Kitabı oku: «Fidelidad, guerra y castigo», sayfa 4
16. Joaquim Albareda i Salvadó, Els catalans…, op. cit., pp. 70-71. La influencia del monarca francés sobre su nieto puede ser contemplada desde la propia correspondencia entre ellos o con los embajadores franceses, así José María Iñurritegui y Julen Viejo (eds.), Correspondencia de Luis XIV con M. Amelot, su embajador en España. 1705-1709. Publicada por el señor barón de Girardot, Alicante, 2012. Francisco Javier Guillamón Álvarez y Julio David Muñoz Rodríguez, La formación de un príncipe de la Ilustración. Correspondencia privada de Luis XIV a Felipe V durante la Guerra de Sucesión, Murcia, 2006.
17. Jaume Bartrolí i Orpí, «La cort de 1701-1702: un camí truncat», Recerques (Barcelona), 9, 1979, pp. 57-75, pp. 57. Sobre el mismo tema, Ernest Belenguer Cebriá, «En torno a algunos greuges catalanes de 1701-1702: ¿un paso más hacia la revisión del neo-foralismo?», en Homenatge al Doctor Sebastiá García Martínez, Valencia, 1988, II, pp. 253-268. Eva Serra i Puig, «Les Corts de 1701-1702. La represa política a les vigílies de la guerra de Successió», L’Avenç, 206, 1996, pp. 22-29. Joaquim Albareda Salvadó, «La represa del constitucionalisme (1701-1706)», Revista de Dret Històric Català, vol. 7, 2007, pp. 113-133.
18. Guillermo Borrás, La guerra de Sucesión en Zaragoza, Zaragoza, 1973, pp. 12-34. María Berta Pérez Álvarez, Aragón durante la Guerra de Sucesión, Zaragoza, 2010.
19. ARV, Generalidad, 3266. Reunión de 5 de noviembre. María Carmen Pérez Aparicio, «El proceso de consolidación…», cit., p. 142. Íd., «Las relaciones entre el Rey y el Reino. Felipe V y los estamentos valencianos», en Estudios de Historia Moderna en homenaje a la profesora Emilia Salvador Esteban, 2 vols., Valencia, 2008, pp. 451-474, esp. pp. 455-456.
20. María Carmen Pérez Aparicio, «Los primeros pasos del austracismo en el País Valenciano (1700-1705)», en Disidencias y exilios en la España moderna, 2 vols., Alicante, 1997; II, pp. 501-513; «Cambio dinástico y disidencia política en el País Valenciano», en Felipe V y su tiempo, Zaragoza, 2004, 2 vols., II, pp. 119-149, pp.132-133.
21. ARV, Generalidad, 3266. 17 de noviembre y 9 de diciembre de 1701 y 21 de febrero de 1702.
22. Vicente Bacallar y Sanna, Comentarios de la guerra de España, e historia de su rey Phelipe V el animoso, Pamplona, 1785, I, pp. 65 y ss. ARV, Generalidad, 3268, 25 de julio de 1702.
23. ACA, Consejo de Aragón, Secretaría de Valencia, leg. 942, doc. 80. Carmen María Fernández Nadal y María Vicenta Candela Marco, «Arquitectura de la guerra en el Reino de Valencia: noticias de las costas en época de Carlos II», Millars. Espai i Història, 26, 2003, esp. pp. 185-203.
24. Antonio Espino López, «El esfuerzo de la guerra en la Corona de Aragón durante el reinado de Carlos II, 1665-1700. Los servicios de tropas», Revista de Historia Moderna. Anales de la Universidad de Alicante, 22, 2004, pp. 7-105, esp. pp. 58-72.
25. Vicente Bacallar y Sanna, Comentarios..., op. cit., I, pp. 76-81, pp. 84-87.
26. La utilización del arsenal a cargo de la Generalidad, es una constante en los conflictos desarrollados en la segunda mitad del XVII, ya se tratara de milicias valencianas o de otro tipo de tropas. Sebastián García Martínez, Valencia bajo Carlos II, Valencia, 1991, pp. 291 y ss.
27. ARV, Generalidad, 3268, 6 septiembre, 2 y 4 de octubre de 1702. ARV, Generalidad, 3270, 26 enero 1703, 6 de marzo de 1703.
28. ARV, Generalidad, 3268, 13 de septiembre y 11 de diciembre1702; 3270, 8 de enero 1703.
29. ARV, Generalidad, 3270, 17 diciembre 1703. Aquí se recoge la definición de las cuentas de la operación; constando como ya realizada.
30. ARV, Generalidad, 2956, 17, 22, 27, 28,29 y 31 de julio 1702. 1 de agosto 1702.
31. ARV, Generalidad, 3270, 26 de enero de 1703.
32. ARV, Generalidad, 3270, 6 de marzo de1703; el total entregado asciende a 6.000 libras. 17 y 18 de diciembre de 1703.
33. Joaquim E. López Camps, «La invasió austriacista del Regne de València (1701-1705)», Afers. Fulls de recerca i pensament, vol. 20, 52, 2005, pp. 521-540, esp. pp. 534 y ss.
34. Enrique Giménez López, «El desembarco aliado de Altea en 1704 y el virrey marqués de Villagarcía», en Homenatge al doctor Sebastià Garcia Martínez, 2 vols., Valencia, 1988, II, pp. 272 y 277. María C. Pérez Aparicio, «La guerra de succesió: una revolució camperola», en Primer Congreso de Historia del País Valenciano, 4 vols., Valencia, 1973-1980, III, pp. 512-513. El uso de ese descontento ya se veía como una amenaza, de sentido inverso, durante las guerras de Carlos II contra los franceses. Sebastián García Martínez, Valencia bajo Carlos II…, op. cit., pp. 276, «la voz por la Marina se esparze de que si no se sale con su intento se irán al francés… se difunden estas pretensiones del vulgo impresas, y siendo así, se deve discurrir sean máximas del francés, para introducir esta cizaña… no vengan este verano por estas playas y hallen, en vez de enemigos que le ofendan, amigos que le introduzcan.»
35. Así lo demuestra el libro de provisiones de la Generalidad en el que no existe ninguna referencia a los sucesos antes descritos.
36. El descontento no se circunscribe a Valencia, pues en Cataluña la situación vino a ser la misma. Joaquim Albareda i Salvadó, Els catalans i Felip V..., op. cit., p. 100.
37. ARV, Generalidad, 3270.
38. J. Albareda i Salvadó, Els catalans i Felip V…, op. cit., p. 108.
39. ARV, Generalidad, 2958, pp. 1-17 para el estamento eclesial; pp. 17-39 para el estamento militar; pp. 40 el 1 enero juran los diputados; p. 45, 1 enero juran su cargo los contadores; p. 50, 1 de enero jura el clavario; p. 53, 1 de enero jura el administrador.
40. Enrique Giménez López, «El desembarco aliado…», cit., pp. 273-275.
41. BUV, Mns. 17, José Vicente Ortí y Mayor, Papeles varios.
42. María Carmen Pérez Aparicio, «El clero valenciano a principios del siglo XVIII», en Estudios de Historia de Valencia, Valencia, 1978, pp. 247-278, pp. 253 y ss.
43. Sobre las vicisitudes por las que atraviesa este tercio, véase mi capítulo sobre las disposiciones militares del virrey.
44. ARV, Generalidad, 3272, 8 de febrero, 18 y 26 de abril 1704. 2958, 21 de abril.
45. Sergio Villamarín Gómez, La Generalitat valenciana…, op. cit., pp. 39 y ss.
46. Vicente Bacallar y Sanna, Comentarios..., op. cit., I, pp. 172-173. Califica del siguiente modo al virrey, hablando de su actuación frente a los trascendentales desembarcos aliados de 1705: «…hombre ilustre, bueno, maduro, y político… no era su profesión la guerra: esforzaba, quanto podía, su elocuencia para mantener leales aquellos nobles, que gran parte de ellos vacilaba, y por esso era menester armas, y no palabras.»
47. Enrique Giménez López, «El desembarco…», cit., pp. 271-272.
48. Vicente Bacallar y Sanna, Comentarios…, op. cit., I, pp. 118-131.
49. ARV, Generalidad, 3272, 24 julio 1704. Esta es la argumentación realizada por los diputados.
50. El verano de 1704 a 1705 lo pasó el archiduque en Portugal preparando la ofensiva sobre la península. Pedro Voltes Bou, Barcelona durante el gobierno del Archiduque Carlos de Austria. (1705-1714), Barcelona, 1963, II, pp. 32-34. Sobre el mismo tema, y en concreto sobre la decisión de atacar por Barcelona, Vicente Bacallar y Sanna, Comentarios…, op. cit., I, pp. 167-171.
51. ARV, Generalidad, 3274. ARV, Generalidad, 2959, pp. 220 recoge la entrega a los zapateros sin ninguna novedad en los requisitos exigidos; lo mismo sucede con los boters en p. 228; y con los tejedores en p. 236. Este es el caso, al menos, de los boteros y los tejedores. ARV, Generalidad, 3274, 22 de julio 1705, los boters devuelven las armas prestadas. El 4 de septiembre de 1705, los tejedores hacen lo mismo.
52. H. Kamen, La guerra…, op. cit., pp. 302-304.
53. ARV, Generalidad, 3274, 26 de octubre de 1705. Es curioso cómo estas guardias no aparecen relatadas en las provisiones el día de su constitución; las encontramos en la provisión antes señalada, con motivo del nombramiento de nuevos artilleros encargados de llevarlas a cabo. ACA, Consejo de Aragón, Secretaría de Valencia, leg. 939, doc. 10. La petición está fechada en 9 de agosto.
54. ARV, Generalidad, 3274. Los electos que acuden a esta reunión por el estamento eclesiástico son: Juan Pertusa Bonastre, por el teniente general de la orden de Montesa; Antonio Milá, delegado del obispo de Segorbe; Roberto Ferrer, delegado del abad de Benifassá; Fernando Loris de la Torreta, delegado del capítulo de Tortosa, y José Carbonell, delegado del prior de Valdecrist. Actúa como síndico del estamento, Vicente Carroz Pardo de la Casta. Por el estamento militar acuden a la reunión: Félix Falcó de Belaochaga, José Martí Jofre, Juan Ruiz de Corella Vergadá, Francisco Puchasons y Vicente del Olmo. Actúa como síndico del estamento, Felipe Armengol de Folch. Por el estamento real, acuden a la reunión: José Siurí, delegado de Crisógono Almella, racional de la ciudad de Valencia; Félix Ximeno Salvador, delegado de Félix Ximeno, su padre, y Félix Cebrián Arazil, delegado de Onofre Esquerdo. Actúa como síndico, Fausto Escolano, delegado de Ignacio Zapata. Los abogados de los electos son Juan Batiste Folch Lluqui y Mauro Zapata.
55. BUV, Mns. 460, José Vicente Ortí y Mayor, Diario…; hace referencia a él en el día 19. ARV, Generalidad, 3274, 20 de agosto. En esta fecha los diputados pagan a Mateu Ferrer por el correo que ha enviado al monarca, con el aviso de la llegada de la armada enemiga; y claro está, de la situación de Denia.
56. H. Kamen, La guerra …, op. cit., p. 304, sitúa la caída de Denia el día 17 de agosto. BUV, Mns. 17, J.V. Ortí y Mayor, Papeles Varios, La sitúa el día 18 de agosto, día en el que el virrey comunica la presencia de la armada. Enrique Giménez López, «Els borbónics valencians davant la pèrdua de Dènia el 1705», Aguaits, 24-25, 2007, pp. 9-20, esp. pp. 12-13.
57. Sobre estas cuestiones véanse las páginas 208 y siguientes de este libro.
58. BC, Col·lecció Bonsoms, Mns. 5666, «Relación de la entrada que hizieron en la ciudad de Denia, Reyno de Valencia, las armas de la Magestad Católica, del Rey nuestro Señor Don Carlos III (que Dios guarde) el día 18 de agosto de 1705.»
59. ARV, Generalidad, 3274, 22 y 23 de agosto de 1705. Las armas son recogidas por José Blasco y por José Monflorit.
60. Henry Kamen, La guerra…, op. cit., p. 304.
61. ARV, Generalidad, 3274, 7 de noviembre de 1705. Una vez más la embajada no aparece reseñada en los libros de provisiones. Nos enteramos de la misma después de comprobar los gastos realizados por el subsíndico. En sus cuentas se nos detalla lo gastado en esta embajada ante el virrey. Henry Kamen, La guerra…, op. cit., pp. 304 y 305.
62. María Carmen Pérez Aparicio, «Las relaciones entre el rey y el reino…», pp. 456-457.
63. BUV, Mns. 17, José Vicente Ortí y Mayor, Papeles Varios, Recoge la caída de Tortosa en septiembre; la de Vinaròs en octubre.
64. ARV, Generalidad, 3274, 30 de septiembre. Se despacha correo al monarca en el que se le comunica la caída de Tortosa el día 27 de septiembre. También se le remiten cartas al conde de Aguilar, y al virrey. ARV, Generalidad, 3274, 2 de octubre de 1705.
65. José Vicente Ortí y Mayor, Manifiesto de que no hubo rebelión en Valencia en los sucesos del año 1705 y los siguientes, BUV, Mns. 17.
66. ARV, Generalidad, 3274, 3 de octubre 1705. Los diputados adoptan decisiones de forma verbal sin que se ponga ninguna por escrito.
67. ARV, Generalidad, 3274. 6 de octubre 1705.
68. La permanencia de las tropas de Nebot en Valencia se debe al abandono de las tropas de Salazar hacia Cataluña, pues entonces se decide que permanezcan en el reino las del mariscal Luis de Zúñiga y las de Rafael Nebot. BUV, Mns, 17, José Vicente Ortí y Mayor, Papeles Varios. Para todas las fuentes consultadas, la elección de Rafael Nebot para estas misiones en el Reino de Valencia fue, como poco, discutible. Así lo señala Henry Kamen, La guerra…, op. cit., pp. 305 y 330. En esas páginas nos confirma su origen catalán y su parentesco, hermanos, con Juan Nebot, teniente de caballería que fue sorprendido conspirando contra el rey. Por este motivo, tuvo que huir del Principado. José Manuel Miñana, De bello rustico..., op. cit., pp. 47-51. El autor lo describe como un oficial catalán, que había intervenido en el asedio de Gibraltar. Más tarde, se refiere a él en los siguientes términos: «…decidido a imitar el perjurio de sus hermanos, que en Catalunya poco antes habían empujado a la rebelión a sus propios compatriotas y vecinos…». También hace referencia al papel que juegan los hermanos Nebot en la rebelión valenciana, al hablar en los siguientes términos de la rebelión en Vinaròs, «…con la llegada de José Nebot con unos pocos mercenarios, cambia su palabra dada…» José Vicente Ortí y Mayor, Manifieso…, op. cit., BUV, Mns. 17. Nos muestra como la desconfianza hacia el regimiento de Nebot obliga incluso a escribir al monarca comunicándole el peligro que supone. Peligro, que viene motivado por la constancia que poseen del trasvase de hombres a las filas austracistas.
69. ARV, Generalidad, 3274, 8 de octubre.
70. Figura relevante en la revuelta austracista, secretario del Ayuntamiento de Valencia del que hablaremos en las páginas correspondientes, lo podemos incluir dentro de esas decisiones dudosas, adoptadas por la Generalidad, por su actitud ante la rebelión. Aunque, como veremos, no le pasó únicamente a la diputación valenciana. Pese al cometido encomendado, se pasó al bando austracista desde los inicios de la revuelta. Para José Manuel Miñana, De bello rustico..., op. cit., p. 49. «No eran ajenos a tales confidencias, (la revuelta) Vicente Torres, que era secretario de los jurats de la ciudad de Valencia, enviado allá por los magistrados para liquidar la soldada a la tropa…».
71. Los miembros de la Generalidad que adoptan estas medidas son los siguientes: Jaime de Cardona, delegado de Antonio Ubilla; José Severio y Cardona, conde de Villafranqueza; Gaspar Pérez y Sanchis, delegado de José Pérez; Jacinto Ortí, delegado del cabildo de Orihuela; Francisco Catalá de Monsonis; Andrés Gozalvez, delegado de Tomás Pérez; como diputados. Están presentes en la misma como contadores: Antonio Milá, delegado del arzobispo de Segorbe; José Vicente Ortí y Mayor, delegado de Félix Palavessino; Nacianceno Porcar, y Emmanuel Molner, delegado de Francisco Rubio. Pedro Gil Dolz, delegado del obispo de Orihuela, y Galzerán Anglesola, asisten como clavarios. Juan Bautista Ferrera, delegado de Juan Bautista Belloch Sanz, es el único administrador presente. El asesor es Juan Bautista Losá. El síndico, Emmanuel Alós. Los abogados, Mauro Zapata y Juan Bautista López de Perona. El escribano de la reunión, Agustín Queyto.
72. Los electos que acuden a esta reunión por el estamento eclesiástico son: Juan Pertusa Bonastre, por el conde de Cardona; Antonio Milá, delegado del obispo de Segorbe; Antonio Zapena, delegado del maestre general de la Merced; Miguel Mascarell, comendador de Torrent; Manuel Ferrer Proxita, comendador de Orxeta. El síndico del estamento es Vicente Carroz Pardo de la Casta. Los militares son: Felipe Lino de Castellví, conde de Carlet; José Martí y Chofre; Felix Falcó de Belaochaga; Francisco Puchasons, y Vicente del Olmo. El síndico es Felipe Gregori Alfonso, delegado de Felipe Armengol de Folch. Por el estamento real los electos son: Eusebio Almela, delegado de Crisógono Almela; Tomás Montes, delegado de Vicente Montes; Felix Ximeno, delegado de su padre; José Escudero, delegado de Francisco Franch. El síndico del estamento es Ignazio Zapata. Los abogados de los electos de los estamentos son: Mauro Zapata y Juan Bautista López de Perona.
73. La petición es de 30 de septiembre, y la orden se recibe el 4 de octubre. José Vicente Ortí y Mayor, Manifiesto…, op. cit., BUV, Mns. 17.
74. ARV, Generalidad. 3274. 22 de octubre y 7 de noviembre.
75. ARV, Generalidad. 3274. 6, 10 y 22 de octubre. 7 de noviembre, el memorial de gasto presentado por Mathías Villacampa nos muestra la existencia de correos enviados el 14 y el 30 de octubre.
76. José Vicente Ortí y Mayor, Manifiesto…, op. cit., BUV, Mns. 17. María Carmen Pérez Aparicio, «Las relaciones entre el rey…», pp. 468-469.
77. ARV, Generalidad, 3274. 7 y 16 noviembre.
78. Vamos a recordar brevemente los pasos que se han seguido para llegar a esta situación. La declaración de caso inopinado se produce el 20 de agosto. La asignación de fondos para cubrirlo asciende a la cantidad de 4.000 libras procedentes de los derechos nuevos. El 29 de agosto entregan a los tres estamentos 300 libras con cargo a esos fondos. El 8 de octubre se entregan 2.000 libras a Torres Eximeno. Las 1.700 libras restantes se entregan en la fecha señalada.
79. El 10 de octubre se señalan 5.000 libras para cubrir el caso inopinado de Tortosa y Vinaroz. El 7 de noviembre entregan 1.500 libras a Monflorit por encargo del virrey. La petición del virrey ascendía a la suma de 3.000 libras, pero sólo entregan las comentadas 1500 libras. El 19 de noviembre entregan todos los fondos que poseen de derechos nuevos para tratar de satisfacer las 1.500 libras que no pudieron pagar el 7 de noviembre.
80. Sobre la junta de la costa en el momento de su creación y las bases de la defensa del litoral valenciano, Peligros Belchí Navarro, Felipe II y el virreinato valenciano (1567-1578). La apuesta por la eficacia gubernativa, Valencia, 2006, pp. 217 y ss. Sobre la convivencia de esta junta con la Generalidad en materia defensiva en la época de este trabajo, Sergio Villamarín Gómez, La Generalitat valenciana…, op. cit., pp. 39-40.
81. ARV, Generalidad, 3274, 25 de noviembre. José Vicente Ortí y Mayor, Manifiesto..., op. cit., BUV, Mns. 17. «Pues con los rumores aunque distantes de la guerra, se deliberó por el Reyno un tercio (que así se llamavan los que aora regimientos) de seiscientos infantes pagados por tiempo de seis meses de tiempo (sic) con solo la noticia que participó su Magt. de su salida para la campaña de Portugal, se dilató el regimiento para dos años continuos que el día 19 de abril de 1702 se entregaron todos los seiscientos completos…»
82. José Vicente Ortí y Mayor, Manifiesto..., op. cit., BUV, Mns. 17. Recoge esta situación en un mensaje que se envía al virrey mostrando el peligro de traición del regimiento de Nebot. La misiva lleva fecha de 2 de diciembre. El nombramiento de virrey sí se recoge en el Ayuntamiento de Valencia. AMV, Lletres Misives, g3-63, p. 246. La carta viene fechada el 17 de noviembre de 1705. «La més gochosa notícia que podia esperar esta ciutat en les ocurrències presents, y o, seria en tots temps és la que V. Exa. se ha servit participar-nos de haver Sa Magestat (que Déu guarde) fet elecció de V. Exa. Per a nostron virrey, y capità general…»
83. José Vicente Ortí y Mayor, Diario..., op. cit., 11 de diciembre de 1705.
84. ARV, Generalidad, 3274, 12 de diciembre.
85. Vicente Graullera Sanz, Los notarios de Valencia y la guerra de sucesión, Valencia, 1987, pp. 31-32.
86. ARV, Generalidad, 3274, 14 y 15 de diciembre. José Vicente Ortí i Mayor, Diario…, op cit., p. 88.
2. EL GOBIERNO AUSTRACISTA
1. BASSET RESPONSABLE DEL REINO
La mañana del 15 de diciembre presenció los desvelos y afanes de una parte importante de la nobleza y el grueso de los representantes institucionales ante la amenaza austracista sobre la ciudad. Los diferentes relatos que tenemos sobre las horas previas a la rendición de la ciudad –del austracista Castellví, a los borbónicos Miñana, Ortí o Planes– se muestran coincidentes en lo esencial. Por un lado, el enorme desconcierto de las instituciones –y de los grupos sociales allí representados– ante la pasividad de las autoridades militares borbónicas por la indefensión absoluta de la villa; y por otro la querencia popular hacia los sublevados bien por odio a los franceses, bien por amor dinástico, o bien por el efecto de las prometidas exenciones de Basset. Si a esto le unimos la condición campesina del grueso de los rebeldes que se presentaron ante la ciudad, comprendemos la rápida rendición ante el temor a levantamientos similares dentro de sus muros.1
Tal vez el relato de Ortí pese a su declarado borbonismo posterior –presentando un apoyo monolítico de los grupos rectores ciudadanos a la causa borbónica frente a una plebe enfebrecida por la revuelta– sea la mejor guía de los acontecimientos previos a la capitulación. Tras múltiples visitas a Villagarcía y al duque de Cansano –superintendente militar enviado por el gobierno– concluidas sin resultado alguno, los nobles constituyeron dos compañías que patrullarían la ciudad en previsión de incidentes. Las horas transcurrieron con la temida confirmación del avance sin obstáculo de los rebeldes y con ello el regreso de las las cuitas entre nobles e instituciones. En lo que respecta a la generalidad, se redoblaron los centinelas en la casa de las armas, donde acudieron personalmente los diputados acompañados de Tomás de Anglesola y otros 16 nobles. Según Ortí, tras comprobar el reducido número de efectivos del que disponían fue uno de los diputados a solicitar ayuda al virrey, que envió a la compañía de notarios. Pero tan reducida aportación poco o nada podía hacer para alterar la inexorable rendición de la ciudad ante el multitudinario avance popular austracista. Así,
Allá a las 5 de la mañana, desde el baluarte mismo, se oyeron a los lejos tambores y clarines, y se descubrieron unas hogueras, lo que confirmó ser verdaderos los rezelos de la noche antecedente. Acercóse tanto el enemigo, que llegó hasta el convento de Jerusalén, que está fuera del portal de San Vicente. Hizo sus llamadas y, por último, se llegó a capitular, porque aunque para los que venían eran bastantes los de Valencia y aún sobravan, pero como alguna parte de el pueblo estaba inclinado a seguir su partido, fue precisso que los magistrados cediesen por miedo de las inquietudes y motines, lo que no hubiera sucedido si viessen unión en todos; siendo tan general la aclamación y el afecto al señor archiduque, que así que se divisaron a las puertas de la ciudad, como todos los portales estaban cerrados, la gente de dentro se descolgava por el muro y el portal de Ruçafa para salir a incorporarse con la que venía, lo que se observó desde el baluarte de la casa de las Armas donde yo estaba desde la una de la noche, martes, hasta las primeras oraciones de los miércoles. Desde allí se observó también las tropas y quadrillas de los labradores de la huerta, que ivan armados a incorporarse con los enemigos…2
Únicamente faltaba el incendio de la cárcel de la torre de Serranos y la fuga de sus presos, para acelerar la capitulación de una ciudad cuyas instituciones estaban aterrorizadas.
Tras su rendición a una multitud escoltada por las tropas de Juan Bautista Basset y Rafael Nebot, Valencia pasó a ser gobernada directamente por el general valenciano, con calidad y poderes parecidos a los del virrey.3 Al menos hasta que Carlos III reconstruya su administración. La primera medida de los recién llegados se encaminó a asegurar su recién conquistada capital. El 17 de diciembre, Basset estableció dos compañías para que defendiesen la casa de las armas.4 El arsenal del reino quedaba así a salvo tanto de posibles agresiones de los ejércitos borbónicos que campaban por los alrededores de la ciudad, como de la población que pretendiera armarse. Y no necesariamente para oponerse a Basset. En momentos tan delicados y frente a unos apoyos tan marcados socialmente en campesinos y artesanos, cualquier revuelta armada, incluso una protagonizada por sus propios partidarios, podía producir efectos inesperados y devastadores para la causa austracista.
La primera reunión que celebró la Generalidad bajo dominio austracista de la que tenemos constancia escrita, se produjo el 18 de diciembre de 1705 y en ella se procedió a la entrega de 100 fusiles a Emmanuel Moscoso, sargento mayor, para la defensa de Carlos III rey de Valencia. En la siguiente, junto a disposiciones rutinarias, la diputación recibió de Basset el privilegio de Excelencia de Justicia y a diputados y síndico se les concedió el tratamiento de Señoría de Justicia.5 Se vivieron inciertos momentos en los que la coyuntura perfiló el contenido de las decisiones sin atisbo de ideario político, ni voluntad de alterar la organización ni las funciones de la institución. Apenas la concesión del privilegio de excelencia mostraba el empeño en congraciarse con unos representantes institucionales elegidos bajo el gobierno intruso, pertenecientes a grupos sociales poco proclives a su causa y que permanecían en sus cargos pese al cambio político sufrido. No obstante, estas tibias actuaciones no podían prolongarse, pues la mudanza dinástica requería medidas acordes al cambio experimentado. Su constatación llegó con la decisión de enviar una embajada a Barcelona a besar la mano del nuevo rey.6 El elegido fue el reverendo Vicente Carroz Pardo de la Casta al que únicamente le faltaron dos votos para alcanzar la unanimidad entre electos estamentales y diputados. Paradójicamente, a causa de los esfuerzos económicos ya realizados, los diputados proveyeron esta embajada con los remanentes de la frustrada del conde de Carlet, concebida para pedir ayuda a Felipe V frente a Carlos III.7
La presencia de Basset como autoridad al frente de Valencia fue breve. Terminó en febrero, con la llegada del militar inglés Lord Peterborough y del nuevo virrey electo, el conde de Cardona, por lo que las posibilidades que tuvo de ejecutar las promesas de reducción impositiva que le granjearon el favor del campesinado8 fueron escasísimas. Tan sólo dejaron constancia de su actividad en este sentido los bandos publicados con una serie de exenciones para los ciudadanos de Valencia. No obstante, los testimonios nos hablan también de una dura política represiva y de la incautación de bienes de ciudadanos partidarios del Borbón.9 Unida a la brevedad de su mandato está la sombra de la guerra como factor desestabilizador, minando la consolidación de lo que había constituido el ideario del austracismo en Valencia, si es que en algún momento las promesas de reducción de cargas hubiesen podido cumplirse. La amenaza del ejército borbónico, intentando cercar la ciudad desde la vecina Moncada con diferentes escaramuzas en Chiva o Burjassot,10 constituyó un permanente quebradero de cabeza para el líder austracista. Institucionalmente, la necesidad de reemplazar a las autoridades forales que habían abandonado la ciudad y de satisfacer las exigencias populares, propiciaron falta de rigor e improvisación en muchas de sus decisiones.11
1.1 La resistencia al acoso borbónico
Basset aprovechó el papel de la Generalitat en cuanto gestora de la hacienda valenciana y responsable de la casa de las armas, involucrándola activamente en la defensa de la capital. Ante la proximidad de los enemigos, el general valenciano decidió utilizar a los gremios en la custodia de la muralla de Valencia ordenando a los diputados que repartiesen armas entre ellos. Los diputados acordaron la distribución el día 2 de enero, pero la entrega a los síndicos de los distintos gremios no comenzó hasta el día siguiente, bajo las condiciones habituales de entrega.12 Pero la urgencia del momento no entendía de garantías y de inmediato se alteró el procedimiento. Los diputados acordaron ceder las armas a particulares para que procediesen a su distribución entre los distintos gremios, pues en tan excepcionales circunstancias estos no podían escoger síndico que afrontase las garantías exigidas. Los días 4 y 5 de enero se realizó el reparto arrojando el siguiente resultado:

El número total de armas entregadas por la Generalidad a los distintos gremios ascendió a 2.040 según los protocolos de la casa, entre arcabuces, fusiles y mosquetes. En estas 2.040 he incluido los 30 fusiles y 20 arcabuces entregados a Felip Carreres, doctor en medicina; y a Pascual Sanchiz, legumer; vecinos ambos de la calle Morvedre.13
Además de los gremios armados sobre las murallas, la ciudad contaba con un contingente de soldados –el regimiento de Nebot y las compañías de Xàtiva encabezadas por los caballeros Tárrega y Micó–14 de los que la Generalitat asumió su manutención a razón de un sueldo diario por espacio de diez días, siempre que su número fuese inferior a mil personas. Por este motivo entregaron a Juan Bautista Losá 500 libras para que se encargase de los pagos correspondientes. El 27 de enero se volvió a entregar dinero a Losá para que costease su mantenimiento, pero ahora únicamente por un período de 5 días, reduciéndose con ello la cantidad a 250 libras.15
También producto de la presencia de tropas borbónicas en el reino fue la participación de la institución en un nuevo caso inopinado declarado por los estamentos, referido a la situación de Chiva y Sant Mateu. En un intento de alejar las tropas borbónicas, el 11 de enero de 1706 le asignaron 6.000 libras que incluían los restos de las 5.000 libras fijadas para asistir al marqués de Pozoblanco en la etapa anterior.16 El cambio dinástico desvió los fondos aprobados para sostener un ejército, borbónico en este caso, al mantenimiento del contrario, y fueron las mismas personas que lo aprobaron los que le asignaron el nuevo destino…
1.2 Refuerzo y estabilización de la Generalidad
La importancia política de la Generalitat valenciana iba más allá de la custodia del arsenal del reino y su hacienda. Al contar con presencia de importantes miembros de los estamentos nadie podía discutir su representatividad y presencia pública, por más que los electos estamentales cegasen la posibilidad de representar políticamente al reino.17 Por todo ello, tras las aludidas medidas y las relativas a los festejos por el retorno a la casa de Austria,18 Basset fijó en ella su atención con disposiciones que tenían tanto que ver con su funcionamiento institucional como con su condición de foro privilegiado. La primera de ellas, fechada el 5 de enero de 1706, iba dirigida a prevenir las ausencias de diputados de sus reuniones. Si algún diputado –o su delegado– no acudiese durante tres veces consecutivas mediando convocatoria previa, se le tomaría declaración a fin de que expusiese su ánimo de continuar en el desempeño de su responsabilidad. En caso de querer abandonarla, se debía producir una nueva extracción para el oficio afectado. Si, por el contrario, pretendiera seguir desempeñándolo se repetía convocatoria hasta tres veces, y si tampoco acudía se le privaría de salario. Si ya se le hubiera abonado debería restituirlo a prorrata desde el día en que abandonó las juntas. La orden de Basset era explícita y aplicable de inmediato, fuesen cuales fueren las disposiciones forales al respecto. Éstas no fijaban sanción alguna, menos aún la exclusión, para los casos de absentismo entre los diputados; tan sólo la obligación de nombrar un sustituto por imposibilidad de acudir a las reuniones. Imposibilidad que, eso sí, debía quedar plenamente justificada.19