) (elaboración propia).
Por otra parte, también resulta interesante la comparación con otros territorios en los que este movimiento tuvo una especial relevancia. De esta manera sabemos que el foco rebelde del Maestrazgo fue el segundo más importante de España en 1833-183580 y en 1837-1840, con un paréntesis de dos años durante el cual fue superado por el catalán. Y aunque el carlismo vasco-navarro fue siempre el principal, su diferencia con el del este peninsular se fue recortando con el paso del tiempo. De hecho, si en 1835 la proporción era de 100 a 16, en 1837 era de 100 a 50 y en 1839 de 100 a 67. Así pues, a partir de 1835 el realismo valenciano-aragonés fue el que experimentó un mayor incremento, mientras que los demás quedaban estancados o sometidos a fuertes vaivenes.
C) RECLUTAMIENTO
En los años posteriores a 1835 el número de soldados carlistas siguió aumentando, en parte por las victorias de Cabrera (que le permitieron capturar más armas, alistar más voluntarios y controlar más localidades) y en parte por las acciones liberales, que fueron creando un odio hacia el gobierno por parte de muchos habitantes de la zona, como luego veremos. Si a esto añadimos que hasta 1838 el gobierno tuvo completamente desatendido el frente del Maestrazgo, al que apenas enviaba refuerzos por la prioridad que se daba a la guerra en el Norte, podemos entender por qué las partidas carlistas empezaron a alcanzar una importancia cada vez mayor.
CUADRO 5
NOTICIAS SOBRE LA FORMA DE RECLUTAR SOLDADOS POR PARTE DE LOS CARLISTAS

Fuentes: Diario Mercantil de Valencia, Diario de Valencia (DV), Córdoba, B., Vida militar..., Pirala, A., Historia de la guerra civil..., Calbo y Rochina, D., Historia de Cabrera... (elaboración propia)
¿Pero cómo conseguían los soldados los jefes rebeldes? En el cuadro 5 se observa una mayoría de tropas reclutadas a la fuerza bajo las banderas de don Carlos. Pero estas cifras hay que cogerlas con pinzas, ya que gran parte del resultado está provocado por las noticias de los periódicos isabelinos, que no querían reconocer que el carlismo contaba con un amplio apoyo entre ciertos sectores sociales. Por tanto, las noticias que aparecen en prensa nos pintan un panorama en el que los rebeldes son unos pocos bandidos sin escrúpulos, que se dedican a reclutar a gente a la fuerza para sostener así la guerra. Leyendo los periódicos uno pensaría que casi nadie apoya a los carlistas en Valencia y Aragón, lo que queda desmentido por las noticias que tenemos sobre las simpatías de muchos pueblos por la causa tradicionalista y que reconoce la misma prensa liberal. Entre estas localidades podemos citar a Morella, Villarreal, Onda, Sant Mateu, La Vall d’Uixò (en Castellón), Utiel, Alpuente, Chelva (en Valencia), Alloza, Calanda, Castellote (en Teruel), La Sènia, Tortosa y Ulldecona81 (en Tarragona). A esto hay que añadir autores como Córdoba, que dan mucha más importancia al alistamiento de voluntarios que al reclutamiento forzoso.
Otra forma de aproximarnos a la realidad consiste en estudiar los casos de soldados carlistas procedentes de poblaciones en las que nunca habían estado las tropas rebeldes. El mejor ejemplo es Tortosa, que, aunque jamás fue tomada por los carlistas, les proporcionó 647 militares, todos ellos voluntarios.82 Otras localidades no ocupadas por los rebeldes y que les dieron importantes contingentes de soldados fueron Vinaròs (252 voluntarios),83 Alcañiz (al menos 150 voluntarios),84 Valencia (al menos 119 voluntarios),85 Sagunto (50 voluntarios)86 y Castellón de la Plana (27 voluntarios).87 Aunque algunos de ellos pudieran ser soldados liberales prisioneros, obligados a cambiar de bando, esto afectaría sólo a una pequeña minoría, puesto que los ejércitos cristinos no solían emplear a soldados nacidos cerca del teatro de operaciones, para reducir el riesgo de deserciones. Además, es casi imposible que sean quintos o mozos sacados a la fuerza, lo que nos da bastantes probabilidades de que fueran voluntarios.
Por otra parte, las noticias que nos dan cifras sobre la forma de reclutamiento de los soldados rebeldes nos muestran también un panorama muy diferente al que refleja la prensa de la época. Tenemos, por ejemplo, una lista de 138 militares carlistas capturados en la batalla de Utiel, el 6 de marzo de 1839, de los que sabemos que el 80, 4% eran voluntarios, el 7, 9 % forzados y el 11, 5 % antiguos combatientes del bando liberal.88 Además, de los 162 prisioneros que se hicieron en el fuerte de Collado de Alpuente, sólo 59 se salvaron del fusilamiento al justificar que habían sido reclutados contra su voluntad.89 Algo parecido apreciamos en Orihuela, donde 275 hombres de dicha localidad se alistaron en las filas de Forcadell, en abril de 1837, sin que ninguno de ellos lo hiciera coaccionado.90 Por otra parte, Córdoba sostiene que más de 2.800 hombres salieron de Tortosa y de su huerta durante toda la guerra para unirse voluntariamente a las fuerzas de Cabrera.91 Así pues, se hace difícil sostener que la gran mayoría de los carlistas luchasen obligados, como afirma el Diario Mercantil de Valencia.